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Los peligros de una mayor homogeneidad en la alimentación mundial

Un nuevo estudio exhaustivo de suministros mundiales de alimentos confirma y documenta minuciosamente por primera vez lo que los expertos han sospechado desde hace tiempo: en los últimos 50 años, las dietas humanas en todo el mundo se han hecho cada vez más similares, con una media mundial de un 36 por ciento, una tendencia que no muestra signos de desaceleración, lo que tiene importantes consecuencias para la nutrición humana y la seguridad alimentaria global.

“Más gente está consumiendo más calorías, proteínas y grasas, y se centran cada vez más en una lista corta de los principales cultivos alimentarios, como el trigo, el maíz y la soja, junto con la carne y los productos lácteos, para la mayor parte de su alimentación”, alerta el autor principal, Colin Khoury, científico en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) con sede en Colombia, y miembro del Consorcio CGIAR sobre seguridad alimentaria.

“Estos alimentos son fundamentales para la lucha contra el hambre en el mundo, pero centrarse en una dieta mundial de diversidad limitada nos obliga a reforzar la calidad nutricional de los principales cultivos, conforme el consumo de otros cereales nutritivos y verduras disminuye”, añade este investigador.

El nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, sugiere que la creciente dependencia de unos pocos cultivos de alimentos también puede acelerar el aumento mundial de la obesidad, las enfermedades del corazón y la diabetes, que están fuertemente afectados por cambios en la dieta y se han convertido en los principales problemas de salud”, incluso dentro de los países que siguen lidiando con importantes limitaciones en la disponibilidad de alimentos.

De esta forma, el estudio pide medidas urgentes para informar mejor a los consumidores acerca de las enfermedades relacionadas con la dieta y promover una alimentación más saludable y diversas alternativas de alimentos. La investigación revela que los cultivos ahora predominantes en la dieta de todo el mundo incluyen varios que ya eran bastante importantes medio siglo atrás, como el trigo, el arroz, el maíz y la patata.

Pero el emergente “suministro mundial de alimentos estándar”, descrito en el estudio, también se compone de alimentos ricos en energía que han subido en fama mundial más recientemente, como la soja, el aceite de girasol y el aceite de palma. El trigo es un alimento básico importante en el 97,4 por ciento de los países y el arroz en el 90,8 por ciento, convirtiéndose la soja en importante para el 74,3 por ciento de los países.

Por el contrario, muchos de los cultivos de cereales considerados de importancia regional, como el sorgo, el mijo y el centeno, así como cultivos de raíces como la batata, la yuca y el ñame, se han perdido. Muchos otros granos y hortalizas localmente significativos para los cuales no se dispone de datos comparables a nivel mundial disponibles han corrido la misma suerte, como un tubérculo nutritivo conocido como Oca, que una vez creció ámpliamente en el altiplano andino y que se ha reducido significativamente en esta región, tanto en el cultivo y el consumo.

“Otro de los peligros de una cesta alimentaria mundial más homogénea es que hace que la agricultura sea más vulnerable a amenazas importantes como la sequía, las plagas de insectos y las enfermedades, que pueden empeorar en muchas partes del mundo como consecuencia del cambio climático”, afirma Luigi Guarino, coautor del estudio y científico del ‘Global Crop Diversity Trust’, con sede en Alemania.

“A medida que la población mundial aumenta y la presión crece sobre nuestro sistema alimentario global, también lo hace nuestra dependencia de los cultivos mundiales y los sistemas de producción que nos alimentan. El precio del fracaso de cualquiera de estos cultivos será muy alto”, alerta este investigador.

Al explorar las tendencias actuales en el consumo de alimentos, los autores documentaron una curiosa paradoja: como la dieta humana se ha vuelto menos diversa a nivel mundial durante los últimos 50 años, muchos países, especialmente África y Asia, en realidad han ampliado su menú de grandes cultivos básicos mientras pasan a una dieta más globalizada.

“En el este y el sudeste de Asia, varios de los principales alimentos, como el trigo y la papa, han ganado importancia junto a artículos básicos de hace años, como el arroz”, subraya Khoury. “Pero esta expansión de los principales alimentos básicos se ha producido a expensas de diversos alimentos de menor importancia que solían figurar como relevantes en las dietas de las personas”, agrega.

Los cambios en la dieta documentados en el estudio son impulsados por poderosas fuerzas económicas y sociales. Por ejemplo, el aumento de los ingresos en los países en desarrollo ha permitido a más consumidores incluir grandes cantidades de productos de origen animal, aceites y azúcares en su dieta y la urbanización en estos países ha fomentado un mayor consumo de alimentos procesados y rápidos.

Otros desarrollos relacionados, como la liberalización del comercio, la mejora del transporte de mercancías, las industrias multinacionales de la alimentación y la estandarización de la seguridad alimentaria han reforzado aún más estas tendencias.

“Los países que experimentan un rápido cambio en la dieta también están viendo rápidamente aumentos en las enfermedades asociadas a la sobreabundancia”, destaca Khoury. “Pero también hay evidentes tendencias esperanzadoras, como en el norte de Europa, donde la evidencia sugiere que los consumidores tienden a comprar más cereales y verduras y menos carne, aceite y azúcar”, matiza.

Los investigadores señalan cinco acciones que son necesarias para fomentar la diversidad en la producción y el consumo de alimentos y, por lo tanto, mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria: promover la adopción de una amplia gama de variedades de los principales cultivos en todo el mundo, apoyar la conservación y el uso de diversos recursos fitogenéticos, mejorar la calidad nutricional de los principales cultivos de los que depende la población, promover cultivos alternativos que pueden aumentar la capacidad de resistencia de la agricultura y hacer más saludable la dieta y concienciar de la necesidad de una alimentación más sana.

Este nuevo estudio exhaustivo, basado en datos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), abarcó más de 50 cultivos y más de 150 países, que representan el 98 por ciento de la población mundial, durante el periodo 1961-2009. Además de la CIAT y el ‘Global Crop Diversity Trust’, han participado investigadores de la Universidad de Wageningen en Países Bajos y la Universidad de Columbia Británica en Canadá.

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Nace una red mundial de ciudades concienciadas sobre la diabetes

La Alianza Europea de Salud Conectada (ECHAlliance) y la Federación Internacional de la Diabetes han acordado crear el ‘Diabetes Aware Cities Challenge’, una iniciativa para desarrollar una red mundial de ciudades concienciadas sobre la diabetes con herramientas mHealth –salud a través de los móviles–.

Lo han anunciado en la conferencia Health&Wellness ECHAlliance del Mobile World Congress en Fira Barcelona, que ha reunido a 250 líderes mundiales del sector durante dos días, en el marco del programa mPowered Industries.

Para convertirse en una ciudad concienciada con la diabetes, los ayuntamientos, las empresas y las instituciones acumularán puntos según su compromiso con la “sensibilización y preocupación” por esta enfermedad.

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Los pistachos reducen el riesgo cardiovascular, de padecer diabetes y ayudan a controlar el peso

De las distintas variedades del pistacho, el americano contiene numerosos beneficios, tales como la reducción del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y de diabetes tipo II, ayuda a controlar el peso y reducen la tendencia a la obesidad, y supone un elemento antiestrés, según ha afirmado la asociación American Pistachio Growers, con motivo del Día Nacional de este fruto seco que se celebra este miércoles.

Entre otros aspectos positivos, ayuda a mantener la piel joven y sana, favorece la vista y ayuda a fortalecer huesos y músculos, mantiene los dientes fuertes y sanos, mejora y regula el tránsito intestinal y mejora el deseo sexual.

La cantidad diaria recomendada, de 49 pistachos, consigue aportar el 8 por ciento del valor diario recomendado de magnesio y potasio, hierro y grasas saludables, que ayudan al buen funcionamiento del corazón. Además, según estudios de la American Heart Association y American Pistachio Growers, tomar pistachos regularmente y con moderación ayuda a reducir el colesterol malo (LDL) y a mejorar la salud cardiovascular.

Entre otras aportaciones, el pistacho contiene hierro, grasas saludables, proteínas vegetales, vitaminas del grupo B, minerales y antioxidantes, según la American Pistachio Growers.
Este alimento también es beneficioso para prevenir la diabetes tipo II, una enfermedad que en 20 años pasará de 56 a casi 70 millones de afectados en Europa, según el último Atlas de la Federación Internacional de la Diabetes (FID).

Los pistachos también ayudan a reducir los niveles de glucosa en la sangre y mejoran la resistencia a la insulina, según el estudio de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona, dirigido por la doctora Mónica Bulló.

En este sentido, la especialista ha asegurado que “en el tratamiento de la diabetes, los pistachos son más eficaces con respecto a los demás frutos secos, debido a su alto contenido en fibra, betacarotenos y procianidinas”.

También ha añadido que para controlar los niveles de azúcar, lo mejor es consumir este fruto seco al final de las comidas ya que tras éstas los niveles de glucosa en sangre suben y es necesario tener hábitos para ayudar a rebajar estos picos de azúcar.

Este efecto es debido a la composición nutricional del propio pistacho, según ha determinado Bulló. “Se trata de un alimento pobre en hidratos de carbono, que cuenta con un elevado contenido en fibra, proteínas, y otras sustancias con potencial capacidad para reducir los incrementos de glucosa en situación postprandial”, ha dicho.

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Prediabetes: el enemigo silencioso

La prediabetes es un estadio precoz en el continuo hiperglucemia/diabetes que define un incremento del riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2. Se estima que entre un 20% y un 25% de la población adulta podría padecer prediabetes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, a nivel mundial, habrá más de 300 millones de diabéticos en 2025. Según señala este organismo, 30 minutos de actividad física de intensidad moderada casi todos los días y una dieta saludable pueden reducir drásticamente el riesgo de desarrollar diabetes.

Según explica Juan Girbés, Especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Arnau de Vilanova (Valencia), el peso y la edad son factores clave para detectar una situación de prediabetes. Pero ¿cómo saber si tenemos prediabetes? Si se superan los 45 años y existe un sobrepeso con predominio de grasa abdominal, es aconsejable comprobar los niveles de glucosa en sangre.

¿Estoy en riesgo?

Aunque no existen síntomas, sí existen una serie de factores de riesgo cuya presencia individual o en grupo pueden conducir a sospechar que existe prediabetes:

– Edad: por encima de los 45 años aumenta el riesgo de desarrollar diabetes.

– Obesidad: en concreto la presencia de grasa abdominal.

– Dieta pobre: consumo de alimentos ricos en grasa en detrimento de frutas y verduras.

– Poca actividad física.

– Diabetes gestacional durante el embarazo.

– Antecedentes familiares.

¿Qué pruebas necesito realizarme?

Las dos pruebas que se realizan en la actualidad para detectar la prediabetes son el examen de glucosa en sangre en ayunas y la prueba de tolerancia a la glucosa.

– Glucosa en ayunas: es la prueba más común y se realiza en ayunas, al menos 8 horas después de haber comido. Consiste en un análisis de sangre a través del que se miden los niveles de glucosa, si estos se encuentran entre los 100 y los 125 miligramos por decilitro (mg/dl) se considera que existe prediabetes.

– Tolerancia a la glucosa: consiste en tomar una bebida con alto contenido en glucosa y dos horas más tarde realizar otro análisis de sangre que muestra la capacidad del organismo para procesarla. La prediabetes está presente en el individuo si los niveles de glucosa se encuentran entre 140 mg/dl y 200 mg/dl.

¿Cómo evito desarrollar diabetes?

La prediabetes es un trastorno que puede ‘curarse’, es decir, los niveles de glucosa en sangre pueden modificarse hasta situarse en los niveles normales por debajo de los 100 mg/dl. La clave está en seguir controles periódicos y realizar cambios en el estilo de vida. A continuación señalamos los más importantes:

Dieta mediterránea, aceite de oliva y nueces: el Dr. Girbés destaca los beneficios confirmados de la dieta mediterránea, y aconseja el consumo aceites de origen vegetal, legumbres y nueces para restablecer el equilibrio de la glucosa en sangre. Además, en la medida de lo posible hay que eliminar la grasa de los productos cárnicos y dar prioridad a carnes blancas y pescado. Los azúcares deben reducirse al mínimo y priorizar productos integrales frente a los procedentes de harinas refinadas.

Reducir el peso: en el caso de que exista sobrepeso se aconseja seguir una dieta hipocalórica y mantener un peso equilibrado a través de dietas como la mediterránea.

Realizar ejercicio moderado: caminar es una de las alternativas más populares entre quienes no practican deporte. Eso sí, el especialista advierte que para que sea eficaz debe realizarse a un paso que impida mantener una conversación si se camina en compañía. Para quienes tengan problemas de movilidad derivados de trastornos como la artritis o la artrosis, el especialista aconseja los ejercicios en la piscina o la bicicleta estática.

Controlar las reservas de vitamina D: algunos estudios señalan que la insuficiencia de esta vitamina disminuye la síntesis y secreción de insulina, una hormona clave para el funcionamiento de la glucosa en el organismo. El Dr. Girbés apunta que cada día 30 minutos de exposición solar en los brazos ayudan a mantener los niveles óptimos de vitamina D.

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La UE da luz verde al uso de ‘Xigduo’ en pacientes con diabetes tipo 2

La Comisión Europea ha autorizado la comercialización de la combinación de dapagliflozina e hidrocloruro de metformina, fármaco que AstraZeneca comercializa bajo el nombre de ‘Xigduo’, como tratamiento de la diabetes tipo 2 en pacientes de más de 18 años, como complemento a la dieta y el ejercicio para mejorar el control glucémico en pacientes no controlados adecuadamente con la dosis máxima tolerada de metformina en monoterapia.

El fármaco se presenta en dos dosis, de 5 miligramos por 850 y 1.000 miligramos, y es la primera aprobación administrativa para una combinación de dosis fija de metformina y un inhibidor del SGLT2, dos productos antihiperglucémicos con mecanismos de acción complementarios que permiten mejorar el control glucémico en un comprimido administrado dos veces al día.

Los SGLT2 son cotransportadores de sodio-glucosa que se encuentran fundamentalmente en el riñón y son los responsables de la mayoría de la reabsorción de la glucosa. En pacientes con diabetes tipo 2, la capacidad del riñón para reabsorber la glucosa es aproximadamente un 20 por ciento mayor, exacerbando aún más la hiperglucemia asociada a la enfermedad, de ahí que su inhibición selectiva reduzca la reabsorción del exceso de glucosa y permita su eliminación a través de la orina.

La autorización de la UE permitirá además su uso en combinación con otros medicamentos hipoglucemiantes, como la insulina, en pacientes no controlados adecuadamente con metformina y otros medicamentos, y en pacientes que ya se están tratando con la combinación de dapagliflozina y metformina en comprimidos separados.

“Este nuevo fármaco supone una incorporación importante a los medicamentos que ayudan a los pacientes a manejar el control glucémico”, según ha reconocido Elisabeth Björk, vicepresidenta y directora de desarrollo del área cardiovascular y metabólica de última fase de AstraZeneca.

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Reprograman células de la piel para secretar insulina y combatir la diabetes tipo 1

La diabetes tipo 1, que suele manifestarse durante la infancia, es causada por la destrucción de las células beta, un tipo de células que normalmente reside en el páncreas y produce una hormona llamada insulina, sin la cual, los órganos del cuerpo tienen dificultad para absorber los azúcares, como la glucosa, de la sangre. La enfermedad se puede controlar midiendo los niveles de glucosa y mediante inyecciones de insulina, aunque una mejor solución sería recolocar las células beta que faltan. Sin embargo, estas células son difíciles de conseguir, por lo que los investigadores se han centrado en la tecnología de células madre como una manera de fabricarlas.

“El poder de la medicina regenerativa es que potencialmente puede proporcionar una fuente ilimitada de células beta funcionales productoras de insulina que pueden ser trasplantadas en el paciente”, destaca el doctor Ding, quien también es profesor en la Universidad de California, San Francisco (UCSF), con la que los Institutos Gladstone están afiliados. “Pero los intentos anteriores para producir grandes cantidades de células beta saludables y desarrollar un sistema viable no han tenido un éxito total. Así que cogimos un enfoque algo diferente”.

Uno de los principales desafíos para la generación de grandes cantidades de células beta es que estas células tienen una capacidad regenerativa limitada, por lo que, una vez que maduran, es difícil hacer más. Así que el equipo de investigadores de este trabajo decidió dar un paso atrás en el ciclo de vida de la célula.

Los científicos reunieron primero células de la piel, llamadas fibroblastos, de ratones de laboratorio y, luego, mediante el tratamiento de los fibroblastos con un “cóctel” único de moléculas y factores de reprogramación, las transformaron en células similares a las del endodermo, que son un tipo de células que se encuentra en el embrión temprano y que finalmente maduran en los órganos principales del cuerpo, incluyendo el páncreas.

“Mediante el uso de otro cóctel químico, transformamos estas células del endodermo en células que imitaban las células del páncreas como al principio, que denominamos PPLC”, relata Ke Li, académico postdoctoral de Gladstone y autor principal del artículo.

“Nuestro objetivo inicial era ver si podíamos lograr que estas PPLC maduraran para convertirse en células que, al igual que las células beta, respondan a las señales químicas correctas y, lo más importante, secreten insulina. Y nuestros experimentos iniciales, realizados en una placa de Petri, revelaron que lo hicieron”, prosigue.

El equipo de investigación entonces quería ver si ocurría lo mismo en modelos de animales vivos, así que trasplantaron PPLC en ratones modificados para tener hiperglucemia, un indicador clave de la diabetes.

“Apenas una semana después del trasplante, los niveles de glucosa de los animales empezaron a descender acercándose gradualmente a niveles normales -continúa Li-. Y cuando quitamos las células trasplantadas, vimos un pico inmediato de glucosa, que revela una relación directa entre el trasplante de la PPLC y la reducción de la hiperglucemia”.

Cuando el equipo analizó los ratones ocho semanas después del trasplante, vio los cambios más dramáticos: la PPLC habían dado paso a células betas secretoras de insulina completamente funcionales. “Estos resultados no hacen sino resaltar el poder de las pequeñas moléculas en la reprogramación celular y son una prueba de principio de que algún día podrían ser usadas como un enfoque terapéutico personalizado en los pacientes”, afirma Ding.

“Estoy particularmente entusiasmado con la idea de traducir estos resultados al sistema humano, afirma Matthias Hebrok, uno de los autores del estudio y director del Centro de Diabetes de UCSF. En lo inmediato, esta tecnología en células humanas podría proporcionar avances significativos en nuestra comprensión de cómo los defectos inherentes en células beta provocan diabetes, acercándonos notablemente a la tan necesaria cura”.

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El consumo moderado de lácteos reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer colorrectal, obesidad y diabetes

La leche y sus derivados, “consumidos de forma regular y moderada (2-3 raciones diarias) suponen un aporte muy importante de calcio absorbible y de proteína de alta calidad en aminoácidos. Asimismo, el consumo regular y moderado de leche y sus derivados reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer colorrectal, obesidad y diabetes”, afirmó el Dr. Sergio Calsamiglia, catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona durante su conferencia Mitos y falsedades acerca del consumo de leche, que pronunció en la Jornada de Homenaje Póstumo al Dr. Jesús Llona Larrauri, celebrada en el Colegio de Médicos de Bizkaia en Bilbao.

Los elementos presentes en la leche que juegan un papel fundamental en la prevención de estas enfermedades “son el calcio (que está presente en concentraciones elevadas y en una forma muy absorbible) y la presencia de grasas y péptidos bioactivos (que regulan la presión arterial, previenen el desarrollo de algunos cánceres y desarrollan la sensación de saciedad)”.

El catedrático ha recordado que “entre las propiedades más destacadas de la leche están su equilibrio nutricional (que la hacen suficiente para el desarrollo temprano del recién nacido), su contenido en caseína (una proteína que aporta el 15% de nuestras necesidades diarias y que tiene una excelente calidad en aminoácidos), y su contenido en calcio (que es altamente absorbible y aporta alrededor del 60% de nuestras necesidades diarias)”.

Según ha manifestado, “contrariamente a la percepción general, la leche y sus derivados sólo aportan el 10% de nuestras necesidades energéticas y, consumida con moderación, contribuye poco a la ingestión de calorías”.

Asimismo, ha sacado a colación que, debido a sus cualidades nutritivas, “las entidades gubernamentales (Ministerio de Sanidad y Consumo) y organizaciones supranacionales (como la Unión Europea, la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación o la Organización Mundial de la Salud, entre otras) recomiendan el consumo diario de 2-3 raciones de leche o derivados. Una ración equivale a: un vaso de leche (250 ml), 2 yogures (de 125 ml), o una porción de queso (30 g).

Consumo de leche y enfermedades cardiovasculares

El experto ha señalado en la conferencia que el consumo de las cantidades recomendadas de leche y sus derivados “ha demostrado no afectar negativamente al colesterol sanguíneo a medio y largo plazo. La evidencia indica que cuando la leche y sus derivados se consumen de forma moderada se reduce un 18% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. La razón principal que justifica estos efectos es el consumo de calcio de la leche, que es muy absorbible, y la presencia de péptidos bioactivos (principalmente el factor inhibidor de la angiotensina). Hay que tener en cuenta, que la leche es el alimento que mayor cantidad de calcio absorbible o útil aporta. Además, la leche contiene vitamina D, que favorece su absorción”.

El calcio tiene un efecto “muy potente como reductor de la presión arterial y de la digestión de la grasa, como se ha comprobado en diversos estudios, siendo el efecto mayor y más consistente cuando el calcio se consume es en forma de leche comparado con la suplementación de calcio no-alimentario”. De igual modo, la leche también contiene péptidos bioactivos que se forman durante la digestión de las proteínas lácteas. “El más importante es el inhibidor de la enzima conversora de la angiotensina I, que tiene la capacidad de reducir la presión sanguínea de forma muy eficiente”.

Consumo de leche e incidencia de cáncer

El profesor Calsamiglia ha señalado que los resultados de 13 estudios epidemiológicos prospectivos “indican que el riesgo de incidencia de cáncer colorrectal de los individuos que consumen leche y productos derivados es casi un 40% inferior a los individuos que no consumen o consumen poca leche”.

El factor de la leche que parece tener un efecto más importante en la protección frente al cáncer es el calcio, particularmente en la prevención del cáncer colorrectal. “Hoy tenemos evidencias claras que el calcio tiene una actividad chemoprotectora y ha demostrado su capacidad de reducir la proliferación celular epitelial del colon y la recurrencia de adenomas colorrectales. Los efectos son beneficiosos con un consumo diario de 750 a 1.250 mg de calcio al día (equivalente a 3-4 raciones diarias).

Consumo de leche, obesidad y diabetes

Los estudios epidemiológicos indican que el consumo de leche reduce el riesgo de padecer la incidencia del síndrome metabólico (obesidad y diabetes).

El profesor ha incidido en que el efecto del consumo de leche sobre el cambio de peso “ha sido frecuentemente mal interpretado”. Según dijo, “en primer lugar, la percepción general de que el consumo moderado de leche incrementa el peso (o su no consumo adelgaza) es erróneo. Merece la pena recordar que el consumo de las cantidades recomendadas de lácteos sólo contribuye al 10% de la ingestión de calorías diarias. Además, los estudios epidemiológicos prospectivos confirman que el consumo de leche en dietas isocalóricas reduce el peso corporal en individuos obesos, y no afecta al peso en individuos con peso normal. Por otra parte, la leche es uno de los alimentos con un índice glicémico más bajo, por lo que no contribuye a incrementar el riesgo de diabetes”.

Los elementos presentes en la leche qué más contribuyen a explicar los efectos de la leche frente al riesgo de obesidad o de padecer diabetes son, “fundamentalmente, el calcio y la presencia de péptidos bioactivos con actividad saciante. El calcio reduce la digestibilidad de las grasas ingeridas, reduciendo el valor calórico de los alimentos grasos. Por otra parte, una serie de péptidos bioactivos presentes en las proteínas del suero de la leche, afectan al centro neuronal de la saciedad, de tal manera que el consumo de leche y productos lácteos reducen el apetito y contribuyen a reducir la ingestión de calorías”.

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El consumo de productos lácteos puede reducir en un 24% el riesgo de diabetes tipo 2

Una nueva investigación publicada en Diabetologia muestra que un elevado consumo de yogur, en comparación con ninguna ingesta, puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 de reciente comienzo en un 28 por ciento.

En concreto, científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) descubrieron que, de hecho, un mayor consumo de productos lácteos fermentados de bajo contenido en grasa, que incluyen todas las variedades de yogur y algunos quesos bajos en grasa, también disminuyen el riesgo relativo de diabetes en un 24 por ciento en general.

“Esta investigación pone de manifiesto que determinados alimentos pueden tener un papel importante en la prevención de la diabetes tipo 2 y son relevantes para los mensajes de salud pública”, explica la investigadora principal de este estudio, la doctora Nita Forouhi, del Consejo de Investigación Médica de la Unidad de Epidemiología de la Universidad de Cambridge.

Los productos lácteos son una fuente importante de proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales. Sin embargo, también son una fuente de grasa saturada, por lo que las directrices dietéticas actualmente aconsejan a la gente no consumir en grandes cantidades, en lugar de recomendar que consuman estos productos en las opciones bajas en grasa.

Estudios previos sobre los vínculos entre el consumo de productos lácteos (de alto contenido en grasa o bajo en grasa ) y la diabetes tuvieron resultados no concluyentes. Por lo tanto, la naturaleza de la asociación entre la ingesta de productos lácteos y la diabetes tipo 2 aún no está clara, lo que llevó a los autores a realizar esta nueva investigación, utilizando evaluación mucho más detallada del consumo de productos lácteos que la que se hizo en los análisis anteriores.

La investigación se basó en el estudio EPIC-Norfolk, que incluyó a más de 25.000 hombres y mujeres que viven en Norfolk, Reino Unido, y en ella se analizó un registro diario detallado de toda la comida y bebida consumida durante más de una semana en el momento del ingreso en el estudio entre 753 personas que desarrollaron diabetes tipo 2 durante más de 11 años de seguimiento con 3.502 participantes en el estudio seleccionados al azar. Esto permitió a los autores examinar el riesgo de diabetes en relación con el consumo de productos lácteos en total y los tipos de productos lácteos individuales.

El consumo de productos lácteos no se asocia con riesgo de diabetes

El consumo de productos lácteos total (el total de productos lácteos de alto contenido graso o total de productos lácteos bajos en grasa) no se asoció con la diabetes de nueva aparición después de tener en cuenta factores importantes como estilos de vida saludables, educación, niveles de obesidad, otros hábitos alimenticios e ingesta total de calorías. La ingesta total de leche y queso tampoco se asoció con riesgo de diabetes.

Por el contrario, los participantes en el estudio que consumían más productos lácteos fermentados con bajo contenido en grasa (como yogur, queso fresco y requesón bajo en grasa) fueron un 24 por ciento menos propensos a desarrollar diabetes tipo 2 durante los 11 años, en comparación con los no consumidores.

Cuando se examinaron por separado los productos lácteos fermentados bajos en grasa, el yogur, que representa más del 85 por ciento de estos productos, se vinculó con un 28 por ciento menos de riesgo de desarrollar diabetes. En concreto, se observó esta reducción del riesgo entre las personas que consumían un promedio de cuatro recipientes y medio estándar de 125g de yogur a la semana.

Lo mismo se aplica a otros productos lácteos fermentados bajos en grasa como quesos no madurados, incluyendo el queso fresco y el queso cottage o requesón. Otro hallazgo fue que el consumo de yogur en lugar de una porción de otros aperitivos como las patatas fritas también redujo el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Los autores reconocen las limitaciones de la investigación sobre la dieta que se basa en pedir a la gente que informe de lo que comen y no tener en cuenta el cambio en la dieta a lo largo del tiempo, pero señalan que su estudio era grande, con un seguimiento a largo plazo y había una evaluación detallada de las dietas de las personas que se recogió en tiempo real, en el momento en que la gente consume los alimentos, en lugar de depender de la memoria pasada.

Los autores concluyen que su estudio, por tanto, ayuda a proporcionar pruebas sólidas de que el consumo de productos lácteos fermentados con bajo contenido en grasa, en gran parte la ingesta de yogur, se relaciona con un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en el futuro.

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La motivación es esencial en la evolución de los pacientes con diabetes tipo 2

“El tratamiento de la diabetes comienza por seguir unas pautas en la alimentación, evitar la obesidad y realizar actividad física de forma regular, adecuada a la edad y a las características individuales”, ha señalado el Dr. Edelmiro Menéndez, presidente electo de la Sociedad Española de Diabetes (SED). “El reto en la educación terapéutica en diabetes es conseguir el autocontrol por parte del paciente, es decir capacitarlo para que pueda llevar una vida normal al mismo tiempo que un buen control de la glucemia”, ha añadido en el marco del III Curso de Educación Terapéutica en Alimentación y Actividad Física, organizado por la SED con la colaboración de Novartis.

Así, una correcta alimentación y la inclusión de ejercicio físico en la rutina diaria son aspectos fundamentales en el manejo de los pacientes con diabetes y, en especial, los de edad avanzada. En España, según datos del estudio Di@bet.es, casi un tercio de las personas mayores de 75 años tienen diabetes, un 30,7% en los varones y un 33,4% en las mujeres. Y es que la diabetes es una enfermedad cuya prevalencia aumenta con la edad y se estima que, a nivel mundial, en las dos próximas décadas esta patología va a ser especialmente significativa entre la población mayor de 65 años.

El papel del educador en la motivación del paciente diabético

La jornada, que ha contado con destacados expertos nacionales en el manejo de la diabetes, ha puesto de manifiesto la importancia del papel del educador en la relación con el paciente. En palabras de la Dra. Sonia Gaztambide, presidenta de la Sociedad Española de Diabetes, “la educación terapéutica en alimentación y actividad física es determinante a la hora de conseguir un cambio en el estilo de vida del paciente, que a su vez es un factor clave para reducir la prevalencia de la diabetes tipo 2”.

En este sentido, la doctora ha recordado que “el comportamiento del paciente depende de ese primer contacto, en el que el educador debe ser capaz de transmitirle la importancia de su implicación para conseguir los objetivos de control”. Y añade, “debemos incorporar al paciente en el proceso, convencerle de que sin él el tratamiento es difícil que funcione”.

Según los profesionales sanitarios, para lograr un cambio perdurable en el estilo de vida de estos pacientes la motivación se convierte en un factor fundamental. “Cambiar los hábitos alimentarios y de actividad física y mantenerlos en el tiempo, especialmente en personas adultas, requiere una motivación especial. Es necesario dar a conocer los objetivos de estos cambios en el estilo de vida así como sus resultados a corto y largo plazo”, ha apuntado el Dr. Menéndez.

Es por ello que los especialistas recomiendan individualizar y pactar los planes de alimentación y de actividad física con el paciente, adaptándolos a sus necesidades nutritivas, metabólicas, culturales y de preferencias, así como animarle a realizar actividades individuales o grupales que le ayuden en el cambio de estilo de vida. “Es necesario implicar al paciente en la gestión de su tratamiento, utilizando estrategias educativas y motivacionales, estableciendo a la vez una buena comunicación con el paciente y con su familia”, ha concluido la Dra. Gaztambide.

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El muñeco interactivo Diguan estará en el ‘Diabetes Experience Day’ de Valencia

El muñeco interactivo Diguan, que ha sido creado para ayudar a los adolescentes a aceptar y entender mejor la diabetes, asistirá al próximo 15 de febrero al ‘Diabetes Experience Day’ Universidad Politécnica de Valencia, que será el primer encuentro nacional de personas con esta patología que se celebra en España.

Diguan es un proyecto conjunto de la Sociedad Española de Diabetes (SED), la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP), la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE) y Sanofi, con el objetivo de “fomentar la educación terapéutica y reforzar la importancia de la adherencia en los adolescentes con diabetes tipo 1”, además de facilitarle la “normalización de la enfermedad”.

La labor de este muñeco interactivo en este encuentro será ofrecer alguno de sus capítulos, para que, a través de sus aventuras de adolescente, los asistentes vean qué debería haber hecho Diguan en las diversas situaciones que le ocurren.

Este proyecto se divide en cuatro canales principales, tales como una página web, un videojuego, un videoblog y un canal de Youtube, que están “ajustados a la realidad que viven los adolescentes españoles y con la intención de poder llegar a ellos y concienciarlos ya que la adolescencia es una período de sus vidas de mucho riesgo”, han asegurado fuentes del evento.

TCA

Vinculan los trastornos alimentarios con la diabetes

El trabajo, publicado en Diabetologia, es compatible con el enfoque de la depresión como un factor de riesgo independiente para la diabetes, pero también sugiere que este planteamiento debe ampliarse a trastornos en el control de los impulsos.

El estudio, liderado por el doctor Peter de Jonge, del Centro Interdisciplinario de Psicopatología y Regulación Emocional del Centro Médico de la Universidad de Groningen, en Holanda, y colegas, es el primero en informar sobre la asociación entre los trastornos del control de los impulsos y el diagnóstico de la diabetes.

Aunque estudios previos han explorado las asociaciones entre la diabetes y la depresión, tienen limitaciones, por ejemplo, porque la mayoría se han realizado en Europa y Estados Unidos pero la prevalencia de diabetes y depresión varía en todo el mundo, por lo que se necesitan estudios más globales.

En segundo lugar -y según los autores, más importante,- la depresión a menudo coexiste con varios otros trastornos de salud mental, no sólo con los de ansiedad, sino también con muchas de las otras patologías mentales, como trastornos de alimentación y abuso del alcohol, recogidas en la cuarta edición del Manual Diagnóstico Estadístico de trastornos mentales (DSM -IV).

Los autores hicieron este nuevo estudio en el marco de las Encuestas de Salud Mental Mundial para examinar las asociaciones entre una amplia gama de trastornos mentales recogidos en DSM-IV y el diagnóstico de la diabetes. Este enfoque les permitió investigar la relación entre la primera aparición de depresión, ansiedad, control de impulsos (incluyendo trastornos de la alimentación) y trastornos por uso de sustancias con diagnóstico de diabetes en una gran muestra internacional.

En concreto, el trabajo se realizó con datos procedentes de 19 países: Colombia, México, Perú, Estados Unidos, Shenzhen (China), Japón, Nueva Zelanda, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Rumania, España, Portugal, Israel, Irak, Reino Unido (Irlanda del Norte) y Polonia. En total, se incluyó a más de 50.000 participantes en el análisis.

Los expertos identificaron 2.580 casos de diabetes del adulto (diagnosticados en mayores de 21 años). Aunque 16 trastornos del DSM-IV se asociaron con el diagnóstico de diabetes, no se puede decir lo mismo tras ajustar los resultados por la presencia de otros problemas de salud mental.

Después de este ajuste, sólo la depresión (30 por ciento más de riesgo), el trastorno explosivo intermitente (60 por ciento más de riesgo), el trastorno de atracones de comida (2,6 veces más de riesgo) y la bulimia nerviosa (2,1 veces más de riesgo) aumentaron de forma independiente el riesgo de diagnóstico de la diabetes.

Mientras que la asociación entre la depresión y la diabetes se encuentra dentro del rango detectado en otros metaanálisis, los autores de esta investigación dicen que la vinculación entre los trastornos de control de los impulsos (incluyendo trastornos de la alimentación) y la diabetes no se ha informado antes.

Mientras que las estimaciones a nivel de población de la prevalencia de estos trastornos de salud mental varían (0,9 por ciento en el caso de atracones de comida; 0,5 por ciento de bulimia nerviosa, 1,8 por ciento para el trastorno explosivo intermitente y 11,3 por ciento para la depresión), intervenciones efectivas para estas condiciones podrían prevenir, en última instancia un número sustancial de diagnósticos de diabetes, sugieren los autores.

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El riesgo a desarrollar diabetes aumenta si la pareja es diabética

Un equipo de investigadores del Centro de Salud de la Universidad McGill (MUHC), en Montreal, Quebec, Canadá, ha demostrado, a través del análisis combinado de varios estudios, la evidencia de que la diabetes conyugal es un factor de riesgo de diabetes.

Estos resultados, publicados en la revista BMC Medicine, tienen importantes implicaciones clínicas, ya que pueden ayudar a mejorar la detección de la diabetes y motivar a las parejas a trabajar juntos para reducir el riesgo de desarrollar la condición.

“Encontramos un incremento del 26 por ciento en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 si su cónyuge tiene la condición”, dice la autora principal del estudio, la doctora Kaberi Dasgupta, investigador del Instituto de Investigación del MUHC y profesor asociado de Medicina en la Universidad McGill.

“Esto puede ser una plataforma para ayudar a los médicos a desarrollar estrategias para involucrar a la pareja. Cambiar el comportamiento para la salud es un reto y si tiene la colaboración de su pareja, es probable que sea más fácil”, resalta.

El equipo de la doctora Dasgupta, que se encuentra en la División de Epidemiología Clínica de la MUHC, quería ver si la diabetes en la pareja podría conducir a desarrollar la patología en la otra parte del dúo, porque muchas de las conductas de riesgo que conducen a la diabetes -como los malos hábitos alimenticios y la baja la actividad física- podrían ser compartidas dentro de un mismo hogar.

Los investigadores analizaron los resultados de seis estudios seleccionados que se realizaron en diferentes partes del mundo y se centró en datos clave, como la edad, el nivel socioeconómico y la forma en que la diabetes se diagnostica de 75.498 parejas.

La mayoría de los estudios utilizados en el metanálisis se basó en los registros de salud, que no siempre pueden contabilizar con precisión la diabetes. Aquellos que usaron análisis de sangre directos sugirieron que el riesgo de diabetes se duplica en los individuos cuya pareja tiene la patología.

“Cuando nos fijamos en la historia de la salud de los pacientes, a menudo preguntamos acerca de la historia familiar -subraya Dasgupta-. Nuestros resultados sugieren que la historia conyugal puede ser otro factor que debemos tener en cuenta”. A su juicio, la diabetes conyugal es también una herramienta potencial para la detección temprana de la condición.

“Estos resultados sugieren que el diagnóstico de la diabetes en uno de los cónyuges puede justificar una mayor vigilancia en el otro -apunta esta experta-. Por otra parte, se ha observado que los hombres son menos propensos que las mujeres a someterse a una evaluación médica regular tras la infancia y que puede dar lugar a una detección tardía de la diabetes. Por ello, los hombres que viven con un cónyuge con historia de la diabetes pueden beneficiarse especialmente de ser seguidos más de cerca”.