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Hasta un 10 por ciento de los obesos son saludables

La obesidad es una de la patologías más prevalentes actualmente, hasta el punto de haber sido clasificada por los organismo internacionales de epidemia, por tanto su estudio se encuentra en este momento en auge y son varias las estrategias de investigación. “Entre ellas -comenta el doctor Antonio Vidal-Puig- está tomando cada vez más fama la que observa por qué existe gente obesa con complicaciones metabólicas y otros que no”.

Este experto, que participa en el XX Simposio Científico de la Fundación Lilly, señala que “el problema de la gente obesa no es que tenga mucha grasa, sino que su tejido adiposo es incapaz de almacenar más grasa y, cuando eso ocurre, la grasa se acumula en otros órganos como son el corazón, el páncreas, los vasos, etc, produciendo lo que se conoce como lipotoxicidad”.

Como investigador, explica que se está planteando lo que se conoce como la Teoría de la Expandabilidad del tejido adiposo, que consiste en que “los obesos llegan a un máximo de capacidad de tejido adiposo y cuando llegan a ese nivel adiposo comienzan a tener riesgos y complicaciones metabólicas”.

Este límite, advierte, es diferente en cada persona ya que, en principio, se estima que depende de factores genéticos. Y, precisamente, “por ello es posible encontrar gente muy delgada que no tiene gran capacidad para acumular casi grasa, y, por tanto, tiene una enfermedad metabólica muy severa; y se pueden encontrar individuos obesos que pueden almacenar bastante grasa y paradójicamente son bastante saludables”.

No obstante, indica que estos parámetros han ido cambiando con el paso de los años y hay que considerar que, “en una situación de epidemia de obesidad, el tejido adiposo está bajo la máxima presión que ha estado en la historia”. Esto significa que “hace 50 años eran capaces de regular el tejido adiposo y ser funcionalmente capaces de ello; y hoy en día como se necesita almacenar más, la misma dotación genética no es suficiente como para poder acumularlo todo”.

No obstante, ha explicado que obeso “saludable” no se puede ser toda la vida, ya que “si se sigue engordando llegará un momento a su máxima capacidad y se volverá obeso no saludable”.

Activar la grasa parda

Para su estudio hay que tener en cuenta la “capacidad” que se tiene de almacenar y la “necesidad” que se tiene de almacenar, que viene dada por lo que se come y lo que se gasta. Así, comenta que los investigadores pueden trabajar en tres parámetros: por un lado sobre el tejido adiposo, para hacer que sea más saludable y se pueda almacenar mejor; sobre la falta de almacenaje, ya que “si no se tiene suficiente sitio, en estos casos lo mejor es quemarlo”; y, finalmente, sobre el tejido adiposo marrón capaz de eliminar el exceso de grasa.

“La gente perdería grasa y al mismo tiempo mejoraría sus problemas metabólicos, incluida la diabetes. Buscar estrategias que lleven a gastar o quemar energía en estos individuos sería beneficioso; en esta situación tener grasa parda y activarla haría que la grasa se quemara y no se acumulara en el hígado, corazón o células beta”, advierte.

Es decir, si se puede activar la grasa parda sus efectos beneficios irán, por un lado, en la reducción de peso, y, también, en mejorar aspectos cardiovasculares. “Lo positivo es que si esos pacientes se conocen, se puede identificar y tratar de ver cómo consiguen ser metabólicamente normales a pesar de ser obesos; si se entiende eso, se puede utilizar esa información para tratar los problemas metabólicos”, explica.

Aunque aún se podría estar hablando de datos intuitivos para el tratamiento de la obesidad, en su opinión el problema actual en la búsqueda de un tratamiento es que “la mayoría de la gente que trabaja en obesidad focaliza sus esfuerzos en los obesos con complicaciones cardiometabólicas”. Pero, según explica el Dr. Vidal-Puig, para encontrar una solución igual es necesario focalizar la investigación en los obsesos saludables o