Entradas

Insectos, la proteína de moda. Laura Rojas

Insectos, la proteína de moda

Insectos, la proteína de moda. Laura Rojas

Comer insectos está de moda. Su elevado contenido en proteínas y nutrientes de alta calidad los han convertido en auténticos superalimentos que deberíamos incluir en nuestra alimentación diaria. Pero ¿realmente es así?

En el post de hoy, hablaremos de si la entomofagia, que es como se le denomina al consumo de insectos, nos aporta tantos beneficios para nuestra salud como se cree.

 

Qué nos dice la FAO…

Comer insectos no es tan novedoso como parece. Los insectos forman parte de la alimentación tradicional en muchas culturas de África, Asia y América Latina. Según un informe de la FAO, la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura, indica que aproximadamente más 2000 millones de personas comen regularmente una o más de las 1900 especies conocidas de insectos comestibles.

La FAO recomienda incluir el consumo de insectos en la dieta para combatir el hambre en el mundo. Los insectos proporcionan un elevado contenido en proteínas en comparación con la carne y el pescado. Además, la mayor parte de las especies de insectos contienen niveles elevados de ácidos grasos (comparables con el pescado). También son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y zinc.

El consumo de insectos presenta grandes ventajas ambientales: son mucho más eficientes, ya que crecen muy rápido y no usan mucho espacio, utilizan mucha menos agua y no generan tantos gases como la ganadería.

Además, los insectos plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas (enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos) como la gripe aviar o la enfermedad de las vacas locas.

Parece que todo son ventajas, pero ¿Cuál es la realidad?

A pesar de que en el 80% de las culturas del mundo los insectos son algo habitual en la dieta, en la nuestra son considerados como algo desagradable, sinónimos de suciedad y portadores de enfermedades.

Así que, para que no nos creen rechazo, los insectos no suelen comercializarse de forma natural, es decir, como los encontraríamos en el campo. Lo más común es utilizar la harina de insectos para elaborar la base de ciertos alimentos, como, por ejemplo, barritas, o bien aliñarlos con especias para que tenga un sabor más apetitoso, y venderlos en forma de pequeñas cajitas.

Lo que podría parecer ser una opción saludable se convierte en algo menos recomendable, ya que se trata de productos procesados que vienen acompañados de ingredientes insanos (azúcares, grasas refinadas, aditivos…) ¡y no insectos solo!

Evidentemente no todos los alimentos procesados son iguales. Tenemos la gran suerte de que existen alimentos procesados bastante correctos y saludables, que nos facilitan muchísimo nuestro día a día, pero de momento esto no ocurre con los productos a base de insectos.

Y a nivel nutricional, ¿qué sucede?

Las características más destacables de los insectos es su alto contenido en proteínas, (aportan entre 40-50 gramos de proteína por 100 gramos de insecto) y su elevado porcentaje ácidos grasos y omega 3, similar al del pescado en algunos insectos.

Para que podáis compararlo, la carne contiene 16-22 gramos de proteína/100gr, el pescado 18-20 gramos de proteína/100gr y el huevo 12-15 gramos de proteína/100gr.

Sí, claro que es cierto que el aporte de proteínas de los insectos es muy alto, pero no debemos fijarnos en el aporte por 100gr, sino en la cantidad que ingerimos de cada uno de ellos, es decir, en lo que denominamos su aporte por ración.

Como os he comentado, en el mercado, lo más habitual son las barritas (que contienen aprox 5-6% de harina de insecto) o las cajitas de grillos o gusanos con especias (contiene 15-20gr de insectos). Por lo que si consumimos una barrita estamos ingiriendo entre 6-5gr de proteína y si tomamos una cajita de grillos 7-5gr de proteínas.

¿Esto qué quiere decir? Pues que la cantidad de proteína por ración que nos aporta (barrita o cajita) no es tan elevada, y tendríamos que consumir grandes cantidades de ellos para beneficiarnos de su riqueza proteica.

Tenemos la gran suerte de que disponemos de otros alimentos proteicos, que nos permiten obtener más proteínas y los mismos ácidos grasos poliinsaturados que los productos a base de insectos. Por ejemplo, una lata de atún al natural baja en sal nos aportaría 10-12gr de proteínas. Y muchísimo más accesible, porque el kilo de grillo ronda los 500€ ¡que se dice pronto!

¿Creéis realmente que el consumo de insectos aporta suficientes beneficios para incluirlos en nuestra alimentación diaria?

Mi opinión como nutricionista, es que mientras los insectos no se consuman en su forma natural ¡rotundamente NO!

El consumo de insectos tiene cabida, de momento, en aquellos países donde los recursos son escasos y el acceso a los alimentos proteicos resulta muy difícil. En estas situaciones, sí que podemos afirmar que insectos son una muy buena alternativa nutricional.

En los países industrializados como el nuestro, si queremos beneficiarnos del elevado aporte proteico de los insectos es totalmente absurdo, ya que existen opciones de alimentos naturales muchísimo más accesible, que, por ración nos aportan un contenido similar en proteínas.

Consumirlos por sus ventajas ambientales, no es un argumento de peso, ya que debéis saber que actualmente los insectos son importados de otros países por lo que la sostenibilidad ¡nada de nada!

Probarlos para degustar algo diferente puede resultar interesante e incluso divertido, pero consumirlos diariamente en nuestra alimentación, ¡por supuesto que no!

A pesar de que los insectos ya están incluidos como nuevos alimentos en el Reglamento (UE) 2015/2283, la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) ha elaborado un informe sobre el consumo de insectos criados en granja en el que concluye que tienen unos ciertos riesgos químicos y biológicos.

Además, todavía no disponemos de recomendaciones generales sobre la ingesta de insectos, y se necesitan más evaluaciones e informes sobre el tema.

Así que, en mi opinión, para que el consumo de insectos tuviera sentido en nuestra alimentación diaria, deberíamos esperar a que se realizarán más estudios y se establecieran las pautas alimentarias concretas. Y, siempre y cuando se garantice que la producción de insectos se realizara en nuestro país para asegurar la sostenibilidad y los consumamos en su estado natural para aprovechar todos sus beneficios nutricionales.

¡Pincha AQUÍ para inscribirte a nuestra Newsletter!

 

 

consultas de farmacia en verano

Consultas típicas de la piel en la farmacia en verano

consultas de farmacia en veranoEl buen tiempo propicia que se hagan más planes fuera de casa, que aumenten las escapadas de fines de semana y que, por fin, lleguen las esperadas vacaciones. Durante el periodo estival la farmacia se convierte, más que nunca, en el lugar de referencia para resolver las necesidades de salud y buscar asesoramiento.

Entre las consultas más frecuentes se encuentran aquellas referidas a la piel. Entre las más comunes destacan afecciones como la hiperpigmentación como melasma, el léntigo solar o léntigo malignomelanoma, las picaduras de insectos, los hongos, el acné, las queratosis actínicas o incluso los posibles carcinomas, entre otros.

Gema Herrerías, farmacéutica y vocal de dermocosmética del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Sevilla, explica en qué consisten algunas de ellas y cómo pueden tratarse:

Melasma

La experta indica que la hiperpigmentación de mayor consulta en la farmacia comunitaria es el melasma, que suele afectar a la región malar, el labio superior, el mentón y la frente. “Es muy frecuente en mujeres jóvenes que toman o han tomado anticonceptivos orales y durante el embarazo”, aclara Herrerías.

Respecto al tratamiento, insiste en utilizar protector solar cada mañana combinado con un producto despigmentante por la noche y/o por la mañana, según la tolerancia cutánea. El producto despigmentante se puede encontrar en diferentes texturas, según la tipología de cada piel.

Acné

El acné es una alteración de la producción de la grasa cutánea con proliferación de Propionibacterium acnes. Esto provoca que aparezcan comedones abiertos y/o cerrados, así como posibles lesiones inflamatorias como: pápulas pústulas, nódulos, quistes o cicatrices.

“El tratamiento del acné varía en función del predominio de comedones o de lesiones inflamatorias”, señala Herrerías. “El ácido azelaico o el peróxido de benzoilo son muy útiles en su abordaje en casos más leves, a menos que se requiera tratamiento farmacológico por prescripción médica en casos moderados a graves”.

Prurito

Las lesiones con prurito más consultadas son las picaduras de insectos o la urticaria. En la urticaria aparecen lesiones llamadas habones con edema sobreelevadas que pican. “En el caso de las picaduras, la reacción es localizada con picor en forma de pápula excoriada que puede llegar a formar hasta una ampolla”, matiza Herrerías.

En estos casos los farmacéuticos suelen recomendar productos que contengan amoniaco o calamina para aliviar los síntomas.

Quemaduras

Las quemaduras son alteraciones o pérdidas de sustancia de la superficie corporal producidas por el contacto con diferentes agentes. Pueden ser debidas a agentes térmicos, eléctricos o químicos. Según su profundidad se clasifican en primer grado o epidérmicas, segundo grado o dérmicas, tercer grado o subdérmicas. “Consideraremos quemaduras críticas a aquellas que afectan al rostro, los pliegues, las manos, los pies, los genitales externos y las quemaduras circulares en los miembros”, afirma la experta.

Las quemaduras deben limpiarse con suero fisiológico y tal y como especifica Herrerías, en caso de que sean de primer grado se tratarán con una crema hidratante reparadora con centella asiática que se aplicará de dos a tres veces al día. Las de segundo grado superficiales y pequeñas, deben ser tratadas con una cura húmeda eliminando la piel de las ampollas.