Vigorexia y otros trastornos de la imagen
Los medios de comunicación hablan de términos como sadorexia, ebriorexia, síndrome del gourmet y diabulimia, sobre los que hay poca literatura científica disponible. En cambio, de vigorexia en las dos últimas décadas (desde el primer trabajo de Pope) han aumentado mucho las publicaciones científicas sobre este trastorno bajo distintas denominaciones: bigorexia, trastorno dismórfico muscular, complejo de Adonis, anorexia inversa… Y alguna de las preguntas que surgen son: ¿Se trata de un nuevo trastorno? ¿Estamos ante una nueva manifestación de uno viejo? ¿No es nada?
Etimología
El término procede del inglés bigorexia que viene de “big”, grande, que a su vez tiene una raíz escandinava “bugge”, que significa gran hombre. Es el deseo de estas personas de aumentar el tamaño corporal. Y “ὀρέξις” es una raíz griega, que significa apetito, por similitud con los trastornos de la conducta alimentaria.
En español se escribe vigorexia, confundiendo un poco el vigor, el exceso de ejercicio y el deseo de fuerza, cuando lo que parece ser que está implicado en este trastorno es precisamente el ser “big”, el tener un gran cuerpo.
Un poco de historia
En 1993 Pope y sus colaboradores de Harvard estaban estudiando en un grupo de 108 fisicoculturistas el uso de esteroides anabolizantes y sus efectos. Se dieron cuenta que un pequeño grupo de esta muestra a pesar de tener más musculatura que el promedio poblacional presentaba un intenso miedo a tener un cuerpo pequeño y débil. Además presentaban distorsión de la imagen corporal, que consiste en subestimar el tamaño corporal. Presentaban también una excesiva atención a una dieta estricta. Por todo ello, y por la similitud con la anorexia en mujeres, la primera denominación fue anorexia inversa. Finalmente en 1997 se descartó ese término por considerar que la clínica alimentaria tenía un carácter secundario y se denominó trastorno dismórfico muscular.
Los autores lo situaron dentro del grupo heterogéneo de los trastornos somatomorfos (trastorno por somatización, hipocondría, trastorno por conversión).
Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)
Consiste en una preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico. Cuando existe objetivamente este defecto la preocupación del individuo es excesiva e interfiere en su día a día.
El segundo criterio es de malestar o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Y el criterio diferencial es que esta preocupación no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., la insatisfacción con el tamaño y la silueta corporales en la anorexia nerviosa).
Criterios diagnósticos de la vigorexia
En primer lugar existe una preocupación por la idea de que el propio cuerpo no está suficientemente libre de grasa y musculado. Las conductas características asociadas son el levantamiento de pesas durante largas horas y una excesiva atención a la dieta.
Hay una preocupación con rasgos obsesivos, son obsesiones a las que el individuo dedica más de cinco horas, y con carácter intrusivo, es decir la persona no decide reflexionar sobre lo que le está pasando. Y la única manera de acabar con estos pensamientos es recurriendo al ejercicio compulsivo como neutralizador.
Sin embargo, parece ser que los pacientes tienen una mejor capacidad de insight, de compresión de su problema, de darse cuenta que esta preocupación tiene un carácter claramente irracional, a diferencia de otros trastornos dismórficos.
Este trastorno pertenece al espectro de los trastornos de la imagen corporal, donde se encuentra la anorexia, la bulimia y los trastornos dismórficos corporales que recurren al abuso de cosméticos para ocultar el defecto e incluso a cirugía reparadora innecesaria.
La imagen corporal
Existen altas tasas de insatisfacción corporal. Hay gran presencia del body-checking compulsivo, que consiste en el palpado del cuerpo para comprobar si el desarrollo de la musculatura es el mismo que hace cinco minutos. También hay comprobaciones ante el espejo. Y la imagen corporal tiene un alto peso específico en la autoestima global.
Existe también una alteración de la imagen corporal, que consiste en un fracaso en la estimación del tamaño del propio cuerpo. En TCA sabemos que hay una sobrestimación del tamaño, se ven más grandes de lo que realmente son, pero en la vigorexia ocurre lo contrario, una subestimación del tamaño -se ven menos voluminosos- y en los trastornos dismórficos corporales existen tanto una subestimación como una sobrestimación depende en que consista el defecto y también hay, a veces, complejo de asimetría. Esta alteración tiene un componente cognitivo-afectivo asociado a la insatisfacción corporal.
Algunas propuestas teóricas señalan que el aumento de la insatisfacción corporal en varones es una de los responsables del aumento de la prevalencia e incidencia de la vigorexia. Esta insatisfacción se asociaría con el aumento de la presión social hacia un cuerpo masculino cada vez más musculado como ideal de belleza.
Una macroencuesta de Garner (1997) en los estadounidenses sirvió para constatar la insatisfacción corporal en varones y esto podría explicar, en parte, el aumento de la vigorexia en varones.
La conducta alimentaria en vigorexia
La persona frecuentemente abandona importantes actividades sociales, ocupacionales y recreativas debido a la necesidad compulsiva de realizar ejercicio y dieta, que se convierten en el principio organizador central de su vida.
Existe una excesiva atención a la dieta, como mínimo un riguroso cálculo macronutricional. Se alimentan básicamente con alimentos con alto contenidos en proteínas y bajo en lípidos. Es una dieta exagerada en cantidad y muy reducida en diversidad.
Existe evitación de comidas en restaurantes o lugares en los que no se tiene el control sobre la composición de los alimentos. Y hay consumo de suplementos alimenticios, a veces ilegales.
En general faltan estudios sistemáticos sobre como de alterada está la conducta alimentaria en la vigorexia. Algún estudio ha encontrado puntuaciones clínicas en una versión del EDI-2 (uno de los estándares en TCA) pero hay problemas de metodología. Tampoco se ha constatado la sensación de pérdida de control en las ingestas, a pesar de que son muy excesivas.
El ejercicio en la vigorexia
Consiste en largas sesiones de gimnasio con rutinas consistentes en el levantamiento de pesas y otros ejercicios anaeróbicos para el desarrollo muscular. Superan los límites de exceso de ejercicio físico (ejercicio de alta intensidad de más de 1,5 horas más de seis veces por semana).
¿Qué ocurre cuando se superan estos límites? Ocurre el síndrome de sobreentrenamiento que es un descenso brusco del rendimiento que cursa con dolores musculares, pérdida de apetito, trastornos del sueño, cambios de humor y aumento de la ansiedad. Ante la aparición de este síndrome aumenta el consumo de sustancias estimulantes para no parar. Y el incremento de la ansiedad aumenta el ejercicio compulsivo.
La principal población de riesgo son fisioculturistas con una prevalencia del 10 por ciento. Hay estudios que comparan fisioculturistas sanos con personas que presentan vigorexia y se ha encontrado una mayor presencia de ansiedad, niveles de obsesividad más elevados, más body-checking, más comprobaciones ante el espejo, mayor presencia de abuso de sustancias y más deterioro funcional.
En otro trabajo se estudiaron los antecedentes autobiográficos de un grupo de fisioculturistas que cumplían criterios de vigorexia y se encontró que el ejercicio compulsivo se asoció con la presencia de historia de abusos sexuales en la infancia e historia de burlas relacionadas con un aspecto físico frágil y enclenque. Los resultados son análogos a la historia de obesidad infantil con burlas y al abuso sexual en los TCA.
La ocultación del cuerpo en la vigorexia
Otro criterio diagnóstico dice que la persona evita situaciones en las que el cuerpo se ve expuesto ante otros, o se enfrenta a estas situaciones con marcado nivel de ansiedad. Se evitan situaciones donde el cuerpo esté expuesto (playas, piscinas y vestuarios). Si no hay más remedio que exponerse son frecuentes las conductas de escape cuando la exposición es inevitable. La exposición del cuerpo se neutraliza con ropa ancha. Y a pesar de poder competir muchos fisioculturistas con vigorexia no acuden a certámenes por evitar la exposición.
El deterioro en la vigorexia
La preocupación por la inadecuación del tamaño corporal o la musculatura causa malestar clínicamente significativo: hay problemas de desempleo y absentismo laboral; problemas de pareja (el 15 por ciento prefieren vivir solos); se han encontrado puntuaciones inferiores en el cuestionario de salud SF-36 a pacientes con depresión, diabetes o infarto de miocardio, es decir que el nivel de deterioro es bastante importante; como consecuencia hay un alto aislamiento social; y mayor presencia de tentativas autolíticas.
El consumo de esteroides es de al menos un 50 por ciento de los casos (aunque se cree que este porcentaje es superior). El 73 por ciento de los casos el abuso de esteroides es posterior al desarrollo del cuadro. En concreto emplean esteroides anabolizantes androgénicos y otras sustancias como la anfetamina, cocaína, analgésicos narcóticos o efedrina.
Prevalencia y comorbilidad
Se estima una prevalencia del 0,048 en España. La distribución es inversa a los TCA (80% hombres, 20% mujeres). Y uno de cada 2000 varones estaría afectado por esta patología. Posiblemente hay un gran número de falsos negativos. La edad de inicio es la adolescencia tardía y no existen datos de estratificación social.
Respecto a la comorbilidad es principalmente con trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. El abuso de sustancias alcanzaría el 46 por ciento. Y los niveles de psicopatología asociada equiparan a la vigorexia con los TCA diferenciándolo del resto de TDC. Además el 29 por ciento presenta una historia previa de TCA lo que nos hace pensar en la hipótesis transdiagnóstica.
Conclusiones
Nos podemos plantear:
¿Debe ser incluido en el espectro de los trastornos obsesivos, en el de los TCA o entre los trastornos dismórficos corporales? Algunos autores lo consideran un trastorno obsesivo-Compulsivo. Las obsesiones y las compulsiones están presentes en los TCA y en los TDC, pero el papel de la insatisfacción corporal y su distorsión añade especificidad.
Y ¿es un TCA o es un trastorno dismórfico?
Hay mayor capacidad de insight en la vigorexia. Los niveles de psicopatología asociada son superiores en TCA y vigorexia que en TDC. Si nos fijamos desde un punto de vista dimensional en las características de estos pacientes: altos niveles de obsesividad, compulsividad, evitación social, perfeccionismo, insatisfacción corporal, distorsión de la imagen corporal, excesiva atención a la dieta, disfunción social, riesgos para la salud, endofenotipos neuropsicológicos…hay grandes similitudes con TCA.
Si insistimos en un diagnóstico categorial la ausencia de clínica alimentaria suficientemente alterada haría que no lo pudiésemos situar en los TCA. Pero continuaremos teniendo 1/3 de los TCA no especificados.