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Alergias e intolerancias

Alergias vs intolerancias alimentarias ¿Cómo tratarlas?

 

alergias

Son muchas y cada vez las personas que deciden dejar de consumir ciertos alimentos porque creen ser alérgicos a ellos, cuando en realidad, se trata de una intolerancia alimentaria.

A menudo los términos alergia e intolerancia se confunden y se usan indistintamente para denominar las reacciones que sufre nuestro organismo, así que conocer sus diferencias es importantísimo para poder tratarlas correctamente.

Una alergia alimentaria es una respuesta del sistema inmunológico causada erróneamente por el organismo. El cuerpo no reconoce el alimento como tal y lo considera una amenaza, es decir, piensa que ha entrado algo malo en su interior, por lo que decide defenderse. Genera anticuerpos específicos contra él (las llamadas IgE). La siguiente vez que comemos este alimento, los anticuerpos liberan una serie de sustancias químicas para protegerse (entre las que destaca la histamina), que a los pocos minutos de la ingesta causan los principales síntomas alérgicos: picor, enrojecimiento o ronchas, náuseas, vómitos y/o dolor abdominal, sensación de ahogo e hinchazón en la garganta, palpitaciones, debilidad…. pudiendo llegar en pocas horas a un xoc anafiláctico y la muerte (en los casos más graves) si no hay intervención hospitalaria.

En cambio, en una intolerancia alimentaria no existe una reacción del sistema inmunitario. La intolerancia se debe principalmente a la falta de enzimas digestivos (sustancias que se encuentran en el intestino y se encargan de romper los alimentos en moléculas más pequeñas para que puedan ser absorbidas). Estas alteraciones, normalmente genéticas u originadas por enfermedades gastrointestinales crónicas, determinados tratamientos fármacos o incluso estrés, provocan molestias gástricas como: flatulencia, gases, hinchazón abdominal, diarrea… pero nunca causarán anafilaxia ni muerte.

CÓMO TRATAR LAS ALERGIAS E INTOLERANCIAS ALIMENTARIAS

1er PASO: Diagnóstico

En los últimos años se ha incrementado el número de personas que se autodiagnostican algún tipo de alergia y/o intolerancia alimentaria. De forma voluntaria, éstas optan por eliminar esos “alimentos alérgenos” de su alimentación sin ser conscientes de que están poniendo en riego su salud.

Restringir alimentos tan básicos como los cereales (por su contenido en gluten) o la leche (por la lactosa) pueden causar deficiencias en el consumo de nutrientes fundamentales y desequilibrios innecesarios en la alimentación.

Por ello, es imprescindible consultar con un especialista alergólogo y no recurrir a los famosos test sanguíneos de intolerancia alimentaria que inundan el mercado actual. Además de ser costoso, resultan poco fiables. No existen todavía suficientes pruebas científicas que avalen que estos tests puedan diagnosticar correctamente una intolerancia alimentaria. Es más, empeoran la situación, ya que sus resultados derivan a la realización de dietas restrictivas y sin ningún tipo de fundamento nutricional en lugar de tratar las intolerancias asociadas.

2º PASO: Tratamiento

A pesar de que cualquier alimento es susceptible de causar alergia, los alimentos más consumidos en cada país son, por lo general, los más frecuentes. En España, destacan, la leche, el huevo (clara), los pescados y mariscos (y el anisakis), algunas frutas rosáceas (melocotón, fresa, kiwi…) y los frutos secos (nuez y cacahuete principalmente). En cuento a las intolerancias, la lactosa es la más frecuente, aunque la celiaquía y la sensibilidad al gluten va in crescendo.

Una vez conocido el/los alimentos responsables de la alergia alimentaria, su tratamiento no solo consiste en eliminar éste/os de la dieta, sino que hay que sustituirlo por otro/s de la misma calidad nutricional.

Por ejemplo, en el caso de una alergia a la proteína de la leche, debemos valorar los nutrientes que nos aporta la leche. Principalmente son, además de las proteínas, el calcio y la vitamina D. Por lo que, el mejor sustituto será aquél que nos aporte estos nutrientes. Las bebidas vegetales (arroz, avena, soja…), siempre y cuando están enriquecidas en calcio y vitamina D serán la mejor opción.

3er PASO: Prevención

El etiquetado de los alimentos es nuestro mejor aliado. Actualmente, todos los alimentos envasados del mercado cuentan con un riguroso etiquetado dónde aparece la lista de ingredientes. Ésta indica los posibles ingredientes o sustancias que pueden causar alergias e intolerancias de forma más destaca (normalmente en negrita u otro color) a la del resto de ingredientes. Leer dicha información resulta fundamental para evitar una reacción adversa.

Los aditivos alimentarios, sobre todo los colorantes, edulcorantes y conservantes (los sulfitos, presentes en comidas precocidas y la mayoría de alimentos procesados) también están relacionados con distintos tipos de alergias. Por lo que, la mejor recomendación es sin duda, realizar una alimentación basada en alimentos frescos y de temporada que nos asegure una óptimas propiedades nutricionales y organolépticas. Y además, siempre que podamos, utilizar productos de proximidad que nos ayude a contribuir y hacer mundo más sostenible.

Aunque tenemos mucho camino por recorrer, la prevención de las alergias alimentarias debe empezar desde la infancia. La lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y la introducción retardada de los alimentos: gluten, huevos, pescado, frutos secos…, son buenas estrategias para potenciar el sistema inmunitario y evitar las alergias e intolerancias alimentarias futuras.

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CEREBRO E INTESTINO. Aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos (Parte III)

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María Pérez Esteban/ Mayo 2016

El siguiente artículo habla de los aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos. La manera de enfocar nuestra vida, la conducta, los pensamientos y emociones repercute en nuestra salud, especialmente en lo considerado para muchos nuestro “segundo cerebro”. Hay una estrecha relación entre nuestro aparato digestivo y nuestra mente, que va desde la parte fisiológica con el nervio vago como hilo conductor entre nuestro cerebro y nuestro intestino hasta el asombroso parecido estructural entre un proceso y otro. Es necesaria una colaboración entre los profesionales de la medicina y de la psicología con el objetivo de ayudar a los pacientes en la mejoría y/o curación de estas patologías. Lo que no podemos ignorar por más tiempo es que no solo somos  un conjunto de órganos con una fisiología particular; somos seres racionales y sobre todo somos seres emocionales, todo se relaciona y se influye. Es necesario por tanto atender otros aspectos de la vida del paciente para llevar a cabo los tratamientos más adecuados para que tengan una vida más sana y plena.

Palabras clave: Cerebro, Intestino, nervio vago, digestión, expulsión, hambre emocional, emociones básicas, niveles de intervención, áreas vitales, dietas, intolerancias alimentarias, colaboración profesional.

UNA VISIÓN COMPLETA: CINCO ÁREAS VITALES Y NIVELES DE

INTERVENCIÓN

PARTE 3

En mi trabajo a parte de acompañar terapéuticamente a la persona que viene a consulta, trato de observar cualquier detalle que parece insignificante, porque a veces esos detalles insignificantes construyen granito a granito el verdadero significado de la problemática de una persona.

A continuación menciono brevemente dos herramientas nucleares que guían mi trabajo terapéutico para que doctores, profesionales y cualquier persona, tengan presentes a la hora de diagnosticar, tratar o simplemente comprender mejor un problema digestivo de origen dudoso o desconocido.

El ESQUEMA DE LAS CINCO ÁREAS VITALES

Todas son importantes y todas hay que tenerlas en cuenta, tanto por su ausencia como por su presencia en la vida diaria de una persona. Cómo se relaciona en cada una de ellas, cómo se siente y el tiempo que dedica en su vida dice mucho de la persona, porque al final lo único que tenemos es nuestro tiempo, somos seres temporales, aunque en nuestra sociedad nos anestesiemos del mil maneras para olvidar lo inolvidable, que desde que venimos al mundo la única certeza es que nos iremos algún día.

Las cinco áreas vitales son:

Área Familia De Origen: entra la información referente a esta área. Si viven los padres, si están separados, son dependientes de la persona, sus hermanos, la relación con ellos, con sus familias políticas, algún pariente significativo que haya marcado su vida.

Área Familia Formada: si tiene hijos, si vive con alguna mascota o solo/a.

Área De Pareja: información de todo lo relacionado con la pareja, estado civil, el lugar que ocupa en la relación, cómo deja que le trate su pareja, como han sido sus relaciones anteriores y si hay algún patrón que se repite.

Área Profesional: todo lo que tiene que ver con el trabajo, cuál es y cómo se desarrolla la ocupación profesional. ¿Es su vocación? ¿Es lo que estudió? Cómo le tratan en el trabajo, cuanto tiempo dedica. Una persona que tenga una úlcera de estómago y no pueda desconectar de su portátil ni en casa o en vacaciones, es muy complicado que el tratamiento para esa úlcera pueda ser efectivo.

Área Ocio/Tiempo Libre: aquí incluimos la relación con los amigos, los hobbies que tiene, si se pone en peligro, si hay actividades de riesgo, si usa su ocio para trabajar o cuidar a alguien. Área Personal: habría una parte sobre la que en principio no tenemos poder para interferir en la que nos encontramos con todas las funciones fisiológicas de nuestro cuerpo: digestión, respiración…etc. Y otra parte que se refiere más a nuestra intimidad: todo lo que hacemos por y para nosotros. Cómo te ves, cómo te sientes actualmente, hacia dónde te diriges, hacia dónde te quieres dirigir. Una parte del área personal está incluida en las otras, cómo me trato en mi trabajo, cómo me protejo ante los riesgos, si practico deporte para cuidar mi salud, cómo me cuido en mis relaciones familiares, de pareja o de amigos.

Algunas personas acuden a terapia por ejemplo por un tema de estrés laboral y no hemos acabado la primera sesión cuando aflora un conflicto profundo con la familia.

Tuve un paciente que vino derivado de la medicina, porque en la diarrea aguda simple que sufría no se encontraba ninguna causa vírica o de cambio en la dieta y además tenía mucho estrés laboral. En seguida afloró un tema de ansiedad y mucho miedo a la hora de gestionar los problemas que tenía para tener nuevas relaciones de pareja a raíz de haber sufrido una experiencia traumática con una relación pasada; aunque esto fue lo nuclear, esa ansiedad y miedo afectaban también a las otras áreas de su vida.

No se puede atender un área sin “mirar a la cara a las otras”, todas están relacionadas y confluyen por el mismo río que somos nosotros.

Aunque a veces desviemos la mirada de los problemas realmente importantes, aunque a veces nos ignoremos a nosotros mismos, es importante darse cuenta que nuestra enorme capacidad de aguantar y sobrevivir es un arma de doble filo, gracias a ella somos lo que somos, pero por ella nos convertimos en lo que somos. No podemos permitirnos nunca llegar al límite. Al final el esfuerzo de nada sirve si cuando llego a la meta no puedo disfrutar del premio.

La otra herramienta para planificar la intervención es:

ESQUEMA DE LOS CINCO NIVELES:

Si nos imaginamos a las personas como un iceberg, metáfora muy popular últimamente en psicología, cuya película sobre un barco es responsable de que ante la palabra: Iceberg me venga a la cabeza Leonardo Di Caprio pasando mucho frío, mucho amor y unos violines de fondo. La punta del iceberg lo único que vemos, sería el primer nivel: la conducta, sucesivamente iré mencionando el nivel que le sigue por debajo.

Tiene que haber coherencia entre los niveles y congruencia entre todos, la falta de coherencia no se sostiene durante mucho tiempo y al final se acaban adaptando unos niveles a otros para conseguir el equilibrio en la estructura.

En todos los niveles menos el último interviene de manera directa la psicoterapia.

La conducta: qué hace o no hace la persona, cómo habla, con quién. Aquí interviene también la medicina al poner tratamientos, realizar pruebas, operaciones, recomendar patrones de conducta o hábitos.

Por ejemplo: Quedarse a trabajar más, no descansar para comer, no actuar frente a una situación injusta, no salir de casa para no relacionarse, darse un atracón por la noche de comida,  no comer, hacer dietas, son algunos ejemplos reales de conductas relacionadas con los trastornos.

Pensamiento Social: es lo que tenemos a nivel consciente sobre la propia vida, las relaciones, el mundo. Algunos ejemplos de pensamientos sociales: “es que si no lo hago me siento culpable”, “no me gustan los conflictos”, “me da miedo la reacción de…”, “si estoy así de gordo/a no encontraré pareja”, “no soy interesante”, “ya pararé el ritmo de trabajo pero de momento no puedo dejar este asunto”, “que me quiten lo que tengo (pero yo no tengo que hacer nada, no?)”, “no tengo fuerza de voluntad para…y total ¿para qué?”, “Me paso un poco pero luego me tomo la pastilla”.

Pensamiento Profundo: es lo que tenemos a nivel no consciente, donde se encuentran los prejuicios, los ideales, las fantasías, el guión de vida enunciado por Eric Berne, o los mandatos; aquellos mensajes limitadores que vamos introyectando desde que somos pequeños como si fueran nuestros pero que en realidad vienen del entorno, de nuestra familia, de nuestra cultura y que en los momentos en que aparecieron no teníamos la capacidad de cuestionarlos ni de defendernos frente a ellos.

En el pensamiento profundo empiezan a aparecer elementos importantes que conforman la psicopatología de los pacientes. Son mensajes inconscientes recibidos del entorno del tipo: No

lo logres, No hagas, No decidas, No estés bien, Esfuérzate, Se perfecto, Se fuerte, Date prisa, Complace…etc. Todos hemos recibido una variedad de ellos o a veces lo hemos imaginado, y por cada uno de ellos tomamos decisiones de forma no consciente. Son estas decisiones tempranas, lo que determina el tipo de autolimitación que adoptamos. Si a una persona de pequeña se le dieron mensajes del tipo “Se Perfecto” tendrá por un lado un nivel de autoexigencia muy grande y por otro dará gran importancia a la imagen que proyecta sobre los demás, las notas, los rankings, sus relaciones con los demás, ya que la perfección o imperfección se mide comparándonos con otros. El problema es que ese tipo de personas tienen un filtro de la realidad particular donde “nunca es suficiente” o “sigo siendo imperfecto,” suelen ser los caballos de carreras que tiran de él/ella hacía una meta inalcanzable. Otra persona que haya recibido de su entorno mandatos del tipo “complace”, tendrá muchas dificultades para imponerse, mucho miedo a los conflictos y se sentirá muy culpable de ir en contra de los deseos de su círculo íntimo.

Nuestra identidad es el resultado de la forma en que hemos estructurado nuestra personalidad.

Emociones Básicas: están a un nivel consciente, son las que sentimos en el día a día. Aunque hay personas que sufren de Alexitimia, es decir, la incapacidad para identificar y describir verbalmente las emociones y sentimientos de uno mismo y de los demás, en circunstancias normales todos sabemos, o deberíamos saber por nuestro bien, cuando estamos tristes, con rabia, alegres…etc. Algunos ejemplos de cómo las emociones están conectadas a nuestro aparato digestivo lo encontramos cuando la persona tiene determinadas conductas o pensamientos del tipo: no tengo ganas de nada, he perdido el apetito, cuando alguien decide no salir de su casa para no relacionarse y comer compulsivamente, encontramos entre otras emociones la tristeza de fondo. La rabia aparece mucho en problemas de úlcera o ardor de estómago, en situaciones conflictivas que no se resuelven a corto plazo nuestro sistema simpático esta continuamente activo a través de la adrenalina, ella hace su función correcta preparándonos para el ataque, el problema es que si no hay combate y la situación está igual que al inicio nuestro sistema seguirá activo hasta que nosotros demos la orden de que la batalla se acabó; el problema se agudiza cuando la batalla es diaria y ahora además nuestra bomba ácida ya esta descontrolada para “echar mas leña al fuego”.

Tuve una paciente que había sufrido la muerte inesperada de su marido y apenas había exteriorizado ninguna conducta de dolor, presentaba Alexitimia. Entre otros problemas de salud tenía un estreñimiento que había pasado de puntual a frecuente, para volverse crónico, esto repercutía en su vida diaria hasta límites de generarla una gran angustia y preocupación. Hay muchos factores que están relacionados en el estreñimiento, no solo dietéticos o emocionales, este problema de salud no nos lo tomamos demasiado en serio en la sanidad y las consecuencias psicológicas son muy graves, las personas además que lo sufren se sienten bastante desprotegidas y lo tienen que asumir prácticamente en soledad porque no reciben la atención e importancia que merecen de su entorno. Esta paciente había tenido otros eventos dramáticos posteriores, sin embargo en todos actuaba de la misma manera, seguía hacía adelante como si no hubiera pasado nada, apenas pedía ayuda y no exteriorizaba sus miedos o preocupaciones. El bloqueo era cada vez mayor y no sólo me refiero al de sus desechos sino al emocional, tenía muchas dificultades para sacar a la luz todo aquello que la hacía sufrir o preocupaba, había un miedo de que si lo hacía se iba a sentir peor o que no podría parar, este miedo es muy común pero en realidad es una fantasía; no es cierto que cuando paremos nos volveremos locos y nos pondremos a llorar para siempre. Cuando paramos descargamos la cantidad suficiente en ese momento y quizás quede mucho dentro, pero como decía uno de mis maestros Pepe Zurita lo que sale ya no vuelve a entrar. Sin embargo esta paciente no expulsaba nada, solo retenía y acumulaba. Abandonó al poco tiempo la terapia. Todos los ejemplos que pongo son frases reales sacadas de mi experiencia profesional, a continuación pongo la frase y la emoción experimentada por la persona “Tengo mariposas en el estómago”: Alegría; “Me lo estoy comiendo con patatas”: Rabia; “Esto no hay quien se lo trague”: Asco y Rabia; “No puedo decírselo me montaría un número…”: Miedo; “No me apetece hacer nada”: Tristeza.

Emociones Profundas: son aquellas que no estarían en el plano de nuestra consciencia. A nivel no consciente existen dos miedos existenciales que son el origen de muchas psicopatologías: Miedo a la invasión: desde que somos bebes nos han vestido, tocado, pinchado, alimentado, bañado, sometido a reglas etc. sin que nosotros pudiéramos hacer o impedir nada, obviamente esto ha permitido nuestro desarrollo aunque hay otra parte de nosotros que ha sido tan invadida,  que en ocasiones hemos experimentado miedo ante esa invasión a la que no podíamos poner límites  Este miedo no superado se refleja en personas que no se pueden comprometer, que les cuesta tener amistades profundas o duraderas, otras que a pesar de tener una relación de pareja viven su vida como si fueran solteros.

El otro es el Miedo al abandono: el origen es el mismo que el miedo a la invasión; nuestra gran inmadurez al nacer, esto hace que seamos totalmente dependientes del otro y tras explicar anteriormente nuestro sistema de apego, el miedo a la exclusión social, a quedarnos solos, a que familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. dejen de relacionarse con nosotros es el mayor miedo existencial que puede experimentar el ser humano.

Sin embargo me entristecería reflejar que solo nos movemos por miedo, como un Parchís donde nuestros movimientos solo se dirigen en función del miedo que tengamos hacia un color u otro. Existe algo que es más fuerte que el miedo y que es el arma original y final para combatirlo, es además el motor de nuestro crecimiento personal y de nuestras batallas frente a este poderoso contrincante y es: el amor. Gracias a este impulso innato de buscar al otro, podemos combatir con todas las dificultades que encontremos en el camino.

Llegando al fondo de nuestro iceberg tendríamos la Espiritualidad que incluye los contenidos más profundos del ser humano referente al mundo espiritual y aquí no interviene directamente ni la psicología ni la medicina.

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CEREBRO E INTESTINO: Aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos (Parte II)

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María Pérez Esteban/ Mayo 2016

El siguiente artículo habla de los aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos. La manera de enfocar nuestra vida, la conducta, los pensamientos y emociones repercute en nuestra salud, especialmente en lo considerado para muchos nuestro “segundo cerebro”. Hay una estrecha relación entre nuestro aparato digestivo y nuestra mente, que va desde la parte fisiológica con el nervio vago como hilo conductor entre nuestro cerebro y nuestro intestino hasta el asombroso parecido estructural entre un proceso y otro. Es necesaria una colaboración entre los profesionales de la medicina y de la psicología con el objetivo de ayudar a los pacientes en la mejoría y/o curación de estas patologías. Lo que no podemos ignorar por más tiempo es que no solo somos  un conjunto de órganos con una fisiología particular; somos seres racionales y sobre todo somos seres emocionales, todo se relaciona y se influye. Es necesario por tanto atender otros aspectos de la vida del paciente para llevar a cabo los tratamientos más adecuados para que tengan una vida más sana y plena.

Palabras clave: Cerebro, Intestino, nervio vago, digestión, expulsión, hambre emocional, emociones básicas, niveles de intervención, áreas vitales, dietas, intolerancias alimentarias, colaboración profesional.

SEGUNDO CEREBRO Y LAS EMOCIONES

PARTE 2

Hace un par de años en un popular programa televisivo sobre encuentros familiares o de personas que habían estado separadas durante años por diversas circunstancias, al conocido portero Iker Casillas se le vendaron los ojos y se le sometió a la prueba de comer tres tipos de rosquillas, el reto era averiguar cuales eran de su abuela y cuales no. Esta prueba venía porque Iker afirmaba que las rosquillas de su abuela eran las mejores que había comido. Superó la prueba, es decir, averiguó cuales eran de su abuela y cuales no. ¿Es posible que un alimento compuesto de: harina, huevo, levadura, aceite, azúcar y esencia de limón, la abuela de Iker los mezcle de tal manera, para dejar una huella imborrable en su cerebro o hay más factores que la mera composición de nutrientes?

Nos encontramos en el intestino con alrededor de 100 millones de neuronas, más que las que contiene la médula espinal. Esta multitud de neuronas en el sistema nervioso entérico nos permite sentir el mundo interior de nuestro intestino y su contenido. Gran parte de este arsenal neuronal se pone de manifiesto en la elaborada rutina diaria de la digestión; descomponer los alimentos, absorber nutrientes y expulsar los desechos requiere de procesos químicos, mecánicos y rítmicas contracciones musculares que mueven todo hasta el final. Por lo tanto, equipado con sus propios reflejos y sentidos, el segundo cerebro puede controlar el comportamiento de los intestinos independientemente del cerebro, explica Michael Gershon jefe del departamento de Anatomía y Biología celular en el Centro Médico de la universidad de Columbia en Nueva York, experto en el naciente campo de la neurogastroenterología y autor del libro The Second Brain ( HarperCollins, 1998). Gershon dice “The brain in the head doesn’t need to get its hands dirty with the messy business of digestion, which is delegated to the brain in the gut,” (nuestro cerebro no necesita ensuciarse las manos con el embrollado asunto de la digestión, el cual es delegado al cerebro del intestino.)

Desde el intestino además se produce al 95% de la actividad de la serotonina, sustancia que trabaja como neurotransmisor en la inhibición de: la ira, la agresión, la temperatura corporal, el humor, el sueño, el vómito y el apetito, y es responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo (sus distintos niveles en nuestro organismo están relacionados con la depresión).

Aquí se produce también más del 50% de la actividad de la dopamina: neurotransmisor que entre sus funciones regula los niveles de placer en nuestro cerebro. Su secreción se da durante situaciones agradables y nos estimula a buscar aquella actividad u ocupación agradable. Esto significa que la comida, el sexo, y varias drogas, son también estimulantes de la secreción de la dopamina en el cerebro en determinadas áreas tales como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal.

Con esta implicación del sistema opiáceo durante la ingesta los alimentos que componen un atracón, lo que llamamos el “Hambre emocional”, pueden tener un efecto psicoactivo de la serotonina y de la dopamina, de manera que comer puede generar una adicción o conducta patológica: el acto de comer en sí mismo es un ansiolítico natural. En este contexto hablamos especialmente de los Carbohidratos simples refinados (bollería industrial, patatas fritas…etc ), nadie cura la ansiedad metiéndose un atracón de acelgas hervidas; esto es meterme más en el campo de los Trastornos de la Conducta Alimentaria pero que también desencadenan trastornos digestivos y están relacionados con la parte emocional en el acto de comer. Se dan una serie de factores que pueden predisponer a una relación con la comida adictiva o patológica como baja autoestima, necesidad de gratificación inmediata y de relaciones nuevas, baja tolerancia a la frustración, descontrol de impulsos, agresividad, dificultades para afrontar conflictos, tendencia a la evitación de situaciones críticas, incapacidad para pedir ayuda o dificultades de adaptación a la vida cotidiana (responsabilidades familiares, laborales) y/o rellenar vacíos existenciales comiendo.

No es por ello sorprendente que hay muchos trastornos como la ansiedad, la depresión o el autismo que tienen manifestaciones intestinales específicas, y a la inversa, nos encontramos con determinados trastornos intestinales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa en las cuales se presenta con mayor frecuencia en la población trastornos psicológicos como la alexitimia, perfeccionismo, elevado neuroticismo, ansiedad y depresión.

Emeran Mayer. Profesor de Psiquiatría, Fisiología y Ciencias del comportamiento en la David Geffen School of Medicine at the University of California, Los Angeles (U.C.L.A.) dice que: Gran parte de nuestras emociones están probablemente influenciadas por los nervios de nuestros intestinos. El sistema es demasiado complicado para haberse desarrollado simplemente para asegurarse de que “las cosas” se muevan al colon.

Esta afirmación me lleva inevitablemente a hablar de las emociones. Les recuerdo a los lectores que aunque tengo formaciones en diferentes campos y escuelas psicológicas, y las que tendré puesto que me considero la “estudiante eterna”, mi escuela de base a la hora de trabajar en terapia es la psicoterapia humanista integrativa, donde uno de los principales objetivos es el trabajo profundo de las emociones.

Todas son importantes y todas juegan un papel crucial a lo largo de nuestras vidas, sin olvidar que tienen un componente puramente biológico y adaptativo. El origen de los mecanismos emocionales es, filogenéticamente, muy antiguo. Los seres vivos necesitamos continuamente tomar decisiones para reaccionar de manera adecuada a un entorno que cambia constantemente. En el caso del hombre, al tener una corteza prefrontal muy desarrollada, la situación se vuelve mas compleja, porque nuestra gran capacidad cognitiva con respecto al resto de las especies crea una situación donde las emociones no son las únicas protagonistas en la toma de decisiones, pero siempre están y aparecen. Esto es lo que nos interesa aquí; las consecuencias negativas de no gestionarlas adecuadamente, cómo repercuten en nuestra salud cuando no las tenemos en cuenta o si la emoción que mostramos no corresponde a la que en realidad tenemos, lo que en psicología llamamos los rackets ; por ejemplo culturalmente a los hombres se les ha educado para sacar rabia y bloquear la tristeza, a veces aunque estén experimentando tristeza dan un puñetazo sobre la mesa porque socialmente para ellos es lo más aceptado. En las mujeres al revés, hemos sido educadas para sacar tristeza y bloquear la rabia, en ocasiones las mujeres lloramos aunque en realidad estamos con mucha rabia y lo que necesitamos es dar una patada, “pareces un marimacho” o “los hombres no lloran” son ejemplos de los mensajes que desde niños van formando el “padre crítico” dentro de nosotros a nivel inconsciente y configuran en adultos determinados comportamientos no sanos, pero que nos sirven para adaptarnos mejor a nuestro entorno.

Esa “energía producida por la emoción” tiene que salir de una manera adecuada porque sino la acumularemos en alguna parte enquistándola, o sacándola en otra situación totalmente inadecuada, o por último a través del cuerpo; las conocidas enfermedades de origen psicosomático, pero desaparecer no va a desparecer.

Lo que no podemos ignorar por más tiempo, es que somos seres emocionales, no solo cognitivos. Las emociones surgen y van a surgir toda la vida porque nuestros cerebros se encuentran preparados para reaccionar siempre con una respuesta emocional ante la presencia de los estímulos ambientales y/o de nuestros propios pensamientos.

Recordaremos brevemente cual es la misión biológica de nuestras emociones básicas:

MIEDO: nos alerta de una situación de peligro, ante el miedo hay tres formas de actuar: enfrentamiento, huida, y pasividad o frozen (congelamiento), las tres son importantes, la clave es elegir la adecuada según las circunstancias. Lo inadecuado por ejemplo sería actuar siempre con la misma respuesta, esto lo menciono porque de aquí surgen patologías cuando la persona ante el miedo siempre actúa de la misma manera: huyendo, enfrentándose o quedándose parada.

RABIA: aparece en una situación ambiental que percibimos como amenazante y en la cual hemos descartado la huida o la pasividad y nos preparamos por lo tanto para el enfrentamiento físico del ataque. Hay que tener mucho cuidado si ante una situación conflictiva no encontramos una solución a corto plazo, ya que esta emoción puede hacerse crónica y agravarse transformándose en rencor, cuyas consecuencias son muy negativas para nuestra salud física y mental. La rabia es legítima y necesaria, lo que hay que aprender es a sacarla de una manera sana de modo que no nos hagamos daño a nosotros ni a los demás.

ASCO: nos sirve para evitar riesgos al entrar en contacto con sustancias potencialmente dañinas para la salud. Esta emoción es especialmente importante con los alimentos que ingerimos, nos alerta de aquellos que pueden estar en mal estado, también nos alerta al contacto corporal con todo tipo de materiales que nos resultan repugnantes y pueden entrañar un riesgo de contagio o de suciedad.  La tendencia innata es mantenernos limpios y alejados de los materiales sospechosos.

ALEGRÍA: nos impulsa a explorar el entorno para encontrar fuentes de estimulación. Forma parte de nuestro sistema de búsqueda y logro, tiene que ver con la regulación de endorfinas, serotonina, oxitocina; activa nuestro sistema de apego para: la búsqueda de parejas sexuales, crear lazos afectivos, búsqueda de satisfacción en el ambiente.

TRISTEZA: comparándonos en la naturaleza al resto de los seres al nacer somos extraordinariamente inmaduros y si nadie se ocupa de alimentarnos y de protegernos, perecemos sin remedio. Esto me lleva a mencionar la teoría del apego de John Bowlby (1969), uno de los descubrimientos más importantes de la psicología, todos nacemos con un sistema de apego que indica que estamos programados para buscar el cariño y la relación con el otro durante toda nuestra vida. El recién nacido necesita desarrollar una relación con al menos un cuidador principal para que su desarrollo social y emocional se produzca con normalidad. Desde que nacemos necesitamos al otro para sobrevivir. Esta emoción regula y advierte de los estados de esta carencia o cuando nuestro sistema de apego esta activado por algo.

Ahora que tenemos el sentido biológico, aquí y ahora ¿cómo gestionamos nuestras emociones? Hemos pasado de recolectar, cultivar, cazar, estar en contacto con la naturaleza a pasar en muchos contextos laborales 16 horas sentados, y nuestro cuerpo no fue diseñado genéticamente para esta vida. Nuestro cuerpo tiene una potencia muy grande y se mueven muchas cosas en nuestro interior no solo comida.

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Enriquecer la dieta con alimentos ricos en calcio y tomar el sol ayuda a afrontar la intolerancia a la lactosa

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Enriquecer la dieta con alimentos ricos en calcio como, por ejemplo, espinacas, nueces, sardinas, atún o salmón y tomar el sol de manera regular, pero no abusiva, ayuda a afrontar la intolerancia a la lactosa, una enfermedad de la que no es fácil conocer la incidencia real sobre la población debido a que los síntomas suelen ser confundidos con otras enfermedades digestivas y a que “muchas” personas autogestionan su intolerancia sin acudir al médico.

Esta patología, según ha informado el asesor médico de Laboratorios Cinfa, González Zorzano, surgen cuando el organismo no produce suficiente cantidad de lactosa, la enzima responsable de descomponer la lactosa en otros azúcares más simples y sencillos de absorber por el intestino. Los síntomas suelen ser dolor e hinchazón abdominal, diarrea, flatulencias, retortijones, vómitos o náuseas.

Ahora bien, la intolerancia a la lactosa viene determinada frecuentemente por la genética, y está relacionada con la zona geográfica. Además, durante la infancia el organismo tiene una alta actividad de producción de lactasa, pero tras el destete y a medida que crecemos, disminuyen los niveles de esta enzima. Por ello, según ha informado el experto, algunas personas, en función de su nivel de sensibilidad, comienzan a sufrir dicha sintomatología al ingerir alimentos con lactosa.

Frente a este problema, en ocasiones se recomienda la exclusión de la lactosa de la dieta, pero siempre de acuerdo al grado de intolerancia del paciente. “Los lácteos constituyen una importante fuente de calcio, necesario para la salud los huesos, y también de algunas vitaminas, proteínas y ácidos grasos que facilitan el crecimiento en niños y adolescentes. Por eso, si la intolerancia no es muy fuerte, puede no ser conveniente eliminar del todo los lácteos. Y en caso de tener que hacerlo, para evitar el déficit de esos nutrientes, es imprescindible enriquecer la dieta con otros alimentos ricos en calcio y otros nutrientes”, ha apostillado González Zorzano.

Por todo ello, el experto ha recomendado acudir a un especialista para que realice el diagnóstico y, por tanto, descarte otros problemas digestivos; conocer que hay alimentos que incorporan lactosa como, por ejemplo, salchichas, patés, helados, cereales enriquecidos, sopas instantáneas o comidas preparadas; leer las etiquetas de los envasados; ingerir otras fuentes o complementos de calcio y nutrientes en la alimentación; y beber leche que no contenga lactosa.

Además, ha aconsejado cocinar y “experimentar” recetas libres de lactosa; prestar atención a los medicamentos, ya que el 20 por ciento contienen lactosa como excipiente; y utilizar soluciones nutricionales con lactosa en cápsulas o tabletas masticables, de venta en farmacia, para facilitar la digestión en personas intolerables a la lactosa.

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