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El entrenamiento excéntrico permite disminuir la inflamación

El Instituto de Biomedicina de la Universidad de León (Ibiomed) ha identificado los mecanismos celulares que hacen que el entrenamiento excéntrico, en el que el músculo produce tensión y se alarga a la vez, pueda convertirse en una herramienta útil para disminuir la inflamación provocada por un ejercicio, según el estudio que publica el Journal of Applied Physiology.

El objetivo de la línea de investigación, dirigida por José Antonio de Paz y Javier González Gallego, era contribuir a un mejor conocimiento de los efectos beneficiosos del ejercicio, explicando por qué determinados tipos de actividad física actúan como mecanismos antiinflamatorios.

De este modo, en este trabajo han descrito cómo la vía de señalización celular del receptor tipo toll 4 (TLR4) desempeña un papel fundamental en la inflamación producida tras un ejercicio agudo.

“Lo más importante de nuestro trabajo es que hemos demostrado que un entrenamiento excéntrico de seis semanas reduce la inflamación asociada a un ejercicio agudo mediante la disminución de la expresión de la vía de señalización celular del TLR4”, ha señalado Rodrigo Fernández-Gonzalo, co-autor de este trabajo.

La primera parte del estudio incluyó una fase piloto con cinco estudiantes de la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de León, y posteriormente se llevo a cabo la parte experimental principal con 20 estudiantes, que duró 11 semanas.

A continuación, se desarrolló el trabajo en el laboratorio con las muestras de sangre que se les extrajo en determinados momentos a los participantes, una fase que duró varios meses hasta que todos los análisis se completaron.

“Se han medido variables funcionales, como fuerza máxima y potencia muscular, así como marcadores moleculares, tales como niveles de ARN mensajero y cuantificación de proteínas de diversos genes y factores de transcripción relacionados con el proceso inflamatorio”, ha indicado Rodrigo Fernández-Gonzalo.

Los resultados de esta investigación son tan relevantes que los científicos confían en que puedan trasladarse a futuros tratamientos. “A partir de este trabajo se pueden llevar a cabo determinadas intervenciones que ayuden a personas con enfermedades autoinflamatorias”, ha avanzado.

Además, ha añadido, la identificación de la vía del TLR4 como uno de los responsables de la respuesta inflamatoria hace que se puedan desarrollar futuros medicamentos para “disminuir la inflamación”.

Posibles beneficios en enfermedad de Crohn o aterosclerosis

De hecho, el trabajo puede tener muchas más implicaciones en el ámbito biomédico ya que, por ejemplo, se ha demostrado que la vía de señalización del TLR4 está sobreexpresada en enfermedades autoinflamatorias como la enfermedad de Crohn, patología inflamatoria del intestino, o la aterosclerosis.

De esta forma, “es posible que determinados tipos de ejercicios, como el excéntrico, ayuden a disminuir la expresión del TLR4 y, de esta manera, el nivel de inflamación en estas enfermedades”, comenta Rodrigo Fernández-Gonzalo.

La investigación ha descrito uno de los mecanismos por los que determinados tipos de ejercicio físico, en concreto, el ejercicio excéntrico, disminuyen la respuesta inflamatoria del organismo, pero esto no sólo tiene relevancia para el ejercicio y el deporte, sino que puede ser útil de cara al estudio de otras situaciones, particularmente, las patológicas.

El consumo moderado del vino tinto podría mejorar la flora intestinal

El consumo moderado de vino tinto ejerce un efecto positivo sobre la flora intestinal gracias a sus polifenoles, según estudio de científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), en colaboración con investigadores del programa Ingenio-Consolider (FunCFood).

Este fenómeno responde a que los polifenoles -compuestos naturales presentes en la fruta, verdura, vino, café, té o chocolate- logran inhibir las bacterias no beneficiosas de la microbiota humana y propiciar la reproducción de las que sí lo son, asegurando así una flora intestinal equilibrada que puede proteger contra afecciones como los trastornos intestinales, las enfermedades inflamatorias, el cáncer y la obesidad.

Para llegar a estos resultados, que han sido publicados en el American Journal Clinical Nutrition, se estudió el potencial efecto prebiótico de los polifenoles del vino y se comprobó la influencia que éstos ejercen sobre la microbiota intestinal.

Así, durante 20 días, 10 hombres, divididos en grupos de tres, bebieron vino tinto con o sin alcohol -ambos con el mismo contenido en polifenoles- y ginebra. De esta manera, se observó que el vino tinto mejoró la flora intestinal, incrementando el número de bacterias relacionadas con la protección de determinadas enfermedades.

En concreto, aumentó la proporción en heces de bacteroidetes y bifidobacterias, “algo que no sucedió con la ginebra”, ha apuntado el investigador principal del CIBERobn y el jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, el doctor Francisco J. Tinahones.

“Además, comprobamos que el vino tinto era el que provocó la mayor parte de los beneficios detectados, no limitándose solamente a mejorar la microbiota intestinal, sino también a reducir los niveles de triglicéridos, de colesterol “malo”, los marcadores de inflamación y la presión arterial”, ha argumentado.

Este experto ha explicado además que el vino posee compuestos no digeribles como las proantocianidinas, “que llegan intactas al colon, donde serían metabolizadas gracias a la microbiota, en ácidos fenólicos, ejerciendo su efecto protector”.

La microbiota tiene una función digestiva contribuyendo a la síntesis de micronutrientes, a la absorción de electrolitos y minerales y a la digestión y absorción de determinadas sustancias indigeribles. Por otro lado, también contribuye a la destrucción de toxinas y carcinógenos, evita la colonización por bacterias patógenas, contribuye al desarrollo del sistema inmune y modula el estado inflamatorio.

No obstante, “la diversidad de bacterias existentes en el intestino humano es enorme y varía con los individuos, de manera que los efectos de los componentes ingeridos podrían ser diferentes según la flora microbiana de la persona. Por ello, resulta importante llegar a conocer el perfil de microorganismos o microbiota intestinal de los individuos”, ha señalado Cristina Andrés-Lacueva, investigadora principal dentro del programa Consolider FunCFood de Alimentos Funcionales.

Diferencia por pesos

Un estudio realizado en roedores por la Universidad de Washington (Estados Unidos) demostró que la flora intestinal de los ratones con obesidad tiene un número mayor de bacterias firmicutes y un número menor de bacteroidetes. Sin embargo, en los ratones delgados la distribución de ambos tipos de bacterias era la opuesta.

Investigaciones posteriores corroboraron estas mismas diferencias en la flora intestinal humana, comprobando que la microbiota intestinal de los sujetos con sobrepeso tiene mayor capacidad para extraer energía de los alimentos, es decir consigue más calorías con la misma dieta.

“Algo que revierte tras la pérdida de peso, lo que nos lleva a pensar que incluir cambios en la composición de la flora intestinal podría convertirse en una nueva herramienta para el control del peso”, ha asegurado Tinahones.

Asimismo, el tipo de nutrientes que componen la dieta diaria de una persona también influye en su flora intestinal. Si es alta en grasas, puede incrementar la proporción de bacterias productoras de endotoxinas y generar endotoxemia metabólica, una situación que promueve la aparición de diabetes tipo 2.

Sin embargo, consumir alimentos funcionales que contienen elementos no digeribles, como la fibra, estimula el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas que podrían ser eficaces para tratar el sobrepeso por su efecto saciante y regulador del peso.

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La periodontitis ya es un factor de riesgo cardiovascular

La presencia de periodontitis (o infección en las encías) debe ser considerada como un factor de riesgo para desarrollar una enfermedad cardiovascular y, por lo tanto, se aconseja su prevención y tratamiento. Así se contempla en la versión 2012, recientemente publicada en el European Heart Jounal, de las guías promovidas por la Sociedad Europea de Cardiología (European Society of Cardiology, ESC) para la prevención de la enfermedad cardiovascular en la práctica clínica. Estas directrices proceden de los trabajos efectuados por la 5ª Joint Task Force de la Sociedad Europea de Cardiología y otras sociedades científicas afines relacionadas con la prevención de la enfermedad cardiovascular.

Aunque ya se tenían numerosas evidencias científicas y clínicas sobre el impacto negativo que tiene la periodontitis en el ámbito cardiovascular y sobre el aumento de aparición de eventos cardiovasculares en personas con periodontitis, esta recomendación de la ESC supone un espaldarazo definitivo para la estrategia de prevención y manejo de las infecciones de las encías, con el objetivo de evitar consecuencias nefastas a nivel cardiovascular.

“Para nuestra especialidad, y en general para la promoción de la salud periodontal, esta recomendación es un hito, puesto que sitúa a la periodontitis en la misma línea que otras enfermedades que han demostrado tener una clara repercusión sobre la salud cardiovascular (como la diabetes o la hipertensión arterial)”, destaca el Dr. Mariano Sanz, Decano de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid. Según este Catedrático de Periodoncia y Patrono de la Fundación SEPA, “lo cierto es que en los últimos años hemos ido teniendo cada vez un mayor conocimiento sobre la interrelación que existe entre las enfermedades de las encías y la salud general”.

En concreto, en las guías se advierte expresamente que la periodontitis se asocia con la aparición de disfunción endotelial, aterosclerosis y con un incremento del riesgo de infarto de miocardio e ictus. De la misma forma, se reconoce que otros factores, como el bajo nivel socioeconómico y el hábito tabáquico, también pueden tener una importante influencia (y actuar como factores de confusión) en esta relación entre periodontitis y enfermedades cardiovasculares.

Por todo ello, en las Guías de la ESC se subraya que “la periodontitis puede ser considerada como un indicador de riesgo para alcanzar un bajo estatus de salud cardiovascular” y, por eso, se afirma que “su tratamiento está indicado de la misma forma que lo está el manejo de los otros factores de riesgo cardiovascular subyacentes”.

En estas guías, la periodontitis se sitúa en un apartado junto a otros trastornos de reconocido impacto negativo en la esfera cardiovascular, como la enfermedad renal crónica, la apnea del sueño, las enfermedades autoinmunes, la gripe o la disfunción eréctil.

Evidencias sólidas

Cardiólogos y odontólogos coinciden en asegurar ya que las enfermedades que afectan a las encías (especialmente las infecciones periodontales) son un factor de riesgo para sufrir episodios coronarios, algunos tan graves que pueden llegar a poner en peligro la supervivencia del paciente (como el infarto de miocardio).

De hecho, recientemente la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) se han unido para tratar de arrojar luz sobre la vinculación que existe entre las enfermedades periodontales y las cardiovasculares, dando lugar a un manual sobre “Patología Periodontal y Cardiovascular: su interrelación e implicaciones para la salud”, que pretende erigirse en referencia para especialistas y médicos de Atención Primaria españoles.

En las enfermedades periodontales se libera en la sangre una gran cantidad de mediadores inflamatorios que pueden depositarse en diferentes órganos, siendo una de las fuentes más importantes de liberación de estos mediadores al torrente sanguíneo. En este sentido, se ha demostrado que la presencia de ciertos mediadores inflamatorios en las arterias coronarias es capaz de desencadenar la movilización de la placa de ateroma, que obstruyendo la luz de la arteria coronaria desencadena el infarto.

Además, nuevos trabajos apoyan la hipótesis de que los patógenos bacterianos procedentes del biofilm subgingival, así como la resultante respuesta que inducen en el hospedador, están directamente implicados en el desarrollo de la lesión aterosclerótica y, con ello, con un aumento del riesgo de acontecimientos cardiovasculares.

Por otro lado, en los últimos años se ha constatado que la asociación entre enfermedades periodontales y diabetes es bidireccional, es decir, que no sólo la diabetes mellitus aumenta el riesgo de sufrir enfermedad periodontal, sino que ésta puede afectar a la diabetes (alterando el control de la glucemia).

No es un problema banal

Esta vinculación entre enfermedad periodontal y cardiovascular resulta especialmente significativa por distintos motivos, aunque especialmente por la elevada prevalencia de los trastornos de las encías en nuestro medio.

La enfermedad periodontal es la causa principal de pérdida de dientes, afectando mundialmente a una gran parte de la población. En España, se estima que solo el 14,8% de los adultos, entre 35 y 44 años tiene las encías sanas, el 59,8% presenta gingivitis y el 25,4% periodontitis; en personas de 65 a 74 años, la situación aún es peor: el 10,3% tendría las encías sanas y el resto padecería algún tipo de enfermedad periodontal (51,6% gingivitis y el 38% periodontitis).

De hecho, los datos preliminares del primer estudio epidemiológico de salud bucodental específico de la población laboral en España (en el que participa SEPA) revelan que la enfermedad periodontal sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. Partiendo de reconocimientos médicos laborales realizados por la Sociedad de Prevención de Ibermutuamur, se ha evidenciado que las enfermedades que afectan a las encías son más frecuentes en hombres que en mujeres, en trabajadores con estudios primarios, en personas con menos ingresos y su incidencia se eleva a medida que aumenta la edad. Tan sólo en la zona centro de España algo más del 30% de la población laboral presenta algún tipo de patología periodontal destructiva.

Y es que, como explica el Dr. Mariano Sanz, “aunque en nuestro país se ha documentado una importante reducción de enfermedades dentales paradigmáticas, como las caries, no ha sucedido lo mismo con las enfermedades de las encías”.

Sobre las enfermedades periodontales

La enfermedad periodontal es una patología que afecta al periodonto, es decir, a los tejidos que sostienen los dientes. Se trata de una enfermedad infecciosa causada por bacterias, aunque la etiología es multifactorial y, también, influyen factores genéticos, ambientales, locales, etc. Puede afectar a la encía, causando un proceso inflamatorio reversible, denominado gingivitis; si se mantiene mucho tiempo y se dan otros factores se inicia la periodontitis (común, aunque incorrectamente, llamada «piorrea»), en la que, además de la inflamación de la encía, se produce una destrucción más profunda que afecta a los otros tejidos del periodonto: el hueso alveolar, el cemento del diente y el ligamento periodontal.

Esta destrucción es irreversible y favorece la progresión adicional de la enfermedad al crear un espacio debajo de la encía (bolsa periodontal), donde cada vez se acumula mayor cantidad de bacterias que pueden poner en peligro la supervivencia de los dientes y elevar el riesgo de aparición de otras enfermedades (como las cardiovasculares).

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Expertos ultiman una nueva calculadora para medir el riesgo cardiovascular en la población española con diabetes tipo 2

La diabetes tipo 2 es uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular. Actualmente, se necesitan herramientas fiables para ayudar a los médicos a informar a sus pacientes sobre el nivel de riesgo de eventos cardiovasculares graves, así como del estilo de vida y las medidas terapéuticas necesarias para reducirlo.

Por este motivo, la Red de Grupos de Estudio de la Diabetes en Atención Primaria de la Salud (redGDPS) está trabajando en la validación en la población española de la calculadora de riesgo ADVANCE. Se trata de una nueva herramienta, realizada a partir de la base de datos del Estudio ADVANCE, para medir la probabilidad que tiene un paciente con diabetes tipo 2 de sufrir eventos cardiovasculares en los próximos cuatro años.

Tal y como explica el Dr. José Manuel Millaruelo, miembro de la RedGDPS y médico del Centro de Salud Torrero La Paz en Zaragoza, “hasta ahora, las tablas más utilizadas por los médicos españoles para la estratificación del riesgo cardiovascular en diabéticos tipo 2 son la SCORE -que valora la mortalidad total- y la conocida Framingham -que sobreestima en gran proporción el riesgo cardiovascular en la población general española-“.

A diferencia de estas tablas, las ventajas que supondrá la utilización de la calculadora de riesgo ADVANCE son significativas. “Aunque todavía son utópicas, hasta que se demuestren con el uso diario del instrumento, hay unas perspectivas muy halagüeñas, dado que la ecuación se obtiene del estudio con pacientes diabéticos más numeroso realizado -más de 10.000 pacientes de todo el mundo-, de una edad media de 65 años y con un tiempo de evolución de la diabetes de 8 años. Eso hace intuir que la validez externa será alcanzable, dada la similitud con nuestros pacientes”.

La ecuación de riesgo de ADVANCE se basa en 10 factores comúnmente evaluados en la práctica clínica diaria: la edad al diagnóstico, el sexo del paciente, la duración en años de la diabetes, la presión de pulso, la presencia de retinopatía, la presencia de fibrilación auricular, la hemoglobina glicosilada, el índice albumina creatinina, el colesterol no HDL y la presencia o no de hipertensión tratada.

“La consideración de factores como el índice albumina creatinina o del colesterol no HDL resultan muy interesantes. El primero, por su estrecha relación con el riesgo cardiovascular y el segundo, por las características específicas de la dislipemia diabética, en la que la cifra de colesterol total no es siempre representativa del riesgo cardiovascular. Tal vez en España no estamos acostumbrados a relacionar la presión de pulso y eso pueda ser un pequeño inconveniente inicial”, sostiene el Dr. Millaruelo.

Actualmente, el profesional sanitario tiene disponible la calculadora de riesgo ADVANCE, tanto en la página web www.advanceriskengine.com, como en una aplicación para iPhone y Smartphone. La redGDPS estima que la validación en la población española de esta calculadora podrá estar disponible a finales de 2012.

Sobre el estudio ADVANCE

ADVANCE (Action in Diabetes and Vascular Disease Preterax and Unidiamicron Controlled Evaluation) es el estudio internacional más amplio realizado hasta la fecha en diabetes tipo 2. Se trata de un estudio multicéntrico, randomizado y controlado frente a placebo, que contó con la participación de 11.140 diabéticos tipo 2, mayores de 55 años, procedentes de 215 centros sanitarios de Australia, Asia, Europa y Norteamérica, que han sido seguidos durante un periodo de ocho años.

Los resultados demostraron que combinar el control intensivo de la glucemia con Gliclazida (Diamicron) junto a la reducción de la presión arterial con la combinación fija de Perindopril e Indapamida (Preterax/Bipreterax), reduce el riesgo de muerte por enfermedad cardiaca en prácticamente una cuarta parte (24%) y el riesgo de complicaciones renales en un tercio (33%) en pacientes con diabetes tipo 2.

ADVANCE proporcionó evidencia adicional para una nueva estrategia terapéutica con la posibilidad de salvar vidas y de proteger a millones de pacientes en todo el mundo frente a complicaciones graves.

El estudio ADVANCE fue diseñado, conducido, monitorizado, analizado y publicado por un grupo de investigadores independientes del Australia”s George Institute for International Health y co-patrocinado por el Australian government”s National Health and Medical Research Council y Laboratorios Servier.

Una molécula de la leche tendría beneficios en diabetes, envejecimiento y colesterol

La nicotinamida ribosa (NR) es el nombre de la molécula en cuestión, que se encuentra en la leche, pero probablemente también en otros alimentos y en la cerveza. Esta molécula ha sido poco estudiada hasta ahora, pero ya se sabía que favorece indirectamente la actividad de las mitocondrias, consideradas «las fábricas de energía» de las células.

Los estudios publicados por el equipo de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, amplían el conocimiento sobre sus efectos benéficos en el metabolismo. Los resultados descritos por los científicos son espectaculares en varios ámbitos, como el relativo al incremento de peso, que pudo evitarse en el caso de los ratones sometidos a una dieta rica en grasa, pero tratados con NR. Este grupo ganó un 60 por ciento menos de peso con respecto a los ratones que recibieron la misma alimentación, pero no NR, que además mostraron signos de diabetes.

Asimismo, los roedores que recibieron un complemento alimenticio con NR durante diez semanas tenían un 10 por ciento más de resistencia física, mientras que tras ocho semanas de tratamiento mostraron una mejor resistencia térmica.

Los investigadores consideran que la NR incluso podría servir para luchar contra los efectos del envejecimiento, ya que se sabe que muchas funciones del organismo se degradan debido a un descenso de la actividad de las mitocondrias, a las que estimula esta molécula.

Los estudios no han encontrado que la NR tenga efectos secundarios, entre otras razones porque se trata de una molécula natural, presente en varios alimentos, lo que facilitaría su aceptación por el organismo en caso de una utilización nutricional o terapéutica.

Durante las pruebas realizadas no se detectó ningún problema, siquiera con dosis diez veces superior a la cantidad considerada eficaz. En el caso del colesterol, la NR tendría ventajas sobre otra molécula, la NA, utilizada para tratar estos casos, pero que tiene efectos secundarios.

Respecto al desarrollo de todas las potencialidades de la NR, los expertos subrayaron que primero tendrá que haber laboratorios y empresas capaces e interesadas en sintetizar o extraer la molécula.

Otra cuestión pendiente es determinar cuánta leche habría que beber para observar los efectos positivos de la molécula, cuya concentración en este producto todavía no se ha logrado determinar.

La grasa que perjudica el corazón, puede tener el mismo efecto en el cerebro

Un nuevo estudio del Hospital Brigham and Women, en los Estados Unidos, ha descubierto que ciertos tipos de grasa se asocian a una peor memoria, y función cognitiva global. Se ha sabido durante años que comer demasiados alimentos que contengan grasas nocivas, como las grasas saturadas, no es saludable para el corazón. Además, según la nueva investigación, el consumo de este tipo de grasas también se asocia con una peor función cognitiva general, y de la memoria, en las mujeres, a largo plazo.

Por el contrario, las grasas monoinsaturadas se asocian con una mejor función cognitiva general, y de la memoria. Este estudio ha sido publicado en Annals of Neurology, la revista de la Asociación Americana de Neurología y la Sociedad de Neurología Infantil.

El equipo de investigación analizó los datos del Women”s Health Study -con una cohorte de casi 40.000 mujeres, mayores de 45 años. Los investigadores se centraron en los datos de un subgrupo de 6.000 mujeres, todas mayores de 65 años. Estas mujeres participaron en tres pruebas de función cognitiva, las cuales fueron espaciadas cada dos años.

“Al observar los cambios en la función cognitiva, encontramos que la cantidad total de la ingesta de grasa no importa, sino que lo relevante es el tipo de grasa consumida”, explica Olivia Okereke, del Departamento de Psiquiatría.

Las mujeres que consumían las mayores cantidades de grasas saturadas, que pueden provenir de grasas de origen animal, como la carne roja y la mantequilla, en comparación con aquellas que consumieron las cantidades más bajas, mostraron una peor función cognitiva general, y una peor memoria. En cambio, las mujeres que consumían más grasas monoinsaturadas, que se pueden encontrar, por ejemplo, en el aceite de oliva, mostraron mejores patrones de puntuaciones cognitivas.

“Nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para salud pública”, afirma Okereke, quien añade que “consumir grasa buena, en lugar de grasa mala, es una modificación de la dieta bastante simple, que podría ayudar a prevenir la disminución de la capacidad de memoria”.

Okereke concluye que las estrategias para prevenir el deterioro cognitivo en las personas mayores son particularmente importantes, ya que incluso las disminuciones sutiles en el funcionamiento cognitivo pueden conducir a un mayor riesgo de desarrollar problemas más serios, como la demencia y la enfermedad de Alzheimer.

Nuevas evidencias cuestionan la relación directa de la cantidad de colesterol bueno y el riesgo de infarto

Un estudio colaborativo internacional que se publica en la revista The Lancet y que ha contado con la participación de investigadores del IMIM (Instituto de Investigación Hospital del Mar), ha analizado si la relación entre los niveles de colesterol HDL, el llamado comúnmente “colesterol bueno”, y el riesgo de infarto agudo de miocardio es o no causal, utilizando biomarcadores genéticos.

Se habla de relación causal cuando el biomarcador participa directamente en el proceso que desencadena la enfermedad y este estudio ha puesto de manifiesto que la relación entre el colesterol HDL y el riesgo de infarto no es causal. Esta información será de vital importancia a la hora de diseñar nuevos fármacos ya que, al contrario de lo que se creía hasta ahora, aquellos fármacos que aumenten la cantidad de “colesterol bueno” no necesariamente van a reducir el riesgo de infarto.

En el estudio se ha analizado una característica genética que aumenta los niveles del “colesterol bueno” (HDL) sin influir en los niveles de “colesterol malo” (LDL) ni de los triglicéridos. Se ha observado que esta característica aumenta la cantidad de “colesterol bueno” en 2,5 mg/dL y, de acuerdo con los estudios epidemiológicos, esperaríamos una reducción del riesgo de infarto del 13%. No obstante después de estudiar más de 115.000 personas se observa que las personas portadoras de esta característica, que aumenta el “colesterol bueno”, no tienen un menor riesgo de infarto.

Los ensayos clínicos con fármacos y el estudio de algunas enfermedades genéticas, como la hipercolesterolemia familiar, indican que los niveles elevados de “colesterol malo” o LDL forman parte del proceso que causa el infarto de miocardio. Así, los fármacos que reducen los niveles de colesterol LDL también reducen el riesgo de presentar un infarto de miocardio. “Sin embargo, no existe evidencia que apoye la relación causal entre los niveles del colesterol bueno o HDL y el infarto de miocardio. En los ensayos clínicos con fármacos que aumentan los niveles del “colesterol bueno” no se ha observado una disminución del riesgo de presentar infarto de miocardio” explica Roberto Elosua, coordinador del grupo de investigación en epidemiologia y genética cardiovascular del IMIM.

Estos resultados cuestionan la efectividad de las intervenciones con estilos de vida o con fármacos que aumenten los niveles de colesterol HDL. En este sentido se están estudiando aspectos relacionados no con la cantidad de colesterol HDL sino con la calidad de este que puedan estar causalmente asociados con el riesgo de infarto.

De todos modos, comenta Elosua “es importante matizar que los niveles de colesterol HDL sí que son un biomarcador que se asocia con un menor riesgo de infarto, y aunque esta asociación no sea causal sí que es de utilidad en la práctica clínica para estimar el riesgo que una persona tiene de presentar infarto de miocardio en el futuro”.

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Evitar la vida sedentaria y comprobar asiduamente el estado arterial para prevenir la hipertensión

Expertos sanitarios recomiendan evitar las comodidades de la vida sedentaria y comprobar frecuentemente el estado arterial para prevenir el riesgo de padecer hipertensión, una enfermedad silenciosa que generalmente carece de síntomas y puede provocar un ictus, arritmias, insuficiencia cardiaca, un infarto de miocardio o enfermedades cardiovasculares. Por su parte, el doctor José Antonio García Donaire, especialista en Riesgo Cardiovascular en el Hospital USP San Camilo de Madrid, ha advertido de que la hipertensión aparece cada vez antes a consecuencia del estilo de vida actual de las sociedades industriales.

“La prevalencia en España es muy elevada y en todos los países occidentales aparece antes, puesto que tenemos un mayor número de obesos y de personas con estrés, lo que adelanta la aparición de la hipertensión”, ha aclarado.

En concreto, esta enfermedad provoca entre el 40 y el 50 por ciento de las defunciones en los países desarrollados y está íntimamente ligada a la actual forma de vida. Por ello, además de la genética y la obesidad, el sedentarismo y los determinados hábitos alimenticios son las principales causas de padecer esta enfermedad.

Este experto ha asegurado también que regiones en vías de desarrollo, como África, China e India, están registrando un “crecimiento tremendo” de esta problemática así como de diabetes, pues están emulando el estilo de vida occidental.

Enfermedad asintomática

Por otro lado, García Donaire ha lamentado que la hipertensión no produzca síntomas y que “solamente” se pueda tener sospecha de esta problemática “en caso de que las cifras sean muy elevadas: por encima de 170, la máxima, y por encima de 100, la mínima”.

No obstante, ha explicado que, en ciertas ocasiones, puede advertirse de estar ante un fenómeno de estas características, si el individuo experimenta “dolor de cabeza, dificultades para concentrarse, palpitaciones, sudoración o sensación de inquietud”. Asimismo, en ocasiones el sangrado nasal es su primera manifestación.

En este sentido, los expertos recomiendan realizar hábitos higiénico-saludables para reducir el tratamiento farmacológico de la hipertensión como, por ejemplo, perder peso, caminar de 30 a 60 minutos al día y restringir la sal en la dieta. No obstante, en la mayoría de los casos es necesario un tratamiento crónico de por vida.

Adherencia al tratamiento

Por otra parte, García Donaire ha lamentado que menos del 40 por ciento de los hipertensos en tratamiento alcancen los objetivos marcados por su médico y, en este sentido, ha achacado este fenómeno a la falta de adherencia del paciente al tratamiento.

“Es fundamental que el paciente se tome todos los días la medicación, que cumpla con la dieta pobre en sal y con las pautas de ejercicio”, ha insistido este experto, quien ha reconocido que, en ocasiones, el tratamiento farmacológico trae consigo efectos secundarios, “como tos, hinchazón de piernas, diarrea, malestar general, dolor de cabeza o bajadas bruscas de tensión”.

El papel del profesional sanitario también es determinante a la hora de que el afectado cumpla con la medicación. Para ello, tiene que hacer una detección adecuada, una “elección correcta” del tratamiento, ya sea farmacológico o no, y una “evaluación amplia y detenida”. “No se debe conformar con cifras cercanas a la realidad y tiene que insistir en que el paciente alcance los objetivos correctos”, ha precisado.

Comidas bajas en sal

Este experto ha explicado que, entre las primeras pautas a seguir tras ser diagnosticada la enfermedad, se encuentra la de reducir la ingesta de sal en las comidas y la de hacer ejercicio para bajar peso, puesto que, de este modo, la tensión baja. En el caso de tener que seguir un tratamiento farmacológico, ha recomendado administrar los medicamentos de “forma correcta” y a las dosis adecuadas.

En pacientes que no responden al tratamiento, García Donaire ha señalado que existe la técnica de la denervación simpática renal. Se trata de “introducir un catéter por vía endovascular para llegar hasta las arterias renales y emitir radiofrecuencia con la que los “nervios simpáticos” se despeguen de las arterias, por lo que la presión arterial baja”, ha explicado.

Por lo general esta técnica es utilizada, “tras hacer una sectorización de todos los hipertensos”, que suelen ser “el 20 por ciento de los afectados por hipertensión resistente”, ha señalado.

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La diabetes copa el 15 por ciento de las consultas en AP

La diabetes tipo 2 se ha convertido en uno de los problemas sanitarios más importantes de nuestro tiempo. La epidemia de obesidad y sedentarismo ha llevado a un gran incremento de su prevalencia en nuestro país y con ello a un aumento del gasto sanitario. Según los resultados del estudio Di@bet.es, recientemente publicado, la prevalencia entre las personas mayores de 18 años en España es del 13,8%, de los que un 6% desconoce que la padece. Además, se prevé que la tendencia para los próximos años también vaya en aumento.

Además de hiperglucemia, las personas con diabetes suelen presentar otros factores de riesgo como hipertensión, obesidad y dislipemia, lo que hace que presenten un elevado riesgo cardiovascular y acudan con asiduidad al sistema sanitario.

Por ello, el médico de atención primaria (AP) es clave en el diagnóstico precoz, tratamiento y seguimiento de las personas con diabetes, así como en la prevención de la enfermedad. Según el doctor José Javier Mediavilla, coordinador del Grupo de Trabajo de Diabetes Mellitus de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y de las VI Jornadas de Diabetes en Atención Primaria organizadas recientemente junto a la Sociedad Española de Diabetes, “al ser la diabetes tipo 2 una enfermedad crónica, el médico de AP es el profesional sobre el que debe pivotar la atención de estos pacientes, tanto por su accesibilidad y cercanía como por la continuidad e integración de cuidados que caracterizan al primer nivel asistencial”. De hecho, las consultas relacionadas con la enfermedad ocupan hasta un 15% de todas las que se realizan en AP.

El doctor Mediavilla señala que “la buena colaboración entre los médicos de AP y los profesionales del segundo nivel asistencial que en algún momento atienden a las personas con diabetes (endocrinólogos, cardiólogos, oftalmólogos, nefrólogos, etc.) es crucial en el manejo de esta enfermedad, que produce complicaciones tanto macro como microvasculares, y que necesita los cuidados compartidos de diversos profesionales sanitarios”. Lo ideal es que la atención se centre en el paciente y que exista continuidad en la misma.

Diabetes y mortalidad por enfermedad cardiovascular

Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de muerte asociada a la diabetes, siendo responsables del 65-75% de los casos. Las personas con diabetes tipo 2 presentan hasta cuatro veces más probabilidades de sufrir un infarto de miocardio o un ictus que las personas que no tienen esta patología. De hecho, las personas con diabetes tipo 2 tienen más probabilidades de sufrir un infarto de miocardio que las personas sin diabetes que ya hayan sufrido uno antes, mientras que el 45% de los hospitalizados por un infarto de miocardio presenta diabetes confirmada o diagnosticada anteriormente.

Sin embargo, el Dr. Pérez, Director de Unidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, asegura que “los pacientes no suelen establecer una relación directa entre diabetes y enfermedad cardiovascular como sí lo hacen cuando se habla, por ejemplo, de afectaciones en la vista o en los riñones, que son complicaciones que asocian más fácilmente a su patología”.

La prevención primaria de la DM2 es eficaz si se actúa sobre los factores de riesgo modificables, como lo son el colesterol, la hipertensión arterial, el tabaquismo o la obesidad. Existe evidencia científica demostrada para afirmar que las medidas nutricionales y la actividad física son eficaces en la prevención y el manejo de la diabetes tipo 2, pudiendo reducir el riesgo de padecerla hasta en un 60%.

“El papel del médico de Atención Primaria es de vital importancia en la prevención y control de la diabetes tipo 2, ya que puede transmitir al paciente la gravedad de esta patología y explicarle cómo puede actuar para controlar sus factores de riesgo cardiovascular. El objetivo último es la reducción de la morbilidad y de la mortalidad causada por enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos”, subraya el Dr. Antonio Hormigo, médico de AP y miembro del Grupo de Diabetes de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

La salud bucodental, fundamental en el tratamiento de la diabetes

Los diabéticos presentan un mayor riesgo de presentar infecciones de la boca tales como gingivitis o enfermedad periodontal, lo que puede dañar las encías y los huesos de la mandíbula. La enfermedad de las encías puede dificultar el control de la glucosa en la sangre por la presencia de focos infecciosos persistentes.

El doctor Mediavilla recuerda que “la revisión de la boca debe ser una actividad rutinaria para las personas con diabetes, que han de conocer las medidas higiénicas pertinentes y acudir al especialista ante cualquier problema bucal”.

Los niveles elevados de glucemia pueden llevar asimismo a la aparición de aftas, caries, infecciones por hongos (candidiasis bucales) y retraso en la cicatrización y curación de estas patologías.

Otro problema bucal causado por la diabetes es la afección llamada “boca seca” (xerostomía). La sequedad constante que afecta a las personas con diabetes irrita los tejidos blandos de la boca, causando a menudo inflamación y dolor.

Controversias en el tratamiento dietético del síndrome metabólico

Existe una gran controversia en la comunidad científica sobre la existencia real del síndrome metabólico, que se caracteriza por la presencia de obesidad y otros factores de riesgo como son hiperglucemia, hipertensión y dislipemia.

Según el coordinador del Grupo de Trabajo de Diabetes Mellitus de SEMERGEN, “el tratamiento higiénico-dietético de este síndrome enfrenta a los defensores de distintos tipos de dietas existentes para disminuir el peso y mejorar el metabolismo: dieta baja en hidratos de carbono, baja en grasas, alta en grasas y baja en hidratos de carbono, dieta equilibrada, simplemente hipocalórica o combinaciones de las mismas”.

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Un millón de trabajadores presenta alto riesgo cardiovascular en España

Una de cada seis bajas laborales que se dan en España a lo largo del año está relacionada con enfermedades cardiovasculares. De hecho, según indica el estudio ICARIA, el 6% de los trabajadores en nuestro país tiene un alto riesgo de sufrir alguna de estas dolencias, lo que supone que un millón de personas en edad laboral están en situación de riesgo y una gran mayoría lo ignora.

De estos datos se puede inferir que cada año 23.000 personas (un 17% del total de las bajas en España, tras la lumbalgia y la depresión) deben abandonar temporalmente sus puestos de trabajo por este tipo de enfermedades, entre las que se encuentra la hipertensión arterial, lo que supone un alto coste tanto para las empresas como para el sistema público de salud.

Las ocupaciones manuales, también conocidas como de cuello azul, que son aquellas que implican un mayor esfuerzo físico cuentan con una mayor prevalencia de alto riesgo cardiovascular. “Se trata de profesiones como policías o bomberos, pero sobre todo aquellas relacionadas con la agricultura, la construcción, la industria y en menor medida con el sector servicios. El trabajador de oficina, o también conocido como de cuello blanco, tiene un riesgo menor en este aspecto”, apunta la doctora Eva Calvo, especialista en Medicina de Familia y Comunitaria y jefe del Departamento de Proyectos Sanitarios de Ibermutuamur, que participó en la 17ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión- Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA). “Los datos indican también que las personas con riesgo cardiovascular tardan más en recuperarse de otras patologías que nada tiene que ver con estas enfermedades, como puede ser una gripe o una lumbalgia”, comenta la experta.

Según este estudio, en el que han participado cerca de 300.000 trabajadores, más del 25% de los hombres y el 9% de las mujeres presentaba una presión arterial elevada. Además, dos tercios presentaba algún rasgo de dislipemia, y más del 60% de los hombres y el 30% de la población femenina presentaba sobrepeso u obesidad.

Según apunta la doctora Nieves Martell, presidenta de la SEH-LELHA, “uno de los objetivos es poner en común soluciones con las que seamos capaces, no sólo de rebajar el número de pacientes hipertensos y con alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, sino también de ayudar a prevenirlo en el ambiente laboral. Ante la actual situación de crisis, la prevención se vuelve una herramienta fundamental para el ahorro del coste que suponen las bajas laborales causadas por este tipo de enfermedades”.

Estrés en horas de trabajo

Aunque aún no se ha podido ver una relación directa entre estrés laboral e incremento de la tensión arterial, sí que se ha demostrado que durante las horas de trabajo puede haber casos de hipertensión. Así lo demuestra el estudio ESTHEN hecho entre 500 profesionales sanitarios con niveles normales de tensión, de los cuales el 28% de ellos era hipertenso sólo en la jornada laboral, según una monitorización ambulatoria de presión arterial de 24 horas.

Según el doctor Ernest Vinyoles, médico del CAP La Mina, del Institut Catalá de Salut (ICS), “existen ciertas profesiones en las que la alta carga tensional y de presión mantenidas en el tiempo hacen que se incremente el riesgo vascular asociado a la hipertensión arterial. Por lo tanto, establecer medidas de prevención en estos pacientes que sólo tienen elevada su presión en horas de trabajo, puede ayudar a reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares a largo plazo”.

Colaboración entre AP y medicina del trabajo

Sin duda alguna, la mejor herramienta de prevención cardiovascular en trabajadores es una estrecha colaboración entre los profesionales de Atención Primaria y los servicios de medicina del trabajo de las diferentes empresas.

“Estratificar el riesgo cardiovascular global puede contribuir a una prevención más eficiente de este problema, sobre todo si se tiene en cuenta que las personas en edad laboral son normalmente jóvenes y sanas, sin conciencia de su posible riesgo, y que no suelen acudir a los servicios de salud”, continúa comentando la experta. “Los reconocimientos médicos realizados por los servicios de prevención han contribuido a complementar la labor realizada desde Atención Primaria para detectar los factores de riesgo cardiovascular. No obstante, hasta ahora no ha habido ni estructura ni objetivos definidos para poder fomentar la prevención desde el ámbito laboral”.

Por su parte, el doctor Vinyoles añade que “el médico de Atención Primaria es el profesional que tiene una relación más directa con la población en todos los rangos de edad, tanto si trabaja como si está en paro o no está amparado bajo ningún contrato laboral, por lo que es necesario que exista una complementariedad entre las acciones del primer nivel asistencial y la prevención que se hace desde las empresas”. De todas formas, según recuerda el experto, “es el propio paciente quien tiene que ser el primer responsable de su propia prevención, y no abandonar toda la responsabilidad en manos de los profesionales sanitarios”.

Más crisis, más estrés

Aunque hasta el momento no se ha realizado ningún retrato preciso de cómo influye la actual crisis económica en la salud de los trabajadores españoles, es posible inferir conclusiones gracias a anteriores coyunturas económicas desfavorables. “En los países con menos recursos, estas crisis van acompañadas de un aumento de la mortalidad por enfermedad cardiovascular. En nuestro país, este proceso de recesión ha venido acompañado de un cambio radical en las políticas de tolerancia hacia el tabaco, reduciéndose su consumo y la exposición del humo ambiental que parece acompañarse de una reducción en las hospitalizaciones por problemas cardiovasculares”.

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Los expertos piden más contundencia en el tratamiento de la dislipemia en las mujeres

Los objetivos terapéuticos en la prevención de la enfermedad cardiovascular y, en concreto, de la dislipemia, deben ser más rigurosos que los que se establecían hasta ahora e iguales tanto en hombres como en mujeres. Esta es una de las conclusiones principales de los expertos reunidos en la mesa sobre Aplicaciones prácticas de las guías de dislipemia y riesgo cardiovascular en la mujer que ha patrocinado AstraZeneca dentro del 12º Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer, organizado por el Centro Médico Instituto Palacios Salud de la Mujer. En este marco, además, los especialistas han destacado que el tratamiento de base son las estatinas, que han demostrado -no solamente disminuir el nivel de colesterol- sino reducir la morbimortalidad de los pacientes.

“La enfermedad cardiovascular producida por la aterosclerosis (acumulación de colesterol o triglicéridos en la pared arterial) es la primera causa de muerte prematura en España y, además, va a seguir siéndolo en los próximos años, ya que el número total de fallecimientos por esta causa superará al de neoplasias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y enfermedad de Alzheimer juntas”, explica la Dra. Joima Panisello, directora general de la Fundación para el Fomento de la Salud (FUFOSA). Sin embargo, “algo que no hemos interiorizado lo suficiente es que las enfermedades del corazón también son la primera causa de muerte en las mujeres”. No en vano, según los últimos datos disponibles, en España se producen más de 125.000 muertes cada año por enfermedades cardiovasculares, es decir el 34% de todas las defunciones (lo que supone el 30% del total en varones y el 39% en mujeres).

Por eso, los especialistas lo tienen claro y aúnan esfuerzos para pedir un mayor control de la enfermedad cardiovascular en las mujeres. “El concepto de que la mujer estaba protegida por la función ovárica -señala la Dra. Panisello- nos ha llevado a ser un poco tibios en cuanto al abordaje del riesgo cardiovascular en la mujer y, por eso, de alguna forma tenemos que recuperar ahora el tiempo perdido”.

Diferencias por sexos

La enfermedad de base en las enfermedades cardiovasculares, tanto en mujeres como en hombres, es la misma, la aterosclerosis, aunque la aparición en las mujeres se retrasa casi una década respecto a la edad en la que suele darse en los varones y ésta evoluciona de una forma distinta entre sexos. La placa de la mujer tiende a erosionarse, mientras que la placa del hombre tiende a fracturarse. Esto hace que muchas veces la clínica y la sintomatología de la mujer sea distinta, retrasándose el diagnóstico e, incluso, la utilización de recursos sanitarios. Además, aunque los principios de valoración del riesgo y el manejo sean igual para los dos sexos, hay que poner un énfasis especial en algunos factores de riesgo que presenta la mujer de forma diferente al hombre, como la diabetes -que en las mujeres multiplica el riesgo de ECV por cinco y en los hombres por tres-, el tabaquismo, el sobrepeso y el uso de anticonceptivos orales.

Sin embargo, la Dra. Panisello advierte del riesgo que conlleva concluir de una forma simplista que las mujeres tienen más riesgo cardiovascular que los hombres: “Es cierto que la reducción de las muertes por enfermedad cardiovascular en los últimos años ha sido mayor en los varones y que la incidencia de estas patologías ha aumentando entre las mujeres. Pero esto se presta a malas interpretaciones y no queremos enviar un mensaje que haga que los hombres se relajen. Lo que sí está claro es que la atención especial que hemos tenido con los varones, al presentarse en ellos la enfermedad cardiovascular una década antes que en la mujer, tal vez nos ha llevado a no prestarles la atención debida a ellas”.

Por ello, explica la Dra. Panisello “hay que prevenir a la mujer y decirle que tome las medidas necesarias para evaluar su salud cardiovascular y, en el caso de que tenga algún factor de riesgo, poner los medios higiénico-dietéticos correspondientes y, si su médico así lo indica, establecer también un tratamiento farmacológico para disminuir su riesgo cardiovascular”.

Objetivos en el manejo y tratamiento de las dislipemias en mujeres

A finales de 2011 apareció la guía de práctica clínica sobre el manejo de las dislipemias elaborada conjuntamente por la European Atherosclerosis Society (EAS) y la European Society of Cardiology. Esta guía actualizó las directrices europeas para el tratamiento de las dislipemias.

En primer lugar, explica la Dra. Panisello, “los objetivos terapéuticos en prevención secundaria deben ser más rigurosos que los que veníamos haciendo e iguales tanto para población femenina como masculina, de forma que los pacientes con riesgo muy alto, deben alcanzar un nivel de colesterol LDL inferior a 70 mg/dl o, si ello no fuera posible, como mínimo una reducción del 50% de las cifras iniciales”. Es importante remarcar que entre los pacientes denominados de alto riesgo se encuentran fundamentalmente los pacientes coronarios y también los afectos de diabetes mellitus tipo 2.

Además, se destaca de especial forma el papel de las estatinas, el tratamiento de elección esencial en la prevención cardiovascular, por lo que se recomienda alcanzar las dosis máximas posibles que tolere el paciente y dejar los tratamientos combinados para cuando no sea posible alcanzar los objetivos con ellas. “Contamos con estatinas de elevada potencia con las que podemos conseguir reducciones, que como mínimo deben ser de un 35% en los niveles iniciales de colesterol LDL, pero lo ideal en pacientes de alto riesgo es que sean iguales o superiores al 50%. Un ejemplo de ello es rosuvastatina, que de las dos últimas estatinas disponibles es la que tiene más potencia de acción y nos ofrece un control y reducción del LDL excelente, con una presencia mínima de efectos secundarios”.

El tratamiento con estatinas está recomendado para la prevención secundaria en mujeres con las mismas indicaciones y objetivos que en los varones y en prevención primaria de la enfermedad coronaria en mujeres de alto riesgo. Como última novedad, las nuevas guías de práctica clínica en dislipemias reflejan que no debe administrarse tratamiento hipolipemiante cuando se planifique un embarazo, durante el mismo o a lo largo de la lactancia.

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El 40% de los niños obesos sufre apneas

En el marco del Día Mundial del Sueño, el 16 de marzo, la Sociedad Española del Sueño (SES) tiene la voluntad de contribuir en la difusión de la importancia de los trastornos respiratorios del sueño en nuestra sociedad. El SAHS se define como un trastorno de la respiración durante el sueño caracterizado por una obstrucción parcial o completa y prolongada de las vías respiratorias superiores, hecho que conlleva una alteración de la ventilación normal durante el sueño. Sus principales síntomas son ronquidos nocturnos habituales (a menudo con pausas intermitentes, resoplidos o jadeos), trastornos del sueño y problemas de comportamiento diurnos provocados por el desorden existente en los patrones de sueño.

Los pacientes que sufren trastornos respiratorios del sueño son más susceptibles de contraer otras enfermedades relacionadas con otros sistemas. Especialmente, en edades adultas, existe un riesgo muy elevado de padecer al mismo tiempo problemas cerebrovasculares y cardiovasculares, tales como enfermedades isquémicas del corazón o accidentes vasculares cerebrales. Asimismo, la sintomatología producida por la apnea del sueño, también se puede ver incrementada si el paciente ya sufre otras enfermedades, tales como la obesidad, sobre todo en edades infantiles.

Según una investigación sobre Obesidad y SAHS infantil realizada por el pediatra David Gozal, y publicada en Pediatric Pulmonology, se estima que entre un 2 y un 3% del total de la población infantil sufre SAHS, con un pico de prevalencia comprendido entre los 2 y 8 años de edad, estableciéndose así como una de las enfermedades más frecuentes en la infancia. A pesar de tales evidencias, esta enfermedad aún sigue siendo infradiagnosticada y menos del 30% de los profesionales médicos realizan detecciones rutinarias de los ronquidos en los niños en edad escolar y adolescentes.

Destacar, que a su vez, la obesidad es una de las enfermedades más comunes en el hemisferio norte y su prevalencia sigue avanzando, especialmente, en edades muy jóvenes. A parte de los trastornos psicológicos que se pueden desarrollar en un niño obeso, tales como la depresión o las relaciones sociales deficientes, existe un riesgo muy elevado de padecer complicaciones gastrointestinales que pueden desembocar en enfermedades hepáticas y varias otras co-morbilidades, como el síndrome del intestino irritable. Asimismo, los niños obesos tienen un mayor riesgo de sufrir varios trastornos, especialmente aquellos que afectan a los sistemas cardiovascular y metabólico. La presencia simultánea de obesidad y otras enfermedades generadas por el aumento de grasa corporal representan un riesgo latente de acentuar el síndrome de apnea-hipopnea del sueño (SAHS). Ambas enfermedades comienzan a desarrollarse en una etapa muy temprana de la vida, la infancia, aunque el verdadero impacto de las enfermedades inflamatorias se hace patente a largo plazo, durante la edad adulta.

Tales hallazgos clínicos deberían alertar al personal sanitario que el reconocimiento y el tratamiento de la obesidad y el SAHS es de suma importancia y urgencia en niños, de la misma forma que es necesario la búsqueda activa de apnea del sueño en la población infantil obesa ya que más de un 40% de los niños obesos sufren trastornos respiratorios del sueño y la prevalencia de ronquido en la población general infantil obesa se sitúa por encima del 50%, según datos extraídos del estudio NANOS, un estudio cooperativo realizado por investigadores españoles.

La acumulación de morbilidades incrementa el riesgo de mortalidad, de la misma forma que aumentan los mediadores inflamatorios, hecho que determina una disfunción cardiovascular y endotelial y, en algunos casos, la aparición de diabetes y la resistencia a la insulina. En este sentido, queda evidenciada la relación entre la obesidad y el SAHS y su vinculación a muchas vías comunes que conducen a la inducción de la inflamación crónica en niños.

Un estudio realizado por el área de Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica publicado en Sleep Medicine sobre el papel de los métodos de diagnóstico simplificados del tipo de la poligrafía demuestra que la poligrafía es cada vez más efectiva para la indicación de adenoamigdalectomía y para el diagnóstico de SAHS residual. Es muy eficaz y, en niños, se utiliza de forma domiciliaria.

Por otro lado, los trastornos respiratorios del sueño tienden a aumentar con la edad y afectan a un amplio rango de población adulta. Los pacientes con SAHS tienen mayor riesgo de sufrir accidentes vasculares cerebrales (AVC). La incidencia anual de AVC es del 2 al 18 x 1000 habitantes y es la segunda causa de muerte en el mundo y la primera de discapacidad. Estudios recientes demuestran que el 63% de los pacientes que han sufrido un AVC tienen un SAHS.

El SAHS se ha establecido como un factor de riesgo para sufrir un AVC. De manera que el riesgo de sufrir un AVC aumenta hasta 6 veces en los adultos que presentan un SAHS grave y no sólo eso sino que también aumenta el riesgo de recurrencia. El tratamiento de las apneas con CPAP reduce el riesgo de los eventos cerebrovasculares al mínimo.

Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), existe una necesidad latente de realizar más estudios en esta dirección, centrados en la mejora de la adhesión y la tolerancia del tratamiento con CPAP en los pacientes con AVC con la finalidad de poder ofrecer a los enfermos una mejor calidad de vida.

El síndrome de apnea del sueno (SAHS) afecta al 4 -6% de la población general. Los pacientes que lo padecen no sólo presentan un deterioro de su calidad de vida sino que presentan un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares tales como: infarto de miocardio, arritmias, síndrome metabólico e hipertensión arterial. El tratamiento con CPAP mejora la calidad de vida de quienes padecen SAHS y disminuye el riesgo de todas estas patologías asociadas, lo que supone un importante ahorro de costes sociosanitarios.