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Dieta equilibrada, ejercicio y dejar de fumar, las mejores armas contra los infartos

La dieta equilibrada, el ejercicio físico y dejar de fumar reducen en hasta un 80 por ciento el riesgo de infarto, según aseguran los expertos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC).

En concreto, y debido a que “la inmensa mayoría de enfermedades cardiovasculares son prevenibles”, los expertos de ambas organizaciones apuestan por una alimentación rica en frutas y verduras, además de por la práctica deportiva y la cesación del hábito tabáquico.

Si se lleva a cabo este estilo, pueden verse mejorados datos como los que expone el Instituto Nacional de Estadística (INE), que señala que las enfermedades cardiovasculares “continúan siendo la primera causa de muerte en España, por encima del cáncer y de las enfermedades respiratorias”. Así, éstas “son las causantes del 30,5 por ciento de los fallecimientos”, lo que se traduce en “unas 118.313 muertes anuales en España y más de 17 millones en todo el mundo”, explican.

Por su parte, las patologías cerebrovasculares causaron un total de 28.855 muertes en 2011, cifra que “representa un 24,38 por ciento de los fallecimientos por causas cardiovasculares”, aseguran. Una de ellas es el ictus, que significó el deceso durante ese año de 16.703 mujeres y 12.152 hombres.

Acudiendo a los datos de fallecimientos por infarto de miocardio, se observa que 18.101 personas perdieron la vida por este evento. De todos ellos, el 90 por ciento se asocia a factores de riesgo clásicos conocidos y fácilmente modificables y prevenibles, como son “la hipertensión, el colesterol elevado, el tabaquismo, la diabetes y la obesidad”, indican.

Los factores de riesgo más preocupante son la diabetes y la obesidad

A juicio del presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC, el doctor Enrique Galve, los factores más preocupantes son la diabetes y la obesidad, “estrechamente relacionados con la mala nutrición”. Para él, la sociedad “ha pasado de un modelo de alimentación basado en los productos naturales a la comida rápida y los productos precocinados”.

Otro causante de estas enfermedades es el tabaco, del cual la mujer ha incrementado su consumo en los últimos 30 años. Esta coyuntura “provocará a la larga un incremento de enfermedades coronarias en el caso del género femenino”, sostiene.

Por otro lado, el sedentarismo juega un papel importante “en la alteración de las cifras de la presión arterial, el colesterol, los lípidos en sangre, la obesidad y la diabetes”. Su eliminación, junto al resto de recomendaciones, mejoraría estos aspectos.

Además, mantener una vida activa erradicaría la obesidad, siendo “la obesidad abdominal la más peligrosa”. Por ello, Galve indica que “la medida de la cintura de los hombres no debe exceder de los 102 centímetros, mientras que las mujeres no deben tener más de 88 centímetros”.

Por último, el especialista advierte de los factores de riesgo no clásicos, entre los que señala a la apnea del sueño, el estrés o el consumo de drogas. Para él, es necesario acudir al médico cada cierto tiempo “para conocer los factores de riesgo de cada uno”.

Atribuyen 180.000 muertes en el mundo al abuso de bebidas azucaradas

Bebidas azucaradas gaseosas, deportivas y jugos de fruta pueden estar asociadas con alrededor de 180.000 muertes en todo el mundo cada año, según un estudio presentado en las sesiones científicas de 2013 sobre Epidemiología, Prevención/Nutrición, Actividad Física y Metabolismo de la Asociación Americana del Corazón.

Las bebidas azucaradas son consumidas en todo el mundo y contribuyen al exceso de peso, lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Con datos recopilados en 2010 para el Estudio de la Carga Global de las Enfermedades, los investigadores vincularon el consumo de bebidas endulzadas con azúcar a 133.000 muertes por diabetes, 44.000 muertes por enfermedades cardiovasculares y 6.000 muertes por cáncer.

El 78 por ciento de estos fallecimientos que se debieron a un exceso de consumo de bebidas azucaradas fueron en los países de bajos y medianos ingresos, en lugar de países de altos ingresos. “En Estados Unidos, nuestra investigación muestra que alrededor de 25.000 muertes en 2010 estaban relacionadas con el consumo bebidas azucaradas”, dijo Gitanjali M. Singh, coautor del estudio e investigador postdoctoral en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard en Boston, Massachusets (Estados Unidos).

Los investigadores calcularon las cantidades de ingesta de bebidas endulzadas con azúcar en todo el mundo, por edad y sexo, los efectos de este consumo sobre la obesidad y la diabetes, y el impacto de la obesidad y las muertes relacionadas con la diabetes. De nueve regiones del mundo, América Latina/Caribe tenía la mayoría de las muertes por diabetes (38.000) relacionados con el consumo de bebidas endulzadas con azúcar en 2010.

Por su parte, la zona del Este/Eurasia Central registró el mayor número de muertes cardiovasculares (11.000) relacionadas con el consumo de bebidas azucaradas en 2010 y entre los 15 países más poblados del mundo, México, uno de los de mayor ingesta per cápita de bebidas azucaradas en el mundo, tuvo el mayor índice de mortalidad debido al consumo de estos líquidos, con 318 muertes por cada millón de adultos vinculados al azúcar de bebidas endulzadas.

Japón, uno de los países con menor consumo per cápita de bebidas azucaradas, tuvo la tasa más baja de mortalidad asociada con la ingesta de bebidas azucaradas, en alrededor de 10 muertes por cada millón de adultos.

“Al basarnos en las muertes por enfermedades crónicas, nuestro estudio se centró en los adultos. Las investigaciones futuras deberían evaluar la cantidad de consumo de bebidas azucaradas en los niños de todo el mundo y cómo esto afecta a su salud actual y futura”, señaló Singh.

La Asociación Americana del Corazón recomienda que los adultos consuman no más de 450 calorías por semana de bebidas azucaradas en una dieta de 2.000 calorías.

Bajar de peso a una edad temprana, ayuda a revertir el daño al corazón

La investigación indica que “cuando los ratones ya son obesos, mayor es el riesgo de que su daño en el corazón sea irreversible”, afirma Majd AlGhatrif, autor principal del estudio, publicado en Cardiovascular Translational Research, y profesor asistente de medicina de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

“No sabemos si el mismo principio se aplica a los seres humanos y, en caso afirmativo, cuál sería el punto de inflexión. Pero el mensaje básico es que la pérdida de peso, más temprano que tarde, sería más beneficiosa”, dijo Lili Barouch, autora principal del estudio, cardióloga y profesora asistente de medicina de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins. “Sin duda merece más estudios para ver si los resultados serían similares en las personas”, agrega.

Barouch dice que es bien conocido que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular en las personas y algunos estudios han demostrado que la reducción de calorías y la pérdida de peso pueden revertir algunos de los efectos perjudiciales de la obesidad sobre el corazón. Pero, según esta investigadora, no ha quedado claro si la duración de la obesidad en las personas o su edad genera una diferencia en términos de la capacidad del corazón para recuperarse.

Para arrojar luz sobre esta cuestión, los investigadores estudiaron los efectos de la restricción calórica en dos grupos de ratones, uno joven y uno viejo. Los ratones jóvenes tenían dos meses de edad (similar a los adultos jóvenes), mientras que los roedores mayores estaban entre los 6 y los 7 meses de vida (similar a la mediana edad en los hombres).

Todos los ratones fueron manipulados genéticamente para nacer sin leptina, una hormona que provoca una sensación de estar lleno, por lo que su deficiencia provoca comer en exceso y obesidad, así que siempre tenían comida y comían en exceso. Ambos grupos registraban evidencia de daño cardiaco, incluyendo rigidez diastólica, lo que afecta a la capacidad del corazón para relajarse y llenarse de sangre y que puede conducir a insuficiencia cardiaca.

Tanto los ratones jóvenes como los viejos perdieron una cantidad similar de peso con la dieta restringida en calorías después de cuatro semanas. Sin embargo, en los más jóvenes, la disminución de calorías tenía efectos positivos sobre el corazón, incluyendo un retorno a la función diastólica normal y una reducción de depósitos de grasa en las células del corazón, mientras que en los más viejos, la función cardiaca deteriorada se mantuvo a pesar de que se observó una reducción en el estrés oxidativo que daña el corazón.

A pesar de que los investigadores descubrieron una vía dependiente de la edad que conduce a la obesidad relacionada con la disfunción cardiaca reversible sólo en los animales más jóvenes, Barouch dice que se necesitan más estudios para determinar cuáles son los hallazgos que podrían ser significativos para la alteración de las enfermedades del corazón en las personas. Mientras tanto, este experto confía que el estudio anime a las personas obesas a tratar de perder peso lo más pronto posible con el fin de reducir su riesgo de enfermedad cardiaca más adelante.

El síndrome metabólico se triplica en la población con artrosis, lo que aumenta su riesgo cardiovascular

El síndrome metabólico, un cuadro clínico que aúna una serie de factores de riesgo cardiovascular, entre los que se encuentran la obesidad, la hipertensión arterial, alteraciones lipídicas, insulinorresistencia y niveles elevados de azúcar, se triplica en la población con artrosis de rodilla y se duplica en la de mano.

Además, empeora el pronóstico y provoca mayor incapacidad en los pacientes, según ha explicado el Dr. Cristobal Orellana, reumatólogo del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona), quien desmitifica que la artrosis sea una enfermedad benigna, “como era hasta ahora considerada”.

Por orden de frecuencia, los estudios realizados muestran que estos pacientes sufren hipertensión arterial, el 57%; diabetes, el 19%; enfermedad vascular periférica, el 8%; enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el 8%; insuficiencia cardiaca, el 7%; enfermedad cerebrovascular, el 5%; infarto de miocardio, el 3%; neoplasia, el 2,4%; enfermedad renal moderada o grave, el 2%; y enfermedad hepática, el 2%.

Aunque los datos pueden variar dependiendo de la articulación afectada, el porcentaje más llamativo es el de sobrepeso y obesidad, más frecuente en rodilla, donde afecta al 50%; mientras que en manos se reduciría a la mitad.

Quizá la relación más preocupante es la que se establece con la enfermedad cardiovascular, explica el Dr. Orellana, quien recuerda que inicialmente son dos tipos de enfermedades frecuentes que, hasta ahora, podía pensarse en una coincidencia en un mismo paciente y en una misma población, “más aún cuando ambas con el paso de los años tienen un cierto factor acumulativo”.

Sin embargo, “se sabe que más allá de la simple coincidencia tienen una cierta relación entre si y que está puede ser importante”. Así, se ha descubierto en investigaciones recientes que la artrosis puede afectar sobre las enfermedades cardiovasculares del mismo modo que éstas pueden repercutir sobre la artrosis”.

Por un lado, explica, los pacientes con artrosis, sobre todo de rodilla y cadera, son personas que por la limitación que tienen caminan menos, son más sedentarios, y el sedentarismo está relacionado con la obesidad, dos factores que inciden negativamente en la hipertensión, diabetes, dislipidemia o colesterol y, por tanto, tiene un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Por otra parte, la hipertensión sobre el paciente con artrosis disminuye el flujo sanguíneo al hueso subcontral, lo que “puede producir problemas de nutrición a nivel de cartílago, lo que desarrolla que sea más propenso a dañarse”. Del mismo modo, la diabetes o la hiperglucemia tienen un efecto negativo porque generan una serie de alteraciones a nivel metabólico que dañan el condrocito que es la célula principal de cartílago. Y con respecto al síndrome metabólico, recuerda que a nivel general sistémico puede influir negativamente sobre la artrosis.

En cuanto al sobrepeso y la obesidad, merece una mención aparte, ya que son considerados como un factor muy negativo sobre el desarrollo de la artrosis porque “confiere una sobrecarga mecánica sobre las articulaciones que están mal”. Además, la persona obesa en su tejido graso sintetiza una serie de marcadores inflamatorios (adipocitoquinas) que aumentan tanto la inflamación que se puede ver el daño sobre la articulación, tanto a nivel de cartílago como de otras estructuras articulares.

El manejo terapéutico

Una vez explicada la relación entre artrosis, trastornos metabólicos y comorbilidad cardiovascular, que -recuerda- tiene especial incidencia en el caso de la artrosis de rodilla, ya que es su localización más prevalente, el Dr. Orellana destaca la necesidad de incidir en un tratamiento diferenciado para el resto de pacientes sin enfermedades asociadas.

En el grueso de pacientes el tratamiento va enfocado a disminuir el dolor y mejorar la calidad de vida. “Hay fármacos de varios tipos pero se debe de tener cuidado con este tipo de pacientes en cuanto a dosis y tipos de fármacos, sobre todo cuando hablamos de antiinflamatorios no esteroides (AINE), ya que, éstos pueden tener a largo plazo una consecuencia negativa por las comorbilidades cardiovasculares”.

“Aunque tanto los especialistas como los médicos de cabecera usamos estos fármacos, se debe hacer con una cierta racionalidad; y en los pacientes donde la artrosis coincide con el síndrome metabólico o con enfermedad cardiovascular hay que cuidar aún más el tratamiento”, añade, al tiempo que recuerda que “hay fármacos para la artrosis a los que se les da menos protagonismo que a los antiinflamatorios y que están desprovistos de estas consecuencias”.

Acompañando al tratamiento, se aconseja a los pacientes la pérdida de peso, independientemente de la articulación afectada, y la práctica de ejercicio, ya que protege la articulación y aumenta la fuerza de los músculos.

El síndrome metabólico se triplica en la población con artrosis, lo que aumenta su riesgo cardiovascular

El síndrome metabólico, un cuadro clínico que aúna una serie de factores de riesgo cardiovascular, entre los que se encuentran la obesidad, la hipertensión arterial, alteraciones lipídicas, insulinorresistencia y niveles elevados de azúcar, se triplica en la población con artrosis de rodilla y se duplica en la de mano.

Además, empeora el pronóstico y provoca mayor incapacidad en los pacientes, según ha explicado el Dr. Cristobal Orellana, reumatólogo del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona), quien desmitifica que la artrosis sea una enfermedad benigna, “como era hasta ahora considerada”.

Por orden de frecuencia, los estudios realizados muestran que estos pacientes sufren hipertensión arterial, el 57%; diabetes, el 19%; enfermedad vascular periférica, el 8%; enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el 8%; insuficiencia cardiaca, el 7%; enfermedad cerebrovascular, el 5%; infarto de miocardio, el 3%; neoplasia, el 2,4%; enfermedad renal moderada o grave, el 2%; y enfermedad hepática, el 2%.

Aunque los datos pueden variar dependiendo de la articulación afectada, el porcentaje más llamativo es el de sobrepeso y obesidad, más frecuente en rodilla, donde afecta al 50%; mientras que en manos se reduciría a la mitad.

Quizá la relación más preocupante es la que se establece con la enfermedad cardiovascular, explica el Dr. Orellana, quien recuerda que inicialmente son dos tipos de enfermedades frecuentes que, hasta ahora, podía pensarse en una coincidencia en un mismo paciente y en una misma población, “más aún cuando ambas con el paso de los años tienen un cierto factor acumulativo”.

Sin embargo, “se sabe que más allá de la simple coincidencia tienen una cierta relación entre si y que está puede ser importante”. Así, se ha descubierto en investigaciones recientes que la artrosis puede afectar sobre las enfermedades cardiovasculares del mismo modo que éstas pueden repercutir sobre la artrosis”.

Por un lado, explica, los pacientes con artrosis, sobre todo de rodilla y cadera, son personas que por la limitación que tienen caminan menos, son más sedentarios, y el sedentarismo está relacionado con la obesidad, dos factores que inciden negativamente en la hipertensión, diabetes, dislipidemia o colesterol y, por tanto, tiene un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Por otra parte, la hipertensión sobre el paciente con artrosis disminuye el flujo sanguíneo al hueso subcontral, lo que “puede producir problemas de nutrición a nivel de cartílago, lo que desarrolla que sea más propenso a dañarse”. Del mismo modo, la diabetes o la hiperglucemia tienen un efecto negativo porque generan una serie de alteraciones a nivel metabólico que dañan el condrocito que es la célula principal de cartílago. Y con respecto al síndrome metabólico, recuerda que a nivel general sistémico puede influir negativamente sobre la artrosis.

En cuanto al sobrepeso y la obesidad, merece una mención aparte, ya que son considerados como un factor muy negativo sobre el desarrollo de la artrosis porque “confiere una sobrecarga mecánica sobre las articulaciones que están mal”. Además, la persona obesa en su tejido graso sintetiza una serie de marcadores inflamatorios (adipocitoquinas) que aumentan tanto la inflamación que se puede ver el daño sobre la articulación, tanto a nivel de cartílago como de otras estructuras articulares.

El manejo terapéutico

Una vez explicada la relación entre artrosis, trastornos metabólicos y comorbilidad cardiovascular, que -recuerda- tiene especial incidencia en el caso de la artrosis de rodilla, ya que es su localización más prevalente, el Dr. Orellana destaca la necesidad de incidir en un tratamiento diferenciado para el resto de pacientes sin enfermedades asociadas.

En el grueso de pacientes el tratamiento va enfocado a disminuir el dolor y mejorar la calidad de vida. “Hay fármacos de varios tipos pero se debe de tener cuidado con este tipo de pacientes en cuanto a dosis y tipos de fármacos, sobre todo cuando hablamos de antiinflamatorios no esteroides (AINE), ya que, éstos pueden tener a largo plazo una consecuencia negativa por las comorbilidades cardiovasculares”.

“Aunque tanto los especialistas como los médicos de cabecera usamos estos fármacos, se debe hacer con una cierta racionalidad; y en los pacientes donde la artrosis coincide con el síndrome metabólico o con enfermedad cardiovascular hay que cuidar aún más el tratamiento”, añade, al tiempo que recuerda que “hay fármacos para la artrosis a los que se les da menos protagonismo que a los antiinflamatorios y que están desprovistos de estas consecuencias”.

Acompañando al tratamiento, se aconseja a los pacientes la pérdida de peso, independientemente de la articulación afectada, y la práctica de ejercicio, ya que protege la articulación y aumenta la fuerza de los músculos.

La dieta mediterránea enriquecida con nueces reduce un 49% el riesgo de ictus

El New England Journal of Medicine ha publicado en su edición online los resultados principales del estudio PREDIMED, un ensayo multicéntrico de prevención primaria cardiovascular financiado por el Ministerio de Salud. Según este estudio, el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular) se reduce en un 30%, y específicamente, el riesgo de ictus o accidente vascular cerebral se reduce en un 49%, cuando se sigue una dieta mediterránea suplementada con 30 gramos de frutos secos, la mitad de ellos nueces, en comparación con una dieta baja en grasa.

Según el Dr. Ramón Estruch, coordinador general del PREDIMED y miembro del Hospital Clínic, “esperamos que los resultados del estudio tengan un gran impacto global en la práctica clínica dirigida a la prevención de las enfermedades cardiovasculares”, principal causa de muerte en España y en el mundo. En opinión del Dr. Emilio Ros, coordinador de la intervención nutricional en el estudio y Jefe de la Unidad de Lípidos del Hospital Clínic, “los resultados son de gran trascendencia porque demuestran de modo convincente que una dieta alta en grasa vegetal es superior a una dieta baja en todo tipo de grasas para la prevención cardiovascular”.

PREDIMED es uno de los mayores estudios clínicos de nutrición que se han hecho nunca en el mundo. Se inició en otoño de 2003 y finalizó en verano de 2011. El ensayo contó con una red de 11 centros reclutadores y 8 centros de laboratorio en diversas comunidades autónomas. Participaron 7.447 voluntarios, hombres y mujeres de 55 a 80 años de edad que tenían un alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares pero no las habían tenido en el momento de entrar en el estudio. El riesgo cardiovascular de los participantes se debía a ser fumadores o tener diabetes, el colesterol alto, hipertensión o exceso de peso.

Los participantes fueron asignados al azar a 3 dietas. Dos de ellas eran dietas mediterráneas, ricas en grasa vegetal, una suplementada con aceite de oliva virgen extra y otra con frutos secos. El tercer grupo fue asignado a la dieta convencional recomendada para la prevención cardiovascular, una dieta baja en todo tipo de grasas. Durante todo el estudio a los participantes asignados a cada uno de los dos grupos de dieta mediterránea se les entregaron gratuitamente aceite de oliva virgen extra (un litro por semana) o frutos secos (30 gramos al día, 15 gramos de nueces, 7,5 gramos de almendras y 7,5 gramos de avellanas). Junto a los beneficios de la dieta con nueces, el estudio mostró que la dieta suplementada con aceite de oliva virgen extra también reducía el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 30%.

Durante una media de 5 años, los participantes en el estudio fueron visitados cada 3 meses por un dietista y participaron en sesiones educativas en grupo, recibiendo descripciones detalladas de la dieta mediterránea o baja en grasa y de los alimentos que contienen, además de listas de compra, menús y recetas adaptadas al grupo de dieta que les correspondía y a la estación del año.

El ensayo PREDIMED ha sido financiado en su totalidad con fondos públicos del Instituto de Salud Carlos III, a través de las redes de investigación cooperativa CIBER Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición y RTIC RD06/0045. El ensayo PREDIMED ha contado con asesoramiento externo de profesores de las universidades de Columbia, Harvard y Loma Linda y del estudio EPIC de España.

Según los consejos nutricionales del PREDIMED, las nueces se distinguen del resto de los frutos secos por su composición única en ácidos grasos Omega 3. Sus antioxidantes se encuentran entre los más potentes del mundo vegetal y la investigación científica ha corroborado sus beneficios para la salud en general y el corazón en particular.

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Los cánceres de hígado, páncreas y endometrio son los tumores que están más relacionados con la obesidad y diabetes tipo 2

El cáncer de hígado, el de páncreas y el de endometrio son los tumores que muestran una relación más íntima con la obesidad y la diabetes tipo II, según han comentado diversos expertos durante la VIII Reunión Internacional sobre Investigación Traslacional y Medicina Personalizada, organizada por la Fundación Jiménez Díaz en colaboración con el Instituto Roche y Lilly.

Y es que, la diabetes y el cáncer comparten gran parte de los principales factores de riesgo modificables implicados en su desarrollo y en sus complicaciones, como la obesidad, el sedentarismo y el hábito tabáquico, y tienen también idénticas rutas biológicas, como la resistencia a la insulina y la inflamación crónica.

“La presencia de obesidad/diabetes tipo II puede causar o favorecer el desarrollo de un tumor”, según ha declarado la doctora de la Unidad de Epidemiología del Cáncer del Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII), Marina Pollán, quien ha señalado que “ser obeso y/o diabético es un factor de mal pronóstico del cáncer”.

De hecho, trabajos clásicos ya apuntaban que el exceso de ingesta de comida, muy superior a las necesidades fisiológicas, se erige en un factor de riesgo de primer orden para sufrir ciertos tipos de tumores. Ahora, estos hallazgos clínicos han podido ser corroborados, de forma que se insiste en que la obesidad (estrechamente ligada a la diabetes tipo 2) es la “principal causa evitable” de cáncer en no fumadores.

Y es que, según han evidenciado los expertos, estas enfermedades “no sólo” comparten factores de riesgo comunes, sino que también se han identificado asociaciones biológicas entre ellas. Además, dado que la obesidad es el principal factor de riesgo de la diabetes mellitus tipo 2, muchas de las asociaciones encontradas entre el sobrepeso y el cáncer se reproducen en el caso de la diabetes.

Además, a los pacientes con cáncer les va peor si tenían previamente ya el diagnóstico de diabetes. “Ser diabético es un factor de mal pronóstico para el cáncer”, ha recalcado Pollán.

Tratamientos antidiabéticos

Por otra parte, los expertos han asegurado que los tratamientos antidiabéticos tienen una cierta incidencia en el riesgo de cáncer. En este sentido, han comentado que ciertos análogos de la insulina pueden elevar la incidencia de tumores, y han subrayado que antidiabéticos orales clásicos, como la metformina, pueden ejercer un moderado efecto protector frente al cáncer.

“La solución a esta nefasta vinculación entre diabetes/obesidad y cáncer pasa, sobre todo, por adoptar medidas preventivas comunes, es decir, por comer menos y hacer más ejercicio. Pero también se requieren nuevos tratamientos para hacer frente a la epidemia de diabetes y obesidad”, ha indicado Pollán.

Por su parte, el jefe del Servicio de Nefrología e Hipertensión del Instituto de Investigación Sanitaria-Fundación Jiménez Diaz, Jesús Egido, ha asegurado que actualmente los pacientes diabéticos están “mejor tratados que nunca”, los médicos generales están “muy bien” formados para controlar la glucemia, la hipertensión o la dislipemia y, además, la innovación en fármacos para el control general de la diabetes es cada día “mayor”.

Sin embargo, a pesar de estos avances, este especialista ha reconocido que el número de diabéticos incrementa de manera sustancial, sobre todo debido al tremendo aumento del sobrepeso y de la obesidad. Así, ante este reto, y además de insistir en la implementación de las conocidas medidas de hábitos de vida saludable, la principal esperanza pasa por el uso de nuevas y prometedoras estrategias terapéuticas.

“La diabetes tipo 2 asociada a sobrepeso y obesidad es una enfermedad muy prevalente, pero heterogénea y que exige enfoques específicos en los que la diana terapéutica no sea únicamente el control metabólico sino la disminución de la grasa proinflamatoria (fundamentalmente la visceral)”, ha comentado la doctora del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), Clotilde Vázquez.

Un nuevo enfoque en diabetes/obesidad: las incretinas

En esta nueva concepción encajan los conocidos análogos de las incretinas, un grupo de fármacos capaces de producir el efecto de las incretinas naturales (GLP-1 y GIP, hormonas del tracto gastrointestinal), es decir, estimulan la producción de insulina y la supresión del glucagón ante la llegada de comida al aparato digestivo, induciendo también otros efectos positivos sistémicos a medio y largo plazo y sobre el Sistema Nervioso Central (fundamentalmente en relación a la saciedad).

Todo ello, según ha comentado Vázquez, consigue un “mejor control” de la glucemia postprandial, restaura el pico precoz de insulina postprandial y corrige la hiperglucagonemia tan frecuente en la diabetes tipo 2. De hecho, su mecanismo de acción es completamente nuevo y (salvo el caso de la metformina) mucho más fisiológico que otros fármacos.

La dieta mediterránea no protege del envejecimiento de la válvula aórtica

Un estudio conjunto del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Vall d´Hebron y de médicos de 9 equipos de atención primaria del ICS Barcelona sugiere que la prevalencia de la esclerosis y la estenosis valvular aórtica (dos de las consecuencias más habituales de cirugías complejas en la población de más de 65 años), es la misma en nuestro entorno mediterráneo que en otras regiones europeas o de los Estados Unidos de América.

Los datos que ofrece este estudio, que se han publicado en la edición digital de la European Journal of Preventive Cardiology, demuestran que la tasa de personas de Barcelona afectadas por estenosis aórtica es muy similar a la de otros países con climas y dietas diferentes, cosa que lleva a los autores a la conclusión de que la dieta mediterránea -que sí ayuda a prevenir otras enfermedades del corazón-, no protege del envejecimiento de la válvula aórtica. Por lo tanto, quedaría claro que la estenosis aórtica es una patología mucho más ligada al proceso de envejecimiento de la persona que al proceso de arteriosclerosis.

La hipótesis de partida del estudio planteaba que, del mismo modo que se acepta con gran consenso científico que la dieta mediterránea disminuye la gravedad y mortalidad en las enfermedades coronarias, se podía pensar que pasaría lo mismo con la estenosis aórtica, una patología que comparte los mismos factores de riesgo (consumo de tabaco, hipertensión y diabetes) y que genera tratamientos y cirugías específicas, complejas y caras.

En cambio, el estudio lleva a los autores a sugerir que lo que realmente hay que hacer para minimizar este problema sanitario de primer orden es insistir en la necesaria prevención y control de sus factores de riesgo; como decíamos: el tabaco, la hipertensión o la diabetes.

La esclerosis y la estenosis aórtica consisten en un ensanchamiento o un estrechamiento de la válvula por la que circula de salida la sangre del corazón, hecho que no suele dar demasiados síntomas previos a su aparición y que, cuando se manifiesta, se debe operar inmediatamente o causa la muerte.

El trabajo de investigación ha sido dirigido por la Dra. Pilar Tornos, coordinadora del Programa de Valvulopatías del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Vall d´Hebron; ha sido diseñado y analizado por el Dr. Ignacio Ferreira-González, coordinador de la Unidad de Epidemiología, y ha sido coordinado con la atención primaria de Barcelona por el Dr. Josep Pinar.

En el estudio se analizaron los casos clínicos de más de 900 individuos elegidos aleatoriamente de entre las personas de más de 65 años de edad que formaban parte de los listados de usuarios de los 9 equipos de atención primaria del ICS de Barcelona que participaron*. A estas personas se les practicaron pruebas médicas extraordinarias añadidas a las preventivas que ya habitualmente se ordenan para este segmento de población.

Además de estudiar su historial médico y todas las analíticas hechas en los últimos años, se les pasó una detallada encuesta de hábitos, se les hizo un electrocardiograma específico y una ecocardiografía. Se trataba de detectar cualquier señal de riesgo, como un ensanchamiento y/o calcificación de la válvula aórtica y de la arteria aorta.

Cierto grado de ensanchamiento y/o de calcificación estaba presente en el 45,4% de la muestra (el 73,5% entre los mayores de 85 años). En cuanto a la estenosis, la prevalencia fue del 3% del total de la muestra (del 7,4% en mayores de 85 años).

Además, la relación entre la gravedad de la esclerosis y/o estenosis de la válvula aórtica y los factores de riesgo se evaluó mediante un modelo estadístico de regresión multinomial. Se encontró que factores como la edad, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la circunferencia de cintura y un índice tobillo-brazo < 0,9 se asociaban a diversos grados de ensanchamiento y de calcificación de la válvula aórtica. Cuando el ensanchamiento y calcificación eran severos, también aparecían diabetes e insuficiencia renal como factores de riesgo añadidos. Este estudio también pone de manifiesto los beneficios de la colaboración entre el ámbito de la atención primaria y el de la especializada de un hospital terciario como Vall d´Hebron. Según la Dra. Pilar Tornos “se ha demostrado que la investigación científica no sólo está reservada a los grandes centros hospitalarios, sino que también se puede realizar con calidad y experiencia desde el ámbito de la salud pública más cercana a la ciudadanía”. Y no sólo eso, “en este caso, también se produjo una clara confluencia de beneficios: los pacientes tuvieron un diagnóstico preventivo cuidadoso, el médico de atención primaria pudo actuar a tiempo sobre el riesgo potencial del paciente, mucho antes de que la enfermedad se manifestara y ya fuera demasiado grave, y el hospital pudo eludir la siempre arriesgada intervención quirúrgica de una parte de estos pacientes de mayor edad”. De entre las patologías cardiovasculares, la estenosis aórtica es la más prevalente después de la insuficiencia cardiaca y de la hipertensión. Supone el 43% de las causas de recambios valvulares (unas 40.000 intervenciones/año en Europa y unas 95.000/año en los Estados Unidos de América). Del total de intervenciones quirúrgicas sobre válvulas cardíacas que se hacen en un año en Vall d´Hebron, en un 60% de ellas está implicada la válvula aórtica por enfermedad degenerativa. * Centros de atención primaria participantes en el estudio: Carmel, Gòtic, Horta 7D, Horta 7F, La Mina, Raval, Rio, Sardenya y Sant Andreu.

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Nueva ecuación para el cálculo del porcentaje de grasa corporal

Por este motivo, el equipo de investigadores ha elaborado una nueva ecuación más precisa que el IMC para el cálculo del porcentaje de grasa corporal, ya que la grasa es la que establece en una persona la condición de normalidad, sobrepeso u obesidad.

El trabajo evaluó el grado de error en el diagnóstico del IMC, cuya fórmula consiste en dividir el peso en kilogramos entre la altura en metros al cuadrado. Como principales resultados, el trabajo concluyó que un 29% de las personas que según el IMC se sitúan en el rango de normalidad ofrecen realmente un porcentaje de grasa corporal propio de una persona obesa y que un 80% de las personas que, según el mismo índice, presentan sobrepeso, realmente son obesas.

“Comprobamos que el método del IMC ofrece una altísima tasa de error en el diagnóstico de personas obesas”, advierte el doctor Javier Gómez Ambrosi, investigador del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica, grupo liderado por la doctora Gema Frühbeck, directora del Laboratorio y presidenta de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO).

Ya que “subestima la prevalencia tanto de sobrepeso como de obesidad que, al fin y al cabo, se definen como un exceso de grasa corporal y no de peso”, han señalado los investigadores que han visto publicado distintas vertientes de estudio en las revistas científicas Obesity, International Journal of Obesity y Diabetes Care.

El método utilizado para comprobar el margen de error que cometía el sistema del IMC en el cálculo del porcentaje de grasa corporal fue la pletismografía por desplazamiento de aire. Dicha valoración se realiza mediante un equipo denominado BOP-POD, cuyo funcionamiento se basa en la medición del volumen corporal a través del desplazamiento de aire que produce un cuerpo dentro de una cámara especial (mantiene constante presión, temperatura y humedad). En definitiva, se trata de un método específico para medir la composición corporal.

Además, los especialistas establecieron en todos los individuos estudiados los marcadores sanguíneos de sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico (de riesgo coronario), así como por otros factores de riesgo cardiometabólico.

Según estos biomarcadores, los investigadores comprobaron que los factores de riesgo cardiometabólico se encontraban elevados en aquellas personas delgadas o con sobrepeso, según el IMC, pero clasificados como obesos según su porcentaje de grasa corporal, en comparación con los individuos que presentaban índices normales de grasa corporal.

“Hemos demostrado que estos sujetos considerados delgados o con sobrepeso, que realmente tienen un porcentaje elevado de grasa, presentan elevadas cifras de presión arterial, glucosa, insulina, así como de colesterol, triglicéridos y marcadores de inflamación”, explica.

En este caso, los especialistas elaboraron una herramienta para intentar compensar los errores en el diagnóstico de la obesidad que arroja el IMC. El objetivo de esta nueva fórmula de medición reside en “que los médicos de Atención Primaria y otros especialistas cuenten con una herramienta más precisa que el IMC”.

Con tal motivo y basándose en los resultados obtenidos del estudio de los más de 6.000 individuos analizados, el equipo desarrolló una nueva ecuación, “bastante compleja, pero para cuyo cálculo hemos confeccionado una hoja excel que puede descargarse en el ordenador cualquier profesional interesado”, subraya el especialista.

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Nueva ecuación para el cálculo del porcentaje de grasa corporal

Por este motivo, el equipo de investigadores ha elaborado una nueva ecuación más precisa que el IMC para el cálculo del porcentaje de grasa corporal, ya que la grasa es la que establece en una persona la condición de normalidad, sobrepeso u obesidad.

El trabajo evaluó el grado de error en el diagnóstico del IMC, cuya fórmula consiste en dividir el peso en kilogramos entre la altura en metros al cuadrado. Como principales resultados, el trabajo concluyó que un 29% de las personas que según el IMC se sitúan en el rango de normalidad ofrecen realmente un porcentaje de grasa corporal propio de una persona obesa y que un 80% de las personas que, según el mismo índice, presentan sobrepeso, realmente son obesas.

“Comprobamos que el método del IMC ofrece una altísima tasa de error en el diagnóstico de personas obesas”, advierte el doctor Javier Gómez Ambrosi, investigador del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica, grupo liderado por la doctora Gema Frühbeck, directora del Laboratorio y presidenta de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO).

Ya que “subestima la prevalencia tanto de sobrepeso como de obesidad que, al fin y al cabo, se definen como un exceso de grasa corporal y no de peso”, han señalado los investigadores que han visto publicado distintas vertientes de estudio en las revistas científicas Obesity, International Journal of Obesity y Diabetes Care.

El método utilizado para comprobar el margen de error que cometía el sistema del IMC en el cálculo del porcentaje de grasa corporal fue la pletismografía por desplazamiento de aire. Dicha valoración se realiza mediante un equipo denominado BOP-POD, cuyo funcionamiento se basa en la medición del volumen corporal a través del desplazamiento de aire que produce un cuerpo dentro de una cámara especial (mantiene constante presión, temperatura y humedad). En definitiva, se trata de un método específico para medir la composición corporal.

Además, los especialistas establecieron en todos los individuos estudiados los marcadores sanguíneos de sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico (de riesgo coronario), así como por otros factores de riesgo cardiometabólico.

Según estos biomarcadores, los investigadores comprobaron que los factores de riesgo cardiometabólico se encontraban elevados en aquellas personas delgadas o con sobrepeso, según el IMC, pero clasificados como obesos según su porcentaje de grasa corporal, en comparación con los individuos que presentaban índices normales de grasa corporal.

“Hemos demostrado que estos sujetos considerados delgados o con sobrepeso, que realmente tienen un porcentaje elevado de grasa, presentan elevadas cifras de presión arterial, glucosa, insulina, así como de colesterol, triglicéridos y marcadores de inflamación”, explica.

En este caso, los especialistas elaboraron una herramienta para intentar compensar los errores en el diagnóstico de la obesidad que arroja el IMC. El objetivo de esta nueva fórmula de medición reside en “que los médicos de Atención Primaria y otros especialistas cuenten con una herramienta más precisa que el IMC”.

Con tal motivo y basándose en los resultados obtenidos del estudio de los más de 6.000 individuos analizados, el equipo desarrolló una nueva ecuación, “bastante compleja, pero para cuyo cálculo hemos confeccionado una hoja excel que puede descargarse en el ordenador cualquier profesional interesado”, subraya el especialista.

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El consumo moderado de café puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y de mortalidad por enfermedad cardiovascular

A pesar de que el café es la segunda bebida más consumida en todo el mundo, tan sólo por detrás del agua, son muchos los falsos mitos que aún prevalecen en relación a sus efectos sobre la salud. De hecho, según diversas investigaciones, el consumo habitual y moderado de café puede reportar beneficios para la salud y formar parte de una dieta equilibrada.

Para derribar esos mitos y hablar sobre las realidades de los efectos del consumo moderado de café en la salud, expertos de prestigio nacional participaron en una mesa redonda dentro del evento Madrid Fusión.

La Dra. Pilar Riobó, doctora en Medicina y Cirugía y especialista en Endocrinología y Nutrición destacó que las investigaciones demuestran que el consumo moderado de café, entendido como máximo tres o cuatro tazas al día, puede ser beneficioso para la salud. En concreto, en el transcurso de la mesa redonda se hizo eco de los resultados de un estudio en los que se concluye que “el consumo de café puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en un 25%”. Según la Dra. Riobó, el efecto protector podría deberse también a otros componentes del café distintos de la cafeína ya que se encontró un efecto protector del café descafeinado, aunque menos intenso, en los estudios que lo evaluaron. “El café contiene sustancias como vitaminas, minerales y antioxidantes por lo que, puede aportar otros beneficios para la salud”.

Así, ha recordado que el café puede tener “efectos beneficiosos en el aparato digestivo, especialmente en la incidencia de alguna de las enfermedades más frecuentes del hígado y la vesícula biliar” y que “la mayoría de los estudios epidemiológicos realizados hasta el momento han encontrado una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer, entre consumidores habituales de café”.

El café reduce el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular

Mientras, el Dr. Leandro Plaza, presidente de la Fundación Española del Corazón, ha recordado que “según recientes investigaciones epidemiológicas publicadas por prestigiosas revistas internacionales, el consumo diario de hasta cuatro tazas de café se asocia directamente a una mayor longevidad y a una mayor supervivencia de la población general, ya que se ha comprobado que disminuye el riesgo de padecer la mayor parte de enfermedades”. De hecho, según los estudios, “el consumo moderado de café reduce un 14% el riesgo de muerte”. Como ejemplo, el Dr. Plaza se refirió a un reciente estudio de 2012 realizado a 400.000 personas de entre 50 y 71 años en el que precisamente se pone de manifiesto que el consumo de café está asociado a una menor mortalidad total y en concreto de mortalidad debida a la enfermedad cardiovascular. “No existe motivo para que un hipertenso bien controlado no pueda tomar café.

Elemento socializador y parte de una dieta equilibrada

“Incluir en nuestra alimentación de manera razonable e inteligente productos que aporten placer puede ayudar a conseguir una dieta equilibrada, ya que contribuirá a realizar un consumo más variado de alimentos”, afirma Gregorio Varela Moreiras, presidente de la Fundación Española de la Nutrición y Catedrático de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Así, como el consumo de café está muy ligado al placer, “puede convertirse en un elemento muy relacionado con el mantenimiento de una dieta equilibrada”.

Además del aspecto placentero del café, el profesor Varela Moreiras se refirió a su componente socializador. “Por primera vez se ha incluido la socialización en la base de la pirámide alimentaria de la dieta mediterránea”, y a su papel en la hidratación ya que “más del 98% del café es agua, lo que le convierte en una fuente importante de hidratación, siempre que el consumo sea moderado”.

Según el último informe estadístico sobre los Hábitos de Consumo de Café en España, publicado por la Federación Española del Café (FEC), el 63% de la población adulta mayor de 15 años suele tomar café de forma diaria y los consumidores beben 3,6 cafés diarios entre semana y 2,6 tazas al día durante los fines de semana.

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Medida de la presión arterial

Media correcta de la presión arterial

Se debe de tomar siempre la presión arterial (PA) en condiciones estandarizadas: se debe de haber guardado unos 30 minutos de reposo, haber vaciado la vejiga de la orina, no haber tomado café, estar sentado sin cruzar las piernas, tener el brazo dominante a la altura del corazón, hacer las dos tomas de presión separadas dos minutos y utilizar un manguito adecuado acorde con el perímetro del brazo (los manguitos de tamaño estándar son de 12 por 23 cm, pero si el perímetro del brazo es más grande se usan los manguitos de mayor tamaño). Si usamos manguitos cuyo tamaño sea más ancho vamos a obtener cifras de presión arterial más bajas, y si usamos manguitos más cortos o más sueltos encontraremos cifras de presión arterial más altas.

Dispositivos de medida

Se pueden usar los clásicos esfigmomanómetros de mercurio, pero a partir de las nuevas guías que se publicaron el año pasado (las guías británicas de HT) se recomienda que, además del esfigmomanómetro de mercurio, se usen aparatos automáticos y monitorización ambulatoria de la PA.

Alternativas a la PA clínica

Las alternativas son:

-AMPA: es la automedida de la PA (medidas que se realizan en el domicilio).

-MAPA: es la medida ambulatoria de la PA, que recoge medidas de las 24 horas del día.

-PA central: actualmente se están usando unos nuevos monitores de PA central que hacen un cálculo de la PA central a partir de la PA braquial y de la onda del pulso.

Pero lo fundamental es hacer un diagnóstico correcto de la PA.

Automedida de la PA (AMPA)

Son las lecturas de la PA fuera del consultorio, habitualmente en el domicilio del enfermo y por personas que no son profesionales sanitarios. Se recomiendan dispositivos de brazalete y no se recomiendan dispositivos auscultatorios (aneroides o de mercurio) salvo en circunstancias específicas.

El horario y número de medidas es un tema controvertido pero al menos deben hacerse un mínimo de cuatro días y se recomienda siete días de medidas domiciliarias. Nos sirve en la evaluación inicial, para evaluar los efectos del tratamiento, y en el seguimiento del paciente. Debemos hacer dos lecturas diarias por la mañana (antes del desayuno y de la toma del fármaco) y dos por la noche (antes de la cena). Las dos medidas en cada ocasión deben estar separadas por 1-2 minutos de diferencia.

Limitaciones de la AMPA domiciliaria

Como todos los métodos de medida tiene sus limitaciones:

-Entrenamiento del paciente.

-Dudas con número de medidas y valores de referencia.

-No informa de la relación de PA día/noche.

-Puede inducir a tomar decisiones al propio paciente y/o falsear resultados.

-Coste del aparato para el paciente.

Monitorización ambulatoria de la PA (MAPA)

Es la medición de los parámetros de la PA por medio de aparatos automáticos no invasivos durante un período de tiempo determinado (por lo general 24 horas). Los pacientes pueden llevar el monitor puesto y realizar sus actividades habituales. El registro está programado para determinar la PA: las tomas diurnas se realizan cada 20 minutos y las nocturnas cada 30 minutos.

Las lecturas se graban en un ordenador para su posterior análisis en la consulta. Se obtienen distintos resultados pero sobre todo nos vamos a fijar en los valores promedios del resumen de 24 horas (PA sistólica, diastólica y media), en los valores promedio del periodo de actividad, generalmente de 8 a 22 horas (salvo que trabaje por la noche) y en los valores promedio del periodo de descanso de 22 a 8 de la mañana. Además nos van a dar valores de la variabilidad (la desviación estándar de todas las medidas) y la diferencia entre el día y la noche.

El algoritmo de Pickering nos indica que cuando en la clínica obtenemos cifras de PA por encima de 140/90 estaría indicado hacer un AMPA. Las últimas guías británicas recomiendan realizar una MAPA o al menos un AMPA, es decir que ya no nos podemos conformar con la clásica medida de PA por el esfigmomanómetro de mercurio. Si las cifras de AMPA son mayores de 135/85 se confirma la HT y si están por debajo de 125 /76 lo consideramos un resultado normal y hacemos un seguimiento anual. Pero si las cifras son limítrofes entre 125-135 y 76-85 en estos casos hay que realizar una monitorización ambulatoria de la presión arterial.

Valores de PA que definen HTA según los tipos de media

Para la presión arterial clínica tomamos como medidas normales lo que esté por debajo de 140/90. Si usamos un aparato de MAPA las cifras de normalidad son 130/80 y si utilizamos un AMPA las cifras de normalidad se establecen en 135/85. Pero además en el aparato de MAPA que hace las medidas durante 24 horas obtenemos valores diurnos y nocturnos (actividad y descanso) y los valores normales se consideran en actividad 135/85 y en descenso inferiores a 120/70 .

La MAPA nos permite conocer el ritmo circadiano de la PA porque además de las cifras de PAS, PAD, PAM y FC, nos permite obtener el cociente entre el día y la noche. Normalmente tenemos la tensión más baja por la noche o en el periodo de descanso, en cifras entre 10-20% respecto a las diurnas. Si es menos del 20% al paciente se le llama dipper extremo, pero otras veces es no dipper (es decir no tiene el descenso nocturno), o es riser, son los pacientes que en el periodo de descanso tienen las cifras de presión arterial más elevadas. Esos pacientes tienen más riesgo cardiovascular.

Limitaciones de la MAPA

-Posible pérdida de datos por fallo del equipo o de cooperación.

-Puede interferir en el trabajo o en el sueño.

-Posible intolerancia por molestias, alergias, incluso síntomas de isquemia en el brazo.

-Coste de la técnica.

-Necesidad de mantenimiento del equipo y de entrenamiento del personal para manejarlo.

En los pacientes con fibrilación auricular, extrasístoles o taquiarritmias no se puede usar esta técnica porque el aparato falla. En ellos hay que usar la medida clásica. Otro caso es la negativa o cooperación insuficiente del sujeto.

Utilidades AMPA y MAPA

Ambas técnicas tienen utilidades en el diagnóstico y en el seguimiento del paciente, y en la investigación. Los dos métodos permiten diagnosticar la HT clínica aislada, de bata blanca, es decir los pacientes que tienen la PA alta en consulta pero normal fuera de la consulta. Pero hay un 5-10% que tiene lo que se llama HT enmascarada, y con las dos técnicas lo podemos diagnosticar, son los pacientes que teniendo la PA normal en consulta la tienen fuera de consulta alta.

También nos permite diagnosticar la HTA aislada nocturna, muy importante en el síndrome de apnea del sueño. Y además nos permite el seguimiento porque hay pacientes que cuando les tomamos la TA en consulta pueden estar mal controlados pero al hacerles una MAPA y un AMPA están bien controlados, son los pacientes seudorrefractarios, es decir que tienen una falsa HT refractaria. Además nos permite conocer el ritmo circadiano, si tiene el descenso normal nocturno o no, y se usa en investigación.

Los pacientes, según el método de medida, lo podemos clasificar de distinta forma. Por ejemplo, en la clínica un paciente pueden tener la PA normal pero la puede tener alta por MAPA o AMPA, es lo que se llama HT enmascarada. O puede tener la PA alta en la consulta pero normal en AMPA o MAPA.

Evaluación del riesgo cardiovascular

Se debe conocer el riesgo cardiovascular de la población adulta asintomática y sin historia clínica de enfermedad cardiovascular. Este conocimiento facilita la puesta en práctica de las medidas preventivas que señalan las guías (nivel de evidencia B).

Las sociedades americanas ACCF/ AHA recomiendan comenzar a medir el colesterol y la presión arterial a los 20 años, con una periodicidad posterior cada cinco años.

Métodos para el cálculo del riesgo cardiovascular o coronario

Hay distintos métodos y casi todos derivan de estudios prospectivos, del estudio Framingham y son cualitativos o cuantitativos.

Las tablas de Anderson, de Regicor y de Ricorna nos permiten el cálculo del riesgo de la mortalidad cardiovascular pero también tienen sus limitaciones:

-No se considera la duración de la exposición al factor de riesgo.

-No tiene en cuenta otros factores de riesgo CV.

-La sensibilidad (capacidad que tiene el instrumento para detectar casos de enfermedad en “10 años”) en el mejor de los casos es del 50%.

-Las ecuaciones se desarrollaron en poblaciones con distribución de los factores de riesgo y niveles de tratamiento farmacológico muy diferentes a los de ahora.

Clasificación para la estratificación de RCV

En las tablas de las sociedades europeas de HT y Cardiología según las cifras de PA, el número de factores de riesgo, de lesiones de órgano diana o de enfermedad cardiovascular o renal establecida el paciente tiene mayor o menor riesgo. (Y además equivalen a los estudios de Framingham y a las tablas europeas del SCORE).

Existen los modificadores de riesgo, que son circunstancias que indican un riesgo mayor al obtenido por la tabla. Por ejemplo, estas tablas no consideran el sedentarismo y obesidad, especialmente la obesidad central, que son factores que aumentan el riesgo; los antecedentes de enfermedad cardiovascular en familiares de primer grado; el nivel socioeconómico bajo; el riesgo en diabéticos comparados con no diabéticos; el HDL bajo o triglicéridos elevados; o personas asintomáticas con pruebas de arteriosclerosis preclínica (índice tobillo-brazo reducido o evidencias obtenidas mediante imagen).

Guías ESH/ESC 2007

Los factores de riesgo cardiovascular que se incluyen en las tablas europeas son:

-Valores de presión arterial sistólica y diastólica.

-Valores de presión de pulso.

-Edad: Varón por encima de 55 años y mujer por encima de 65 años.

-Tabaquismo.

-Colesterol.

-Glucosa plasmática en ayunas (102-125 mg/dl).

-Prueba de tolerancia a la glucosa alterada.

-Historia familiar de ECV precoz (varón antes de 55 años, mujer antes de 65 años).

-El síndrome metabólico, que incluye 3 o más de los siguientes criterios: obesidad central, hipertrigliceridemia, colesterol HDL disminuido, glucosa en ayunas alterada y PA>130/85 mm Hg.

-Presencia de diabetes: que se diagnostica por glucemia basal ≥ 126 mg/dl o postprandial > 198 mg/dl o por Hb glicosilada mayor de 6,5.

-Lesión de órgano diana: cuando las cifras elevadas de presión arterial están afectando determinados órganos.

Por ejemplo:

-Hipertrofia ventricular izquierda determinada por ECG o ecocardiograma.

-Demostración ecográfica de engrosamiento de la pared arterial (IMT carotídeo ≥ 0,9 mm) o placas de aterosclerosis.

-Velocidad onda de pulso carotideo femoral.

-Índice tobillo/brazo < 0,9. -Elevación ligera de la creatinina. -Disminución del filtrado glomerular estimado. -Microalbuminuria. Evaluación del daño en órganos diana. Aportaciones revisión 2009

Las guías europeas tuvieron una revisión en el 2009 y vinieron a explicar que había que tener en cuenta las alteraciones en el voltaje del ECG, la presión arterial central, la alteración de la función renal y las pruebas de imagen cerebral.

Además la HVI supone, sobre todo si es concéntrica, un riesgo superior al 20% de desarrollar mortalidad cardiovascular. Y también suponen más riesgo un grosor de la íntima media carotídea por encima de > 1,06 mm, la velocidad de la onda del pulso, los valores elevados de creatinina, el filtrado glomerular bajo, o la presencia de microalbuminuria.

Otros factores que aumentan el riesgo CV, un riesgo alto o muy alto se produce cuando:

-Presión arterial sistólica ≥ 180 mm Hg y/o diastólica ≥ 110 mm Hg.

-Presión arterial sistólica > 160 mm Hg con diastólica baja (< 70 mm Hg). -Diabetes mellitus. -Síndrome metabólico. -Más de 3 factores de riesgo cardiovasculares. -Uno o más de los siguientes lesiones subclínicas de órgano diana (HVI, aumento de la rigidez arterial, aumento moderado de la creatinina sérica, microalbuminuria, etc.). -Enfermedad cardiovascular o renal establecida. La tabla SCORE de riesgo cardiovascular está calibrada para la población española y se incluyen las siguientes variables: PA sistólica, colesterol y si son fumadores. El modelo SCORE calibrado para España produce riesgos superiores en un 13% al de la función SCORE de bajo riesgo debido principalmente a la mayor prevalencia de tabaquismo en España. Sin embargo, reconoce algunas situaciones nuevas no identificadas antes: mujeres no fumadoras de 64 años con una PAS 180 mm Hg y CT de 8 mmol/l (300 mg/dl) y mujeres fumadoras de 59 años con PAS 180 mm Hg y CT de 8 mmol/l (300 mg/dl). Pruebas complementarias

Las pruebas habituales son una bioquímica sencilla con iones, incluir perfil lipídico, filtrado glomerular y creatinina.

Las pruebas recomendadas son la automedida, fondo de ojo, índice tobillo-brazo y ecocardiograma. Y en algunos casos que trascienden del médico de familia y de la oficina de farmacia se pueden hacer pruebas de imagen y las pruebas para buscar HTA secundaria, es decir cuando hay una enfermedad como el hiperaldosteronismo, el aumento de catecolaminas o la estenosis de la arteria renal.

Debemos tener en cuenta el tema del gasto. Hay determinadas pruebas que son muy económicas como el ECG, el índice tobillo-brazo, el cálculo del filtrado glomerular y la microalbuminuria, que nos van a dar una información muy importante del paciente.

Directrices de elección del tratamiento (ESH/ESC 2007)

Lo primero es realizar un buen diagnóstico, medir bien la PA. Cuando el paciente tiene cifras muy elevadas de PA , incluso sin factores de riesgo, (>180/110) habría que iniciar el tratamiento farmacológico, o cuando las cifras no son tan elevadas pero hay factores de riesgo, lesión de órgano diana o enfermedad CV. En los otros casos debemos implementar las medidas higiénico-dietéticas: alimentación, ejercicio, etc. , que en realidad nos van a ayudar en todos los pacientes.

Las estrategias terapéuticas actualmente están en revisión, desde la guías europeas que se publicaron en 2007 (ahora vamos a ver las guías británicas del 2011) había distintas teorías. Algunos autores recomendaban empezar con monoterapia a dosis bajas, pero otros ya recomendaban empezar con dos fármacos a dosis bajas cuando tengamos que bajar la PA más de 20 mmHg, cuando el paciente tenga varios factores de riesgo o lesión de órgano diana.

Si el paciente sólo tiene una HT ligera y poco riesgo será suficiente con monoterapia que iremos tutelando a dosis bajas para ir aumentando la dosis si no hay control, incluso podemos sustituir el fármaco o bien combinar con otro fármaco, de manera que llegamos a combinar con 2-3 fármacos o en otros casos a monoterapia a dosis plena. Habitualmente la combinación de varios fármacos va a ser más beneficiosa porque los efectos secundarios al usarlos en dosis menores van a ser menos evidentes y además se van a complementar.

Después en la revisión del 2009 se recomendaba, cuando usamos terapia combinada, asociar un IECA con un calcio antagonista, un IECA con un ARA II, un diurético tiazídico con un IECA o con un ARA II, o incluso con un calcio antagonista. Al resto de fármacos, todos los grupos se pueden usar en el primer escalón, se les daba una importancia secundaria.

También depende de la situación clínica del paciente, hay que ver el perfil metabólico de los fármacos, es decir, hay que individualizar el tratamiento. Por ejemplo en la insuficiencia cardiaca serán los diuréticos, los betabloqueantes, los IECAs y ARA II, y los antialdosterónicos. En cambio en el ictus se usarán los calcio antagonistas. En el infarto y en cardiopatía isquémica, los betabloqueantes y después los IECAs o ARA II. En la fibrilación auricular los betabloqueantes o calcio antagonistas no dihidropiridínicos (verapamilo y diltiazem). Y en la arteriopatías periférica los calcio antagonistas, aunque en las nuevas guías incluyen cualquiera de los fármacos.

En diabéticos es importante usar fármacos del eje renina angiotensina, como IECAs y ARA II, igual que en el síndrome metabólico. En la HT sistólica aislada y en el anciano diuréticos y calcio antagonistas. Y los pacientes de etnia negra responden mejor a diuréticos y calcio antagonistas, porque su sistema renina angiotensina tiene menor predominio en las cifras de TA.

Cómo iniciar tratamiento. Guías europeas 2007 vs actualización 2009

Se puede iniciar con cualquiera de los cinco fármacos si los usamos en monoterapia. Pero además los betabloqueantes tienen efectos beneficiosos porque reducen la FC, de manera que nos ayudan en pacientes con IC o con fibrilación auricular.

Los diuréticos pueden tener efectos metabólicos adversos cuando se usan a dosis elevadas.

Respecto a los IECAs y ARA II no hay muchas diferencias entre ellos (simplemente el precio). Se recomienda primero usar IECAs (mayor evidencia y menor precio), pero si el paciente no lo tolera se usan los ARA II.

Los calcio antagonistas parece que ofrecen mayor protección en el ictus pero menor en la IC.

Objetivos de Control

El consenso establece llegar a cifras por debajo de 140/90 mmHg, pero en diabéticos hasta el año 2009 re comendaba menos de 130/80, en los ancianos menos de 140/90 , en la enfermedad renal menos de 125/70. Sin embargo la revisión de las guías europeas de 2009 demostró que ninguno de los estudios había llegado a esas cifras, con lo cual no se podía concluir que había que bajar tanto la PA.

Debemos recordar 140/90 y en ancianos podemos decir 150/90. Si bajamos demasiado la PA podemos producir una hipoperfusión de las arterias coronarias en diástole y los pacientes que tengan placas coronarias o IC pueden empeorar o incluso tener un evento cardiovascular. También podríamos pensar que entre 130-139 mmHg (PAS) y 80-85 mmHg (PAD) podemos obtener un poco más de ventajas. Y en los paciente diabéticos con enfermedad cardiovascular, es decir con muy alto riesgo CV, lo más cercana posible a 130/80 pero no por debajo.

Clasificación hipertensión Guía NICE 2011

Son guías sencillas que ayudan a los clínicos a tomar decisiones más fácilmente:

-Hipertensión estadio 1: PA de 140/90 mmHg o mayor y monitorización ambulatoria de presión arterial (MAPA) media diaria o monitorización domiciliaria (AMPA) media diaria de 135/85 mmHg o mayor.

-Hipertensión estadio 2: PA de 160/100 mmHg o mayor y media diaria de MAPA O AMPA de 150/95 mmHg o mayor.

-Hipertensión severa: PA sistólica de 180 mmHg o mayor, o diastólica de 110 mmHg o mayor.

Estas guías aconsejan si el paciente tiene menos de 55 años comenzar a tratar con un IECA o ARA II y si tiene 55 o más años o es de etnia africana o caribeño con calcio antagonistas. Si pasamos al nivel 2, es decir los que con un solo fármaco no controlamos, asociar un fármaco EICA o ARA II más un calcio antagonista, pero si este último presenta efectos secundarios podemos plantearnos usar un diurético. Y si no conseguimos control con dos fármacos añadir un tercero, que sería un diurético, similar a tiazídicos. Y si pasamos al nivel 4 de tratamiento se puede añadir un betabloqueante o diuréticos del tipo espironolactona, es decir diuréticos antialdosterónicos. Y considerar alfa o betabloqueantes si en el tercer escalón no se tolera el diurético.

Incumplimiento terapéutico

La prevalencia del incumplimiento terapéutico en la HTA, según los diferentes estudios oscila entre el 7,1 y el 66,2 %. La medición del cumplimiento no es fácil, ni es exacta.

Los métodos de medida del incumplimiento pueden ser directos e indirectos. Los directos son los que toman muestran biológicas en sangre u orina y ven si el metabolito del fármaco está presente. Y los indirectos serían contar comprimidos o utilizar MEMS, dispositivos electrónicos que permiten saber si el paciente ha sacado la pastilla de su envoltorio.

Las causas más frecuentes de incumplimiento son los olvidos, el desconocimiento, el miedo a presentar efectos secundarios, el horario que dificulta su toma, el abandono por mejoría clínica aparente y el abandono parcial por múltiples dosis medicación.

El método indirecto basado en el recuento de comprimidos es el método reconocido de certeza por todos los autores y está validado. Este método es sencillo y objetivo. Compara el número de comprimidos que quedan en el envase, teniendo en cuenta los prescritos y el tiempo transcurrido entre la prescripción y el recuento.

Se considera cumplidor al paciente cuyo porcentaje de cumplimiento en el global de su tratamiento estaba entre el 80 y el 110%.

Otro método validado para obtener el recuento de comprimidos es utilizar MEMS (Monitoring Events Medication Systems), se trata de monitores electrónicos que se descargan a un software y permiten ver si el paciente ha sacado el fármaco del envoltorio.

Para el tema del cumplimento se utiliza el test de Haynes-Sacke en el que se le pregunta al paciente. ¿ ha tomado el tratamiento? ¿Se considera cumplidor? Si contesta que no se considera incumplidor, pero si dice que es cumplidor puede ocurrir que tenga la PA controlada (de manera que es un buen cumplidor), o bien que no la tenga controlada, entonces hay que hacer el recuento de comprimidos. Este test está validado.

Inercia terapéutica en hipertensión

No siempre el mal control del paciente es porque el fármaco no sea el adecuado o porque sea incumplidor, a veces el culpable es el profesional que no ha dado las indicaciones correctas.

En el año 2006 en un Documento de Consenso se decía que “optimizar el tratamiento implica necesariamente modificar la inercia clínica; para ello los profesionales deberían actuar conforme recomiendan las Guías” cuando el paciente no está controlado.

Las posibles soluciones al inadecuado control de la PA son:

-Mejorar la metodología habitual en la medida de la presión arterial.

-Mejorar el cumplimiento terapéutico.

-Clarificar el objetivo terapéutico.

-Modificar la conducta conservadora de los médicos (inercia clínica).

En un estudio del 2005 veíamos como los médicos españoles solamente cambiamos el tratamiento al 20% de los pacientes mal controlados y lo que se hacía en esos casos era sustituirlo. En otro estudio del 2008 se cambiaba el tratamiento a uno de cada tres pacientes no controlados, y en este caso lo que se hacía era asociar un fármaco.

En el estudio Control-Project se veían las causas de inadecuado control según la opinión de los médicos, y sobre todo era por bajo cumplimiento de estilos de vida, del tratamiento, por ineficacia del fármaco, interacciones, efectos adversos. pero no pensábamos en nosotros mismos.

Los factores asociados a la inercia pueden depender del médico, y en este caso la inercia disminuye cuando se hace más formación; o por factores dependientes de la consulta, el tener un mayor porcentaje de pacientes diabéticos e hipertensos mejoraba la inercia clínica; pero también puede haber factores dependientes del paciente. Los pacientes con más edad o que son diabéticos, en opinión del médico con una buena adherencia al tratamiento aumentan la inercia. El médico es más conservador con esos pacientes más mayores.

Y la inercia no sólo se producía en los médicos de familia, sino también en especialistas de Medicina interna. También era una causa de inercia la pluripatología, que el paciente tenga una mala calidad de vida, una baja funcionalidad, que esté polimedicado o que no tenga adherencia al tratamiento.

Los profesionales debemos ante todo individualizar el tratamiento y reconocer el riesgo de inercia.

Las posibles soluciones a la inercia son:

-Formación en patologías crónicas (Pre-grado, Postgrado y Formación Médica Continuada).

-Recordatorios en las historia clínicas.

-Interacción con expertos.

-“Auto-evaluaciones” (self-audit).

-Educar – motivar a los pacientes y familiares.

-Y trabajar por objetivos de salud.