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Bloquear la ingesta de azúcar reduce el riesgo o la progresión del cáncer en obesos y diabéticos

Bloquear el azúcar de la dieta y su actividad en las células tumorales puede reducir el riesgo y la progresión del cáncer, según un estudio de investigadores de la Facultad de Medicina de Icahn del Hospital Monte Sinaí, en Nueva York, Estados Unidos. El trabajo, realizado en moscas de la fruta y publicado en la revista Cell, proporciona una visión de por qué las enfermedades relacionados con el metabolismo, como la diabetes o la obesidad, están asociadas con ciertos tipos de cáncer, incluyendo de páncreas, mama, hígado y colon.

Ross Cagan, profesor de Biología del Desarrollo y Regenerativa en el Hospital Monte Sinaí, desarrolló un modelo de cáncer en la mosca de la fruta Drosophila que permite a los científicos evaluar las enfermedades en todo el contexto animal y fijar múltiples objetivos genéticos, en vez de sólo mirar a la conexión de un gen de una enfermedad. Este experto usó moscas de la fruta para entender los efectos de la dieta y la resistencia a la insulina en la progresión del cáncer.

Las células utilizan la glucosa para obtener energía y crecer y cuando una célula se vuelve resistente a la insulina, la glucosa se acumula en la sangre en lugar de ser absorbida por la célula, por lo que la célula está hambrienta y conduce a enfermedades metabólicas como la diabetes. Debido a este crecimiento disfuncional, los científicos han estado desconcertados sobre cómo los tumores pueden prosperar en un entorno resistente a la insulina.

“Investigaciones anteriores han establecido una fuerte correlación entre las enfermedades metabólicas y el cáncer de páncreas, mama, hígado y colon, pero no han sabido cómo los tumores crecen tan agresivamente en este entorno si no tienen la energía proporcionada por la glucosa”, señaló Cagan, quien también es Decano Asociado de la Escuela de Graduados de Ciencias Biomédicas en el Monte Sinaí. “Utilizando nuestro modelo de mosca de la fruta, descubrimos cómo los tumores superan la resistencia a la insulina en el cuerpo y utilizan la disfunción metabólica en su beneficio”, añade.

El doctor Cagan y su equipo diseñaron moscas de fruta con expresiones de Ras y Src, dos oncogenes importantes, lo que provoca que desarrollen tumores de cabeza pequeños. A continuación, alimentaron a las moscas con una dieta alta en azúcar que promovió la resistencia a la insulina y encontraron que los niveles altos de azúcar dietético actúan junto con Ras y Src para elevar la sensibilidad a la insulina específicamente en las células tumorales.

El aumento gradual de la señalización de una vía importante que se llama Wingless/Wnt provocó una elevación de los receptores de insulina en las células tumorales que promovió aún más la sensibilidad a la insulina. Esta actividad en cascada llevó a estos tumores pequeños y débiles a comenzar a crecer agresivamente.

Armado con tres nuevos objetivos de drogas, para la glucosa, los oncogenes Ras/Src y Wingless/Wnt, Cagan y su equipo identificaron compuestos que pueden bloquear el proceso. Trataron a las moscas con acarbosa, un tratamiento para la diabetes; un compuesto llamado AD81; y un medicamento llamado pyrvinium. Acarbosa bloquea la conversión de azúcar en glucosa; AD81 detiene Ras/Src y la muerte celular que causan; y pyrvinium inhibe la señalización Wingless/Wnt, por lo que, en conjunto, este cóctel de fármacos reduce sustancialmente el tamaño del tumor y la progresión.

“Nuestro estudio muestra que el azúcar activa los oncogenes en el tumor, que luego promueven la sensibilidad a la insulina, lo que significa que exorbitantes niveles de glucosa en la sangre se vierten en el tumor, sin tener otro lugar adonde ir en el cuerpo resistente a la insulina”, subrayó Cagan. “Hemos identificado una combinación de tres fármacos que detiene esta actividad de señalización y crecimiento del tumor, sin afectar la función normal de las células”, agrega.

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La primera hamburguesa de laboratorio

Así lo ha avanzado durante la retransmisión en directo desde Londres donde dos voluntarios, la experta alimentaria Hanni Rutzler, y un escritor de Estados Unidos, Josh Schonwald, han sido los “pinches” que han probado por primera vez este alimento de laboratorio, aparte del chef Richard McGeown, encargado de cocinarlas.

Este “manjar”, cuyo sabor es similar al de la carne de vaca, según han asegurado, está hecha de carne fabricada en laboratorio, por científicos de la Universidad de Maastricht (Holanda), a partir de células madre de vaca.

La investigación ha sido financiada por el Gobierno Holandés y 300.000 euros de un empresario anónimo que, según ha publicado el Daily Mail, podría ser el primero en probar la hamburguesa, que costará más de 289.500 euros. (250.000 libras). Los expertos han explicado que, en crudo, es una carne gris con una textura resbaladiza similar a la del calamar o a la de la vieira.

Cinco años de investigación

El autor principal del trabajo, el profesor de la Universidad de Maastricht, Mark Post, ha indicado que, actualmente, se está utilizando un 70 por ciento de toda la capacidad agrícola para cultivar carne a través de la ganadería. “Si esto sigue así es necesario crear alternativas, porque sino la carne se convertirá en un alimento de lujo y acabará siendo muy caro”, añade.

Post ha explicado que ha trabajado en conseguir esta hamburguesa durante cinco años, al mismo tiempo que ha asegurado que la creación de la hamburguesa que hoy han consumido se ha “fabricado” en cerca de tres meses en el laboratorio. “Más rápido que una vaca”, ha bromeado.

“Tiene una consistencia perfecta aunque le falta sal y pimienta y su sabor es más suave que la hamburguesa normal”, ha señalado la experta alimentaria, al mismo tiempo que el escritor norteamericano, ha subrayado que le falta grasa a la hamburguesa. “El siguiente paso en la investigación”, según ha adelantado Post.

El proceso de creación

En su página web, “www.culturedbeef.net”, se reseña que uno de los principales objetivos de la misma es ayudar a erradicar el hambre en el mundo y la consiguiente demanda de carne, que creen que va a aumentar hasta en dos tercios, según datos de la propia FAO. “Esta hamburguesa representa el primer paso crucial para buscar una alternativa sostebible a la producción de carne”, subraya.

El proceso de creación de esta carne comienza con la obtención de células madre a partir de los músculos de la vaca. A continuación, se incuban en un caldo nutriente hasta que se multiplican muchas veces. De ahí nace un tejido pegajoso con la consistencia de un huevo cocido.

En este caso, se han fabricado 3.000 tiras de carne de laboratorio que, junto a unas 200 piezas de grasa animal –también realizada en el laboratorio– forman la hamburguesa.

El proceso de creación es todavía muy largo y caro pero, según Post, este proceso podría realizarse en seis semanas, contando desde la obtención de las células madre, hasta que la carne esté en el estante del supermercado. Para el científico, la prueba más difícil es la de una sociedad que le gusta pensar que los alimentos que ingieren “son naturales y no provienen de un tubo de ensayo”.

El primer intento de una hamburguesa de este tipo involucró a ratones y luego se trató de cultivar carne de cerdo antes de colocar la carne de vacuno.

Port ha explicado al diario The Independent que ahora se dedicarán a mejorar esta fórmula. A su juicio, es posible añadir más tejido graso a las fibras para hacerlas más agradables, así como otros nutrientes para hacer la carne sintética más nutritiva e, incluso, más saludable por la reducción de grasas saturadas. Del mismo modo, ha señalado que la carne picada o de relleno para salchichas deberían ser más fáciles de fabricar que un filete.

Según recoge la BBC inglesa, los investigadores dicen que la tecnología podría ser una forma sostenible de cumplir lo que dicen es una creciente demanda de carne, al mismo tiempo que advierte de que los críticos dicen que comer menos carne sería una manera más fácil para hacer frente a la escasez de alimentos previstos.

Eso sí, por el momento, los científicos sólo pueden hacer pequeños trozos de carne, los más grandes requerirían sistemas circulatorios artificiales para distribuir los nutrientes y el oxígeno.

Además, en un comunicado, la organización en defensa de los animales PETA ha celebrado que la puesta en marcha de esta carne cultivada en un laboratorio supondrá el fin de los camiones repletos de vacas y pollos, de los mataderos y de la ganadería intensiva, aparte de que se reducirán las emisiones de carbono, y se producirá, a su juicio, un suministro de productos “más seguro”.

Sobre la seguridad, el investigador señala que es tan seguro su consumo como el de una hamburguesa normal, o incluso su ingesta podría ser “más segura” que la de una hamburguesa corriente.

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La terapia prolongada de antibióticos puede provocar aumento de peso

Un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha revelado una correlación directa entre el tratamiento prolongado con antibióticos y el aumento de peso. El trabajo, publicado en la revista Gut Microbes, ha mostrado también un vínculo entre la actividad metabólica de las bacterias intestinales con el índice de masa corporal, la glucemia en ayunas y la resistencia a la insulina.

El intestino está habitado por miles de millones de bacterias que interactúan entre ellas y que son conocidas como microbiota o flora intestinal. Los profesores de Bioquímica y Biología Molecular 2 y de Pediatría de la Universidad de Granada, Antonio Suárez y Cristina Campoy, han señalado que “las bacterias pueden proporcionar actividades y moléculas que no se podrían adquirir por sí mismo y que son esenciales para el correcto desarrollo de los seres humanos”. Además, “la edad, el origen geográfico y otros factores como la obesidad y la dieta, el embarazo, o el uso de antibióticos, pueden modificar considerablemente la diversidad microbiana intestinal”.

De esta forma, los investigadores han analizado por primera vez la actividad metabólica de enzimas de bacterias intestinales presentes en muestras de heces de personas obesas, delgadas y tratadas o no con antibióticos. Así, para la licenciada Esther Hernández, primera autora del estudio, el trabajo ha demostrado que las personas obesas (o con alto índice de masa corporal) y las tratadas con antibióticos presentan un comportamiento metabólico similar, lo que tendría consecuencias en la capacidad de metabolizar los azúcares de la dieta.

Asimismo, “el estudio sugiere que el desarrollo de obesidad y el tratamiento prolongado con antibióticos modifican la flora intestinal de tal forma que sus enzimas se hacen más activas, lo que favorece la rápida y desequilibrada asimilación de carbohidratos y, a su vez, el desarrollo de obesidad, trastornos alimenticios y, en última instancia, diabetes”, ha detallado el investigador del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC, Manuel Ferrer.

El estudio ha sentado las bases para futuras investigaciones que, en última instancia, puedan permitir el diseño de dietas personalizadas basadas en la digestibilidad potencial de polisacáridos de la dieta en función de los perfiles de actividad intestinal para regular el aumento de peso. Así, sería posible, definir los enzimotipos (o conjunto de enzimas intestinales) de cada persona y diseñar prebióticos que garanticen una microbiota intestinal saludable.

De este modo, “los cócteles podrían pasar a formar parte de las guías terapéuticas habituales en tratamientos con antibióticos con el fin de minimizar sus efectos colaterales, ya que sólo a través de un análisis global y detallado de diferentes antibióticos y personas de diferente origen geográfico, edad o estado de salud se pueden desarrollar terapias e intervenciones quirúrgicas personalizadas”, han apuntando los investigadores de la universidad.

La investigación, en la que han participado de la Universidad de Granada, el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (Icbice), y el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (Csisp), ha sido resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana. Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea. Además, parte de los investigadores forman parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

lactancia materna e inteligencia

La duración de la lactancia, asociada con la inteligencia del niño

lactancia materna e inteligenciaLa evidencia apoya la relación entre la lactancia materna y los beneficios para la salud en la infancia, pero el grado en que la lactancia materna conduce a un mejor desarrollo cognitivo es menos seguro, de acuerdo con el estudio, publicado por JAMA Pediatrics.

Mandy B. Belfort, del Hospital de Niños de Boston, en Estados Unidos, y sus colegas examinaron las relaciones de duración de la lactancia y la exclusividad con la cognición infantil en las edades de 3 y 7 años, así como la medida en que el consumo de pescado durante la lactancia materna se asocia con la alimentación infantil y la cognición más tarde. Los científicos usaron pruebas de evaluación para medir la cognición.

“Una mayor duración de la lactancia materna se asoció con una mayor puntuación a la edad de 3 años en el Peabody Picture Vocabulary Test y con mayor inteligencia en la Prueba de Inteligencia Breve Kaufman a la edad de 7 años, “de acuerdo con los resultados del estudio. Sin embargo, la investigación también detectó que la duración de la lactancia materna no se relacionó con la evaluación de amplio rango de la memoria y las puntuaciones de aprendizaje.

En cuanto a la ingesta de pescado (menos de dos porciones por semana frente a dos porciones o más), la relación entre la duración de la lactancia materna y la evaluación de amplio rango de las habilidades motoras visuales a los 3 años de edad parece ser más fuerte en los hijos de mujeres con mayor consumo de pescado frente a las que lo ingieren menos habitualmente, aunque este resultado no fue estadísticamente significativo, indican los resultados del análisis.

“En resumen, nuestros resultados apoyan una relación causal de la lactancia materna en la infancia con el lenguaje receptivo a los 3 años y con el cociente de inteligencia verbal y no verbal en la edad escolar.Estos hallazgos respaldan las recomendaciones nacionales e internacionales para promover la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y la continuación de la lactancia materna por lo menos hasta 1 año de edad”, concluyen los autores.

En un editorial, Dimitri A. Christakis, del Instituto de Investigación del Hospital de Niños de Seattle (Estados Unidos), escribe: “Los autores informaron un beneficio de cociente intelectual a la edad de 7 años a partir de la lactancia de 0,35 puntos por mes en la escala verbal y 0,29 puntos por cada mes en el no verbal. Así, se espera que la lactancia materna de un bebé durante el primer año de vida aumente su cociente intelectual cerca de cuatro puntos o un tercio de una desviación estándar”. Según este experto, el problema actual no es tanto que la mayoría de las mujeres no inicien la lactancia materna, sino que no la mantienen.