Los tratamientos basados en el sistema incretínico ofrecen esperanzas en la protección cardiovascular del paciente con diabetes
Los inhibidores DPP-4 (iDPP-4) y los agonistas de receptores de GLP-1 (a-GLP-1)- son los dos grupos de fármacos basados en el sistema incretínico que están disponibles en la actualidad, y que están generando gran interés en el abordaje de la diabetes dado su innovador mecanismo de acción y, en concreto, su potencial efecto a nivel cardiovascular, según se extrae de los estudios realizados en este campo. Así lo ha explicado el Dr. José Mª de Miguel Yanes, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario del Sureste (Arganda del Rey, Madrid), en el marco del Congreso de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), celebrado en Málaga.
El experto ha explicado que, en la actualidad, el colectivo médico no se centra únicamente en el logro del control glucémico de las personas con diabetes, sino que cada vez está más sensibilizado con la mejora de la supervivencia y la calidad de vida a largo plazo de este tipo de pacientes. “Esto pasa, necesariamente, por la prevención de la enfermedad cardiovascular”, ha destacado el Dr. De Miguel Yanes, más aun teniendo en cuenta que hasta el 80% de personas con diabetes tipo 2 fallecen por esta causa.
En este sentido, las terapias incretínicas han generado expectación, según el internista, no sólo porque “no aumentan la tasa de eventos cardiovasculares mayores, a diferencia de otros grupos farmacológicos, sino que los estudios realizados sobre humanos han descrito efectos beneficiosos sobre la presión arterial y sobre la contractilidad miocárdica, así como propiedades antiinflamatorias y de protección sobre el endotelio vascular. Podrían, asimismo, favorecer la angiogénesis o formación de nuevos vasos sanguíneos”.
El grupo terapéutico más completo
El Dr. de Miguel Yanes ha definido los iDPP-4 y los a-GLP-1 como la clase de fármacos antidiabéticos más completa disponible en la actualidad –insulinas aparte-, desde el punto de vista fisiológico. Para el experto, el fármaco antidiabético ‘ideal’ debería ser capaz de aumentar la síntesis pancreática de insulina, disminuir la secreción pancreática de glucagón, minimizar la resistencia a la insulina endógena en los tejidos periféricos, aminorar la síntesis hepática de glucosa, disminuir la absorción intestinal de carbohidratos, modular las respuestas del tejido adiposo y sistema nervioso central y reducir la reabsorción de glucosa por parte del riñón. “Por su mecanismo de acción, los medicamentos que más se aproximarían a ese fármaco completo -salvo por la ausencia de acción sobre la reabsorción tubular renal de glucosa- serían las terapias incretínicas”.
Además, el Dr. José Mª de Miguel Yanes apunta otras ventajas, como la reducida tasa de hipoglucemias asociada a su utilización y su polivalencia de uso en combinación con el resto de terapias, lo que hace que sean fármacos muy prescritos.
Entre las terapias basadas en incretinas existentes en el mercado, ha destacado linagliptina, un inhibidor DPP-4, ya que “no precisa ajuste de dosis en la insuficiencia renal avanzada o en la insuficiencia hepática. Adicionalmente, la evidencia clínica preliminar sugiere que podría aportar beneficios cardiovasculares a largo plazo, a falta de conocer los resultados del estudio CAROLINA”.