Las dietas cetónicas aumentan los niveles de colesterol

Las dietas cetónicas aumentan los niveles de colesterol

El estudio se realizó en un grupo de mujeres sanas con normopeso (es el peso normal de una persona respecto a su estatura, es decir el índice de masa corporal ideal), a las que se administró durante cuatro semanas una dieta normocalórica con un bajo contenido en hidratos de carbono (20-25 g/día), 2-5% de la energía total en forma de hidratos de carbono; un 67-78% de la energía en forma de grasas; mientras que las proteínas representaron el 1-31% de la ingesta energética total.

Las cifras medias de colesterol en sangre al inicio del estudio fueron de 158,51 mg/dL y de LDL-Colesterol 85,07 mg/dL, pasando, tras el seguimiento de la dieta baja en hidratos de carbono, a 201,03 mg/dL y 119,88 mg/dL, respectivamente, con un incremento porcentual en las cifras de colesterol total de un 33% y en las de la fracción LDL-Colesterol de un 41%.

Según explica la doctora Beatriz Navia, profesora titular del Departamento de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid y portavoz de la campaña Pan cada día, este tipo de dieta se corresponde con las denominadas dietas cetogénicas, llamadas así por los cuerpos cetónicos que producen, en las cuales, se reduce el contenido en hidratos de carbono, a la vez que se aumenta, de forma proporcional, el aporte de proteínas, y especialmente el de grasas, para compensar la disminución de los hidratos de carbono.

En este tipo de dietas, se consumen, casi de forma exclusiva, carnes rojas, embutidos, pescados, quesos, huevos y grasas diversas, dejando un mínimo consumo de frutas y verduras y quedando prohibidos alimentos como el pan, la pasta, el arroz, las legumbres, la leche o el azúcar.

Esta experta recuerda que hay que tener en cuenta que el perfil calórico aconsejado en una dieta equilibrada incluye un 10-15% de la energía total en forma de proteínas, un 20-35% en forma de grasas y más del 50% de ésta, en forma de hidratos de carbono, por lo que, los cereales (pan, pasta, arroz, etc.) y las legumbres, alimentos con un alto contenido en carbohidratos, deben constituir la base de la alimentación.

Las dietas cetogénicas no son recomendables

“Las dietas cetogénicas, se vienen empleando desde hace décadas con el fin de perder peso y, si bien es cierto que, conducen a una bajada del mismo, presentan múltiples efectos negativos en la salud, por lo que no son dietas recomendables para adelgazar”, advierte la doctora Navia.

A diferencia de una dieta hipocalórica equilibrada, con un bajo contenido en grasas, “las dietas cetogénicas generan una exagerada movilización proteica-lipídica, una pérdida importante de masa magra y un aumento de los niveles de ácido úrico, lo que incrementa el riesgo de sufrir gota o cálculos renales. Además -añade-, al ser ricas en grasas saturadas y colesterol, aumentan el riesgo aterosclerótico, tal y como se ha demostrado en este estudio”.

Igualmente, “este tipo de dietas provoca la movilización del calcio óseo, favoreciendo la aparición de osteoporosis”, advierte. Pueden conducir, al ser bajas en fibra, al padecimiento de estreñimiento severo y, al eliminar los alimentos ricos en carbohidratos, que a su vez contienen determinadas vitaminas y minerales, pueden ocasionar deficiencias de algunos micronutrientes.

Por ello, aunque la obesidad constituye un tema complejo, una dieta hipocalórica convencional, variada (que incluya todos los alimentos) y equilibrada, con una cantidad adecuada de proteínas, grasas e hidratos de carbono, en la que se reduzcan las raciones consumidas, pero se mantengan las proporciones, acompañada de ejercicio físico, es la recomendación de esta experta como la forma más saludable para perder peso.

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Los europeos no toman suficientes vitaminas y minerales

Un grupo de investigadores del Instituto Internacional de Ciencias de la vida (ILSI Europe, por sus siglas en inglés) ha evaluado la baja ingesta de 17 micronutrientes en ocho países europeos: Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Países Bajos, Polonia, Reino Unido y España.

“Comprender mejor el alcance de la adecuación de micronutrientes en toda Europa es un reto importante”, explican los autores del trabajo, publicado este año en el British Journal of Nutrition.

Los expertos consideran que, a pesar de que en la actualidad las políticas europeas de nutrición se centran básicamente en abordar los problemas de exceso en el consumo, no se sabe mucho sobre la ingesta óptima de micronutrientes en toda la región.

Para los autores, este trabajo proporciona, a pesar de las limitaciones de los datos, “una valiosa información sobre la ingesta de micronutrientes en Europa y la probabilidad de su insuficiencia país por país”.

El trabajo, que compara los últimos datos de encuestas dietéticas representativas de los distintos territorios, subraya que de los 17 compuestos analizados existe una gran prevalencia de ingestas ‘mejorables’ de varios micronutrientes, especialmente hierro, calcio, zinc, vitamina B1 (tiamina), vitamina B2 (riboflavina), vitamina B6, vitamina D y ácido fólico.

“En el caso de las vitaminas, los bajos niveles de consumo en todos los grupos de edad y sexo no son de riesgo salvo para la vitamina D”, continúan los expertos. Sin embargo, para los minerales, el riesgo de una ingesta insuficiente es mayor en grupos dependiendo de la edad.

“Hasta donde sabemos, esta es la primera vez que se ha evaluado en varios países el consumo de micronutrientes. Por eso, proporciona una mejor visión de la insuficiencia de micronutrientes europea y se trata de un valioso recurso para la evaluación del estado de las poblaciones”, concluyen.

Los micronutrientes en la dieta española

El caso español, según los datos de la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética, recogida recientemente por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), tiene características específicas.

De todos los valores analizados se puede concluir que la media del consumo de micronutrientes supera el 80% de las ingestas dietéticas de referencia, excepto en el caso del zinc, hierro en mujeres en edad fértil, vitamina A, vitamina D y ácido fólico, en los que se podría considerar que existe una toma inadecuada.

Según concluye la encuesta de la AESAN, “la dieta actual española es de tipo occidental, cada vez más apartada del patrón alimentario mediterráneo, aunque dicha separación es menor de lo que cabría esperar gracias al alto consumo de pescado de la población”.

Así, los datos muestran ingestas muy bajas de verduras, hortalizas, frutas y sus derivados, consumos bajos de cereales principalmente refinados y una alta ingesta de carnes y sus derivados y de productos elaborados con alto contenido en sodio, grasa y azúcares añadidos.