
“La leche materna aporta todos los nutrientes y energía que el niño necesita hasta los 6 meses. A partir de esa edad es necesario complementar, aunque no sustituir, la leche materna con otros alimentos”. Son palabras de Mª Jesús Domínguez, presidenta de la Asociación de Matronas de Madrid, y Miriam Hernández, enfermera de Atención Primaria, que participaron en el seminario Alimentación e hidratación del lactante, el niño y el adolescente, organizado por el Instituto Tomás Pascual Sanz. Ambas expertas coinciden en señalar, en una entrevista realizada para www.webconsultas.com, que “la leche materna continuará siendo el alimento principal durante el primer año de vida”, mientras que la introducción de la alimentación complementaria se realiza principalmente por el aumento de las necesidades proteicas.
Entre los muchos beneficios de la lactancia materna, Domínguez y Hernández explican que uno de los últimos avances es que se ha evidenciado que los lactantes que han tomado lactancia materna tienen menos riesgo de padecer celiaquía, y este riesgo disminuye aún más si el niño sigue siendo amamantado después de la introducción del gluten.
La clave en la alimentación infantil está en los tiempos en los que se va complementando la lactancia. En este sentido, las expertas señalan que la alimentación semisólida o grumosa no debe retrasarse más allá de los 10 meses. “Lo ideal es empezar a dar este tipo de texturas a partir de los 8 meses, ya que si se retrasa más allá de los 10 puede acarrear problemas futuros en la masticación del niño”, explican. Con respecto a las leches de continuación, la presidenta de la Asociación de Matronas de Madrid y la enfermera de Atención Primaria señalan que “los lactantes no deben tomar leche de vaca antes del año” y que indiscutiblemente, la mejor alimentación para un lactante menor de 6 meses es la leche materna. En los casos en los que no se quiera o se pueda dar leche materna, las expertas recomiendan las fórmulas adaptadas para poder alimentar a los niños menores de 6 meses; en este caso sería la leche tipo 1, y para los niños mayores de 6 meses la leche tipo 2.
En cuanto a las alergias alimentarias, comentan que “retrasar ciertos alimentos que son considerados más alergénicos, como el pescado o el huevo, no es un factor de protección frente a la aparición de enfermedades alérgicas incluidos, niños atópicos”, según las últimas referencias bibliográficas.
Sobre intolerancias y alergias alimentarias en los bebés, tanto Domínguez como Hernández explican que la diferencia entre ambas: “La intolerancia alimentaria afecta al metabolismo, pero no al sistema inmunológico del cuerpo, como es el caso de la alergia alimentaria. Un ejemplo es la intolerancia a la lactosa y que aquellas personas que la padecen no pueden descomponer la lactosa de la leche por falta de la enzima digestiva correspondiente”. La intolerancia alimentaria puede tener síntomas similares a los de una alergia, náuseas, diarrea y dolor abdominal. Las personas que sufren una intolerancia pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio, sin que se den síntomas, y sin necesidad de excluirlo de su dieta.
Otro de los temas que suelen preocupar a las madres es la hidratación de los bebés. Sobre el tipo de agua que han de tomar, comentan que “hay que fijarse sobre todo en la mineralización y la cantidad de residuo seco de dicha agua, porque un agua con una mineralización muy alta puede repercutir en la función renal del lactante debido a esa inmadurez fisiológica y propia de los niños en los primeros meses de vida”. Además, explican que los bebés alimentados con leche materna no necesitan tomar agua, ya que el 87% de la leche materna es agua. En cuanto a los niños que estén siendo alimentados con leche de fórmula y alimentación complementaria lo más común es que no tengan sed, ya que con la leche de fórmula preparada correctamente no debe haber sed, además de que la alimentación complementaria debe preparase sin sal, otro factor que evita la aparición de sed. En este sentido, señalan que según algunas publicaciones, entre los 6-8 meses se puede ofrecer agua a la vez que la alimentación complementaria, pero probablemente el bebé la rechazará y no será hasta el año cuando empiece a pedir agua.
Además, recomiendan que se les de zumos de frutas naturales, sobre todo por la hidratación debido a que cada pieza de fruta tiene un altísimo contenido en agua, y segundo porque no están azucarados tal y como ocurre en la mayoría de los zumos envasados, por tanto, el consumo de zumos naturales es una opción muy válida para hidratar tanto a niños como a adultos.
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