El siguiente artículo explica la tendencia en los años 60 de imaginar un futuro, nuestro actual presente, con viajes al espacio, naves y una robótica con apariencia humana, sin embargo nos encontramos con un presente donde el mayor cambio que se ha producido es la aparición de las redes sociales y los móviles de última generación para poder estar conectado a los otros. Este contraste entre las predicciones de los años 60 con la situación actual, se debe entre otros factores a que las personas de entonces no tuvieron en cuenta lo que explica la teoría del Apego de John Bowlby y la necesidad de relación enunciada por Erich Fromm. El hombre tras la aparición de Internet empezó a desarrollar y utilizar la tecnología para cubrir esta necesidad. Esto ha provocado cambios en las relaciones humanas que, según el estilo de apego, tienen unos determinados beneficios e inconvenientes. Una prueba más de cómo funciona nuestro sistema de Apego y la necesidad de relación es que de nada sirven las experiencias que tengamos si no podemos compartirlas. La tecnología y los avances en todos los campos no pueden cubrir la necesidad de contacto con el otro. Sea cual sea el futuro, siempre desarrollaremos los medios para cubrir nuestra necesidad de contacto con el otro.
El FUTURO IMAGINADO DE LOS AÑOS 60
El 25 de Mayo de 1961, el Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy anunció su intención de poder enviar astronautas a la Luna antes de que finalizase la década. El primero en pisarla fue Neil Armstrong, el 20 de Julio de 1969 a las 10:56 hora de Florida, a través de la televisión millones de personas del mundo entero fueron testigos de este hecho histórico.
Armstrong proclamó la famosa frase: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”.
En mayo de 1968 Philip K. Dick publica su famosa novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? El título del presente artículo es un homenaje a la novela, he cambiado la palabra androide porque es un término que en la actualidad ya no se usa y proviene seguramente de la traducción literaria del título Do Androids Dream Of Electric Sheep? El término androide se refiere a una máquina con apariencia humana, lo que en la actualidad conocemos como robot o máquina. Para aquellos que no la hayan leído, Ridley Scott se inspiró en esta novela para su famosa película Blade Runner estrenada en 1982. La novela de ciencia ficción relata un futuro donde los hombres conviven con las máquinas, se ha ido evolucionando en el área de la robótica hasta crear la última generación de máquinas con una importante novedad; han sido creados tan similares a los humanos que no se les pueden distinguir, en parte porque tienen emociones humanas y también a la implantación de recuerdos ficticios que les dan identidad.
El 2 de Abril de 1968, se estrenaba 2001, UNA ODISEA EN EL ESPACIO de Stanley Kubrick. Seis meses más tarde, el 17 de octubre del mismo año, la película se estrenó en España, en Barcelona y Madrid simultáneamente. La recaudación en EE UU fue de más de 25 millones de dólares. En nuestro país generó unos beneficios de 260 millones de pesetas. El éxito fue imponente. Para muchos la obra maestra del género de ciencia ficción y cuatro décadas desde su estreno sigue siendo una película de culto en la actualidad. El futuro siempre ha inquietado al hombre, la proyección de nuestros sueños y nuestros miedos se ve reflejado en cómo concebimos o pensamos en nuestro futuro y el de la humanidad.
He reflejado este contexto científico y cultural para resaltar la inquietud colectiva de finales de los 60 por un futuro, nuestro actual presente, donde los viajes al espacio, las naves y la tecnología avanzada, enfocada especialmente a la creación de una robótica de inteligencia artificial con apariencia y cognición cada vez más humana, desempeñaban un papel importante en la sociedad.
Paralelamente la psicología social de la década de los 60 se caracteriza por un amplio estudio social, con el debate entre el individualismo defendido por F.Allport (1924) contrapuesto a la tesis de una mente grupal. Sin embargo al final de su vida Allport (1962), después de 40 años de investigaciones llevadas a cabo por psicólogos sociales sobre procesos grupales y la influencia del grupo sobre el individuo, acabó admitiendo que existía una “mente grupal que determinaba la manera de actuar y pensar” sobre el individuo, que mediaba las relaciones sociales y que no era propia de los individuos; como una especie de fuerza mayor a nivel superior originada en el grupo, que nos dicta nuestros pensamientos, actos y cómo relacionarnos con los otros.
Posteriormente se enuncia el concepto de representaciones sociales de Moscovici (1988), como ideas, pensamientos, imágenes y conocimientos que los miembros de un grupo comparten y que cumplen dos funciones: ayudan a la persona a dominar y darle sentido a la realidad y facilitan la comunicación.
Desde mi formación en psicoterapia humanista he de destacar uno de los descubrimientos más importantes relacionados con la psicología y una de las bases para explicar las diferentes estructuras de personalidad y la adaptación de las personas a su entorno es: la teoría del apego de John Bowlby (1969), posteriormente revisada en los años 1973 y 1980.
Las teorías del apego parten de la tendencia de los seres humanos a formar fuertes lazos afectivos con personas determinadas. En circunstancias normales el primer apego y más importante es el que se forma entre el bebé y su figura materna. Este hecho, además de ser la base que explica muchos comportamientos, estructuras de la personalidad y enfoques terapéuticos, es puramente adaptativo: el bebé sin su madre muere, el que rompa a llorar si tiene alguna necesidad no cubierta cuando se separa de su madre/padre o figura cuidadora, le permite sobrevivir.
Años mas tarde Ainsworth and cols, (1978) diseñaron el experimento la Situación del Extraño, para examinar el equilibrio entre las conductas de apego y de exploración, bajo condiciones de alto estrés. En los resultados de la prueba, Ainsworth encontró claras diferencias individuales en el comportamiento de los niños. Estas diferencias le permitieron describir los tres estilos de apego basados en las distintas maneras de comportarse el bebe: Apego seguro, Apego inseguro-evitativo y Apego inseguro ambivalente
Parece a simple vista que nada tienen que ver las inquietudes artísticas de la ciencia ficción, el contexto histórico del primer viaje a la luna con las corrientes de la psicología social y los nuevos estudios de las relaciones humanas.
Hay que recordar que ha cambiado mucho el contexto, antiguamente ciencia y los problemas que preocupaban a las personas eran como dos mundos extraños que estaban destinados a no encontrarse. Actualmente tenemos en nuestro país autores como E. Punset que establecen un puente entre ciencia y los principales temas que mueven la motivación de las personas: amor, poder, felicidad, optimismo; como ejemplo su famosa trilogía El viaje al amor, El viaje a la felicidad y El viaje al poder, donde parte de la investigación científica para comprender estos fenómenos y difundir sus resultados a nivel popular.
Hace poco Pixar estrenó una película cuyos protagonistas son las cinco emociones básicas (ira,miedo, alegría, tristeza y asco) no esta totalmente consensuado esta clasificación, hay otra que dice que son seis y añade sorpresa. Pero sí es una prueba más de que, en estos momentos en nuestra sociedad, estamos viviendo la necesidad de conocernos más profundamente y a los que nos rodean, desde una visión psicológica emocional.
Otro ejemplo más de este acercamiento lo encontramos en el libro Maneras de Amar. La nueva ciencia del Apego Adulto. Basado también en la teoría del apego y tras años de investigación de la conducta afectiva en las relaciones de pareja adulta, el Dr. Amir Levine y Rachel Heller analizan y explican las diferentes formas de relacionarse en pareja, profundizan sobre la dependencia emocional y ofrecen una guía para establecer vínculos sanos de pareja.
NUESTRO PRESENTE
Es cierto que desde ese viaje a la luna ha habido y hay otras incursiones al espacio, pero que no han generado un interés especial a nivel popular; el seguir el trayecto y la estancia de los astronautas, no corresponde a lo que llamamos un fenómeno de masas si lo comparamos con la expectativa que generó el primero, o el interés que genera por ejemplo una final de fútbol o un determinado espectáculo televisivo. Aunque ha habido muchos avances en el área de la tecnología, ese futuro imaginado, nuestro presente 2015 nos muestra que no hay naves volando por la Gran vía de Madrid, ni convivencia entre robots de apariencia humana desempeñando puestos de trabajo o formando parte de nuestras vidas.
¿Qué es lo más sorprendente de nuestro tiempo? ¿Qué es lo que no llevaba ninguno de los personajes de Blade Runner, 2001 Odisea en el espacio, o cualquiera de los astronautas o héroes de ciencia ficción de Philip K. Dick? ¿Qué les pasó por alto a todos?
“Las redes sociales y un móvil de nueva generación donde poder estar conectado”
Un móvil para recibir, realizar llamadas y estar conectado a las redes sociales representa en el mundo desarrollado el cordón umbilical entre el feto y la madre.
Ampliar tu círculo, empequeñecer el mundo, las distancias, los países, estar 24 horas siete días a la semana comunicándote con tu familia y amigos, independientemente de la distancia o las circunstancias, y digo depende, porque da igual que tu madre viva a 200 metros de ti que tu hermano viva en otro país, gracias al wasap el contacto ha borrado los límites geográficos, creas un grupo y os comunicáis todos por igual.
Tema de otro artículo distinto sería analizar los cambios que se han producido en las relaciones humanas por la creación de estos aparatos, es verdad que estamos más conectados especialmente en relaciones a distancia ¿pero a qué nivel?
Está claro que sin entrar en juicios de valor, en mi opinión sí hay una parte muy positiva, nunca me gustó el refrán “cualquier tiempo pasado fue mejor” la connotación es profundamente negativa, te condena a vivir de los recuerdos del pasado, enfocado en una visión negativa del presente y un futuro que sólo va a empeorar las cosas. Como todo lo que cambia, hay elementos que pierdes y elementos que ganas. No será más inteligente ¿quedarse con lo que ganas e intentar si es posible recuperar por otros medios lo que pierdes? ¿O sustituirlo por cosas distintas que también te aporten en la vida?
Ha cambiado y obviamente no todo es positivo, se han perdido muchas cosas, hay menos contacto físico, menos conversaciones cara a cara, en muchos casos hay una comunicación unidireccional; he hecho algo mal y pido perdón escribiendo un wasap que no sé cuándo va a leer la otra persona, hay menos responsabilidad de los actos de uno mismo y ha aumentado la comodidad en todos los sentidos. Está también la carencia que no puede ser satisfecha con wasaps, chats o llamadas, del contacto con el otro, la necesidad de mirar a los ojos, oler a la persona, tocarla, escucharla, observar la comunicación no verbal, al fin y al cabo somos mamíferos.
Ese futuro imaginado refleja que ninguno de los escritores, directores, políticos de la década de los 60, pudieron imaginar que en nuestro presente, formara parte imprescindible de nuestra vida la conexión 24 horas de lo que llamamos “redes sociales” a través de los móviles y del ordenador.
A todos ellos se les pasó por alto: la necesidad de relación, el apego a los otros.
Nadie se imagina a Harrison Ford enviando un wasap a Sean Young diciéndole que la echa de menos. Sin embargo es extraño ver ahora una película de ciencia ficción donde el héroe no puede comunicarse permanentemente con alguien; ahora el gran problema es no tener cobertura o quedarse sin batería. Cuando esto sucede lo primero que hacemos es contarlo; primero a la gente que en ese momento tenemos físicamente a nuestro alrededor para informar de la situación, es un impulso automático: “me he quedado sin batería” o “aquí no tengo cobertura” Si profundizamos, se mezclan en diferentes grados: sensación de aislamiento, alarma, mezclado con incertidumbre y cierto desasosiego, en otros alivio.
Lo siguiente que hacemos es contarlo después, al recuperarlo, como explicación en el caso que hayan querido contactar con nosotros y no estábamos disponibles para ellos, otras veces como disculpa según el contexto y la relación, y en algunos casos ambas, porque la sensación de “estar fuera” del grupo, del mundo emocional virtual, es de aislamiento. La soledad a veces es necesaria y buscada pero, cuando no lo es, aparece la emoción profunda del miedo “Y si me pasa algo…” “Y si me llama…” “Y si cree que no quiero contestarle”.
¿Como hemos llegado hasta aquí?
Podemos hablar de varios factores, todo empezó tras la aparición de Internet, al principio era una ventana de información a nivel global, pero todo cambió cuando alguien desarrolló programas para cubrir las necesidades más primarias de apego que tenemos los seres humanos desde que nacemos. Empezamos a usar Internet como herramienta para encontrar amistades, pareja, grupos de gustos similares, incluso relaciones laborales. De los famosos chats de la época de los 90 a la creación de Facebook, Linkedin, Twitter…etc. no hubo apenas un periodo de adaptación. Salvadas las primeras reticencias y miedos a lo desconocido del medio, como no saber quien estaba detrás del ordenador, el uso que se hace ha sido y es totalmente predecible.
Lo que causaba miedo era la novedad del canal de comunicación pero el éxito ya estaba escrito en nuestro código genético, porque la finalidad de ello es contactar, relacionarse con otros seres humanos, que es lo que hemos hecho o hacemos desde que nacemos, desde el origen de la historia de nuestra especie, cuando el hombre comprendió que vivir en pequeños grupos o comunidades aumentaba las probabilidades de supervivencia, más que vivir aislado.
Se empezó a usar y desarrollar la tecnología para cubrir una de las necesidades humanas básicas, en concreto la necesidad de relación enunciada por Erich Fromm. Todo fue evolucionando y enfocándose a seguir cubriendo esa necesidad, del ordenador físico de casa se pasó al portátil, y esa necesidad llegó al extremo de usar algo más cómodo y que se pudiera llevar siempre consigo para seguir estando en contacto, entonces se desarrolló un móvil con la capacidad de conectarse a Internet.
Como aclaración hablo de nuestra sociedad, porque hay una diferencia con otras sociedades distintas a la nuestra, que viven en comunidades rurales pequeñas con tradiciones antiguas casi aislados de todo este mundo. Quiero puntualizar también que dentro de nuestra sociedad hay distintos grados de conexión y uso de las redes sociales según la persona.
La idea original para impulsar la economía y fomentar el crecimiento de países era crear una sociedad del bienestar basada en el consumo de artículos que no necesitamos, ha funcionado en cierta manera, ha intentado crear felicidad con cosas materiales, comprando, viajando, etc.
Hemos nacido en un contexto histórico determinado y todos, en mayor o menor medida, tenemos esas “representaciones sociales”, esa mente grupal que explicábamos al inicio del artículo. Sin embargo es obvio que no funciona, porque no somos las personas más felices del planeta tierra, ni cubre y atiende las principales motivaciones del ser humano. Al contar con la creatividad: una de las armas más poderosas de nuestra especie, ahora utilizamos los medios que tenemos para intentar de la mejor manera que podemos cubrir esas carencias básicas.Formamos parte de esa representación mental grupal, todos queremos algo material, la necesidad ya nos la han creado y la intentamos cubrir, pero lo interesante es observar que ya ni siquiera en el momento nos satisface por completo, ahora a la vez que estamos comprando, haciendo un viaje o practicando una afición, justo después o al instante lo contamos, lo colgamos en Facebook, en Twitter, nos hacemos una foto y la enviamos al grupo de wasap etc.
¿Qué nos aporta si no podemos compartirlo? Me llega la frase de la película basada en una historia real Into the wild donde el protagonista decide dejarlo todo, desprenderse de todo contacto e irse a vivir solo a la naturaleza, sin embargo al final de su viaje acaba afirmando “La felicidad sólo es real cuando se comparte”. Aunque haya momentos en nuestra vida que necesitamos y es bueno aislarnos, no deja de ser al fin y al cabo una etapa o fase para llegar a otra distinta.
Volviendo a la teoría del apego, y las características de personalidad de los distintos estilos de apego, las redes sociales cumplen su función para cada uno. El beneficio para aquellos de apego ansioso es que les dan el contacto necesario, 24 horas 7 días de la semana, que sacian a través de mensajes, chats, controlar lo que han hecho o están haciendo las personas de su entorno. Para lo de estilo evasivo y con problemas de intimidad les aportan la distancia necesaria para que no les invadan y a la vez evitar el aislamiento, escribo un par de mensajes cuando lo necesito pero los contesto cuando quiero. A los de estilo seguro les ofrecen la oportunidad de una manera más cómoda de contactar y a la vez estar disponibles si
los necesita alguien de su entorno.
La parte negativa para los ansiosos es que una ausencia de respuesta, problema de conexión o saber determinadas cosas de su entorno, aumenta y provoca una mayor ansiedad, disminuye la consciencia de la vida real física presente, viven en un mundo virtual donde las inferencias sobre la opinión de los otros y lo que los otros opinan de ellos aumentan, lo que les resta mucha energía y tiempo. La parte negativa para los evitativos es que ayuda y mantiene el miedo a la intimidad y al contacto, en otras palabras, las redes sociales les pone “en bandeja” seguir teniendo relaciones esporádicas, de no compromiso y no asumir la responsabilidad de las relaciones auténticas. La parte negativa para los seguros es la carencia en determinados momentos de ese contacto real, físico y auténtico de la relación.
Volviendo al inicio del artículo, si en un futuro en el año 2070 desarrollaran la robótica de aspecto humano que ya se pensaba que formaría parte de nosotros ahora, si quisieran hacerlos a imagen y semejanza, sólo tendrían que desarrollar e implantarles un programa específico con las conductas de apego y las necesidades básicas de relación.
Toda esa tecnología, todos los avances en determinados campos sólo nos muestran que lo que necesitamos día a día, lo que nos mueve y sin lo que no podemos vivir, ni crecer, ni realizarnos son las relaciones, el contacto con el otro, en definitiva y a un nivel más profundo, el amor.
No sé cómo avanzará el futuro dentro de 100 años en la medicina, la tecnología o cómo será la situación política y social…, pero si sé que los que vivan ahí, desarrollarán o crearán los medios necesarios para buscar y encontrar el contacto con el otro.
¿Por qué no hay más viajes a la luna?
Cuando el bueno de Armstrong dio aquellos pasos
todos registramos cómo se movía
tosco / pesado / en un suelo blancuzco
¿o era de piedra pómez? ¿quién se acuerda?
durante un rato estuvo cavilando
y la escafandra o como se llamase
impedía que viéramos sus ojos
pero juraría que su mirada era
de pereza o abulia
algo debió explicar a su regreso
algo diferente al discurso de gloria
que le ordenaron pronunciar eufórico
entre medallas flores vítores y guirnaldas
algo debió decir en privado a sus jefes
algo importante inesperado
verbigracia / cuando estaba allá arriba
caminando como un zoombie en la luna
mi general mi coronel pensé en ustedes
y se me ocurrió no sé por qué
que debía matarlos con urgencia
uno a uno / dos a dos / etcétera
o verbigracia dos / cuando andaba allá / heroico
pisando las feísimas arrugas del satélite
imaginé que así debía ser la muerte
es decir el paisaje de la muerte
o verbigracia tres / cuando estaba en selene
paseando por la nada como un imbécil
setí el asco infinito de la ausencia del hombre
y me dije qué mierda estoy haciendo aquí
algo así debe haber confesado a sus jefes
con su estrenada voz de robot disidente
y quizá por eso los dueños del poder
postergaron sine die los viajes a la luna.
Mario Benedetti
María Pérez Esteban licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid . Máster de Psicoterapia Humanista Integrativa y Counselling por el Instituto Galene