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Comer en la salud y en la enfermedad

Cuando hablamos de salud pensamos sólo en la ausencia de enfermedad pero el concepto de salud es más complicado (estado de bienestar físico, mental y social).

La meta no sólo es aumentar la esperanza de vida sino mejorar sustancialmente la calidad de vida.

Entre la salud y la enfermedad hay un continuo, entre medio hay una zona difícil de delimitar. Lo que está claro es que, sea cual sea nuestra situación, tenemos que alimentarnos correctamente y que no es una tarea fácil porque hay muchos determinantes de salud.

Algunos determinantes de salud como los factores genéticos no los podemos modificar, pero sí podemos actuar sobre el medio ambiente (procurando un entorno más saludable), en el sistema sanitario y, sobre todo, en los estilos de vida.

En este momento el grueso del coste del sistema sanitario se destina a tratar las enfermedades, pero esta situación se debe cambiar e invertir más en modificar los estilos de vida.

Se ha producido un significativo incremento de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). La principal causa de muerte es la enfermedad cardiovascular, la segunda es el cáncer, y la obesidad y diabetes como nexo común.

Hay tres factores de riesgo que tienen mayor influencia negativa en las patologías crónicas: el tabaquismo, el sedentarismo y la alimentación inadecuada. Y sabemos que mejores estilos de vida van a asociarse con un óptimo nivel de salud física y mental.

En cuanto a la alimentación tenemos un patrón de referencia, la dieta mediterránea: que sea suficiente (en energía y nutrientes), equilibrada, variada y que se adapte a los requerimientos y condiciones de cada persona. La variedad de alimentos, texturas, colores y sabores nos permite una mejor aceptación de las comidas.

Preocupación por la alimentación

La salud es una de las principales preocupaciones de las sociedades desarrolladas. Más del 70% de los consumidores se preocupa más hoy por su alimentación que hace cinco años.

Para el consumidor, la alimentación ha evolucionado desde la supervivencia, el placer, la seguridad, hasta una demanda de salud. Paralelamente, la industria ha pasado por una necesidad de productividad, calidad, seguridad y salud.

Para el consumidor cuenta todo lo que tiene que ver con el placer, el precio, el tiempo que lleva conseguirlo y cocinarlo, pero al final lo que más cuenta es el sabor.

Sin embargo la situación puede cambiar, hay estrategias de salud pública y podemos lo conseguir, si somos capaces de informar de forma rigurosa y convincente, si el nivel de educación es alto, si usamos siempre resultados constatables, si hacemos estrategias de difusión y educación continuadas.

Malnutrición relacionada con la enfermedad

En presencia de una enfermedad la situación cambia mucho. Conseguir un equilibrio entre lo que se necesita y lo que se aporta es más complicado que en situación de salud.

Hay unos grupos de riesgo: las personas solas, que consumen drogas, población marginal e inmigrantes, niños y mujeres gestantes, pero sobre todo los enfermos hospitalizados o en instituciones, y los ancianos.

La desnutrición se define como una pérdida de peso involuntaria (superior al 10%, con albúmina sérica inferior a 3,2 g/dl). Y se producen alteraciones anatómicas y funcionales.

Una pérdida de peso rápida del 5 al 10% produce alteraciones funcionales en muchos órganos. Una pérdida de peso entre el 35-40% se asocia con una mortalidad del 50%. Cualquier pérdida de peso en un paciente anciano tiene importancia clínica (incluso un 5 %).

Cuando se hace un ayuno completo la supervivencia está en torno a los 60 días, pero cuando se junta el ayuno -o semiayuno- y la enfermedad los cambios metabólicos hacen que la situación se compense muy mal y aceleramos el proceso hacia la muerte.

Consecuencias de la desnutrición. Pérdida de masa magra y complicaciones

En los niños lo primero que se para es el crecimiento y el desarrollo. Y en general hay alteraciones del sistema de defensa, todo tipo de infecciones y finalmente la muerte.

En primer lugar hay un deterioro del estado mental (apatía y depresión). El paciente pierde el interés por su enfermedad y su vida. Esta debilidad induce una disminución del autocuidado y esto genera una dificultad para comer. Después va afectando a todos los órganos: respiratorio, cardiaco y tracto digestivo; disminuye la movilidad y aumenta el riesgo de complicaciones tromboembólicas y úlceras por presión. Hay un deterioro del sistema inmune, con mayor predisposición a las infecciones. Así como un retardo en la curación de heridas.

Esto sucede en todos los grupos de enfermos: cirugía, cardiópatas, pacientes pulmonares, gastrointestinales, con sida, cáncer, enfermos neurológicos, críticos, renales…

Y en todos ellos aumenta la incidencia de complicaciones, aumenta la mortalidad, hay un retraso en la recuperación de la enfermedad, disminuye la calidad de vida, y efecto inhibitorio sobre el crecimiento y desarrollo.Todo ello genera una serie de costes asociados que suponen mucho dinero.

Además se crea un círculo vicioso desnutrición-enfermedad que sin intervención es irreversible.

Causas de desnutrición

La causa es todo aquello que dificulta la ingesta. La anorexia es fundamentalmente la causa más importante (cuando uno deja de estar en su medio habitual, no está en su casa, en su mesa), también la dificultad para tragar, la incapacidad para una alimentación independiente, la dentadura en mal estado, las causas médicas, el metabolismo modificado y las pérdidas anormales de todo tipo (diarrea, vómitos, fistulas, quemados, úlceras, osteomías, interacciones farmacológicas).

Hay que recordar el aumento de necesidades nutricionales asociadas a esta situación metabólica, necesitamos comer mejor.

Hay causas relacionadas con la enfermedad y el paciente que no podemos evitar, pero en cambio si podemos hacer mucho respecto a los factores institucionales: mejorar los servicios de alimentación y los profesionales que intervienen en el tratamiento nutricional que no son sólo los que llevan el servicio de nutrición.

Resolución ResAP(2003) del Consejo Europeo

En el año 2003 un documento del Consejo Europeo nos recuerda que el acceso seguro y garantizado a los alimentos es un derecho humano fundamental, por lo tanto también tiene que serlo para el paciente hospitalizado; que hay que tener en cuenta los efectos beneficiosos que un servicio de alimentación y una atención nutricional hospitalarios adecuados tienen en la recuperación de los pacientes; el número inaceptable de pacientes hospitalizados desnutridos en Europa; y que la desnutrición de los pacientes hospitalizados se asocia con estancias hospitalarias más largas, una rehabilitación prolongada, una menor calidad de vida y costes sanitarios innecesarios.

Por todo ello debemos tomar medidas que van dirigidas a cinco aspectos fundamentales: valoración y tratamiento nutricional en los hospitales, personal de atención nutricional, prácticas del servicio de alimentación, comida de hospital y economía sanitaria.

Métodos de Cribado y de Valoración Nutricional

Cada centro usa su método de cribado. El tratamiento nutricional tiene que estar bien organizado en cada centro.

La alimentación por vía oral deberá ser siempre la primera opción. Los suplementos no se deberán utilizar para sustituir a una adecuada ingesta de alimentos ordinarios, y sólo se empleará cuando existan indicaciones médicas evidentes.

Respecto al soporte nutricional artificial se debe estar preparado para hacer los tratamientos en el hospital y en domicilio del paciente con protocolos bien organizados.

Personal de atención nutricional

Distribuir responsabilidades de la atención nutricional en los hospitales es importante, hacen falta equipos de nutrición donde todos los profesionales puedan trabajar en equipo. Y también es necesario acreditar estas actividades con calidad.

El hospital La Paz tiene una unidad de Nutrición Clínica y Dietética desde el año 1988 con diferentes profesionales y colaboramos con el servicio de hostelería con reuniones mensuales a través de una comisión de alimentación. También hay una comisión de nutrición, de calidad del hospital, donde están representadas todas las aéreas.

Hay un Real Decreto del año 2003 y en anexo II se definen las unidades asistenciales y se reconoce expresamente la existencia de unidades de nutrición y dietética, y dice que bajo la responsabilidad de un facultativo está la adecuada nutrición de los pacientes ingresados, y los que precisan continuar el tratamiento tras el ingreso. También hay que decidir quién debe recibir tratamiento nutricional, qué tipo, durante cuánto tiempo, y cómo se evalúa el tratamiento, etc.

Los contenidos de la cartera de servicios son: Dietética en primer lugar, valoración y diagnóstico nutricional, nutrición artificial, áreas de consultas externas, pacientes que ingresan a cargo y cribado de malnutrición.

Conclusiones

-Todos los pacientes tienen el derecho a que sus necesidades nutricionales se cubran satisfactoriamente durante su hospitalización.

-Una nutrición óptima es un requisito previo para el efecto óptimo del tratamiento que se ofrece al paciente, por lo tanto el número de pacientes con buen estado nutricional es un indicador básico de la calidad del cuidado ofertado en el hospital.

-Desde una perspectiva sanitaria y económica, el hospital que trata a los pacientes mejor nutridos es el más rentable.

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Comer en la salud y en la enfermedad

Recogemos la ponencia de Dña. Carmen Gómez Candela pronunciada en el marco de la tercera jornada del Ciclo Alimentación Institucional dedicada a Alimentación y nutrición en el medio hospitalario organizada por la Cátedra Tomás Pascual Sanz – Universidad CEU San Pablo.

Acceda a la transcripción de la ponencia