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Nutrición Personalizada

La obesidad es un tema de actualidad en los medios de comunicación. Casi todos los días aparecen noticias relacionadas con la obesidad. No es para menos ya que aunque se están tomando medidas preventivas y lanzando campanas con fin de disminuir esta patología, la verdad es que la obesidad continua incrementándose. De hecho, tanto la OMS como el Grupo Internacional de Trabajo en Obesidad ya la han calificado como la epidemia del siglo XXI.

La epidemia del siglo XXI

Según la OMS desde 1980 la obesidad se ha más que doblado en todo el mundo y se considera ya el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. El 9 por ciento de los escolares sufre obesidad y el 33 por ciento sobrepeso. Casi con toda seguridad un niño gordo se convertirá en un adulto obeso. Y el dato más alarmante es que cada año 2,8 millones de personas mueren a consecuencia de esta patología.

La obesidad es una enfermedad crónica compleja de origen multifactorial que se caracteriza por un exceso de acumulación de grasa corporal que conlleva el desarrollo de ciertas patologías, principalmente en los órganos internos. El gran problema es que muy pocas personas son conscientes de los riesgos que conlleva la obesidad. De hecho, la sociedad tiene a considerar únicamente obesos a aquellas personas que padecen obesidad en los grados extremos, y sin embrago hay grados inferiores de obesidad que ya conllevan un riesgo de morbimortalidad. De hecho por cada 15kg de sobrepeso se incrementa en un 30 por ciento el riesgo de muerte prematura.

La obesidad, fundamentalmente la de tipo abdominal, va a suponer toda una serie de alteraciones en los órganos vitales dando lugar a determinadas patologías como la HTA, dislipemias, diabetes tipo II, síndrome metabólico y algunos tipos de cáncer.

Las personas con múltiples patologías y obesidad, fundamentalmente de tipo abdominal, tienen un riesgo aumentado de morbimortalidad.

La obesidad sigue creciendo. Cambios en el estilo de vida

Se han producido cambios en el estilo de vida: antes los trabajos que se realizaban diariamente suponían un gran esfuerzo físico mientras que hoy en día todo está más automatizado; antes se iba andando y ahora en coche o transporte público; generalmente se tendía a comer en casa y en familia y hoy en día cada vez hay menos tiempo para dedicarle y se come más rápidamente y frente al ordenador; los niños antes jugaban, por ejemplo, con la pelota y a juegos que implicaban actividad física mientras que hoy los juegos que tienen no suponen tanto esfuerzo físico y por tanto el gasto energético es menor. El sedentarismo puede llegar a límites insospechados…

Hay un mayor consumo de alimentos de alto contenido calórico y cada vez un mayor sedentarismo. Por supuesto, la genética está cobrando cada vez más importancia y de hecho se está viendo que tiene un papel muy importante con los cambios que se están produciendo en el estilo de vida.

A excepción de la obesidad monogénica (que se genera como consecuencia de un único gen disfuncional), que sólo supone el 5% de todos los casos de obesidad, el resto que no sean consecuencia de alguna enfermedad sabemos que son el producto de la interacción entre estilo de vida y genética. De hecho existen numerosos estudios de asociación y de genoma completo y ya se han identificado 130 genes relacionados con obesidad, con el crecimiento y diferenciación de los adipocitos, con la regulación del gasto energético y con la regulación de las señales de hambre y saciedad.

Además, ya se ha demostrado que entre el 50 y el 70 de la variación interindividual en el grado de obesidad es propia de la genética de cada individuo.

Tratamiento

El tratamiento principal de la obesidad continúa siendo el nutricional, que consiste básicamente en el establecimiento de una dieta personalizada basada fundamentalmente en las necesidades energéticas del paciente. Se deben instaurar unas pautas nutricionales saludables junto con un programa adecuado de actividad física con el fin de conseguir maximizar esa pérdida de peso a partir de masa grasa, tratando de mantener el máximo posible la masa libre de grasa.

Es muy importante que a lo largo del periodo de pérdida de peso se puedan instaurar hábitos nutricionales saludables que se mantengan una vez haya finalizada la pérdida de peso para que ésta se mantenga a la largo plazo.

Cuando el tratamiento nutricional no es suficiente se puede acompañar de tratamiento farmacólogo y en última instancia de cirugía bariátrica. Pero, tanto el tratamiento farmacológico como la cirugía, siempre deben ir acompañados del tratamiento nutricional.

Multitud de dietas

Todos hemos odio hablar de infinidad de métodos de pérdida de peso. Continuamente somos bombardeados por diferentes estrategias para perder peso que, a menudo, nos prometen pérdidas de peso rápidas y sin esfuerzo. El problema de estas dietas, que si pueden lograr pérdidas de peso rápidas, es que esa pérdida normalmente no suele ser a costa de masa grasa sino que fundamentalmente provoca la pérdida de masa libre de masa grasa, con la consiguiente disminución del gasto energético. Y ésta es la principal responsable de que aparezca el llamado efecto” yoyo”, y se recupera el peso perdido.

Cambios en la proporción de macronutrientes

En investigación se trata de buscar el método de pérdida de peso más efectivo que permita perder el peso saludablemente y que se pueda mantener durante largos periodo de tiempo. Se ha trabajado cambiando las proporciones de los macronutrientes: hidratos de carbono, lípidos y proteínas para ver si realmente influye en la pérdida de peso. Hay autores que afirman que la proporción de macronutrientes en la dieta no afecta sino que es más bien una cuestión de la restricción energética que se le instaura al paciente.

En este sentido hubo una publicación en 2009 donde se aplicó una intervención nutricional en 800 pacientes y se estudiaban cuatro tipos de dietas variando la composición de macronutrientes. Tras dos años de intervención y pérdida de peso la conclusión fue que no había influencia de la proporción de macronutrientes sino que todas las dietas habían tenido la misma influencia en la pérdida de peso.

Este artículo fue muy criticado y de hecho, en 2010, en la misma revista se publicaron datos del estudio DIOGENES (que no estudiaba la pérdida de peso sino el periodo de mantenimiento tras la pérdida de peso) y al estudiar diferentes dietas con diferente composición de macronutrientes se observó que las dietas que tenían mayor proporción de proteínas e hidratos de carbono de bajo índice glucémico mantenían muchísimo mejor el peso que el resto de grupos.

Publicaciones más recientes continúan viendo que la composición de macronutrientes si que puede tener influencia en la pérdida de peso o en los beneficios que se adquieren con la pérdida de peso.

En la Universidad de Navarra se estudiaron dos dietas con diferente proporción de macronutrientes y la influencia en la pérdida de peso: una dieta convencional y otra con un 30% de proteína y 40% de hidratos de carbono. Y se observó que los pacientes incluidos en la dieta con mayor proporción de proteínas perdían más peso que los sujetos que seguían la dieta convencional.

En otro estudio de nuestro departamento se incluyó a 17 sujetos diabéticos en una intervención nutricional de dos periodos de cuatro semanas: durante el primer periodo tenían que mantener su ingesta habitual y durante el segundo periodo se sustituía el desayuno, almuerzo y merienda por productos con un contenido moderado en proteínas e hidratos de carbono de bajo índice glucémico. No era un estudio propio de pérdida de peso pero se observó que durante el segundo periodo se registraba una pérdida de peso significativa en comparación con el otro periodo. Y además la mayor parte del peso perdido fue a partir de la masa grasa y se mantenía la masa libre de grasa.

Cambios en los componentes nutricionales

Por otro lado, también hay numerosos estudios en función de la composición de los alimentos de las dietas. Se ha visto que aumentando determinados componentes nutricionales se puede favorecer la pérdida de peso, la saciedad o que el paciente siga más fácilmente la dieta. Hay estudios con una mayor ingesta de fibra, ácidos grasos omega3, controlado el índice glucémico de los hidratos de carbono o con antioxidantes.

Se hizo un estudio en nuestro departamento con dos dietas equilibradas y una de ellas tenía una mayor ingesta de ácidos grasos omega 3 a base de pescado azul. Se trataba de un estudio de intervención de 8 semanas y en este caso una mayor ingesta de ácido grasos omega 3 no supuso una mayor pérdida de peso en comparación con la dieta convencional.

En otro estudio del departamento se comparaban dos dietas equilibradas y en este caso una de ellas aumentaba la ingesta de fibra e hidratos de carbono de mayor índice glucémico. Los resultados mostraron que esto sí que supuso una mayor pérdida de peso en comparación con la dieta convencional.

Genómica nutricional

Las investigaciones no se quedan únicamente en la composición de las dietas sino que tratan de ir más allá, personalizando el tratamiento en función de la genética del individuo. Así nace la genómica nutricional que trata de estudiar la respuesta del tratamiento en función de las variaciones genéticas de las personas. Esta interacción entre genes y nutrientes se sabe que tiene un carácter bidireccional y de ahí surgen otras dos disciplinas: nutrigenética y nutrigenómica.

La nutrigenética estudia la respuesta que puede tener el individuo al tratamiento nutricional en función de sus variantes genéticas y la nutrigenómica estudia el efecto que puede tener los nutrientes sobre determinados genes.

En estos últimos años se ha visto que estas interacciones entre genes y ambiente están también relacionadas por factores epigenéticos.

Estudios de Nutrigenética

Se hizo un estudio con tres polimorfismos de tres genes: FTO, pirilipina y adiponectina. En tres grupos poblacionales se les estableció una intervención nutricional. El primer grupo debía seguir pautas relacionadas con la dieta mediterránea y los otros dos casos se instauraban una restricción energética.

Se quería valorar la evolución de peso, el peso perdido o el mantenimiento del peso. Se vio que en el primer caso los sujetos que eran portadores del polimorfismo tenían menor ganancia de peso a lo largo de los tres años. En el segundo caso los sujetos portadores de la mutación tenían una mayor resistencia a la pérdida de peso. Y en el último caso los sujetos no portadores de la mutación tenían un mejor mantenimiento del peso perdido.

Estudios de Nutrigenómica

En ejemplo de estudio de nutrigenómica se llevó a cabo en nuestro departamento con 120 sujetos sanos a los que se les tomaron medidas antropométricas, información sobre estilo de vida y muestras de sangre.

Se estudió la expresión de genes proinflamatorios y se vio que aquellos sujetos que tenían una mayor ingesta de frutas y verduras tenían disminuida la expresión de estos genes proinflamatorios.

Estudios de Epigenética

La epigenética hace referencia a los cambios reversibles del ADN y las proteínas que se unen a él. En función de estos cambios hay genes que se expresen o no según las condiciones exteriores. Uno de los cambios que más se ha estudio en epigenética es la metilación de ADN. Se valoran los cambios en el patrón de metilación de genes determinados.

En un estudio reciente llevado a cabo en el departamento se estudió la intervención nutricional con la epigenética. Se trataba de un estudio de ocho semanas de intervención con dieta hipocalórica y al finalizar el tratamiento se identificaban los sujetos respondedores y los no respondedores. Los primeros eran lo que perdían más del 10% del peso inicia y los no respondedores aquellos que perdían menos del 5% del peso inicial. Una vez seleccionados los sujetos que mejor habían respondido y los que peor, se estudió el patrón de metilación de determinados genes que podían estar implicados en la modulación de la grasa corporal y del metabolismo energético. Y realmente se observaron diferencias en el patrón de metilación de estos genes antes y después la intervención en función de ser respondedor o no.

Por ello la epigenética está adquiriendo más importancia y puede ayudarnos a entender porque un sujeto responde y no al tratamiento.

Para finalizar decir que la nutrición personalizada es una de las aplicaciones de la investigación en genómica nutricional, sin embargo hasta que la evidencia entre la interacción entre nutrición y genes sea más robusta deberíamos ser prudentes en la elaboración de dietas relacionadas con el genotipo y, al mismo tiempo, tomar medidas para evitar falsas expectativas.