Obesidad abdominal, la más peligrosa
Por primera vez, un estudio permite conocer la prevalencia de la obesidad abdominal en España: según ENRICA, el mayor estudio de nutrición y riesgo cardiovascular realizado en nuestro país, concretamente un 36,1 por ciento de la población padece este tipo de obesidad. Ésta es una de las principales conclusiones expuesta por el doctor Fernando Rodríguez-Artalejo en la presentación de la ponencia Epidemiología de la obesidad en España: Estudio ENRICA, en el marco del X Congreso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, que se ha celebrado en Barcelona.
El doctor Rodríguez Artalejo es, junto al doctor José Ramón Banegas, ambos del grupo de epidemiología cardiovascular y nutricional de la Universidad Autónoma de Madrid, el autor del estudio. ENRICA cuenta con el patrocinio del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) y el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya y la promoción de la compañía farmacéutica Sanofi. Las determinaciones analíticas se han llevado a cabo en el Centro de Diagnóstico Biológico del Hospital Clínic de Barcelona, bajo la coordinación del doctor Antonio Coca Payeras.
Obesidad abdominal, el mejor reflejo del riesgo cardiometabólico
Los datos referentes a la obesidad abdominal son los que mejor reflejan el riesgo cardiometabólico asociado a la obesidad. En ese sentido, las personas que padecen este tipo de obesidad presentan un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y metabólicas, favoreciendo el desarrollo de gota y diabetes de tipo 2, dislipemia y resistencia a la insulina (en conjunto, el llamado síndrome metabólico). Por ello, mantener el peso dentro de unos límites razonables es muy importante para el normal funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos, así como para el mantenimiento de la buena salud de huesos y órganos.
Podemos hablar de este tipo de obesidad si el perímetro abdominal es superior a 88 cm en la mujer y a 102 en el hombre. La abdominal (también llamada central o androide) es la que conlleva peores consecuencias para el metabolismo. Quienes la padecen tienen más posibilidades de acumular grasa en órganos vitales, lo que favorece el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Entre la población obesa, es mayor la incidencia del tipo abdominal que del ginecoide (también recibe el nombre de obesidad periférica, la acumulada en glúteos, muslos y brazos).
Una medición costosa pero mucho más efectiva
La medición de la obesidad abdominal ha sido posible gracias al estudio ENRICA en el que, por primera vez, no sólo se encuestó a los cerca de 12.000 participantes, sino que se llevó a cabo un examen físico y obtención de muestras biológicas de sangre y orina, además de la medición de la presión arterial, la realización de pruebas antropométricas y la recogida de la historia dietética y conductas alimentarias. Hasta el momento, solamente se disponía de mediciones antropométricas en ciertos grupos de población, como los ancianos, y en estudios regionales y locales.
En palabras del doctor Rodríguez-Artalejo, “medir variables como el peso, la talla y la circunferencia de la cintura es muy costoso pero los datos de obesidad basados en mediciones y no en lo reportado por las personas entrevistadas reflejan mucho mejor el problema de la obesidad en España”.
El número de hombres obesos supera al de mujeres por primera vez en España
Durante las dos últimas décadas, los hábitos alimentarios poco saludables y un estilo de vida sedentario han pasado factura, en especial, entre la población masculina. Ésta es otra de las conclusiones del estudio ENRICA, que indica un cambio de prevalencia de la obesidad por sexos pues, por primera vez, el número de hombres obesos supera al de mujeres en nuestro país (exceptuando las mujeres mayores de 65 años). Además, más de un tercio de los hombres que presentan obesidad declara haber recibido consejo sanitario para perder peso y no haberlo logrado.
Pero, como afirma el doctor Rodríguez-Artalejo, “lo importante es que la información que proporciona el estudio ENRICA muestra que la obesidad se puede controlar, reduciendo la magnitud del problema hasta acercarlo al de las regiones con menor obesidad. Lo que resulta más esperanzador es que la epidemia de la obesidad se explica, principalmente, por factores ambientales. El reto es identificarlos y, en especial, ser capaces de modificarlos porque ello, probablemente, implique cambios apreciables en nuestra manera de vivir, desde el transporte que empleamos hasta la organización del trabajo o el tipo de actividades que llevamos a cabo durante el tiempo libre”.
Un cambio de estilo de vida desde diversos frentes
Tanto en el caso del sobrepeso como en el de la obesidad, la solución pasa por el cambio de múltiples factores que conforman el estilo de vida predominante. “La educación es importante pero no suficiente. Se necesitan también políticas que reduzcan las condiciones sociales, claramente obesogénicas, en que vivimos. Por ejemplo, es necesario incentivar la producción de alimentos procesados con menor densidad de energía, asegurar que los menús escolares son saludables y apetitosos, destacar la importancia de cocinar en casa (la mejor forma de comer de manera sana y económica), limitar la publicidad de alimentos poco saludables dirigida a los niños, mejorar el etiquetado de los alimentos y facilitar la práctica de actividad física, entre otros”, añade Rodríguez-Artalejo.
El doctor también ha destacado que “es posible defenderse de la obesidad, pues tenemos un enorme potencial para reducir su prevalencia, ya que la obesidad no sólo se gesta durante la infancia sino que factores de diverso tipo son los responsables de su desarrollo: desde la dieta hasta el estilo de vida. Así que podemos acabar con las cifras de exceso de peso, que cada vez se aproximan más a las de Estados Unidos”.
Otra nota esperanzadora es la baja prevalencia de la obesidad entre las mujeres jóvenes (menores de 44 años) con estudios universitarios, con sólo un seis por ciento.