Distintos tipos de grasa corporal
La obesidad es un exceso de grasa corporal que se encuentra asociado en muchas ocasiones al desarrollo de patologías metabólicas o de otras patologías.
Es bien conocido que en el organismo se han identificado dos tipos de tejido adiposo, el blanco y el pardo. Ambos son diferentes, no solamente por el color que les da nombre, sino que tienen profundas diferencias morfológicas, genéticas y funcionales, e incluso su origen es diferente.
El tejido adiposo blanco se encuentra situado en depósitos subcutáneos o viscerales, y la grasa parda se localiza fundamentalmente en la región axilar y cervical.
Diferencias morfológicas
La morfología es diferente. Los adipocitos blancos son más grandes pero sobre todo hay una diferencia morfológica importante, que es que los blancos tienen un gran gota lipídica que ocupa casi todo el citoplasma, son uniloculares; en cambio los pardos son multiloculares, están compuestos por pequeñas gotitas de grasa en su interior. Hay diferencias en cuanto a la irrigación, el pardo tiene mayor irrigación que el blanco. Y sobre todo tienen una gran diferencia en el número de mitocondrias, la grasa parda tienen un alto contenido en mitocondrias y eso junto a la mayor vascularización son los responsables de este color pardo.
Actualmente se ha visto que existen algunos depósitos, sobre todo en los blancos, en los que se ha identificado infiltración por adipocitos similares a los pardos, por tanto ha crecido el concepto de el órgano adiposo.
Diferencias funcionales
La función de estos dos tipos de tejido es diferente, el blanco es fundamentalmente un órgano de almacenamiento de energía, en forma de triglicéridos, y también es el lugar de reserva energética desde el cual se libera la energía cuando estamos en periodo de balance energético negativo.
Y desde hace unos 20 años sabemos también que el tejido adiposo blanco es un importante órgano secretor de moléculas implicadas en la regulación de múltiples funciones, por ejemplo hormonas implicadas en la regulación del apetito y del balance energético como la leptina, u hormonas implicadas en la regulación de la sensibilidad a la insulina como la adiponectina, citoquinas inflamatorias, etc. Es decir, es un órgano muy importante que mediante la secreción de estas moléculas regula funciones de otros órganos o tejidos del organismo. No es un mero reservorio energético.
El tejido adiposo pardo también tiene capacidad para acumular grasa, pero su principal función es la termogénesis. Tiene capacidad para disipar la energía en forma de calor gracias a la existencia en sus mitocondrias de una proteína llamada UCP-1, que es una proteína desacoplante y lo que hace es disipar la energía en forma de calor. Por tanto los adipocitos pardos producen calor y por ello ayudan a contrarrestar la hipotermia y la obesidad, y pueden tener efectos beneficiosos para facilitar la disipación de energía en situaciones de obesidad y diabetes.
Algunos interrogantes: personas obesas pero metabólicamente sanas
Nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿están contribuyendo los genes y el secretoma (las proteínas secretadas por el tejido adiposo) a la susceptibilidad o resistencia a la obesidad que tenga la persona? La respuesta es que sí. Las personas que no producen leptina son obesas y las que tienen bajos niveles de adiponectina tienen una mayor insulinorresistencia.
Otra cuestión importante es que hay personas obesas que metabólicamente son sanas a pesar de que tienen una gran cantidad de tejido adiposo. Y también hay personas con peso normal que metabólicamente son obesas. ¿Qué es lo que contribuye a estas diferencias? ¿Puede tener algo que ver el tejido adiposo? Probablemente sí.
Actualmente se habla de que hay tejidos adiposos favorables o desfavorables, genotipos o fenotipos de tejido adiposo favorables o desfavorables. También se habla de que puede ser por la distinta capacidad de expansión del tejido adiposo entre unas personas y otras. Por tanto es importante a la hora de la nutrición personalizada en un futuro tener en cuenta estos factores.
Plasticidad del tejido adiposo. Adipocito beige
En experimentos en roedores hace años se vio como cuando se exponía a un animal delgado a la aclimatación al frío (exposición crónica al frío) su grasa blanca se convertía en una grasa más similar a la parda, porque el organismo de ese animal para aclimatarse al frío necesita generar energía, calor.
Por el contrario, cuando un animal se sometía a una dieta obesogénica durante un periodo largo lo que hacía era acumular el exceso de energía en los depósitos blancos, pero también se observaba una mayor conversión de adipocitos tipo blanco en los depósitos que inicialmente eran pardos, con lo cual parece que el tejido pardo se adapta para almacenar el exceso de energía.
Esto llevó a plantear la posibilidad de que existiera una capacidad de transdiferenciación de los adipocitos. ¿Puede haber células precursoras de los adipocitos blancos que dependiendo del estímulo al que se le someta se puedan trasformar en adipocitos pardos? Esto es lo que se piensa que puede estar ocurriendo, que en los depósitos blancos dependiendo del estímulo se conviertan en adipocitos similares a los pardos. Aparece el concepto de adipocitos beige (o brite, que significa brown in white), que son adipocitos similares a los pardos que están infiltrados al tejido adiposo blanco y que tienen, por tanto, propiedades termogénicas.
En un estudio reciente que apareció en la revista Cell se dice que los adipocitos beige son termogénicos y que se han identificado no sólo en roedores sino también en humanos. Los neonatos tienen una cantidad importante de grasa parda que les sirve para poder aclimatarse a la temperatura externa, después va disminuyendo el contenido de grasa parda (en la pubertad todavía hay actividad de la grasa parda) y en los adultos apenas hay grasa parda, sólo en la zona clavicular y rodeando a venas del cuello.
Por otros estudios también se sabe que el origen de ambas grasas es diferente. La grasa parda procede de unas células progenitoras de las que proceden las células musculares, en cambio la grasa blanca y beige procede de otras células progenitoras diferentes.
Perspectivas futuras
Se ha visto en roedores que estimular la conversión de la grasa blanca a adipocitos metabólicamente más activos, beige, que son termogénicos, puede ser una estrategia prometedora para el tratamiento de la obesidad y de sus complicaciones asociadas. Pero para ello es necesario entender los factores implicados en la formación y activación de la grasa beige y también identificar fármacos, nutrientes, compuesto bioactivos, etc., que sean capaces de activar este proceso en humanos.
Hoy sabemos que la exposición al frío, la activación beta-adrenérgica y los agonistas de PPAR gamma son capaces de inducir, al menos en roedores, esta transformación de adipocitos blancos en beige.
Y recientemente se ha identificado una hormona que libera el tejido muscular cuando se hace ejercicio, se llama irisina, que actúa sobre la grasa blanca facilitando la formación de adipocitos beige. Nos queda por saber si algunos nutrientes o compuesto bioactivos de los alimentos son también capaces de facilitar este proceso.