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¿Deberían los Gobiernos imponer normativas para controlar alimentos poco saludables?

El texto señala que el 64 por ciento de los italianos también cree que la Administración de su país debería tomar medidas a este mismo respecto. Mientras que los ciudadanos de Alemania (43%), Bélgica (39%) o Francia (35%) no son tan partidarios de esta cuestión.

En general, la crisis ha empujado a los consumidores a buscar productos más baratos, y, en consecuencia, menos nutritivos. De este modo, el 17 por ciento de los encuestados reconoció que una de las principales barreras a la hora de llevar a cabo un estilo de vida más saludable es que les resulta caro.

En el caso de Reino Unido, las ventas de carne de cordero, vegetales frescos y fruta han bajado, a favor de productos envasados como las galletas o la pizza, que han crecido en los últimos 5 años. Además, las ventas de productos orgánicos cayeron un 15 por ciento en el último año, y el 23 por ciento de los consumidores se dio de baja en el gimnasio.

Con todo, el 65 por ciento de la población mundial vive en países donde muere más gente por enfermedades relacionadas con la obesidad que con la malnutrición. A nivel global, se consume un 30 por ciento más de los recursos de la Tierra y, en el caso hipotético de que todos los individuos consumiesen al ritmo de Europa, harían falta 3 planetas iguales para que se pudiese llevar a cabo.

Los españoles creen que es difícil vivir mejor

Según el informe de IPSOS, el principal factor para mejorar el bienestar personal de todos los individuos encuestados a nivel mundial pasa por tener una sólida economía en su país (89%), por encima de comer mejor (81%), hacer más ejercicio (77%) o perder peso (60%).

En general, el 64 por ciento de la población mundial reconoce que es necesario vivir mejor, aunque el 79 por ciento cree que, en la actualidad, es más difícil que nunca. En el caso de España, el porcentaje alcanza el 83 por ciento de la población.

Por un lado, Indonesia, China y Brasil cuentan con el porcentaje más alto de gente que lucha por mejorar sus condiciones y hábitos vitales, mientras que los europeos, sobre todo Alemania, Gran Bretaña y Suecia, tienen el menor porcentaje.

Obesidad en Estados Unidos

Por otro lado, el 34 por ciento de la población norteamericana padece obesidad y el 75 por ciento sufre de algún tipo de sobrepeso. Según el informe de IPSOS, existe una relación directa entre la obesidad y las etnias, el nivel de educación y los ingresos de sus habitantes.

Así, se ha comprobado que los afroamericanos son 1,4 veces más propensos a ser obesos que los blancos no hispanos, y que las mujeres de ingresos altos tienen menos posibilidades de serlo. También existe una correlación entre la calidad de los estudios y el estar en el peso adecuado.

Por su parte, en Gran Bretaña, el 23 por ciento de la población es obesa y el 61 tiene sobrepeso. Para el 80 por ciento de los ingleses, la culpa del aumento de casos de obesidad infantil reside fundamentalmente en los padres, seguido de la mala alimentación o la “comida rápida”.

En cuanto a la implicación o no de las autoridades a la hora de controlar la obesidad y fomentar hábitos más saludables, casi la mitad de los encuestados ha manifestado que las Administraciones Públicas no deberían meterse en cuestiones tan personales.

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Premios Alimentación y Salud para investigaciones sobre la grasa alimentaria y la genética de la obesidad

Las ganadoras de los premios Alimentación y Salud, junto con sus colaboradores, explicaron sus más recientes trabajos de investigación conjunta, centrados en el impacto de la grasa alimentaria en la salud, principalmente en cuanto a enfermedades cardiovasculares y resistencia a la insulina; y la genética de la obesidad, respectivamente. Posteriormente, las premiadas, Christine M. Williams y Karine Clèment, explicaron a los asistentes en qué consisten sus trabajos galardonadas.

Profesora Christine Williams, vicerrectora de Investigación e Innovación de la Universidad de Reading (Reino Unido). Anteriormente, vicerrectora de negocios y directora de la Escuela de Ciencias de los Alimentos en la Universidad de Reading.

Profesora Karine Clèment, directora del equipo de Nutrición y Obesidad, en el Centro de Investigación y Medicina de la Obesidad, en Paris. Profesora de Nutrición en la Universidad Pierre y Marie Curie de Paris, ha publicado más de 120 trabajos y artículos de investigación.

La Universidad de Navarra, un referente en investigación

La Universidad de Navarra cuenta con más de 1.000 profesionales dedicados de manera prioritaria a la investigación. En el área de nutrición y salud, esa labor se desarrolla principalmente en la Facultad de Farmacia, pionera en los estudios de Nutrición Humana y Dietética. Uno de los proyectos más ambiciosos de la Universidad de Navarra para los próximos años es la creación del Centro de Nutrición, que pretende convertirse en un referente investigador en esta materia.

www.unav.es

Instituto Tomás Pascual Sanz para la Nutrición y la Salud

Dependiente de la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara, el Instituto Tomás Pascual Sanz es una entidad sin ánimo de lucro que tiene el mandato de generar y difundir actividades de divulgación, estudio y análisis en los campos de la alimentación, la nutrición, la salud y los hábitos correctos de vida.

El Instituto transmite a la sociedad los valores de una vida saludable, difunde los adelantos tecnológicos relacionados con las ciencias de la salud y promueve el intercambio de información, generando nuevas posibilidades entre los colectivos relevantes y comprometiéndose al máximo con la sociedad científica moderna. El Instituto Tomás Pascual Sanz edita el contenido de estudios y ponencias en una numerosa biblioteca que responde a la creciente demanda sobre temas tan importantes como la nutrición, la seguridad alimentaria o la actividad física.

www.institutotomaspascual.es

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Papel del entrenamiento de pesas en el tratamiento de la obesidad y patologías asociadas

Recogemos la intervención del Dr. Javier Ibáñez en el marco del Coloquio-Encuentro Nutrición, Salud y Deporte, organizada por la Cátedra Tomás Pascual – Universidad de Navarra.

Acceda a la transcripción de la ponencia

Saltarse el desayuno aumenta las ganas de comer alimentos ricos en calorías

Científicos del Imperial College de Londres, en Reino Unido, han demostrado con el uso de escáneres cerebrales que aquellas personas que se saltan el desayuno suelen horas más tarde tener más ganas de ingerir alimentos grasos y ricos en calorías.

Así se desprende de la investigación presentada en el congreso Neurociencia 2012 que se celebra en Nueva Orleans, Estados Unidos, tras observar cómo el cerebro de estas personas responde de forma diferente ante estos alimentos. Además, también vieron como el ayuno matutino les hacía comer luego más durante el almuerzo.

Según los científicos, el hallazgo muestra el desafío que representa tratar de perder peso, ya que dejar de comer hace más atractivos a los alimentos calóricos.

Estudios previos ya habían demostrado que el desayuno calma el apetito. Sin embargo, el doctor Tony Goldstone y su equipo querían saber qué ocurre dentro del cerebro y cómo esto altera la forma en que una persona consume alimentos.

En el estudio participaron 21 hombres y mujeres de peso normal y 25 años de edad de media. Para la investigación, llevada a cabo durante dos días, se les mostraron fotografías de alimentos ricos en calorías mientras se les colocaba en un escáner de imágenes de resonancia magnética funcional (MRIf) en la universidad.

Se les pidió que calificaran en qué medida les apetecían una serie de alimentos, que incluían chocolate, pizza, verdura y pescado. En uno de los días, se pidió a los voluntarios que no desayunaran antes del escáner. En el segundo día se les dio, una hora antes del escáner, un desayuno de 750 calorías basado en cereales, pan y mermelada.

Los dos días después de los escáneres los voluntarios comieron un almuerzo en el que podían consumir todo lo que desearan y, según han explicado los investigadores en la BBC, saltarse el desayuno provocó que el cerebro produjera una “predisposición” hacia los alimentos ricos en calorías.

La corteza orbitofrontal se vuelve más activa

Los escáneres mostraron que la corteza orbitofrontal -la región del cerebro que se cree está involucrada en la atracción a los alimentos- se volvía más activa cuando el estómago estaba vacío.

Además, los individuos que no habían desayunado comieron un 20 por ciento más calorías cuando se les ofreció el almuerzo al final del día.

El ayuno prolongado, dicen los científicos, parece crear una tendencia para que ciertas regiones del cerebro “graviten” hacia este tipo de alimentos cuando la persona eventualmente recibe comida.

“Tanto en los escáneres de los participantes como en nuestras observaciones de cuánto comieron en el almuerzo, encontramos amplia evidencia de que el ayuno hace a la gente más hambrienta”, ha explicado el doctor Goldstone, lo que hace que se “incremente el atractivo de los alimentos ricos en calorías y la cantidad que la gente come”.

Esto tiene sentido, según ha apuntado, desde el punto de vista evolutivo “cuando la persona se encuentra en una situación negativa de balance de energía”. “La persona no va a perder tiempo eligiendo una lechuga”, reconoce el investigador, quien añade que “una razón por la que es tan difícil perder peso es porque se incrementa la atracción de los alimentos ricos en calorías”.

Las células de grasa también necesitan dormir

En un nuevo estudio que desafía la noción de que la función principal del sueño es dar descanso al cerebro, un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago (EEUU) ha descubierto que el sueño deficiente tiene un impacto nocivo sobre las células grasas, lo cual reduce en un 30 por ciento su capacidad de respuesta a la insulina. La investigación ha sido publicada en Annals of Internal Medicine.

La falta de sueño ha sido asociada con la alteración de la función cerebral, causando disminución del estado de alerta y reduciendo la capacidad cognitiva. Ahora, este nuevo estudio ha descrito, por primera vez, un mecanismo molecular que conecta directamente la pérdida de sueño con la alteración de la regulación energética en los seres humanos, un proceso que puede causar aumento de peso, diabetes y otros problemas de salud.

“Hemos observado que las células de grasa necesitan dormir para funcionar correctamente”, señala el coautor del estudio, Matthew Brady, de la Universidad de Chicago.

Según explica el investigador, “el tejido adiposo almacena y libera energía; en el modo de almacenamiento, las células grasas eliminan ácidos grasos y lípidos de la circulación, donde pueden dañar otros tejidos. Cuando las células grasas no pueden responder de manera efectiva a la insulina, estos lípidos se quedan en la sangre, dando lugar a complicaciones graves”.

La coautora Esra Tasali realizó un estudio con seis hombres y una mujer, todos jóvenes, delgados y saludables. Cada voluntario pasó por dos condiciones de estudio en cuatro semanas. En uno, cada persona pasó 8,5 horas por noche en la cama, durante cuatro noches consecutivas. En el otro, durmieron 4,5 horas durante cuatro noches.

La mañana después de la cuarta noche, tras haber pasado por las dos condiciones de sueño, los voluntarios fueron sometidos a una prueba de tolerancia a la glucosa intravenosa. Los investigadores realizaron entonces una biopsia, obteniendo células de grasa abdominal de cada voluntario, y midieron cómo respondían estas células de grasa a la insulina.

Los investigadores evaluaron la sensibilidad a la insulina a nivel molecular mediante la medición de la fosforilación de una proteína llamada Akt, en las células de grasa. Después de cuatro noches de sueño deficiente, la respuesta de insulina en todo el cuerpo disminuyó en un promedio del 16 por ciento, y la sensibilidad a la insulina de las células de grasa disminuyó en un 30 por ciento.

“Algunas personas dicen que pueden tolerar los efectos cognitivos de la privación del sueño”, señala la coautora Eve Van Cauter, de la Universidad de Chicago, “sin embargo, nuestro estudio muestra que la privación de sueño produce un cambio significativo en la sensibilidad a la insulina, por lo que el cuerpo no tolera las consecuencias metabólicas”.

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La obesidad, un factor de riesgo entre la población desempleada

Aprovechar una situación a priori desfavorable como puede ser el desempleo para mejorar problemas de salud y también el aspecto físico, empieza a ser una opción cada vez más frecuente en personas que padecen sobrepeso.

El parón involuntario que supone la falta de empleo, está siendo aprovechado por personas con sobrepeso para poder someterse a diferentes tratamientos médicos que permitan combatir el problema, asimilar un cambio de hábitos alimenticios y por lo tanto conseguir perder peso.

Según los doctores Jorge C. Espinós y Jesús Turró, especialistas en endoscopia digestiva del Centro Médico Teknon y expertos en el tratamiento de la obesidad mediante técnicas endoscópicas, “en este sentido el periodo de inactividad – siempre y cuando se controlen aspectos como la ansiedad- les permite dedicarse más tiempo a si mismos, centrar sus esfuerzos en conseguir algo que a menudo en el “día a día” no han podido conseguir ya sea por falta de tiempo o porque el tipo de trabajo que tenían no ayudaba a interiorizar el cambio de hábitos alimenticios necesario para la pérdida de peso”.

De esta forma algunas personas con sobrepeso, ayudadas por diferentes opciones médicas para combatir la obesidad y por un equipo médico multidisciplinar (psicólogo, nutricionistas, etc…), pueden dedicar más atención a los cambios que deben hacer en su estilo de vida para conseguir la pérdida de peso y mantenerla a largo plazo.

Asimismo un gran mayoría de las personas que presentan sobrepeso, creen que su exceso de peso puede repercutir desfavorablemente en la búsqueda de empleo para determinados tipos de trabajo. Conscientes de ello, además de aprovechar la situación de inactividad para solucionar algunos de los problemas de salud asociados a la obesidad, muchos dedican ese periodo a mejorar también su aspecto físico.

Es este sentido y según palabras de los expertos “a pesar del esfuerzo de muchas asociaciones de pacientes con sobrepeso para cambiar esta situación, lamentablemente sigue existiendo cierta discriminación laboral con respecto a personas que padecen obesidad, en especial en mujeres y en empleos de cara al público; pero también en perfiles ejecutivos y directivos. La mayoría de los pacientes que acuden a nuestra consulta deciden perder peso por indicación médica y por problemas relacionados con la salud, pero muchos otros también lo hacen por mejorar su aspecto físico, su autoestima e intentar así facilitar su acceso al mundo laboral”.

El desempleo aumenta el riesgo de sufrir obesidad

La relación entre sobrepeso y desempleo no sólo se da desde el punto de vista de la discriminación laboral sino también desde el punto de vista de los efectos que tiene el desempleo sobre la salud, ya que según el estudio Health risk factors and self-rated health among job-sekers (BMC Public Health 2011; 11:659-68) realizado en Alemania, la obesidad está entre uno de los principales factores de riesgo que padecen las personas desempleadas sobretodo de larga duración. Las posibilidades de padecer obesidad estando desempleado aumentan considerablemente cuanto mayor es la edad de la persona y cuanto mayor es el periodo que se está desempleado. En relación al sexo, los hombres parecen tener un riesgo ligeramente superior de acumular peso estando desempleados que las mujeres, un 50,1% frente a un 40,4%.

“Empieza a ser cada vez más frecuente encontrarnos con casos en los que personas que partían de una situación de sobrepeso, han aumentado su exceso de peso como consecuencia de la inactividad y vida más sedentaria a la que se han visto obligados durante una etapa de desempleo de larga duración”, alertan los doctores.

Tras un tratamiento se produce una mejoría notable del estado físico y anímico

Por otro lado, Sonia Oliva psicóloga del Centro Médico Teknon, añade que “además de perder peso, los pacientes que han realizado programas médicos supervisados para la pérdida de peso como el tratamiento de balón intragástrico o la reducción de estómago mediante cirugía endoluminal, combinado en ambos casos con apoyo psicológico y nutricional, han mejorado notablemente su estado de salud en general tanto desde el punto de vista físico como desde el punto de vista anímico y psicológico. De esta forma mejoran su autoestima y por lo tanto suelen tener mayor motivación en la búsqueda de nuevas oportunidades laborales”.

Vinculan el riesgo de cáncer de mama al síndrome metabólico y la dieta durante el desarrollo

Hasta ahora “se creía que los estrógenos circulantes de los ovarios, que subyacen el desarrollo normal reproductivo femenino, son cruciales para el crecimiento mamario y el desarrollo”, señala Russ Hovey, profesor en la Universidad de California, en Davis y autor principal del estudio. Sin embargo, Hovey afirma que “nuevos resultados sugieren que la dieta y los cambios en el metabolismo del cuerpo – paralelos a los cambios que tienen lugar en la diabetes tipo 2 y la obesidad – también pueden estimular el crecimiento de los senos”.

En los estudios con ratones se utilizó una dieta complementada con una forma de ácido graso conocido como ácido linoleico conjugado 10, 12 o CLA 10, 12, que imita los aspectos específicos de un síndrome metabólico más amplio. En los seres humanos, este síndrome está vinculado a una amplia gama de cambios asociados con la obesidad, que pueden aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares.

El CLA 10, 12, añadido a la dieta de los ratones del estudio -ya que se sabe que perturba los procesos metabólicos normales- estimuló el crecimiento de los conductos mamarios, a pesar de que los ratones carecían de estrógeno. Los investigadores demostraron así que el desarrollo mamario inducido por la dieta también aumenta la formación de tumores mamarios, en algunos de los ratones.

El equipo de investigación también observó que varias cepas de ratón respondieron de manera diferente al complemento dietético, lo que sugiere que puede haber un componente genético vinculado a cómo la dieta y los cambios metabólicos afectan el riesgo de cáncer de mama en diferentes poblaciones.

Según los expertos, los resultados del estudio tendrán implicaciones para una mejor comprensión del desarrollo humano de las mamas antes de la pubertad y después de la menopausia, cuando los estrógenos están menos presentes.

“Los hallazgos de este estudio son especialmente importantes cuando se superponen con los datos que muestran que las niñas están experimentando un desarrollo mamario a edades más tempranas, coincidiendo con una creciente epidemia de obesidad infantil”, concluye Hovey.

Adiós al mito del gordo feliz

El doctor Francisco Javier Quintero, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid ha presentado en el marco del XVI Congreso Nacional de Psiquiatría los datos preliminares de un estudio clínico que disecciona la psicopatología subyacente en un amplio número de pacientes obesos atendidos en este centro hospitalario.

“El programa funciona como un modelo de enlace entre el servicio de Endocrinología del hospital, con la Dra. Silveira y el Dr. Cañizo, los nutricionistas, y el Servicio de Psiquiatría, con la Dra. Pérez-Templado y Dr. Quintero, de manera que los pacientes con obesidad son estudiados desde una visión amplia, que incluyen los factores psicopatológicos”, ha explicado el psiquiatra.

Fruto de este trabajo conjunto “hemos encontrado que el 31% de los pacientes con obesidad había presentado un trastorno de ansiedad asociado a la obesidad y que el 35% presentaba antecedentes de un trastorno depresivo”. Para el experto ha resultado también “llamativo” que el 17% de las personas con obesidad “presentó antecedentes de haber padecido un trastorno “clásico” de la alimentación, como son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa; y algo más de un 10% evidenció haber padecido un trastorno en el control de los impulsos”.

“Desde el punto de vista clínico, resulta muy relevante la presencia de un 20,4% de pacientes con un TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), cifra 5 veces superior a la esperada en la población general”, ha indicado el Dr. Quintero.

Estos antecedentes “han llevado a uno de cada dos paciente a haber estado en tratamiento con psicofármacos (principalmente antidepresivos y benzodiacepinas), habitualmente prescritos desde atención primaria”.

El 62% de los pacientes “refirieron que estaban constantemente haciendo dietas” y un 15% adicional “habían intentado hacer dieta organizadas más de 5 veces a lo largo de su vida, todos ello, para lograr su objetivo fallido de bajar peso”.

El jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid ha destacado la aplicación inmediata de los resultados del análisis clínico, ya que “se ha dado, aproximadamente, al 40% de los pacientes con obesidad que han participado en la evaluación se les ha aplicado algún tipo de intervención desde el departamento de Psiquiatría, bien sea a través de psicoterapias individuales o grupales y/o terapia psicofarmacológica”.

En el estudio, cuyos orígenes se remontan a hace más de cinco años y cuyo análisis comenzó hace tres, han participado 100 pacientes para el primer corte poblacional. No obstante, la evaluación clínica de este programa innovador sigue en la actualidad con una cifra que ronda las 200 personas.

Tal y como ha recordado el Dr. Quintero, “se trata de un problema de salud de primera magnitud, y en muchos casos terriblemente resistente a las intervenciones convencionales, como pueden ser las dietas. Son muchos los factores que actúan sobre un paciente que sobrepasa su peso saludable”. En este sentido en el Hospital Universitario Infanta Leonor se ha organizado un programa entre los servicios de Endocrinología y Psiquiatría “para que, juntos, podamos entender mejor la complejidad de estos pacientes y, con ello, buscar las soluciones más eficaces”.

Se parte de la idea de que no todas las obesidades son iguales y por ello no a todos los pacientes le sirven las mismas soluciones. Para un tipo de obesidades se utiliza el paradigma conceptual de los desórdenes alimenticios y se incluye a la obesidad como un Trastorno de la Conducta Alimentaria más, con la identificación de los factores nutricionales, sociales pero también psicopatológicos que explican el funcionamiento de estos pacientes.

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El pan bajo en calorías ya está disponible

La fórmula ha sido licenciada por la empresa Fit&Fast, un restaurante madrileño, que a partir de este otoño ofrecerá masa de pizza, pan de hamburguesa y bollería con bajo contenido calórico, ya que puede ser empleado directamente, como un ingrediente más de la fórmula, en la fabricación de estos productos.

El producto se caracteriza por permitir la utilización de fibra de diferentes fuentes vegetales, además de poseer una cantidad efectiva de fibras solubles, comprendida entre el 10 y el 40 por ciento del total de la fibra añadida. El producto desarrollado por Cristina Molina Rosell y Concha Collar, investigadoras del CSIC en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos, puede etiquetar como bajo en calorías y rico en fibras, y “el pan resultante garantiza un sabor y textura agradables”.

“Resulta muy gratificante que los resultados de las investigaciones se transfieran al sector empresarial y contribuyan a la innovación y competitividad del tejido productivo. Además, en este caso concreto, la satisfacción es doble puesto que la transferencia de los resultados tendrá una repercusión social inmediata al aplicarse a un alimento saludable de gran demanda y escasa oferta en el mercado actual”, explica Cristina Molina Rosell.

Concha Collar añade que “esta transferencia significa un avance en el acercamiento de dos grupos diferenciados: por una parte, consumidor y empresario y, por otra, científicos y tecnólogos de alimentos, cuyo trabajo se muestra, a menudo, aparentemente alejado de las necesidades reales y de los intereses industriales”.

La mezcla reduce hasta en un 45 por ciento el aporte calórico con respecto a la media de referencia, a lo que se suman los efectos beneficiosos para la salud de las fibras, tanto metabólicos -bajada de niveles de colesterol y azúcar en sangre- como fisiológicos -mejora del tránsito intestinal-.

El consumo de pan en una dieta de adelgazamiento reduce el riesgo de abandono

Por otro lado, el estudio Comparación de la utilidad de dos dietas hipocalóricas equilibradas con inclusión versus exclusión de pan en el tratamiento de pacientes con sobrepeso y obesidad demuestra que consumo de pan en una dieta de adelgazamiento no interfiere en la pérdida de peso y, además, facilita su cumplimiento y reduce el riesgo de abandono.

La investigación, realizada por investigadores de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital La Paz de Madrid y publicada en la revista Clinical Nutrition, observó a 122 voluntarias que participaron en el estudio y que fueron divididas aleatoriamente en dos grupos.

Cada uno de ellos siguió dos dietas hipocalóricas equilibradas de 1.500 kilocalorías, pero una llevaba pan y otra no. El tratamiento incluyó, además, unas pautas de ejercicio físico y varias sesiones de educación nutricional.

Tras 16 semanas de seguimiento se logró mejorar el estado nutricional de las participantes, sin observarse diferencias significativas en la evolución de los marcadores antropométricos, bioquímicos o inflamatorios entre ambos grupos. Todas redujeron significativamente su peso corporal, el porcentaje de masa grasa, la circunferencia de cintura y la grasa visceral.

Al comparar los resultados, los investigadores no encontraron diferencias en la evolución de la pérdida de peso corporal, cuya media para ambos grupos fue de 4 kilos. Además, observaron varias ventajas derivadas del consumo de pan, como la mejora del perfil calórico y nutricional y el aumento de la sensación de saciedad tras las comidas.

El consumo de pan también favoreció el cumplimiento de la dieta y redujo el número de abandonos. De las 122 mujeres que iniciaron el estudio sólo 104 lo concluyeron, registrándose 18 abandonos, de los que 5 fueron en el grupo de intervención con pan y 13, en el grupo sin pan.

Los autores concluyeron que los resultados obtenidos con una dieta hipocalórica equilibrada en pacientes con sobrepeso u obesidad no guarda relación con la inclusión o exclusión del pan.

“Este estudio demuestra que la exclusión del pan en una dieta de adelgazamiento no está justificada y que no debe formar parte de la práctica clínica”, ha señalado la directora del estudio, la doctora Carmen Gómez Candela, jefa de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital La Paz y directora del estudio.

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La obesidad impide el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares

La obesidad contribuye a la enfermedad cardiaca impidiendo sustancialmente el diagnóstico correcto de la enfermedad y su tratamiento, según el cardiólogo Sheldon Litwin, quien investiga el impacto de la obesidad y la pérdida de peso en la salud del corazón en la Universidad de Georgia. El estudio ha sido publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA).

Alrededor de la mitad de los pacientes del Dr. Litwin, tiene enfermedades cardiacas relacionadas con la obesidad, destacando hipertensión y diabetes como factores contribuyentes. “El problema es de una magnitud enorme ya que todo, desde el diagnóstico de la enfermedad cardiaca hasta su tratamiento se ve afectado por la obesidad”, señala.

Según el investigador, una solución puede ser la cirugía de “bypass” gástrico, que estimula la pérdida de peso mucho más rápido que las modificaciones en el estilo de vida, disminuyendo así el riesgo de enfermedad cardiaca.

El Utah Obesity Study siguió a más de 1.000 personas con obesidad severa durante seis años. Alrededor de un tercio recibió una cirugía de “bypass” gástrico. Tras la cirugía, estos pacientes experimentaron una pérdida de peso del 30 por ciento en comparación con el grupo control y tuvieron reducciones significativas en los factores de riesgo cardiovascular. Así, los sujetos sometidos a cirugía experimentaron una reducción de la cámara de bombeo de su corazón y una profunda reducción en la incidencia de diabetes, presión arterial alta, los niveles elevados de lípidos y apnea del sueño.

Litwin señala que, aunque lo mejor para combatir la obesidad es el ejercicio físico y los hábitos de vida saludables, la cirugía puede ser la única opción para que muchas personas obesas realicen estos cambios de estilo de vida saludables.

El exceso de grasa, literalmente, se interpone en el camino de las ondas sonoras o de los rayos X utilizados para diagnosticar enfermedades del corazón, así que las imágenes resultantes son a menudo poco concluyentes. Además, las camillas donde se recuestan los pacientes para realizarse un cateterismo cardíaco, que puede ayudar al diagnóstico y tratamiento, por lo general, no tienen capacidad para pacientes que pesen más de 180 kilos. Aunque los equipos se están adaptando para pacientes más grandes, la imagen resultante probablemente no va a mejorar, apunta Litwin.

Los pacientes que no son candidatos para la cirugía u otros tratamientos invasivos suelen recibir un régimen de medicamentos basado en los síntomas. Sin embargo, los medicamentos en ocasiones no funcionan debido a que la administración aún no ha sido ajustada por peso.

“Este estudio a largo plazo proporciona una evaluación objetiva de lo que vemos todos los días: la cirugía bariátrica ayuda a muchos pacientes a experimentar una transformación saludable por dentro y por fuera”, afirma Michael A. Edwards, jefe de la sección de Cirugía Mínimamente Invasiva para las Enfermedades Digestivas en Georgia.

Edwards apunta que “una adecuada selección es vital para obtener resultados exitosos, con el fin de identificar a los mejores candidatos para la cirugía y la disponibilidad de un equipo integral de pérdida de peso para completar una evaluación de salud completa, proporcionar opciones de cirugía bariátrica y apoyo e información para realizar cambios saludables a largo plazo”.

En las últimas dos décadas se ha producido un aumento espectacular de la obesidad en Estados Unidos, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Hoy, más de un tercio de los adultos y el 17 por ciento de los niños y adolescentes son obesos.

Los obesos con grasa abdominal visceral tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2

Las personas obesas con exceso de grasa visceral (la grasa abdominal que rodea los órganos internos del cuerpo) tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, según un nuevo estudio publicado en JAMA, realizado por investigadores de la Universidad Southwestern de Texas. Por el contrario, las personas con exceso de grasa abdominal subcutánea (grasa debajo de la piel) no están en mayor riesgo de diabetes.

Este estudio es uno de los mayores de su tipo en evaluar a una población multiétnica de personas obesas en Estados Unidos utilizando imágenes de tejido adiposo.

“Entre los individuos obesos, no es necesariamente la cantidad de grasa, sino la localización de ésta, lo que conduce a la diabetes”, afirma el autor principal del artículo, James de Lemos, profesor de Medicina Interna en Southwestern.

Mediante métodos por imagen para determinar la ubicación y función de la grasa corporal, los investigadores pudieron identificar a las personas obesas con un riesgo mayor de desarrollar diabetes tipo 2, años antes de que apareciera la enfermedad.

“La comprensión de las diferencias biológicas entre la grasa visceral y la grasa subcutánea puede ayudar a los médicos a combatir más eficazmente la epidemia de obesidad que asola Estados Unidos”, afirma de Lemos, quien agrega que “el riesgo de diabetes varía ampliamente entre los diferentes individuos obesos y este estudio sugiere que al predecir quién padecerá diabetes será posible orientar el estilo de vida y los tratamientos de los que están en un riesgo más alto”.

El estudio, que recopiló información del Estudio del Corazón de Southwestern, muestreó a 732 adultos obesos entre los 30 y 65 años de edad, sin diabetes o enfermedad cardiovascular.

Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética (MRI) y energía dual de rayos X (DEXA) para determinar el lugar en el que la grasa se almacena en el cuerpo.

Cuando los participantes regresaron para un seguimiento, después de siete años, los investigadores observaron que el 11 por ciento de las personas muestreadas habían desarrollado diabetes. Entre los participantes con glucosa normal en las pruebas de referencia, el 39 por ciento desarrolló prediabetes o diabetes. Aquellos que desarrollaron prediabetes y diabetes tenían mayores cantidades de grasa visceral y una mayor resistencia a la insulina, en comparación con aquellos que permanecieron sanos.

Según Ian Neeland, primer autor del artículo, “este hallazgo sugiere que el exceso de grasa visceral y la resistencia a la insulina pueden contribuir a la enfermedad cardiovascular en personas obesas”.

Obesidad y SAHS

El inicio del curso escolar es un buen momento para recordar que la obesidad infantil en España es una enfermedad emergente. En apenas 15 años, ha pasado de afectar un 5% a un 15% de los niños de entre 6 y 12 años. Además, se muestra en edades cada vez más tempranas como evidencia el hecho de que 1 de cada 4 niños de 1 a 5 años sufre obesidad o sobrepeso. El problema de que el exceso de peso aparezca en edades tan tempranas es que otras enfermedades asociadas aparecen también antes, como por ejemplo el Síndrome de Apneas-Hipopneas durante el Sueño (SAHS).

Hasta hace pocos años, la causa más frecuente de SAHS infantil era la hipertrofia adenoamigdalar, es decir, el aumento de tamaño de las vegetaciones y/o anginas de los niños, que producía un efecto obstructor de la respiración similar a la apnea del sueño de los adultos. Sin embargo, a medida que aumenta la obesidad en la infancia, se está observando un aumento de la incidencia de SAHS en niños obesos.

En el estudio llevado a cabo por la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de Albacete, “un 35,5% de los niños tenía hipertrofia adenoamigdalar sin obesidad, es decir, pertenecían al perfil tradicional de SAHS infantil”, explica el neumólogo Sergio García Castillo, primer firmante del estudio y miembro de SEPAR, “mientras que en el 41,9% de los casos, la obesidad era el factor determinante de SAHS”.

Aunque no existen diferencias en cuanto a la gravedad de la enfermedad, sí es distinto el tratamiento: hasta ahora, el SAHS infantil se trataba mediante cirugía otorrinolaringológica, pero en los casos de SAHS infantil asociado a obesidad el tratamiento se basa, en primer lugar, en medidas higiénico-dietéticas encaminadas a la pérdida de peso, a aumentar la actividad física y a obtener hábitos de sueño saludable. “Aunque también está aumentando el número de niños que, como los adultos con SAHS, duermen con una CPAP, es decir, con máquina que insufla aire a presión continua a través de una mascarilla y mantiene abiertas las vías respiratorias durante el sueño”, apunta el Dr. García Castillo.

Otro problema derivado de la obesidad y de la temprana aparición de enfermedades como la diabetes, el SAHS o la hipertensión arterial es que aumentan el número de pacientes crónicos jóvenes, con el consecuente aumento del gasto sanitario.

Síndrome de apnea del sueño

El SAHS se define como un trastorno de la respiración durante el sueño caracterizado por una obstrucción parcial o completa y prolongada de las vías respiratorias superiores, hecho que conlleva una alteración de la ventilación normal durante el sueño. Sus principales síntomas son ronquidos nocturnos habituales, pausas de apnea durante el sueño presenciados por los familiares, junto con otros trastornos del sueño, y problemas de somnolencia y cansancio diurnos, que en los niños puede provocar un bajo rendimiento escolar.