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Para perder peso, ejercicio aeróbico

El entrenamiento aeróbico es la mejor forma de ejercicio para quemar grasa por encima del entrenamiento de resistencia y musculación, según un estudio de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke (Estados Unidos), que comparó el entrenamiento aeróbico, el entrenamiento de resistencia y una combinación de ambos, y cuyos resultados publica Journal of Applied Physiology.

Los investigadores analizaron a 234 adultos con sobrepeso u obesos, que fueron asignados aleatoriamente a uno de los tres grupos de entrenamiento: de resistencia (tres días a la semana de levantamiento de pesas, tres juegos por día, 8-12 repeticiones por serie), aeróbico (unos 19 kilómetros por semana) y una combinación de ambos (tres días a la semana, tres por día, 8-12 repeticiones por serie para el entrenamiento de resistencia y 19 kilómetros por semana de ejercicio aeróbico).

Las sesiones de ejercicio fueron supervisadas con el fin de medir con precisión la adherencia entre los participantes, por lo que sólo 119 personas completaron el estudio, cuyos datos completos de la composición corporal se analizaron para determinar la eficacia de cada régimen de ejercicio. Los grupos asignados a entrenamiento aeróbico y la combinación de ambos perdieron más peso que los que lo hicieron sólo ejercicios de musculación, que en realidad aumentaron de peso debido a un aumento en la masa corporal magra.

El ejercicio aeróbico también era un método más eficaz para perder grasa corporal. De hecho, el grupo de ejercicio aeróbico dedicó un promedio de 133 minutos por semana de entrenamiento para perder peso, mientras que el grupo de entrenamiento de musculación tuvo que hacer ejercicio durante 180 minutos a la semana sin pérdida de peso.

El grupo de ejercicio combinado, que requiere el doble de tiempo de compromiso, siempre obtuvo un resultado mixto, ya que el entrenamiento ayudó a los participantes a perder peso y masa grasa, pero no redujo significativamente la masa corporal ni la masa grasa en el entrenamiento aeróbico. Este grupo tuvo la mayor disminución en la circunferencia de la cintura, lo que puede atribuirse a la cantidad de tiempo dedicada al ejercicio.

“Tal vez sea hora de reconsiderar la sabiduría convencional de que el entrenamiento de la fuerza por sí sola puede inducir cambios en la masa corporal o la masa grasa debido a un aumento en el metabolismo, ya que nuestro estudio no encontró ningún cambio”, afirmó Leslie H. Willis, del Duke Medicine y una de los autores.

“Nuestro estudio sugiere que el ejercicio aeróbico es la mejor opción para la reducción de la masa grasa y la masa corporal. No es que el entrenamiento de resistencia no sea bueno, es sólo que no es muy bueno en la quema de grasa”, añadió Cris A. Slentz, PhD, fisiólogo del ejercicio en Duke y coautor del estudio.

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Confirman que una dieta inadecuada durante el embarazo predispone a la diabetes en el bebé

La calidad de la dieta materna durante gestación es fundamental en el crecimiento fetal y en los niveles de insulina y glucosa al nacer. Estos índices alertan de una predisposición a padecer enfermedades como la diabetes o el síndrome metabólico.

Así lo indica un estudio, liderado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y publicado en el European Journal of Clinical Nutrition, que estudia la alimentación en esta etapa vital, en la que tiene lugar el incremento del número y tamaño de las células.

Estudios anteriores ya apuntaban que, cuando la madre ingiere insuficientes alimentos durante el embarazo, se reduce en el feto la oferta de glucosa a otros tejidos para asegurar un aporte correcto al cerebro, lo que provoca un menor crecimiento fetal. Este mecanismo adaptativo se conoce como hipótesis del fenotipo ahorrador de Barker.

“Sin embargo, son menos conocidos los efectos de un desequilibrio entre grasas, proteínas e hidratos de carbono, es decir, el efecto durante la gestación del consumo de dietas occidentales que se alejan del tipo mediterráneo”, explica a SINC Francisco J. Sánchez-Muniz, investigador de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los autores de este estudio.

De esta forma, el nuevo trabajo, que forma parte del Estudio Mérida -una macroinvestigación que analiza diferentes parámetros de los recién nacidos y sus madres-, revela que, cuando las gestantes asimilan cantidades adecuadas de energía, sus hijos tienen un peso normal al nacer, del orden de 3,3 kilogramos a 3,5 kilogramos.

“No obstante, más de la mitad de las mujeres consumen dietas de baja calidad que aportan muchos productos de origen animal ricos en grasas saturadas y pocos hidratos de carbono procedentes de verduras o legumbres. Además, más de la tercera parte sigue un patrón lejano al de la dieta mediterránea”, señala Sánchez-Muniz. “Es destacable que las mujeres durante el embarazo no cambian la forma de comer ni la calidad de su dieta”.

Los efectos de una dieta incorrecta

Los expertos afirman que cuando una mujer come de forma inadecuada durante el embarazo, el niño nace con un perfil diabetogénico, es decir, que tiene elevados en suero la glucosa, la insulina y un marcador de resistencia a ésta. Esto confirma la influencia de la dieta sobre el desarrollo del páncreas fetal y sobre la concentración de glucosa e insulina al nacer.

“Es importante concienciar a las madres de la importancia de comer bien durante la gestación, con dietas equilibradas de tipo mediterráneo”, comenta el investigador. “También urge continuar los estudios en esta misma población para conocer cómo evolucionarán en el tiempo los niños y así evitar o, al menos paliar, el desarrollo de estas enfermedades de alta prevalencia en nuestra sociedad”.

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La dieta mediterránea y los hábitos saludables mejoran la fertilidad

Expertos del Centro Médico de Reproducción Asistida (CREA) han indicado que seguir la dieta mediterránea y asumir hábitos saludables, como hacer ejercicio moderado de forma regular, dejar el tabaco y el alcohol y evitar el estrés, influyen de forma positiva en la mejora de la capacidad reproductiva.

La codirectora de CREA, la doctora Carmen Calatayud, ha explicado que diversos estudios confirman que la dieta mediterránea, rica en verduras, legumbres, aceite y pescado está relacionada con una disminución de los problemas disovulatorios, una mejora en el desarrollo embrionario y fetal, y un aumento, por tanto, de la tasa de gestación en los ciclos de reproducción asistida.

Además, ha advertido de que el estrés, las dietas desequilibradas, los hábitos tóxicos y la vida sedentaria son factores negativos para la fertilidad; mientras que el consumo moderado de café “no parece que altere la capacidad reproductiva, si bien la mayoría de las sociedades aconsejan limitar el consumo de cafeína en las mujeres embarazadas o que estén intentando conseguir gestación”.

El estrés también tiene sus efectos nocivos sobre la fertilidad, ya está relacionado con la situación personal o profesional del individuo o con el diagnóstico y tratamiento de la esterilidad. Se ha observado que el pronóstico de los tratamientos de reproducción asistida es peor en mujeres sometidas a altos niveles de estrés.

En el caso del varón, el estrés puede alterar la calidad seminal y se erige como la principal causa de abandono de los tratamientos de reproducción asistida. “Por estas razones, es importante que las parejas puedan tener un adecuado asesoramiento psicológico en relación a las alteraciones emocionales ligadas a la esterilidad”, ha recomendado la doctora.

Tabaco y alcohol

Por otro lado, desde CREA destacan los indicios “suficientemente alarmantes” de los efectos nocivos del tabaco sobre la fertilidad e invitan a los pacientes a “a abandonar su consumo, desmontando la extendida y falsa creencia de que en caso de embarazo, es peor la ansiedad provocada por no poder fumar, que el hábito tabáquico moderado”.

En concreto, alertan de que en la mujer el tabaco afecta negativamente a nivel de ovario, trompa, útero, embrión, feto y recién nacido. También hay evidencias de un efecto deletéreo del tabaco sobre la espermatogénesis en el hombre.

En cuanto al alcohol, su consumo se ha relacionado en el caso de la mujer con retraso del crecimiento folicular, alteración de la maduración del ovocito, disminución de la fertilidad, menor tasa de fecundación e implantación y aumento de abortos. Respecto al hombre, la ingesta alcohólica se traduce en una reducción de la cantidad y movilidad de los espermatozoides, así como en un aumento de espermatozoides anormales.

Con todos estos datos, “podríamos decir que existen pruebas suficientes para recomendar a las parejas que tratan de quedar embarazadas que deben limitar e incluso abstenerse de consumir alcohol antes de la concepción y durante el embarazo”, señala Calatayud.

Actividad física y peso

Asimismo, la actividad física moderada practicada de forma regular puede ser beneficiosa para la salud reproductiva por el efecto que tiene en el control del peso, en la disminución del estrés y en el aumento de la autoestima. Por el contrario, alerta la doctora Calatayud, “el exceso de actividad física puede aumentar el riesgo de infertilidad, debido a alteraciones en el eje hipotálamo-hipofisario, responsable del equilibrio y funcionalidad hormonal”.

También la obesidad puede afectar negativamente a las funciones del ovario, a la calidad ovocitaria y endometrial, y a la ovulación, mientras que la mujer con bajo peso pude presentar retraso en la menarquia, anovulación y alteración de los ciclos menstruales.

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Expertos destacan la importancia de formar a los consumidores para mejorar la salud y los estilos alimenticios

Así lo han asegurado la secretaria general de Agricultura y Alimentación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MARM), Isabel García Tejerina, el director general de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), Horacio González Alemán, la directora de Comunicación de FIAB, Clara Pi, y la jefe de la Unidad de Nutrición del Hospital Universitario La Paz, Carmen Gómez Candela, durante el transcurso del I Workshop ¿La alimentación española cuenta con la reputación que merece?, realizado por FIAB con la colaboración del MARM.

Todos ellos, han subrayado la “buena reputación” internacional que tiene el sector agroalimentario español, aunque han avisado de que los consumidores necesitan tener una “mayor y mejor” información sobre los productos que hay. Por ello, han pedido a los medios de comunicación que tengan un especial cuidado con las alarmas alimentarias que en ocasiones se publican ya que, según han apostillado, algunas de ellas no se ajustan a la realidad.

En este sentido, la secretaria general ha recordado que el sector agroalimentario es el primer sector industrial y uno de los “más dinámicos” que hay en España. De hecho, aporta el 7,8 por ciento del PIB, por delante del sector del automóvil, es el principal sector de exportación y es de los que más puestos de trabajo mantiene a pesar de la crisis económica.

“Estamos en los mercados internacionales con la máxima garantía de salud, y es que el sector de la alimentación y bebidas es un abanderado de la marca española y un motor económico”, ha afirmado la secretaria general para insistir en que, pese a ello, es necesario cuidar mejor la alimentación a nivel nacional debido a que en los últimos años se está viendo “desvirtuada”.

Óptimos niveles de seguridad de los alimentos españoles

En esta misma línea se ha pronunciado el director general de FIAB, quien ha aseverado que los productos españoles están en unos niveles de seguridad que “ya quisieran otros países como Alemania”. Además, ha recordado que, a diferencia de otros estados, la producción alimenticia española está ligada a una “cultura alimentaria”.

Por este motivo, González Alemán ha mostrado su deseo de que las industrias de alimentación y bebidas españolas sigan siendo “la palanca” de la recuperación económica gracias a su buena reputación a nivel internacional y a que sigue manteniendo el empleo a pesar de la crisis.

Ahora bien, este experto ha recordado que uno de los principales problemas alimentarios que hay actualmente en España es la elevada tasa de obesidad de la población infantil, al tiempo que ha informado de que para combatir este hecho no hay que subir los impuestos de los alimentos y bebidas sino que, a su juicio, basta con “formar e informar” a los consumidores desde pequeños.

En este sentido, la jefa de la Unidad de Nutrición del Hospital La Paz de Madrid ha comentado que el 40 por ciento de la salud de una persona depende de su estilo de vida y ha lamentado que actualmente se esté gastando “mucho dinero” en tratar las enfermedades relacionadas con estos hábitos y muy poco en las medidas de prevención.

“Vivimos más que nunca pero nos estamos enfrentando a nuevas enfermedades asociadas a los estilos de vida que estamos realizando. Lo importante no es penalizar a los alimentos, sino ver las cantidades y las frecuencias de su consumo”, ha señalado la Dra. Gómez Candela, para advertir de que, aunque la dieta española es una de las mejores, los ciudadanos españoles están comiendo de una forma “desequilibrada” favorecida por el sedentarismo.

Dicho esto, la experta en nutrición ha negado algunos mitos que están extendidos en la sociedad como, por ejemplo, que el pan y el azúcar engordan o que este último, incluso, provoca diabetes. “Los alimentos no engordan si no que lo que engorda es el tipo de alimentación que se tiene conforme a la actividad física que se realiza”, ha subrayado para zanjar asegurando que tanto el pan como el azúcar son necesarios para llevar una dieta saludable.

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Comer huevos enteros puede mejorar el perfil de lípidos en la sangre

Incluir la ingesta de huevos enteros, es decir, comer la yema también, como parte de una dieta de pérdida de peso puede tener efectos positivos sobre los perfiles de lipoproteínas para los individuos con síndrome metabólico, enfermos con una variedad de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar diabetes y enfermedad cardiovascular, según un nuevo estudio, publicado en Metabolism.

En esta investigación, hombres y mujeres de mediana edad con síndrome metabólico, esto es, de cintura grande, triglicéridos altos, colesterol HDL bajo, presión arterial alta y azúcar elevado en sangre, consumieron tres huevos enteros o una cantidad equivalente de sustituto de huevo sin colesterol al día como parte de una dieta para bajar peso restringida en carbohidratos.

Los investigadores no observaron efectos sobre el colesterol total en la sangre o los niveles de colesterol LDL después de 12 semanas en la dieta y todos los participantes, incluyendo los consumidores de huevos enteros, mejoraron los perfiles de lípidos gracias a la disminución de los triglicéridos en el plasma y el aumento del colesterol HDL.

“Comer yemas de huevo se asoció con mejores beneficios para la salud en estos individuos de alto riesgo”, explica la doctora María Luz Fernández, autora principal del estudio y profesora de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos).

Así, esta experta destaca que los sujetos que consumieron huevos enteros tuvieron mayor aumento del colesterol HDL y una reducción más significativas en la proporción de colesterol LDL /HDL que los que comieron el sustituto de huevo sin colesterol.

Asocian bajos niveles de vitamina D con excesiva somnolencia durante el día

Sorprendentemente, esta correlación fue observada en una relación directa entre los pacientes de raza negra, es decir, menores niveles de vitamina D asociados con un mayor nivel de somnolencia en estos individuos.

“Si bien hemos encontrado una correlación significativa entre la vitamina D y la somnolencia, la relación parece ser más compleja de lo que habíamos pensado en un principio”, explica David McCarty, investigador principal del estudio, quien aboga por realizar ahora un estudio de seguimiento y profundizar en esta relación.

El estudio incluyó una serie consecutiva de 81 pacientes en clínicas del sueño que se quejaban de problemas de sueño y dolor inespecífico, todos ellos diagnosticados eventualmente con un trastorno del sueño, que en la mayoría fue de apnea obstructiva del sueño. Su nivel de vitamina D se midió por muestreo de sangre y la somnolencia se determinó con la Escala de Somnolencia de Epworth.

Según los autores, este es el primer estudio que demuestra una relación significativa entre la somnolencia y la vitamina D. A su juicio, se observó que es lógica esta relación por raza porque una mayor pigmentación de la piel es un factor de riesgo para un bajo nivel de vitamina D.

La investigación no fue diseñada para examinar la causalidad. Sin embargo, la investigación de los autores anterior y actual sugiere que los niveles por debajo de los considerados como óptimos de vitamina D pueden causar o contribuir a una somnolencia excesiva durante el día, ya sea directamente o por medio de dolor crónico.

Abusar de carbohidratos y azúcares puede aumentar el riesgo de deterioro cognitivo

De este modo, el estudio, financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de EE.UU., destaca la importancia de seguir una dieta equilibrada, afirma el autor principal Rosebud Roberts, epidemiólogo de la Clínica Mayo, quien subraya la importancia de que la dieta sea equilibrada en cuanto a la proporción de proteínas, carbohidratos y grasas, “porque cada uno de estos nutrientes cumple una función importante para el organismo”.

Los investigadores hicieron un seguimiento de 1.230 personas de edades comprendidas entre los 70 y los 89 años, que proporcionaron información sobre su alimentación durante el año anterior. Un equipo especializado compuesto por médicos, enfermeras y neuropsicólogos evaluó la función cognitiva de los participantes en el estudio.

A los 940 que no mostraron signos de deterioro cognitivo se les pidió que volvieran a someterse a evaluaciones de seguimiento. Después de casi cuatro años de investigación, 200 de los citados 940 empezaron a mostrar un deterioro cognitivo leve así como problemas de memoria, lenguaje, pensamiento y juicio superiores a los habituales para la edad.

Así, quienes indicaron consumir las tasas más altas de carbohidratos al comienzo del estudio tenían 1,9 veces más posibilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve que aquellos con una ingesta inferior de carbohidratos. Por otro lado, los participantes con mayor consumo de azúcar tenían 1,5 veces más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo leve que quienes indicaban los niveles más bajos.

Igualmente, las personas cuya alimentación era más rica en grasas presentaban un 42 por ciento menos de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo con respecto a las personas con el nivel de consumo de grasas inferior, y quienes consumían alimentos con mayor contenido proteínico redujeron el riesgo a un 21 por ciento.

Teniendo en cuenta la ingesta total de grasas y proteínas, las personas con mayor consumo de carbohidratos tenían 3,6 veces más posibilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve. “Una ingesta alta de carbohidratos podría resultar nociva para el ser humano, porque los carbohidratos repercuten en el metabolismo de la glucosa y la insulina”, ha explicado Roberts.

Dicho esto, ha precisado que el azúcar estimula el cerebro, por lo que es “bueno” si se consume con moderación. “En cambio, un nivel de azúcar demasiado elevado puede impedir que el cerebro realmente utilice el azúcar, similar a lo que ocurre con la diabetes de tipo 2”, ha señalado.

Abusar de carbohidratos y azúcares puede aumentar el riesgo de deterioro cognitivo

De este modo, el estudio, financiado por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de EE.UU., destaca la importancia de seguir una dieta equilibrada, afirma el autor principal Rosebud Roberts, epidemiólogo de la Clínica Mayo, quien subraya la importancia de que la dieta sea equilibrada en cuanto a la proporción de proteínas, carbohidratos y grasas, “porque cada uno de estos nutrientes cumple una función importante para el organismo”.

Los investigadores hicieron un seguimiento de 1.230 personas de edades comprendidas entre los 70 y los 89 años, que proporcionaron información sobre su alimentación durante el año anterior. Un equipo especializado compuesto por médicos, enfermeras y neuropsicólogos evaluó la función cognitiva de los participantes en el estudio.

A los 940 que no mostraron signos de deterioro cognitivo se les pidió que volvieran a someterse a evaluaciones de seguimiento. Después de casi cuatro años de investigación, 200 de los citados 940 empezaron a mostrar un deterioro cognitivo leve así como problemas de memoria, lenguaje, pensamiento y juicio superiores a los habituales para la edad.

Así, quienes indicaron consumir las tasas más altas de carbohidratos al comienzo del estudio tenían 1,9 veces más posibilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve que aquellos con una ingesta inferior de carbohidratos. Por otro lado, los participantes con mayor consumo de azúcar tenían 1,5 veces más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo leve que quienes indicaban los niveles más bajos.

Igualmente, las personas cuya alimentación era más rica en grasas presentaban un 42 por ciento menos de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo con respecto a las personas con el nivel de consumo de grasas inferior, y quienes consumían alimentos con mayor contenido proteínico redujeron el riesgo a un 21 por ciento.

Teniendo en cuenta la ingesta total de grasas y proteínas, las personas con mayor consumo de carbohidratos tenían 3,6 veces más posibilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve. “Una ingesta alta de carbohidratos podría resultar nociva para el ser humano, porque los carbohidratos repercuten en el metabolismo de la glucosa y la insulina”, ha explicado Roberts.

Dicho esto, ha precisado que el azúcar estimula el cerebro, por lo que es “bueno” si se consume con moderación. “En cambio, un nivel de azúcar demasiado elevado puede impedir que el cerebro realmente utilice el azúcar, similar a lo que ocurre con la diabetes de tipo 2”, ha señalado.

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Navidades, la peor época para los alérgicos a alimentos

Las fechas navideñas sirven de excusa a la mayor parte de los ciudadanos para reunirse con sus familiares y amigos en torno a una mesa repleta de comida. No obstante, y aunque es un momento de celebración, estas reuniones pueden ser peligrosas ya que es cuando más reacciones alérgicas a los alimentos se producen, especialmente entre los niños y los jóvenes.

Y es que, en una mesa navideña no suelen faltar los turrones y mazapanes -hechos en su mayoría a base de frutos secos y huevos-, frutas -como por ejemplo la uva-, pescados y marisco que se caracterizan por ser bastante alergénicos para un determinado grupo de la población.

“Estas alergias se producen durante todo el año, aunque en Navidad se suelen dar más reacciones debido, entre otras cosas, a que en estas fechas existe una combinación de diferentes factores que provocan alergias como, por ejemplo, comer alguno de estos alimentos mientras se está tomando una copa o se está bailando. Estos factores pueden aumentar la expresión clínica de una reacción alérgica”, ha comentado a Europa Press la vicepresidenta de comunicación de la Academia Europa de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI, por sus siglas en inglés), Victoria Cardona.

De hecho, a nivel general, estudios llevados a cabo por la EAACI demuestran que el número de reacciones alérgicas y “shocks” anafilácticos -reacciones graves- han aumentando de forma considerable en los últimos diez años. Además, se estima que en la próxima década más de la mitad de la población europea estará expuesta a la aparición de alguna forma de alergia durante su vida.

En este sentido, la doctora ha informado de que si se realiza una encuesta, el 30 por ciento de las personas asegurará que es alérgica a algún tipo de alimento, mientras que cuando se hacen los análisis por parte de un alergólogo se demuestra que de todas ellas, sólo entre el “uno y el dos por ciento” tiene algún tipo de alergia.

Más de 120 alimentos potencialmente alergénicos

Es más, la EAACI ha informado de que actualmente hay más de 120 alimentos identificados como potenciales desencadenantes de reacciones alérgicas que, especialmente, afectan a la población con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años dado que este colectivo tiene una tendencia mayor a asumir riesgos a la hora de llevar a cabo un autoinyector, evitar alimentos y analizar potenciales contingencias en situaciones especiales.

No obstante, la doctora Cardona ha subrayado que las personas más propensas a sufrir un episodio alergénico son las que ya han tenido problemas anteriormente y que, incluso, tengan antecedentes familiares con este mismo problema. En este sentido, la experta ha matizado que estas patologías suelen afectar “un poco más” a las mujeres.

En concreto, los principales síntomas de estas alergias suelen ser las erupciones cutáneas con enrojecimiento y picor; hinchazón de ojos, labios, manos y pies; estrechamiento de las vías respiratorias que pueden causar sibilancias y dificultad respiratoria; sensación de ocupación de espacio dentro de la garganta; caída brusca de tensión arterial que puede producir mareos o sensación de inestabilidad; náuseas y vómitos; sensación de boca metálica; e irritación, enrojecimiento y picor de ojos.

“El 80 por ciento son síntomas cutáneos que suelen empezar por picores en las palmas de las manos y en las plantas de los pies y que, después se generaliza provocando urticaria o hinchazón de labios y párpados”, ha comentado la vicepresidenta de comunicación de EAACI. Ahora bien, hay casos en los que se producen reacciones alérgicas graves que, en ciertas situaciones, pueden provocar la muerte aunque, según ha apostillado Cardona, son casos “muy poco frecuentes”.

Recomendaciones para evitar estas reacciones

Pese a que lo más recomendable es mirar y conocer los alimentos que a uno mismo le producen alergia para evitar que se produzca una reacción, la experta ha destacado la importancia de que los pacientes que ya han sido diagnosticados lleven siempre un “kit” que les haya recomendado su médico para casos de emergencia.

Según un reciente estudio, publicado en la revista de la EAACI Clinical and Translational Allergy, los viajes al extranjero son un factor de riesgo y preocupación para aquellos que padecen alergias. En el mismo, un 9 por ciento de los encuestados señala reacciones adversas en los aviones.

En la investigación también se indica que sólo el 38 por ciento de los pacientes que requirieron un tratamiento especial han obtenido respuesta satisfactoria por parte de la línea aérea. Además, otro de los puntos que se señalan en el estudio, tiene que ver con la legislación insuficiente en materia de etiquetado de alimentos -fuera de la Unión Europea-.

Y es que, si a este hecho, se añade que el paciente no habla la lengua del país de acogida, se produce claramente una limitación de las posibilidades de viajar del paciente. Por este motivo, la experta ha destacado la importancia que tiene que los alérgicos lleven consigo siempre de viaje un informe en inglés en el que se especifiquen los alimentos a los que son alérgicos.

Dos vasos de leche al día en niños es suficiente para conseguir los niveles de vitamina D recomendados

Los investigadores explicaron que estudios anteriores habían demostrado que la leche de vaca incrementa, en los niños, la cantidad de vitamina D en sangre, a la par que reduce los niveles de hierro.

El hierro, que el organismo consigue mediante la ingesta de carnes y legumbres, es importante para el desarrollo del cerebro y proteger contra la anemia; por su parte, la vitamina D, que ayuda a la absorción de calcio y a prevenir el ablandamiento de los huesos, es producida de manera natura por el organismo, gracias a la exposición solar y también se consigue ingiriendo leche o pescados grasos.

El doctor Jonathon Maguire, autor principal del estudio, del Toronto”s St. Michael”s Hospital, y su equipo entrevistaron a los padres de 1.311 niños, que tenían entre 2 y 5 años entre diciembre de 2008 y el mismo mes de 2010. Además extrajeron muestras de sangre de estos menores.

Los investigadores encontraron que tomar una taza -250 mililitros- aumentó la vitamina D en la sangre de los niños y disminuyó un poco los niveles de hierro.

Maguire ha precisado que los niños con una piel más oscura pueden necesitar entre 3 y 4 tazas de leche diarias durante el invierno, cuando sus cuerpos producen menos vitamina D a consecuencia de que la exposición solar es menor.

Por su parte, Patsy Brannon, un profesor de ciencias de la nutrición de la Universidad de Cornell en Ithaca, (Nueva York, Estados Unidos) ha señalado que este hallazgo es consecuente con la recomendación del Departamento de Agricultura de ingerir dos tazas de leche entre los dos y tres años de edad; aunque los niños mayores necesitan 2,5 tazas.

Brannon recomienda un suplemento diario de vitamina D para llegar a las recomendaciones establecidas, pero añade que las personas pueden conseguir vitamina D de otras fuentes de alimentos.

El debate viene, según los autores, porque la Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños de entre 2 y 8 años tomen dos tazas de leche al día, pero en otro manual, la organización dice que los niños necesitan suplementos de vitamina D si ellos beben menos de cuatro tazas diarias.

Empachos, resfriados y resacas, dolencias más habituales en Navidad

Los problemas derivados de los excesos con la comida, la bebida y el tabaco son las principales dolencias que padecemos durante las fiestas navideñas. Empachos, digestiones pesadas, acidez estomacal y diarreas son los problemas leves de salud más comunes y originan un buen número de consultas en las oficinas de farmacia.

Prevenir estos problemas de salud pasa, por lo tanto, por mantener una alimentación equilibrada, “eligiendo bien no sólo los alimentos que tomamos, sino también, y muy importante, las cantidades”, explica el director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp), Jaume Pey. Además, es fundamental comer despacio, masticar bien, no abusar de las carnes y los productos muy grasos y sustituirlos, en la medida de lo posible, por verduras o alimentos ricos en fibras.

Durante las fiestas navideñas también aumenta el consumo de alcohol, lo que puede pasar factura a nuestro organismo. De hecho, la resaca es uno de los trastornos de salud leves más habituales durante estas fechas. Los síntomas típicos de la resaca son dolor de cabeza, deshidratación, mareos, acidez de estómago y náuseas. Para prevenirla, lo mejor es no consumir alcohol o hacerlo en cantidades moderadas. En caso de padecerla, debemos reponer líquidos para evitar la deshidratación. En este sentido, son muy útiles los zumos ricos en vitamina C. “También son muy recomendables los alimentos como las frutas y los yogures”, añade el director general de anefp.

Jaume Pey recomienda seguir unos hábitos de alimentación sanos, apostando por una dieta variada, así como hacer ejercicio para evitar que los excesos que hayamos podido cometer nos pasen factura. Y si hemos caído en la tentación y sufrimos algún trastorno leve, lo más adecuado es acudir a la oficina de farmacia, donde el profesional farmacéutico nos aconsejará, en aquel caso en que lo necesitemos, el medicamento o el producto de autocuidado más adecuado para tratar el problema leve que padecemos.

En el caso de problemas leves de salud como empachos, digestiones pesadas, diarreas y resacas, existen medicamentos no sujetos a prescripción médica específicamente destinados al alivio de estas dolencias. Estos medicamentos se pueden adquirir en la oficina de farmacia siempre con el consejo previo del farmacéutico. Entre ellos se encuentran antiácidos y protectores gástricos para el alivio de los problemas estomacales, antidiarreicos, sueros de rehidratación oral y analgésicos para el dolor de cabeza.

Pero, sin duda, el gran protagonista de los meses de invierno es el resfriado, que suele propagarse con mayor facilidad durante las fiestas navideñas, ya que en ellas pasamos más tiempo fuera de casa expuestos al frío y a los cambios bruscos de temperatura. El director general de anefp recuerda que existen medicamentos no sujetos a prescripción médica como analgésicos, antigripales, mucolíticos y antitusivos que tratan los síntomas propios del resfriado: dolor, fiebre, tos, exceso de mucosidad, etc.

Jaume Pey recuerda que la mejor manera de disfrutar de unas fiestas sin sobresaltos “es utilizar el sentido común y no dejarnos llevar por los excesos”.

Un estudio científico relaciona el consumo de gazpacho con la reducción de la presión arterial

Consumir gazpacho habitualmente puede contribuir a disminuir la presión arterial, según un estudio científico de la revista Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases cuyo primer autor es el investigador Alexander Medina-Remón, del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia y del Campus de la Alimentación de Torribera de la UB.

La hipertensión arterial es una enfermedad que afecta a un 25 % de la población adulta y es el principal factor de riesgo de los infartos miocárdicos y cerebrales, la primera causa de muerte en la población occidental. En esta nueva publicación se ha evaluado el efecto del consumo de gazpacho en 3.995 individuos del estudio PREDIMED, que analiza los efectos de la dieta mediterránea sobre la prevención de las dolencias cardiovasculares en una población de alto riesgo cardiovascular.

Mejorar la dieta, mejorar la salud

“Estudios clínicos y epidemiológicos previos asocian el consumo de los principales ingredientes naturales del gazpacho por separado (tomate, pepino, ajo, aceite de oliva, etc.) con una reducción de la presión arterial”, explica Alexander Medina-Remón. “Este nuevo estudio científico”, continúa, “describe por primera vez que consumir gazpacho con frecuencia es igualmente beneficioso y puede disminuir la hipertensión arterial”.

Tal y como explica la profesora Rosa M.ª Lamuela, responsable del Grupo de Investigación en Antioxidantes Naturales de la UB y coordinadora de este estudio, el efecto protector del gazpacho en la presión arterial ha sido un resultado en parte “inesperado, dado que el gazpacho contiene sal, que es uno de los ingredientes restringidos para poder mantener los niveles de la presión arterial. Aun así, los resultados del estudio describen que la presión arterial de los consumidores de gazpacho es inferior a la de los no consumidores, posiblemente porque los componentes bioactivos del gazpacho contrarrestan el posible efecto del consumo de sal”.

Carotenoides, vitamina C y polifenoles

¿Cómo pueden explicarse estos resultados en el gazpacho? En opinión del investigador Alexander Medina-Remón, “se trata de un alimento con un alto contenido en carotenoides, vitamina C y polifenoles. El balance final entre los compuestos bioactivos del gazpacho y su contenido en sal hace que el producto sea cardiosaludable, es decir, al final prevalece el efecto positivo de todos los ingredientes que pueden disminuir la presión arterial por encima del efecto que podría tener la sal”.

Los expertos también han aplicado técnicas estadísticas de regresión logística para conocer hasta qué punto podría reducirse el riesgo de hipertensión gracias al consumo de gazpacho. Según los resultados, “en algunos perfiles de consumidores el riesgo podría disminuir hasta un 27 %”, apunta Medina-Remón.

Investigar el mecanismo de acción

En el estudio, de carácter multicéntrico y pluridisciplinar, también han participado equipos investigadores del Hospital Clínico de Barcelona, el IDIBAPS, el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), la Universidad de Navarra, la Universidad de Valencia, la Universidad Rovira i Virgili, la Universidad de Málaga, el Instituto de la Grasa-CSIC, el Centro de Salud San Pablo, el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud y el Hospital Universitario de Álava. En el futuro, el equipo tiene previsto potenciar líneas de estudio de los mecanismos de acción que relacionan el consumo de alimentos ricos en polifenoles con la reducción de la presión arterial, un proceso aparentemente ligado al incremento del óxido nítrico, una molécula con propiedades vasodilatadoras en el sistema cardiovascular.

El Grupo de Investigación de Antioxidantes Naturales de la UB, que ha realizado destacados estudios internacionales sobre nutrición y prevención de enfermedades cardiovasculares, forma parte del Departamento de Nutrición y Bromatología de la UB, de la Red de Referencia en Tecnología de Alimentos de la Generalitat de Cataluña (XaRTA) y del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria (INSA-UB). El grupo de investigación también está asociado a las redes CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) y RETICS, del Instituto de Salud Carlos III.