alimentación y felicidad

Cómo influye la alimentación en la felicidad

 

alimentación y felicidad

Tenemos una capacidad no explotada completamente de regular nuestras emociones. Podemos elegir -hasta cierto punto- qué emociones tener, gestionarlas para que se parezcan a lo que queremos estar experimentando, y así lograr la felicidad.

Los componentes de la felicidad

La felicidad entendida como un todo es difícil de conseguir, pero si la separamos en distintos componentes más pequeños nos va a costar menos conseguirla. Y los competentes podrían ser: energía, las ganas de hacer cosas, que tiene que ve con el optimismo y es una experiencia muy física, nos sentimos con fuerzas; en segundo lugar el estado de ánimo (quizás esto es lo que más tenemos identificado con la felicidad), es la vivencia emocional de encontrarnos bien; y en tercer lugar la satisfacción, que sería la valoración que hacemos en un periodo largo de nuestra vida en la que nos paramos a pensar si nos gusta lo que hemos vivido hasta ahora.

La relación entre estos tres aspectos va a amplificar mucho o va a permitir entender cómo actuar sobre nuestra felicidad. Sobre la satisfacción el efecto de la alimentación lo ejercemos a través de nuestra capacidad para conseguir cosas. Sentirnos satisfechos es valorar que hemos sido capaces de hacer lo que nos propusimos, de que hemos alcanzado metas o retos con nuestro esfuerzo, y para eso tenemos que tener nuestra cabeza ágil y con la capacidad de resolver problemas de una manera rápida y eficaz.

¿Cuáles serían las claves de esta forma de alimentarnos para potenciar cada uno de estos componentes?

Energía

¿Qué es lo que nos suele subir la energía? El azúcar, las cosas dulces. Su efecto es inmediato pero probablemente al cabo de 30-45 minutos desciende. Por lo tanto para sentirnos bien en un momento puntual es una buena idea ingerir hidratos de carbono. Pero si queremos estabilidad y que la emoción no varíe necesitamos otro tipo de alimentos: los cereales, como pasta y arroces integrales. La relación que hay entre el estado de ánimo y el consumo de hidratos de carbono está mediada por la serotonina.

Asimismo, la mejor fuente para aportar energía de manera duradera son las proteínas, de hecho cuando nos pasamos de proteínas pasamos de estar enérgicos a estar tensos, e incluso hostiles. En los estudios realizados se ha visto que con una proporción elevada de proteínas en el desayuno la sensación de energía es mayor, más duradera y más controlada.

Satisfacción

La satisfacción también tiene que ver con la ingesta de proteínas. A nivel intelectual uno de los resultados más llamativos es que la ratio de proteínas cuando está un poco más alta permite que los efectos de aprendizaje duren más. Estar cargados de azúcar nos hace estar más alerta y podemos procesar la información más rápido pero el aprendizaje es más eficaz cuando balanceamos bien el consumo de proteínas.

Estado de ánimo

Y por último la gran clave de la alimentación y las emociones, y el rendimiento son los ácidos grasos. Por un lado mejoran el estado de ánimo, hacen que haya más serotonina disponible y que hagamos mejor uso de ella. Y por otra parte también afecta al rendimiento sobre dos procesos críticos, que tienen que ver con la capacidad de nuestro sistema nervioso para ser plástico, para adaptarse y aprender más; y para oxidarse menos, para envejecer intelectualmente un poco más despacio.

Eso es sin duda la clave de la alimentación. Y no siempre lo respetamos. Muchas veces nos saltamos el desayuno. No es sano hacer pocas comidas de grandes ingestas, no es sano a nivel emocional ni a nivel de rendimiento intelectual. Después de un periodo largo sin comer darnos una dosis alta de comida nos induce rápidamente en un periodo de bajón, de hecho en la literatura científica se llama “bajón post-almuerzo” y va de media hora hasta 3 horas donde podemos estar en una especie de aletargamiento intelectual que puede tener un coste alto en el mundo laboral, por ejemplo.

Por lo tanto hay que distribuir más y mejor la cantidad de comida que ingerimos en diferentes tomas, dejando que no pasen más de tres horas o tres y media entre una comida y otra.

El desayuno es clave

El desayuno es clave y debería de contener el 20% o más de las calorías que necesitamos para el resto del día. Y esto deberíamos hacerlo con todas las comidas, trocearlas en unidades entorno al 20%, de forma que estaremos mucho más activos y mejor a nivel emocional durante todo el día.

También es importante enseñarle esto a los niños. La capacidad de contagiar las emociones es muy alta y la capacidad de servir de modelos a gente que nos observa también.

 

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Bajar de peso a una edad temprana, ayuda a revertir el daño al corazón

La investigación indica que “cuando los ratones ya son obesos, mayor es el riesgo de que su daño en el corazón sea irreversible”, afirma Majd AlGhatrif, autor principal del estudio, publicado en Cardiovascular Translational Research, y profesor asistente de medicina de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

“No sabemos si el mismo principio se aplica a los seres humanos y, en caso afirmativo, cuál sería el punto de inflexión. Pero el mensaje básico es que la pérdida de peso, más temprano que tarde, sería más beneficiosa”, dijo Lili Barouch, autora principal del estudio, cardióloga y profesora asistente de medicina de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins. “Sin duda merece más estudios para ver si los resultados serían similares en las personas”, agrega.

Barouch dice que es bien conocido que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular en las personas y algunos estudios han demostrado que la reducción de calorías y la pérdida de peso pueden revertir algunos de los efectos perjudiciales de la obesidad sobre el corazón. Pero, según esta investigadora, no ha quedado claro si la duración de la obesidad en las personas o su edad genera una diferencia en términos de la capacidad del corazón para recuperarse.

Para arrojar luz sobre esta cuestión, los investigadores estudiaron los efectos de la restricción calórica en dos grupos de ratones, uno joven y uno viejo. Los ratones jóvenes tenían dos meses de edad (similar a los adultos jóvenes), mientras que los roedores mayores estaban entre los 6 y los 7 meses de vida (similar a la mediana edad en los hombres).

Todos los ratones fueron manipulados genéticamente para nacer sin leptina, una hormona que provoca una sensación de estar lleno, por lo que su deficiencia provoca comer en exceso y obesidad, así que siempre tenían comida y comían en exceso. Ambos grupos registraban evidencia de daño cardiaco, incluyendo rigidez diastólica, lo que afecta a la capacidad del corazón para relajarse y llenarse de sangre y que puede conducir a insuficiencia cardiaca.

Tanto los ratones jóvenes como los viejos perdieron una cantidad similar de peso con la dieta restringida en calorías después de cuatro semanas. Sin embargo, en los más jóvenes, la disminución de calorías tenía efectos positivos sobre el corazón, incluyendo un retorno a la función diastólica normal y una reducción de depósitos de grasa en las células del corazón, mientras que en los más viejos, la función cardiaca deteriorada se mantuvo a pesar de que se observó una reducción en el estrés oxidativo que daña el corazón.

A pesar de que los investigadores descubrieron una vía dependiente de la edad que conduce a la obesidad relacionada con la disfunción cardiaca reversible sólo en los animales más jóvenes, Barouch dice que se necesitan más estudios para determinar cuáles son los hallazgos que podrían ser significativos para la alteración de las enfermedades del corazón en las personas. Mientras tanto, este experto confía que el estudio anime a las personas obesas a tratar de perder peso lo más pronto posible con el fin de reducir su riesgo de enfermedad cardiaca más adelante.

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Alimentación, nutrición y sociedad en el siglo XXI: ¿Quo vadis?

El profesor Jose Maria Bengoa hablaba de tres objetivos vitales:

-Defendernos ante la muerte, la enfermedad y el deterioro de los años.

-Alcanzar la belleza y el amor como signos positivos de la vida. No conformarnos con la ausencia de enfermedad, sino promover un estado físico y psíquico armónico y positivo.

– Y lograr un bienestar y felicidad social razonables, como signos de solidaridad y equidad social.

En todos ellos la alimentación, y por ende la nutrición, tienen que ver. Pero no debemos olvidar que “la existencia es una aventura de la que nadie sale vivo”.

¿Sabemos lo que comemos?

Actualmente vivimos en una sociedad muy avanzada tecnológicamente pero sin embargo la dieta no la conocemos y por ello es muy difícil de ajustar bien lo que debemos ingerir.

En la casa de la dieta conviven diferentes pisos. En el primer piso está la fracción nutritiva, que constituyen los 50 nutrientes que necesitamos, y por otro lado tenemos la fracción no nutritiva en la que se encuentran los componentes naturales de los alimentos (los grandes secretos de los alimentos), los componentes bioactivos que vamos conociendo poco a poco como los flavonoides y polifenoles, y los aditivos y contaminantes.

Uno de los principales retos es dar instrumentos a la población para conocer los beneficios riesgos de consumir determinados alimentos. En definitiva, decir que no conocemos bien lo que comemos.

¿Cuántas comidas haremos a lo largo de nuestras vidas?

Comer y beber es la actividad que con más frecuencia se hace a lo largo de la vida. Si hacemos un cálculo considerando tres comidas al día y las expectativas de vida se obtiene que las mujeres harán más de 90.000 y los hombres unas 82.000. Y la pregunta es ¿cuántas de esas comidas suponen riesgo? Puede haber riesgos, pero no ha habido un momento en la historia en el que tengamos alimentos tan seguros como en la actualidad.

Heterótrofos y omnívoros

El ser humano es heterótrofo (incapaz de elaborar su propia materia orgánica a partir de sustancias inorgánicas, por lo que debe nutrirse de otros seres vivos) y omnívoro; y por tanto tenemos que elegir los alimentos que contienen los nutriente a partir de otras especies.

Otro aspecto significativo es que no se tiene hambre específica de nutrientes, que sí tienen otras especies. Por lo tanto tenemos que dar a la población conocimiento para elegir adecuadamente los alimentos que constituyen la dieta.

El profesor Francisco Grande Covián decía que “es más fácil cambiar de religión que de hábitos alimentarios”, sin embargo actualmente sí que estamos modificando nuestros hábitos alimentarios.

¿Somos autónomos ó heterónomos?

Ésta es otra pregunta que nos debemos plantear. Actualmente no somos muy autónomos y tenemos tendencia a echar la culpa a otros: “no sé lo que como”; “¿qué nos estarán dando?”; “si yo como lo de siempre.”; etc… Pero en realidad sólo tienen “excusa” las personas dependientes y los pacientes hospitalizados. En el caso concreto de la alimentación institucional, casi desde que nacemos en el comedor de la guardería, escuela, universidad, empresa y en geriátrico hasta la muerte… Estamos en manos de otros. Realizamos más comidas fuera de casa por deber o por placer.

¡Qué cambios!

Se han producido una serie de cambios:

-La ingesta de fibra, en las sociedades occidentales, es 5-10 veces menor que antes.

-El consumo de grasa saturada es 3-4 veces mayor.

-Se consumen 5-10 veces menos AGPI ω-3.

Vivimos en dos mundos opuestos, también en nutrición, uno de opulencia, o malnutrición por exceso, y otro de malnutrición por defecto y de la pobreza. Probablemente nosotros veamos que la malnutrición por defecto sea vencida, pero no soy tan optimista con respecto a la obesidad y patologías relacionadas.

De ese mundo de la obesidad, que es contagioso y transmisible, hay estudios dramáticos sobre como las familias obesas hacen mascotas obesas y como los amigos obesos hacen amigos obesos. Por ello la OMS, por primera vez, declara a una enfermedad no contagiosa como la epidemia del siglo XXI.

¿Nos pesamos o nos miramos al espejo?

Lo saludable sería controlar el peso y no mirarnos tanto al espejo, porque empieza a ver una distorsión en la imagen corporal de cada uno y también la colectiva hacia el exceso.

Los ideales corporales de belleza femenina han ido cambiando, desde la Venus de Willendorf 20.000 años antes de Cristo (de medidas corporales 240, 220, 240), después la Mis Valle del Indo (112, 85, 158), la Venus de Samotracia (105, 107, 110), la Miss Mundo (90, 60,90) hasta la Top Model actual. Actualmente estamos volviendo hacia la Venus.

Sedentarismo

Además de la alimentación tenemos que hablar de la actividad física, y el problema del sedentarismo también se contagia. Así el sedentarismo se debería reconocer como una patología por la OMS.

La Dieta Mediterránea, nuestro gran mensaje nutricional

Cuando en Google se buscan estos términos hay las siguientes entradas: estilos de vida saludables: 1.070.000; sedentarismo: 2.680.000; obesidad: 13.900.000; malnutrición: 1.020.000; mediterranean diet: 5.060.000; dieta mediterránea: 1.140.000.

El profesor Ancel Keys, en un libro del año 1959, reconocía los beneficios de la dieta mediterránea y daba las siguientes recomendaciones:

-Mantener el peso adecuado.

-Reducir el consumo de grasa saturada.

-Usar preferentemente aceites vegetales y mantener el aporte calórico de las grasas por debajo del 30%.

-Consumir verduras, frutas, y lácteos descremados.

-No abusar de la sal ni del azúcar refinado.

-Realizar regularmente ejercicio físico.

-Evitar el tabaco, alcohol y excitantes.

-Visitar al médico con regularidad y evitar preocuparse en exceso.

El mensaje hoy sigue siendo el mismo. La única diferencia es que lo que se escribía en los años 60 estaba muy a pie de calle, es decir, era fácil de seguir por la población. Sin embargo, ahora nos cuesta mucho seguir.

En la dieta mediterránea además de las propiedades de los alimentos (bien conocidas) aparece un estilo de vida de socialización durante las comidas, la práctica regular de actividad física, e incluso la siesta. De hecho, en la última pirámide de la DM en la parte inferior se recupera el concepto de socialización, de comer en familia, de disfrutar. No es sólo importante lo que se come, sino cómo se come.

También debemos reflexionar sobre la distinta suerte de los alimentos de la DM, algunos casi se consideran mágicos como las nueces, el aceite de oliva o el vino. En cambio otros han tenido mala suerte como las legumbres, el pan o los cereales. Son los grandes olvidados.

Sobre el convencimiento de “ser mediterráneo” cito la reflexión del antropólogo Jesús Conteras: “somos un país mediterráneo; por lo tanto comemos dieta mediterránea; la dieta mediterránea es sana…nosotros comemos sano”. Sin embargo, la realidad es bien distinta.

¿Es más cara una dieta saludable, la DM?

Hay una percepción (equivocada en gran parte) de que la dieta saludable es más cara, y de que frutas, verduras, pescado y alimentos de calidad nutricional añadida tienen un mayor precio. La relación tamaño precio influye y el coste energético de los productos frescos es mucho más elevado que el de azúcares añadidos y/o grasas. Sin embargo podemos usar legumbres y pan, pero a veces no tenemos las herramientas suficientes para hacerlo. El coste energético de alimentos en relación con la densidad energética del pescado, vegetales y fruta comparado con azúcares o aceites es mayor pero hay un amplio rango de precios en las más de 100 especies de pescados de nuestros mercados, por tanto podemos elegir.

Valoración nutricional de la dieta española

Los datos son elaborados conjuntamente con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente desde la Fundación Española de Nutrición, es la valoración nutricional de la dieta española con datos de más de 8.000 hogares y también en instituciones y restauración colectiva.

En el menú medio actual hay fortalezas y debilidades. En población adulta hay que destacar que el consumo de pescado y marisco es elevado (100 gramos por persona y día); también que el consumo de frutas y verduras supone más de 600 gramos al día; y que el aceite de oliva sigue siendo el mayoritario.

Pero también hay debilidades: el consumo de legumbres es paupérrimo; sigue siendo bajo el consumo de cereales; y ha habido un aumento espectacular de las bebidas sin alcohol. La pirámide alimentaria recomendada es seguida sólo por un 50% de la población.

En relación con el perfil calórico (de dónde obtenemos la energía) en los años 60 las recomendaciones eran cumplidas por nuestros padres o abuelos, pero en la actualidad no.

¿Cómo ha evolucionado el consumo de energía? En todos los países ha habido un incremento de la disponibilidad energética, lo que en principio es un dato positivo, pero se puede volver en nuestra contra si la elección de nutrientes no es correcta. Y respecto a la calidad de la grasa, aunque la cantidad de grasa total no nos gusta, si que el porcentaje de grasa monoinsaturada (gracias al aceite de oliva) es un factor de protección en la dieta.

¿En qué hemos fallado?

Nunca hubo tanto donde elegir, ni menos tiempo y capacidad para hacerlo. Y como dice el profesor García Diz: “¿Por qué si los animales en libertad y el hombre, hace escasamente 40 años se alimentaban correctamente sin necesidad de nutriólogos, tablas de composición de alimentos, etiquetados nutricionales, legislaciones proteccionistas, etc…, parecemos ahora tan incapacitados?

Actualmente aspiramos a encontrarnos con un buen plato de carne o pescado aderezado con una pequeña guarnición. Sin embargo en el pasado aspiraban a tener un potaje con una base de legumbres, cereales y si es posible un pequeño aporte de proteína animal. Además ha cambiado la cantidad, el filete medio hace 30 años era de 140 gramos, pero ahora es de 250 gramos.

Uno de los principios de la dieta correcta es variedad, equilibrio y moderación. Sin embargo la variedad sólo no garantiza una buena dieta, o por lo menos la correcta elección de alimentos hacia una buena dieta.

Para nuestros padres y abuelos bastaba con dos factores: placer (lo que me gusta y conozco) y mantener la salud (me sienta bien); actualmente hemos añadido: la relación tamaño/precio, la facilidad de preparación y la duración. Y los datos a través de los estudios del ministerio nos dicen que en primer lugar está la relación tamaño/precio y en último mantener la salud.

Alimentación verticalizada

Nos cuesta cada vez más ver el plato horizontal, ver los alimentos (como lo hacían nuestros padres y abuelos). Nos hemos acostumbrado a comer en vertical, con productos muy bien diseñados nutricionalmente pero que no vemos cuáles son las materias primas de origen. Éste es un tema especialmente preocupante en el caso de los niños. Y además esto dificulta la educación nutricional.

Socialización de las comidas

No debemos olvidar que durante milenios la alimentación fue la primera actividad del hombre, incluso tuvo una especial importancia en la formación de la familia. El hombre comienza a compartir su botín alimentario con una determinada mujer y con sus hijos, organizando su vida en torno a la alimentación, uno cazando o pescando y la otra recolectando o elaborando la comida.

Es decir, es en las comidas familiares donde se afirma la pertenencia al mismo grupo y se adquieren hábitos saludables, y valores. Ahora, ¿quién transmite esos valores? Y cuando congregarse en torno a la mesa de la comida desaparezca, ¿dejará de existir la familia o en la sociedad futura se podrá sobrevivir sin familia? Hay que recuperar a los clásicos. En un tratado de Faustino Cordón explica que la cocina es lo que nos hizo realmente humanos. Además también estamos en un momento de pérdida de habilidades culinarias, sobre todo en la gente joven.

La alternativa son los alimentos procesados, pero ¿tienen beneficios o riesgos? Me gustaría recordar que el procesamiento industrial de los alimentos ha sido una de las revoluciones en los últimos 100 años, sin embargo ahora hay una tendencia hacia el crudismo.

Nuevos estilos de vida y nuevas maneras de comer

Ha habido una prolongación del período dedicado al trabajo remunerado y fuera del hogar por parte de las mujeres, se han redistribuido las tareas en el hogar pero en el conjunto ha disminuido el tiempo dedicado a cocinar.

Ha habido una modificación en los tiempos de trabajo y en los ritmos sociales en general; han cambiado las estructuras familiares (hemos pasado de un módulo de 3,5 a 2,9 en 30 años), y hay más hogares con personas solas.

Han aparecido aplicaciones tecnológicas: nuevos equipamientos domésticos (el micro-ondas) y alimentos más fáciles de preparar.

Ha surgido un fenómeno de individualización y simplificación de las comidas: aumenta el número de comidas que se hacen en solitario; se amplían considerablemente las franjas horarias de todas y cada una de las ingestas; se amplían y diversifican los lugares donde se realizan las ingestas, tanto en el hogar como fuera.

Se produce la desconcentración o transferencia de las comidas sólidas (relativamente concentradas en la comida y en la cena) en beneficio de las pequeñas comidas (el desayuno, el “bocata” o “tentempié” de la mañana, la merienda y el “bocata” de la noche son las más frecuentes y más copiosas).

El menú de las comidas principales se simplifica: la comida principal al “nuevo estilo” se organiza alrededor de un solo plato.

La desimplantación: las “nuevas” comidas no tienen lugar a horarios fijos: “brunch”; “aperitivo-comida”; “merienda-cena”.

La deslocalización: la “comida tradicional” tenía lugar en la cocina o en el comedor…¿y ahora? se añaden la habitación (0,9 % de las meriendas y 0,5 % de las cenas) y el sofá (10,6 % de las cenas). En el exterior, al restaurante, el café y el comedor de empresa, se añaden la calle y los parques o jardines (2,1 % de las comidas del mediodía).

La “nutrición silenciosa”

Se trata de hacer todo rápidamente y varias cosas al mismo tiempo. Y recodar la definición de Tagle de “alimento rápido”: el que se recibe dentro de los tres minutos de ordenarlo y se consume en veinte minutos o menos. Además es el mundo en silencio: para comprar en el supermercado no hay que hablar, para comer en un “self-service” se toman los platos en silencio y con los “TV dinners” se come ensimismado.

Cambios en la estructura del consumo privado

Cada vez dedicamos un porcentaje menor a alimentación y hemos aumentado el tiempo de ocio, pero que no lleva a que socialicemos más en la alimentación. Se va desterrando el mercado tradicional, donde hay más producto fresco y por otro lado es más difícil de ir en coche.

La crisis hace que tiremos menos comida, pero todavía se puede hacer mucho más.

Hay preocupación por la alimentación en relación a la salud. Lo que peor se ha modificado del 2009 al 2112 es hacer ejercicio regularmente, que está en un porcentaje muy bajo. Sin embargo ha aumentado mucho la disposición a pagar por alimentos más naturales, o intentar preparar comidas más equilibradas.

Lo que más nos gusta comer entre los platos de verduras son la ensalada verde, la ensalada de tomate y las judías verdes. Ha habido una explosión espectacular en los productos que nos ayudan en la cocina como las ensaladas preparadas, salsas de tomate, sopas frías.

Se publican muchísimos libros de cocina, hay muchos programas de cocina en antena pero cocinamos menos.

También nos gusta la comida de otros países, en apenas 10 años se ha duplicado el consumo.

Por último decir, que lo importante son los alimentos, los que nos convocan y nos expresan. No lo hacen los nutrientes ni las sustancias bioactivas.

Y por último…

El vaticinio de futuro de Patricia Aguirre: “si usted vive en alguna provincia donde todavía duerme siesta, lamento decirle que es algo así como un dinosaurio de la comensualidad, al que aún no le cayó el aerolito de la modernidad postindustrial, pero le caerá, tarde o temprano, le caerá. Aunque sepa que al mediodía hace 42 grados a la sombra y la productividad baja si trabaja a esa hora, preocúpese, porque en algún escritorio, en ese mismo momento algún iluminado del mercado o del estado, está sacando cuentas para incluirlo en el horario continuado, no importan sus ritmos biológicos, su cultura horaria o la estacionalidad medioambiental”.

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Cronobiología y Obesidad: una orquesta desafinada

La Cronobiología se define como la ciencia que estudia los ritmos biológicos de los seres vivos, del griego kronos (tiempo), bios (vida) y logos (estudio). Sobre todo se fija en los ritmos circadianos, circa significa alrededor y día de 24 horas, y son las variaciones que sufrimos a lo largo del día.

A pesar de ser una ciencia muy moderna (ha explotado en los últimos 10 años), como muchas ciencias se basa en la observación de la naturaleza, es muy antigua en realidad. Ya Linneo observando que los pétalos de las flores cambiaban a lo largo del día elaboró un reloj que representaba las horas del día en función de las horas de máxima apertura de las flores del campo.

Los humanos también tenemos ritmos, es decir, no somos iguales por la mañana que por la noche. De hecho sabemos en fisiología que la máxima alerta la tenemos a las 10 de la mañana, que hay una caída importante a las tres de la tarde (hora de la siesta) y que a las 5 de la tarde tenemos la máxima fuerza muscular. Asimismo la temperatura corporal tiene su máximo nivel a las 7 de la tarde (los niños suelen tener fiebre por la tarde).

La temperatura y la melatonina

Desde el punto de vista cronobiológico son interesantes dos variables muy importantes que nos van a ayudar a conocer nuestros ritmos internos: la temperatura corporal y la melatonina (se llama la noche química) que representa la noche en nuestro cuerpo. De hecho tiene una alta secreción sobre todo a las 2 de la mañana, que es el momento de mejor sueño, el más profundo y empieza a subir a las 9 de la noche, que es cuando deberíamos empezar a tener sueño, y termina la subida a las 7 y media de la mañana que es cuando deberíamos despertarnos.

En relación con la nutrición, los alimentos no interactúan igual con el cuerpo por la mañana o por la noche. Un trabajo en los años 70 (Jarret i al. 1972) ya demostró que si tomamos un alimento rico en hidratos de carbono simple por la mañana tenemos una buena respuesta, la insulina funciona perfectamente y la glucosa entra bien en los tejidos; sin embargo lo mismo a las tres de la tarde o sobre todo a las 9 de la noche puede ser más perjudicial porque en nuestro organismo la respuesta a la insulina funciona mucho peor. Y como esto muchas hormonas.

Vamos a explicar durante la conferencia los cambios de ritmo de diferentes hormonas. Por ejemplo la hormona de crecimiento es muy elevada por la noche (por ello decimos que los niños crecen mientras duermen); el cortisol está muy alto por la mañana, seis veces más alto que por la noche, porque es la hora que necesitamos tener más hambre, más fuerza y más capacidad para afrontar el día que nos viene, y sobre todo para levantarnos. El despertar fisiológicamente es muy duro.

La leptina (la hormona de la obesidad) debe estar alta por la noche, porque se supone que por la noche no debemos comer. Si tuviéramos la leptina por la noche baja podríamos hasta despertamos para comer. En definitiva todas las hormonas tienen ritmos y el estudio de ellos es lo que compete a la cronobiología.

Reloj central

En el año 1972 se descubre que existe un reloj central, que se encuentra localizado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. Este reloj está sincronizando con el exterior gracias a la luz. Así este reloj percibe los cambios de luz a oscuridad a través del ojo y por el tracto retino hipotalámico manda la señal al núcleo supraquiasmático. En él hay una serie de genes llamados genes reloj, que producen proteínas y mandan la información que va a la glándula pineal, que es la que produce la melatonina, la noche química. Y esto manda la señal a todos los tejidos de nuestro cuerpo para ponerlos en hora en relación con el exterior a través de vías neuronales y endocrinas y le va a decir a los demás tejidos la hora que es.

Pero además no está sólo regulado por la luz sino que también hay otros sincronizadores muy importantes que son los cambios de ayuno ingesta y los cambios de actividad y reposo. Nuestro cuerpo también sabe que es de día porque por el día comemos, y porque por la mañana estamos más activos.

Gen clock

Los genes se pueden agrupar en elementos positivos como el gen clock (gen reloj) y el Bmal1 que son los que activan el reloj y los genes que lo desactivan, Per y Cry. Éstos a su vez mandan las señales a otros genes y se producen los ritmos circadianos.

Pero no sólo tenemos un reloj en el cerebro, sino que otros tejidos (hígado, corazón, riñones) también tienen sus propios relojes, que a su vez están sincronizados por el reloj central.

Esto complica mucho nuestra fisiología y aparece un nuevo término: la cronodisrupción, que es la alteración de los relojes y de los ritmos biológicos, y que hoy se sabe que se asocian con cáncer, envejecimiento y obesidad.

Cronodisrupción

¿Y cómo se alteran estos relojes? En nuestra sociedad actual hay luz continua, así, ¿cómo sabe el reloj interno qué es de día? También si estamos todo el día comiendo y según la actividad, si estamos todo el día sentados en reposo, nuestro organismo no sabe qué hora es.

Por otro lado con el envejecimiento hay pocos cambios en la melatonina, por eso se producen alteraciones en el sueño. También en el caso del cortisol su ritmo se aplana. En definitiva, estamos estresados, nos levantamos cansados y nos acostamos nerviosos. Asimismo también puede haber alteraciones en el propio reloj, que son fallos en estos genes, así como desincronizaciones en los distintos relojes.

Ritmos y obesidad

Hay muchos estudios epidemiológicos que demuestran que los trabajadores por turnos desincronizan y aumentan la obesidad. También las personas que comen de noche están más obesas.

Cada vez dormimos menos. En los años 70 dormíamos de media 9 horas, pero en los últimos años hemos perdido una hora y media de sueño, estamos en España en 7,5 horas de media. Este acortamiento del sueño engorda, en contra de lo que pensábamos, y se engorda porque se come más.

En estudios de reducción de sueño se ve que las personas producen más grelina (la culpable de la sensación de estómago vacío) y con la falta de sueño disminuye la leptina (que nos quitaba el hambre). Y por la noche al no dormir comemos (además alimentos calóricos), y gastamos menos energía porque nuestra termorregulación está alterada. Y también estamos cansados, y al estar cansados hacemos menos ejercicio.

Así la falta de sueño se asocia a obesidad, y esto es especialmente dramático en niños y adolescentes. En un estudio europeo (Helena Study) con 3300 adolescentes vimos que hay 1300 que duermen 7 horas o menos (deberían dormir al menos 8 horas) y que éstos están más obesos porque comen más y se mueven menos.

Nuestro grupo estudió si se expresan los genes reloj en el tejido adiposo y vimos que cuando mediamos los ritmos de los distintos genes a lo largo de 24 horas en cultivos (fuera del organismo), se veía que el reloj existía, porque el tejido adiposo presentaba ritmos independientemente del reloj central.

En un trabajo se exponía el reloj y podemos decir cuáles son las horas en las que funciona nuestro tejido adiposo. Además vemos que el reloj se altera según la zona adiposa: la grasa abdominal (alrededor de las vísceras) tiene un reloj alterado respecto a la grasa subcutánea. También el sexo influye: el hombre tiene peor reloj que la mujer, y con la menopausia se altera. Por otro lado con el estrés desaparece totalmente el ritmo. Pero lo que más cambia el reloj es la obesidad. Todos nuestros estudios muestran importantes alteraciones en nuestros ritmos circadianos cuando se tienen exceso de peso corporal.

La importancia de la hora de la comida

Si uno de los sincronizadores externos más importantes es comer, nos planteamos: ¿la hora de la comida influirá? Y diseñamos un trabajo con un impacto enorme que demuestra por primera vez en humanos que “el cuándo” comemos es casi tan importante como “el qué” comemos.

En el estudio con 420 personas (50% hombres y 50% mujeres) se vio que comiendo lo mismo y moviéndose igual, aquellos que comían tarde, después de las tres, perdían menos peso que los que comían pronto durante el mismo tratamiento. Los que comen sobre las dos y media pierden aproximadamente 12 kilos y los que comen pasadas las tres pierden sólo 8 kilos.

Este estudio, que se hizo en colaboración con Harvard, Tufs y la Universidad de Murcia, demuestra la evolución de la pérdida de peso y se ve como las personas que comen antes de las tres pierden mejor el peso, durante las primeras semanas todos pierden igual, pero después de la sexta semana cambia.

¿Qué hora es la mejor para hacer ejercicio?

A las jugadoras del club femenino de rugby de Murcia se les midió la temperatura corporal cada 10 minutos para ver sus ritmos circadianos. El ritmo en gente joven y sana sería que por la noche va subiendo la temperatura, alcanza su máximo con el sueño profundo, disminuye de forma importante antes de despertarnos (lo que antecede al despertar), a las tres de la tarde hay un pico (que nos da sueño), y después hay una zona de máximo despertar, que es la que tiene que tener la temperatura más baja y que gracias a eso, preparamos al cuerpo para ello.

A las jugadoras de rugby las pusimos a correr 45 minutos a las 8 de la mañana durante una semana todos los días y el ritmo mejoró: la noche fue bien, el pico cayó de forma importante para el despertar, el postprandial a las 3 de la tarde fue estupendo, así como la zona de máximo despertar. Es decir, correr por la mañana es bueno para nuestro ritmo circadiano. Por otro lado, las pusimos a correr a las 9 de la noche y en este caso el ritmo se aplana, no hay caída por la mañana, están adormecidas durante el día, y el ritmo está fragmentado. Aunque se trata de estudios preliminares viene a decir que debemos hacer deporte (si podemos elegir) mejor por las mañana.

Cronobiología y genética. Polimorfismos

Hay personas que son matutinas y otras vespertinas (esto es genético) y decidimos estudiar los cronotipos. En general la mujer es más matutina, y eso se asocia con ser más eficiente, más metódica y mejor organizada; y los hombres son más vespertinos, más originales, más creativos, pero también más estresados, y con más tendencia a la obesidad.

Con el equipo de Ordovás extraemos el ADN de las células de los glóbulos blancos de la sangre y estudiamos en particular las bases que unen las dos cadenas del ADN. Estudiamos los polimorfismos (las variantes o cambios en una sola base del AND) y el gen clock, sobre todo la posición RS3749474. Un 70% de la población en esta región del gen clock presenta una adenina y estas personas están delgadas, comen bien, no duermen mucho y están sanas. Pero hay un 30% de la población que tiene en este gen en lugar de adenina timina y tienden a ser más obesa, a comer más, a dormir peor, y presentan mayor perímetro de cintura. Y esto se debe a que la expresión de ese gen está alterada.

También estudiamos otro polimorfismo en el gen clock, el 3111TC, donde lo habitual es tener timina y estas personas pierden peso perfectamente. Pero hay un 30-40% que tiene citosina y tienen problemas de pérdida de peso. Por tanto, hay un componente genético que influye en la obesidad, en el gen reloj, y cuando tratamos de ver en mujeres que presentaban citosina en lugar de timina porque tenían menos pérdida de peso veíamos que eran más nocturnas, más vespertinas, que tenían ritmos alterados y que presentaban una mayor tendencia a la obesidad.

Cuando se come mal (alta ingesta de grasa) vemos que las personas que tienen citosina tienen más perímetro de cintura, y las que tienen timina comiendo igual de mal tienen menos cintura. Pero si la alimentación es correcta, a base de dieta mediterránea, da lo mismo su polimorfismo, todos están delgados.

Actualmente estamos estudiando cuánto de verdad hay de herencia en el cronotipo en 180 parejas de gemelas y mellizas, y vemos hasta qué punto se parecen sus ritmos circadianos. En estudios preliminares estamos viendo que los ritmos de las gemelas se parecen entre ellas hasta cuatro veces más que las mellizas, por lo tanto hay un componente genético en la cronobiología. Pero ahora sabemos que con la alimentación podemos cambiar nuestros genes. La nutrigenética estudia el código genético, pero la epigenética dice que lo importante no es tu código sino cómo se encuentre el ADN dispuesto en el espacio, y que esa disposición va a hacer que unos genes se expresen y otros no. La epigenética estudia los interruptores que hacen que los genes se expresen o no.

Metilación del ADN

Hay muchos interruptores pero el más importante, quizás, es el proceso de metilación del ADN. Entre la guanina y la citosina generalmente es capaz de pegarse un grupo metilo que impide que actúe la enzima que tiene que hacer que se exprese el gen y los factores de transcripción no se pueden pegar. En definitiva este gen que funcionaba perfectamente con la metilación ya no sirve, no se expresa.

En la naturaleza hay un ejemplo precioso: la reina madre tiene la misma genética que el resto de abejas, pero la diferencia es que come jalea real, y ésta tiene una proteína, la royaltina, que inhibe la metilación del ADN, y esto hace que desarrolle un sistema reproductor que le permite tener descendencia y ser más grande.

En humanos se sabe que los hijos de la guerra, de las madre embarazadas en época de hambruna, desarrollan una serie de procesos de metilación para sobrevivir con poca comida, pero cuando nacen en un ambiente obesogénico acaban siendo más gordos que los otros.

La epigenética está demostrando que nosotros podemos cambiar nuestros genes y además podemos transmitir genes más saludables, si hemos comido bien, a nuestros hijos.

Al estudiar la epigenética en el gen clock con Ordovás hemos visto que las personas obesas presentan un mayor grado de metilación y lo más interesante es que las conductas se asocian con metilaciones. Por ejemplo las personas que pican con frecuencia tienen su gen clock hasta 12 veces más metilado que el resto, por tanto, se expresa peor, duermen peor y comen peor (comen hasta tres veces más rápido).

En definitiva

Nos queda mucho camino por recorrer. Hay muchos polimorfismos que estudiar. Y para acabar citar unas palabras de Gregorio Varela padre: “la nutrición es como una orquesta donde lo importante no es que haya alimentos buenos y malos sino que todos ellos suenen en armonía”. Y a la hora de alcanzar la armonía el cuándo es importante. Y la obesidad se podría entender como una orquesta interna desafinada.

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España es el segundo país con un mayor número de intoxicaciones por anisakis

El anisakis es un parásito de unos 20-30 mm del intestino de múltiples especies marinas y que se trasmite al ser humano a través de la ingestión de pescado o cefalópodos contaminados, provocando trastornos gastrointestinales y alérgicos. En los últimos 30 años el número de casos ha aumentado debido a las modas culinarias y nuevos métodos de conservación o manufactura del pescado. La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) reclama la atención sobre este fenómeno y destaca la necesidad de observar unas medidas de prevención básicas. “Dado que el parásito del anisakis está extendido por todos los mares del planeta la única solución es la prevención y la auto responsabilidad en el consumo de pescado”, explica el Dr. Alfredo Lucendo, experto de la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD), y señala tres consejos de prevención: cocinar el pescado a una temperatura de 60º, congelarlo al menos 48 horas a -20º si se va a consumir crudo o semi crudo y asegurarse de que el pescado se ha procesado correctamente cuando se consume fuera de casa. Finalmente, advierte que la cocción en microondas no es segura ya que no garantiza una temperatura homogénea superior a los 60º. “La incidencia de la anisakiasis en nuestro país depende de las costumbres culinarias de cada zona y de la conservación del pescado y no tanto de la variedad de especies consumidas”, señala el Dr. Lucendo. Según un estudio publicado en 2012, hay menos pescado infectado por anisakis en Galicia (0,43%) que en Madrid (13,4%), por ejemplo. “Lo que implica que el modo de conservación y trasporte del pescado es tan importante como su tratamiento o cocción”, indica el especialista. Aumento de anisakiasis La identificación de la anisakiasis es relativamente moderna; los primeros casos notificados se produjeron en el norte de Europa, en Escandinavia en los años 60, relacionados con el consumo de salmón ahumado e hígado de bacalao. Sin embargo, en los últimos 30 años las infecciones y trastornos intestinales y alérgicos debidos a este parásito han aumentado de forma considerable. Según la FEAD, tres son las causas de este aumento: cierta preferencia por comer pescado crudo o semi crudo, una mejor técnica de conservación del pescado, que facilita que se consuma fresco en lugares más apartados de la costa y las modernas prácticas pesqueras por las que el pescado se limpia en alta mar y las tripas infectadas se tiran al mar sirviendo de alimento a otros peces. En 2012 se notificaron 20.000 casos de anisakiasis en todo el mundo. “El anisakis incluso está presente en el pescado de piscifactoría que ha sido alimentado con comida infectada, y los países más afectados son Japón y en segundo lugar España”, apunta el Dr. Lucendo. “Las causas cabe encontrarlas en que España es el segundo país del mundo en cuanto a ingesta de pescado por habitante y año y existe una alto grado de parasitación en la mayoría de especies de consumo habitual”, explica el Dr. Lucendo. Si bien el porcentaje de muestras afectadas es muy variable según la zona de origen y la época del año, los pescados más frecuentemente parasitados son la merluza y el bonito (casi el 100% de la merluza del cantábrico mayor de 65 cm, y hasta el 81% del bonito). Sin embargo, los que más episodios de anisakiasis producen son otros pescados, que se consumen con menor preparación (crudos, marinados…), como el boquerón, la anchoa y la sardina. “Contrariamente a lo que solemos pensar, la cocina española ofrece una amplia variedad de platos tradicionales con alto riesgo de anisakis como pescados preparados en aceites, en vinagre, salazones, ahumados o escabeche”. Destaca, este especialista, que las temperaturas extremas suelen destruir el parásito, mientras que la sal, el aceite, el escabeche o el ahumado son procedimientos que no muestran eficacia alguna sobre las larvas. Hay otras especies marinas infectadas como los crustáceos (langosta, gamba, cangrejo…) o los cefalópodos (pulpo, sepia o calamar), pero que producen menos infecciones por su modo de consumo. Una especie que se salva de la infección son los bivalvos (mejillones, ostras, berberechos…) ya que su modo de alimentación (por filtración) impide que la larva anide en ellos. Síntomas y tratamiento de la anisakiasis La infección por anisakis presenta en un 10% un cuadro de trastornos intestinales y de estos casos un 1% deriva en manifestaciones alérgicas. Los síntomas digestivos o intestinales más comunes causados por la presencia del parásito en el estómago o el intestino son náuseas, vómitos y dolor abdominal, de diferente localización según el punto en que penetra el parásito. Lo más frecuente es un dolor intenso en la boca del estómago (epigastrio) unas horas después de la ingestión, pero pueden aparecer cuadros obstructivos si el parásito llega al intestino, obligando en ocasiones a cirugía del abdomen. Cuando la infección desencadena reacciones alérgicas, éstas son similares a las producidas por el marisco, que van desde urticarias leves (prurito y lesiones cutáneas) hasta la más grave anafilaxia que puede causar shock y peligro vital.

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Electrodos en el cerebro para tratar la anorexia severa

La mitad de los pacientes de un nuevo estudio con este método mostraron mejoras en el estado de ánimo y el Índice de Masa Corporal (IMC), lo que lleva a los investigadores a esperar que ensayos más grandes confirmen la eficacia de esta técnica en el tratamiento de pacientes con anorexia severa.

DBS se utiliza actualmente para el tratamiento de varios trastornos neurológicos, incluyendo la enfermedad de Parkinson y el dolor crónico, y se están realizando investigaciones sobre su uso para el tratamiento de otros trastornos, como la depresión y la epilepsia, pero ésta es la primera vez que se ha utilizado para tratar a pacientes con anorexia grave que no han respondido a otros tratamientos. Aunque el tratamiento requiere cirugía, es mínimamente invasiva y completamente reversible.

Investigadores con sede en el Centro de Neurociencia y la Red Universitaria de Salud Krembil, en Canadá, usaron imágenes por resonancia magnética (IRM) para identificar un área específica del cerebro, un haz de sustancia blanca debajo del cuerpo calloso, el grueso manojo de fibras nerviosas que divide los lados izquierdo y derecho del cerebro, que se ha utilizado anteriormente para DBS en pacientes con depresión, según publica la revista Lancet.

Una vez que el área objetivo se identificó, se implantaron los electrodos y se conectaron a un generador de impulsos, que se pone bajo la piel. El dispositivo se activó diez días después de haber sido colocado y los científicos midieron cuidadosamente los cambios agudos en el estado de ánimo de los pacientes y los niveles de ansiedad para determinar el nivel correcto de estimulación.

En el momento de la cirugía, las pacientes femeninas tenían entre 24 y 57 años y habían estado sufriendo de anorexia entre cuatro y 37 años. Aunque el estudio piloto fue pensado principalmente para evaluar la seguridad del procedimiento en este grupo de pacientes, los investigadores también registraron cambios en el estado de ánimo de las participantes, el comportamiento compulsivo y patrones de alimentación anormales, que se miden mediante pruebas estandarizadas.

El tratamiento parece ser relativamente seguro, con sólo una paciente que experimentó un evento adverso grave tras el tratamiento, un ataque que tuvo lugar cerca de dos semanas después de la operación inicial, que estaba relacionado con un trastorno metabólico que la paciente sufría como consecuencia de su anorexia.

En las semanas previas a la cirugía, cinco de las seis pacientes habían asistido recientemente a un tratamiento hospitalario, lo que había dado lugar a algún aumento de peso. Después de dos meses, las seis pacientes habían perdido peso, volviendo a su base habitual, en línea con las expectativas de los investigadores, ya que en los estudios de estimulación cerebral profunda para pacientes con depresión por lo general se ha observado un período de latencia de unos pocos meses antes de que el tratamiento se haga efectivo.

Sin embargo, tres meses después del tratamiento, este modelo comenzó a revertirse, con cinco de las seis pacientes estabilizadas o con aumento de peso, en relación a los dos meses después de la operación. Después de nueve meses, tres pacientes mantuvieron un mayor peso que antes del inicio del tratamiento, el período más largo de aumento sostenido de peso que ninguna de ellas había logrado desde el inicio de la enfermedad. Alrededor de la mitad de las pacientes también registraron mejoras en su estado de ánimo o redujeron su comportamiento obsesivo-compulsivo.

Según el doctor Andrés Lozano, neurocirujano y uno de los principales investigadores, los resultados son particularmente alentadores. “La pérdida de peso inicial es un efecto primario de la estimulación cerebral profunda en el hambre, el apetito, o la tasa metabólica”. Y añade que el hallazgo de mejoras en el estado de ánimo y la ansiedad en los pacientes que todavía tenían bajo peso es “especialmente sorprendente”.

Reducir 100 calorías diarias en el 90% de los adultos puede prevenir los índices de obesidad de la población

Reducir 100 calorías diarias en el 90 por ciento de los adultos puede prevenir los índices de obesidad de la población, según ha mostrado el estudio Energy balance and obesity, realizado por la Universidad de Colorado (Estados Unidos), en el que se destaca la necesidad de fomentar la práctica de ejercicio físico por ser un requisito “indispensable” para combatir esta enfermedad.

Asimismo, la investigación, que ha sido publicada en la revista Circulation, ha señalado la importancia de comprender cómo funciona el equilibrio energético del organismo, por lo que ha abogado por formar a la población a través de estrategias “más efectivas a las actuales”, para reducir la prevalencia del sobrepeso y obesidad.

De hecho, según han mostrado los expertos, el gasto energético ha disminuido de forma “importante” en el último siglo debido a una menor actividad física diaria. En este sentido, han recordado que existen numerosos estudios que indican cómo niveles superiores de actividad física están asociados a un menor aumento de peso, mientras que niveles más bajos de ejercicio físico se vinculan a un peso mayor.

Y es que, el entorno social influye de manera significativa en el comportamiento de las personas. Por ello, los investigadores han abogado por dotar a la población de infraestructuras que ayuden a desarrollar un estilo de vida más activo y, por tanto, den una mayor accesibilidad a las opciones saludables.

Del mismo modo, consideran “prioritario” realizar esfuerzos en la educación, de forma que se pueda ayudar a la sociedad a comprender el significado y el alcance del concepto “equilibrio energético”, y la importancia que tiene para la salud prevenir la aparición del sobrepeso o la obesidad.

Por otra parte, el estudio ha mostrado también que la restricción alimentaria, por sí sola, no resulta eficaz a la hora de reducir la obesidad, debido a que la fisiología humana está preparada para un elevado nivel de ingesta y de gasto energético al mismo tiempo. De este modo, dicha restricción alimentaria unilateral produce la defensa natural del organismo de mantener su peso actual, alterando la forma en que el cuerpo quema calorías.

“La restricción constante de alimentos es difícil de mantener a largo plazo e igualar la ingesta de energía (calórica) con un alto gasto energético sería más factible para la mayoría de las personas que restringir la ingesta alimentaria para compensar un nivel bajo de consumo de energía”, han comentado los autores del estudio.

Por último, el profesor de Pediatría y Medicina del Campus de Medicina de la Universidad de Colorado y coautor de la investigación, James O. Hill, ha alertado de que si no se aumenta la actividad física de la población, se fomentarán unos niveles “insostenibles” de restricción alimentaria. “Hay que cambiar el mensaje, de “comer menos y moverse más”, por “moverse más y comer mejor””, ha zanjado.

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Las personas celíacas gastan 1.600 euros más al año en su cesta de la compra

Las personas celíacas gastan 1.616,13 euros más al año en su cesta de la compra que el resto de la población, según ha mostrado la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) que ha elaborado el Informe de precios sobre productos sin gluten 2013, en el que refleja el gasto extra que supone para estas personas seguir una dieta sin gluten.

De hecho, el estudio ha mostrado que la cesta de la compra aumenta en 33,67 euros en una compra semanal, 134,68 euros si la compra es mensual y hasta 1.616,13 euros en la anual. Por ello, FACE ha pedido a los organismos oficiales y a las administraciones que pongan en marcha ayudas que permitan al colectivo celíaco llevar una dieta sin gluten, recordando que ya se han contemplado en la mayor parte de los países de la Unión Europea, entre ellos Italia, Francia o Reino Unido.

Este estudio se ha realizado basándose en una dieta de 2.000 a 2.300 calorías y contando con productos de marcas que se pudiese encontrar en los puntos de venta y que reúnen la mejor relación calidad-precio. No obstante, no se han tenido en cuenta productos como legumbres, tubérculos, huevos, verduras, hortalizas, frutas, grasas, aceites o pescados, ya que no existe problema en su ingesta para el colectivo celíaco.

Y es que, a pesar de los avances que se han realizado en el sector alimentario de los productos “Sin Gluten”, las diferencias de precios entre los productos con gluten y sin gluten son “muy importantes”. Los alimentos que más reflejan estas diferencias son los cereales, en los que destacan el pan, pastas alimenticias, galletas, harina o el pan rallado, y que cuentan con una diferencia de precio de entre 14,10 y 10,78 euros en los casos más destacados.

“Aunque ha habido una bajada de precios tanto en los productos con gluten como en los sin gluten, la bajada sufrida en los productos con gluten es mayor que la de los productos sin gluten, lo que hace que la diferencia entre ambas cestas de la compra aumente con respecto a los datos recogidos el año 2012 que reflejaban un aumento de 1.525,18 euros al año, 100 euros menos que la realizada con datos de 2013”, ha denunciado la asociación.

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Los jóvenes ante los riesgos y las oportunidades de internet, a debate en el Instituto Tomás Pascual

Adolescencia y nuevas tecnologías forman hoy un binomio indisoluble. Si interrelación es un tema candente que preocupa desde las autoridades en general, hasta a los padres de familia de manera particular. Aquella pregunta de inquietud melodramática de los años 50 y 60 de “¿Con quién andan nuestros hijos?” podría hoy sustituirse por “¿Con quién navegan nuestros hijos?”

Internet, donde todas las nuevas tecnologías convergen, es la palabra clave. Detrás de ella se esconden riesgos y oportunidades. El balance correcto entre el peligro y los aciertos, el auténtico equilibro, sólo parece derivar de un uso razonable. Definirlo es objetivo principal de esta jornada del Instituto Tomás Pascual.

Tras una conferencia inaugural titulada La adolescencia; etapa de cambios, etapa de riesgos y de oportunidades, dos mesas redondas cuentan con personalidades del mundo de la psiquiatría, para abordar los siguientes epígrafes: Menores y situaciones de riesgo en el empleo de las tecnologías de la comunicación e información (TIC); Brecha digital: hábitos y peligros de las nuevas tecnologías y las redes sociales; Drogas e internet: situación actual; La sensatez frente a las pantallas; Coaching para adolescentes, fortalecer el desarrollo; y Navegación ¿segura?.

Con los mejores especialistas nacionales de la psicología y las TIC, el objetivo de la jornada Adolescencia, conducta y nuevas tecnologías: riesgos y oportunidades es crear las bases de un debate que dote de información rigurosa, veraz y actualizada a todas las personas interesadas.

Para descargar el programa de la jornada pinche aquí

Instituto Tomás Pascual Sanz para la Nutrición y la Salud

Dependiente de la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara, el Instituto Tomás Pascual Sanz es una entidad sin ánimo de lucro que tiene el mandato de generar y difundir actividades de divulgación, estudio y análisis en los campos de la alimentación, la nutrición, la salud y los hábitos correctos de vida.

El Instituto transmite a la sociedad los valores de una vida saludable, difunde los adelantos tecnológicos relacionados con las ciencias de la salud y promueve el intercambio de información, generando nuevas posibilidades entre los colectivos relevantes y comprometiéndose al máximo con la sociedad científica moderna. El Instituto Tomás Pascual Sanz edita el contenido de estudios y ponencias en una numerosa biblioteca que responde a la creciente demanda sobre temas tan importantes como la nutrición, la seguridad alimentaria o la actividad física.

www.institutotomaspascual.es

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