Entradas

Lucha contra la obesidad infantil

Lucha contra la obesidad infantil

doctor-using-stethoscope-listen-baby-in-pregnant-woman-for-checking-heartbeat-of-infant

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI cuya prevalencia ha aumentado hasta unos niveles alarmantes. Así, en el año 2016, más de 41 millones de niños menores de 5 años en todo el mundo tenían sobrepeso u obesidad. Además, más de 340 millones de niños y adolescentes entre 5 y 19 años con este problema.

Si se mantienen las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025[i],[ii],[iii].

¿Cuáles son las consecuencias?    

La obesidad infantil está asociada a complicaciones de salud graves. Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siéndolo en la edad adulta, aumentando las probabilidades de padecer enfermedades no transmisibles como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, trastornos del aparato locomotor (como osteoartritis) y algunos cánceres[i],[ii],[iii].

¿Qué se puede hacer desde casa?

El sobrepeso y la obesidad son en gran medida prevenibles. Las políticas, el entorno y las comunidades son factores clave ya que pueden influir en las decisiones en torno a la alimentación y actividad física de los niños2.

Resulta imprescindible que los padres actúen como ejemplo promoviendo la elección de alimentos saludables y realicen ejercicio con regularidad.

Es en el hogar donde los más pequeños adquieren los hábitos de vida. En este contexto, se deben elegir desde casa menús variados que incluyan todos los grupos de alimentos2, sin olvidar los lácteos, ya que son fuente de proteínas de alta calidad, vitaminas, como la A, D, B2 y B12 y, son una excelente fuente de calcio[iv]. Es importante limitar la ingesta de grasas y azúcares frente a un aumento del consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos2.

Lucha contra la obesidad infantil

Del mismo modo, es fundamental la realización de actividad física, que consiste desde juegos, deportes, desplazamientos o actividades recreativas, como montar en bici, jugar a la pelota, patinar…. Se recomienda que los niños inviertan como mínimo 60 minutos diarios a estas actividades, teniendo un mayor beneficio si se practican más tiempo[v].

Estrechamente relacionado a la actividad física, nos enfrentamos al “tiempo de pantalla”, que son aquellas actividades que se hacen frente a una pantalla como ver la televisión o jugar a videojuegos. Como norma general, se debe suprimir todo empleo de pantallas en niños menores de 2 años y limitar el tiempo a 1 o 2 horas diarias para niños mayores de 2 años. Esta actividad sedentaria, entre otras cosas, dificulta la conciliación del sueño, aumenta el riesgo de desarrollo de problemas de atención y ansiedad y fomenta la obesidad[vi].

Pero no solo es necesario una dieta saludable y la actividad física, también es muy importante el sueño. Diferentes estudios indican que la falta de horas de sueño puede incrementar el hambre y el apetito por alimentos ricos en calorías. Es importante en este periodo vital establecer un horario para irse a la cama que permita regular el sueño y mantener un peso normal[vii].

Por lo tanto, es fundamental apoyarse en estos 3 pilares para evitar el sobrepeso y la obesidad.

Recomendaciones específicas

Ningún alimento es malo si se toma la cantidad recomendada para cubrir las necesidades nutricionales diarias y se acompaña de unos buenos hábitos. A continuación, te damos unas pautas para fomentar hábitos saludables en los más pequeños y prevenir así la obesidad[vii]:

Lucha contra la obesidad infantil

  • Desayunando se controla el apetito y evita que los niños picoteen entre horas.
  • Evita que coma bollos, chucherías a media mañana o durante la merienda, ofrécele siempre fruta.
  • Ten en cuenta los alimentos que toma en el colegio para completar su alimentación.
  • Evita las comidas precocinadas o comidas rápidas (fastfood).
  • Aumenta el consumo de frutas y verduras a 5 raciones diarias.
  • Es recomendable hacer 5 comidas al día.
  • Evita premiar o castigar durante las comidas para que no vinculen los alimentos con premios o castigos.

 

Los comportamientos aprendidos durante la infancia se mantienen en la vida adulta. Por lo tanto, la mejor medida para prevenir la obesidad o sobrepeso es mediante una alimentación sana desde la infancia acompañada de práctica diaria de ejercicio y un buen descanso[vii].

________________________________________________________________________________________________________________________________

[i] Organización Mundial de la Salud (OMS). Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud. Sobrepeso y obesidad infantiles. Disponible en: https://www.who.int/dietphysicalactivity/childhood/es/

[ii] Organización Mundial de la Salud (OMS). Comisión para acabar con la obesidad infantil. Datos y cifras sobre obesidad infantil. Disponible en: https://www.who.int/end-childhood-obesity/facts/es/

[iii] Organización Mundial de la Salud (OMS). Obesidad y sobrepeso. 1 de abril de 2020. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight

[iv] Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Guía de la Alimentación Saludable para Atención Primaria y colectivos ciudadanos. Recomendaciones para una alimentación individual, familiar o colectiva saludable, responsable y sostenible. 2018. Disponible en: http://www.nutricioncomunitaria.org/es/noticia/guia-alimentacion-saludable-ap

[v] Organización Mundial de la Salud (OMS). Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud. Recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud. Disponible en: https://www.who.int/dietphysicalactivity/factsheet_recommendations/es/

[vi] MedlinePlus. NIH Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU. Tiempo de pantalla y los niños. Ultima revisión 17/5/2019. Disponible en: https://medlineplus.gov/spanish/ency/patientinstructions/000355.htm

[vii] Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Estrategias para prevenir la obesidad y sobrepeso infantil. Disponible en: https://www.aecc.es/sites/default/files/migration/todo-sobre-cancer/prevencion/alimentacion/documentos/estrategias-prevenir-obesidad.pdf

 

agua adelgazar

¿Beber agua para evitar la obesidad?

agua adelgazar

Cuando se habla de alimentación saludable uno piensa en frutas, verduras o pescado, mientras que el sobrepeso se asocia a un alto consumo de grasas o azúcares. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Michigan (UM) ha descubierto un componente de nuestra dieta que podría estar vinculado a un peso más saludable: el agua.
En concreto, han visto que las personas que son obesas y tienen un mayor índice de masa corporal (IMC) son más propensas a estar inadecuadamente hidratadas y viceversa, según los resultados en la revista ‘Annals of Family Medicine’.
” La relación entre la hidratación y el peso  no está clara . Nuestro estudio explica esta relación en un nivel de población empleando una medida objetiva de hidratación ” , explica la autora principal del trabajo, Tammy Chang, profesora asistente en el Departamento de Medicina de Familia en la Escuela de Medicina de la UM.

Aunque la correlación requiere un mayor análisis, Chang señala que la hidratación últimamente se ha considerado la piedra angular de una dieta para perder peso. ” A menudo, oímos recomendaciones de que beber agua es una manera de evitar comer en exceso porque se puede tener sed en vez de hambre”, dice esta experta.
Por ello, Chang y su equipo estudiaron una muestra representativa nacional de 9.528 adultos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades y Encuesta Nacional de Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés). De ellos aproximadamente un tercio de los adultos, de entre 18 a 64 años, estaba inadecuadamente hidratado.
El estudio sugiere que las personas con un IMC más elevado –que se espera que tengan necesidades más altas de agua– también puede demostrar comportamientos que llevan a una hidratación inadecuada. Los autores señalan que, debido a que los datos son de sección transversal, no se puede decir que la hidratación inadecuada causa obesidad o al revés, pero sus resultados ponen de relieve una importante relación entre los dos.
Chang considera que el consumo de alimentos saludables con alto contenido de agua, como frutas y verduras, puede mejorar el estado de hidratación, aunque se necesitan más evaluaciones para saber si el estado de hidratación puede influir en el peso. ” La hidratación puede pasarse por alto en las estrategias de control de peso para adultos ” , advierte Chang, también miembro del Instituto de Políticas de Salud e Innovación de la UM.
” Nustros hallazgos sugieren que la hidratación pueden merecer más atención cuando se piensa acerca de la obesidad a nivel de población. Mantenerse hidratado es bueno para usted sin importar por qué y nuestro estudio sugiere que también puede estar relacionado con el mantenimiento de un peso saludable”, concluye.

 

Comer despacio

Comer despacio reduce más la sensación de hambre

 

Comer despacio reduce la ansiedad

Una nueva investigación sugiere que la capacidad de controlar el consumo de energía del cuerpo humano puede verse afectada por la velocidad a la que comemos, de modo que reducir la velocidad de la ingesta de alimentos suprime la sensación de hambre y ayuda a consumir más agua durante la comida, según los resultados publicados en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.

Para analizar la relación entre la velocidad de la alimentación y el consumo de energía, un equipo de investigadores del Departamento de Kinesiología en la Universidad Cristiana de Texas, en Estados Unidos, analizó cómo la velocidad de la alimentación afecta a las calorías consumidas durante una comida tanto en sujetos de peso normal como con sobrepeso u obesos.

Los investigadores también recopilaron datos sobre las sensaciones de hambre y saciedad antes y después de las comidas a ritmo rápido y a ritmo lento y el consumo de agua durante estas ingestas de comida.

Mientras que los estudios anteriores han examinado la relación entre la velocidad de alimentación y el peso corporal, la mayoría de esos análisis se realizaron con personas de peso normal. En este nuevo trabajo, los científicos pidieron a un grupo de sujetos de peso normal y con sobrepeso u obesidad que consumieran dos comidas en un entorno controlado.

Todos los sujetos tomaron una comida a una velocidad lenta, para lo que se les enseñó a pensar que no tenían limitaciones de tiempo, tomar bocados pequeños, masticar a fondo y hacer una pausa y dejar la cuchara entre bocado y bocado, y un segundo plato a una velocidad rápida, para lo que se les pidió que pensaran que tenían una restricción de tiempo, tomaran grandes bocados, masticaran rápidamente y no se detuvieran ni dejaran la cuchara en ningún momento.

Al concluir el estudio, los autores encontraron que sólo los sujetos de peso normal tuvieron una reducción estadísticamente significativa en el consumo de calorías durante la comida lenta en comparación con la rápida: 88 kilocalorías (kcal) menos del grupo de peso normal frente a sólo 58 kcal menos en los de exceso de peso u obesos.

“Reducir la velocidad de alimentación condujo a una reducción significativa en la ingesta de energía en el grupo de peso normal, pero no en el grupo de sobrepeso u obesidad. La falta de significación estadística en el grupo con sobrepeso y obeso puede deberse en parte al hecho de que consumieron menos alimentos durante las dos condiciones en comparación con los sujetos de peso normal”, explica la autora principal del estudio, Meena Shah, profesora en el Departamento de Kinesiología de la Universidad Cristiana de Texas.

Menos hambre después de comer despacio

“Es posible que los sujetos con sobrepeso y obesos eran más conscientes de sí mismos y, por lo tanto, comieron menos durante el estudio”, agrega. A pesar de las diferencias en el consumo de calorías entre el peso normal y con sobrepeso y obesidad, el estudio encontró algunas similitudes. Ambos grupos sentían menos hambre más tarde después de la comida lenta que tras la ingesta de la comida rápida.

“En ambos grupos, las sensaciones de hambre fueron significativamente inferiores a los 60 minutos de empezar la comida de forma lenta en comparación con la ingesta de alimentos que hicieron de forma rápida “, destaca Shah. “Estos resultados indican que en los dos grupos podría esperarse menos hambre en una comida que se consume más lentamente”, añade.

Asimismo, tanto los grupos con peso normal como con sobrepeso u obesidad consumieron más agua durante la comida lenta. Durante la condición de ayuno, los participantes de todo el estudio sólo tomaron 25,57 cl de agua, pero durante la situación de ingesta lenta esa cantidad se elevó a 34,1 cl.

El consumo de agua fue mayor durante la comida lenta en comparación con la situación de ingesta rápida de comida en un 27 por ciento en el grupo de peso normal y el 33 por ciento en el grupo de sobrepeso u obesidad. Cuanto mayor sea el consumo de agua durante la condición de comer lentamente probablemente causará mayor distensión del estómago y puede afectar al consumo de alimentos”, argumenta Shah.

Con las tasas de obesidad en aumento entre la población adulta en Estados Unidos, esta información sobre cómo los diferentes grupos de peso consumen alimentos será de utilidad en la elaboración de estrategias para reducir el consumo de energía. “La desaceleración de la velocidad de comer puede ayudar a reducir el consumo de energía y suprimir los niveles de hambre y puede incluso mejorar el disfrute de una comida”, concluye esta experta.