El mapa de la obesidad: problemas y soluciones
La prevalencia de la obesidad en los hombres es cada vez más elevada según los datos de la OMS. En las mujeres la situación mejora un poco pero hay que tener en cuenta que la mayoría de estos datos son auto declarados, con lo cual probablemente haya una infra declaración del problema ya que las mujeres se quitan más peso que los hombres.
Según las últimas estimaciones de la OMS la prevalencia global en el año 2005 es que 1.600 millones de adultos padecían sobrepeso, al menos 400 millones eran obesos y al menos 20 millones de niños menores de cinco años padecían también sobrepeso.
Además el sobrepeso y la obesidad son la tercera causa de muerte en los países con nivel socioeconómico medio y alto; y también en las zonas urbanas de los países en vías de desarrollo.
Epidemiología
Según una de las últimas publicaciones de septiembre de 2010 de los países miembros de la OCDE EEUU está en cabeza en este problema. Y década tras década la prevalencia de la obesidad en este país ha ido aumentado, de hecho más de dos tercios de la población americana padece sobrepeso u obesidad.
En Europa, según una de las últimas publicaciones de la sección europea de la OMS, se puede observar que los países que tienen más prevalencia de obesidad son los países del Este, Escocia e Inglaterra.
En España, si nos basamos en la Encuesta Nacional de Salud, vemos que año tras año también la prevalencia ha ido aumentado en hombres y mujeres; de nuevo, como los datos son auto declarados, puede haber una infra declaración del problema. Además el estrato de población en el que más ha aumentado la prevalencia es en población joven, que paralelamente ha ido perdiendo la adhesión al patrón tradicional de dieta mediterránea.
El Estudio SEEDO 2000, de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, se realizó en la década de los 90 y se seleccionaron muestras aleatorias de 8 CC.AA. Los participantes tenían entre 25-60 años. Los resultados muestran que casi el 60% de los hombres y el 50% de las mujeres padece sobrepeso y obesidad.
También según los últimos datos disponibles procedentes de la Encuesta de Europea de Salud del año 2009 se puede observar que más del 50% de la población española padece sobrepeso y obesidad.
Y no podemos olvidar el problema de la obesidad infantil que debe ser una prioridad en nuestro medio. Según la última publicación de los miembros de los países de la OCDE España es el tercer país en cuanto a prevalencia de sobrepeso en adolescentes después de EEUU y Escocia. Y datos de EnKid sirven para concluir que la prevalencia de sobrepeso en adolescentes de 13-14 años en el año 2000 era más del doble que las cifras que se observaban en el año 1985.
Causas potenciales de la obesidad
Las causas de la obesidad son muy complejas aunque la ley de la termodinámica es muy simple. Nos basamos en la idea de que la obesidad es un disbalance energético sostenido a lo largo del tiempo, es un problema en que la ingesta calórica sobrepasa al gasto energético. Y los estilos de vida serán los que se relacionarán en principal medida con la obesidad.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud el número de calorías desde los años 70 hasta el 2001 ha ido aumentando, así como también el número de turismos por cada 10.000 habitantes y los minutos viendo la televisión. Hay un aumento del tamaño de las raciones y un aumento del sedentarismo.
Otras posibles causas son las relacionadas con una mayor ingesta energética y una disminución del gasto. Así como la adopción de un patrón americanizado caracterizado por refrescos azucarados, comida rápida y, en definitiva, dietas pobres en fibra.
Refrescos azucarados
Podríamos pensar que los refrescos azucarados son la causa de la obesidad en países como EEUU, pero también se ha observado con datos españoles que el consumo de refrescos azucarados puede ser causa de una ganancia de peso en España.
En los datos de los resultados de la cohorte SUN (Seguimiento de la Universidad de Navarra) se representa la ganancia de peso medio en función de los quintiles del consumo de refrescos azucarados en personas que tenían tendencia a ganar peso y se puede observar que los que tuvieron una mayor ganancia de peso eran los que tenían un mayor consumo de este tipo de refrescos (la cantidad de azúcar equivalente que hay en una lata de un refresco azucarado es de siete terrones de azúcar).
Fast food y picoteo
La comida rápida también se ha sugerido como un factor de riesgo para el desarrollo de la obesidad. En el estudio CARDIA, prospectivo de cohortes de 15 años de seguimiento, queda representada la ganancia de peso en función de las visitas a la semana a los establecimiento de comida rápida, y además si durante este seguimiento se habían aumentado las visitas a estos establecimientos. Y cómo podemos ver aquellos jóvenes de 18-30 años que mayor ganancia de peso tuvieron tras 15 años, casi 16 kilos, a nivel basal eran los que más visitaban este tipo de establecimiento y también que aumentaron dos o más veces las visitas.
Una de las características de este tipo de comida es su alta densidad energética, es decir, muchas calorías en poco volumen, que también se ha postulado como un factor de riesgo para la obesidad.
En los resultados de la cohorte de enfermeras americanas se estudia la ganancia media de peso en función de los quintiles de cambio de la densidad energética procedente de la dieta y se puede observar tras ocho años de seguimiento que las mujeres que habían aumentado más su densidad energética a través de la dieta eran las que mayor peso habían experimentado.
Otro factor que también se ha sugerido como un estilo de vida relacionado con el riesgo para la obesidad es el hecho de picotear entre comidas. Según los resultados procedentes de la cohorte SUN se puede ver que aquellas personas que normalmente picotean tienen un mayor riesgo (63% más de riesgo) de desarrollar obesidad tras más de cuatro años de seguimiento. Ésta una cohorte en la que el riesgo absoluto de desarrollo de obesidad es muy bajo, se trata de gente joven con normopeso y a pesar de ello obtuvimos un riesgo relativo de 1,63.
De forma paralela el hecho de hacer comidas fuera de casa también se ha relacionado con mayor riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad. Con los datos de SUN los participantes que comían dos o más veces por semana fuera de casa presentaron un 33% más riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad.
Problemas derivados de la obesidad
Es conocido por todos que la obesidad está relacionada con muchos problemas de salud con graves consecuencias. Se relaciona con una mayor mortalidad y con posibles sesgos por la inclusión de una enfermedad clínica latente o sublatente. A pesar de ello se ha visto que disminuye la esperanza de vida. Además es un factor de riesgo para numerosas enfermedades crónicas y la que llama la atención es la relación de la obesidad con la diabetes. Tras la epidemia de obesidad o incluso pandemia -declarada por la OMS como al pandemia del siglo XXI- vamos a ver una epidemia de diabetes detrás de esa obesidad. Además hay unos altos costes económicos relacionados con estos problemas de salud.
Si estudiamos los riesgos relativos para desarrollar obesidad en función de las diferentes categorías de índice de masa corporal estamos hablando del orden de 40, 50 y hasta más de 80 (muy pocas veces en epidemiología se ven riesgos relativos de tal magnitud).
Prevención de la obesidad
Se puede realizar una aproximación a nivel individual disminuyendo la ingesta energética y aumentado la actividad física. En cuanto a reducir calorías si nos basamos en una editorial del New England del año pasado se ve que las mejores dietas para disminuir el peso eran aquellas en las que los participantes tenían una mayor adhesión a ellas. En definitiva lo que se quiere conseguir es un cambio de comportamiento cuyo objetivo final es comer menos de todo.
¿Y cómo lo conseguimos? Hay que reducir el tamaño de las porciones; consumir alimentos con baja densidad energética (ricos en frutas, vegetales y legumbres); aumentar la ingesta de cereales integrales (aumentar la ingesta de fibra); consumir menos bollería industrial, pastas, azucares (es decir disminuir los alimentos ricos en densidad energética); seleccionar carnes magras y productos lácteos desnatados; reducir el consumo de fritos y de productos procesados; y consumir agua en lugar de refrescos azucarados.
En la aproximación multisectorial debemos de tener en cuenta el papel que juega la educación. En la familia se deben establecer hábitos saludables y las escuelas deben proporcionar alimentos saludables y suficiente tiempo para la actividad física.
Por su parte las instituciones gubernamentales tienen la responsabilidad de crear ambientes saludables, de promocionar la actividad física y de disuadir de hábitos dietéticos no saludables. Una editorial muy reciente de Lancet 2010 da algunos ejemplos, entre ellos sugiere prohibir los programas de comida basura dedicados a los niños, aumentar los impuestos de los alimentos menos saludables, prohibir las máquinas expendedoras de comida basura.
En este contexto también hay que tener en cuenta que el coste de los alimentos puede ser un factor limitante y de hecho los resultado muestran, también a partir de la cohorte SUN, que los sujetos que más se gastaban en su cesta de la compra por cada 1.000 kilocalorías eran precisamente aquellos participantes que tenían mayor adhesión a un patrón de dieta mediterránea y menor a un patrón americanizada. De manera que los gobiernos deberían procurar que los alimentos saludables estuvieran al alcance y disponibles para toda la población.
También las grandes industrias son una parte primordial en la prevención del desarrollo de la obesidad: la industria alimentaria, de las bebidas, de venta de coches, de entretenimiento. Hay ejemplos muy buenos de autorregulación de la industria, como alguno promocionado por la estrategia NAOS (el estudio del contenido de sal en el pan) o esta misma jornada. Aunque tenemos que tener en cuenta que hay conflictos de intereses. De hecho se observó que aquellas revisiones sistémicas que estaban esponsorizadas por la industria era cuatro veces más probable que no encontraran asociación entre el consumo de refrescos azucarados y la ganancia de peso, en comparación con aquellas revisiones que no estaban esponsorizadas.
Por último debemos tener en cuenta que la comunidad local, los ayuntamientos, se deben involucrar en la prevención de la obesidad. Y algunos ejemplos son el carril bici de Pamplona, los programas de educación nutricional organizados en los mercados municipales o las máquinas de un gimnasio al aire libre en Albacete.
En conclusión el objetivo es que las elecciones más saludables sean las elecciones más fáciles. Pero para ello todavía es necesario que el conocimiento se traduzca en acción. Y hay que animar a que cada uno de nosotros juegue su papel para prevenir la obesidad.