Tasty breakfast

La intolerancia a la lactosa podría afectar a entre el 20 y el 40% de la población española

Aunque se considera que “los pacientes pueden tolerar una cierta cantidad (unos 12 gramos) de lactosa al día, la casuística es tan variada y personal que, ante la sospecha de intolerancia, es necesario confirmar el diagnóstico a través de un especialista.

“Las pruebas son sencillas y no invasivas y nos permiten adecuar las medidas preventivas al paciente”, recomienda el Dr. Federico Argüelles Arias, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), una institución promovida por la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

La ingesta de lactosa no afecta a todas las personas del mismo modo. Algunas notan sus efectos de forma inmediata tras consumir pequeñas cantidades de lácteos, mientras otras tienen un umbral de sensibilidad más alto y es más difícil de observar su relación causa-efecto.

También hay personas que pueden permanecer asintomáticas toda su vida porque no sobrepasan su umbral de sensibilidad con la cantidad de lactosa que consumen al día.

Evitar el autodiagnóstico

Los síntomas que producen la intolerancia a la lactosa son muy inespecíficos: hinchazón abdominal, diarrea, gases abdominales, flatulencia o meteorismo, dolor abdominal, retortijones, náuseas o vómitos, y pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades digestivas como por ejemplo el síndrome de intestino irritable.

Muchas personas auto establecen una conexión entre sus trastornos gastrointestinales y la ingesta de productos lácteos o derivados por lo que optan por dejar de tomarlos. Para los especialistas, el autodiagnóstico debería evitarse ya que, por un lado, la variedad e inespecificidad de los síntomas puede llevar a confundir la intolerancia a la lactosa con otras patologías y, por otro, dejar de consumir lácteos podría entrañar riesgo para la salud por déficit de calcio, vitaminas A y D, ácidos grasos y proteínas, que pueden derivar en falta de masa ósea, pérdida de peso y malnutrición. De modo que es esencial consumir otros productos ricos en estas sustancias.

Prevalencia de la intolerancia de la lactosa en España

La tasa y el ritmo de pérdida de lactasa varían según el origen étnico, por lo que la prevalencia de la intolerancia a lactosa difiere según las zonas geográficas. “Sabemos que los asiáticos pierden entre el 80-90% de actividad de la lactasa. En cambio, en los europeos del norte la actividad de la lactasa se mantiene de forma más estable que en los europeos del sur y por tanto, no desarrollan intolerancia a lactosa con tanta frecuencia como en los países del sur de Europa”, explica el Dr. Argüelles.

En España, hay pocos estudios que analicen la prevalencia de la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, sí se ha estudiado en Europa, detectando que su prevalencia es más baja en el noroeste de Europa y más alta en el sur de Europa. En Grecia se ha determinado una prevalencia del 38-45 % de la población y en Francia del 37-47%. “Los estudios realizados hasta la fecha confirman esta tendencia de nuestros países vecinos y nos permiten situar la prevalencia en España entre un 20% y un 40%. Hay que diferenciar entre personas hipolactásicas, es decir, malabsorbedores de lactosa, e intolerantes a la lactosa, que son aquellos sujetos malabsorbedores de lactosa que presentan síntomas con el consumo de este azúcar”, explica el Dr. Argüelles.

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es un azúcar que está presente en todas las leches de los mamíferos: vaca, cabra, oveja y humana, y que también puede encontrarse en muchos alimentos preparados. Conocida como el “azúcar de la leche” está compuesta de glucosa y galactosa.

Por su parte, la lactasa es un enzima producido en el intestino delgado, que juega un papel relevante en el desdoblamiento de la lactosa en sus dos componentes básicos: glucosa y galactosa, un proceso necesario para su correcta absorción por el organismo.

Tras el destete y a medida que crecemos, disminuyen los niveles de lactosa en el organismo. “Es importante comentar que no es necesario conservar el total de la actividad de la lactasa para consumir productos lácteos, únicamente se necesita el 50% de actividad para digerir la lactosa”, explica el Dr. Federico Argüelles. Si los niveles de lactasa son bajos, aparecen dificultades para digerir la lactosa y síntomas tras su consumo, lo que conocemos como intolerancia a la lactosa.

frutas y verduras

Comer diariamente frutas y verduras puede hacer vivir más

Un macroestudio del Instituto Karolinska de Suecia ha demostrado que comer diariamente frutas y verduras aumenta la supervivencia, hasta el punto de que quienes admitían prescindir de estos alimentos podían llegar a morir una media de tres años antes, según los resultados publicados en la revista American Journal of Clinical Nutrition.

Aunque muchas sociedades científicas recomiendan comer cinco porciones de frutas y verduras al día, los estudios que se habían llevado a cabo hasta el momento no habían sido concluyentes sobre si realmente tiene efectos beneficiosos para la salud y en qué medida.

En cambio, este estudio ha revelado que tales recomendaciones pueden ser válidas, según ha reconocido la investigadora Alicja Wolk, una de las autoras de esta investigación que, sin embargo, no ha mostrado mayores beneficios para quienes comían más de cinco porciones diarias.

Los resultados se basan en datos recogidos de más de 71.000 ciudadanos suecos de entre 45 y 83 años, a los que se les hizo un seguimiento de 13 años. Los participantes fueron preguntados por su dieta en 1997 y 1998, e informaron de la frecuencia con que comían frutas (como naranjas, manzanas, plátanos y bayas) y hortalizas (como zanahorias, remolacha, lechuga, repollo, tomate y sopa de guisantes).

Casi 11.500 de los participantes en el estudio había fallecido en diciembre de 2010. Y tras comparar los datos de supervivencia con los de la dieta, observaron que las personas que decían no comer frutas o verduras al inicio del estudio tenían un 53 por ciento más de probabilidades de morir durante el período de seguimiento que los que comían cinco porciones diarias.

Los participantes que comían al menos una porción de fruta al día vivieron una media de 19 meses más que los que nunca comían fruta. Y los que comieron por lo menos tres porciones de verduras diarias vivieron de media 32 meses más que las personas que no las comían. Además, las mujeres tendían a comer más frutas y verduras que los hombres.

“Las frutas y verduras contienen diferentes tipos de vitaminas, y la fruta es generalmente más alta en calorías”, señaló Wolk.

Los autores apuntan que las personas que dijeron que comían menos frutas y verduras también eran más propensas a fumar y a comer más carne roja, productos lácteos altos en grasa, dulces y aperitivos.

El estudio no puede demostrar que el consumo de frutas y verduras alarga la vida. Pero recuerdan que cuando los investigadores tomaron en cuenta otros factores como género, tabaquismo, ejercicio, consumo de alcohol y peso, los resultados no cambiaron.

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La obesidad es una enfermedad

Teniendo en cuenta que, según datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España, ENRICA (2009-2011), la obesidad es un problema que padece el 62 por ciento de la población española, su reconocimiento como enfermedad “ayudará a modificar la praxis clínica, a incrementar el nivel de compromiso de los médicos con esta afección y a potenciar la inversión económica y científica para mejorar su prevención y tratamiento”, afirma el presidente de la SEEDO, el doctor Felipe F. Casanueva.

Desde la SEEDO el objetivo es incluir la obesidad en las enfermedades crónicas, y establecerla como prioridad dentro de los presupuestos públicos del Sistema Nacional de Salud, ya que “tan sólo así se logrará que las personas que padecen exceso de peso puedan acceder a un tratamiento”, evitando otras enfermedades relacionadas con la obesidad.

“La atención de una persona con obesidad llega a ser hasta tres veces más costosa que la de otra con peso correcto. Si a eso le sumamos el alto porcentaje de población de la tercera edad con sobrepeso y el crecimiento de obesidad infantil tenemos cifras alarmantes que ponen en riesgo la sostenibilidad de la sanidad de nuestro país porque no hay sistema que pueda soportar mucho tiempo esta situación”, explica el presidente de la SEEDO.

Para ello destaca el papel de Atención Primaria como una de las “armas más efectivas” para combatir la obesidad desde la prevención. Casanueva recomienda “lograr un alto nivel de empatía con el paciente”, para ello es indispensable que el médico sea percibido como un aliado para que sus recomendaciones surtan efecto.

“Cuando un paciente no se siente comprendido o apoyado por su médico, no acostumbra a seguir sus consejos ni de hábitos de vida saludables ni de pérdida de peso”, añade.

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El déficit de yodo en las mujeres embarazadas disminuye el coeficiente intelectual de sus hijos

Un equipo internacional de científicos, pertenecientes al proyecto europeo Nutrimenthe, que coordina la profesora de la Universidad de Granada (UGR) Cristina Campoy Folgoso, ha descubierto que el déficit de yodo durante el embarazo tiene efectos perjudiciales en el desarrollo cognitivo del niño.

Los resultados de esta investigación, publicados en la revista The Lancet, han revelado que los niños nacidos de madres que presentaron deficiencia de yodo durante la gestación mostraron, a los ocho años de edad, un coeficiente intelectual tres puntos inferior que los demás, así como peor habilidad para la lectura a los nueve años, según ha informado en un comunicado la UGR.

Los investigadores recuerdan que el yodo es esencial para el crecimiento, el desarrollo cerebral, la síntesis de hormonas tiroideas y la regulación de numerosos procesos metabólicos en el organismo.

Por ello, sostienen que la deficiencia de yodo determina alteraciones del desarrollo cognitivo y, por lo tanto, un correcto estado nutricional en yodo resulta especialmente relevante durante la gestación y los primeros años de vida para el desarrollo del cerebro del bebé.

Estos resultados han surgido tras un reciente análisis del estudio Alspac por las profesoras Sara Bath y Pauline Emmett, realizado en el contexto del proyecto europeo Nutrimenthe.

Además, recuerdan que el déficit de yodo en la población no es un problema únicamente de países en vías de desarrollo, pues informes recientes revelan índices bajos de yodo en países industrializados. En el Reino Unido, donde se ha llevado a cabo esta investigación, se ha detectado que la deficiencia de yodo es muy común: afecta a dos tercios de las mujeres, especialmente a aquellas en edad fértil. Otros países, como Holanda, España o Dinamarca, hace tiempo que adoptaron medidas de prevención como la suplementación de la sal común con yodo para asegurar un mayor aporte de este mineral a través de la alimentación.

En el estudio Alspac, los científicos reclutaron más de 10.000 mujeres embarazadas, a quienes se tomaron muestras de orina. Se han analizado las concentraciones de yodo en muestras de orina de 1.040 de ellas.

Posteriormente, mediante pruebas de neurodesarrollo y la evaluación de diferentes habilidades cognitivas a los ocho y nueve años de edad, investigaron la relación de estos niveles de yodo y el desarrollo cognitivo de sus hijos. Tras el análisis de los resultados, los científicos descubrieron que a los 8 años de edad hay tres puntos de diferencia en el coeficiente intelectual de los niños nacidos de madres con bajas concentraciones de yodo en los primeros meses del embarazo, frente a aquellos nacidos de madres que tenían niveles de yodo por encima del límite mínimo.

Mejor el yodo natural

Ante estos resultados, los expertos recomiendan una ingesta suficiente de yodo en las mujeres embarazadas, procurando obtenerlo a partir de alimentos naturales, principalmente del pescado, marisco y productos lácteos. Se desaconseja el consumo de algas o suplementos que las contengan, pues podría provocar problemas tiroideos por exceso de ingesta de este mineral.

Éstas y otras recomendaciones han sido publicadas a través de la British Dietetic Association, donde los autores aconsejan una ingesta diaria de yodo durante la gestación y la lactancia de 250 microgramos/día, mientras que para el resto de adultos bastaría con 150 microgramos/día.

El Proyecto Europeo Nutrimenthe, del VII Programa Marco de la UE, ha sido financiado con más de seis millones de euros, y desde 2008 lo coordina la profesora de la UGR, Cristina Campoy.

20 centros y más de 120 investigadores colaboran para el avance de esta investigación, con el objetivo de determinar los efectos de la dieta durante la vida precoz sobre el desarrollo cognitivo, el rendimiento mental y el desarrollo de la conducta y del comportamiento de los más de 20.000 niños involucrados en toda Europa.

Tanto los datos de este estudio sobre el yodo como otros resultados de este Proyecto Europeo serán presentados y debatidos por expertos internacionales en Granada los días 13 y 14 de septiembre, durante la Nutrimenthe Internacional Conference, que está siendo organizada desde la Universidad de Granada.

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Ejercicio físico, hidratación y función cardiovascular

Un buen nivel de hidratación es fundamental en la respuesta cardiovascular durante la práctica de ejercicio físico y especialmente si la temperatura ambiental es elevada. Además, desde el punto de vista fisiológico, existe evidencia científica que estados de baja hidratación o de deshidratación se asocian a una caída en el rendimiento deportivo.

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Beber agua cuando se hace dieta puede ayudar a perder más peso

Beber agua cuando se está a dieta puede ayudar a perder más peso, según ha mostrado un equipo de investigadores dirigidos por la experta de la Escuela de Salud Pública de Berlín (Alemania), Rebecca Muckelbauer, tras examinar diferentes estudios sobre el consumo de agua y el peso.

Así, los expertos han comprobado que en tres investigaciones se muestra que el aumento de la ingesta de agua entre personas que están a dieta se relaciona con la pérdida de más kilos.

Además, un estudio realizado por Brenda Davy, profesora de la Universidad Virginia Tech (Estados Unidos), desveló que los adultos que bebían dos vasos antes de las comidas perdieron casi dos kilos más que aquellos que no los tomaron.

Otra investigación señaló que las mujeres que aumentaron su consumo de agua mientras se pusieron a dieta perdieron más peso que aquellas que bebieron apenas un litro de agua. Ahora bien, pese a estos resultados, los investigadores no saben los motivos por los que la ingesta de agua hace que se pierdan más kilos ya que no está comprobado que las personas que beben más agua sean las más delgadas.

“Una posibilidad es que el agua silencie el hambre. Sin embargo, no tenemos pruebas concluyentes de que el aumento del consumo de agua reduzca el peso”, ha comentado Davy.

Por su parte, Muckelbauer ha señalado que también podría deberse a la “termogénesis inducida por el agua”, dado que aumenta el gasto de energía del cuerpo. “Sería útil contar con ensayos más grandes para ver las posibles ventajas de la pérdida de peso cuando se bebe más agua durante la dieta”, ha zanjado.

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¿Sirven las dietas hiperproteicas para adelgazar? Fortalezas y debilidades

Algunos estudios

En el año 2012 la American Health Associaton se posicionó al no recomendar las dietas altas en proteínas para la pérdida de peso por los riesgo que se corren al incorporar muchas proteínas y dejar de lado otros alimentos con peso específico más importante en nuestra salud, fundamentalmente hidratos de carbono complejos con fibra y fitonutrientes, y vegetales con vitaminas y minerales de bajo valor calórico energético.

También en el 2012 se publican en British Medical Journal datos del seguimiento a 43.000 mujeres durante 17 años de la utilización de dietas bajas en hidratos de carbono y altas en proteínas sin considerar su naturaleza o fuente (independientemente de si su origen es animal o vegetal) y están asociadas a un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares

En ese mismo año la revista Stroke concluye, según un metanálisis, que el consumo de carne roja y sus derivados procesados se asocia al aumento del riesgo de accidentes cardiovasculares.

En el 2013 European Journal of Clinical Nutritrion publica que el consumo de carne roja y de carne procesada aumenta el riesgo de accidente cardiovascular, concretamente, el accidente cerebrovascular isquémico.

También en 2013 la International Journal of Cancer dice que el consumo de proteína total, ya sea animal o vegetal, podría estar directamente relacionado con el cáncer urotelial.

Por tanto nadie debería asociar el consumo de más proteínas (más allá de las recomendaciones) a beneficio alguno.

Dietas con fases, ¿por qué?

Todas las dietas de este tipo hiperproteicas, proteinadas, altas o ricas en proteínas tienen fases, ¿por qué? Una dieta equilibrada no tiene fases y en cambio ésta te advierte que no debes estar demasiado tiempo en la primera fase hiperproteica.

Tampoco se recomienda por parte de embarazadas y niños, pero si una dieta no es adecuada para una mujer embarazada ni para un niño, no es adecuada para nadie.

¿Quién defiende estas dietas?

Y otras preguntas: ¿quién defiende las dietas altas, ricas en proteínas, hiperproteicas y proteinadas? Es una cuestión económica. Y ¿por qué hay tantas dietas milagro? Porque no funciona ninguna.

¿Estas dietas sirven para adelgazar?

Una de las fortalezas en que se han basado estas dietas es que son más saciantes las proteínas que otros macronutrientes y por lo tanto al comerlas comemos menos, hacemos ingestas de menor valor calórico. Pero según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) esto no es cierto. En el año 2010 expresó su opinión científica a través de dos consultas realizadas. Y no hay opinión científica que sustente la alegación de la salud sobre que la proteína incrementa el poder saciante y que esto implique un menor ingesta dietética. No hay una relación causa efecto entre el poder saciante de la proteína y que se coma menos.

Pero, ¿sirven para adelgazar? Hay bastantes estudios clínicos que evalúan la eficacia de las distintas dietas hiperproteicas frente a otros patrones dietéticos en el adelgazamiento. Hay estudios a corto plazo y a corto plazo.

Estudios a corto plazo

En el primer estudio del año 2004 Halton y colaboradores sí obtuvieron beneficios a corto plazo pero sólo 6 de los 15 estudios controlados abarcaban hasta los 6 meses, el resto menos tiempo.

En el año 2006 en un estudio de Krieger y colaboradores no se obtuvo diferencia variando el contenido proteico.

En otro estudio del 2006 (McMillan-Price ) tampoco se encontraron diferencias ni en un estudio del año 2010 (Kerksick).

En un estudio del año 2007 (Meckling) sí se encontraron, había una mayor pérdida de peso significativa en el grupo de dieta hiperproteica (estudio de 12 semanas).

Y en el año 2010 un estudio (Krebs) encontró una mayor pérdida de peso con dieta hiperproteica (pero con una dieta de 99 gramos de proteínas al día, que ya la estamos comiendo, incluso superando).

Estudios a largo plazo

Estudios a más largo plazo (año 2004 Due) nos dicen que la pérdida inicial con la dieta hiperproteica no se observó ni al año ni a los dos años.

Un estudio del 2006 (Brinkworth) no encontró diferencias significativas. Y otro de ese mismo año (McAuley) dice que hay ventaja de la dieta hiperproteica a los 6 meses no contrastable al año.

En 2008 (Clifton) tampoco encuentra diferencias significativas. Ni tampoco en 2009 Sacks encontró diferencias en cuatro grupos con cuatro estrategias dietéticas diferentes. Y en el estudio de Layman se vio mayor pérdida de peso inicial del grupo de dieta hiperproteica pero no diferencias al año.

Por su parte, Hession encuentra mayor pérdida de peso en las dietas hiperproteicas a los seis meses y ligeramente superior al año. Y en el de Clifton, también del 2009, se afirma que la dieta hiperproteica es más eficaz en pérdida de peso y reducción de grasa abdominal pero sólo en el subgrupo cardiovascular.

Dietas cetogénicas

Una de las últimas evidencias sobre las dietas cetogénicas (no es una dieta hiperproteica como tal, sino que lo que se controla es la presencia de hidratos de carbono) es un metanálisis de 25 estudios con un seguimiento de por lo menos un año, donde se concluye que las personas asignadas a dietas cetogénicas con muy bajo aporte de hidratos de carbono alcanzan mayores pérdidas de peso que aquellas asignadas a dietas bajas en grasas.

En este estudio las diferencias significativas fueron de 0,91 kilos al acabar el año, pero este resultado ¿es clínicamente relevante? ¿Se puede mantener a una persona durante más de un año con no más de 50 gramos de hidratos de carbono por esta diferencia de 0,91 Kilos?

Además los autores afirman que no han evaluado la adherencia, pero reconocen que la adherencia a las dietas muy bajas en hidratos de carbono fue especialmente baja.

Al mismo tiempo diversos estudios retrospectivos muestran que las dietas bajas en hidratos de carbono y altas en proteínas pueden aumentar la mortalidad por todas las causas.

En el año 2009 según el British Journal of Nutrition la ingesta de proteína se asocia de forma significativa con un mayor IMC en un estudio de 168 varones y 182 mujeres seguidas durante 23 años.

En un estudio (2011 Journal of Obesity) con una muestra muy grande de 89.000 participantes durante 6,5 años se concluye que el consumo de proteína procedente de alimentos de origen animal, especialmente carne y aves, parece asociarse positivamente con la ganancia de peso a largo plazo.

Y en el estudio más reciente (2013 Vergnaud AC), con una muestra de 373.000 seguida durante 5 años, se afirma que los participantes que consumen una cantidad de proteína por encima de las recomendaciones de la American Diabetes Association podrían estar expuestos a un mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad en la edad adulta.

En resumen

Las evidencias con respecto a las dietas hiperproteicas en la prevención y tratamiento del sobrepeso y la obesidad son las siguientes (según el documento de consenso de la Fundación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética):

-La dieta hiperproteica (DHP) puede inducir a corto plazo (menos de 6 meses) mayor pérdida de peso que una dieta convencional rica en hidratos de carbono (nivel de evidencia 2+).

-La DHP no induce a largo plazo (más de 12 meses) una mayor pérdida de peso que una dieta convencional rica en hidratos de carbono (nivel de evidencia 1+).

-No hay datos suficientes en el momento actual que nos permitan establecer la eficacia de las DHP en el mantenimiento del peso perdido tras una fase inicial de pérdida de peso con otro tipo de dieta.

-La DHP favorece la preservación de la masa magra mejor que una dieta rica en hidratos de carbono (nivel de evidencia 2+).

-La DHP puede incrementar a muy largo plazo el riesgo de mortalidad total y cardiovascular, fundamentalmente cuando la proteína es de origen animal (nivel de evidencia 2+).

Recomendaciones

En base a esas evidencias se establecen las siguientes recomendaciones:

-Para garantizar el mantenimiento o incremento de la masa magra, durante una dieta hipocalórica, resulta eficaz aumentar el contenido de proteínas de la dieta por encima de 1,05 g/kg (recomendación de grado B).

-Si se prescribe una DHP se debe limitar el aporte de proteína de origen animal para prevenir un mayor riesgo de mortalidad a muy largo plazo (recomendación de grado C).

-En el tratamiento de la obesidad no se recomienda inducir cambios en la proporción de proteínas de la dieta (recomendación de grado A).

Conclusión

Lo peor de las dietas hiperproteicas, disociadas, milagrosas o mágicas es que transmiten conceptos erróneos sobre la obesidad y su tratamiento. La incultura popular con respecto a la nutrición se va haciendo cada vez más grande, atribuyendo, en este caso a las proteínas, un papel que no tienen y dejando de nombrar el que sí tienen.

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La importancia de la hidratación en los mayores

Las personas mayores suelen perder la sensación de sed, lo que les convierte en más vulnerables ante situaciones de calor, de actividad física intensa o de enfermedad. La recomendación es de ingerir entre 2 y 2,5 litros de líquido al día, siendo el agua la principal fuente de hidratación. Conviene tenerla siempre a mano y evitar que esté demasiado fría.

alimentación de la madre lactante

¿Cuándo y por qué motivos las madres españolas abandonan la lactancia materna?

El estudio Hábitos de Lactancia Materna, llevado a cabo por el grupo de trabajo español de la Global Breastfeeding Initiative (Iniciativa Global para la Lactancia Materna), incluye entre sus conclusiones que la vuelta al trabajo de las madres y la falta de condiciones adecuadas para la extracción de la leche materna, representa uno de los principales obstáculos para la continuación de la lactancia durante el tiempo recomendado. Éste es uno de los resultados que arroja el estudio presentado por la Dra. Marta Díaz, Profesora de la Universidad de La Laguna, coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, y líder de la delegación española de Global Breastfeeding Initiative.

La lactancia materna es de vital importancia para el desarrollo saludable del recién nacido. A pesar de que muchos países apoyan la recomendación de la OMS de que los niños deben alimentarse exclusivamente con leche materna hasta los seis meses de vida, diferentes estudios demuestran que actualmente, tanto en países desarrollados como subdesarrollados, las tasas no son todo lo buenas que debieran. Así, el escaso seguimiento de esta recomendación supone para los expertos un problema de salud pública.

Los resultados del estudio, cuyo objetivo es analizar los hábitos de lactancia de las madres residentes en España profundizando en los beneficios y perjuicios percibidos en este comportamiento, ponen de manifiesto las dificultades de las madres a la hora de mantener la lactancia materna, especialmente tras su vuelta al trabajo.

Actualmente, entre las entrevistadas, un 89% de las madres dan o han dado el pecho a su hijo. En el 11% de las que no han dado el pecho, el principal motivo es haber tenido problemas con lactancias anteriores.

El estudio, en el que han participado 569 mujeres, desvela que, por grupo de edades, las tasas de lactancia materna van descendiendo desde un 69% en el grupo de 0-3 meses hasta un 18% en el grupo de 19 a 24 meses. En la mayor parte de los casos las madres dejan de dar el pecho antes de que el niño cumpla un año (89%), y se establece la media de edad del destete en los 6 meses.

De las madres que en el momento de la encuesta están dando lactancia mixta, es decir combinan leche materna y artificial (46%), el principal motivo para haber introducido la leche artificial fue la obligación de incorporarse al trabajo. En línea con esta conclusión, el 68% de las madres alguna vez se han extraído la leche materna para dársela a su hijo por biberón, y el principal motivo para ello ha sido el poder continuar con su actividad profesional.

Las madres que continúan con la lactancia, proyectan dar el pecho durante más tiempo del indicado por las madres que ya han abandonado esta práctica. Una proporción elevada de madres esperan continuar con esta práctica hasta que el bebé “quiera” y consideran como la edad adecuada para el destete después de los 12 meses. La edad media a la que estiman dejar de dar el pecho a su hijo es de 17 meses, algo que finalmente muchas de ellas no pueden llevar a cabo.

Motivaciones para dar el pecho

La salud del bebé y considerar la lactancia la mejor forma de alimentarle, son las principales motivaciones para dar el pecho.

El principal beneficio de la lactancia para el bebé, es que lo protege de enfermedades e infecciones (81% )y para ellas, como madres, que es el método más natural (78%) y una satisfacción personal (50%).

En este sentido, la Dra. Marta Díaz afirmó que la lactancia materna es “óptima” debido a que “cumple las necesidades nutricionales del bebé y aporta beneficios al menor y a la madre”. Así, para el menor, sostiene que le aporta “factores de defensa, de actividad biológica y de protección contra la alergia, la diabetes, el cáncer o la obesidad”.

Por el contrario, el principal inconveniente que las madres perciben en la lactancia se basa en la relación con el entorno: complicación con la actividad laboral (48%), seguido de dificultad de dar el pecho en lugares públicos (43%).

Respecto a la toma de la decisión de dar el pecho, el 65% de las madres reconoce que la decisión de dar el pecho a su bebé la tomaron ellas mismas, sin destacar la influencia de ningún profesional sanitario en este momento. No obstante, del personal sanitario, quién más influencia tiene en primer lugar es la matrona (55%). El pediatra se convierte en el segundo profesional mencionado con mayor intensidad, y especialmente destacado después del parto.

Por último, el principal motivo para suspender la lactancia materna fue el tener menos leche (44%), seguido de la necesidad de incorporarse a la actividad laboral (28%).

Este estudio, es el primer paso llevado a cabo por el Grupo de Trabajo español de la Global Breastfeeding Initiative que se puso en marcha el pasado mes de noviembre de 2012, motivado por la necesidad de conocer las tasas de lactancia materna en nuestro país y los factores relacionados con esa práctica, al no disponer de datos nacionales. Este grupo de trabajo surge de la colaboración entre Excellence in Pediatrics y el Philips Center forHealth&Wellbeing, al que en España se han sumado representantes de la Fundación Más Familia, y del Observatorio de la Mujer del Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad.

Attractive Woman stretching before Fitness and Exercise

La práctica de ejercicio provoca cambios epigenéticos en las células de la grasa

Los efectos beneficiosos del ejercicio son ampliamente conocidos pero ahora una investigación de la Universidad de Lund, en Suecia, ha descrito por primera vez los cambios epigenéticos que sufren las células de la grasa después de comenzar una actividad física.

Las células del cuerpo contienen ADN con nuestro código genético y, aunque los genes no se pueden cambiar, sí que hay múltiples factores que pueden afectar a su activación o inactivación, un proceso conocido como la metilación del ADN cuyo campo de estudio se conoce como epigenética.

En el estudio, los científicos investigaron qué pasó con los grupos metilo en las células de grasa de 23 hombres con sobrepeso de alrededor de 35 años que no habían participado anteriormente en alguna actividad física, cuando cambiaron sus hábitos y comenzaron a asistir con regularidad a clases de aeróbic durante un período de seis meses.

“Se suponía que iban a asistir a tres sesiones a la semana, pero en realidad fueron una media de 1,8 veces”, ha reconocido Tina Rönn, una de las autoras del estudio.

Gracias a las últimas técnicas de secuenciación, pudieron analizar 480.000 puntos en todo el genoma y pudieron ver cambios epigenéticos en alrededor de 7.000 genes (una persona tiene unos 20.000 genes).

A continuación, pasaron a analizar específicamente la metilación de los genes vinculados a la diabetes tipo 2 y la obesidad y vieron cambios que sugieren que “la metilación del ADN alterado como consecuencia de la actividad física podría ser una de las pistas de cómo estos genes afectan al riesgo de la enfermedad”, ha añadido Rönn.

En el laboratorio los investigadores fueron capaces de confirmar los hallazgos “in vitro”, desactivando ciertos genes y reducir así su expresión, lo que dio lugar a cambios en el almacenamiento de grasa en las células grasas.

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Ejercicio físico para prevenir y tratar patologías

Según la OMS, hasta en 14 patologías se debería prescribir ejercicio físico en combinación con la terapia farmacológica. Entre ellas están las enfermedades metabólicas, las cardiovasculares, la bronquitis crónica, la claudicación intermitente, la artrosis o la depresión. Además del efecto sobre la salud física, el ejercicio mejora la función cognitiva por lo que también es altamente recomendable en la población mayor.

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La nutrigenética será accesible en 5 años para personas obesas, según Ordovás

El director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (Estados Unidos), José María Ordovás, ha asegurado que en unos cinco años cualquier persona que padezca de obesidad o sobrepeso va a poder hacer uso de la nutrigenética, la ciencia que realiza recomendaciones nutricionales basadas en el conocimiento del genoma.

El experto, que pronunció la conferencia Conócete a ti mismo y actúa en consecuencia: la nutrigenómica en la salud personal durante el VI Foro Sanitas 2013: la medicina del siglo XXI. El reto de los cuatro grandes, destacó las ventajas que aporta esta técnica ya que, entre otros aspectos, permite también prevenir la aparición de diabetes u otras enfermedades cardiovasculares.

“Conociéndose a uno mismo se puede actuar de la manera más apropiada en todas las patologías que tienen un componente nutricional”, señaló Ordovás. No obstante, recordó que para conseguir, por ejemplo, perder peso, además de realizarse estas pruebas, es necesario que el paciente se tome “en serio” las pautas que le van a ser marcadas.

En este sentido, el especialista explicó que las personas más idóneas para someterse a esta técnica son aquellas con antecedentes familiares de obesidad, diabetes u otro tipo de enfermedad. Por ello, rechaza la idea de que la población relativamente sana se someta a ellas dado que “con una alimentación saludable y la práctica de ejercicio físico” pueden tener una buena calidad de vida.

“Se trata de enseñar a aquellas personas que intentan hacer cualquier cosa para perder peso a que lo hagan de una manera científicamente sensata y que, por tanto, no afecte negativamente a su salud como así ocurre con las dietas milagro”, recalcó Ordovás.

Por último, el director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts destacó la labor que realiza España en materia de investigación y aseguró que los expertos españoles han contribuido en “gran cantidad” al conocimiento nutrigenómico actual. “España ha hecho, afortunadamente, grandes aportes a la literatura científica de esta materia”, concluyó.