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Los yogures ya no caducarán a los 28 días

Arias Cañete, ha precisado que “desaparece la obligación de que los yogures tengan fecha de caducidad” fijada 28 días después de su fabricación. “Ahora cada fabricante debe evaluar el tiempo razonable en que se puede consumir su yogur”, añadió.

El director general de Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Fernando Burgaz, ha señalado que “el límite lo pone el sentido común y la racionalidad”, tras la presentación de la Estrategia Más alimentos, menos desperdicio, que tratará de lograr reducir a la mitad la pérdida de alimentos en 2025.

La fecha de consumo preferente no implica que el producto no se pueda consumir después de la misma, sino que puede perder algunas de sus propiedades nutricionales. “No vamos a poner dos fechas (caducidad y consumo preferente) para volver loco al consumidor”, justificó el ministro.

En este sentido y en declaraciones a TVE recogidas por Europa Press, Burgaz ha concretado que “en los productos que por ser muy perecederos puede ser un peligro para la salud humana sí hay una fecha de caducidad específica” y advierte que “los fabricantes no tienen que estar contentos ni descontentos” respecto a la nueva norma.

Burgaz ha afirmado que las empresas “tendrán que introducir cambios en los procesos de gestión y logística para que los productos lleguen con la máxima calidad al consumidor y no se produzca su destrucción”. De esta forma, espera cumplir con el objetivo que marca la UE de reducir en un 50 por ciento el desperdicio anual de alimentos de cara a 2025.

El director general de Industria Alimentaria también ha explicado que lo que esta norma establece es que, “igual que ocurre en el resto de los productos, los fabricantes de yogures determinen cual es la fecha hasta la cual un producto puede ser consumido sin que cause problemas para la salud del consumidor”. Hasta ahora España tenía establecida una fecha de venta límite de 28 días.

Asimismo, ha insistido en que la fecha de consumo preferente “indica que hasta ese momento mantiene sus cualidades en perfectas condiciones y que, por lo tanto, aunque sigue siendo consumible, el producto puede tener una merma en sus cualidades”.

Los consumidores discrepan sobre el fin de la fecha de caducidad

Las asociaciones de consumidores CECU y FACUA han valorado de manera diferente la desaparición de la obligación de que los yogures tengan fecha de caducidad, fijada 28 días después de su fabricación, aunque se han mostrado de acuerdo en la necesidad de evitar el desperdicio de productos.

En declaraciones a Europa Press, el presidente de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Fernando Moner, ha valorado la noticia positivamente “siempre que el cambio esté avalado por comités científicos e instituciones sanitarias, y no dañe la salud”. “Hay que revisar las fechas de caducidad y consumo preferente cada cierto tiempo porque las investigaciones en materia de seguridad alimentaria avanzan día a día”, ha señalado. Además, ha destacado la importancia de reducir el desperdicio de alimentos, cuyos datos son “desmesurados”.

En la misma línea, el portavoz de Facua, Rubén Sánchez, ha asegurado que “el Gobierno debería prohibir a la industria alimentaria que tiraran excedentes a la basura”. Por este motivo, ha pedido “sancionar” a los infractores o poner en marcha “una imposición legal o prohibir echar comida a la basura”, entre otras demandas.

En cualquier caso, ha afirmado que la eliminación de la fecha de caducidad “genera inquietud y preocupación por cómo se está haciendo esto”. “No sabemos si a los consumidores se nos está tomando el pelo, porque se decía que no se comiera un yogurt después de 28 días y ahora sí. No sabemos si se ha estado provocando que tiráramos comida y beneficiáramos así a la industria o si ha cambiado la forma de hacer yogures”, ha explicado. “Al consumidor no le beneficia y a la industria sí”, ha apostillado.

Evitar el desperdicio de alimentos

Esta medida se enmarca en la estrategia que tratará de evitar el desperdicio de alimentos, que en España se eleva hasta los 7,7 millones de toneladas y que en todo el mundo supone un tercio de la producción mundial, según datos de la FAO.

Así, España se sitúa como el sexto país que más comida desperdicia de Europa, detrás de Alemania (10,3 millones de toneladas), Holanda (9,4), Francia (9), Polonia (8,9) e Italia (8,8). En este sentido, el Ministro dijo que “no hay consenso” en la Unión Europea sobre lo que significa desperdicio de alimentos, por lo que se ha abierto un período para llegar a un consenso antes de julio entre los veintisiete.

La Comisión Europea estima que en Europa se pierden 89 millones de toneladas de alimentos al año, es decir, 179 kilos de alimentos por cada habitante. Entre el 30 y el 50% de los alimentos comestibles se convierte en residuos.

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Desarrollan un inmunosensor para diagnosticar la celiaquía

Investigadores de la Universidad de Oviedo han desarrollado el primer inmunosensor para el diagnóstico precoz de la enfermedad celiaca. El test, que evita procedimientos invasivos, permite detectar, con una mínima cantidad de suero del paciente, los dos biomarcadores que determinan la presencia de la enfermedad.

Así, el chip de análisis químico fue concebido para que el test se realizara en neonatos y tener confirmada la presencia de la enfermedad desde el primer momento.

Esta tecnología de diagnóstico permite evitar procedimientos invasivos e incómodos para el paciente y también supone un sustancial ahorro de costes. Las estadísticas más conservadoras señalan que alrededor del uno por ciento de la población española padece la enfermedad celiaca y un alto porcentaje de ellos no están diagnosticados.

El sistema de diagnóstico desarrollado por los investigadores de la Universidad de Oviedo permitiría simplificar de manera muy significativa el proceso para saber si un paciente es o no celiaco.

La tesis de Marta Pereira da Silva, estudiante de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Oporto, que fue dirigida por el catedrático de Química Analítica de la Universidad de Oviedo, Agustín García Costa, fue una de las bases del trabajo.

El chip diseñado para el diagnóstico ha sido promovido y apoyado por el Servicio de Inmunología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y por la empresa Health Sens, creada en septiembre de 2009 como fruto de la colaboración entre la Universidad y el Hospital, según indican desde la institución académica asturiana en nota de prensa.

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España es el segundo país con un mayor número de intoxicaciones por anisakis

El anisakis es un parásito de unos 20-30 mm del intestino de múltiples especies marinas y que se trasmite al ser humano a través de la ingestión de pescado o cefalópodos contaminados, provocando trastornos gastrointestinales y alérgicos. En los últimos 30 años el número de casos ha aumentado debido a las modas culinarias y nuevos métodos de conservación o manufactura del pescado. La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) reclama la atención sobre este fenómeno y destaca la necesidad de observar unas medidas de prevención básicas. “Dado que el parásito del anisakis está extendido por todos los mares del planeta la única solución es la prevención y la auto responsabilidad en el consumo de pescado”, explica el Dr. Alfredo Lucendo, experto de la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD), y señala tres consejos de prevención: cocinar el pescado a una temperatura de 60º, congelarlo al menos 48 horas a -20º si se va a consumir crudo o semi crudo y asegurarse de que el pescado se ha procesado correctamente cuando se consume fuera de casa. Finalmente, advierte que la cocción en microondas no es segura ya que no garantiza una temperatura homogénea superior a los 60º. “La incidencia de la anisakiasis en nuestro país depende de las costumbres culinarias de cada zona y de la conservación del pescado y no tanto de la variedad de especies consumidas”, señala el Dr. Lucendo. Según un estudio publicado en 2012, hay menos pescado infectado por anisakis en Galicia (0,43%) que en Madrid (13,4%), por ejemplo. “Lo que implica que el modo de conservación y trasporte del pescado es tan importante como su tratamiento o cocción”, indica el especialista. Aumento de anisakiasis La identificación de la anisakiasis es relativamente moderna; los primeros casos notificados se produjeron en el norte de Europa, en Escandinavia en los años 60, relacionados con el consumo de salmón ahumado e hígado de bacalao. Sin embargo, en los últimos 30 años las infecciones y trastornos intestinales y alérgicos debidos a este parásito han aumentado de forma considerable. Según la FEAD, tres son las causas de este aumento: cierta preferencia por comer pescado crudo o semi crudo, una mejor técnica de conservación del pescado, que facilita que se consuma fresco en lugares más apartados de la costa y las modernas prácticas pesqueras por las que el pescado se limpia en alta mar y las tripas infectadas se tiran al mar sirviendo de alimento a otros peces. En 2012 se notificaron 20.000 casos de anisakiasis en todo el mundo. “El anisakis incluso está presente en el pescado de piscifactoría que ha sido alimentado con comida infectada, y los países más afectados son Japón y en segundo lugar España”, apunta el Dr. Lucendo. “Las causas cabe encontrarlas en que España es el segundo país del mundo en cuanto a ingesta de pescado por habitante y año y existe una alto grado de parasitación en la mayoría de especies de consumo habitual”, explica el Dr. Lucendo. Si bien el porcentaje de muestras afectadas es muy variable según la zona de origen y la época del año, los pescados más frecuentemente parasitados son la merluza y el bonito (casi el 100% de la merluza del cantábrico mayor de 65 cm, y hasta el 81% del bonito). Sin embargo, los que más episodios de anisakiasis producen son otros pescados, que se consumen con menor preparación (crudos, marinados…), como el boquerón, la anchoa y la sardina. “Contrariamente a lo que solemos pensar, la cocina española ofrece una amplia variedad de platos tradicionales con alto riesgo de anisakis como pescados preparados en aceites, en vinagre, salazones, ahumados o escabeche”. Destaca, este especialista, que las temperaturas extremas suelen destruir el parásito, mientras que la sal, el aceite, el escabeche o el ahumado son procedimientos que no muestran eficacia alguna sobre las larvas. Hay otras especies marinas infectadas como los crustáceos (langosta, gamba, cangrejo…) o los cefalópodos (pulpo, sepia o calamar), pero que producen menos infecciones por su modo de consumo. Una especie que se salva de la infección son los bivalvos (mejillones, ostras, berberechos…) ya que su modo de alimentación (por filtración) impide que la larva anide en ellos. Síntomas y tratamiento de la anisakiasis La infección por anisakis presenta en un 10% un cuadro de trastornos intestinales y de estos casos un 1% deriva en manifestaciones alérgicas. Los síntomas digestivos o intestinales más comunes causados por la presencia del parásito en el estómago o el intestino son náuseas, vómitos y dolor abdominal, de diferente localización según el punto en que penetra el parásito. Lo más frecuente es un dolor intenso en la boca del estómago (epigastrio) unas horas después de la ingestión, pero pueden aparecer cuadros obstructivos si el parásito llega al intestino, obligando en ocasiones a cirugía del abdomen. Cuando la infección desencadena reacciones alérgicas, éstas son similares a las producidas por el marisco, que van desde urticarias leves (prurito y lesiones cutáneas) hasta la más grave anafilaxia que puede causar shock y peligro vital.

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Aditivos, contaminantes y alergias alimentarias

El 25% de la población europea tiene algún tipo de alergia y la que está aumentando más es precisamente la alergia alimentaria. Hace unos años apenas era del 3% y actualmente es del 8%.

Hay una serie de factores por los que cada vez hay más enfermedades alérgicas en el mundo occidental. Hay predisponentes genéticos, también hay factores que favorece que aparezca con más intensidad como la vida tan estresante que llevamos en la actualidad.

Según la teoría de la higiene el hecho de mejorar las condiciones de vida (vacunas, más higiene, antibióticos) hace que evitemos que nuestro sistema inmunológica tenga enemigos contra los que luchar y lo hace contra una sustancia inocua como pueden ser la proteínas de la leche o del huevo. Una alergia es una respuesta exagerada inapropiada frente a una sustancia inocua.

El factor principal es la contaminación. En las ciudades es donde más enfermedades alérgicas vemos, sobre todo respiratorias. Los contaminantes también están cambiando la vida de las plantas, que también se estresan y producen una serie de proteínas de defensa que hacen que sean más sensibilizantes.

Reacciones adversas a alimentos

Hay reacciones tóxicas y no toxicas. Dentro de las no toxicas tenemos las que están mediadas por un mecanismo inmunológico y hablaríamos de alergia propiamente dicha, y tenemos la que está medida por la inmunoglobulina E o por otras proteínas, y las que no están mediadas por mecanismos inmunológicos, hablaríamos de intolerancia. Hay una serie de mecanismos implicados: enzimáticos, farmacológicos o indeterminados.

Las reacciones tóxicas son secundarias a sustancias naturales o contaminantes de los alimentos y pueden ser intoxicaciones naturales por toxinas vegetales, animales o de origen microbiológico, o contaminantes químicos. Y entre las toxiinfecciones hay las enterotoxinas y las invasivas.

Reacciones no tóxicas inmunológicas

Dentro de éstas estarían las mediadas por Ig E, las alergias a alimentos, y dentro de las mediadas por otro tipo de anticuerpos estarían la enfermedad celiaca, la dermatitis herpetiforme o el síndrome enterocolítico.

Reacciones no tóxicas no inmunológicas

-Mecanismo enzimático: como la intolerancia a la lactasa.

-Mecanismo farmacológico: por aminas vasoactivas como la cafeína o por sulfitos.

-Mecanismo indeterminado: idiosincrasia o psicógenos.

Prevalencia

En Europa la prevalencia en adultos es de alrededor del 3% y en niños de 8%. En las consultas de alergias en un estudio de hace 6 años eran el 8% de los que acudían a nuestra consulta, y es la quinta patología alérgica después de rinitis alérgica, asma alérgico, urticaria y dermatitis atópica.

En un estudio previo del año 92 llamado Alergológica las enfermedades que más han aumentado porcentualmente son las alergias alimentarias que han pasado de un tres a un 8 % en nuestras consultas y es curioso que antes las veíamos más en niños y ahora también las estamos viendo en adultos.

Diagnóstico

La mejor herramienta es la historia clínica, ser cuidadoso con la anamnesis y preguntar los síntomas cutáneos como urticaria angioedema.

Una situación que estamos viendo cada vez más es el síndrome de alergia oral, el paciente come melocotón, kiwi o piña y comienza a sentir picor en la mucosa oral. Es preciso saber que los alimentos no producen picor, de manera que eso debe ser estudiado porque puede ser una reacción alérgica. Esto suele ser la primera manifestación.

La dermatitis atópica es la enfermedad cutánea que cada vez estamos viendo más y va dentro de lo que llamamos la marcha alérgica, el niño empieza con dermatitis atópica, eccema en pliegues, alergia alimentaria, después la rinitis alérgica, y después el asma.

También puede haber síntomas digestivos (vómitos, diarreas), síntomas respiratorios (rinitis, asma), conjuntivitis, y la reacción más grave es la anafilaxia (engloba manifestaciones cutáneas, digestivas, respiratorias, cardiacas con hipotensión, taquicardia e incluso puede producir la muerte del paciente).

Hay que recoger datos en cuanto a la aparición de los síntomas, el tiempo de aparición, la gravedad, cuándo aparecen, y el tiempo trascurrido.

Hay que preguntar por el alimento, cómo estaba preparado, la cantidad que se había comido, si antes se había tolerado y puede haber fenómenos de reactividad cruzada: los pacientes con alergia al polen pueden tener alergia a frutas y los que tiene alergia a los ácaros del polvo tienen más alergia a crustáceos.

Hay que insistir en la situación del paciente, la edad y las circunstancias acompañantes como ejercicio físico. Cada vez estamos viendo más pacientes que cuando toman determinado alimento y hacen ejercicio físico presentan reacciones anafilácticas graves, es un cuadro llamado anafilaxia inducida por ejercicio físico dependiente de alimentos como frutas, cereales o la harina de una pizza.

Las pruebas más sencillas rápidas y fiables son las cutáneas, la que habitualmente hacemos es la prueba de Prick o intradérmica, en la que usamos una serie de alérgenos estandarizados. Se hace en la cara anterior del antebrazo y en sólo 15 minutos tenemos un diagnóstico cualitativo, porque no se mide el nivel de Ig E, para ello recurrimos a las técnicas in vitro: determinación de Ig E total y específica mediante diferentes técnicas aunque podemos medir otros mediadores como por ejemplo la triptasa (que nos indica la activación del mastocito) o la proteína catiónica del eosinófilo (que nos indica la activación del eosinófilo).

Las pruebas de intolerancia a alimentos miden anticuerpos tipo Ig G, que indican exposición no sensibilización, por lo que a todos nos saldrían positivas. Por ello desde hace años los alergólogos no utilizamos estas pruebas y sin embargo hay una campaña de uso y abuso de esta prueba actualmente, pero consideramos que no tiene ninguna rentabilidad.

Sí que la tiene la determinación de Ig E, que sí media la reacción de hipersensibilidad de Gell y Coombs. En la actualidad podemos hacer mediante unos chips (hasta 100 alérgenos inhalatorios, alimentarios para las proteínas de frutas, crustáceos, pescados, leche o huevos) un mapa molecular del grado de sensibilización del paciente y eso nos orienta de forma definitiva.

Hay otras pruebas diagnosticas como la dieta de eliminación, quitar el alimento sospechoso. Esto se hace sobre todo en los niños y para tener la certeza la prueba gold estándar sería la prueba de provocación controlada con alimentos que debe realizarse en medio hospitalario y debe hacerse si pensamos que puede tolerar el alimento o si dudamos de las pruebas previas. Pero no se debe hacer en pacientes que puedan tener una reacción grave y no se pueda usar la adrenalina (un paciente que usa betabloqueantes que van a hacer que no respondan a la adrenalina) o si hay embarazo.

Estas pruebas deben hacerse cuando el paciente está asintomático. Se debe suspender la medicación que puede enmascarar la reacción y hay diferentes formas de administrarla (abierta, simple ciego, doble ciego controlada por placebos). Se pueden utilizar técnicas de enmascaramiento sobre todo en el caso de los niños.

Un mismo alérgeno puede producir síntomas en función de cómo se exponga el sujeto al alimento, por ejemplo un paciente alérgico al pescado o a crustáceos solamente la inhalación de los vapores cuando se están cocinando puede provocar una crisis de asma. Al ingerir pescado puede tener un cuadro de urticaria, o de anafilaxia, o el paciente alérgico al melocotón, al comer melocotón puede presentar un cuadro de angioedema simplemente por contacto con la piel del melocotón.

Alergias en niños

Los principales alimentos que producen alergias en los niños son las proteínas de leche (lactoalbumina, caseína, beta lactoglobulina); las proteínas de huevo (ovoalbúmina, ovomucoide), es más alergénica la clara que la yema; los pescados (es más frecuente en los pescados blancos ); y las frutas (melocotón y manzana).

Alergias en adultos

En los adultos en el área mediterránea predomina la alergia al melocotón y la familia de las rosáceas; los frutos secos, el cacahuete (en realidad es una leguminosa) es el que produce más reacciones, después la nuez y la castaña; y los crustáceos.

Hay que resaltar que es muy raro que un paciente tenga sólo alergia alimentaria y lo habitual es que tenga otras alergias cutáneas o respiratorias.

Tratamiento

El tratamiento es la evitación del alimento. Y como tratamiento sintomático los antihistamínicos y corticoides.

En la actualidad si el paciente no evoluciona favorablemente, en caso de los niños, podemos inducir una tolerancia oral a leche y huevo, y también tenemos disponible en el mercado inmunoterapia, por ejemplo, para los alérgicos al melocotón.

Asimismo es fundamental la educación de los pacientes. Disponemos de un nuevo tratamiento, los autoinyectores de adrenalina, y los pacientes con reacciones anafilácticas deben estar entrenados en el uso de estos autoinyectores.

Aditivos

Hay multitud de sustancias que pueden producir reacciones adversas. A la cabeza están los sulfitos presentes en las bebidas alcohólicas o el glutamato monosódico que produce el síndrome del restaurante chino.

La definición de la Unión Europea de aditivo alimentario la podemos resumir en que se trata de un ingrediente adicionado intencionadamente a los alimentos con el objetivo de modificar alguna de sus características, sin el propósito de nutrir, y que se encuentra en el producto acabado. Deben de constar en el etiquetado.

Contaminantes

Los contaminantes serían sustancias exógenas del alimento que de forma no voluntaria se encuentran en ellos y que pueden producir efectos indeseables o tóxicos en el consumidor.

Anisakis

Se trata de un parásito del pescado. En el año 95 se relacionó con cuadros de anafilaxia. La mayoría de nosotros hemos comido anisakis muertos, el problema es cuando los ingerimos vivos, porque es entonces cuando pueden producirse los diferente cuadros alérgicos.

L a alergia al anisakis se puede prevenir muy fácilmente, sencillamente cocinando bien el pescado.

Reactividad cruzada

Los ejemplos son:

-Las profilinas en pólenes y alimentos vegetales.

-Tropomiosoina en ácaros y crustáceos.

-Lipocalina en epitelios de animales.

Hay un síndrome de alergia al látex- frutas que cada vez vemos menos porque en muchos medios hospitalarios se ha reducido la utilización del látex.

Diagnóstico molecular

LTPs proteínas (proteínas trasportadoras de lípidos) son las responsables de las reacciones más graves en la alergia alimentaria, sobre todo en el caso de las frutas (en concreto del melocotón).

Conclusiones

-Las reacciones adversas por alimentos constituyen una patología de prevalencia en aumento.

-El principal reto de la Alergología en el siglo XXI es comprender la complejidad de las diferentes enfermedades alérgicas, identificar los mecanismos responsables para mejorar la prevención el diagnostico y el tratamiento.

-Hemos de evolucionar hacia la medicina predictiva, preventiva, personalizada y participativa. Los pacientes tienen que jugar un papel activo.

-El diagnóstico molecular es una nueva herramienta que permite el diagnóstico personalizado y aproximado a cada paciente.

-La inducción de tolerancia oral y la inmunoterapia específica con alimentos son nuevas herramientas terapéuticas en casos muy seleccionados.

Por último hacer alusión a la Asociación Española de padres y niños con alergia a alimentos (www.aepanaa.es) ya que contiene mucha información.

Algunos quesos superan los niveles de contaminantes recomendados por la UE

En general, “los niveles de residuos de contaminantes clorados han sido bajos en las muestras de queso que hemos analizado, y se cumplen los límites que marca la legislación española y europea, salvo en unos pocos casos”, explican a SINC Luis Domínguez-Boada y Octavio Pérez-Luzardo, responsables del Grupo de Investigación en Medio Ambiente y Salud (Unidad de Toxicología) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Un equipo de esta universidad ha analizado durante más de un año muestras de 61 marcas comunes de quesos -54 convencionales y 7 orgánicos- y ha encontrado que en un grupo reducido de estas los niveles de “bifenilos policlorados similares a las dioxinas” (dioxin-like PCB o DL-PCB en sus siglas en inglés) superan lo establecido por la UE.

La recomendación es no superar los 3 picogramos WHO-TEQ de este contaminante por gramo de grasa del queso, pero en algunas muestras se han detectado hasta 76 pg WHO-TEQ/g. El valor TEQ (toxic equivalent) es una medida de toxicidad promovida por la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés).

Esta organización también recomienda que la “ingesta diaria tolerable” sea inferior a 2 pg WHO-TEQ de dioxinas y análogos por kilogramo de peso corporal. “Pero si se consumen las marcas de queso más contaminadas se podría superar esa cantidad, y por tanto aumenta la probabilidad de sufrir efectos perjudiciales para la salud”, advierte el doctor Domínguez-Boada.

Los riesgos por la ingesta continuada de contaminantes clorados no se han establecido de forma inequívoca, pero se sabe que son sustancias carcinogénicas -capaces de producir cáncer- y mutagénicas -pueden inducir mutaciones en el ADN-, además de actuar como disruptores endocrinos que alteran el delicado equilibrio hormonal del ser humano.

Estos compuestos también pueden afectar negativamente al metabolismo. De hecho son diabetogénicos y obesogénicos, por lo que su exceso eleva el riesgo de padecer diabetes y obesidad.

Resultados extrapolables

El 100% de las muestras analizadas tenían niveles cuantificables de bifenilos policlorados (PCB). Los autores confirman que los resultados, que publica la revista Food and Chemical Toxicology, se pueden extrapolar a los quesos del resto de España y Europa, ya que se han examinado marcas comunes que se comercializan en cualquier supermercado.

¿Pero cómo llegan estas sustancias nocivas a los quesos? Los compuestos organoclorados forman parte de los pesticidas y las emisiones contaminantes de la industria. Desde aquí se transfieren al medio ambiente y se incorporan a la leche de los animales.

En el caso de los PCB, su uso se prohibió en los años 70, pero son moléculas muy estables que permanecen desde entonces. Uno de los resultados más llamativos del estudio es que las mayores concentraciones de estas sustancias han aparecido en muestras de quesos orgánicos, que suelen publicitarse como más ecológicos y saludables.

Según los autores, la explicación está en que proceden de países muy industrializados -Holanda, Bélgica y Alemania-, donde los bifenilos policlorados siguen presentes en el entorno aunque ya estén prohibidos.

“No sale gratis contaminar”, recuerda Domínguez-Boada, quien se pregunta si la retirada de los antiguos dispositivos con PCB, como muchos transformadores eléctricos, se está haciendo de forma controlada en todo el mundo.

En cualquier caso, el investigador considera que en los próximos años los PCB irán desapareciendo gradualmente de los quesos ecológicos, “pero no así los pesticidas que se detectan en los quesos convencionales, a no ser que se tomen medidas al respecto”.

Los autores recomiendan evaluar la presencia de estas ubicuas sustancias tóxicas en el medio ambiente y establecer medidas de control, como las que apunta el Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes, auspiciado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

“También se deberían incrementar los controles alimentarios, evaluando la presencia de todos los residuos químicos nocivos -estén o no prohibidos, y se usen o no en el sector láctico-, para así poder retirar del mercado aquellas marcas o lotes que presenten niveles elevados de contaminantes y supongan un riesgo para el consumidor”.

Los investigadores, que declaran en el estudio no tener ningún conflicto de intereses, en esta ocasión no se han centrado en qué marcas son las más contaminadas. “De momento es un estudio puntual que pone de manifiesto la presencia de tóxicos organoclorados en nuestros quesos”, dice Pérez-Luzardo. “Los resultados pueden variar según los lotes y a lo largo del tiempo, por lo que sería necesario un estudio más a largo plazo para confirmar si una misma marca siempre presenta los mismos datos”.

En los países occidentales se calcula que cerca del 30% de la ingesta de contaminantes organoclorados llega por los productos lácteos, debido a su alto contenido en grasa. El resto procede, sobre todo, del pescado, pero también se han detectado en la carne y los huevos.

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Investigan un sistema para diagnosticar alergias a cientos de alimentos con una gota de sangre

El objetivo de este proyecto, en consorcio con diferentes empresas e instituciones europeas y financiado por la CE, es la fabricación de un instrumento de bajo coste basado en biosensores fotónicos para el diagnóstico rápido de alergias a alimentos.

Los expertos explican que alergias alimentarias sin diagnosticar y la adopción de dietas inadecuadas son factores que pueden “menguar notablemente la calidad de vida de las personas, llegando incluso a producir la muerte”. Más de quince millones de personas en Europa sufren alergias a los alimentos -incluyendo el seis por ciento de los niños- y esta cifra crece de “manera progresiva con un gran coste social y económico”.

Sin embargo, los tests de alergia más comunes son pruebas “caras y traumáticas especialmente para los niños, además de suponer un riesgo a reacciones adversas”, según señala Daniel Hill, coordinador de POSITIVE -como se denomina el proyecto- e investigador del grupo UMDO (Unidad de Materiales y Dispositivos Optoelectrónicos) del Instituto de Ciencia de los Materiales de la Universitat de València.

Por ello, pretenden conseguir “una máquina para detectar la alergia a los alimentos, rápida, efectiva y segura, en la consulta de cada pediatra, de forma que se puedan realizar pruebas durante los primeros años de vida”. Para ello, la tecnología incorporada permitirá, por una parte, efectuar el análisis con una sola gota de sangre, facilitando la extracción, sobre todo en el caso de los niños; y por otra, proporcionará un volumen de información “mucho mayor para la obtención de un diagnóstico más preciso”.

Hill ha explicado que el instrumento estará listo para empezar los ensayos clínicos con pacientes a partir del mes de junio, y las pruebas tendrán lugar en el Hospital de la Universitaets Medizin Berlin (Alemania). “Según nuestros cálculos, a partir de los bioensayos realizados con muestras de moléculas no humanas, el prototipo final será capaz de obtener hasta diez mediciones diferentes de alergias alimentarias”, señala Hill.

Tecnología

POSITIVE es un proyecto multidisciplinar centrado en el desarrollo de un sistema de biosensores de alta tecnología y orientado al reconocimiento de biomoléculas de los pacientes sintomáticos de reacción alérgica a alimentos. El sistema combina diferentes componentes tecnológicos, algunos de los cuales aparecen publicados en diferentes revistas científicas que muestran múltiples aplicaciones en diferentes campos como, por ejemplo, el análisis de marcadores de sangre o los laboratorios de filtrados.

Desde la obtención de una determinada membrana porosa de comportamiento fluídico y con funciones de biosensor, el primer material polimérico desarrollado especialmente para dispositivos de microfluidos, o un nuevo módulo para el filtrado de sangre que salva determinados problemas y mejora los sistemas anteriores, hasta un instrumento de medición más estable, una patente en recubrimiento de polímeros y un cartucho desechable para la detección de biomoléculas responsables de reacciones alérgicas configurarán este primer instrumento funcional que estará construido en febrero de 2013.

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Encuentran carne de caballo en dos marcas de hamburguesas españolas

La OCU ha realizado un análisis de 20 hamburguesas frescas envasadas, de venta en supermercados, con el objetivo de averiguar cuál es la calidad de la carne (cantidad de aditivos, higiene, aspectos nutricionales, etc.). Además, después de la alerta que se produjo en Irlanda, la OCU decidió realizar pruebas de ADN para ver si en España las hamburguesas contenían carne de caballo, lo cual ha ocurrido en dos de las veinte muestras analizadas. Dichas pruebas certifican la presencia de carne de caballo sin advertirlo en el etiquetado.

La OCU quiere aclarar que no se trata de un problema de seguridad alimentaria pero sí de un engaño al consumidor. Éste cree que compra carne de vacuno y sólo de vacuno, sin presencia alguna de carne de caballo.

Respecto al análisis de calidad general, la OCU aclara que la carne picada, componente de las hamburguesas, es un producto muy perecedero que, aun estando refrigerado, debe consumirse en un día. Por eso la gran mayoría de las hamburguesas frescas envasadas llevan conservantes para alargar su vida. Además, la norma permite que los preparados de carne, otra versión de hamburguesa, lleven otros aditivos como antioxidantes, colorantes o potenciadores del sabor. Estos últimos, pese a ser inocuos, pueden enmascarar la falta de calidad del ingrediente carne.

La OCU ha detectado que 16 de las 20 hamburguesas analizadas también llevan sulfitos, otro aditivo cuya utilidad es inhibir el crecimiento de bacterias y mantener el color original de la carne. Para añadir los sulfitos, los fabricantes utilizan un truco legal: denominar a su hamburguesa como burguer meat. Esto no tendría importancia si no fuera porque los sulfitos no son inocuos en cantidades altas. Pueden ocasionar vómitos, dolores abdominales y, en personas con alergia, dolores de cabeza y náuseas. Alguna de las hamburguesas analizada lleva el 90% de la Ingesta Diaria Admisible (IDA) de sulfitos para un niño. Lo que significa que no debería de tomar más sulfitos en ese día (ni siquiera añadir kétchup o mostaza a esa hamburguesa).

Otros parámetros analizados son la grasa, aporte calórico y sal. La mayoría de hamburguesas supera con creces el contenido de grasa de una pieza de carne vacuno. Algunos productos llegan a un 23% y un 25%, porcentajes claramente excesivos, puesto que a mayor contenido graso, menor contenido proteínico.

La media de aporte calórico encontrado es de 200 Kcal por cada 100 gramos de preparado de carne. Obviamente, a mayor contenido de grasa y mayor tamaño de la hamburguesa, mayor aporte calórico. Respecto a la sal, la gran mayoría supera con creces el 1%. La OCU entiende que superar este porcentaje es excesivo y nada recomendable.

A la hora de calificar la calidad de la carne de las hamburguesas, se podría decir que son de poca calidad a un precio elevado. A juicio de la OCU sólo aprueban cinco de las analizadas: dos con excelente calidad y otras tres con una calidad aceptable. El problema es la elevada presencia de tendones y cartílagos, usados en sustitución de carne de calidad.

Un último elemento que preocupa a la OCU es la falta de transparencia en el etiquetado. La normativa de etiquetado exige que se indique el porcentaje de carne. Sin embargo, 6 hamburguesas analizadas incumplen este requisito legal, lo cual induce a error al consumidor que puede adquirir un producto creyendo que es 100% carne, ignorando que su porcentaje es mucho menor.

Para finalizar y a modo de anécdota: el panel de cocineros examinó las hamburguesas y sus comentarios no han sido muy positivos: hamburguesas con trozos duros de tendones, con trozos de huesos, secas, se curvan y por tanto se queman por un lado y quedan crudas por otro.

Con estos datos de calidad, y en especial con los resultados que han arrojado las pruebas de ADN, la OCU se ha dirigido a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), al Ministerio de Agricultura y a las Comunidades Autónomas exigiendo una explicación y una investigación urgente que aclare cómo ha llegado la carne de caballo a unas hamburguesas que no mencionan nada de ello en su etiquetado.

La OCU pide además que se depuren responsabilidades y, en su caso, se impongan las sanciones correspondientes a los infractores. La OCU denuncia que los controles son inexistentes o, en muchos casos, insuficientes y que el consumidor necesita estar informado por otros canales para estar seguro de que lo que está comprando es realmente lo que desea comprar.

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El Gobierno estudia ampliar la caducidad de algunos alimentos

Lo que estamos haciendo “en el caso del yogur, al igual que en muchos más productos, es ver si prolongamos la vida útil. Lo que nos pide la industria es prolongarlo casi una semana frente a los 28 días actuales”, indicó el titular de Agricultura en una entrevista en Antena 3 recogida por Europa Press.

En este sentido, explicó que será la Agencia de Seguridad Alimentaria la que decida si la fecha debe ser de caducidad o de consumo preferente. Así, la revisión de la fecha de caducidad de los alimentos se hará “salvaguardando siempre la salud del consumidor”, ha matizado el director general de la Industria Alimentaria, Fernando Burgaz.

“No puede ser que en la Unión Europea haya cerca de 89 millones de toneladas que se tiran al año en buen estado y en España, 7,7 millones de toneladas, el 42% en los hogares”, señaló Arias Cañete.

El ministro comentó que su Departamento ha iniciado ya la revisión de todas las normas de calidad de los productos para un nuevo etiquetado, teniendo en cuenta que la fecha de caducidad y la de consumo preferente son dos cosas diferentes. “Son procesos lentos”, dijo Arias Cañete, quien ha apuntado que este año podrían estar finalizados.

En este punto Burgaz ha explicado que, con carácter general, existen dos tipos de fechas en las etiquetas. Por un lado, aquellas que tienen establecida una fecha de caducidad para productos que, transcurrido un tiempo, su consumo podría resultar perjudicial para la salud; y, por otro, las fechas de consumo preferente para los productos ya elaborados o transformados, que pone libremente el productor, y que indica la fecha en que el producto puede perder alguna de sus cualidades organolépticas, pero que es apto para el consumo.

“Llevamos mucho tiempo trabajando en una estrategia para la reducción y valorización de los alimentos desechados. Estamos haciendo una estrategia para ver cómo evitar pérdidas en la producción, transformación y comercialización en los hogares”, ha señalado.

“Despilfarro insostenible”

Por otra parte, Arias Cañete denunció el “despilfarro intolerable insostenible” de comida cuando “hay mucha gente con necesidades alimenticias que tiene que satisfacer cada día; las necesidades son inmensas”.

En este sentido, alertó que cada año se desperdician en España 7,7 millones de toneladas de alimentos, el 42 por ciento en los hogares, y que esta cifra asciende en la Unión Europea a los 42 millones de toneladas.

Asimismo, recordó que España se encuentra “en una situación, por la crisis económica, en la que hay muchas personas que tienen necesidades alimenticias que están cubriendo las ONG, Cáritas, los bancos de alimentos, la Iglesia y los comedores de la Iglesia”. Así, subrayó la necesidad de “facilitar los canales para abastecer a estas organizaciones de una materia prima que es perfectamente saludable pero que a lo mejor no tiene la apariencia suficiente para venderla en una gran superficie”.

Por ello, Arias Cañete aseguró que el ministerio que preside está revisando las normas de calidad de los productos para “hacerlas lo más flexibles posible y buscar vías por las que se puedan aprovechar los alimentos”.

Además, destacó la existencia de campañas “muy interesantes” para transformar los alimentos perecederos en mermelada, zumo y otros productos que puedan ser distribuidos a través de los bancos de alimentos. El ministro indicó que tratará de coordinar todas estas campañas “para evitar que se desperdicien alimentos en perfecto estado para ser consumidos, en una situación económica en que hay mucha gente que tiene que satisfacer sus necesidades alimenticias todos los días.

Por otra parte, alabó también la iniciativa No lo tiro de algunos restaurantes en Madrid y Barcelona, que promueven que los clientes se lleven la sobra de sus raciones a casa para calentarlas y consumirlas posteriormente. También ha recordado que los restaurantes españoles tiran al año un total de 63.000 toneladas de alimentos.

Por último, indicó que la Unión Europea ha exigido que España reduzca sus desperdicios de comida a la mitad para 2023 y ha señalado que, para ello, el ministerio está “realizando una reflexión” para averiguar en qué partes del proceso se tiran los alimentos y optimizarlas para que los alimentos lleguen a aquellos que los necesitan”, a lo que ha añadido que “las necesidades son inmensas”.

La caducidad de los yogures sería más amplia si se mantienen en frío

La profesora de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo, Esther Carrera, ha asegurado que “el yogur es uno de esos alimentos en los que, si se conserva en óptimas condiciones de refrigeración, podría aumentar su periodo de caducidad”.

En concreto, la condición que lo permitiría es la de su “estabilidad microbiológica”. “En los alimentos que ostentan esta cualidad en alto grado se puede pensar en una ampliación de los días aptos para el consumo sin que se vea comprometido su nivel de seguridad alimentaria”, ha explicado Carrera.

En todo caso, según ha matizado, “cualquier prolongación de la fecha de caducidad debería ir precedida de la seguridad de que dicha ampliación no afecte negativamente a la inocuidad o a la calidad del alimento”.

En este sentido, ha recordado que la legislación comunitaria establece, en el caso de alimentos microbiológicamente muy perecederos, como el pescado o la carne crudos, una equiparación entre la fecha de duración mínima y la fecha de caducidad, considerándose alimentos no seguros aquellos que vean superada su fecha de caducidad.

Actualmente, con la excepción de ciertos alimentos como los huevos, la responsabilidad de fijar las fechas de caducidad y de consumo preferente recae en los productores. Son éstos, según ha explicado, “los encargados de hacer los estudios experimentales de vida útil teniendo en cuenta criterios de seguridad y calidad alimentaria”.

“El objetivo es ofrecer al consumidor alimentos que mantengan sus propiedades de inocuidad y calidad siempre y cuando se consuman dentro de la fecha de duración establecida y se hayan conservado en las condiciones que recomienda el fabricante”, ha concluido.

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Europa pone coto a la publicidad engañosa de alimentos

A partir del 14 de diciembre, los fabricantes ya no podrán utilizar declaraciones de propiedades saludables no demostradas científicamente, algo de lo que hasta ahora se ha venido abusando para promocionar alimentos. Con la publicación de la lista de alegaciones, se acaba el plazo de 6 meses dado a la industria para adaptar sus envases y etiquetas.

Ahora la pelota está en el tejado de la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición), que es quien debe controlar que la norma se cumpla.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. La norma permite utilizar este tipo de declaraciones probadas aun cuando se hagan respecto a alimentos con alto contenido en grasa, azúcar o sal, enmascarando así un perfil nutricional desequilibrado. Es decir, no porque se añadan vitaminas o minerales con propiedades nutricionales demostradas a un alimento demasiado rico en grasa o azúcar, éste se va a convertir en un producto saludable.

Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) urgen a las autoridades comunitarias para que se definan urgentemente los perfiles nutricionales de los alimentos.

Alegaciones: lo que se puede decir… y lo que no

Europa ha publicado la lista de alegaciones prohibidas y permitidas.

La lista de declaraciones prohibidas es:

– El té verde ayuda a mantener una tensión arterial normal.

– La gelatina tiene efectos beneficiosos para el sistema inmunitario y/o la vitalidad.

– La taurina (derivado del ácido aminado que se encuentra en las bebidas energéticas), combinada con vitaminas y minerales mejora la actividad mental.

– La glucosamina contribuye al buen mantenimiento de las articulaciones.

La lista de declaraciones permitidas:

– El calcio es necesario para mantener los huesos sanos.

– El consumo reducido de grasas saturadas contribuye a mantener un nivel de colesterol normal.

– El consumo reducido de sodio permite mantener una tensión arterial normal.

– La melatonina ayuda a reducir la duración de la somnolencia.

– Los esteroles y los estanoles vegetales (utilizados en margarinas y yogures) contribuyen a mantener un nivel de colesterol normal.

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Los plaguicidas presentes en el agua del grifo pueden provocar alergias a los alimentos

Los pesticidas del agua del grifo pueden tener parte de culpa en el aumento de las alergias a los alimentos, según un nuevo estudio publicado en la revista Annals of Allergy, Asthma & Immunology. Los investigadores detectaron que los altos niveles de diclorofenoles, un químico usado en pesticidas y para clorar el agua, cuando se encuentran en el cuerpo humano, están asociados con alergias alimentarias.

“Nuestra investigación muestra que los niveles elevados de diclorofenol que contienen los pesticidas posiblemente pueden debilitar la tolerancia alimentaria en algunas personas, causando alergia a los alimentos”, dijo la especialista en alergias Elina Jerschow, miembro del Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI, en sus siglas en inglés) y autora principal de la investigación.

Diclorofenol es una sustancia química que se encuentra comúnmente en los pesticidas utilizados por los agricultores y los consumidores de insectos y productos de control de malezas, así como en el agua del grifo, según explica Jerschow.

Entre los 10.348 participantes en la Encuesta Nacional sobre Salud y Nutrición de Estados Unidos de 2005-2006, 2.548 tenían diclorofenoles medidos en la orina, de los cuales, 2.211 se incluyeron en este estudio. En 411 de estos participantes se encontró que tenían alergia alimentaria, mientras que 1.016 tenían una alergia ambiental.

“Los resultados de nuestro estudio sugieren que estas dos tendencias podrían estar vinculadas y que el uso creciente de pesticidas y otros productos químicos se asocia con una mayor prevalencia de alergias a los alimentos”, añade la investigadora principal.

Aunque pudiera parecer que optar por agua embotellada en lugar de agua del grifo podría ser una manera de reducir el riesgo de desarrollar una alergia, existen otras fuentes de diclorofenol, como plaguicidas para frutas y verduras, que, según los científicos, “pueden jugar un papel más importante en la causa de alergia a los alimentos”.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se observó un aumento de alergia a los alimentos de un 18 por ciento entre 1997 y 2007, siendo los alérgenos alimentarios más comunes la leche, los cacahuetes, los huevos, el trigo, las nueces, la soja, el pescado y los mariscos.

Los síntomas de alergia a alimentos pueden variar desde una erupción leve hasta una reacción potencialmente mortal llamada anafilaxia, por lo que la ACAAI aconseja a todos aquellos que padezcan alguna alergia alimentaria que lleven siempre dos dosis de epinefrina recetada por el alergólogo, ya que un retraso en su administración es común en las muertes por reacciones alérgicas alimentarias severas.

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Manipulating the fatty acid composition of animal products: can we turn bad fats good?

Recogemos la intervención de Andrew Salter en el marco del Curso de Verano Personalized Nutrition in Health and Obesity / Nutrición a la carta en la Salud y en la Obesidad organizado por la Universidad del País Vasco en colaboración con el Instituto Tomás Pascual – Cátedra Universidad de Navarra y el International Union of Nutritional Sciences (IUNS).

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Determinación de nanomateriales en alimentos

Recogemos la intervención de Dña. Yolanda Picó en el marco de la Jornada Nanotecnología en la industria alimentaria, organizada por la Cátedra Tomás Pascual – Universidad de Burgos.