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Pautas de conducta en el TDAH

Este trastorno afecta a las diferentes aéreas relacionales del niño. Hay factores que modulan la evolución como las características de personalidad de los niños, características de los padres (si son más o menos pacientes), los acontecimientos estresantes familiares (si es hijo único o forma parte de una familia numerosa) y las consecuencias situacionales (lo que hacemos cada vez que nuestro hijo o alumno tiene un determinado comportamiento asociado al TDHA).

Dar las órdenes de forma efectiva

En primer lugar nos centramos en cómo dar las órdenes de manera efectiva para que los niños las cumplan con mayor probabilidad.

Las órdenes deben ser simples, concretas y directas. Solamente una orden cada vez. El tono de voz deber ser firme, ni agresivo ni blando. Nunca en forma de pregunta. Debemos de tender a dar las órdenes una sola vez y para eso hay que asegurarse que nos ha oído (con un contacto visual o físico). Hay que reducir las distracciones (apagar la tele). Y para saber que ha entendido las órdenes tenemos que intentar que el niño repita las instrucciones que le hemos dado.

Para que cumpla las normas es importante que las respaldemos con unas consecuencias. Los refuerzos o los castigos lo que hacen es que aumentan o disminuyen la probabilidad de que aparezca la conducta en un futuro. Permiten, además, que nuestros hijos tengan una visión clara de lo que se espera de ellos, tener unos límites más concisos para no perderse. Y a medio plazo que se hagan más responsables y autónomos en la toma de decisiones.

Características de los refuerzos o castigos

Deben ser lo más inmediatos posible, cuanto más inmediato mayor va a ser la probabilidad de asociación para el niño. Los mensajes deben ser coherentes, tanto entre el mensaje verbal y no verbal, como entre los padres y educadores, y los diferentes días o momentos del día.

La relación entre el castigo y el refuerzo debe ser en proporción lógica con la conducta realizada. Y después tratar de “poner el contador a cero”, no castigar por acumulación, por el desgaste de todo el día. Y también es importante centrar la atención en conductas positivas para reforzar un rol diferente.

Al margen de las consecuencias que podemos dar como reforzadores o castigos existen las consecuencias naturales que son los resultados de la propia conducta, esto implica que casi no hay intervención de los padres ni del profesor y la responsabilidad recae en el niño por lo que estamos estimulando su madurez. Es decir, dejar que las consecuencias pasen. Por ejemplo, si pierde la sudadera pues ir una semana sin ella y que el profesor le ponga el castigo o si se le olvida el libro no ir corriendo los padres a buscarlo o a hacer fotocopias del libro de otro niño.

Pautas orientadas a mejorar el comportamiento

Hay dos tipos de técnicas que podemos aplicar tanto en casa como en el cole: unas que aumentan la probabilidad de aparición de conductas que queremos instaurar y otras que disminuyen la probabilidad de aparición de conductas que queremos extinguir. Para esto es importante que identifiquemos el tipo de comunicación y la interacción que mantenemos con ellos.

Y tener en cuenta que en ausencia de atención positiva, para un niño es más reforzante una atención negativa que la extinción. Por lo tanto cuando queramos extinguir una conducta es mejor que la ignoremos a que la castiguemos, porque el hecho de castigar es una atención negativa que está reforzando la aparición de esa conducta.

Hay que tener mensajes estímulo que inducen a la cooperación y no los mensajes desalentadores cargados de reproches y de comunicación negativa.

Sesgo de interpretación

Hay sesgo interpretacional en la relación entre las personas que se relacionan con un niño con TDHA y el niño. Son niños que se perciben como más disruptivos y condicionan nuestra forma de reaccionar, las reacciones ante conductas negativas son más desproporcionadas que lo que haríamos con otro niño. De manera que el castigo es más severo, aumenta la sensación del niño en su rol negativo y del padre o profesor de que tienen un niño disruptivo, y el niño se instaura en ese rol aumentando la probabilidad de que esa conducta negativa aparezca. Por lo tanto, la sensación del entorno de que es un niño difícil aumenta también.

Reforzadores

Un reforzador es un reconocimiento o premio que aumenta la probabilidad de que una determinada conducta se repita en el futuro. Tiene que ser inmediato y con capacidad de motivación (hay que echarle imaginación). Los tipos de reforzadores pueden ser materiales (atención con la saciación: los niños están saturados de cromos, de juegos). Es mejor centrarse en los reforzadores sociales, los abrazos, las verbalizaciones positivas y las actividades (limpiar el coche, ir al cine, etc.).

Hay que dar atención a la obediencia, reforzar los buenos ratos y reconocer las iniciativas con independencia de los resultados.

Tiempo especial

La técnica del tiempo especial consiste en dedicar 15 o 20 minutos a una actividad lúdica con nuestro hijo que elegirá él, no intentar dirigir la actividad, ni imponer normas, sólo elogiar el buen momento y dedicarle atención plena. Si el niño se porta mal en un primer momento no le prestamos atención y si continúa dar por terminado el tiempo especial.

Economía de fichas

Muchas veces los padres lo aplican de manera intuitiva. Consiste en ir acumulando puntos o fichas que irá ganado a medida que va incorporando conductas que queremos que se mantengan.

Estas fichas serán intercambiables por privilegios. Cada ficha y cada privilegio tienen un valor diferente. Lo ideal es que haya privilegios diarios para que se puedan motivar a corto plazo, pero también privilegios ocasionales en los que estamos enseñando al niño a posponer ese refuerzo. Para ello debemos escribir una lista con las tareas que queremos que cumpla y asignar los puntos a las tareas y privilegios. Es importante que las tareas se definan de manera concreta.

Si el niño quiere intercambiarlo por un refuerzo diario al final del día podrá jugar 20 minutos a la PSP o leer un cuento con los papas, etc. O puede acumular los puntos a lo largo de la semana o del mes.

Para premiar esa conducta debe estar bien hecha, de forma educada, sin quejas y sin repetir las instrucciones. No se puede restar puntos. Y sólo hacer bloques de 3 o 4 conductas para no saturar al niño. Esta técnica se puede aplicar con el resto de alumnos o de hijos, y además como entran en una especie de competición se adhieren bastante bien.

Estrategias para disminuir las conductas inadecuadas

Las estrategias para disminuir las conductas inadecuadas estarían basadas en la retirada de la atención. No tanto en el castigo. Hay que identificar previamente si hay reforzadores que están manteniendo estas conductas (por ejemplo las risas de hermanos o compañeros).

Una de las técnicas es el tiempo fuera, que es aplicable tanto en casa como en el colegio y consiste en retirar al niño de la situación donde se está reforzando una conducta (pj sacarle del aula). La técnica de la silla (o rincón de pensar) se hace en los niños muy pequeños. El tiempo no debe ser mayor de 10 minutos porque si no encuentran la manera de entretenerse.

Hay que tener en cuenta que en un primer momento puede aumentar la probabilidad de la conducta disruptiva para llamar más la atención. Hay que mantenernos firmes y no sentirnos culpables ya que estamos ayudándoles a mejorar su autocontrol, a respetar las normas y aumentar su tolerancia a la frustración.

El coste de respuesta es otra técnica que consiste en renunciar a premios o privilegios por mala conducta. Siempre ha de ser proporcional a la conducta y nunca por saturación. Y es muy importante no amenazar si sabemos que no se va a cumplir, porque al final nos desautorizamos.

La sobrecorrección implicaría que aparte de resolver las consecuencias de su comportamiento tienen que hacer algo más.

Pautas para padres

Tanto para padres como para profesores hay que ser conscientes de las limitaciones relativas que implica este trastorno. No podemos exigirle igual que al resto de alumnos o hijos.

Hay que aceptarle tal y como es. Muchas veces pretendemos que realicen las cosas como a nosotros nos gustarían pero que por su forma de ser o por sus limitaciones nunca llegará a conseguir, y tendremos que tratar de adaptarnos y ser más flexibles para que lo cumplan.

Hay que captar su atención para dar las órdenes. Dar las instrucciones claras y precisas. No pedir cosas que ya sabemos que no va a cumplir porque puede crear frustración en el niño y en nosotros mismos.

Hay que ser coherente en la aplicación de las normas en el tiempo y entre los diferentes educadores. Si existen desacuerdos entre los padres intentar que nunca sea delante del niño y evitar centrar la autoridad en uno solo de los padres.

Hay que reforzar su autoestima porque son niños muy castigados, que la percepción del entorno es muy negativa y que tienen una muy baja autoestima. Y eso les va a afectar en su desarrollo afectivo. Hay que reforzar conductas alternativas, ya que si deseamos que una conducta desaparezca podemos castigarla, pero no llegaremos a lograr nuestra meta si no reforzamos una conducta alternativa adecuada.

Pautas en el ámbito escolar

Debemos ajustar al ritmo educativo al niño con TDAH, adaptar los tiempos al ritmo de trabajo del niño, dar los ejercicios por escrito y no orales ya que al copiarlos se pueden equivocar. Hay que situar al niño lo más cerca del profesor, intentar estimular un rol positivo dentro del aula, evitar situaciones que el niño no pueda controlar, no castigarle sin recreo, y anticipar el cambio de unas tareas a otras.

Pautas para adolescentes

Hay que ampliar las que hemos visto para los niños y sobre todo irles dando un poco de autonomía, favoreciendo una relación positiva con los padres compartiendo tiempo de ocio, manteniendo una buena comunicación y un diálogo democrático.

Hay que hacerles responsables de la toma de decisiones aunque ya se hayan pactado anteriormente con los padres, tratar de ofrecerles varias opciones para que al final tengan la sensación de que deciden sobre sus cosas. También hay que fomentar el desarrollo de su autoestima y creer siempre en su buena intención. Hay veces que el problema es que no tienen otros recursos. No hacen las cosas con mala intención. Y estimulemos la toma de decisiones que mejoren las estrategias.

Y por último una reflexión… Cuando nos dirigimos a los padres o a los colegios y nos dicen que aplicar las técnicas que recomendamos implica discriminar, nosotros creemos que el trato diferencial es aquel que no dota de los recursos necesarios a cada niño para llegar al mismo punto que los demás.

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Pautas de conducta en el TDAH

En el marco del Seminario TDAH: origen y desarrollo, organizado por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara y el Instituto Tomás Pascual Sanz, la Dra. Natalia García Campos pronunció la ponencia Pautas de conducta en el TDAH que recogemos a continuación.

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