reportaje_generica

Los TCA en el siglo XXI

En el año 1976 tuvo lugar en EEUU la primera reunión multidisciplinar sobre TCA. En aquella época sólo se hablaba de anorexia nerviosa, la investigación estaba especialmente preocupada por los factores hipotalámicos y endocrinos. No había datos epidemiológicos. Sólo se había hecho un ensayo clínico con ciproheptadina (sustancia que estimula el apetito) y Minuchin planteó una terapia familiar con un éxito importante (recibida con escepticismo). Desde entonces hemos avanzado mucho en Medicina, pero no en Psiquiatría.

Hace unos meses Owen publicó un artículo donde se planteaba si existe una esquizofrenia a la que diagnosticar (World Psychiatry 10:1- Febreary 2011). Si eso sucede con la esquizofrenia, en los TCA, ¿qué está pasando? Se han descrito nuevos subtipos de patología alimentaria, se describió la bulimia nerviosa en el año 1979, se han propuesto nuevas clasificaciones, tenemos evidencia acerca de los factores etiopatogénicos que influyen, está claro que la herencia puede jugar un papel, también que la enfermedad varía en función de las culturas y que existen evidencias del papel de los medios de comunicación. Desde entonces los estudios epidemiológicos han sido numerosos. Hay datos claros de la prevalencia e incidencia, y estudios controlados sobre tratamientos farmacológicos y psicológicos.

Sin embargo, existen todavía un gran número de insuficiencias en el conocimiento de estas patologías. Y la primera de ellas es la definición de caso, los fenotipos clínicos (los modos de expresión) no son demasiado buenos. Y por otra parte las insuficiencias terapéuticas que son también muy importantes. La anorexia nerviosa no tiene tratamiento, hay muchos modos de intentar abordarla pero no hay un tratamiento específico que la resuelva.

Fiabilidad y estabilidad diagnóstica. Importancia de la definición de trastorno alimentario

Cuando se habla del diagnóstico al cabo de 12 años, la anorexia y la bulimia tienen una estabilidad entorno al 40 por ciento pero el trastorno por atracón y el trastorno de la conducta alimentaria no específico tienen una estabilidad muy baja, quien empieza teniendo esa patología al cabo de esos años ya no la tiene. Por lo tanto, la validez que tienen esos diagnósticos es limitada. Y frente a eso se han planteado algunas posturas que intentan superar los modelos clasificatorios actuales.

Waller hizo, hace unos años, una propuesta que superaba el modelo transdiagnóstico, planteando un modelo trans-transdiagnóstico y sacaba los trastornos alimentarios de su ámbito de trastornos específicos y los colocaba en trastornos de ansiedad.

Otros modelos aproximan los trastornos alimentarios con una serie de trastornos de personalidad en los que los síntomas fundamentales se asocian con la compulsión, impulsión o evitación. En nuestra especie la ansiedad suele generar una tendencia a la ritualización de comportamientos que hacen que se sienta más seguro.

Otros autores dicen que los trastornos alimentarios se pueden asociar con la inseguridad, con el temor a los estímulos, o la entrega a la recompensa inmediata sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo que tiene ese comportamiento. Y eso encaja en el modelo adictivo de los trastornos alimentarios.

Modelo Adictivo de los TCA

Hay una serie de datos a favor de un modelo adictivo:

-La fenomenología clínica

-La neuropsicología

-Los modelos animales

-Contexto teórico en el que se pueden encajar los trastornos alimentarios como trastornos adictivos. Hay fundamentalmente dos modelos, el modelo de la intensidad del incentivo y el modelo de la neurociencia emocional de Panksepp.

Fenomenología clínica

Si repasamos los criterios diagnósticos que deben cumplirse para que se sufra una adicción podemos ver que muchos de ellos los podemos reproducir en los trastornos alimentarios, especialmente en los atracones y en la bulimia:dificultades para detener el consumo, atracones prolongados, malestar físico, interferencias sociales y académicas, y dejar de lado las consecuencias físicas.

En la anorexia nerviosa se podría plantear-de un modo retorcido- la adicción a tener un comportamiento negativo. La adicción es a no comer, el elemento fóbico es la comida. No comer genera mucho bienestar. Algunos autores discrepan del modelo adictivo porque entienden que la comida en sí no pueda ser adictiva.

Neuropsicología

En las adicciones hay un modelo neuropsicológico que es el modelo de marcadores somáticos, que desarrolla Damasio, sobre un evidencia y es que los sujetos que tienen lesiones en una zona, el córtex prefrontal ventromedial, tienen una “ceguera de futuro”: pueden sabe qué tienen o no qué hacer pero son incapaces de ejercerlo, y actúan en función de recompensas muy inmediatas sin poder tomar buenas decisiones a largo plazo.

Esto se puede estudiar a través de la prueba del juego de Iowa que permite ver si existen modificaciones o disfunciones en esta estructura asociadas o no a variaciones en la respuesta electrodérmica. Es decir, hay un instrumento que permite medir si los sujetos a la hora de tomar decisiones tienen algún tipo de disfunción y existe un modelo que aplica la teoría de los marcadores somáticos de Damasio a las adiciones en el que Bichara y Verdejo sostienen que para que se mantenga la existencia de un modelo neuropsicológico basado en la teoría de los marcadores somáticos se deberían cumplir una serie de condiciones: que hubiera una hiperfunción del núcleo amigdalar y una disfunción en el córtex prefrontal ventromedial. Existen estudios neuropsicológicos de los que resultan datos poco concordantes.

Un grupo inglés de Tchanturia encuentra que sí hay datos a favor de la teoría de los marcadores somáticos y en un estudio de una española, María Herrera Giménez (2011), que observa que cuando se controlan las recompensas inmediatas las pacientes-en este caso bulímicas-deciden igual que los controles en relación con las recompensas en el futuro y por tanto se descarta esta teoría de los marcadores somáticos. Y un estudio posterior del mismo grupo inglés descarta también la teoría de los marcadores somáticos.

En resumen, es un área de desarrollo que nos puede ayudar a subtipificar los TCA y sería posible que a partir del modelo de los marcadores somáticos pudiéramos encontrar un subgrupo de pacientes más asimilables al modelo adictivo y se pudieran plantear técnicas de intervención específicas.

Factores genéticos

Un estudio de Bulik (2006) detecta en una muestra de gemelo que los TCA tiene una heredabilidad del 56 por ciento. Esto significa que existen factores genéticos que pueden favorecer la expresión clínica de los TCA, pero además necesitan un juego de factores ambientales; y esta heredabilidad puede cambiarse en función de las circunstancias culturales y sociales.

Hay un dato muy interesante de los individuos que se gestaron durante la hambruna que padeció Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Los individuos que estaban gestándose en los primeros meses de embarazo con la hambruna tuvieron más facilidad en el futuro de ser más gordos, de tener más problemas de desarrollo del SNC, más problemas de personalidad y más problemas adictivos; mientras que los que sufrieron la hambruna más tarde no tenían problemas tan graves de desarrollo del SNC, sino más propensión a desarrollar problemas afectivos.

En el caso de abusos sexuales existen evidencias que ponen de manifiesto que cuando una niña es abusada entre los 3-5 años, en el periodo adulto tiene una reducción del 20 por ciento del volumen del hipocampo, que no ocurre cuando la violación se produce entre los 13-15 años, en las que hay modificaciones en el córtex prefrontal.

Cuando se asocia el abuso sexual con la existencia de problemas perinatales el incremento del riesgo de padecer una anorexia nerviosa es muchísimo mayor que cuando sólo use da uno de los dos hechos.

El cerebro se conforma sobre la base de las experiencias. El cerebro tiene un crecimiento enorme hasta la adolescencia, y en ese momento se produce una “poda neuronal” y se manifiestan los circuitos necesarios para la adaptación óptima del sujeto y esto implica que la experiencia determina qué circuitos van a mantenerse. Mientras los genes proporcionan el proyecto para construir el cerebro, la experiencia lo esculpe para responder a las demandas del ambiente. Somos organismos tremendamente adaptativos.

Modelos animales

Los modelos animales son muy útiles en algunas especialidad pero en Psiquiatría no son tan sencillos, porque los animales no son capaces de comunicarnos qué sienten. Sin embargo nos pueden proporcionar algunos datos que pueden ser útiles para entender qué puede pasar.

Hay un estudio que demuestra en un modelo de vulnerabilidad al estrés en ratas (Attwood, 2011) que bloqueando una proteína, la neuropsina -que interviene en los sistemas de plasticidad de las neuronas-, aparecen cambios comportamentales en la experiencia de ansiedad ante el estrés. Por ejemplo las ratas no evitan lugares iluminados o abiertos, es el “modelo de conducta agorafóbica”.

El grupo de Hoebel ha comparado ratas desnutridas con otras bien alimentadas y observan que la desnutrición tiene unas repercusiones importantísimas en el paso de un comportamiento normal a adictivo a través de modificaciones en la neuroplasticidad de las neuronas dopaminérgicas del accumbens. Por ejemplo cuando se administra cocaína a una rata desnutrida la respuesta dopaminérgica es muchísimo más intensa que cuando está bien alimentada. La sacarosa tiene un efecto reductor del abuso de sustancias y cuando no tiene sacarosa es más fácil que las conductas adictivas puedan aparecer, que sean más difíciles de extinguir.

Las adiciones comportamentales son comportamientos compulsivos que no pueden contenerse a pesar de que el individuo sabe que no debe hacerlo (ludopatía, adición a las compras y al sexo).

El ejercicio también puede ser muy adictivo porque mejora los síntomas depresivos y mejora el bienestar por la secreción e opiáceos endógenos. A una rata mal alimentada si se le da acceso libremente a la rueda giratoria puede dejar de comer hasta morirse.

Modelos neurobiológicos de las adicciones

Hay dos modelos para entenderlo. Uno es el modelo de la intensidad del incentivo, que viene a decir que la intensificación de la respuesta dopaminérgica, que se consigue con el estímulo y con las claves del entorno que se asocian con el estimulo, sustentan el comportamiento adictivo. Es decir, una persona sometida a desnutrición a la que se presenta una imagen neutral o una apetitosa hamburguesa, en este segundo caso se produce una liberación dopaminérgica mucho más alta.

Hay otro modelo, el de Panksepp, que es un modelo neurocientifico de las emociones. En éste se plantea que nuestras emociones se desarrollan de un modo muy específico y con una finalidad adaptativa. Y establece una serie de patrones emocionales, uno de ellos es la búsqueda de recompensa (sexo y comida, que tienen que ver con el mantenimiento de la especie).

Pero no siempre el animal se comporta respetando estas necesidades básicas sino que a veces entra en comportamientos más complejos que le van a dar estatus social. Por ejemplo cuando se observa una manada, los animales más fuertes se ponen a los lados y los más débiles y las hembras en medio, con la finalidad de protección. Los mamíferos tenemos desarrollado un asentido del apego social que, por una parte ayuda a que se mantenga la especie, y por otro, a que el sujeto se sienta bien, pero por el que se paga un peaje que es el malestar por la separación.

Desde este punto de vista se mantiene que la vinculación sería una forma primaria de adicción, o que la adicción es un modo alterado de vincularse. Esto sería útil plantearlo en un modelo de adicción comportamental en los TCA, cuando el sujeto se hace adicto a comer o a no comer lo que está buscando es seguridad. Y esto es lo que pone de manifiesto nuestra experiencia clínica. Algunas expresiones de nuestras enfermas: “es que no seré feliz si no estoy pendiente de la comida”; “cuando no comía sentía que había conseguido lo que yo quería”; “me sentía mucho mejor cuando podía irme de casa y me libraba de hacer la merienda”. Todo supone ganar bienestar a través de la evitación de un comportamiento.

Aplicación en el campo de los TCA

El modelo de la adicción comportamental sería un modelo aplicable en algunas situaciones. La situación de desnutrición sería clave para entender por qué se pasa de un comportamiento normal a uno adictivo, y por qué es de difícil extinción, o se recae espontáneamente en relación a estímulos ambientales a los que el sujeto retorna.

Hay una serie de líneas de interés que implicarían el reconocimiento de los aspectos emocionales que subyacen en estos trastornos, el desarrollo de los instrumentos de validación de este modelo, planteamientos terapéuticos no sólo cognitivos (emocionales) y la importancia de la investigación traslacional.

Tratamiento de los TCA

Actualmente hay muchos metanálisis. En un estudio muy interesante se hace una evaluación a corto y largo plazo de pacientes con anorexia nerviosa que se asignan de modo aleatorio a una terapia cognitivo conductual, una terapia interpersonal o a un control clínico de apoyo. Y éste a largo plazo obtiene buenos resultados como la terapia cognitiva conductual y algo inferiores a la terapia interpersonal. Es decir, que cuando actuamos sobre situaciones emocionales conseguimos mejores resultados que con una terapia basada fundamentalmente en la restructuración cognitiva.

Por eso el psicólogo Vanderlinden planteaba una serie de consejos de tratamiento: que cuidemos la alianza con nuestros pacientes, que no sobrevaloremos la importancia de lo cognitivo y más atención a la experiencia emocional (que seamos capaces de hacer que los pacientes ventilen dificultades emocionales porque sólo entonces podremos reestructurarlos cognitivamente). En definitiva, que se puede mejorar el resultado terapéutico si en lugar de preocuparnos por los esquemas racionales lo hacemos por los emocionales.

Hacia dónde vamos

Vamos hacia modelos de diagnóstico más fiables, donde se delimiten claramente algunos endofenotipos más homogéneos que nos permitan tipificar a los pacientes de modo más práctico. La restricción alimentaria, la negación de la enfermedad, la hiperactividad y el atracón- purga son los síntomas fundamentales que se presentan en estas patologías. Y, por último, que se desarrollen endofenotipos neuropsicológicos y que se incorporen los elementos emocionales en el tratamiento.

reportaje_generica

Nuevos tratamientos de intervención psicológica: coaching, empowerment, psicología positiva, resiliencia…

Los estudios epidemiológicos actuales (según la Guía Práctica Clínica del Ministerio de Sanidad) indican que hay una incidencia entre el 6,4 % y 4 % en mujeres jóvenes (12-21 años). Y en los últimos años ha habido un incremento importante en la prevalencia y la incidencia de estos trastornos.

Los hombres van por detrás de las mujeres (entre el 0,3% y 1% en hombres jóvenes) y cada vez también hay más casos relacionados con la imagen corporal y vinculados a la práctica deportiva. La relación es 9:1.

También hay que destacar el incremento de los TCNEs (trastornos no especificados o los que tienen una sintomatología incompleta).

Los estudios de prevalencia de riesgo en población universitaria, es decir de conductas alimentarias de riesgo, hablan de casi el 21 % en mujeres y 15 % en varones (2005). No tienen un trastorno instaurado pero en un corto periodo de tiempo podrían llegar a desarrollarlo.

La población general está sometida a una fuerte presión de los medios de comunicación, a una avalancha de dietas adelgazantes, y de estímulos que nos ayudan a ser más exitosos. Y el éxito está directamente vinculado con el aspecto y con estos comportamientos.

En estos estudios de prevalencia de riesgo encontramos que los chicos de carreras relacionadas con la imagen, con la publicidad y las Ciencias de la Salud manifestaban hasta un 70 % de conductas compensatorias para controlar su peso, como la obsesión por el ejercicio físico, el uso de laxantes, e incluso los vómitos autoprovocados. Son conductas de riesgo que aparecen en población normal.

Se está produciendo este incremento por las dificultades de detección, sobre todo en atención primaria y no siempre la persona que atiende a estos casos está capacitada y tiene información suficiente. Y se escapan muchas personas con conductas atípicas, que se han convertido en comportamientos regulares no esporádicos.

También hay una carencia de escalas e instrumentos sencillos para detectar el trastorno. Nuestro equipo ha trabajado en la validación de una encuesta corta, de barrido, que nos da idea de si una persona estaría en estado de riesgo para ser tratada.

Tendencia actual en los tratamientos

Me gusta hablar del cuidado desde el punto de vista integral de la persona. Hay datos biológicos que están mostrando la necesidad de intervenir desde la biología,la medicina, pero también hay datos de antecedentes familiares y personales que implican estudiar los modelos de conducta y por qué han derivado en este tipo de conducta patológica.

Se está adoptando el modelo tridimensional: bio-psico-social. En este nuevo modelo se habla de emociones,expresiones y comportamientos.

Modelo de la psicología positiva

En el modelo de la psicología positiva se trabaja el desarrollo de las llamadas competencias emocionales que nos ayudan a evolucionar y desarrollarnos como persona, como puede ser el autoconocimiento, el desarrollo de la estima o autovaloración personal (la inteligencia emocional); y que tiene que ver con los factores personales que necesitamos desarrollar para evolucionar en nuestra vida cotidiana.

Es un modelo de bienestar, más centrado en la salud, no tanto en la enfermedad. Estarían relacionados con recuperar las variables que se han perdido y que se pueden volver a encontrar. Ello requiere un proceso de aprendizaje. Hay que trabajar el cuerpo, la mente y el espíritu (Dra R. Calvo). Se trata de buscar emociones positivas como la alegría, el orgullo por conseguir avances en el tratamiento y recuperar la ilusión y el optimismo.

Resiliencia

Dentro de esta corriente de psicología positiva ha surgido el concepto de resiliencia que intenta desarrollar esa capacidad para sobreponerse ante la adversidad.

Los estudios indican que incluso en situaciones de crisis o pérdidas familiares este tipo de comportamiento es común. Hay personas que tienen a hundirse y aislarse y otras tienen a crecer y superar la adversidad.

Se habla de tener una autoestima consistente, decir lo que se quiere, hacer una introspección hacia las debilidades y fortalezas.

Algunas aplicaciones terapéuticas:

-Tratar de generar pensamientos positivos.

-Potenciar el desarrollo de habilidades sociales, de comunicación consigo mismo y con el entorno.

Capacitación

La capacitación o empowerment también utiliza los modelos de comunicación para facilitar y capacitar al paciente para recuperarse. Tiene mucha relación con la interacción con el terapeuta, parece que si éste está muy convencido que el paciente puede salir adelante, el paciente copiará este tipo de comportamiento y recabará todas esas fuentes internas para conseguir la recuperación.

Algunas aplicaciones en TCA:

-Capacidad para que el paciente asuma su tratamiento y se responsabilice de él.

-Hacer un contrato para asumir unos compromisos que debe cumplir.

-Pasar de la “reflexión a la acción”.

-Motivación hacia el cambio.

-Trabajar este aspecto en los padres.

Coaching

Desde el modelo del coaching (entrenamiento y desarrollo de una serie de competencias) y de la comunicación se trabaja desde un enfoque de aprendizaje, donde se hacen preguntas para buscar “brechas de aprendizaje”, puntos de debilidad donde rescatar las emociones positivas.

Tenemos que centrar el trabajo en sus objetivos (debe querer curarse), en lo que espera de nosotros y también ser realistas, saber qué capacidad de recuperación puede tener el paciente.

Se trabaja desde tres esferas: la emocionalidad, el lenguaje y la comunicación consigo mismo, y también la comunicación corporal.

Se tienen que evaluar los estilos comunicativos, si tienen un estilo agresivo, asertivo y pasivo. Y hay que fortalecer los estilos y emociones positivas que dan fuerza al paciente. Mantener en el “paciente” una actitud responsable (que sea capaz de recuperarse y responsabilizarse de lo bueno y lo malo). En definitiva, hay que trabajar los cinco pilares de la inteligencia emocional (autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y escucha, y habilidades sociales).

reportaje_generica

El espectro del atracón como síntoma

Las primeras controversias que planteo serían: ¿se pueden controlar los atracones?, y si se pueden, ¿es positivo controlarlos?

El estudio de los TCA que comparten la presencia de atracones ha puesto de manifiesto la existencia de varios factores predisponentes, desencadenantes y de mantenimiento, y en los últimos años se intentan integrar todos estos factores para lograr un modelo global que nos pueda ayudar a plantearnos de manera más eficaz, tanto el conocimiento como las estrategias de manejo terapéutico.

Los modelos pueden clasificarse en: modelo restricción-atracón, modelo de bloqueo emocional y modelo de refuerzo positivo. A su vez se estudia la vulnerabilidad no sólo biológica, sino también cognitivo-emocional y la social.

La bulimia nerviosa y sus síntomas se conocían desde la antigüedad pero no es hasta la descripción de Russell (1979) cuando se describe de forma sistemática y se incorpora en los sistemas diagnósticos. El modelo que se propuso ha destacado la importancia de la influencia social y la insatisfacción corporal como el desencadenante esencial de la bulimia. Se llama Modelo del ciclo restricción alimentaria-atracón.

Es un modelo cognitivo-neurobiológico, parte de la patología cognitiva, es decir, las personas que tienen una internalización excesiva de los ideales corporales sociales, incapaces de conseguirlos, producen una insatisfacción corporal. Está asociado con el atracón a través de la restricción, y aquí entran los factores neurobiológicos del comer menos o de manera caótica.

Los atracones son consecuencia de la susceptibilidad fisiológica y psicológica que sigue al periodo de restricción. Es un modelo que hace hincapié en la dieta. Al hacer dieta se produce un incremento del hambre y del deseo. Además el cuerpo intenta defenderse de la pérdida de peso modificando el umbral de saciedad. Las sensaciones que producen los alimentos no pueden sustituirse por otras para producir la saciedad del deseo.

Modelo de restricción-atracón

Ha habido mucha investigación y lo más llamativo es que ha influenciado enormemente como se hace el tratamiento de la BN. Sin embargo, aunque es un modelo necesario, no es suficiente dada la altísima prevalencia de presión social que hay para conseguir un cuerpo “x” y que la insatisfacción corporal es prácticamente normativa en toda la población y eso no puede explicar que sea tan baja la prevalencia en TCA, tiene que haber otras variables.

Actualmente lo que más se está estudiando es la vulnerabilidad biológica. Y también hay una constatación clínica y posterior investigación sobre otros antecedentes de la patología del atracón, que no sólo se da con dieta sino también en otras situaciones.

Numerosas pacientes bulímicas dicen que ellas nunca han tenido un periodo inicial de restricción y manifiestan que las razones de sus atracones se deben más al estrés emocional que al hambre. Por lo tanto, esto ha llevado a desarrollar otros modelos teóricos, sobre todo el modelo que ha incluido el afecto negativo. Y surge un modelo, que sigue siendo de restricción-atracón, que es el Modelo de doble camino (de Stice), donde tanto la restricción alimentaria como el afecto negativo o la combinación de ambos, pueden iniciar los atracones.

Las investigaciones de este modelo han demostrado que las pacientes con bulimia nerviosa pueden clasificarse en dos grandes grupos: las que hacen dietas, y las que hacen dietas y tienen afecto negativo. Estas últimas muestran más patología, más comorbilidad, un funcionamiento más desadaptado y peor respuesta a los tratamientos.

Hay una versión ampliada de este modelo del doble camino que postula que el afecto negativo y los atracones no están directamente relacionados sino que está mediatizado por una variable, que es la falta de conciencia interoceptiva de los sentimientos personales, que malinterpretan, es decir, aquello que se siente como malestar se interpreta como hambre.

Modelo de bloqueo emocional

Este plantea los atracones como una conducta que bloquea nuestra emoción. En este caso el afecto negativo no tiene que ver con la imagen.

Numerosos pacientes relacionan el atracón con la presencia de un tono hedónico bajo: más sentimientos de tristeza y vacío, sin tener sensación de hambre. El estado de ánimo antes del atracón era mucho más bajo que antes de la comida normal.

Estos pacientes presentan sesgos atencionales hacia las amenazas de su autoestima que, en vez de afrontarlas, tratan de evitarlas mediante el atracón. Sin embargo, la relación entre el proceso amenazante y los atracones es específica, siendo algunas de las más destacadas la sensación de abandono y el criticismo.

Dentro de este bloqueo emocional, hay un grupo de autores que ha trabajado la explicación del atracón como escape de la autoconciencia, como escape de la conciencia de experiencias dolorosas y asociadas a un trastorno disociativo subyacente en pacientes con historia de abusos (sexuales y escolares). Se ha dicho que el tercer factor que influiría sería la personalidad bordeline o la bulimia multimpulsiva.

Estas personas presentarían unas características personales que les impedirían afrontar el impacto de determinados acontecimientos vitales. La propia situación estresante puede ser de tal calibre que genere una huida por ser tan traumática.

Otro grupo, dentro del bloqueo emocional, que han estudiado otros autores son los que relacionan el atracón con las dificultades en la identidad. Y se plantea que el trastorno bulímico tiene que ver con la evitación de todos los temas que tenemos que afrontar cuando nos estamos planteando quiénes somos, qué sentimos, etc. La identidad está definida como la percepción de unidad del yo en diferentes situaciones y la persistencia de la personalidad a lo largo del tiempo. El atracón les sirve a las pacientes para justificar el malestar. Se sufre por los atracones y el resto queda silenciado.

Cuando intentamos escapar a estos temas de identidad se conforma una identidad difusa que lleva a conductas autodestructivas. Hasta un 25% de las pacientes- e incluso más- tienen conductas autodestructivas en bulimia nerviosa. Además, al evitar reflexionar sobre su identidad no corrigen la imagen tan negativa de sí mismas y tienden al aislamiento social.

Esta identidad difusa no sólo se da en bulimia sino en muchos trastornos que tienen conductas autolesivas.

La identidad de numerosas pacientes es copiada, tienen una búsqueda continua de la normalidad – hacen las cosas “de las personas normales”-. Y cuando algo cambia se produce una desestructuración de su personalidad y se vuelve a los síntomas porque es “el espacio de seguridad”. Cada vez que algo cambia se pierden (coherencia central limitada), por eso es tan importante la rigidez. Se ha visto en las fotos y los cambios de estilo, pelo, etc. le impiden saber quién es verdaderamente ella.

Otros TCA que comparten la presencia de atracones en su psicopatología han puesto, igualmente, de manifiesto que éstos pueden ocurrir en ausencia de restricción y que siempre tienen relación con el malestar emocional.

Trastorno por atracón

Hace 20 años ya se decía que menos del 10 de los pacientes había hecho dieta antes de iniciar los atracones. En general parece que la pauta de inicio sería personas en adolescencia temprana que empiezan el trastorno sin una ingesta restrictiva previa y personas de edad adulta que comienzan el trastorno después de años de realizar dietas.

Los pacientes con trastorno por atracón tienen dos subtipos del modelo del doble camino: unos que serían de dieta y restricción, y otros que serían de ánimo negativo, y éstos presentan también más patología que los pacientes que sólo restringen.

Síndrome del Comedor Nocturno

Ha adquirido una cierta identidad diferenciada de los otros trastornos alimentarios incluidos en el espectro del atracón, apoyado en los resultados de los estudios realizados en Noruega y en Pensilvania.

El síndrome está asociado a anorexia por la mañana e hiperfagia por la noche. Más de la mitad de las calorías consumidas a lo largo del día se consumen entre la medianoche y las 6 de la mañana. Y se cree que está producido por la restricción y el incremento de estrés nocturno. Algunas pacientes bulímicas en su proceso de cambio se han convertido en comedoras nocturnas.

Todos los comedores nocturnos tenían niveles más bajos de melatonina por la noche y mayor cortisol durante el día.

Modelo de las 4 funciones del atracón

Este modelo no utiliza los diagnósticos y plantea que los atracones son conductas patológicas que hay que tratar como cualquier otra conducta patológica. Está dirigido a conseguir una meta.

Hay dos posiciones sobre el atracón: aquellas que están relacionadas con un estrés intrapersonal (como sería reducción del afecto o incremento de afecto positivo) e interpersonal para conseguir atención o para evitar socialmente tener un atracón. Dentro de los factores interpersonales se ha destacado el estrés asociado a las transiciones a la edad adulta.

Modelo de refuerzo positivo

Este modelo enfatiza el papel del cortisol y del circuito del refuerzo sobre la motivación de la ingesta aunque aún están en estudio los mediadores neuroendocrinos.

La combinación de azúcar, sal y grasa hace que la comida se incluya en el circuito del refuerzo creando un feedback que estimula nuestro deseo de comer y nos lleva a desear más y más a pesar de estar llenos.

Esta comida sabrosa estimula la liberación de opiáceos endógenos, circunstancia que, si ocurre de manera habitual, puede producir una adaptación neurobiológica que promueva la comida excesiva compulsiva.

Los pacientes con trastorno por atracón, a los que en un estudio de laboratorio se les sometió a niveles de estrés elevados tienden a hacer esta adicción a la comida, mostrando mayor síndrome de abstinencia y más tendencia a suavizarse con los alimentos.

Los modelos que implican la comida como adicción están asociados a que una vez que se ha producido la adicción, las personas sesgan su atención y su cerebro dirige todos sus recursos atencionales a percibir comida en lugar de otros elementos (estudios de sesgo atencional). De igual manera que en los problemas con el alcohol.

R+, Comida condicionada

Dentro del modelo de refuerzo condicionado no me he querido olvidar de lo que llamamos “Comida condicionada”, donde los atracones se plantearían como consecuencia de asociaciones de la comida con determinadas emociones positivas que, supuestamente, en principio no tendrían porque estar asociadas.

Que la comida transmite mensajes es evidente: damos cariño, cuidado, dedicación, valores, descanso, relajación.. Ofrecemos “alimentos o comida especial” a aquellos que queremos, para expresarles cariño (conmemorar un aniversario con una “buena cena” o comprar chucherías a los pequeños cuando se han portado “bien”). La comida se convierte en el sustituto temporal, en el condicionamiento clásico de aquellos a quienes extrañamos.

Tratamiento de los atracones

En general el tratamiento se realiza, predominantemente, según el modelo de restricción-atracón sin tener en cuenta que el circuito cerebral que integra las sensaciones de hambre y saciedad no depende de estructuras corticales. No dependen de la fuerza de voluntad y cuando se somete la comida a control voluntario se anulan los mecanismos de hambre y saciedad.

También se ignora que la comida estabiliza emocionalmente a las pacientes, que el atracón encubre aspectos muy dolorosos y que no los hemos tratado; ausencia de refuerzos alternativos; el procesamiento paradójico del deseo; y aunque el modelo primero incorporaba el hecho de la insatisfacción habitualmente no se trata.

Así pues se deja a las pacientes sin afrontar los temas amenazantes, no se estabilizan emocionalmente y con más deseos de comer compulsivamente.

¿Este posible empeoramiento se da en todos los pacientes? Según mi criterio hay dos grupos de pacientes: un grupo -menos grave-que busca la autoestima en su imagen, pero tiene su personalidad, una cierta capacidad de comprender lo que se le dice, flexible y con más o menos tiempo, ayuda y estructura para organizar el caos alimentario, puede mejorar.

Pero hay un grupo más graves pacientes que llevan 7 años o más de evolución del trastorno y/o han recibido más de 3 tratamientos previos por otros equipos sin haber conseguido realizar cambios estables. Tienen más comorbilidad, más conductas autolesivas, peor calidad de vida, su situación es más deficitaria, muchas están en procesos de incapacitación y han perdido todas las relaciones.

Anclado en el trastorno, busca su identidad y seguridad. La paciente con un perfil bulímico presenta una identidad fragmentada. Sus decisiones van a ser copiadas, imitadas.

Estas pacientes tienen mayor vulnerabilidad cognitiva, sobre todo tienen un enfoque cognitivo al error (una vez planteado el error la mente va a ir exclusivamente al error) y alargamiento del tiempo empleado en la toma de decisiones. En estas pacientes cuando se ha correlaciono esta dificultad de cambio son asociadas a variables personales: ineficacia y conciencia interoceptiva. En cambio en el otro grupo -que va mejorando- que tiene insatisfacción corporal y corresponde al primer modelo, está más asociado al sentirse incapaces o paralizadas porque tienen miedo a perder la delgadez.

Las pacientes con un estado más crónico se perciben más rígidas, más ineficaces, más polarizadas y con mayor distancia entre su yo ideal y yo actual. La radicalidad es lo peor, cuanto más flexible mejor.

Implicaciones terapéuticas

Un tratamiento eficaz para este tipo de pacientes resistentes deberá:

-Ayudar a situar la comida en tiempo, lugar, variedad, cantidad y ritmo.

-Mejorar su capacidad de discriminación corporal, cognitiva, emocional y relacional.

-Facilitar la expresión emocional, la flexibilidad y la autoeficacia.

-Trabajar los temas evitados.

-Y de forma simultánea pueden beneficiarse de técnicas paliativas que reduzcan el impacto de los atracones hasta que no los necesiten.

reportaje_generica

Evolución de los TCA ¿Es posible la curación?

Se trata de un trastorno que comenzó en los años 60 en Europa y EEUU, y que sufrió un aumento de la prevalencia de una forma tan alarmante que se hablaba de la “epidemia” de los TCA.

Un estudio europeo (Preti A, et al.2009) durante los años 2000 no sólo marca el aumento de la prevalencia sino también como se decanta la prevalencia hacia los trastornos atípicos o incompletos -que no fueron considerados en un principio tan importantes como la anorexia y bulimia nerviosa- y que en estos momentos ocupan un lugar importante por el número de casos.

En seis países europeos los trastornos por atracones sin criterio cuantitativo y el TCA sub-umbral suponen la mayor parte de la prevalencia de los TCA.

Esta evolución obliga a modificar los programas terapéuticos, los programas hospitalarios y, sobre todo, los presupuestos asistenciales de los gobiernos.

Por lo tanto, en este momento y hasta la nueva clasificación del DSM-V nos estamos refiriendo a la anorexia nerviosa purgativa, bulimia nerviosa y su comorbilidad, a los TCANE (cuadros incompletos y atípicos), trastorno por atracón, a las “exias”, a la patología dual y al trastorno del control de los impulsos.

Las nuevas propuestas diagnósticas

Las nuevas propuestas diagnósticas para el DSM-V son complejas, se han creado diferentes grupos de trabajo y la propuesta más amplia (Rockert, 2007)‏ habla de:

-AN subtipo restrictivo

-AN subtipo atracón purga

-BN subtipo purgativo

-BN subtipo no purgativo

-TCAs restrictivos con peso normal

-BN sub-umbral

-TCA únicamente purgativas

-TCA sub-umbral con atracones y umbral con purgas

-TCA umbral con atracones y sub-umbral con purgas

-BED (binge eating)

Si esto se aceptara íbamos a tener muchas dificultades en el futuro: dificultades para clasificar, para ubicar a los pacientes y pacientes que cambian de un diagnóstico a otro. Posteriormente apareció otra propuesta que hablaba de hacer dos grupos: purgativas y no purgativas (restrictivas).

Evolución clínica de la enfermedad

También el paciente sufre cambios en la clínica y cumple criterios de diferentes trastornos. En un trabajo se estudiaron los antecedentes de un grupo numeroso de pacientes. Observaron que la BN purgativa tenía antecedentes de AN restrictiva hasta un 25 % y la no purgativa hasta un 15 %. El trastorno por atracón tiene antecedentes por AN de hasta el 5 %. El BED tiene antecedentes de BN del 15 %. Y la BN tiene antecedente de haber comenzado con atracones hasta el 25 %.

A los 10 años de evolución de la enfermedad (AN)se observa en una revisión reciente que el 48 % de las pacientes se encuentran recuperadas, el 30 % están con mejoría, el 20 % han cronificado y la mortalidad era del 5 %.

En el caso de la BN a los 5 años la mejoría recuperación es del 65-66 %, con un 30 % de cronificación. A los 5 años no se detectó o cuantificó mortalidad y a los 10 años había una mortalidad del 6%, con una recuperación del 72 % y una cronificación del 21 %.

Pronóstico de los TCA

En una revisión completa hasta el año 2009 de la Guía Nacional del Servicio Nacional de Salud del Ministerio se obtienen los datos que salen cuando se hacen estudios. En AN hay un 50 % de remisión completa, 30 % remisión parcial y 10 %-20 % de cronicidad. En BN a los 5 años 33% de remisión y 33% de recaídas; y a los 6 años 60% buen pronóstico, 30% recuperación parcial y 10% de mal pronóstico; y el trastorno por atracón a los 5 años el 10, 20 y 70%.

Si se observan los estudios de seguimiento cuando se hacen más largos se reduce el porcentaje de pacientes que están cronificadas. Esto, que parece una señal de buen pronóstico, -cuando han pasado más de 10 años el porcentaje de bulímicas se ha recuperado-, está en función de que los pacientes reducen la impulsividad y mejoran el control de sus impulsos por razones de edad y de experiencias negativas a lo largo de los años.

Cronicidad

Hay una cronicidad debida al diagnóstico (hay enfermedades crónicas y agudas, es obvio); cronicidad debida al tiempo de evolución; cronicidad debida a la “debilidad” de los síntomas (los síntomas no son tan aparentes como para que reciban una atención correcta a lo largo de años y, por lo tanto, se convierten en crónicas); cronicidad a causa de la discapacidad que produce; cronicidad debida al tratamiento; y cronicidad debida al modelo asistencial.

La cronicidad crea discapacidad, que en parte es debida a la propia enfermedad. Hay una cronicidad que es debida a la actitud del paciente ante la enfermedad, frente a la debilidad de los síntomas. También hay una cronicidad debida a la mala respuesta social frente al paciente: asistencial, familiar. etc. Y hay una cronicidad debida a la mala adhesión del paciente: el abandono del tratamiento, de programas terapéuticos, la no aceptación de tratamientos y la negación a la hospitalización.

¿A qué llamamos cronicidad en los TCA? Se considera curso crónico en un TCA en la AN cuando hay una incapacidad para mantener el peso, si está presente la depresión de forma crónica, si persiste la obsesividad y si hay dificultades sociales (si han pasado 10 años). Y en el caso de la BN cuando hay experiencias negativas referidas al cuerpo, si persiste la pérdida de control sobre la ingesta y las conductas de purga, si persiste la impulsividad y la agresividad, la tendencia a las adicciones, el humor inestable y los antecedentes de traumas psíquicos.

La APA creó unos criterios de consenso para la AN crónica:

-Arraigados patrones de restricción alimentaria

-Arraigadas cogniciones anoréxicas

-Identidad personal ligada a la AN

-“Anorexia” como único valor de identidad

-Miedo a vivir sin ser “anoréxica”

Causas de cronicidad

-Biología y susceptibilidad de cada individuo frente a los TCA: la fragilidad ante la pérdida ponderal y la susceptibilidad al estrés.

-La personalidad y el carácter condicionarán la evolución de la enfermedad, especialmente cuando hay trastornos de la personalidad e impulsividad.

-El diagnóstico favorece la llegada a la cronicidad de los cuadros incompletos no atendidos por la debilidad de los síntomas, en la bulimia multimpulsiva -paciente que está abocada a sufrir un proceso largo y a ser etiquetada como pacientes crónica- y la patología dual si se asocia a conductas adictivas.

Causas de cronicidad sociales

-Los recursos asistenciales causan cronicidad. Hasta el momento no ha habido manera de montar unos recursos asistenciales rentables. Pero se ha demostrado con estudios que es más rentable poner personas competentes -como estas pacientes- en el mercado laboral y de la investigación, que mantenerlas con tratamientos incompletos en redes asistenciales deficitarias.

-El modelo de tratamiento también puede ser causa de cronicidad. Los objetivos biológicos únicos- si sólo nos preocupamos de que ganen peso , esto no cura-, y el tratamiento médico-biológico con excesivo apoyo en los fármacos son tratamientos incompletos. El apoyo de psicoterapia eficaz y eficiente es la piedra angular del tratamiento.

-Lugar de tratamiento: un espacio impropio también provoca cronicidad.

-Duración del tratamiento: los tratamientos son largos (en el mejor de los casos duran más de dos años).

-Profesionales no expertos.

-Si no hay controles los enfermos recaen.

-El entorno familiar y social.

Mejoras en los últimos años

Sin embargo, a lo largo de los últimos años hemos mejorado porque los tratamientos son más precoces; hay menos fracasos en tratamientos previos; más adhesión a los tratamientos; ingresos vinculados a la curación, no sólo al peso; mejor recuperación ponderal sin instrumentación (hay que destacar el papel de enfermería en este sentido); la recuperación rápida de peso inicial hace que pasen a TCANES (parte de lo que llamamos ahora pacientes crónicas son aquellas que hicieron una recuperación rápida del peso); menor necesidad de ingresos; mejores hospitales de día; más programas psicológicos; y mejor enfermería.

Condiciones para el tratamiento en pacientes crónicos

Se necesitan equipos multidisciplinarios, protocolos de tratamiento consensuados, protocolos para la patología dual y para la derivación, adecuación a los cambios clínicos y a la comorbilidad, equipos flexibles, coordinación entre niveles, profesionales de otras disciplinas, y profesionales formados e interesados. La cronicidad no es sinónimo de irreversibilidad.

Objetivos generales ante la cronicidad

Hay que establecer programas de prevención terciaria. Este tipo de prevención pretende mejorar la calidad de vida de las pacientes. Por lo tanto se precisa establecer con la paciente un vínculo y una alianza, hacer revisión de los tratamientos anteriores, valorar expectativas y calcular las metas. No hay que colocar al paciente en situación de riesgo. Hay que trabajar en equipo, reconsiderar tratamientos, conseguir ayuda familiar y valorar el tratamiento sintomático porque el objetivo final es la supervivencia y la calidad de vida.

También hay que hacer prevención del intento de suicidio y huir de la eutanasia pasiva que es cuando las pacientes se abandonan, los médicos claudican y la familia renuncia.

reportaje_generica

Vigorexia y otros trastornos de la imagen

Los medios de comunicación hablan de términos como sadorexia, ebriorexia, síndrome del gourmet y diabulimia, sobre los que hay poca literatura científica disponible. En cambio, de vigorexia en las dos últimas décadas (desde el primer trabajo de Pope) han aumentado mucho las publicaciones científicas sobre este trastorno bajo distintas denominaciones: bigorexia, trastorno dismórfico muscular, complejo de Adonis, anorexia inversa… Y alguna de las preguntas que surgen son: ¿Se trata de un nuevo trastorno? ¿Estamos ante una nueva manifestación de uno viejo? ¿No es nada?

Etimología

El término procede del inglés bigorexia que viene de “big”, grande, que a su vez tiene una raíz escandinava “bugge”, que significa gran hombre. Es el deseo de estas personas de aumentar el tamaño corporal. Y “ὀρέξις” es una raíz griega, que significa apetito, por similitud con los trastornos de la conducta alimentaria.

En español se escribe vigorexia, confundiendo un poco el vigor, el exceso de ejercicio y el deseo de fuerza, cuando lo que parece ser que está implicado en este trastorno es precisamente el ser “big”, el tener un gran cuerpo.

Un poco de historia

En 1993 Pope y sus colaboradores de Harvard estaban estudiando en un grupo de 108 fisicoculturistas el uso de esteroides anabolizantes y sus efectos. Se dieron cuenta que un pequeño grupo de esta muestra a pesar de tener más musculatura que el promedio poblacional presentaba un intenso miedo a tener un cuerpo pequeño y débil. Además presentaban distorsión de la imagen corporal, que consiste en subestimar el tamaño corporal. Presentaban también una excesiva atención a una dieta estricta. Por todo ello, y por la similitud con la anorexia en mujeres, la primera denominación fue anorexia inversa. Finalmente en 1997 se descartó ese término por considerar que la clínica alimentaria tenía un carácter secundario y se denominó trastorno dismórfico muscular.

Los autores lo situaron dentro del grupo heterogéneo de los trastornos somatomorfos (trastorno por somatización, hipocondría, trastorno por conversión).

Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)

Consiste en una preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico. Cuando existe objetivamente este defecto la preocupación del individuo es excesiva e interfiere en su día a día.

El segundo criterio es de malestar o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Y el criterio diferencial es que esta preocupación no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., la insatisfacción con el tamaño y la silueta corporales en la anorexia nerviosa).

Criterios diagnósticos de la vigorexia

En primer lugar existe una preocupación por la idea de que el propio cuerpo no está suficientemente libre de grasa y musculado. Las conductas características asociadas son el levantamiento de pesas durante largas horas y una excesiva atención a la dieta.

Hay una preocupación con rasgos obsesivos, son obsesiones a las que el individuo dedica más de cinco horas, y con carácter intrusivo, es decir la persona no decide reflexionar sobre lo que le está pasando. Y la única manera de acabar con estos pensamientos es recurriendo al ejercicio compulsivo como neutralizador.

Sin embargo, parece ser que los pacientes tienen una mejor capacidad de insight, de compresión de su problema, de darse cuenta que esta preocupación tiene un carácter claramente irracional, a diferencia de otros trastornos dismórficos.

Este trastorno pertenece al espectro de los trastornos de la imagen corporal, donde se encuentra la anorexia, la bulimia y los trastornos dismórficos corporales que recurren al abuso de cosméticos para ocultar el defecto e incluso a cirugía reparadora innecesaria.

La imagen corporal

Existen altas tasas de insatisfacción corporal. Hay gran presencia del body-checking compulsivo, que consiste en el palpado del cuerpo para comprobar si el desarrollo de la musculatura es el mismo que hace cinco minutos. También hay comprobaciones ante el espejo. Y la imagen corporal tiene un alto peso específico en la autoestima global.

Existe también una alteración de la imagen corporal, que consiste en un fracaso en la estimación del tamaño del propio cuerpo. En TCA sabemos que hay una sobrestimación del tamaño, se ven más grandes de lo que realmente son, pero en la vigorexia ocurre lo contrario, una subestimación del tamaño -se ven menos voluminosos- y en los trastornos dismórficos corporales existen tanto una subestimación como una sobrestimación depende en que consista el defecto y también hay, a veces, complejo de asimetría. Esta alteración tiene un componente cognitivo-afectivo asociado a la insatisfacción corporal.

Algunas propuestas teóricas señalan que el aumento de la insatisfacción corporal en varones es una de los responsables del aumento de la prevalencia e incidencia de la vigorexia. Esta insatisfacción se asociaría con el aumento de la presión social hacia un cuerpo masculino cada vez más musculado como ideal de belleza.

Una macroencuesta de Garner (1997) en los estadounidenses sirvió para constatar la insatisfacción corporal en varones y esto podría explicar, en parte, el aumento de la vigorexia en varones.

La conducta alimentaria en vigorexia

La persona frecuentemente abandona importantes actividades sociales, ocupacionales y recreativas debido a la necesidad compulsiva de realizar ejercicio y dieta, que se convierten en el principio organizador central de su vida.

Existe una excesiva atención a la dieta, como mínimo un riguroso cálculo macronutricional. Se alimentan básicamente con alimentos con alto contenidos en proteínas y bajo en lípidos. Es una dieta exagerada en cantidad y muy reducida en diversidad.

Existe evitación de comidas en restaurantes o lugares en los que no se tiene el control sobre la composición de los alimentos. Y hay consumo de suplementos alimenticios, a veces ilegales.

En general faltan estudios sistemáticos sobre como de alterada está la conducta alimentaria en la vigorexia. Algún estudio ha encontrado puntuaciones clínicas en una versión del EDI-2 (uno de los estándares en TCA) pero hay problemas de metodología. Tampoco se ha constatado la sensación de pérdida de control en las ingestas, a pesar de que son muy excesivas.

El ejercicio en la vigorexia

Consiste en largas sesiones de gimnasio con rutinas consistentes en el levantamiento de pesas y otros ejercicios anaeróbicos para el desarrollo muscular. Superan los límites de exceso de ejercicio físico (ejercicio de alta intensidad de más de 1,5 horas más de seis veces por semana).

¿Qué ocurre cuando se superan estos límites? Ocurre el síndrome de sobreentrenamiento que es un descenso brusco del rendimiento que cursa con dolores musculares, pérdida de apetito, trastornos del sueño, cambios de humor y aumento de la ansiedad. Ante la aparición de este síndrome aumenta el consumo de sustancias estimulantes para no parar. Y el incremento de la ansiedad aumenta el ejercicio compulsivo.

La principal población de riesgo son fisioculturistas con una prevalencia del 10 por ciento. Hay estudios que comparan fisioculturistas sanos con personas que presentan vigorexia y se ha encontrado una mayor presencia de ansiedad, niveles de obsesividad más elevados, más body-checking, más comprobaciones ante el espejo, mayor presencia de abuso de sustancias y más deterioro funcional.

En otro trabajo se estudiaron los antecedentes autobiográficos de un grupo de fisioculturistas que cumplían criterios de vigorexia y se encontró que el ejercicio compulsivo se asoció con la presencia de historia de abusos sexuales en la infancia e historia de burlas relacionadas con un aspecto físico frágil y enclenque. Los resultados son análogos a la historia de obesidad infantil con burlas y al abuso sexual en los TCA.

La ocultación del cuerpo en la vigorexia

Otro criterio diagnóstico dice que la persona evita situaciones en las que el cuerpo se ve expuesto ante otros, o se enfrenta a estas situaciones con marcado nivel de ansiedad. Se evitan situaciones donde el cuerpo esté expuesto (playas, piscinas y vestuarios). Si no hay más remedio que exponerse son frecuentes las conductas de escape cuando la exposición es inevitable. La exposición del cuerpo se neutraliza con ropa ancha. Y a pesar de poder competir muchos fisioculturistas con vigorexia no acuden a certámenes por evitar la exposición.

El deterioro en la vigorexia

La preocupación por la inadecuación del tamaño corporal o la musculatura causa malestar clínicamente significativo: hay problemas de desempleo y absentismo laboral; problemas de pareja (el 15 por ciento prefieren vivir solos); se han encontrado puntuaciones inferiores en el cuestionario de salud SF-36 a pacientes con depresión, diabetes o infarto de miocardio, es decir que el nivel de deterioro es bastante importante; como consecuencia hay un alto aislamiento social; y mayor presencia de tentativas autolíticas.

El consumo de esteroides es de al menos un 50 por ciento de los casos (aunque se cree que este porcentaje es superior). El 73 por ciento de los casos el abuso de esteroides es posterior al desarrollo del cuadro. En concreto emplean esteroides anabolizantes androgénicos y otras sustancias como la anfetamina, cocaína, analgésicos narcóticos o efedrina.

Prevalencia y comorbilidad

Se estima una prevalencia del 0,048 en España. La distribución es inversa a los TCA (80% hombres, 20% mujeres). Y uno de cada 2000 varones estaría afectado por esta patología. Posiblemente hay un gran número de falsos negativos. La edad de inicio es la adolescencia tardía y no existen datos de estratificación social.

Respecto a la comorbilidad es principalmente con trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. El abuso de sustancias alcanzaría el 46 por ciento. Y los niveles de psicopatología asociada equiparan a la vigorexia con los TCA diferenciándolo del resto de TDC. Además el 29 por ciento presenta una historia previa de TCA lo que nos hace pensar en la hipótesis transdiagnóstica.

Conclusiones

Nos podemos plantear:

¿Debe ser incluido en el espectro de los trastornos obsesivos, en el de los TCA o entre los trastornos dismórficos corporales? Algunos autores lo consideran un trastorno obsesivo-Compulsivo. Las obsesiones y las compulsiones están presentes en los TCA y en los TDC, pero el papel de la insatisfacción corporal y su distorsión añade especificidad.

Y ¿es un TCA o es un trastorno dismórfico?

Hay mayor capacidad de insight en la vigorexia. Los niveles de psicopatología asociada son superiores en TCA y vigorexia que en TDC. Si nos fijamos desde un punto de vista dimensional en las características de estos pacientes: altos niveles de obsesividad, compulsividad, evitación social, perfeccionismo, insatisfacción corporal, distorsión de la imagen corporal, excesiva atención a la dieta, disfunción social, riesgos para la salud, endofenotipos neuropsicológicos…hay grandes similitudes con TCA.

Si insistimos en un diagnóstico categorial la ausencia de clínica alimentaria suficientemente alterada haría que no lo pudiésemos situar en los TCA. Pero continuaremos teniendo 1/3 de los TCA no especificados.

reportaje_generica

Ortorexia, dietas y TCA

Ortorexia

El término indica apetito correcto y lo acuñó Bratman en el año 1996. Se trata de una obsesión patológica por la comida biológicamente pura. El eje del trastorno es la calidad, no la cantidad (anorexia, bulimia).

Los posibles desencadenantes son:

-En las personas con comportamientos obsesivo-compulsivos, la obsesión por conseguir a toda costa una salud mejor y el temor a ser envenenado por la industria alimentaria y sus aditivos.

-Haber encontrado una razón espiritual para comer un determinado alimento (corriente vegana).

-Influencia de los medios de comunicación.

-Enfermos de anorexia que se han recuperado y optan por alimentos de origen natural.

-Se crea una estrategia de supervivencia alrededor de la comida sana.

-Culto a lo sano: alimentar lo diferente.

Epidemiología

Se calcula que afecta a entre un 0,5 – 1 por ciento, pero se espera un aumento cuando se sepa más de los alimentos funcionales, incluso se habla de un 7 por ciento en el Instituto de Ciencias de la Alimentación de la Sapienza. Y en Estados Unidos se habla de un 2 por ciento.

Hay algunos famosos que tienen costumbres alimenticias ortoréxicas, por ejemplo Marlon Brando sólo tomaba yogures previamente confirmados sin grasas.

Características clínicas

-Oscilaciones extremas cíclicas: evitan carne, grasa, alimentos cultivados con pesticidas, herbicidas.

-Hay rituales obsesivos en cuanto a la forma de preparación alimentos, materiales y utensilios utilizados.

-No hay conciencia de enfermedad y se van separando del entorno social.

-Patrones de comportamiento alimentario anómalos durante largo tiempo.

-No hay preocupación por el peso ni por la imagen corporal.

Diagnóstico

Es difícil de diagnosticar, pero existe un test. En el que se evalúan:

-Estar más de tres horas al día pensando en la dieta.

-Planear las dietas días antes.

-Estar más pendientes del valor nutritivo de lo comido, que el placer que puede generar.

-Se sienten bien y mejoran su autoestima si comen bien.

-Se sienten culpables si trasgreden la dieta o comen mal.

-Comer fuera de casa se convierte en un problema.

-Su calidad de vida va disminuyendo y también las relaciones sociales.

-Se vuelven estrictos en su forma de ser, una rigidez cercana a los cuadros obsesivos-compulsivos.

-Dejan de tomar alimentos que les gustaban por otros más sanos.

Consecuencias

-Intolerancias alimentarias: dejar de tomar alimentos va disminuyendo nuestro sistema inmunocompetente y pueden tener problemas cuando ingieren algún alimento para el que tengan cierta intolerancia.

-Supresión de grupos de alimentos importantes (como los vegetarianos).

-No hay recursos para toda la humanidad.

Consejos para evitar la obsesión por la comida sana

-No permitir que la alimentación gobierne la vida.

-No permitir que la alimentación determine la valía personal.

-No hacer de la alimentación un emblema de la propia identidad.

-¿Hay que rechazar las etiquetas dietéticas? La respuesta es no. Hay que saber leerlas y tener un amplio criterio sobre ellas.

Flexitarianismo

Son personas que utilizan la verdura como base para la alimentación pero no renuncian a carne y pescado. Se trata de una dieta vegetariana más llevadera. Argumentan que es lo que mejor les va a los genes. Reducen los alimentos que pueden ser menos sanos. Asimismo potencian la alimentación integral y todo tipo de frutas, verduras y cereales. Y de vez en cuando toman carne.

Hablan de los beneficios en longevidad frente a carnívoros. Su dieta es de un 80 por ciento de ingesta vegetal y la ventaja es que se pueden saltar la dieta y no pasa nada.

El término flexitariano se conoce desde el 2003 y la American Dialectic Society la citó como palabra más útil del año.

Permarexia

Se trata de personas que están constantemente a dieta, y cuando se convierte en una obsesión viven preocupadas por las calorías llegando a tomar diuréticos y laxantes. Se conocen todas las dietas milagro y van cambiando.

Hacen mucho ejercicio físico y “saben mucho de nutrición” (evidentemente con grandes errores).

Es más típico de mujeres. No hay conciencia de enfermedad. Pero si hay sensación constante de frustración. Hay detalles parecidos a anorexia y bulimia.

Acaban cayendo en las llamadas “dietas yo-yo”, pierden y ganan kilos con el efecto rebote.

Pica (seudorexia)

Es el deseo irresistible de comer alimentos que no tienen valor alimenticio.

En las embarazadas en primer trimestre hay muchos antojos para obtener oligoelementos (pej.cromo). No es una seudorexia.

Bulimarexia

Combina manifestaciones anoréxicos con fenómenos bulímicos. La emperatriz Sissi de Austria la sufrió. Las mujeres jóvenes son las más afectadas.

Biabulimia

Combinación diabetes y bulimia. Se limitan los hidratos de carbono y se reduce la insulina para no engordar. Es más usual en la tipo I.

Trastornos no especificados

Como la anorexia sin amenorrea, anorexia con normopeso, bulimia de baja frecuencia, purgas con cantidades de comida normales sin tener signos de anorexia claros, masticación de una gran cantidad de comida que luego se escupe para que no engorde.

La manorexia es la anorexia masculina. Y la pregorexia se da en mujeres embarazadas que tienen pavor a engordar durante el embarazo.

Reflexiones finales

Nos podemos preguntar si todos los trastornos giran alrededor de la comida. La respuesta es no, pero sí se acaban relacionando, como los workaholics y los ciberdependientes.

Otro ejemplo es la tanorexia (la adicción al bronceado) que conocen los alimentos que tienen vitamina A o los carotenos y los toman de forma exagerada.

Los profesionales nos planteamos que estamos en la era de la bulimia de la información y la anorexia del conocimiento, cada vez hay más información y menos conocimiento.

video_generica_listado

El papel de la escuela y la familia en la prevención

Recogemos la ponencia de D. José Soriano en el marco del Seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios. Jornadas de actualización y debate, organizadas por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara/Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios.

Acceda a la transcripción de la ponencia

video_generica_listado

El papel del asociacionismo en la prevención en España

Recogemos la ponencia de Dña. Juana Martín en el marco del Seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios. Jornadas de actualización y debate, organizadas por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara/Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios.

Acceda a la transcripción de la ponencia

video_generica_listado

Prevención en medios de comunicación

Recogemos la ponencia de Dña. Mónika Jiménez, en el marco del Seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios. Jornadas de actualización y debate, organizadas por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara/Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios.

Acceda a la transcripción de la ponencia

video_generica_listado

Perspectiva de género en TCA

Recogemos la ponencia de D. Roberto Baztarrica, en el marco del Seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios. Jornadas de actualización y debate, organizadas por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara/Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios.

Acceda a la transcripción de la ponencia

video_generica_listado

El espectro del atracón como síntoma: Trastorno por atracón, Síndrome del comedor nocturno…

Recogemos la ponencia de Dña. Rosa Calvo, en el marco del Seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios. Jornadas de actualización y debate, organizadas por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara/Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios.

Acceda a la transcripción de la ponencia

video_generica_listado

Ortorexia, dietas y TCA

Recogemos la ponencia de D. Antonio Villarino, en el marco del Seminario Controversias sobre los trastornos alimentarios. Jornadas de actualización y debate, organizadas por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara/Instituto Tomás Pascual y la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios.

Acceda a la transcripción de la ponencia