Concepto de interacción dieta y xenobiótico: las interacciones alimento/medicamento como ejemplo
Hipócrates en sus tratados médicos ya hablaba de los efectos del queso, al que consideraba un alimentos “fuerte” y que en algunas personas podía producir efectos indeseables.
Un momento clave en la historia de las interacciones alimento medicamento (IAM) fue en los años 80 con la descripción del llamado “síndrome del queso”, debido a unos xenobióticos especiales.
Definición
Etimológicamente xenobiótico significa sustancia extraña a los sistemas biológicos. Según los textos de Toxicología es una sustancia que no se encuentra en los alimentos y que es un contaminante y por lo tanto una sustancia extraña de efectos indeseables y que ha ido a parar a un alimento por un efecto accidental.
Otras fuentes consideran xenobiótico cualquier sustancia que es extraña a un organismo determinado, pero que es de origen natural, no un contaminante. Otros autores estiman que incluso se puede clasificar de xenobiótico una sustancia propia del organismo pero que se encuentra en una proporción anómala.
Antecedentes
En el año 1971 Talbot y Meade en una carta al editor de The Lancet hablan del efecto de la silicona en la absorción de los fármacos anticoagulantes. En este trabajo describen pacientes que en un momento determinado tienen alteraciones en las pruebas de coagulación hasta el punto de que aparentemente no ingieren el medicamento.
En un primer momento se pensó que realmente no tomaban el medicamento, después que tomaban otro fármaco que podía interaccionar y al final se pensó en la dieta. Y se encontró que el factor común es que tomaban patatas fritas tipo chips, sin embargo la composición de las patatas no justificaba esta interacción. Las patatas estaban preparadas industrialmente usando como aditivo una silicona que no reviste peligro (autorizada) y que tiene efecto antiespumando, permite que la temperatura del aceite de fritura alcance niveles altos y que la patata una vez frita no tenga aspecto aceitoso (esté seca). Pero lo silicona, que es una macromolécula, por su estructura tiene gran capacidad de retener moléculas pequeñas como los fármacos. En este caso el fármaco quedaba retenido por la silicona y no se absorbía. Al suprimir la ingesta de estas patatas los parámetros de coagulación se restablecieron.
Fármacos implicados y poblaciones con más riesgo
Los fármacos más implicados en las IAM son los que tienen un índice terapéutico estrecho, anticoagulantes, hipoglucemiantes orales, digitálicos, antihipertensivos, fármacos de acción sobre SNC y los antibióticos.
Las poblaciones más afectadas son los ancianos por la polimedicación, menor eficacia en absorción, capacidad metabólica reducida y estado nutricional no óptimo. Y los niños porque sus sistemas de destoxificación no están completamente desarrollados.
Interacciones según el componente del alimento implicado
La mera presencia de los alimentos por el efecto barrera ya interacciona y por otro lado están los componentes nutritivos y no nutritivos, componentes con actividad farmacológica, aditivos alimentarios, y los contaminantes como las dioxinas.
Mecanismos de las interacciones
Muchas interacciones tienen lugar in vitro, antes de pasar la barrera intestinal, después tenemos el nivel cinético, muchos pesticidas o contaminantes son poderosos inductores enzimáticos que modifican la velocidad de metabolización de los fármacos. Un ejemplo de este tipo que afecta a la cinética de muchos fármacos con efectos incluso mortales es el zumo de pomelo. Incluso en EEUU se llegó a plantear hace unos años prohibir la venta de pomelos y zumos de pomelo.
Amina biógenas
Las aminas biógenas (histamina, tiramina, serotonina, putrescina, cadaverina) son sustancias que se encuentran en el organismo con diferentes funciones fisiológicas y se localizan en muchos alimentos (sería un xenobiótico en cierto modo natural). La mayoría de gérmenes que provocan las fermentaciones lácticas (quesos o embutidos crudos curados) tienen capacidad descarboxilasa y trasforman los aminoácidos en su correspondiente amino.
Durante los años 70 se utilizaban fármacos antidepresivos del tipo tranilcipromina que inhibía la monoamino oxidasa, es decir, bloqueaba el proceso de normal metabolización de la tiramina por ejemplo. De manera que los pacientes que estaban tomando estos fármacos si tomaban un queso tenían unos niveles de tiramina muy altos que provocaban crisis hipertensivas incluso mortales. Uno de los primeros trabajos en describirlo fue el de Blackwell y Mabbitt en 1965.
La tiramina era una sustancia conocida que Liebig aisló (1946) y la llamó así porque “tiro” significa queso en griego, era la amina del queso. Sin embargo, la primera vez que se describió este tipo de interacción fue porque a los pacientes se les administraba tranilcipromina y además metilanfetamina para sumar efectos. Pero después se empezaron a observar crisis idénticas en las que no había metilanfetamina pero por aquel momento no se les prestaba atención a las aminas biógenas en los alimentos.
En el año 1998 en el hospital clínico de Salamanca hicieron una observación que publicaron en los archivos de Bronconeumología de interacción de isoniacida con alimentos. Un joven de 33 años que trabajaba en el hospital en contacto con enfermos tuberculosos se contagió y al ser tratado con isoniacida empezó a tener síntomas que parecían alergias y una ex alumna mía de la facultad de farmacia se acordó de las aminas biógenas y le preguntó si tomaba queso y al dejar de comerlo desapareció la alergia.
También se puede encontrar mucha histamina en pescado deteriorado contaminado donde los gérmenes del deterioro también tienen capacidad descarboxilasa y a partir de la histidina, de la que es muy rica la musculatura del atún, formar histamina y se puede interpretar como una alergia al atún cuando en realidad es una intoxicación.
Ejemplos diversos
Con los alimentos funcionales estamos introduciendo otro tipo de xenobióticos que pueden ejercer muchos efectos a la hora de interaccionar con muchos nutrientes o con otros xenobióticos a su vez.
En un trabajo de un máster de IMA Gual estudió como las fluorquinolonas (por ejemplo el ciprofloxacino) administradas con zumo de naranja enriquecido en calcio sufren una disminución en su absorción.
Las estatinas, que es un fármaco muy consumido, interacciona con zumo de pomelo. Y las dietas ricas en ácidos grasos omega-3 potencian el efecto de la simvastatina.
La regaliz tiene efecto hipertensivos claros. Y los ajos y las cebollas potencian los efectos de los anticoagulantes.
Los nitratos y nitritos que se añaden a productos cárnicos crudos curados (porque son un eficaz antibotulínico) reaccionan con las aminas que se generan en los procesos decarboxilantes de la fermentación de los embutidos y se forman nitrosaminas que tienen efectos cancerígenos. Pero también los nitratos y nitritos son vasodilatadores y en un trabajo del American Journal Nutrition del 2009 se habla de ellos como nutrientes porque afirman que estos xenobióticos por su efecto antihipertensivo “no irían mal” y mejorarían la tensión arterial de la colectividad. Y en otro artículo de Correo Farmacéutico (febrero 2011) se habla de los beneficios de las espinacas por los nitratos. En estos casos deberíamos valorar los riesgos/beneficios.
También pueden llegar xenobióticos a través de la lactancia materna a los niños.