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Alimentación, nutrición y envejecimiento

El envejecimiento es una aspiración universal (Profesor Ribera) y para la Organización Mundial de la Salud es un privilegio y un logro de la humanidad. También constituye un reto para la sociedad del siglo XXI, muy envejecida y con grupos de mayores muy amplios, que necesariamente tendrán que plantear estrategias políticas para atender a este grupo de población.

Realidad sociodemográfica

Algunos datos son:

-En el año 2000, 600 millones de personas tenían más de 60 años. En 2025 serán más de 1,2 billones y en 2050 más de 2 billones de personas superarán esa edad.

-Actualmente dos tercios de las personas mayores viven en los países desarrollados.

– En los países desarrollados el grupo poblacional de mayor crecimiento es el de los muy mayores (más de 80 años).

– Las mujeres sobreviven a los hombres en prácticamente todas las sociedades. En las personas de edad avanzada, la relación mujer a hombre es de 2:1.

En España, el Instituto Nacional de Estadística realizó una previsión de lo que ocurrirá en los próximos 50 años. La población irá creciendo hasta alcanzar probablemente los 48 millones de habitantes en 2048 aunque el crecimiento poblacional se irá reduciendo progresivamente. Se estima para 2020 que lleguemos a un crecimiento natural negativo (número de nacimientos será menor al número de defunciones). La ausencia de poblaciones jóvenes deforma la pirámide poblacional. En 2009 el grupo poblacional más amplio era el de 25-40 años y en 2049 el grupo poblacional más amplio será el comprendido entre 65-80 años. La población mayor de 64 años en España se duplicará en 40 años pasando a representar más del 30% de la población total.

Definiciones

Envejecer es un proceso biológico al que se le pueden dar muchas definiciones:

– El envejecimiento es el proceso que reúne todos los cambios que se van sucediendo en nuestras células y tejidos con el paso del tiempo, que suponen una pérdida progresiva de rendimiento fisiológico y una incapacidad para mantener la homeostasis (Mónica de la Fuente, Retos de la Nutrición en el siglo XXI ante el Envejecimiento Poblacional).

– Envejecer equivale a dejar en el camino por vías muy diversas buena parte del enorme margen de reserva con el que nacemos. Las pérdidas nos hacen cada vez más vulnerables, facilitando la claudicación orgánica, la aparición de enfermedades y la muerte (José Manuel Ribera Casado, Retos de la Nutrición en el siglo XXI ante el Envejecimiento Poblacional).

Además de aumentar la esperanza de vida en la sociedad ha aumentado el deseo de mantener una buena salud, funcionalidad e independencia en las edades más avanzadas. Esto ha llevado en las últimas décadas a buscar factores que pudieran acelerar o retrasar el envejecimiento. La dieta y la nutrición son factores de los más contribuyentes a lo largo del ciclo vital completo.

Interacción alimentación, nutrición y envejecimiento

En el aspecto de cómo interaccionan alimentación-nutrición-envejecimiento podemos destacar 4 ideas:

-Las personas mayores son población de riesgo nutricional.

– En los mayores las enfermedades crónico degenerativas (cáncer, ECV, osteoporosis) son más frecuentes y en este sentido hay factores dietéticos implicados en la etiología. Además una adecuada intervención nutricional puede ser eficaz en la prevención y el tratamiento de estas enfermedades.

– A medida que nos hacemos mayores, comemos menos.

– El envejecimiento reduce el placer de comer, pero aumenta la cultura gastronómica.

En los países desarrollados las personas mayores son las que tienen mayor riesgo de malnutrición ya sea por defecto o exceso. En los países más pobres son los niños lo de mayor riesgo nutricional.

Factores determinantes de desnutrición

Los factores determinantes de desnutrición en las personas mayores son: disfunciones orgánicas, enfermedades que van apareciendo, tabaquismo, escaso contacto social, reducida capacidad de masticación, medicación crónica, involuntaria pérdida de peso, necesidad de ayuda, alimentación desequilibrada, nivel de instrucción bajo, tener más de 85 años, economía precaria y sedentarismo.

Estos factores son de tipos muy diversos. Pueden ser fisiológicos asociados al proceso de envejecimiento y también relacionados con la salud ya que hay muchos fármacos que provocan interacciones de tipo nutricional. El uso crónico de diuréticos y antihipertensivos- si no son del tipo ahorradores de potasio- pueden llegar a provocar una hipopotasemia en un adulto mayor, o los fármacos que se utilizan para inhibir la secreción ácida del estómago (protectores estomacales) pueden reducir la absorción de nutrientes que dependen de una secreción ácida o de un medio ácido para su absorción como es el caso de la vitamina B12. También hay factores psíquicos, más graves como las demencias o Alzheimer y menos graves como los estados depresivos o de melancolía, que hacen que las dietas se vayan haciendo desequilibradas.

Hay factores asociados al estilo de vida y también tienen gran peso los factores socioeconómicos y culturales. En los años 80 Truswell clasificó en orden el estado nutricional de los mayores y observó que los que se encuentran nutricionalmente mejor son los mayores sanos y socialmente integrados, le siguen los mayores enfermos y socialmente integrados, después los que viven solos en sus casas y los que se encuentran peor nutricionalmente son los que viven institucionalizados.

Se reduce el placer de comer

El envejecimiento reduce el placer de comer: declinan los sentidos de gusto y olfato (a partir de los 50 en hombres y a partir de los 60 en mujeres), hay pérdida de papilas gustativas, déficit de micronutrientes (zinc), empleo de fármacos (diuréticos). El sabor salado es el que más disminuye y el dulce el que mejor se mantiene. Pero el envejecimiento hace que aumente la cultura gastronómica, que hayan vivido y conocido décadas de modas y tendencias alimentarias y han probado y conocen diferentes técnicas culinarias (más la mujer).

Cuando se plantean los servicios de alimentación para mayores institucionalizados y se busca el desarrollo de productos para estas personas supone un reto encontrar productos nutricionalmente adecuados para una población desnutrida y que sean acordes a su cultura gastronómica.

Recomendaciones nutricionales

Las necesidades y recomendaciones para mayores son mal conocidas ya que faltan estudios epidemiológicos que permitan determinar bien las necesidades. La mayoría de los estudios longitudinales comprende el grupo de edad de 40 a 60 años. Los estudios en personas de 70-80 años son pocos. En muchos casos lo que se hace es extrapolar datos a partir de adultos jóvenes pero esto no es correcto para muchos nutrientes. Además el grupo de mayores es muy heterogéneo (>65…>80).

A la hora de plantear recomendaciones no deberíamos pensar sólo en lo que sería una nutrición suficiente (cantidad de nutriente que debe ingerir para no padecer enfermedad carencial) sino también en una nutrición óptima (cantidad de nutriente que evita una enfermedad carencial y además puede contribuir a la prevención o mejor pronóstico de otras enfermedades de tipo multifactorial).

Para establecer las recomendaciones hay que estratificar la población por grupos de edad, sexo o por situación fisiológica. Clásicamente las recomendaciones nutricionales para mayores se han establecido a partir de 65 años pero esto hay que revisarlo. Se podría hablar de ancianos jóvenes (65-74 años), ancianos mayores (75-80 años), ancianos viejos (> 80 años).

De todas las recomendaciones nutricionales destacar 3 aspectos fundamentales: hay que intentar cubrir bien la ingesta energética, la densidad de nutrientes y la hidratación.

Con la edad se va disminuyendo la actividad física y se provoca una disminución de la ingesta de energía, o no se sabe si disminuye la ingesta de energía y esto es lo que provoca la disminución de la actividad física. Consecuentemente hay una pérdida de peso (involuntaria), sarcopenia (pérdida de masa muscular y por tanto una pérdida de células metabólicamente activas) y disminución de la tasa metabólica basal que conlleva una disminución de las necesidades energéticas y esto es lo que hace entrar a la persona mayor en un círculo vicioso.

Por este motivo es fundamental que la ingesta de energía sea la suficiente para mantener un IMC adecuado. El IMC asociado a una mayor expectativa de vida en una persona mayor es 25-28 (ligero sobrepeso en adulto joven).

Aunque se reducen las necesidades de energía no se reducen en la misma proporción las necesidades de nutrientes no energéticos. El mayor consumirá una dieta menor energéticamente pero que tiene que vehiculizar la misma cantidad de nutrientes por lo que tiene que ser más densa energéticamente y esto es muy difícil de conseguir.

Importancia de la vitaminas y calcio

Algunos nutrientes tienen especial relevancia, es el caso de las vitaminas del complejo B (6,12, ácido fólico) porque su falta puede generar, además de estados carenciales, estados de confusión, demencia, mala memoria que a su vez inciden en las prácticas de alimentación creando otro círculo vicioso similar al de la energía.

El calcio y vitamina D también son nutrientes esenciales en el envejecimiento. A partir de la menopausia, en el caso de las mujeres, empezamos a perder rápidamente masa ósea y entramos en un balance negativo de calcio. A lo largo de todo el ciclo vital es fundamental mantener una ingesta adecuada de calcio y vitamina D para evitar, sobre todo, la osteoporosis que se produce cuando la densidad del hueso es menor de lo normal y provoca un aumento en el riesgo de fracturas (antebrazo, vértebras, cadera), lo cual produce discapacidad, morbilidad y mortalidad en personas de edad avanzada.

Disminuye la sed

Con la edad el mecanismo de la sed pierde sensibilidad y no tenemos sed. Además hay un miedo a beber a partir de determinadas horas (sobre todo en personas que tienen tratamientos con diuréticos). Hay muchos fármacos (diuréticos o laxantes) que provocan pérdidas de agua y electrolitos y hay un alto riesgo de deshidratación. Por este motivo el agua en las personas mayores debería pautarse casi farmacológicamente.

Las necesidades-recomendaciones son de 20-45 ml/kg de peso corporal, lo que supone unos 6 vasos de agua/día. El agua se puede sustituir por sopas, infusiones o aquellos alimentos que tienen agua.

La deshidratación recude la capacidad para disgregar los alimentos que asociado a los problemas de masticación tiene mucha incidencia en la elección de los alimentos; disminuye la absorción; empeora el estreñimiento y la litiasis; y se produce sequedad de mucosas, piel, disbalance electrolítico, confusión, irritabilidad e incluso la muerte.

Pirámide de la alimentación de la población anciana

En la pirámide de la alimentación saludable de la población anciana, utilizada por la profesora Olga Moreiras, podemos destacar la presencia del agua en la base de la pirámide y la presencia en el pico de la pirámide de los suplementos individualizados.

Para superar que la dieta no sea suficientemente densa en nutrientes se recomienda la utilización de suplementos de calcio, de vitamina B12 o ácido fólico como nutrientes más relevantes. En MyPiramid (pirámide de EE.UU) se recoge la misma idea y además introduce la práctica de ejercicio físico, siempre adecuado a las posibilidades de la persona mayor.

La práctica de ejercicio físico mejora la calidad y esperanza de vida, disminuye la pérdida de masa muscular y ósea, disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular, de hipertensión, aumenta el gasto energético, mantiene activas las defensas y mejora la función cognitiva.

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Alimentación, nutrición y envejecimiento

Recogemos la ponencia de Dña. Elena Alonso Aperte pronunciada en el marco de la primera jornada del Ciclo Alimentación Institucional dedicada a Alimentación y nutrición en el entorno geriátrico organizada por la Cátedra Tomás Pascual Sanz – Universidad CEU San Pablo.

Acceda a la transcripción de la ponencia