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Influencia de la dieta y el estado nutricional en la utilización y acción de los fármacos

Una interacción entre alimentos y xenobióticos ocurre cuando se modifican los efectos de los medicamentos por la administración anterior, simultánea o poco después de alimentos; y también los medicamentos pueden influir sobre los alimentos y los nutrientes.

En toda interacciona hay un fármaco o un nutriente cuya acción se modifica y otros que actúan como desencadenantes de dicha interacción. En algunos casos la interacción es bidireccional como ocurre con los folatos y la fenitoína. En general las interacciones se asocian con un resultado negativo sobre la clínica del paciente, pero no siempre es así.

Hasta principios de la década de los 90 las interacciones entre medicamentos y alimentos se consideraban en general anecdóticas y con frecuencia de escaso interés clínico. Actualmente se reconoce su importancia tanto para los profesionales como en los pacientes.

Hay descritas interacciones para algo más de 300 fármacos, no obstante la prevalencia de las interacciones es inferior a la que ocurre entre los fármacos. También es cierto que es menor su gravedad, a pesar de haberse reconocido algunos casos con resultado de muerte , en general llegan a ser graves en un 10-50% de casos documentados, de gravedad moderada sobre el 50 % y de escasa o nula significación clínica algo más del 40%.

El número de publicaciones sobre interacciones va creciendo. Respecto a las base de datos, MicroMedex es la que representa un mayor número de interacciones (casi 200), seguida del Boletín Oficial Terapéutico del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos, del American Hospital Formulary Services ( AHFS) y, por último, de Clinical Pharmacology .

El objetivo de la farmacoterapia es alcanzar la máxima eficacia con el mínimo riesgo de toxicidad o de efectos indeseables. Los procesos farmacocinéticos que sufre un medicamento van desde la forma farmacéutica de administración, absorción, distribución, metabolismo, hasta la excreción. En todos los procesos vamos a encontrar algún tipo de interacción.

Variabilidad de la respuesta

Desde que se prescribe una dosis hasta que aparece el efecto farmacológico hay una serie de procesos (farmacocinéticos, farmacodinámicos u otros) que pueden influir en la variabilidad de la respuesta: desde la dosis prescrita, que se la tome el paciente, que lo haga correctamente. Existe variabilidad farmacocinética, farmacodinámica y, finalmente, las interacciones pueden influir tanto sobre procesos farmacocinéticos como farmacodinámicos y en su conjunto hace que exista esa gran variabilidad entre la dosis y el efecto farmacológico.

Hay una serie de factores como ingesta calórica, ayuno, horarios y consumo de la comida, método de preparación de los alimentos, presencia de metilxantinas (cafeína), vitaminas, etanol, minerales, fibra dietética, aditivos, contaminantes, componentes macromoleculares de la dieta o la obesidad, que van a tener influencia sobre la constitución genética y por lo tanto también sobre la repuesta terapéutica.

Parámetros medibles

¿Cómo medimos los cambios que pueden ocurrir sobre los procesos farmacocinéticos que son los más conocidos en este tipo de interacciones? Parámetros como la concentración máxima, el área bajo la curva o la semivida o constate de eliminación nos van a marcar la exposición del organismo a un determinado fármaco y por lo tanto la intensidad de la respuesta. Y los alimentos van a tener influencia sobre los proceso farmacocinéticos y farmacodinámicos.

Sobre la absorción. Administración vía oral

Cuando los medicamentaos se administran por vía oral se pueden producir una serie de procesos que, influidos por los alimentos, alteran la magnitud o la velocidad de la biodisponibilidad de los fármacos, es decir, la cantidad con la que el fármaco se incorpora a sangre y también la velocidad a la que lo hace.

Para que el fármaco se absorba puede ser necesario según la forma farmacéutica, que previamente se libere, se disuelva en el medio acuosos del tracto gastrointestinal, que acceda a la zona donde se absorberá pasando a sangre donde a través del sistema porta pasará finalmente a la vena cava, al hígado y de aquí al resto del organismo.

Los alimentos pueden producir los siguientes cambios: se pueden formar quelatos o complejos insolubles, se puede adsorber el fármaco con algún componente de la dieta (por ejemplo fibra), puede haber cambios en la solubilidad del fármaco, aumento de la viscosidad del medio que impida que el fármaco entre en contacto con la mucosa donde se absorbe, interferencias en el mecanismo de trasporte, cambios en el metabolismo presistémico, alteraciones en el pH gastrointestinal, ecuaciones redox, cambios en el tiempo de vaciado gástrico, variaciones en la motilidad intestinal, etc.

Ejemplos diversos

Como ejemplos de formación de complejos tenemos los productos lácteos con fenitoína y el ciprofloxacino con calcio (que baja hasta un 30% su absorción).

Por su parte la fibra disminuye la absorción de lovastatina, y se ha podido comprobar que cuando se administran conjuntamente aumentan las LDL, sin embargo la comida en general parece que aumenta la biodisponibilidad de lovastatina.

Los cambios en la solubilidad pueden ser pH dependientes, así vemos que indinavir (tratamiento para sida) se toma en ayunas ya que a pH mayor de 3 (se produce cuando se toman alimentos) disminuye su solubilidad y consecuentemente su biodisponibilidad. Con el saquinavir pasa lo contrario.

La elevada viscosidad también puede actuar como barrera especialmente en fármacos con una escasa solubilidad. También podemos encontrar cambios en el tiempo de vaciado gástrico, en la motilidad intestinal, etc.

En el tubo digestivo el fármaco tiene que atravesar la pared intestinal y en este punto se pueden encontrar fenómenos competitivos con trasportadores específicos. Por ejemplo en dietas ricas en proteínas algunos fármacos pueden absorberse menos porque el trasportador compite con el fármaco. Podemos encontrar en la pared intestinal que haya pérdida por metabolismo previo, eso es típico de algunos citocromos como el P450, que es el que inhibe el zumo de pomelo. Vía porta llegamos al hígado donde también podemos encontrar fenómenos de competencia en el metabolismo hepático y pérdidas en el biodisponibilidad por efecto de primer paso y, finalmente, llegamos a sangre. Algunos componentes de los alimentos también pueden modificar por inducción o inhibición el metabolismo de primer paso.

En situación de ayuno o con una comida ligera el tiempo de vaciado es más pequeño que cuando se administra una comida copiosa. En un estudio se vio la enorme variabilidad del tiempo de vaciado gástrico, sobre todo con una comida pesada, que va desde 3 horas a más de 10 horas. La influencia es menor en el tiempo de tránsito intestinal.

Longitud anatomía de reserva es la diferencia entre la longitud útil de absorción y la longitud que necesita el fármacos para absorberse completamente, si esta última fuera de 100 cm y el fármaco se puede absolver en todo el intestino delgado (300 cm) tendríamos unos 200 cm de reserva, así las influencias van a ser menores que cuando la longitud el tramo intestinal es menor.

La longitud depende también de la constante de absorción y de la velocidad de tránsito intestinal, que es de 1-2 cm por minuto. El tiempo de tránsito por el intestino delgado es de 3-3,5 horas y se necesitarían aproximadamente 5 semividas de absorción para absorber el 95% de las dosis. Una longitud útil de absorción limitada aumenta el riesgo de que los alimentos condicionen la absorción de los fármacos, especialmente a través de proteínas trasportadoras, pero también cuando existe difusión pasiva.

Cuando existen esta ventana de absorción en el perfil de concentraciones versus tiempo en la gráfica se observa una caída brusca tras la concentración máxima a diferencia de lo que se observa cuando no existe esta ventana, en que el proceso es más suave.

El pH favorece la absorción: en función del pk del fármaco se pueden encontrar zonas totalmente ionizadas como los fármacos que tiene un pk entre 7-8, que se encuentran totalmente ionizados en el estómago. Existen formas farmacéuticas que se adaptan.

Sobre la velocidad de absorción, en general los alimentos parece que disminuyen la velocidad y cuando se necesita un efecto rápido suele ser aconsejable administrar el medicamento con el estómago vacío y con líquido. Pero no siempre es perjudicial la reducción en la velocidad de absorción como por ejemplo en el carbonato de litio donde los efectos adversos están ligados a su concentración máxima y al disminuir la velocidad de absorción hace que la concentración máxima sea más baja y que los efectos adversos (temblores, poliuria, debilidad, náuseas, vómitos) sean menores.

Otras posibles influencias de los alimentos sobre los medicamentaos administrados por vía oral podrían ser la protección de la mucosa de la acción irritante de los ácidos. Las dietas que enlentecen el vaciado gástrico pueden favorecer la absorción como cefuroxima axetilo o bien disminuirla como la levodopa. Los alimentos pueden favorecer la agitación mecánica y en este caso se facilitaría la solubilidad de fármacos poco solubles como el diazepam. Los alimentos también pueden aumentar el pH del estómago y esto influye sobre la absorción. Puede haber reacción redox, en algunos casos favorables como administrar vitamina C, que hace que el hierro pase de su estado de oxidación 3 a 2, que es como realmente se absorbe. Por otro lado hay algunos alimentos como el zumo de pomelo que actúan sobre la glicoproteína P de la pared intestinal y tienen el efecto contrario a la inhibición del citocromo p450.

El omeprazol (que se utiliza muy frecuentemente) es una base débil, tiene un pk de 4, se absorbe en el intestino delgado y a través de la sangre llega a la célula parietal que es donde actúa. A pH fisiológico la molécula no está cargada, atraviesa bien las membranas biológicas, y puede pasar a sangre, pero a pH ácido del canalículo secretor de la célula parietal se protoniza y queda atrapado. El omeprazol es un pro fármaco que se tiene que trasformar en un derivado tetracíclico sulfonamido para unirse a residuos de cisteína de la bomba de protones y así la inhibe. Esto implica una acción larga del omeprazol. Pero si se administra con alimentos al estar estimulada la secreción ácida sube su eficacia ya que hay mayor número de células parietales activadas.

Sobre la distribución

Una dieta rica en proteínas disminuye la eficacia de la levodopa. Esta pérdida de eficacia se puede dar tanto con nutrición normal como en parenteral.

Con el melfalan, que se utiliza en el neuroblastoma, ocurre lo mismo, compite con trasportadores de aminoácidos neutros de cadena larga por lo que es recomendable no adminístralo junto con una dieta rica en proteínas.

Los fármacos circulan unidos a proteínas plasmáticas, de manera que el estado nutritivo o el aporte proteico de la dieta pueden alterar las uniones a proteínas plasmáticas.

Por otro lado, los ácidos grasos pueden producir desplazamientos en la unión. Esto es importante cuando los fármacos van fuertemente unidos (más del 90%) como ocurre con la fenitoína, y cuando su intervalo terapéutico es estrecho. Esto tiene importancia clínica en algunos medicamentos como el midazolam, la warfarina o el acenocumarol.

Sobre el metabolismo

Los alimentos pueden modificar el metabolismo de los fármacos lo que se puede traducir en variaciones en la biodisponibilidad por efecto del primer paso hepático, y en la eliminación del fármaco.

En fármacos con acusado efecto de primer paso los alimentos pueden aumentar la biodisponibilidad, es lo que ocurre con el propanolol, metoprolol, aspirina, amitriptilina, morfina, codeína… pero no se modifica si el fármaco no presenta efecto de primer paso como ocurre con el labetalol.

Las dietas hipocalóricas hipoproteicas disminuyen la velocidad metabólica con algunos fármacos como la fenitoína, fenilbutazona, teofilina, hipoglucemiantes orales, y cloranfenicol. Y las dietas hipolipídicas disminuyen la actividad del sistema microsomal como se ha observado con la teofilina.

Respecto a los aditivos y contaminantes hay que considerar las vitaminas que pueden actuar como cofactores de enzimas e inducen el metabolismo. Este efecto se ha observado en casos de ciertos hábitos dietéticos, como suplementación de ácido fólico y piridoxina, que ha disminuido la acción farmacológica de la fenitoína. Los aditivos como el butilhidroxianisol o el butilhidroxitolueno son inductores enzimáticos, algunos contaminantes son inductores como los organohalogenados y otros son inhibidores como los organofosforados y metales pesados.

Algunos componentes de alimentos como los flavonoides, la quercetina (presente en frutas y vegetales), son inhibidores enzimáticos e interaccionan con midazolam, saquinavir, ciclosporina y el mismo efecto se observa con el pomelo.

El pomelo y la carambola actúan como inhibidores del citocromo P3A4 y la hierba de San Juan actúa como estimulante. Los inductores del citocromo 1A2 son la carne a la brasa, coles de Bruselas, brócoli, crucíferas, e inhibidor es el ciprofloxacino.

Sobre la excreción

La excreción es el resultado de la filtración glomerular, secreción tubular y reabsorción tubular. El principal factor que puede influir sobre la excreción renal del fármaco es el pH de la orina que varía como consecuencia de la alimentación. Por ejemplo la carne, los quesos y los pasteles son capaces de acidificar la orina. Por el contrario la leche, las verduras, y las legumbres (excepto las lentejas) son alcalinizantes.

La fracción responsable de alterar el pH son las cenizas y no el alimento entero, como podemos ver con el zumo de naranja que aunque es ácido el resultado en la orina es alcalinizante.

En la reabsorción tubular una interacción interesante es la competición que se establece entre el litio y el sodio, por lo que una concentración de sodio elevada procedente de la dieta reduciría una excreción aumentada de litio. Esta interacción es relevante ya que el litio tiene un intervalo terapéutico estrecho.

La dieta rica en proteínas o los aminoácidos vía parenteral incrementan la velocidad de filtración glomerular. Y parece ser que el glucagón pancreático podría ser el responsable de este aumento de excreción.

Interacciones farmacodinámicas

Se producen algunos efectos sinérgicos cuando se toma arroz que tiene efecto astringente o ciruelas con efecto laxante al tomarlos con medicamentos astringente o laxantes.

Otros ejemplos: La piridoxina evita la fotosensibilización producida por la amiodarona que inhibe la síntesis de melanina; los nitritos y nitratos pueden ejerce un efecto agonista con fármacos colinérgicos e hipotensores, y antagonista con epinefrina y norepinefrina.

Estados nutritivos sobre la acción de los fármacos

La desnutrición calórico-proteica es el tipo de desnutrición más importante con diversos déficits concurrentes, muchos de éstos interaccionan de forma importante con la respuesta a los medicamentos.

Existe una alta prevalencia de desnutrición en los pacientes hospitalizados, casi hasta el 50%, incluso en los pacientes geriátricos podría llegar hasta el 60%. La desnutrición calórico-proteica puede afectar a diversos órganos y sistemas: tracto gastrointestinal, hígado, riñones, sistema cardiovascular, aparte de la cantidad de albúmina disponible para trasportar fármacos, etc.

Por otro lado, en la obesidad los procesos farmacocinéticos también se encuentran alterados. La absorción no parece que se afecte, al menos la vía oral. En la distribución existe un cambio en el volumen de distribución que precisa ajustes en función de si el medicamento es lipo o hidrosoluble. La albúmina no presenta cambios pero si la alfa glicoproteína ácida que también trasporta fármacos fundamentalmente básicos y por lo tanto disminuye la fracción libre de esos fármacos.

En cuanto al metabolismo, la obesidad produce un aumento del flujo sanguíneo hepático, la reacción de sulfatación y de glucuronidación se ven afectadas, y los ejemplos son el oxazepam y lorazepam.

Y, finalmente, la obesidad hace que en la excreción se aumente el aclaramiento renal y en fármacos como la digoxina, cimetidina, los antibióticos aminoglucósidos como la vancomicina habría que modificar la dosis.

Conclusiones

El interés por las interacciones va en aumento. Tanto los alimentos como la obesidad y la desnutrición pueden producir cambios en la respuesta a los medicamentos, por lo que es necesario estar atentos. En general la gravedad de las posibles interacciones no es acusada, pero en algunos medicamentos de estrecho intervalo terapéutico y con algunos alimentos como el queso y los lácteos estas interacciones pueden ser importantes.

Por lo tanto el profesional que prescribe y los que realizan el seguimiento farmacoterapéutico deben de tomar medidas para prevenir las interacciones graves.

La dieta mediterránea no protege del envejecimiento de la válvula aórtica

Un estudio conjunto del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Vall d´Hebron y de médicos de 9 equipos de atención primaria del ICS Barcelona sugiere que la prevalencia de la esclerosis y la estenosis valvular aórtica (dos de las consecuencias más habituales de cirugías complejas en la población de más de 65 años), es la misma en nuestro entorno mediterráneo que en otras regiones europeas o de los Estados Unidos de América.

Los datos que ofrece este estudio, que se han publicado en la edición digital de la European Journal of Preventive Cardiology, demuestran que la tasa de personas de Barcelona afectadas por estenosis aórtica es muy similar a la de otros países con climas y dietas diferentes, cosa que lleva a los autores a la conclusión de que la dieta mediterránea -que sí ayuda a prevenir otras enfermedades del corazón-, no protege del envejecimiento de la válvula aórtica. Por lo tanto, quedaría claro que la estenosis aórtica es una patología mucho más ligada al proceso de envejecimiento de la persona que al proceso de arteriosclerosis.

La hipótesis de partida del estudio planteaba que, del mismo modo que se acepta con gran consenso científico que la dieta mediterránea disminuye la gravedad y mortalidad en las enfermedades coronarias, se podía pensar que pasaría lo mismo con la estenosis aórtica, una patología que comparte los mismos factores de riesgo (consumo de tabaco, hipertensión y diabetes) y que genera tratamientos y cirugías específicas, complejas y caras.

En cambio, el estudio lleva a los autores a sugerir que lo que realmente hay que hacer para minimizar este problema sanitario de primer orden es insistir en la necesaria prevención y control de sus factores de riesgo; como decíamos: el tabaco, la hipertensión o la diabetes.

La esclerosis y la estenosis aórtica consisten en un ensanchamiento o un estrechamiento de la válvula por la que circula de salida la sangre del corazón, hecho que no suele dar demasiados síntomas previos a su aparición y que, cuando se manifiesta, se debe operar inmediatamente o causa la muerte.

El trabajo de investigación ha sido dirigido por la Dra. Pilar Tornos, coordinadora del Programa de Valvulopatías del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Vall d´Hebron; ha sido diseñado y analizado por el Dr. Ignacio Ferreira-González, coordinador de la Unidad de Epidemiología, y ha sido coordinado con la atención primaria de Barcelona por el Dr. Josep Pinar.

En el estudio se analizaron los casos clínicos de más de 900 individuos elegidos aleatoriamente de entre las personas de más de 65 años de edad que formaban parte de los listados de usuarios de los 9 equipos de atención primaria del ICS de Barcelona que participaron*. A estas personas se les practicaron pruebas médicas extraordinarias añadidas a las preventivas que ya habitualmente se ordenan para este segmento de población.

Además de estudiar su historial médico y todas las analíticas hechas en los últimos años, se les pasó una detallada encuesta de hábitos, se les hizo un electrocardiograma específico y una ecocardiografía. Se trataba de detectar cualquier señal de riesgo, como un ensanchamiento y/o calcificación de la válvula aórtica y de la arteria aorta.

Cierto grado de ensanchamiento y/o de calcificación estaba presente en el 45,4% de la muestra (el 73,5% entre los mayores de 85 años). En cuanto a la estenosis, la prevalencia fue del 3% del total de la muestra (del 7,4% en mayores de 85 años).

Además, la relación entre la gravedad de la esclerosis y/o estenosis de la válvula aórtica y los factores de riesgo se evaluó mediante un modelo estadístico de regresión multinomial. Se encontró que factores como la edad, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la circunferencia de cintura y un índice tobillo-brazo < 0,9 se asociaban a diversos grados de ensanchamiento y de calcificación de la válvula aórtica. Cuando el ensanchamiento y calcificación eran severos, también aparecían diabetes e insuficiencia renal como factores de riesgo añadidos. Este estudio también pone de manifiesto los beneficios de la colaboración entre el ámbito de la atención primaria y el de la especializada de un hospital terciario como Vall d´Hebron. Según la Dra. Pilar Tornos “se ha demostrado que la investigación científica no sólo está reservada a los grandes centros hospitalarios, sino que también se puede realizar con calidad y experiencia desde el ámbito de la salud pública más cercana a la ciudadanía”. Y no sólo eso, “en este caso, también se produjo una clara confluencia de beneficios: los pacientes tuvieron un diagnóstico preventivo cuidadoso, el médico de atención primaria pudo actuar a tiempo sobre el riesgo potencial del paciente, mucho antes de que la enfermedad se manifestara y ya fuera demasiado grave, y el hospital pudo eludir la siempre arriesgada intervención quirúrgica de una parte de estos pacientes de mayor edad”. De entre las patologías cardiovasculares, la estenosis aórtica es la más prevalente después de la insuficiencia cardiaca y de la hipertensión. Supone el 43% de las causas de recambios valvulares (unas 40.000 intervenciones/año en Europa y unas 95.000/año en los Estados Unidos de América). Del total de intervenciones quirúrgicas sobre válvulas cardíacas que se hacen en un año en Vall d´Hebron, en un 60% de ellas está implicada la válvula aórtica por enfermedad degenerativa. * Centros de atención primaria participantes en el estudio: Carmel, Gòtic, Horta 7D, Horta 7F, La Mina, Raval, Rio, Sardenya y Sant Andreu.

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Nace la Casa de la Diabetes, una coalición integral para la prevención, detección y gestión de esta enfermedad en España

La diabetes es uno de los principales retos sanitarios a los que se enfrenta España en la actualidad. Se estima que el 13,8% de la población padece esta enfermedad y, de esos, cerca de un 6% no son conscientes de ser diabéticos.

En este contexto, aspectos como la educación, prevención, diagnóstico precoz y correcto manejo son clave para mejorar el control de las personas con diabetes y garantizar un futuro con calidad de vida, además de aumentar su autonomía.

Por ello, nace la Casa de la Diabetes, una coalición integral y de participación activa para mejorar la prevención, la detección, el manejo y la gestión de la diabetes en nuestro país. Esta iniciativa está liderada por la SED (Sociedad Española de Diabetes), SEEN (Sociedad Española de Endocrinología), SEEP (Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica) y la redGDPS (Red de Grupos de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud).

A este grupo ya se han unido representantes de CC.AA. como Andalucía, Cataluña y Madrid, asociaciones de pacientes como FEDE y el Foro de Pacientes, representante del colectivo de educadores, la red de investigación en Diabetes CIBERDEM del ISCIII y empresas como Sanofi.

La misión de este proyecto es aumentar el nivel de concienciación relacionado con los riesgos de la diabetes desde un punto de vista sanitario así como el impacto socio-económico que genera. La Casa de la Diabetes quiere fomentar las pautas de actuación más adecuadas para la gestión de las personas con esta enfermedad.

Uno de los primeros proyectos que está desarrollando este grupo es la creación de la Coalición por la Diabetes, con la que se pretende aglutinar al máximo de las sociedades científicas relacionadas con la enfermedad, colectivos de pacientes, autoridades sanitarias de otras Comunidades Autónomas y empresas para que, juntos, se mejore la atención de las personas con diabetes. El objetivo de esta Coalición es debatir de manera activa y participativa sobre el abordaje integral de la enfermedad por parte de todos los estamentos de la sociedad.

La Dra. Sonia Gaztambide, presidenta de la SED, destaca que “las proyecciones de la Federación Internacional de Diabetes, estiman que en el año 2030 en Europa existirán 66,2 millones de personas con diabetes. Esto supone un incremento del 20% con respecto al año 2010. España como país integrante no es ajena a esta situación. En el estudio Di@betes publicado en el 2012 la prevalencia de diabetes en población a partir de los 18 años de edad es de un 13,8% y si consideramos otros trastornos del metabolismo de los hidratos de carbono con mayor riesgo de diabetes, podemos decir que una de cada cuatro personas tiene algún tipo de trastorno. Tenemos que frenar esta progresión, debemos modificar el estilo de vida y este aspecto implica a otros sectores sociales”.

El Dr. Javier Salvador, presidente de la SEEN, subraya el hecho de que “frenar la actual epidemia de diabetes tipo 2 exige un esfuerzo coordinado entre los numerosos agentes que tienen capacidad para actuar sobre los distintos factores etiológicos responsables del crecimiento del problema. Es por ello, que esta reunión representa un paso inicial estratégicamente clave para que entre todos podamos contribuir a combatir con eficacia el progresivo aumento de prevalencia de diabetes y obesidad que sufre la sociedad española. La heterogeneidad y el carácter multidisciplinar del grupo reunido aquí, aporta por tanto, una base sólida sobre la que conseguir estos ambiciosos objetivos”.

El Dr. Luís Castaño, presidente de la SEEP, incide en el hecho que “uno de cada tres niños padece obesidad o sobrepeso, siendo la base de la obesidad y la diabetes tipo 2 en el adulto, por lo que la implementación de hábitos de vida saludable como prevención debe de realizarse ya desde la infancia”.

Por su parte, la doctora Sara Artola, coordinadora de la redGDPS, ha comentado que “la implicación del paciente como una persona informada y proactiva, junto a profesionales capacitados permite un adecuado abordaje terapéutico y planificar el mejor seguimiento de la enfermedad. Debemos recordar que cada Médico de Familia tiene asignados en torno a 200 pacientes con diabetes. Las Tecnologías de información y comunicación (TIC) deben contemplar la posibilidad de recibir en línea datos de monitorización (glucemias, presión arterial), alertas que ayuden al control, mejora de la comunicación entre pacientes y clínicos, así como la posibilidad de que los pacientes incorporen información propia en sus historias”.

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Alcohol y Tabaco

En general, aunque no se sepan las razones, todo el mundo ha asimilado que el alcohol no se puede tomar con medicamentos, en cambio respecto al tabaco el tema es mucho más desconocido.

En el alcohol se pueden dar todas las interacciones posibles, el alcohol sobre el medicamento y del medicamento sobre la metabolización y la potenciación de los efectos tóxicos del alcohol. Y puede dar lugar a interacciones farmacocinéticas (absorción, distribución, metabolización y excreción) y farmacodinámicas potenciando efectos terapéuticos y adversos.

En el caso del tabaco el panorama no es tan amplio pero también puede haber interacciones farmacocinéticas (se modifica sobre todo la metabolización de algunos medicamento) y farmacodinámicas (en el sentido que la nicotina puede potenciar el efecto de algunos fármacos).

Las interacciones más importantes tanto para tabaco como para alcohol son a nivel de metabolización. Éstos, como todos los xenobióticos, son metabolizados por un sistema enzimático inespecífico localizado en microsomas hepáticos (citocromo P-450 o isoenzimas del citocromo), por tanto los medicamentos que son sustancia xenobióticas y estos componentes extraños como alcohol y tabaco compiten por el mismo sistema enzimático.

Desde el punto de vista de las interacciones son, sobre todo, importantes los enzimas implicados en la fase 1 de metabolización, es decir las oxidaciones por el sistema citocromo P-450 e isoenzimas.

Mecanismos de interacciones

Hay un primer mecanismo que es el que los alimentos aportan materiales para la metabolización de los fármacos. Una persona que bebe mucho suele sufrir malnutrición por lo que ya por esta vía podría haber cierta interacción porque ya tendrá menos niveles de albumina, menos capacidad de enzimática para metabolizar.

Pero las más importantes son las que derivan de una inducción o inhibición del sistema microsómico hepático (SMH), como el alcohol (que es un ejemplo de inductor) y algunos componentes del humo del tabaco.

Hay sustancias que podemos encontrar en el entorno alimentario que pueden actuar induciendo o inhibiendo el SMH y por tanto acelerando o inhibiendo la metabolización de fármacos. En función de la dieta, del estilo de vida, hábitos o del entorno geográfico podemos estar más expuestos a inductores o a inhibidores. Y esto podría explicar, por ejemplo, que el cajón de sastre en el que se meten las diferencias individuales que existen en la respuesta de un fármaco, en realidad sean diferencias de respuesta de los medicamentos en función del entorno que modifica la metabolización, la absorción, etc. Hay muchos condicionantes del entorno que explican algunas de las respuestas diferentes que se dan a los fármacos.

Para las interacciones a nivel de metabolización se utilizan sobre todo marcadores, que suelen ser antipirina y teofilina, marcadores del SMH. Si un determinado producto modifica a estos dos fármacos en principio lo que le ocurra sería extensivo a otros medicamentos que también se metabolicen por el SMH. La lista de medicamentos es muy amplia pero sólo comentaremos algunos.

Interacciones entre fármacos y alcohol

El alcohol a dosis moderadas se metaboliza a través de la vía de alcohol deshidrogenasa y aldehído deshidrogenasa, pero cuando hay una ingesta elevada de alcohol entran en funcionamiento vías alternativas como el SMH y, por tanto citocromo P-450, y es aquí donde entramos en competencia con los fármacos.

Efectos del alcohol

La acción depresora del SNC va a provocar que se puedan dar efectos agonistas con otros depresores y antagonistas con estimulantes.

La vasodilatación periférica por el consumo de alcohol va a potenciar efectos vasodilatadores o antagonizar efectos vasoconstrictores.

A nivel de absorción puede haber un efecto diferente en función de las dosis y esto se traduce en las interacciones del metabolismo. A dosis baja puede favorecer la absorción de algunos fármacos porque simplemente ayuda a la disolución (que es el primer paso para que un fármaco se pueda absorber). Pero a dosis altas se lesiona la mucosa y se dificulta la absorción (esto justifica la malnutrición inducida por alcohol).

Interacciones farmacodinámicas

Hay que recordar que aunque en un principio el alcohol parezca estimulante en realidad es un depresor del SNC, por lo tanto potenciará todos los efectos depresores y antagonizará los efectos estimulantes. Algunas interacciones clásicas son las de los AINEs, que se potencia el efecto ulcerógeno, potencia el efecto hipotensor de bloqueantes adrenérgico , potencia el efecto hipoglucemiante de insulina y de hipoglucemiantes orales y potencia efectos hepatotóxicos derivados de la quinonimina, que es el metabolito toxico del paracetamol.

Interacciones farmacocinéticas

La ingesta moderada de alcohol puede favorecer la absorción de algunos fármacos debido a que mejora su disolución. Y la ingesta excesiva claramente disminuye la absorción.

El alcohol no se distribuye ligado a proteínas plasmáticas y por tanto no va a haber una competencia con las proteínas. Pero si puede haber una interferencia si una persona consume alcohol de forma habitual, y suele tener niveles plasmáticos bajos de albúminas, de proteínas plasmáticas, y por tanto hay menos proteínas plasmáticas capaces de trasportar fármacos y frente a una misma dosis de fármacos habría mayor cantidad de fármaco libre que es el que puede dar lugar a efectos y podría haber síntomas de una posible sobredosificación. En algunos fármacos de margen terapéutico estrecho puede implicar riesgos de toxicidad.

Las interacciones más importantes son a nivel de metabolización. Y aquí hay que diferenciar cuando el fármaco se toma con una ingesta ocasional alta o cuando es tomado por un bebedor habitual. En este caso la interacción o la influencia a nivel de metabolización es distinta. En caso de ingesta ocasional se inhibe la metabolización de fármacos por un mecanismo competitivo del alcohol sobre el citocromo P-450 y por tanto el efecto del fármaco es más sostenido y tarda más en eliminarse y si el margen terapéutico es estrecho puede haber riesgo de efectos tóxicos. En cambio si el fármaco es tomado por una persona que consume alcohol de forma habitual aumenta la metabolización de fármacos debido a la inducción que provoca el alcohol en el SMH.

Alcohol y benzodiacepinas

Un ejemplo clásico son las benzodiacepinas, en las que pueden darse todas las interacciones. Hay una interacción farmacodinámica porque hay una potenciación de los efectos depresores sobre el SNC. Y también hay interacción farmacocinética porque la benzodiacepina que es difícil de disolver en presencia de alcohol y en el estómago se disuelve mejor y se favorece la absorción. Además hay interacción a nivel de metabolización, que puede ser distinta si es un consumo elevado pero puntual o si es crónico.

Alcohol y sulfonilureas

Los resultados de la ingesta conjunta es que el efecto es impredecible.

Alcohol y paracetamol

La ingestión habitual de alcohol conlleva una inducción enzimática que da lugar a una mayor formación de metabolitos hepatotóxicos y una mayor sensibilidad del hígado frente a estos metabolitos.

Cuando hay una intoxicación etílica aguda se inhibe el metabolismo hepático del paracetamol aumentando su vida media. Además en animales está claro que la embriaguez contribuyó a la evolución favorable de un intento de suicidio con más de 60 gramos de paracetamol porque había una competencia por los enzimas y se produce más lentamente el metabolito tóxico responsable de la intoxicación.

Interacciones fármaco vs alcohol. Efecto antabús

Una de las más interacciones más conocidas es la llamada efecto antabús o disulfiram. El etanol primero se convierte en acetaldehído y después en ácido acético, y determinados fármacos lo que hacen es bloquear la enzima aldehído deshidrogenasa provocando la acumulación del acetaldehído. Éste es más tóxico que el etanol y su acumulación daría lugar a una serie de síntomas: rubor en cara y cuello, sudoración, náuseas y vómitos, taquicardia y palpitaciones, que no son graves y se buscan cuando hay una terapia antialcohólica. Esto puede producirse también con el consumo de otros fármacos como antibióticos, hipoglucemiantes, citostáticos, o vasodilatadores, etc.

Tabaco

El humo del tabaco está constituido por una fase gaseosa en un 95% que en su mayoría es monóxido de carbono CO. Éste, en principio en humanos, no sería responsable de interacciones. Y en la fase particular que representa un 5% del humo del tabaco podemos encontrar hidrocarburos policíclicos aromáticos (HAP), nitrosaminas, compuestos clorados tipo dioxina, plaguicidas, componentes volátiles, metales pesados, nitrosaminas, y dentro de la fracción hidrosoluble estaría la nicotina que sería “el principio activo”. De todos existen interacciones pero sobre todo la que explica la diferencia de respuesta de algunos fármacos en fumadores y no fumadores son las de los hidrocarburos aromáticos policíclicos.

Los HAP son compuestos formados por la combustión incompleta de material orgánico a partir de la combustión de la celulosa, el papel, la hoja seca del tabaco, o por la combustión de los árboles del medio ambiente, de la combustión de gasolinas, gasoil, madera. y también se forman en alimentos cuando se calientan a temperaturas por encima de 250 -300 grados.

Ejemplos de interacciones

La clozapina (estrecho margen terapéutico) y la olanzapina si se analizan en fumadores y no fumadores se ve que en los fumadores los niveles plasmáticos son claramente distintos.

Para la teofilina también los niveles plasmáticos son claramente distintos en fumadores y no fumadores, porque en los fumadores hay una inducción de algunos isoenzimas del SMH que aceleran la metabolización de fármacos.

En el caso de la cafeína algunos aprovechan para explicar que los fumadores toman más café no porque les guste más sino porque metabolizan más deprisa la cafeína.

Hay datos de que los niños asmáticos expuestos en hogares fumadores metabolizan más rápidamente y por tanto hay que ajustar la dosis de teofilina en estos casos.

También en pacientes que toman acenocumarol (Sintrom) al dejar de fumar hay que ajustarles las dosis.

Hay que tener presente que cuando una persona fumadora entra en el hospital (y por tanto deja de fumar), los niveles plasmáticos de los fármacos que está tomando cambian y es necesario ajustar las dosis, sobre todo en los que tienen estrecho margen terapéutico en los que el riesgo de toxicidad es mayor.

También los niveles del desmetildiazepam en fumadores son mucho más altos.

Muchos trabajos se plantean que los fumadores (además de abandonar el tabaco como primera recomendación) necesitan dosis diferentes de fármacos para tener el mismo efecto.

Reflexión final

Aunque hay muchos trabajos sobre interacciones a veces resulta difícil trasladarlos a la práctica diaria, pero en todos ellos se acaba recomendando que hay que tener presente la idea de que una interacción puede modificar la respuesta del fármaco.

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Interacciones dieta-xenobióticos en las etapas de la vida y situaciones fisiológicas

Un xenobiótico es una sustancia, en principio, externa de muy diversos tipos que pueden modificar la estructura y la función de nuestras capacidades funcionales de los tejidos o de las células, ya sea beneficioso o perjudicial.

Tipos de xenobióticos

Se pueden clasificar según su origen: pueden ser fruto de los desechos (urbanos, industriales, mineros, agrícolas), de origen diverso (tabaco, conservantes, plaguicidas, estabilizantes, plastificantes, aditivos, toxinas, etc.) o de agentes industriales. Según las aplicaciones pueden ser derivados de medicamentos, uso doméstico, uso industrial, uso agrícola o locomoción.

Pueden tener una acción intrínseca (fármacos, tóxicos de acción local, tóxicos de acción sistémica) o una acción biológica (mutagénicos, teratógenos, carcinógenos, inhibidores o estimuladores de enzimas) y pueden tener una reactividad metabólica (biodegradables, persistentes acumulativos, activables).

Y según su naturaleza pueden ser físicos (tintes, calor, radiaciones, ruido, sustancias volátiles), biológicos (seres vivos o procedentes de ellos) y químicos (orgánicos, inorgánicos, industriales).

Biodistribución

La distribución de los xenobióticos en nuestro organismo sigue tres fases:

-etapa de exposición que puede ser consecuencia de varios factores: riesgo, frecuencia, dosis.

– etapa de toxicocinética: absorción, distribución, metabolismo (acumulación), excreción.

– etapa de toxicodinámica: cuando interacciona ese xenobiótico con el receptor correspondiente y se producen sus efectos tóxicos y los signos clínicos.

Los efectos dependen según si la exposición es aguda o crónica. Si es aguda, por ejemplo, el benceno nos provoca depresión del SNC. En cambio cuando es crónica puede producir leucemia.

Las xenobióticos más frecuentes en la exposición humana son: los productos de limpieza, analgésicos, cosméticos, extractos vegetales, jarabes, hidrocarburos, plaguicidas, alimentos contaminados, sedantes, hipnóticos, antimicrobianos, productos químicos de diversa índole, alcoholes, vitaminas… Cada uno de ellos tiene un nivel diferente de penetración en función de nuestra frecuencia de contacto.

Las cuatro vías de incorporación de los xenobióticos son la ingesta oral, vía respiratoria, vía tópica y vía parenteral.

Toxicidad

La toxicidad de los xenobióticos depende de:

-las características de la exposición (aguda, crónica, vía de entrada, vía de eliminación);

-dosis (DL50, dosis única, dosis fraccionada);

-estructura molecular y propiedades físico-químicas de la sustancia (capacidad de atravesar membranas; hidrosolubilidad; liposolubilidad);

-tipo de efecto tóxico producido;

-características genéticas del organismo expuesto;

-edad del individuo.

Los niveles de toxicidad están en función de la concentración que se reciba por kilo de peso corporal: si la DL50 es superior a 15 g/kg se dice que prácticamente no es tóxico pero, en el otro extremo, si la toxicidad es inferior a 5 mg/kg se habla de supertóxico.

Xenobióticos en los alimentos

Los podemos clasificar en endógenos y exógenos. Los endógenos son propios del alimento, presentes de forma natural. Y los exógenos dependen de las manipulaciones, son ajenos al alimento.

Entre los endógenos distinguimos tres tipos: sustancias antinutritivas, tóxicos de origen vegetal y tóxicos de origen animal.

Entre los exógenos hay cuatro subtipos: tóxicos generados en el procesado, preparación o almacenaje de alimentos, tóxicos de origen fúngico, tóxicos ambientales y residuos de medicamentos en alimentos.

Xenobióticos endógenos. Sustancias antinutritivas

Dentro de las sustancias antinutritivas tenemos los inhibidores de las proteasas, y entre ellos los factores antitripsina y las anticarbohidratasas.

Los factores antitripsina son los que interfieren la proteólisis digestiva, dificultando su absorción, retrasando el crecimiento y con pérdida fecal de nitrógeno. Son termolábiles. Se pueden encontrar en soja, judías, guisantes, lentejas, cacahuetes, patata, batata, clara de huevo (ovomucoides), leche o calostro.

Dentro de las anticarbohidratasas tenemos las antiamilasas y antiinvertasas. Son termoestables. Se encuentran en legumbres, trigo, plátanos verdes, mango (antiamilasas), patata, maíz (antiinvertasas).

Dentro del grupo de las sustancias antinutritivas también encontramos los inhibidores de las vitaminas. Por ejemplo las antitiaminas (anti-B1) que hidrolizan la tiamina. Hay dos tipos: la tiaminasa-I (proteína termolábil) y los factores anti-tiamina (de bajo PM y termoestables). Se encuentran en peces, crustáceos, moluscos, celentéreos (ricos en tiaminasa-I) y el ácido cafeico sería un factor anti-tiamina.

También tenemos la avidina que es una glucoproteína termolábil (en la clara de huevo), que atrapa dos moléculas de biotina (B7) e impide su absorción.

Y finalmente tenemos la ascórbico-oxidasa que es la enzima que cataliza la oxidación del ácido ascórbico. Su temperatura óptima de actuación es de 15-30ºC, es decir, si ese alimento no lo tenemos en refrigeración a las pocas horas nos va inactivando el ácido ascórbico. Se localiza en la calabaza, pepino, melón, sandía, col, zanahoria, tomate, etc.

Dentro de las sustancias antinutritivas también tenemos los alteradores del metabolismo mineral como el ácido oxálico, ácido fítico y los antitiroideos.

El ácido oxálico atrapa calcio, con lo cual puede modificar la incorporación del calcio y por lo tanto la lactancia y el crecimiento. Y es un factor de génesis de una posible litiasis. Se encuentra en prácticamente todos los vegetales (ruibarbo, espinacas, patatas, té).

El ácido fítico también atrapa calcio. Es responsable de pérdidas fecales de calcio, descalcificaciones, y puede competir con la absorción de otros iones. Y podría modificar el crecimiento y la maduración sexual. Se encuentra en cereales, legumbres y oleaginosas.

Los antitiroideos son los tioglucósidos (los llamados bociógenos naturales) que pueden interferir con la incorporación de iodo en la bomba de ioduro en las células tiroideas pudiendo provocar una tirotoxicosis. Se localizan en nabo, col, mostaza, coliflor, coles de Bruselas, escarola, lombarda, brócoli, zanahoria, almendras amargas, etc.

Para acabar este apartado tenemos la fibra insoluble que puede disminuir la biodisponibilidad de algunos iones (Ca, Fe, Zn, Cu). Protegen del cáncer de colon. Se localiza en vegetales. Y los taninos forman complejos con proteínas (pérdida fecal de nitrógeno) y se asocian a iones (Fe, Pb, metales pesados). Son antioxidantes y anticancerígenos. Se localizan en cacao, bananas, habas, sorgo, café y té negro.

Tóxicos de origen vegetal

Los glucósidos (favismo) provocan anemia hemolítica, ictericia, fatiga, cansancio o palidez por ROS generados desde quinonas derivadas de oxidación de glucósidos en sujetos con déficit congénito de G6PDH. Se localizan en habas.

Los aminoácidos (latirismo) provocan alteración neurológica que afecta a las extremidades inferiores (parálisis y mialgia) y se deriva de la presencia de aminoácidos neurotóxicos (DABut, DAProp, OxalilaminoAla, beta cianoAla). Se debe a la alimentación a base de almortas típica en las épocas de pobreza.

Las fitohemaglutininas son proteínas vegetales termolábiles capaces de aglutinar hematíes, lesionar microvellosidades y glicocálix. Se encuentra en judías negras, cacahuetes, soja o ricino.

Otros tóxicos de origen vegetal son los seudoalcaloides como la solanina (en la patata) inhiben la AcCo-esterasa (alteraciones digestivas, respiratorias, musculares; >200 mg; agua de cocción); las xantinas (cafeína, teofilina, teobromina); y las aminas biógenas.

La glicirrizina tiene actividad corticosterona, con lo cual modifica la retención de sodio y agua (HTA, polidipsia, hipopotasemia).

Los fitoestrógenos como las isoflavonas de la soja; la zearalenona en la micotoxina de cereales; y las cumarinas en la alfalfa. Los efectos perniciosos se han descrito en animales como infertilidad.

Los carcinógenos como hidrazinas (setas), metilazoximetanol (nuez de Cycas), furocumarinas (umbelíferas), safrol y estragol (aceites esenciales, aromatizantes).

Y finalmente tenemos los derivados de los macromicetos: tóxicos contenidos en setas (trastornos digestivos, nefropatías, alucinógenos, muscarínicos).

Tóxicos de origen animal

Pueden ser de diversos tipos, pero fundamentalmente se ciñen a los productos del mar:

-Saxitoxina: Polipéptido de dinoflagelados (mareas rojas). Se acumula en hepatopáncreas de bivalvos. Son termoestables. Su intoxicación provoca parálisis por bloqueo canales de sodio.

-Tetrodotoxina: Polipéptido de peces (pez globo en Japón y China). Puede provocar insensibilidad, parálisis, inconsciencia y muerte.

-Ciguatoxina: Poliéter soluble de dinoflagelados tropicales. Se acumula en la carne de barracudas, tiburones, meros, anguilas… Provoca una alteración neuromuscular similar al curare o una intoxicación ciguatera (alteraciones digestivas, parálisis, coma).

-Escombrotoxina: Histamina, saurina, cadaverina, putrescina y tiramina generadas por descomposición de pescados (atún, sardinas, arenques, anchoas). Provoca Intoxicación escombroide (alteraciones digestivas, urticaria).

Xenobióticos exógenos. Tóxicos por preparación, procesado o almacén de alimentos

Los tóxicos piroorgánicos:

-Hidrocarburos aromáticos policíclicos (benzopireno): ahumado, tratamientos térmicos. Mutagénicos y cancerígenos.

-Aminas heterocíclicas (imidazoquinolinas): pirólisis de aminoácidos. Mutagénicos y cancerígenos.

-Acroleína: combustión incompleta del glicerol (humo). Irritante mucosas y piel.

Los tóxicos por oxidación de grasas y aceites:

-Productos aromáticos (cetonas y éteres): mal olor, oxidación de vitaminas y AG esenciales.

-Epóxidos: unión covalente a ADN, ARN y proteínas. Citotóxicos.

-Aldehído malónico: autooxidación de AGP. Altera ADN, mutagénico.

-Monómeros cíclicos: oxidación de ésteres de AG. Muy tóxicos. Mutagénicos.

-Peróxidos: Acción oxidativa (ROS).

Los tóxicos derivados de reacciones con carbohidratos:

-Reacción de Maillard: pardeamiento no enzimático (condensación de grupos carbonilo de azúcares reductores con grupos amino-proteicos). Cambios organolépticos y en biodisponibilidad, aparición de mutágenos. Acrilamida (neurotóxica y mutágena).

-Caramelización: Degradación de los azúcares. Cambios organolépticos. Algunos son mutagénicos.

Los tóxicos derivados de la conservación de alimentos:

-Tratamientos térmicos (reacción de Maillard); irradiación (no efecto conocido); productos químicos (muy tóxicos).

Los tóxicos derivados de materiales en contacto con alimentos:

-Madera (incorpora taninos); vidrio (según contenido en plomo); cerámica (metales pesados); metales; plástico (evitar calentamiento).

Tóxicos de origen fúngico

Las micotoxinas presentes en cereales, legumbres y frutos secos, por humedad, temperatura (20-30ºC), oxígeno, insectos. Resisten tratamientos. Se pueden citar las aflatoxinas, fumonisinas, ocratoxinas, patulina, alcaloides ergóticos y citrinina. En la página de AESAN hay mucha información sobre este tema.

Tóxicos ambientales

Los insecticidas, fungicidas, herbicidas se pueden acumular y producen efectos agudos (interfieren en el transporte sináptico y dan trastornos digestivos, musculares, neurológicos) o crónicos dependiendo de su acumulación (carcinógenos, neurotóxicos, reproductivos o alterar el desarrollo).

Según la mayor o menor admisibilidad de los tóxicos ambientales que nuestro organismo puede resistir se diferencian: Dosis Diaria Admisible (DDA), Ingesta Diaria Admisible (IDA), Dosis Agudas de Referencia (ARfD) y Límite Residual Máximo (LRM).

En esta página de la Unión Europea se puede encontrar más información: http://ec.europa.eu/food/plant/pesticides/pesticides_database/index_en.htm

Metales

Los metales como plomo, mercurio, arsénico, cadmio, estaño o cobre, que derivan de la receptiblidad de los alimentos por los recipientes o utensilios, de los plaguicidas o por aspectos industriales.

Su papel fisiológico depende de la dosis y de la forma química (metálica o iónica). Se acumulan en el organismo (afinidad por -SH) y su toxicidad aumenta con el grado de oxidación.

Tóxicos ambientales: de origen industrial

Lo que llamamos contaminantes orgánicos persistentes como la dioxinas.

Se puede encontrar mucha información en:

http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs225/es/index.html y en la página de AESAN

Efecto de la edad

En niños el vaciamiento gástrico es más lento. La mucosa intestinal es más permeable e inmadura (absorción menos selectiva), la función renal es inmadura, hay mayor consumo por kg por el crecimiento (mayor acumulación) y son más sensibles a plaguicidas y a los metales pesados.

En los mayores hay hipoalbuminemia (y por lo tanto hay mayor proporción de tóxico libre), tienen más tejido adiposo (compuestos liposolubles se acumulan más), la función renal y hepática están disminuidas, menor actividad citocromo P-450 (metabolismo de xenobióticos) y disminuye la función del SNC (más susceptibles a la acción de los xenobióticos).

Además muchos de estos xenobióticos pasan la vía materno-placentaria por tanto, según lo que respiren y coman las madres a los bebés también les llegará. No sucede lo mismo con la lactancia materna.

Xenobióticos y lactancia materna

La leche materna es un gran indicador de la contaminación ambiental. Hay poca evidencia de que realmente pasen xenobióticos por leche materna. Y además la lactancia materna nos previene de la acción de muchos contaminantes. En la página de la AEP hay mucha información entre la que se encuentran unas recomendaciones para disminuir el nivel de contaminantes.

Asimismo, los xenobióticos están afectos a la cronobiología. No sólo los ritmos circadianos afectan al reloj global del organismo (al núcleo supraquiasmático), sino que además también dependerán de los relojes particulares de riñón, hígado, etc.

Y para acabar…

Unas citas de Gregorio Varela Moreira:

“..hoy debemos pensar más en términos de interacción dieta-xenobiótico…

…los compuestos no nutritivos, con posible capacidad de interaccionar con los nutrientes en la mayoría de las ocasiones.

Además, tenemos los aditivos alimentarios y los contaminantes de los alimentos…

…estamos ante un problema potencial al que no se presta la atención que requiere, y que ayudaría a resolver muchas incógnitas de malnutrición”.

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Nueva ecuación para el cálculo del porcentaje de grasa corporal

Por este motivo, el equipo de investigadores ha elaborado una nueva ecuación más precisa que el IMC para el cálculo del porcentaje de grasa corporal, ya que la grasa es la que establece en una persona la condición de normalidad, sobrepeso u obesidad.

El trabajo evaluó el grado de error en el diagnóstico del IMC, cuya fórmula consiste en dividir el peso en kilogramos entre la altura en metros al cuadrado. Como principales resultados, el trabajo concluyó que un 29% de las personas que según el IMC se sitúan en el rango de normalidad ofrecen realmente un porcentaje de grasa corporal propio de una persona obesa y que un 80% de las personas que, según el mismo índice, presentan sobrepeso, realmente son obesas.

“Comprobamos que el método del IMC ofrece una altísima tasa de error en el diagnóstico de personas obesas”, advierte el doctor Javier Gómez Ambrosi, investigador del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica, grupo liderado por la doctora Gema Frühbeck, directora del Laboratorio y presidenta de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO).

Ya que “subestima la prevalencia tanto de sobrepeso como de obesidad que, al fin y al cabo, se definen como un exceso de grasa corporal y no de peso”, han señalado los investigadores que han visto publicado distintas vertientes de estudio en las revistas científicas Obesity, International Journal of Obesity y Diabetes Care.

El método utilizado para comprobar el margen de error que cometía el sistema del IMC en el cálculo del porcentaje de grasa corporal fue la pletismografía por desplazamiento de aire. Dicha valoración se realiza mediante un equipo denominado BOP-POD, cuyo funcionamiento se basa en la medición del volumen corporal a través del desplazamiento de aire que produce un cuerpo dentro de una cámara especial (mantiene constante presión, temperatura y humedad). En definitiva, se trata de un método específico para medir la composición corporal.

Además, los especialistas establecieron en todos los individuos estudiados los marcadores sanguíneos de sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico (de riesgo coronario), así como por otros factores de riesgo cardiometabólico.

Según estos biomarcadores, los investigadores comprobaron que los factores de riesgo cardiometabólico se encontraban elevados en aquellas personas delgadas o con sobrepeso, según el IMC, pero clasificados como obesos según su porcentaje de grasa corporal, en comparación con los individuos que presentaban índices normales de grasa corporal.

“Hemos demostrado que estos sujetos considerados delgados o con sobrepeso, que realmente tienen un porcentaje elevado de grasa, presentan elevadas cifras de presión arterial, glucosa, insulina, así como de colesterol, triglicéridos y marcadores de inflamación”, explica.

En este caso, los especialistas elaboraron una herramienta para intentar compensar los errores en el diagnóstico de la obesidad que arroja el IMC. El objetivo de esta nueva fórmula de medición reside en “que los médicos de Atención Primaria y otros especialistas cuenten con una herramienta más precisa que el IMC”.

Con tal motivo y basándose en los resultados obtenidos del estudio de los más de 6.000 individuos analizados, el equipo desarrolló una nueva ecuación, “bastante compleja, pero para cuyo cálculo hemos confeccionado una hoja excel que puede descargarse en el ordenador cualquier profesional interesado”, subraya el especialista.

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Nueva ecuación para el cálculo del porcentaje de grasa corporal

Por este motivo, el equipo de investigadores ha elaborado una nueva ecuación más precisa que el IMC para el cálculo del porcentaje de grasa corporal, ya que la grasa es la que establece en una persona la condición de normalidad, sobrepeso u obesidad.

El trabajo evaluó el grado de error en el diagnóstico del IMC, cuya fórmula consiste en dividir el peso en kilogramos entre la altura en metros al cuadrado. Como principales resultados, el trabajo concluyó que un 29% de las personas que según el IMC se sitúan en el rango de normalidad ofrecen realmente un porcentaje de grasa corporal propio de una persona obesa y que un 80% de las personas que, según el mismo índice, presentan sobrepeso, realmente son obesas.

“Comprobamos que el método del IMC ofrece una altísima tasa de error en el diagnóstico de personas obesas”, advierte el doctor Javier Gómez Ambrosi, investigador del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica, grupo liderado por la doctora Gema Frühbeck, directora del Laboratorio y presidenta de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO).

Ya que “subestima la prevalencia tanto de sobrepeso como de obesidad que, al fin y al cabo, se definen como un exceso de grasa corporal y no de peso”, han señalado los investigadores que han visto publicado distintas vertientes de estudio en las revistas científicas Obesity, International Journal of Obesity y Diabetes Care.

El método utilizado para comprobar el margen de error que cometía el sistema del IMC en el cálculo del porcentaje de grasa corporal fue la pletismografía por desplazamiento de aire. Dicha valoración se realiza mediante un equipo denominado BOP-POD, cuyo funcionamiento se basa en la medición del volumen corporal a través del desplazamiento de aire que produce un cuerpo dentro de una cámara especial (mantiene constante presión, temperatura y humedad). En definitiva, se trata de un método específico para medir la composición corporal.

Además, los especialistas establecieron en todos los individuos estudiados los marcadores sanguíneos de sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico (de riesgo coronario), así como por otros factores de riesgo cardiometabólico.

Según estos biomarcadores, los investigadores comprobaron que los factores de riesgo cardiometabólico se encontraban elevados en aquellas personas delgadas o con sobrepeso, según el IMC, pero clasificados como obesos según su porcentaje de grasa corporal, en comparación con los individuos que presentaban índices normales de grasa corporal.

“Hemos demostrado que estos sujetos considerados delgados o con sobrepeso, que realmente tienen un porcentaje elevado de grasa, presentan elevadas cifras de presión arterial, glucosa, insulina, así como de colesterol, triglicéridos y marcadores de inflamación”, explica.

En este caso, los especialistas elaboraron una herramienta para intentar compensar los errores en el diagnóstico de la obesidad que arroja el IMC. El objetivo de esta nueva fórmula de medición reside en “que los médicos de Atención Primaria y otros especialistas cuenten con una herramienta más precisa que el IMC”.

Con tal motivo y basándose en los resultados obtenidos del estudio de los más de 6.000 individuos analizados, el equipo desarrolló una nueva ecuación, “bastante compleja, pero para cuyo cálculo hemos confeccionado una hoja excel que puede descargarse en el ordenador cualquier profesional interesado”, subraya el especialista.

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La microbiota intestinal modula el desarrollo cerebral y el comportamiento

El efecto de la microbiota o micromedioambiente intestinal, integrado por comunidades microbianas que colonizan el intestino humano, sobre el desarrollo cerebral y el comportamiento es una de las líneas de investigación más recientes en este campo y abre una nueva vía en la posible utilización de probióticos con efectos beneficiosos para la salud, a través de su acción sobre los circuitos neuronales.

Así se desprende de los datos presentados en el IV Workshop sobre Probióticos, Prebióticos y Salud por la investigadora Viorica Braniste, del Departamento de Microbiología, Cáncer y Biología Celular Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia). Según esta experta, miembro del grupo de Sven Pettersson, las investigaciones básicas que han llevado a cabo revelan que la colonización por parte de la microbiota intestinal afecta al desarrollo cerebral de los mamíferos y su comportamiento durante la etapa adulta.

A través de mediciones de la actividad motora y del comportamiento relacionado con la ansiedad, este grupo sueco ha demostrado en ratones que el proceso de colonización microbiana desencadena unos mecanismos de señalización que afectan a los circuitos neuronales implicados en el control motor y de la ansiedad.

El trabajo presentado en Madrid refuerza la hipótesis de que la microbiota intestinal normal puede afectar al desarrollo cerebral normal y las funciones conductuales. Además, respalda la teoría de que en las primeras etapas de la vida existe un período en el que la microbiota intestinal puede afectar al cerebro y al comportamiento en la vida adulta.

Entre los mecanismos que podrían mediar en la comunicación entre intestino y cerebro, Braniste, ha destacado los circuitos neuronales establecidos. En este sentido, ha dicho que la microbiota intestinal puede provocar señales a través del nervio vago hacia el cerebro y viceversa. La modulación de transmisores, como la serotonina, melatonina, ácido gamma-aminobutírico, histaminas y acetilcolina, en el intestino es otro posible mecanismo de acción que podría mediar los efectos de la microbiota intestinal.

Asimismo, la investigadora ha avanzado que es posible que la microbiota intestinal sea capaz de modificar la expresión de algunos genes de riesgo o que forme parte de mecanismos que alteran las funciones cognitivas observadas en pacientes con enfermedades gastrointestinales. Los cambios conductuales observados e impuestos por la presencia de la flora intestinal observados en esta investigación pueden tener mayores implicaciones si tienen en consideración las alteraciones psiquiátricas en seres humanos, ha destacado Braniste.

Grupo de trabajo en prebióticos

Durante la cuarta edición del Workshop de SEPyP se creó un grupo de trabajo multidisciplinar formado por expertos con el objetivo de trabajar en un documento consenso acerca de los prebióticos. En la primera reunión de trabajo del grupo, el profesor Glenn Gibson (University of Reading), uno de los pioneros europeos en la investigación en probióticos, prebióticos y microbiota, destacó la multitudinaria asistencia de especialistas al Workshop, alabando el poder de convocatoria de SEPyP. Una vez establecidas las pautas de trabajo entre los asistentes, la Profesora Nieves Corzo (CSIC-UAM) liderará el grupo.

Algunos quesos superan los niveles de contaminantes recomendados por la UE

En general, “los niveles de residuos de contaminantes clorados han sido bajos en las muestras de queso que hemos analizado, y se cumplen los límites que marca la legislación española y europea, salvo en unos pocos casos”, explican a SINC Luis Domínguez-Boada y Octavio Pérez-Luzardo, responsables del Grupo de Investigación en Medio Ambiente y Salud (Unidad de Toxicología) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Un equipo de esta universidad ha analizado durante más de un año muestras de 61 marcas comunes de quesos -54 convencionales y 7 orgánicos- y ha encontrado que en un grupo reducido de estas los niveles de “bifenilos policlorados similares a las dioxinas” (dioxin-like PCB o DL-PCB en sus siglas en inglés) superan lo establecido por la UE.

La recomendación es no superar los 3 picogramos WHO-TEQ de este contaminante por gramo de grasa del queso, pero en algunas muestras se han detectado hasta 76 pg WHO-TEQ/g. El valor TEQ (toxic equivalent) es una medida de toxicidad promovida por la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés).

Esta organización también recomienda que la “ingesta diaria tolerable” sea inferior a 2 pg WHO-TEQ de dioxinas y análogos por kilogramo de peso corporal. “Pero si se consumen las marcas de queso más contaminadas se podría superar esa cantidad, y por tanto aumenta la probabilidad de sufrir efectos perjudiciales para la salud”, advierte el doctor Domínguez-Boada.

Los riesgos por la ingesta continuada de contaminantes clorados no se han establecido de forma inequívoca, pero se sabe que son sustancias carcinogénicas -capaces de producir cáncer- y mutagénicas -pueden inducir mutaciones en el ADN-, además de actuar como disruptores endocrinos que alteran el delicado equilibrio hormonal del ser humano.

Estos compuestos también pueden afectar negativamente al metabolismo. De hecho son diabetogénicos y obesogénicos, por lo que su exceso eleva el riesgo de padecer diabetes y obesidad.

Resultados extrapolables

El 100% de las muestras analizadas tenían niveles cuantificables de bifenilos policlorados (PCB). Los autores confirman que los resultados, que publica la revista Food and Chemical Toxicology, se pueden extrapolar a los quesos del resto de España y Europa, ya que se han examinado marcas comunes que se comercializan en cualquier supermercado.

¿Pero cómo llegan estas sustancias nocivas a los quesos? Los compuestos organoclorados forman parte de los pesticidas y las emisiones contaminantes de la industria. Desde aquí se transfieren al medio ambiente y se incorporan a la leche de los animales.

En el caso de los PCB, su uso se prohibió en los años 70, pero son moléculas muy estables que permanecen desde entonces. Uno de los resultados más llamativos del estudio es que las mayores concentraciones de estas sustancias han aparecido en muestras de quesos orgánicos, que suelen publicitarse como más ecológicos y saludables.

Según los autores, la explicación está en que proceden de países muy industrializados -Holanda, Bélgica y Alemania-, donde los bifenilos policlorados siguen presentes en el entorno aunque ya estén prohibidos.

“No sale gratis contaminar”, recuerda Domínguez-Boada, quien se pregunta si la retirada de los antiguos dispositivos con PCB, como muchos transformadores eléctricos, se está haciendo de forma controlada en todo el mundo.

En cualquier caso, el investigador considera que en los próximos años los PCB irán desapareciendo gradualmente de los quesos ecológicos, “pero no así los pesticidas que se detectan en los quesos convencionales, a no ser que se tomen medidas al respecto”.

Los autores recomiendan evaluar la presencia de estas ubicuas sustancias tóxicas en el medio ambiente y establecer medidas de control, como las que apunta el Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes, auspiciado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

“También se deberían incrementar los controles alimentarios, evaluando la presencia de todos los residuos químicos nocivos -estén o no prohibidos, y se usen o no en el sector láctico-, para así poder retirar del mercado aquellas marcas o lotes que presenten niveles elevados de contaminantes y supongan un riesgo para el consumidor”.

Los investigadores, que declaran en el estudio no tener ningún conflicto de intereses, en esta ocasión no se han centrado en qué marcas son las más contaminadas. “De momento es un estudio puntual que pone de manifiesto la presencia de tóxicos organoclorados en nuestros quesos”, dice Pérez-Luzardo. “Los resultados pueden variar según los lotes y a lo largo del tiempo, por lo que sería necesario un estudio más a largo plazo para confirmar si una misma marca siempre presenta los mismos datos”.

En los países occidentales se calcula que cerca del 30% de la ingesta de contaminantes organoclorados llega por los productos lácteos, debido a su alto contenido en grasa. El resto procede, sobre todo, del pescado, pero también se han detectado en la carne y los huevos.

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Logran curar la diabetes tipo 1 en perros

El estudio, publicado en la revista Diabetes, acerca la investigación a la terapia con humanos dados los buenos resultados obtenidos en los perros tratados, que han recuperado su estado de salud, han dejado de sufrir los síntomas de la enfermedad durante cuatro años y en ningún caso ha reaparecido ni han padecido complicaciones secundarias.

En concreto, la terapia se basa en la aplicación en el músculo de las patas traseras de los animales de dos genes, uno para expresar el gen de la insulina y el otro una enzima -glucoquinasa- para regular la captación de glucosa en sangre, cuya actuación simultánea actúa como un sensor de glucosa.

“Podríamos decir que el músculo se ha convertido en una especie de páncreas sustitutorio”, ha afirmado la directora de la investigación, Fàtima Bosch, quien ha explicado que la terapia se basa en manipular el músculo esquelético del perro a través de dos genes para que capte la glucosa y disminuya los niveles elevados en un único tratamiento a lo largo de la vida.

De hecho, este tipo de terapia sustitutoria ya fue probada por los investigadores en ratones y, tras los resultados con los perros, ahora el equipo quiere ponerlo a prueba con perros domésticos con diferentes perfiles para ajustar las dosis, lo que abrirá las puertas al estudio clínico con humanos.

Bosch ha destacado la seguridad y efectividad del tratamiento, ya que la transferencia de los dos genes al músculo se realiza con una nueva generación de vectores -adenoasociados- que derivan de virus no patógenos ampliamente utilizados en terapia génica.

Se calcula que unos 300 millones de personas están afectadas por diabetes en el mundo, de las cuales entre el cinco y el 10 por ciento es de tipo 1. Además, la terapia también sería aplicable en estadios muy avanzados de diabetes tipo 2, según ha destacado Bosch.

La investigación, liderada por el Centro de Biotecnología Animal y Terapia Génica de la UAB, y con la participación de otros centros, así como institutos médicos de Estados Unidos, se ha financiado hasta ahora con fondos públicos, aunque el equipo busca aportaciones privadas para poder llegar al ensayo clínico con humanos.