Las dietas cetónicas aumentan los niveles de colesterol

Las dietas cetónicas aumentan los niveles de colesterol

El estudio se realizó en un grupo de mujeres sanas con normopeso (es el peso normal de una persona respecto a su estatura, es decir el índice de masa corporal ideal), a las que se administró durante cuatro semanas una dieta normocalórica con un bajo contenido en hidratos de carbono (20-25 g/día), 2-5% de la energía total en forma de hidratos de carbono; un 67-78% de la energía en forma de grasas; mientras que las proteínas representaron el 1-31% de la ingesta energética total.

Las cifras medias de colesterol en sangre al inicio del estudio fueron de 158,51 mg/dL y de LDL-Colesterol 85,07 mg/dL, pasando, tras el seguimiento de la dieta baja en hidratos de carbono, a 201,03 mg/dL y 119,88 mg/dL, respectivamente, con un incremento porcentual en las cifras de colesterol total de un 33% y en las de la fracción LDL-Colesterol de un 41%.

Según explica la doctora Beatriz Navia, profesora titular del Departamento de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid y portavoz de la campaña Pan cada día, este tipo de dieta se corresponde con las denominadas dietas cetogénicas, llamadas así por los cuerpos cetónicos que producen, en las cuales, se reduce el contenido en hidratos de carbono, a la vez que se aumenta, de forma proporcional, el aporte de proteínas, y especialmente el de grasas, para compensar la disminución de los hidratos de carbono.

En este tipo de dietas, se consumen, casi de forma exclusiva, carnes rojas, embutidos, pescados, quesos, huevos y grasas diversas, dejando un mínimo consumo de frutas y verduras y quedando prohibidos alimentos como el pan, la pasta, el arroz, las legumbres, la leche o el azúcar.

Esta experta recuerda que hay que tener en cuenta que el perfil calórico aconsejado en una dieta equilibrada incluye un 10-15% de la energía total en forma de proteínas, un 20-35% en forma de grasas y más del 50% de ésta, en forma de hidratos de carbono, por lo que, los cereales (pan, pasta, arroz, etc.) y las legumbres, alimentos con un alto contenido en carbohidratos, deben constituir la base de la alimentación.

Las dietas cetogénicas no son recomendables

“Las dietas cetogénicas, se vienen empleando desde hace décadas con el fin de perder peso y, si bien es cierto que, conducen a una bajada del mismo, presentan múltiples efectos negativos en la salud, por lo que no son dietas recomendables para adelgazar”, advierte la doctora Navia.

A diferencia de una dieta hipocalórica equilibrada, con un bajo contenido en grasas, “las dietas cetogénicas generan una exagerada movilización proteica-lipídica, una pérdida importante de masa magra y un aumento de los niveles de ácido úrico, lo que incrementa el riesgo de sufrir gota o cálculos renales. Además -añade-, al ser ricas en grasas saturadas y colesterol, aumentan el riesgo aterosclerótico, tal y como se ha demostrado en este estudio”.

Igualmente, “este tipo de dietas provoca la movilización del calcio óseo, favoreciendo la aparición de osteoporosis”, advierte. Pueden conducir, al ser bajas en fibra, al padecimiento de estreñimiento severo y, al eliminar los alimentos ricos en carbohidratos, que a su vez contienen determinadas vitaminas y minerales, pueden ocasionar deficiencias de algunos micronutrientes.

Por ello, aunque la obesidad constituye un tema complejo, una dieta hipocalórica convencional, variada (que incluya todos los alimentos) y equilibrada, con una cantidad adecuada de proteínas, grasas e hidratos de carbono, en la que se reduzcan las raciones consumidas, pero se mantengan las proporciones, acompañada de ejercicio físico, es la recomendación de esta experta como la forma más saludable para perder peso.

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Papel del entrenamiento de pesas en el tratamiento de la obesidad y patologías asociadas

Los mecanismos por los que el ejercicio físico mejora la salud son a través de la mejora de la condición física, la mejora la composición corporal descendiendo la grasa corporal y aumentando la masa muscular, a través del control de la diabetes (por el descenso de la glucemia y la mejora de la sensibilidad a la insulina), mejorando los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular como la tensión arterial, el perfil lipídico y otros factores de riesgo como la mejora de la disfunción diastólica del ventrículo izquierdo, la disminución de la rigidez arterial, la inflamación sistémica, la función vasodilatadora, etc. Por lo tanto, el ejercicio físico a través de varios frentes mejora la salud.

Entrenamiento de fuerza

Cuando se habla de ejercicio todo el mundo entiende que se trata del ejercicio aeróbico (caminar, natación, bicicleta), sin embargo el ejercicio de fuerza tiene las mismas virtudes incluso mejora la capacidad aeróbica.

El ejercicio de fuerza va a mejorar la condición física aumentando la fuerza muscular, y esto se ha visto en estudios con abuelos que mejorando su fuerza son capaces de subir más escaleras no porque tengan más fuerza -que la tienen- sino porque son capaces, a través del incremento de la fuerza, de optimizar toda la reserva en su condición física cardiorrespiratoria.

A partir de los 30 años se va perdiendo gradualmente masa muscular, sobre todo en las fibras rápidas, y con el entrenamiento de fuerza se incrementa la masa muscular y se optimiza la capacidad aeróbica.

El entrenamiento de fuerza mejora la condición física y la composición corporal. Se sabe que la disminución de la masa muscular tiene un papel relevante en el incremento de los índices de obesidad, de resistencia a la insulina, de diabetes tipo 2, de dislipemia e HTA .

Relación entre la fuerza muscular y mortalidad

El músculo es un tejido fundamental en el metabolismo de la glucosa y triglicéridos, y juega un papel relevante en el metabolismo de reposo. La fuerza muscular como tal, independientemente de otras variables, tiene una relación inversa con la mortalidad por cualquier causa.

En una revisión del British Medical Journal se observa que, para cualquier índice de masa corporal (IMC), aquellos que tienen más fuerza tienen menos mortalidad. En el caso concreto del cáncer sucede lo mismo, para los que tienen un IMC mayor de 25 se observa que los que tienen menos fuerza tienen más mortalidad por cáncer que los que tienen una fuerza moderadamente desarrollada o mucha fuerza.

En relación con la edad, aquellos que tienen más fuerza tienen menos mortalidad que los que tienen menos fuerza sean mayores o menores de 60 años y la mortalidad por el cáncer lo mismo.

Entrenamiento de fuerza para la prevención de enfermedades

Desde hace unos 10 años diferentes organismos internacionales relacionados con la salud como la Asociación Americana del Corazón, el Colegio Americano de Medicina del Deporte o la Asociación Americana de Diabetes en sus posicionamientos oficiales, en sus recomendaciones, ya incluyen el entrenamiento de fuerza con un papel relevante en todo lo que es la prevención de las enfermedades asociadas al sedentarismo y en general como una promoción de la salud.

El entrenamiento de fuerza aumenta la masa muscular. Se calcula que por cada kilo de aumento de masa muscular aumenta el metabolismo de reposo unas 21 calorías, y en el adulto de mediana edad y en el anciano la no pérdida de masa muscular se asocia a menores índices de obesidad y de masa grasa.

Estudio con varones ancianos obesos y diabéticos

Hace unos años nuestro grupo realizó un estudio con varones de 67 años de media con sobrepeso u obesidad y diabetes tipo 2. Se entrenaban dos días por semana sólo fuerza sin modificar su dieta. Se realizaban dos sesiones semanales de fuerza de 45- 60 minutos durante cuatro meses.

Los dos primeros meses se trabajaban cargas entre moderadas y suaves para los dos últimos meses subir a cargas importantes, incluso una parte de los dos últimos meses con cargas pequeñas pero a mucha velocidad para optimizar la potencia.

Observamos que tanto en piernas como brazos aumentó significativamente la fuerza de los sujetos y al no hacer dieta no varió el peso aunque si disminuyó significativamente en la semana 16 el porcentaje graso, incluso a pesar de que aumentó de media un 15% la ingesta calórica. El gasto calórico medido por acelerometría no varió. La glucemia basal en la semana 16 había bajado de media y la hemoglobina glicosilada no varió aunque realmente era bajo para lo que habitualmente se observa en la literatura.

En definitiva, con dos sesiones de pesas a la semana observamos al cabo de 16 semanas que la grasa intraabdominal medida por resonancia magnética había bajado casi un 20% sin dieta, el peso no había variado y la sensibilidad a la insulina-eran sujetos diabéticos- había mejorado un 47% de media.

Mejora del metabolismo de la glucosa

¿Qué mecanismo explica esta mejora de la composición corporal y en el metabolismo de la glucosa? La mayoría de estudios encuentran que el metabolismo de reposo en ancianos aumenta con el entrenamiento de fuerza por el aumento de masa muscular.

Hace 20 años el número uno en la fisiología del ejercicio físico, en una editorial, dudaba de que el tejido del anciano todavía guardara capacidad de adaptación al entrenamiento. Ahora hay una mayoría de estudios que demuestran que el tejido del anciano todavía, el músculo concretamente, guarda la capacidad de adaptación. Y muchos estudios encuentran que hay una ganancia de músculo cuando se entrena con fuerza.

Nuestro grupo midió grasa abdominal, no midió masa muscular, pero en otros estudios similares con un protocolo de ejercicio de entrenamiento igual observamos un incremento del área transversa del músculo de un 11%.

En definitiva, el aumento de la masa muscular con este protocolo de ejercicio va a aumentar el área de almacenamiento de la glucosa, facilita el aclaramiento de la glucosa de la circulación y reduce la insulina para mantener una tolerancia a la glucosa normal.

En otro estudio después de tres meses de entrenamiento de fuerza se observaba que la mejora del control de la glucemia correlacionaba fuertemente con el tamaño del músculo.

Y en un estudio del año 2000 la mejora de la sensibilidad a insulina después de un entrenamiento de fuerza se debía al aumento de la masa muscular sin variación de la capacidad intrínseca del músculo a responder a la insulina. No hay que olvidar que además de la masa muscular como una variable fundamental en la respuesta que hemos observado en este estudio, el ejercicio como tal es capaz de aumentar la sensibilidad a la insulina.

La resistencia a la insulina está estrechamente asociada a la grasa abdominal, parece que hay consenso en que es grasa visceral aunque hay autores que defiende también que la grasa subcutánea abdominal tendría su papel en la resistencia a la insulina. Nuestro grupo, y previamente otros autores, observamos que sólo con entrenamiento de fuerza se reducía la grasa intraabdominal subcutánea y visceral casi en un 20% aunque el peso no variaba, probablemente por un incremento de masa muscular.

Estudio con mujeres obesas y hipercolesterolémicas

Se hizo otro estudio con mujeres obesas hipercolesterolémicas que también entrenaron 16 semanas, dos sesiones por semana, 45-60 minutos por sesión, las 8 primeras semanas con cargas suaves- moderadas y a partir de la 8 semana con cargas más importantes y una parte del entrenamiento a mucha velocidad para trabajar la potencia.

Se hicieron tres grupos: un grupo control, otro que hacia dieta de -500 calorías respecto a lo que habíamos medido que gastaban al día con acelerometría, y un tercer grupo con la misma dieta anterior y las dos sesiones de fuerza.

Se observó que tanto en brazos como en piernas mejoraba la fuerza significativamente en el grupo que entrenaba. El peso disminuía significativamente en los dos grupos de las dietas y la grasa abdominal alrededor de 20% medida con resonancia magnética.

La ingesta calórica había disminuido significativamente en los dos grupos de dieta pero en el perfil lipídico se observó que había una mejora sólo en el grupo que hace la dieta y las dos sesiones de fuerza, aunque la pérdida de peso era similar al grupo que sólo ha hecho dieta. El colesterol total y el LDL sólo disminuyen significativamente en el grupo que hace la dieta y las sesiones de fuerza. Estudios metanalíticos propugnan que la pérdida de al menos un 5-6% del peso corporal conllevaría una mejora del perfil lipídico. En este caso no lo observamos –sólo con la dieta- pero sí al añadir las sesiones de fuerza mejoraba el perfil lipídico.

El índice HOMA, un marcador indirecto de la sensibilidad a la insulina, mejoró. El metabolismo de la glucosa mejoró en los dos grupos; la leptina disminuyó significativamente en los dos grupos, en el dieta y dieta y ejercicio; y la adiponectina había caído. Esto en principio era malo porque la adiponectina se asocia a un riesgo cardiovascular positivo, es decir más adiponectina menos riesgo cardiovascular. Y en el estudio se observó que de las 13 señoras del grupo 12 habían bajado su nivel de adiponectina y una se mantenía igual. Al revisar la literatura observamos que cada vez había más estudios que demostraban que no siempre la adiponectina está asociada a menor riesgo cardiovascular, a algo positivo para la salud.

En el grupo dieta y dieta más ejercicio la grasa intraabdominal -tanto la subcutánea como la visceral- había disminuido significativamente y encontramos que a diferencia del grupo sólo dieta que había perdido masa muscular, en el grupo dieta y fuerza había mantenido la masa muscular.

Curiosamente también se observó que en función de cómo se pierde el peso la grasa a nivel del abdomen se pierde de forma diferente: antes de la intervención el corte discal que más grasa subcutánea contiene es el L5-S1 y el corte que más grasa visceral contiene es L3-L4. Después de la intervención no se observan diferencias a nivel de la grasa subcutánea (sigue siendo la mayor acumulación de grasa a nivel L5-S1) y en la grasa visceral hay un cambio entre lo que ocurre en el grupo dieta y el grupo dieta y ejercicio. En el de dieta se mantiene la mayor cantidad de grasa visceral a nivel de L3-L4 y en dieta y ejercicio cambia a L2-L3.

Cuando intentamos relacionar estos cambios en los volúmenes de grasa en función del nivel discal y del tipo de intervención y lo correlacionamos con las variables relacionadas con el resigo cardiometabólico también observamos cosas curiosas. Si bien antes de la intervención el corte discal que más representa al riesgo cardiovascular es la grasa visceral de L4-L-5, después de la intervención tanto en el grupo dieta como dieta más ejercicio hay un cambio con el metabolismo de la glucosa, en el grupo dieta la grasa visceral que más se correlaciona con el metabolismo de la glucosa cambia de grasa visceral L4-L5 a L2-L3 y en el grupo dieta y ejercicio cambia a grasa subcutánea L2-L3. Es decir parece que la grasa no se comporta de forma homogénea sino que tiene metabolismo diferente en diferentes niveles abdominales y que responde de forma diferente en función de cómo se ha estimulado la pérdida de grasa corporal.

Otra dato curioso fue que la acumulación de grasa en muslo no se asoció con riesgo cardiovascular, ni antes de la intervención ni después.

Siguiendo con el riesgo cardiometabólico se hizo un estudio de la función endotelial a través de imágenes ultrasonográficas de alta frecuencia y se vio que era en el grupo dieta y ejercicio donde se observó una mejora significativa de la función endotelial independiente del endotelio. Se midió la variable antagonista del receptor de la interleuquinas 1, que es una molécula con una función antiinflamatoria importante, y se observó una correlación significativa entre el aumento del antagonista del receptor de la interleuquinas 1 y la mejora de la función endotelial.

Plan de ejercicio semanal para mejorar la salud

Cuando hablamos de ejercicio debemos de precisar qué tipo, intensidad y duración de gasto energético por sesión o semana y de frecuencia. De entrada todos los organismos internacionales recomiendan 4-5 días (y mejor todos los días) al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico moderado. Y para prevenir o tratar la obesidad aumentar hasta de 60 minutos.

Hay que integrar en el entrenamiento ambos tipos: el ejercicio aeróbico (como caminar o bici) y el de fuerza, con 6-8 ejercicios que comprendan los principales grupos musculares del cuerpo empezando por una serie y acabando por tres series (al cabo de las semanas) que permitan de 8-15 repeticiones que podrían llegar a 12-15, o incluso a 20.

La importancia de la individualización

Cuando hablamos de un 70% de frecuencia cardiaca máxima estamos hablando de ejercicio intenso y eso conlleva unos riesgos. Por lo tanto si se trata de una persona de cierta edad, que sabemos que tiene factores de riesgo cardiovasculares, hay que recomendar cargas que no hagan pasar al corazón de trabajar al 70% de la frecuencia cardiaca máxima. Y respecto al ejercicio de fuerza lo mismo: si trabajamos 12-15 repeticiones podríamos llegar a 20, pero no mucho más para no incrementar el riesgo.

La duración ideal son al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico moderado todos los días, por ejemplo caminar a buen paso, y para prevenir o tratar la obesidad subir hasta 60 minutos en bloques de 8-10 minutos que sumen al cabo del día (lo cual es más fácil de integrar en la vida diaria). Y con las pesas lo mismo: 6-8 ejercicios en 1-2-3 series de 45 minutos en dos sesiones por semana es suficiente.

Algunos estudios (como uno de la Universidad de Harvard) observaban en aquéllos que quemaban 2.000 calorías semanales haciendo un ejercicio físico extra -en cualquier grupo de edad- una disminución del riesgo de muerte significativa.

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Relación entra la microbiota intestinal y la obesidad

En el marco del 35 Congreso Nacional de SEMERGEN, la Prof. Ascensión Marcos nos explicó las principales conclusiones del estudio EVASYON sobre el papel de la microbiota intestinal en la pérdida de peso en adolescentes con sobrepeso y obesidad.

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La metodología EPODE consigue reducir la obesidad infantil desde el abordaje multifactorial

Tener éxito en el abordaje y prevención del sobrepeso y la obesidad infantil puede conseguirse a partir del desarrollo de medidas que involucren a las diferentes partes implicadas. Este es el fundamento de la metodología EPODE, un programa multifactorial que requiere involucrar a todas las partes implicadas en esta problemática para obtener un impacto mayor.

Un análisis de esta metodología, recientemente publicado en la revista científica US Endocrinology, destaca que “la participación de los responsables políticos, especialmente los locales, es crucial para movilizar al público objetivo y modificar los entornos locales”. Asimismo recuerda el “relevante” papel la industria alimentaria en este compromiso global, a través de “la creación de soluciones innovadoras para una amplia gama de productos más saludables”.

EPODE (Juntos prevenimos la obesidad infantil), cuyas primeras experiencias tuvieron lugar en Francia hace 20 años y que ya ha sido implementada en diferentes partes del mundo, tiene en cuenta la genética, los aspectos económicos, sociológicos, ambientales y psicológicos, así como los factores políticos.

El programa, dirigido a niños de hasta doce años y sus familias, se realiza pensando en el largo plazo y está enfocado al cambio de conductas poco saludables. Se realiza a partir de un enfoque positivo de los hábitos de estilos de vida saludables, sin estigmatizar culturas, hábitos de alimentación individuales o comportamientos, y adaptando los mensajes y actividades a los diferentes tipos de población (por edad, estatus socioeconómico, etc).

La metodología, que considera que transformar positivamente los entornos es la única manera efectiva de cambiar comportamientos, se desarrolló en ocho ciudades francesas entre 2005 y 2009, mostrando una reducción del sobrepeso y la obesidad en niños del 9,12 por ciento. También se puso en marcha en Bélgica un programa basado en la metodología EPODE entre un grupo de niños de uno a tres años, reduciendo un 22 por ciento la prevalencia de sobrepeso y obesidad.

“Actualmente no existen medios terapéuticos ni medicamentos que hayan probado su seguridad y efectividad en el tratamiento de la obesidad a largo plazo. La prevención es el camino más eficiente y efectivo económicamente para abordar la epidemia de la obesidad. En consecuencia, las intervenciones dirigidas a los niños y sus familias son vitales en la prevención de la obesidad y otras enfermedades relacionadas con los estilos de vida”, destacan los autores del análisis.

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El sexto mes marca un punto de inflexión en las dietas

La pérdida de peso durante una dieta es lineal hasta el sexto mes y no se ve influida ni por el tipo de tratamiento ni por la edad de la persona, según ha mostrado un estudio desarrollado en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

En concreto, la investigación ha desvelado que el sexo de la persona es un factor condicionante pero que no influyen ni la edad ni el tipo de tratamiento que siga, siempre y cuando éste incluya la restricción de alimento, el ejercicio físico y que la duración del régimen no supere los seis meses.

Por tanto, este trabajo establece que la creencia popular de que perder peso es más fácil al principio “no es cierta” en el caso de regímenes que se siguen durante un período inferior a los seis meses. Y es que, durante este tiempo no se puede establecer claramente una relación entre el momento de la dieta en que se encuentra la persona y el volumen de pérdida de peso, sino que la reducción se produce de una forma lineal.

Así, la ecuación ‘tiempo-pérdida de peso’ cambia cuando la dieta se sigue durante un tiempo superior a los seis meses, momento en el que el organismo sufre una adaptación fisiológica que hace que el ritmo de bajada de peso se ralentice, pasando a una ecuación no lineal.

En el estudio participaron 119 personas de ambos sexos, todas con sobrepeso (índice de masa corporal mayor a 25), y con edades comprendidas entre los 18 y los 50 años. Para desarrollar el trabajo, se les dividió en cuatro grupos, cada uno con tratamiento diferente. El primero de los grupos seguía un entrenamiento de fuerza; el segundo, uno basado en la resistencia; y el tercer grupo combinaba ambas técnicas y el cuarto se basaba en la restricción de la dieta de acuerdo con recomendaciones de expertos y algunas pautas genéricas de ejercicio físico.

Cada uno de los grupos hizo ejercicio tres veces por semana durante un periodo de 24 semanas y todos los individuos se sometieron a una dieta controlada y restringida. Cada 15 días, los investigadores comprobaban los resultados de la dieta, tanto en cambio de peso como en modificación de la figura corporal.

De esta forma, el estudio no ha comprobado que haya diferencias significativas en estos factores según el tipo de tratamiento o la edad. Sin embargo, sí ha observado diferentes tendencias por sexos (los hombres perdieron más peso en el mismo período), en función de la duración del régimen.

“Este trabajo nos ayuda a comprender que durante los primeros seis meses la pérdida de peso es lineal para todo el mundo, independientemente del tipo de tratamiento que se siga, pero confirma la creencia de que a partir del sexto mes la tendencia cambia. Esto es importante porque, hasta el momento, no se conoce ninguna ecuación que describa el proceso de pérdida de peso que se sigue a partir de entonces y ese es el objetivo en el que trabajamos ahora”, ha explicado el vicedecano de Calidad y Estudiantes del INEF y uno de los autores de la investigación, Pedro José Benito.

El estudio forma parte de los trabajos desarrollados dentro del proyecto Programas de Nutrición y Actividad Física para el Tratamiento de la Obesidad (PRONAF), liderado por el INEF, en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación, el Instituto de Investigación del Hospital Universitario La Paz (IDIPAZ) y el Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla.

depresión, dieta mediterránea

El papel de la dieta mediterránea en la prevención de la depresión

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La dieta mediterránea podría tener un papel preponderante en la prevención de la depresión, según asegura el miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), el doctor Miguel Ángel Martínez-González. El experto, que acaba de publicar un artículo en la revista especializada BMC Medicine bajo el título Dieta, ¿una nueva forma de prevenir la depresión?, sostiene que esta teoría “abre una vía importante al conocimiento”.

Para él, el objetivo es “anticiparse a este grave problema de salud pública”, el cual se ha convertido “en una auténtica epidemia en la sociedad actual”. Además, “la obesidad y la depresión son una peligrosa relación, ya que está demostrado que el exceso de peso se asocia con un mayor riesgo de sufrir cuadros depresivos y viceversa”, explica.

Ahondando en la publicación de Martínez-González, se observa que la dieta mediterránea no sólo protege de las enfermedades cardiovasculares y de algunos tipos de cáncer, sino que, además, “puede reducir el riesgo de depresión entre un 40 por ciento y un 50 por ciento”.

En su opinión, los alimentos clave para la prevención son “las frutas, los cereales, las legumbres, los frutos secos, el pescado y las verduras”. Además, el consumo de ácidos grasos omega 3 y el de aceite de oliva influyen en la estructura de las membranas de las células nerviosas “y mejoran el funcionamiento de la serotonina, un neurotransmisor implicado en la depresión”, asegura.

Así lo ha constatado tras realizar este trabajo sobre 10.000 voluntarios y hallar que, en los que se alimentaron de una manera similar a la que se hace en el sur de Europa, la incidencia de depresión tras cuatro años de seguimiento “resultó considerablemente menor que en el resto”.

La obesidad es más habitual en las clases bajas

Martínez-González recuerda que la depresión “puede conducir a hábitos dietéticos más pobres”, lo que también está demostrado que “acaba derivando en un exceso de peso”. De hecho, estudios anteriores han evidenciado que incidencia de la obesidad “es mayor en las clases más desfavorecidas”.

Por esta razón, el especialista de la SEEDO considera “clave” mejorar la educación en los hábitos alimentarios, ya que prevenir a tiempo “es el mejor tratamiento”. A tenor de ello, destaca la psicoterapia cognitivoconductual, la cual está indicada “para las personas obesas que sufren depresión”.

Por último, esta sociedad avala también diferentes investigaciones sobre la existencia de un componente genético común a los trastornos del estado de ánimo y a la obesidad. Una de las más recientes, que fue realizada por la Universidad de Granada, sostiene que el gen responsable del exceso de peso, el FTO, “también es el responsable de la depresión”.

Neurons

Alteraciones en las interacciones entre orgánulos dentro de las neuronas provocan obesidad

Es bien sabido que la hormona leptina juega un papel central sobre la regulación en el cerebro de la sensación de hambre. Cuando hemos ingerido suficientes alimentos esta molécula, secretada por el tejido adiposo, inhibe el apetito. Muchas personas obesas son resistentes a los efectos de la leptina a pesar de tener grandes cantidades de ésta circulando en sangre, pero se desconocen las causas moleculares por las que aparece esta resistencia.

Un trabajo encabezado por el Dr. Marc Claret, investigador del Laboratorio de Diabetes y Obesidad del IDIBAPS, describe el papel central de la Mitofusina-2 en las neuronas POMC en este proceso. El estudio, con Marc Schneeberger, investigador predoctoral (Universitat de Barcelona), como primer firmante e impulsado por la Obra Social “la Caixa” en el marco del programa de RecerCaixa de la Obra Social “la Caixa” y la ACUP, ha logrado protagonizar la portada del último ejemplar de la revista Cell.

Trabajos anteriores habían descrito que las neuronas hipotalámicas resistentes a los efectos de la leptina, que frena las ganas de ingerir alimentos, presentaban estrés en su retículo endoplasmático. El retículo endoplasmático es un orgánulo de la célula encargado, entre otras funciones, de la formación y maduración de las proteínas codificadas en el genoma y su distribución por la célula o fuera de ella. Cuando este orgánulo no funciona correctamente las proteínas no quedan bien formadas y se acumulan, impidiendo que se desarrollen con normalidad algunas funciones celulares. El trabajo encabezado por investigadores del IDIBAPS demuestra cómo este estrés del retículo endoplasmático viene precedido de una separación física entre el retículo endoplasmático y las mitocondrias.

Las mitocondrias son un orgánulo celular relacionado con la generación de energía que está tomando protagonismo en investigaciones relacionadas con patologías como la fibrosis hepática o las enfermedades neurodegenerativas. Las mitocondrias son numerosas en las células y a menudo están unidas al retículo endoplasmático gracias a la proteína Mitofusina-2. Cuando los ratones investigados en este trabajo ingerían una dieta rica en grasas, los niveles de Mitofusina-2 en las neuronas POMC disminuían. Como consecuencia, el retículo endoplasmático y las mitocondrias se despegaban provocando el estrés en el retículo endoplasmático y la aparición de resistencia a los efectos de la leptina.

Para entender con más detalle el papel de la Mitofusina-2 en el desarrollo de la resistencia a la leptina y la obesidad, se generaron ratones transgénicos que carecían de Mitofusina-2 en las neuronas POMC. Estos animales comen más, ganan peso excesivo debido a una acumulación de grasa y tienen los sistemas de saciedad y de gasto energético alterados. La causa de estas alteraciones es la presencia de estrés en el retículo endoplasmático de las neuronas POMC, lo que impide la liberación de un neuropéptido que suprime el apetito. Cuando se revierte el estrés en el retículo endoplasmático, mediante un tratamiento farmacológico, estas alteraciones se normalizan y los ratones recuperan un comportamiento normal.

Así pues, este trabajo publicado en Cell demuestra que una dieta rica en grasas puede alterar el mecanismo de regulación del apetito a través de su efecto sobre la proteína Mitofusina-2 de las neuronas POMC del hipotálamo. Este descubrimiento describe, por primera vez, un mecanismo molecular que permite relacionar el estrés de retículo endoplasmático, la resistencia a la leptina y la desregulación del apetito y el peso corporal. Algunos de los experimentos se han realizado en colaboración con el grupo del Dr. Antonio Zorzano, experto en Mitufosina-2, del Institut de Recerca Biomèdica (IRB), y con el del Dr. Tamas L. Horvath de la Universidad de Yale, un equipo que firma otro trabajo sobre este tema en el mismo ejemplar de Cell pero basado en otro tipo de neuronas. El estudio, que es uno de los primeros proyectos seleccionados dentro del programa RecerCaixa de la Obra Social “la Caixa” y la ACUP, describe un mecanismo molecular que tiene un papel central en una de las principales epidemias de la sociedad moderna, la obesidad. Ahora habrá que seguir trabajando para estudiar sus posibilidades como diana terapéutica.

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Un snack ayuda a reducir el riesgo cardiovascular en niños obesos

Investigadores de la Universitat Politècnica de València, el Hospital Universitario Doctor Peset, la Universitat de València y el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC han diseñado y comprobado la eficacia de un nuevo aperitivo de manzana impregnado con zumo de mandarina que reduce riesgos cardiovasculares en niños con obesidad y mejora su bienestar fisiológico.

Según los responsables del proyecto, 40 gramos de este producto proporcionan los componentes bioactivos de un vaso de zumo de mandarina fresco y dos manzanas.

El snack, desarrollado en laboratorio en las instalaciones del Instituto de Ingeniería de los Alimentos para el Desarrollo de la UPV, destaca por su alto potencial antioxidante y antiinflamatorio, indican estas fuentes.

Además, conserva todas sus propiedades hasta dos meses después de su elaboración. Los resultados de este trabajo han sido publicados recientemente en las revistas International Journal of Food Sciences and Nutrition, Nutrición hospitalaria e Innovative Food Science and Emerging Technologies.

Para analizar las propiedades y valor funcional del aperitivo, se llevó a cabo un estudio en el que participaron 48 niños obesos de entre nueve y 15 años que estaban siendo tratados en el Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Doctor Peset.

En concreto, se evaluó el efecto de la incorporación de los aperitivos a una dieta baja en energía, que los niños siguieron durante cuatro semanas.

Alimento funcional

A partir de este estudio, los investigadores comprobaron cómo la incorporación a la dieta del alimento funcional mejoró la presión sanguínea sistólica y el perfil lipídico (tipos de grasas presentes en la sangre) de los niños; asimismo, aumentaron las defensas antioxidantes y disminuyeron los marcadores relacionados con el daño oxidativo al ADN y con la inflamación, todos ellos factores de riesgo cardiovascular.

“No se trata de un producto que induzca una pérdida de peso en los niños, pero sí que contribuiría a mejorar su calidad de vida. La modificación del estrés oxidativo en el tejido adiposo puede ayudar en la prevención del riesgo cardiovascular asociado a la obesidad infantil y, a largo plazo, a evitar patologías como la arteriosclerosis, destaca la Pilar Codoñer, jefa del servicio de Pediatría del Hospital Universitario Doctor Peset.

Actualmente, el índice de obesidad infantil en la Comunitat Valenciana oscila entre el 12 y 13%, una cifra que sube hasta el 20% si se incluye a los menores con sobrepeso.

Proceso

Para obtener el snack, los investigadores enriquecieron rodajas de manzana con zumo de mandarina utilizando para ello una tecnología de impregnación al vacío desarrollada y patentada por el equipo de la UPV que permite incorporar ingredientes adicionales a la estructura de alimentos porosos, como es el caso de frutas y hortalizas.

“Después de varios años de trabajo, el producto está listo ya para poder ser comercializado por aquellas empresas que pudieran estar interesadas. Nuestro snack posee todas las propiedades de dos productos tan saludables como la manzana y la mandarina y no tiene ningún ingrediente añadido. Es una alternativa a productos que existen en el mercado que contienen aceites y grasas saturadas y que son muy calóricos”, destaca Noelia Betoret, investigadora principal del proyecto y profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la UPV.

Este trabajo se enmarca dentro de la tesis de Ester Betoret, investigadora también del Instituto de Ingeniería de los Alimentos de la UPV y fue financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

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20º Congreso IUNS: La nutrición personalizada basada en el genoma facilitará la predicción y prevención de la obesidad y otras enfermedades comunes

De hecho, el Dr. José Ordovás, Director del Laboratorio de Nutrigenética y Nutrigenómica de la Universidad de Tufts (Boston, Estados Unidos), explica que “a lo largo de la historia, la nutrición ha ido dando forma a nuestros genes, y catalizando los cambios que nos dieron las capacidades intelectuales que tenemos hoy en día”.

La situación actual de la nutrigenética y su evolución a lo largo de estos años es uno de los ámbitos que analizan los especialistas que se reúnen estos días en Granada con motivo del 20º Congreso Internacional de Nutrición de la IUNS.

La genética y la nutrición como actividades biológicas están muy vinculadas.Según el Dr. Ordovás, “cada uno de nosotros nos diferenciamos genéticamente de los demás seres humanos y esto hace, entre otras cosas, que la interacción que cada uno de nosotros tiene con los alimentos y sus nutrientes sea ligera o drásticamente diferentes”. De esta manera, la nutrigenética se centra en el estudio del genoma particular de un individuo para, a partir de sus características, determinar el riesgo que tiene una persona de padecer una determinada enfermedad en el futuro. Gracias a este estudio, los nutricionistas pueden recomendar un tipo de dieta u otro y minimizar dicho riesgo.

El funcionamiento de los genes depende del aporte de nutrientes y otros componentes presentes en los alimentos. Un ejemplo de ello es la tolerancia a la lactosa en el adulto que se localiza en determinadas áreas geográficas pero no en otras y que es debido a diferencias genéticas.

En este sentido, el estudio de cómo los alimentos interaccionan con los genes para dar lugar a respuestas biológicas diferentes en cada individuo, entra a formar parte de la nutrigenómica. Tradicionalmente, la nutrición personalizada ha sido clave para la prevención de enfermedades metabólicas raras. “No obstante, estamos ampliando el espectro de conocimiento a las enfermedades crónicas comunes para poder demostrar que su papel también esencial en la prevención de patologías comunes de nuestra sociedad”.

Desarrollo de la nutrigenética en la prevención de la obesidad

Más de cuarenta genes se han caracterizado asociados con el desarrollo de la obesidad. “Una persona que tenga 30 de estos marcadores genéticos será obeso si no cuida la dieta, mientras que alguien con 5 ó 10 no tendrá que ser tan estricto con la dieta para mantener un peso saludable”, explica el Dr. Ordovás. Gracias a la nutrigenética, los nutricionistas pueden conocer el perfil de los genes y si están más relacionados con el control del apetito o del metabolismo de las grasas. De esta manera, el profesional de la nutrición puede saber de antemano en qué pacientes funcionará mejor el ejercicio o un tipo determinado de dieta.

Según el Dr. Ordovás, “la nutrigenética puede ser un componente muy importante en la lucha contra la obesidad. Con la llegada de la nutrigenética, esto podrá cambiar porque las recomendaciones se podrán hacer a la “carta genómica” y se podrá implementar para enfermedades comunes entre la sociedad”.

El especialista afirma que “la genética puede influir hasta en un 50% en la obesidad. Sin embargo, matiza que “de una manera más específica estamos avanzando más allá de las interacciones de un gen con un componente de la dieta para definir un factor de riesgo tradicional como el colesterol para integrar las interacciones entre el genoma completo, con el patrón dietético -dieta mediterránea- y la enfermedad (diabetes, obesidad.)”.

ToyBox: Estudio europeo sobre obesidad infantil

Más de la mitad de los niños europeos van al colegio en coche. Esto es especialmente frecuente en Bélgica y Alemania, mientras que en países como España, ir caminando es más frecuente. Sin embargo, España es el país con mayor prevalencia de obesidad de Europa. Los resultados del estudio ToyBox presentado en el 20º Congreso Internacional de Nutrición, cifran el sobrepeso y la obesidad de los niños españoles de entre 4 y 6 años en un 24%. La cifra española contrasta con la alemana, donde menos de un 10% de los niños tiene exceso de peso.

El objetivo del estudio ToyBox (trabajo en el que han participado 6 países europeos) es la prevención de la obesidad infantil en niños de entre 4 y 6 años. Para ello, se centra, entre otros aspectos, en el conocimiento que tienen los padres en relación a la nutrición y la actividad física.”Estamos analizando los comportamientos y hábitos de la población teniendo en cuenta aspectos culturales, económicos y educacionales”, afirma el Dr. Luis Moreno,vice-presidente del Comité Científico IUNS-ICN.

El Dr. Moreno sostiene que “la principal dificultad es tener acceso a la población con más dificultades económicas. En general, el nivel de estudios es menor al igual que su participación en las actividades escolares”. Para ello, incide en que algunas de las soluciones podrían pasar por “el desarrollo de programas con especial énfasis en familias con menos recursos. Una herramienta podría ser el ofrecer de manera gratuita el desayuno y/o comida a los niños de estas familias”. Estas comidas deberían ser sanas y también un buen momento para la promoción de una alimentación saludable (variada y equilibrada).

Otra de las recomendaciones del ToyBox es eliminar malos hábitos como disponer de un televisor en el dormitorio o guardar snacks poco saludables en la cocina del hogar. Asimismo, sugiere que los padres tienen que tener presente que su papel no es sólo dar a los hijos una alimentación saludable, sino actuar como modelos, pues los niños copian su conducta.

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20º Congreso IUNS: Un estilo de vida saludable, clave para prolongar la esperanza de vida

Un estilo de vida saludable es clave para prolongar la esperanza de vida, no sólo en número de años sino también en la calidad de los mismos. Esta es una de las principales conclusiones del simposio organizado por la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA), Aspectos clave a considerar en el contexto de una vida saludable, recientemente celebrado en el marco XX Congreso Internacional de Nutrición, que se desarrolla estos días en Granada.

Y es que, mantener unos niveles óptimos de hidratación, evitar la ingesta de alcohol, evitar el tabaquismo, sea o no pasivo, llevar una dieta rica en frutas y verduras o evitar el sedentarismo, es decir, llevar un estilo de vida saludable supone evitar factores que predisponen a diferente enfermedades, como la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipercolesterolemia o las enfermedades cardiovasculares.

Ante esto la Dra. Pilar Riobó, jefe de Endocrinología y nutrición de la Fundación Jiménez Díaz, afirma que “una adecuada nutrición es una de las mejores herramientas para prevenir enfermedades. En España tenemos la suerte de contar con la dieta mediterránea, uno de los mejores ejemplos de calidad nutricional. No existe una adecuada relación entre las calorías que consumimos y las que gastamos, lo que conduce poco a poco hacia la obesidad”. Y añade,”no podemos olvidar que no existe una correcta nutrición sin una hidratación adecuada. De hecho, los expertos recomiendan de forma general ingerir entre 2 y 2,5 litros diarios a través de las diferentes bebidas, como zumos, refrescos o sopas que ayudan a adquirir los niveles deseados aportando variedad de sabores”.

Algunos expertos aseguran que el aumento de la obesidad podría conducir hacia la primera generación con una esperanza de vida inferior a la de sus padres. De hecho, hay estudios que demuestran que a la edad de 40 años una mujer obesa no fumadora pierde unos 7 años de esperanza de vida, una cifra que se sitúa en los 5,8 años en el caso de los hombres.

Para prevenir la obesidad, además de llevar una nutrición adecuada, la Dra. Pilar Riobó recuerda que “dormir las horas necesarias, recuperar hábitos cada vez más en desuso, como las comidas en familia o fomentar la lactancia materna, son algunos trucos para prevenir la obesidad”. Y añade “otro factor importante hoy en día es el consumo de fármacos, como los antihistamínicos o los antidepresivos, que va en aumento”.

La obesidad un problema complejo y multifactorial

La obesidad es consecuencia de muchos factores, como la alimentación inadecuada, el sedentarismo, los factores genéticos o el metabolismo individual, entre otros. Ante esto la Dra. Riobó recuerda que “es importante también desmentir algunos mitos entorno a la obesidad, como que se produce únicamente por el consumo de determinados alimentos; debemos recordar que no hay alimentos buenos ni malos sino dietas equilibradas”.

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20º Congreso IUNS: El sobrepeso y la malnutrición son indicadores claves de desarrollo

Desarrollo y salud son dos elementos intrínsecos beneficiarios y colaboradores el uno del otro: sin desarrollo no hay salud y sin salud no hay desarrollo. La nutrición es un elemento clave en la salud y así lo ha reflejado la doctora María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la sesión inaugural del 20º Congreso Internacional de Nutrición de la IUNS.

Según los expertos, la salud es un indicador muy significativo de la situación y las prioridades de la población. Las políticas de desarrollo pueden potenciar o debilitar los factores determinantes de la salud a nivel mundial. La doctora Neira ha explicado su importancia: “Es esencial tener en cuenta las consecuencias que pueden acarrear para la salud las políticas llevadas a cabo en todos los sectores, ya sean políticas alimentarias, energéticas, de transporte o de agua. Por tanto, alcanzar las metas de desarrollo sobre salud requiere cohesión política y soluciones compartidas a nivel global y a través de múltiples sectores”.

Dentro de las metas de salud, cabría destacar, las políticas de alimentación y agriculturas sostenibles, fundamentales para acabar con el hambre y la desnutrición, así como para lograr la seguridad alimentaria a largo plazo y la seguridad nutricional para todos. Ambas metas tienen como objetivo mejorar la eficiencia de los sistemas de producción agrícola, así como preservar los diversos ecosistemas de los que depende la oferta y el abastecimiento mundial de alimentos.

Por otra parte, con el fin de alcanzar mejorías en aspectos determinantes relacionados con la salud, los expertos consideran que sería conveniente centrarse y seguir diferentes indicadores claves como por ejemplo el sobrepeso o la desnutrición. Por su parte, la doctora Neira ha asegurado que “para poder avanzar hacia modelos sostenibles de seguridad alimentaria y nutricional los indicadores de nutrición deben reflejar tanto la falta como el exceso de alimentación”. “Resulta imprescindible que todas las personas tengan acceso equitativo a los alimentos de alta calidad, ricos en micronutrientes y que contengan la cantidad mínima de aditivos y residuos químicos garantizando la salud de salud de las población”, ha añadido.

Asimismo, el retraso en el crecimiento es considerado entre los expertos como un indicador esencial sobre el que trabajar para alcanzar las metas de desarrollo sostenible. “El retraso del crecimiento infantil no es sólo un indicador de la salud del niño, sino también del desarrollo social y económico global de la población”. En este sentido, una mejor nutrición (menos grasas saturadas, una mejor proteína animal y más frutas, verduras o frutos secos), una dieta equilibrada, así como el acceso a alimentos saludables pueden proporcionar señales muy válidas que permitan continuar trabajando en esta línea.

Por lo tanto, tal y como ha defendido la doctora Neira, “es necesario adoptar un enfoque político global que tenga en cuenta la contribución de la salud al desarrollo sostenible, y la importancia e influencia determinante que ejerce sobre múltiples sectores”. La situación que se plantee después de los ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) de 2015 se perfila como una oportunidad para generar una nueva arquitectura global en lo que a salud se refiere y así responder a las necesidades y prioridades de los países y desempeñar un papel más efectivo en el objetivo común de alcanzar “una salud para todos”.

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Los hábitos del verano incrementan el riesgo de que niños y adolescentes aumenten de peso

 

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La época estival tiende a ser un momento del año, junto con la Navidad, en la que los buenos hábitos nutricionales tienden a relajarse. “En los meses previos al verano se observa mayor sensibilidad para adoptar medidas preventivas o terapéuticas encaminadas a tratar el exceso de peso”, explica el doctor Javier Salvador, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Sin embargo, una vez inmersos en las vacaciones, esta actitud queda aparcada, cuando según el experto, “sería óptimo aprovechar los meses de verano para iniciar un cambio en los hábitos nutricionales y de estilo de vida que permita retomar un camino de salud para el resto del año”.

Así, en las vacaciones se tiende a comer mayor cantidad de alimentos de alta densidad energética como la “comida basura”, dulces o bebidas gaseosas calóricas. “Esta actitud provoca que se adquiera un esquema de alimentación desordenado basado en la ingesta de múltiples tomas y a horas muy distintas, incluyendo horas nocturnas que pueden llegar a alterar los patrones del sueño, lo que no siempre va acompañado de un incremento en la actividad física”, alerta este experto. Sin embargo, hay excepciones y muchos niños y adolescentes consiguen mejorar su composición y su peso corporal en el periodo vacacional ya que “se les permite realizar más actividad física y realizar una alimentación más ligera, rica en verduras y frutas y no tanto en alimentos con alto contenido en grasas”.

No hay alimentos prohibidos o inadecuados

“En cómo se alimenten sus hijos tienen un papel fundamental los padres”, afirma el doctor Salvador. “En el período estival la convivencia familiar puede hacerse más frecuente y, por tanto, el impacto de la educación nutricional en ese ámbito sigue siendo extremadamente importante- y añade- muchos niños imitan lo que han visto y vivido en su familia, por lo que su salud nutricional se ve influida de forma prioritaria por el ambiente doméstico”.

“No hay alimentos prohibidos o inadecuados, sino la ingesta incorrecta en frecuencia y cantidad de algunos de ellos lo que genera el problema del sobrepeso”, asegura el doctor Salvador. “No hay problema si uno se excede en la ingesta de verduras, pero sí si lo hace de forma continuada en la de alimentos con alta densidad energética, como dulces, helados, bebidas hipercalóricas, embutidos o alimentos ricos en grasas animales”, asegura. “Los alimentos ricos en fibra, las hortalizas, verduras, frutas, pescados o carnes blancas son más aconsejables, especialmente si se cocinan de manera que no se añada más contenido calórico: a la plancha o al vapor, por poner algunos ejemplos”.

Los alimentos ricos en carbohidratos de absorción rápida y aquellos ricos en grasas, especialmente de origen animal, son los que más promueven el aumento de peso y grasa corporal, por lo que es necesario prescindir de este tipo de alimentos en su justa medida, lo que no quiere decir eliminarnos por completo de la dieta. “Plantearse llevar a cabo una dieta drástica es poco inteligente porque atenta contra la salud y no necesariamente mejora la situación de sobrepeso y obesidad. Hay que huir de la realización de dietas excesivamente hipocalóricas y carentes en uno o varios grupos de alimentos que puede hacer que uno pierda peso precisamente del compartimento que ha de mantenerse como la masa muscular, ósea o del agua del organismo”, asegura el doctor.

Especialmente sensibles a este tipo de dietas son aquellas personas con patologías asociadas como diabetes, hipertensión, trastornos hepáticos o renales, ya que una alimentación inadecuada “puede tener repercusiones muy serias”. Es por este motivo, explica el doctor Salvador, por el cual “si existen dudas sobre el tipo de alimentación que uno debe hacer, y especialmente si existe algún tipo de enfermedad asociada, es conveniente consultar a los profesionales sanitarios especialistas en este terreno para obtener una información rigurosa y un consejo eficaz y seguro para su salud”.

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