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Las isoflavonas de la soja restauran la producción de células deterioradas en el cerebro por la obesidad

Miembros del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatológica de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), pertenecientes al Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y miembros de la Universidad de Málaga, han descubierto que las isoflavonas de la soja consiguen restaurar los niveles de producción de células deteriorados en el cerebro por la obesidad.

De confirmarse este estudio, que ha sido realizado en ratones y publicado en la revista Plos One, las isoflavonas -sustancias naturales de origen vegetal que se encuentran sobre todo en la soja y que actúan como análogos de determinadas hormonas que segrega el organismo humano, como los estrógenos- podrían suponer una alternativa “real” al tratamiento farmacológico en la lucha contra el daño cerebral relacionado con un exceso de peso.

Para llevar a cabo esta investigación, los expertos administraron a los ratones dos tipos diferentes de dieta: una estándar y otra muy rica en grasas. Tras la inducción de obesidad se trató a los animales con daidzeína durante 13 días.

Así, los investigadores observaron que los roedores alimentados con la dieta alta en grasas sufrieron alteraciones del hipocampo y el tratamiento con daidzeína logró la reducción de la apoptosis -muerte celular- y gliosis -proliferación de astrocitos y microglia en regiones lesionadas del sistema nervioso central- en esa área del cerebro, a la vez que aumentó la proliferación de células.

“Estos efectos se asociaron a una reducción del aumento de peso; una mejora de la tolerancia a la glucosa; una disminución del colesterol, la insulina y la testosterona; y un aumento de los niveles plasmáticos de leptina”, han explicado los doctores Juan Suárez y Fernando Rodríguez de Fonseca.

Y es que, tanto la obesidad como las grasas saturadas se consideran factores determinantes de una lesión directa en el cerebro. Por ejemplo, está demostrado que la modulación de la dieta o el ejercicio físico pueden influir en los niveles de neurogénesis adulta. Así, en la obesidad, la regeneración neuronal, dependiente de la neurogénesis adulta, se deteriora notablemente.

Además, se sabe que hormonas como los estrógenos son capaces de restaurar este deterioro, aunque su uso estaría restringido. En este sentido, la administración de isoflavonas puede imitar los efectos regeneradores observados tras la administración de estrógenos, a la vez que genera efectos metabólicos beneficiosos y ayuda a reducir la obesidad.

De hecho, recientemente, el mismo grupo de investigación publicó un estudio que demuestra que la administración de isoflavonas restaura los niveles de neurogénesis en el hipocampo que la obesidad había deteriorado. Por ello, los expertos creen que es “factible” pensar que este efecto beneficioso sobre la neurogénesis podría asociarse a la mejora de los deterioros emocionales y cognitivos descritos en pacientes obesos.

“Los beneficios observados sobre la salud relacionados con el consumo de soja se han asociado a su contenido en isoflavonas, cuyas propiedades farmacológicas como agentes antiobesidad están surgiendo. Además, al presentar potentes poderes antioxidantes, comparables incluso a los de la vitamina E, investigaciones en varias áreas del cuidado de la salud muestran que el consumo de isoflavonas puede jugar un papel importante en la disminución del riesgo de contraer diversas enfermedades”.

“Está probado que alivian los síntomas de la menopausia, reducen el riesgo de enfermedades del corazón, mejoran la salud ósea y realizan una acción antitumoral y anticancerígena”, han zanjado los expertos.