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El camino hacia la felicidad

TRUCOS PARA ALCANZAR EL CAMINO HACIA LA FELICIDAD

Cada uno tiene sus trucos para ser feliz y sentirse bien, pero aquí os dejamos unos
cuantos que nos parecen que van con todos (o casi). Ponlos en práctica y…
¡Ya verás como cada día te vas sintiendo mejor!

 

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Beneficios emocionales de los niños que conviven con mascotas

Beneficios emocionales de los niños que conviven con mascotas

Beneficios emocionales de niños que conviven con mascotas

El estar al cuidado de una mascota mejora la calidad de vida de todo ser humano, aumenta el tiempo de supervivencia, ayuda a la mejora de la salud mental, facilita el disfrute, regula la ansiedad y disminuye los síntomas de la depresión.

Los beneficios emocionales que puede aportar el cuidado de una mascota a los pequeños de la casa son muy significativos. Además, en los menores resulta ser más importante si cabe, ya que también contribuye a un sano desarrollo emocional, educativo y social.

A los niños el tener a su cuidado una mascota les genera responsabilidades que deben de asumir, por ello puede incrementar su autoestima. Así científicos de las Universidades de Miami y Saint Louis en un estudio concluyeron que los dueños de mascotas tienen más probabilidad de tener una mayor autoestima. De este modo se ha comprobado que los menores con alguna dificultad lectora que leen en voz alta delante de su mascota hacen que refuerce su seguridad y confianza en sí mismos, ya que sus mascotas no se van a reír de cómo lo hacen o si se equivocan.

Según Nienke Endenburg y Ben Baarda  especialistas en desarrollo infantil en su libro “The Waltham Book of Human-Animal Interaction“, dicen que “Las mascotas pueden hacer que las personas se sientan aceptados incondicionalmente, mientras que otros seres humanos nos pueden juzgar y/o criticar”. Los animales acompañan incondicionalmente sin juzgar, por ejemplo, si a un niño le va mal en un examen o se enfada con sus amigos, su mascota seguirá prestando apoyo incondicional.

En caso en que nos decidamos a que nuestros hijos tengan una mascota es importante dejarles bien claro que es un animal al que cuidar, y respetar, no es un juguete. Podrán jugar y disfrutar con el animal. Pero tener una mascota supone una importante responsabilidad, ya que las mascotas necesitan una serie de cuidados y tenerlos suponen toda una serie de obligaciones.

Cuando nuestros hijos tienen una mascota podemos aprovecharlo para inculcar valores tan importantes como la responsabilidad y el respeto a los demás.  Enseñaremos a nuestro hijo a no molestar a la mascota si está comiendo o duerme, a limpiar el sitio del animal o el tazón de la comida y a tratarlo con delicadeza. Esto ayuda a que tu hijo desarrolle el sentido de la responsabilidad y a comprender las necesidades de los demás. Dichos valores van a producir en su vida un mayor equilibrio emocional.

La interrelación con otro ser vivo ayudará a nuestros hijos a interpretar y usar la comunicación no verbal, que resulta tan importante a la hora de reconocer la emociones de los demás. Este reconocimiento sabemos que resulta un elemento básico para desarrollar inteligencia emocional.

Se ha demostrado que cuando una persona en su infancia ha cuidado de una mascota, en la adultez presenta menos dificultades para mantener relaciones de convivencia sanas con otras personas. Podemos decir que el vínculo que se establece con las mascotas ejerce de experiencia que contribuye a fomentar la empatía y el respeto por los demás seres vivos sean estos humanos o no. En la convivencia con los animales experimentamos muchas cosas de manera natural sin forzar el aprendizaje.

Según un estudio de la Fundación Affinity de 2014 para casi uno de cada dos niños (46%) la mascota es percibida como la principal fuente de apoyo emocional después de los padres. Según los autores de dicho estudio “Los lazos afectivos con el animal de compañía ayudan a superar la sensación de miedo o tristeza, pues el niño recurre de forma habitual a su perro o gato para abrazarle y encontrar alivio en estas situaciones. Este comportamiento se repite cuando al niño se le presenta un problema, ya que busca a su mascota como fuente de consuelo en la misma medida que a sus padres”.

La psiquiatra Sandra Baker y su equipo de la Universidad Commonwealth de Virginia (EEUU) midió las ondas cerebrales de distintos dueños de perros antes y después de pasar un rato con ellos. Dichos estudios demostraron que acariciar una mascota frecuentemente, ayuda a reducir el estrés, la ansiedad y la depresión. Por ello que se aconseja acariciar, jugar, pasear e incluso hablar con las mascotas para despejar la mente y sentir bienestar emocional.

La mascota puede mejorar tu estado ánimo. El acariciar tu perro durante 20 minutos es suficiente para aumentar en un 10% tus niveles de serotonina, conocida como la hormona de la felicidad (Beetz et al. 2012).

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Beneficios de realizar actividad física

BENEFICIOS DE REALIZAR
ACTIVIDAD FÍSICA

Los diferentes tipos de actividad física
tienen muchos beneficios para
la salud física y mental.

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Cómo recuperarse emocionalmente de la Navidad 1

Cómo recuperarse emocionalmente de la Navidad

Cómo recuperarse emocionalmente de la Navidad 2

Una vez pasados los eventos navideños, y especialmente después de los excesos culinarios de Nochebuena, Navidad, fin de año, Año Nuevo y Reyes, todos o casi todos hacemos el propósito de cambiar algunos hábitos por otros más saludables.

Realmente no somos conscientes de lo que podemos llegar a consumir esos días, noches y madrugadas de fiesta. Para hacerse una idea, está constatado que muchas personas consumen en una cena navideña las calorías equivalentes a cinco días normales. A esto se le une que hay un déficit en el descanso de calidad, producto de largos viajes, tensiones familiares, cambio de estancia… Todas estas alteraciones de horarios, de rutina e incluso de cama afectan significativamente al sueño, provocando que no sea todo lo bueno que debería. Y como ya sabemos, la falta de un descanso idóneo hace que no regulemos de manera saludable nuestras emociones.

Son días de excesos, no sólo en la comida y el alcohol, también sentimentales. Los psicólogos sabemos que en Navidad aumentan los niveles de estrés y ansiedad; incluso un número significativo de personas padecen una profunda sensación de angustia, tristeza y melancolía. Que ciertas reuniones familiares sean forzadas y muchas veces hasta protocolarias, con la presión de tener que compartir una cordialidad y alegría inexistentes, es caldo de cultivo para gestar un gran malestar interior: cuñados que no se soportan, padres que no se hablan con sus hijos, suegras, exparejas… Todo el mundo parece estar obligado a sentarse en la misma mesa y hacer “como si nada”: damos conversación a quien no nos apetece, y no podemos hablar con quienes ya no están presentes. Recuerdos y más recuerdos.

Eso de forzar el comportamiento y fingir agota, principalmente porque implica suprimir a la fuerza las emociones negativas. Por eso, cuando uno se quita de encima esta presión, se siente realmente aliviado. Se puede –y se debe, en determinadas ocasiones– disimular las emociones negativas, pero no es sano taparlas en nuestro día a día. Lo saludable es expresarlas en el momento y el lugar oportunos, donde podamos ser sinceros: con un buen amigo, un familiar o por escrito, a modo de diario. La escritura es una fantástica herramienta terapéutica para superar vivencias angustiosas. En un estudio de 2009, Itziar Fernández, profesora en la UNED, y Darío Páez, de la Universidad del País Vasco, concluyeron que “la confrontación de hechos traumáticos, mediante expresión tanto verbal como escrita, tiene efectos positivos sustanciales en personas con dificultades para verbalizar sus emociones”.

A continuación, te recomiendo diez claves para hacer brotar el bienestar emocional después de la vorágine navideña y comenzar el año nuevo con energía.

  1. Retoma tus rutinas y horarios. Hazlo incluso antes de volver al trabajo, para que te adaptes paulatinamente, sin acusar demasiado los cambios.
  2. Otorga más importancia a tus pensamientos positivos, y no a los negativos. Si optas por dar más valor a las ideas optimistas y buenas, el bienestar se instalará en ti.
  3. Focaliza tu atención en lo que tienes, no en lo que te falta. Tú –al igual que yo, que conste– tendemos a centrarnos más en aquello que no tenemos, en las insatisfacciones, y esto hace que literalmente “no veamos” todo lo bueno de nuestra vida que mucha gente desearía tener.
  4. Dirige tu actitud. Muchas veces las circunstancias no son favorables, y ya sabemos que no se pueden cambiar, pero sí está en nuestras manos elegir qué talante adoptar ante ellas. Lo idóneo para tu bienestar emocional es aceptar la parte injusta de la vida. Sin duda, te sentirás mejor.
  5. Compórtate de manera positiva. Aunque pensar de manera positiva, por sí sólo, no soluciona las cosas, propiciará que te dirijas con mejor predisposición hacia las acciones eficaces. No lo olvides: el pensamiento tiene que estar acompañado por la acción.
  6. Emprende cosas nuevas. Ten experiencias, diferentes, inéditas, inexploradas. Realiza aquello que harías si no tuvieras miedo y busca situaciones que te ofrezcan aprendizajes. El desarrollo personal es puro aprendizaje, y sólo se aprende experimentando.
  7. Valórate. No debes depositar la llave de la felicidad en manos de nadie. No dependas exclusivamente de la opinión ajena, ya sea positiva o negativa. Cree en ti, valora tus ideas y sé consciente de tus imperfecciones. Y recuerda: premia tus logros, tanto los grandes como los pequeños.
  8. Confía en tus capacidades. Cuida de ti mismo, como cuidarías a quien más quieres. Ten siempre presente que eres el mayor responsable de tu bienestar.
  9. Haz lo que te gusta. Ya basta de procrastinar. Ve a por lo que te hace sentir bien. Esos momentos son necesarios para tu salud interior, que repercute directamente en el exterior. Comprobado: estar satisfechos nos hace más atractivos.
  10. Manifiesta tus emociones. Expresa lo que te pasa, ábrete, confía en tus seres cercanos. Comparte tanto las alegrías como las tristezas, y te sentirás mejor.

Miguel Ángel Rizaldos
Psicólogo Clínico
www.rizaldos.com

 

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Desconectar en vacaciones para mejorar tu bienestar emocional

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Es el momento de parar y hacer una pausa: desconectar, descansar. Dejar todo cerrado para poder disfrutar con la familia, pero ante todo disfrutar uno mismo y así poder rendir mejor a la vuelta.

Durante el verano uno tiene más tiempo de hacer lo que realmente le apetece, incluido no hacer nada; hay más horas de luz, se está más relajado, baja el nivel de estrés, y esto propicia que estemos de mejor humor, que seamos más positivos.

Tal y como demuestran las investigaciones más actuales, cuando nos encontramos en una situación de atención plena (mindfulness) pensamos con más claridad, lo cual hace que tomemos mejores decisiones con facilidad. Ya sabemos que nuestro cerebro, cuando no esta concentrado en ninguna tarea concreta, divaga. Si se aprovecha bien ese momento, puede ser muy bueno para la creatividad, y desde ese estado relajado podemos ver con mayor lucidez posibilidades de cambiar ciertos hábitos cotidianos, que no sería posible en el estresante día a día.

También en este período de asueto se nos ofrece la posibilidad de mejorar la relación con quienes nos rodean, pues hay tiempo para ser más fluidos, abandonarse a una comunicación más pausada, y además el buen clima nos regala más ánimo para superar las dificultades que surjan por el camino. Las vacaciones son quizás el mejor momento de abordar aquellas cuestiones de pareja, familia, hijos… que durante el año vamos acumulando por falta de energía y tiempo. Además, cambiar de lugar, de ambiente, permite ver las situaciones desde otra perspectiva. Cuando estamos en otro entorno aparecen ideas que antes no considerábamos, y es más fácil llegar a buenas soluciones. Por todo ello, las vacaciones resultan perfectas para introducir mejoras en nuestra vida. Probablemente, el inicio del verano sea, junto con el 1 de enero, uno de los pistoletazos de salida para plantearse nuevos retos que llevar a cabo durante el año.

Mucha gente se siente incómoda o culpable por estar unas semanas sin trabajar, sin “producir”; les parece que no hacen nada. Pero es absolutamente necesario un paréntesis de descanso para el bienestar emocional, pues, al igual que sucede con una breve siesta reparadora, aumenta la creatividad y la flexibilidad mental. Por el contrario, la falta de ese alivio provoca irritabilidad y altibajos emocionales que pueden desencadenar en un desbordamiento de ansiedad, e incluso a veces se llega a una actitud depresiva que si no se controla, fácilmente puede derivar en un cuadro de depresión clínica.

Alejarse de la rutina, aunque sea por pocos días, produce unos efectos insospechados. Es como una renovación de nuestro disco duro interno: todo adquiere un cariz diferente, los asuntos toman otro cariz y de repente encontramos salida a aquello que nos tenía colapsados.

Y para que esto se dé tenemos que practicar la aceptación. Te preguntarás cómo. Simplemente accediendo al momento presente, pero con todo: sus cosas positivas y las negativas, aunque dejando de lado, en la medida de lo posible, los pensamientos que rumian los errores del pasado o los que anticipan las preocupaciones del futuro. El único lugar donde se puede actuar es en el “aquí y ahora”. Así que, con esta máxima, aprovecha las vacaciones al máximo posible. Disfruta cada minuto de este regalo tan merecido. Es importante que te lo propongas y mantengas esta actitud todo lo que puedas. Pero tampoco te preocupes si no lo consigues completamente, ya que esa obsesión también te podría estresar. Recuerda: valora más lo que tienes que lo que echas de menos.

Para potenciar nuestro bienestar emocional deberíamos:

  • Invertir en experiencias, pues aportan más felicidad que las adquisiciones materiales. La mayoría de las personas tiende a arrepentirse de las oportunidades que dejaron pasar, lo que no se atrevieron a hacer, por ser espectadores en vez de actores de su propia vida.
  • Imaginarnos haciendo algo, o visualizarnos ejecutando aquello que tememos o rechazamos, por prejuicios o temores infundados. Al plantearse algo nuevo, hay que tratar de ser objetivo y no anticipar el “no” como respuesta recibida de los demás.
  • No juzgar, pues los pensamientos son solo eso: pensamientos, buenos o malos, según el valor que les demos. Algunas circunstancias que nos acompañan no dependen de nosotros, es decir, son inevitables, pero lo que siempre podremos manejar es la actitud que tengamos frente a ellas.
  • Ser paciente con nosotros mismos es el primer paso y la base de todo cambio personal. Los juicios de valor negativos reincidentes y machacones no llevan a ninguna parte; bueno, sí: a impedir que avancemos.

No olvides que para conseguir un descanso realmente efectivo y mejorar tu bienestar emocional, es necesario practicar la desconexión. Por eso supone un verdadero problema cuando uno no sabe o no puede, ni siquiera en vacaciones. Un primer intento, por ejemplo, sería no mirar tanto el teléfono móvil, ni las redes sociales. Hay que dejar de estar continuamente alerta, pendientes del exterior. Lo que nos rodea es absolutamente cambiante, pero la armonía interna siempre es un reducto al que acudir.

Miguel Ángel Rizaldos

Psicólogo Clínico

www.rizaldos.com

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Una alimentación saludable te ayuda a sentirte bien

Una alimentación saludable te ayuda a sentirte bien

Una alimentación saludable te ayuda a sentirte bien

Los hábitos alimentarios pueden alterar nuestro humor y estado de ánimo ya que, como bien dice el dicho, ‘somos lo que comemos’. Por eso, una alimentación saludable nos ayuda a sentirnos bien tanto por dentro como por fuera.

Nuestra alimentación y estilo de vida están estrechamente relacionados con las emociones, por lo que llevar una alimentación saludable y equilibrada nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos. En el aparato digestivo se producen una gran cantidad de hormonas y neurotransmisores, lo que hace que esté muy ligado al sistema nervioso y con ello, a nuestro estado de ánimo. Si llevamos una alimentación ordenada y digerimos bien los alimentos, esto se refleja en una mejora del humor, del mismo modo que situaciones de fatiga, estrés o nerviosismo pueden provocar molestias intestinales, de ahí que se conozca al intestino como el ‘segundo cerebro’.

Cada nutriente tiene una función esencial en nuestro organismo, por eso es imprescindible incluir todos los grupos de alimentos en la dieta, conociendo y respetando las cantidades y recomendaciones de cada uno de ellos. Por ejemplo, los hidratos de carbono aumentan los niveles de serotonina, que es un neurotransmisor que regula el ciclo del sueño y juega un papel fundamental en nuestro estado de ánimo. A menudo, cuando estamos estresados o nerviosos, comemos alimentos ricos en este macronutriente como patatas fritas, pasteles o snacks para mejorar nuestro humor. Se ha visto que muchas personas bajo situaciones de estrés o pacientes con depresión, aumentan de peso debido a una ingesta excesiva de este tipo de carbohidratos, en detrimento de una alimentación variada y equilibrada.

Asimismo, las proteínas aumentan los niveles de algunos neurotransmisores, lo que favorece una correcta conexión cerebral, y ciertas grasas, como los ácidos grasos omega 3, regulan procesos que ocurren en el cerebro, ya que forman parte de membranas celulares.

Una alimentación equilibrada y variada incluye un aporte diario del 50-55 % de la energía total en forma de carbohidratos, 30-35 % en forma de grasa y entre 10-15 % de proteínas. A su vez, las vitaminas y minerales (micronutrientes) cumplen una función imprescindible en el buen funcionamiento del organismo. En concreto, se ha visto que una alimentación pobre en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y ácidos grasos omega 3, puede afectar negativamente a nuestro estado de ánimo y aumenta el riesgo de padecer enfermedades mentales. (Fuente: Indian Journal of Phychiatry)

Se conocen diferentes alimentos que por su composición pueden mejorar el ánimo, como los lácteos, que son ricos en el aminoácido triptófano, precursor de la serotonina, el chocolate, que favorece la producción de endorfinas y su consumo moderado posee efectos relajantes, las fresas, muy ricas en vitamina C que protege a las células frente al daño oxidativo, y el plátano, que ayuda a producir serotonina. Sin embargo, llevar un estilo de vida sano para mantener un estado de ánimo adecuado se basa no sólo en la alimentación e hidratación adecuada, sino en la combinación de esta con la práctica de actividad física diaria, el descanso suficiente y el equilibrio emocional.

Además, mantener un orden y unos horarios regulares de comidas, sentarnos a comer de forma relajada reservando el tiempo necesario para ello y realizar las comidas en compañía nos ayudará a conseguir sentirnos bien emocionalmente.

cerebro e intestino

Cerebro e intestino: Aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos (Parte IV)

cerebro e intestino

 

María Pérez Esteban/ Mayo 2016
El siguiente artículo habla de los aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos. La manera de enfocar nuestra vida, la conducta, los pensamientos y emociones repercute en nuestra salud, especialmente en lo considerado para muchos nuestro “segundo cerebro”. Hay una estrecha relación entre nuestro aparato digestivo y nuestra mente, que va desde la parte fisiológica con el nervio vago como hilo conductor entre nuestro cerebro y nuestro intestino hasta el asombroso parecido estructural entre un proceso y otro. Es necesaria una colaboración entre los profesionales de la medicina y de la psicología con el objetivo de ayudar a los pacientes en la mejoría y/o curación de estas patologías. Lo que no podemos ignorar por más tiempo es que no solo somos un conjunto de órganos con una fisiología particular; somos seres racionales y sobre todo somos seres emocionales, todo se relaciona y se influye. Es necesario por tanto atender otros aspectos de la vida del paciente para llevar a cabo los tratamientos más adecuados para que tengan una vida más sana y plena.
Palabras clave: Cerebro, Intestino, nervio vago, digestión, expulsión, hambre emocional, emociones básicas, niveles de intervención, áreas vitales, dietas, intolerancias alimentarias, colaboración profesional.
EL CÍRCULO VICIOSO. CONEXIÓN ENTRE LOS PROBLEMAS DIGESTIVOS Y PSICOLÓGICOS (PARTE 4)
He observado en pacientes que tras pasar determinadas experiencias traumáticas o épocas en la vida en los que la persona ha sufrido enormemente y ha seguido hacía delante sin detenerse “echándose todo encima”, cuando parece que está más tranquilo aparece un problema de salud, alergia o actualmente las famosas intolerancias alimentarias. Nuestro estilo de vida actual, la alimentación, la contaminación, el estrés, el sedentarismo, cómo gestionamos nuestros conflictos y emociones…etc. con todo esto al final acabamos “machacando” nuestro sistema inmune y lo que en principio no representaba ningún peligro se convierte en un enemigo a evitar. En países subdesarrollados como África o determinados países de Iberoamérica, aunque tienen otras problemáticas bastante graves, no están desarrollando las patologías intestinales que están floreciendo cada vez más fuerte en los países del llamado primer mundo. Hace 50 años era impensable encontrar en un supermercado o en la carta de un restaurante alimentos sin lactosa, sin gluten, sin trazos de frutos secos, sin azúcar, aproteicos, etc.…, no hay que olvidar que los alimentos prohibidos ya empezaron en la antigüedad por cuestiones religiosas: cerdo, vaca…,etc. Ahora sumamos cuestiones morales: los que no comen pescado, carne, nada procedente de un animal a cuestiones caprichosas: esto no me gusta, esto si , y el mundo de las dietas; desde el gran universo infinito de las dietas para adelgazar, a las nuevas incorporaciones para depurar, tonificar, anti-edad, anti-oxidantes, anti-flacidez, anti…, y me paro porque no quiero que este artículo se convierta en un libro del tamaño de “Guerra y paz”.
Comer ha pasado de ser una necesidad básica de supervivencia a convertirse en un hobby: “vamos a probar un sitio nuevo” y además en un quebradero de cabeza: “yo no puedo/quiero comer….”
No soy una persona que suela hacer comidas en mi casa porque me gusta más degustar que cocinar, pero recuerdo una de las veces que (sacando mi lado obsesivo) mandé un email para que los invitados me dijeran lo que no podían comer por ser alérgicos o sentarles mal, o simplemente lo que no les gustaba y la combinación final para adaptarme a todas las necesidades me resultó algo complicada.
Es paradójico que en nuestra sobrealimentada sociedad donde tiramos comida todos los días, tengamos cada vez más restricciones dietéticas por cuestiones médicas, intolerancia o hipersensibilidad a ciertos nutrientes, abandonando tristemente cada vez más el poder de ser omnívoros a convertirnos en “alérgicomnívoros”.
Esto sumado a las crecientes modas, neurosis u obsesiones alimentarias; ahora solo alimentos de color rojo (no es un viva el comunismo) ahora solo alimentos verdes (esto tampoco es un manifiesto de Greenpeace) ahora solo proteínas para el músculo o para adelgazar, ahora el trigo “ huele azufre ” convirtiéndose en el nuevo diablo, ahora solo alimentos para el Ying ahora solo para el Yang, ahora solo aquello que se cultiva en el Himalaya, que digo yo que viviendo en España ¿no hay algo más complicado o lejos de recolectar? Todo esto nos está convirtiendo en una especie de “neuroticomnívoros”, por ejemplo nos encontramos con personas cultas, inteligentes, con sentido común, que durante una semana han estado tomando solamente un líquido viscoso llamado “jarabe de arce” para… ¿Para qué realmente lo han hecho? ¿Para qué hacemos algunas de estas cosas, incluida yo misma?
Alguien puede argumentar muchas cosas, pero ¿no está la parte emocional en todo esto? Lo que está claro es que todo el tema relacionado con ingesta de alimentos es un negocio que funciona, y funciona muy bien porque nos engancha de múltiples maneras.
Con las herramientas anteriores podemos ampliar la visión para comprender determinados problemas digestivos donde no hay una causa orgánica y que tras diversos tratamientos no hay una mejoría, quizás sea necesario hacer un escáner de la vida de la persona y empezar a tratar otro tipo de áreas, conductas, pensamientos, emociones que tal vez estén bloqueando su mejoría o en el mejor de los casos sea una llamada de atención sobre algo que no está funcionado bien. Yo no entro en el origen ni en la causa. Evidentemente la gastritis es un problema físico (se tiene o no se tiene). Pero la manera de sufrirla y los síntomas que provoca sí tienen un claro componente psicológico, son ejemplos de patología psicosomática. La ansiedad, el estrés, la depresión, en definitiva la manera del paciente de llevarla aumentan la secreción ácida gástrica, exacerbando los síntomas digestivos, los cuales contribuyen a aumentar la ansiedad y el estrés del sujeto, conduciendo a su depresión y cerrando el círculo vicioso.
En terapia cuando hago psicoeducación o trabajo determinados problemas del paciente, escojo ejemplos de la vida cotidiana o eventos que en principio no tienen relación con el tema, pero que sirven de anclaje para recordarnos un mensaje. Con esto quiero desvelar que los anteriores comentarios (entre otros) sobre Leonardo Di Caprio en Titanic, no obedecen exclusivamente a una espontaneidad impulsiva y sin falta de control que puede resultar graciosa para algunos o falta de seriedad para otros, aporta además un anclaje para recordar la información del esquema de los cinco niveles. Uso mucho las metáforas para explicarle a un paciente porqué le suceden determinadas cosas, a mi siempre me han servido para comprender y recordar mejor los conceptos. En la que presento a continuación no estoy segura de llamarla metáfora porque el proceso es tan similar que no se si es casual porque nuestra naturaleza así se hizo o poniéndome mas mística quizás ésta nos ha querido lanzar un mensaje para entender mejor la relación de uno con la ayuda del otro.
Para explicar como funciona nuestra psique voy a utilizar como metáfora el proceso digestivo. Cuando ingerimos un alimento primero lo masticamos y tragamos, una vez hecho esto la primera fase es la llegada al estómago donde los jugos y el ácido del propio estómago lo transforman en papilla para así poder pasar al duodeno y entrar en el intestino delgado. Es necesario tratar esa papilla con la bilis y el jugo pancreático que se vierten en el interior del intestino para que la disuelvan en grasa, hidratos, proteínas y azúcar necesarios para vivir. Gracias a esto los alimentos se convierten en absorbibles, filtrándose a través de la pared del intestino y llegando a la sangre. En la alimentación casi todo es absorbible, útil y necesario para
nuestra nutrición. Sin embargo el esqueleto de los alimentos (celulosa y compuestos derivados) no se puede absorber, alimentos por ejemplo que contienen fibra no absorbible.
Por un lado tenemos esta parte no absorbible que llamamos desechos, aunque el nombre no suene muy agradable son muy importantes para el proceso, por otro lado tenemos los movimientos del intestino, señales que recibe y que le hacen, o bien trabajar y contraerse o bien descansar y relajarse, lo que vimos anteriormente con el sistema simpático y parasimpático; por supuesto que en el equilibrio entre las dos señales estaría la actividad normal. Estos desechos junto con los movimientos intestinales, permiten llegar hasta el final del proceso para llevar a cabo la tarea de expulsión.
Todos hemos sufrido en algún momento las graves consecuencias de no expulsar los desechos, sin obviar que para muchas personas puede ser un riesgo de salud. En lo que expulsamos no solo están estos desechos de los alimentos, hay también bacterias que habitan en el colón y el recto, y células muertas de las paredes del tubo digestivo que se descaman y renuevan continuamente. Es por tanto un proceso de regeneración interior.
Con este proceso en nuestra mente cruzamos una vez más el puente dejando la parte fisiológica y llegado a la parte psicológica. Cuando nos pasa algo o tenemos una vivencia con alguien, la información consciente (todo aquello que recordamos o que estamos viviendo), sería todos los alimentos que absorbemos, siempre teniendo en cuenta nuestros propios filtros: cada uno tiene su propia bilis y su jugo pancreático diferente al de los demás. Sin embargo en cada vivencia o relación con alguien, existe una parte no absorbible por nuestra bilis y jugo pancreático, es la parte insconsciente; esta parte es necesaria en todo el proceso, pero en algún momento hay que sacarla a la luz y expulsarla de nuestro interior. Si acumulamos mucho desecho acabará bloqueándonos e impidiendo también que entren cosas nuevas. Si un día expulsamos todo de repente sin filtro, nos debilita y perdemos también minerales y nutrientes importantes.
Hemos aprendido cuando no hacer o decir determinadas cosas en público, hemos aprendido afortunadamente a controlar nuestras “expulsiones” para los momentos y lugares adecuados. Sin embargo esto es relativo, hay personas que tienen una mayor retención que otras.
Hay veces que se nos escapan comentarios o hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos porque no queríamos sacarlas a la luz; por ejemplo los “lapsus linguales” aquellos comentarios o palabras que nos ponen en grandes aprietos y que nos hacen desear ser un avestruz y esconder la cabeza. Volviendo al segundo cerebro a veces en nuestro interior hay una batalla entre nuestras propias bacterias, alimentos con parte no absorbible que no digerimos bien, acumulación de desechos de varios días y aparecen muchos gases con sus consabidas
molestias, y aunque no queramos se nos escapan o nos cuesta mucho controlarlos; en el plano psicológico serían los lapsus linguales, los sueños, los comentarios inapropiados. Hay gente que tiene más gases que otros, pero ¿qué ocurre en todos los casos?, que huelen mal, que nadie quiere estar presente cuando alguien ha cometido esa imprudencia y que el protagonista exceptuando que lo haya querido hacer a propósito solo para contaminar a su entorno, se siente avergonzado.
Razones de este desequilibrio hay muchas y muchos factores, principalmente no alimentarse bien o no llevar a cabo una expulsión regular de ese proceso de regeneración interior donde sacamos lo que ya no necesitamos y nos quedamos con aquello que es esencial para vivir.
Cuando nos alimentamos muy mal y se han acumulado una serie de bacterias es necesario un cambio en la dieta, otras veces tragamos demasiado y se produce un sobrepeso donde nos resulta muy complicado movernos, relacionarnos y esto además nos engancha a seguir tragando. Otras veces por el contrario no nos alimentamos suficiente, vivimos sin apenas energía para nosotros, anestesiando nuestro primer grito de supervivencia al nacer: el hambre, la llamada al alimento.
Como en todo el equilibrio, “el trabajo diario” es lo que hace que funcionemos adecuadamente.
En todas las patologías o problemas cuando solos no podemos hacer frente a un cambio en la dieta , porque hay alimentos que no podemos dejar de consumir, no tenemos fuerza de voluntad para evitar ciertas cosas, por mucho que lo intentamos no conseguimos expulsar de nuestra vida los desechos, no tenemos ya ni ganas de comer, lo mejor es buscar ayuda, siempre habrá un profesional que nos ayude a cambiar esa dieta, impedir atracones o recuperar otra vez el deseo de disfrutar de una buena “comida” y olvidar para siempre aquella que nos sentó tan mal.
No creo en la exclusividad sobre la causalidad de las enfermedades, ni que las patologías en el ser humano se deban a una única respuesta, aún así quiero manifestar que por encima de todo siempre que haya cualquier trastorno digestivo la primera línea de intervención es médica, hay que descartar cualquier patología, realizar las pruebas pertinentes y llevar a cabo el tratamiento que el médico considere más adecuado, la medicina ha salvado muchas vidas y afortunadamente lo seguirá haciendo. Además, paralelamente creo en la colaboración y cuanto más estrecha, amigable y cercana mayor será el beneficio para el paciente. Los egos solitarios llevan a una dieta muy pobre para el paciente.
Al final se trata de un objetivo común: ayudar a las personas para que puedan disfrutar de su vida de una manera sana y adecuada; la visión holística y la colaboración entre profesionales en
cualquier campo de la salud solo puede traer beneficios al paciente que sufre de una patología. La frase La unión hace la fuerza siempre tuvo razón y en patologías digestivas donde esa unión es desde física gracias al nervio vago hasta estructural, el asombroso parecido en los procesos del funcionamiento de nuestra psique con el “segundo cerebro” el proceso de la digestión, hace que sea muy complicado que un tratamiento sea efectivo sin tener en cuenta el otro lado del puente.
Como dije anteriormente lo que no podemos ignorar por más tiempo es que no sólo somos un conjunto de órganos con una fisiología particular, somos seres racionales y somos sobre todo seres emocionales, todo se relaciona, se mezcla, se influye y es necesario abrir la mente para tener la foto completa de la vida de una persona. Por último quiero añadir a la íntima relación que existe entre nuestro aparato digestivo y nuestro cerebro que, aunque “el experto” en cuestión siempre tendrá mi admiración y cariño por su carrera deportiva (aquí me verán el plumero en cuestiones futbolísticas), siento contradecir a Iker Casillas, en mi larga trayectoria tras haber probado muchas, confirmo que las mejores rosquillas del mundo las sigue haciendo mi abuela .
CONCLUSIONES FINALES
Existe una estrecha relación entre la parte psicológica: conducta, pensamientos, sentimientos y emociones con nuestro aparato digestivo. Existe una interacción. Cuando no gestionamos bien una parte la otra se ve afectada y viceversa.
Nuestro aparato digestivo tiene una comunicación constante con nuestra mente a través del nervio vago, contiene más de 100 millones de neuronas. En él se produce serotonina, dopamina y hay una alta implicación del sistema de secreción de opiáceos durante la ingesta, se le renombra “nuestro segundo cerebro”.
Es frecuente la presencia de trastornos psicológicos en determinados problemas digestivos. Gran parte de nuestras emociones están influenciadas por el sistema nervioso digestivo.
No sólo somos seres racionales, somos también seres emocionales porque nuestro cerebro está programado para reaccionar siempre con una respuesta emocional y es imprescindible tenerlo en cuenta en los trastornos funcionales digestivos.
El modo en que un paciente gestiona psicológicamente su trastorno digestivo puede convertirse en un círculo vicioso que se retroalimenta. La ansiedad, depresión, su estilo de vida, aumentan los síntomas de la enfermedad digestiva.
Contar con herramientas como el esquema de los cinco niveles de intervención o las cinco áreas vitales, ayuda a tener una visión mas completa de la problemática de un paciente. Considerar el factor psicológico es importante cuando los tratamientos convencionales y sintomáticos no aportan una mejoría significativa y es necesaria la intervención en otros niveles psicológicos.
La colaboración entre los distintos profesionales en estas patologías conllevará un mayor beneficio para el paciente.
Bibliografía:

 www.rae.es  http://www.medicaldaily.com/human-brain-hardwired-acts-kindness-vagus-nerve- activated-during-empathy-313020  http://www.psicol.unam.mx/profesionales/psiclinica/iem/pdf/la_teoria_polivagal.pdf  Oliveros Calvo E https://www.youtube.com/watch?v=8O7a0enj7dE . El cerebro intestinal: psicogastroenterología.. Psiquiatra Madrid  http://www.scientificamerican.com/article/gut-second-brain/  http://www.medicalnewstoday.com/articles/291259.php  http://www.lavidalucida.com/que-hace-la-serotonina-en-nuestro-cuerpo.html  Simon V, “La Compasión: El Corazón Del Mindfulness” 2015. Sello Editorial.  L.Hay L, “Sana tu cuerpo” 1992. Editorial Urano.  Schnake S. A, “Presencia y actualidad del enfoque gestáltico holístico de la enfermedad”. Conferencia en AGBA. Agosto 2005.  Rolf E, “La Medicina Del Alma: El Código Secreto Del Cuerpo. El Corazón De La Sanación”. 2015 Planeta.  Álvarez Sánchez A,“Pacientes con dispepsia funcional: ¿Cómo podríamos manejarlos mejor?” Septiembre 2012. www.vademecum.es  Devesa JM, “Doctor, estoy estreñida… Unas historias que contar, Mitos y Realidades” 2014. Editorial ACCI (Asociación Cultural y Científica Iberoamericana)  Instituto Galene. Módulo 8: Los 5 niveles de Intervención. Relación Terapéutica y Técnicas Básicas. Apuntes del Master en Psicoterapia Humanista Integrativa/ Counselling 2011/2013.  Schnake S. A, “Diferencia entre Enfoque Holístico y lo Psicosomático.” Centro Anchimalen Manao, Chiloe  Schnake S. A, “Enfoque Holístico de la Salud y la Enfermedad.” Centro Anchimalen 2007 Manao, Chiloe
 Schnake S. A, “La vos del Síntoma: del discurso médico al discurso organísmico”. 2004. Cuatro Vientos.

cerebro e intestino

Cerebro e intestino: Aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos (Parte I)

cerebro e intestino

María Pérez Esteban/ Mayo 2016
El siguiente artículo habla de los aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos. La manera de enfocar nuestra vida, la conducta, los pensamientos y emociones repercute en nuestra salud, especialmente en lo considerado para muchos nuestro “segundo cerebro”. Hay una estrecha relación entre nuestro aparato digestivo y nuestra mente, que va desde la parte fisiológica con el nervio vago como hilo conductor entre nuestro cerebro y nuestro intestino hasta el asombroso parecido estructural entre un proceso y otro. Es un escenaria una colaboración entre los profesionales de la medicina y de la psicología con el objetivo de ayudar a los pacientes en la mejoría y/o curación de estas patologías. Lo que no podemos ignorar por más tiempo es que no solo somos un conjunto de órganos con una fisiología particular; somos seres racionales y sobre todo somos seres emocionales, todo se relaciona y se influye. Es necesario por tanto atender otros aspectos de la vida del paciente para llevar a cabo los tratamientos más adecuados para que tengan una vida más sana y plena.
Palabras clave: Cerebro, Intestino, nervio vago, digestión, expulsión, hambre emocional, emociones básicas, niveles de intervención, áreas vitales, dietas, intolerancias alimentarias, colaboración profesional.
UN PUENTE ENTRE LA MEDICINA Y LA PSICOLOGÍA (PARTE 1)
Según la R.A.E ¿Qué entendemos por Medicina, Fisiología y Psicología? Medicina: Conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir. Fisiología: Ciencia que tiene por objeto el estudio de las funciones de los seres orgánicos. Psicología: 1. f. Parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones. 2. f. Ciencia o estudio de la mente y de la conducta en personas o animales.
3. f. Manera de sentir de un individuo o de una colectividad. 4. f. Capacidad para conocer y comprender la psicología de una persona. 5. f. Síntesis de los caracteres espirituales y morales de un pueblo o de una nación.
Para introducir los aspectos psicológicos en los trastornos funcionales digestivos voy a construir un puente simbólico, partiendo de la medicina, concretamente de la parte fisiológica (todo aquello que se puede ver y tocar); para unirla a mi parte, la psicología (conducta, pensamientos, sentimientos, emociones) que excepto la conducta que es lo único que vemos y representa la punta del “iceberg humano”, el resto no lo podemos ver ni tocar. Sin embargo existe una relación entre todo esto con nuestro aparato digestivo. Cuando no gestionamos bien nuestras emociones, sentimientos, pensamientos o conducta nuestro aparato digestivo se ve afectado y viceversa.
Vamos a recordar brevemente como funciona nuestra parte fisiológica. En una situación que percibimos de calma o en estado de tranquilidad, se activa nuestro sistema parasimpático a través del neurotransmisor la acetilcolina y se ponen en marcha diversas funciones: se reduce el latido cardíaco, se estimula la actividad digestiva, se relaja el recto, se contrae la vejiga, entre otras funciones. Cuando por el contrario percibimos una situación como amenazante o de alerta, a través del neurotransmisor la adrenalina se ponen en marcha otras funciones como: el aceleramiento del pulso cardíaco, la inhibición de la actividad digestiva o la contracción del recto.
Visualizando el organigrama de nuestro cuerpo tenemos al departamento de mayor poder, el sistema nervioso central, enviando órdenes a otros subdepartamentos como nuestro sistema parasimpático, sistema simpático y nuestro sistema nervioso entérico.
Esta comunicación es posible (entre otros mensajeros) a través del nervio vago, éste sería como la línea de metro más importante, aquella que conecta y pasa por los lugares más emblemáticos: Corazón, Bronquios, Estómago, Esófago, Intestino, Páncreas e Hígado.
Centrándonos en nuestro departamento en cuestión ¿Quienes trabajan en nuestro sistema nervioso entérico? Un conjunto de estructuras nerviosas que se encuentran en el aparato gastro-intestinal y en los órganos anexos como el hígado y el páncreas. Parece ser que en las últimas revisiones de empresa, este departamento anteriormente sin mucho reconocimiento o prestigio, se está convirtiendo en uno de los más importantes, empezando con el renombre de nuestro “ segundo cerebro ” ¿Por qué este cambio de prestigio? Anteriormente se pensaba que nuestro principal comunicador, el nervio vago, llevaba información desde el principal departamento aquel situado en el ático, hasta nuestro departamento en cuestión: el sistema nervioso entérico situado en un corriente tercer piso. Ahora bien, contrariamente a lo que se
creía, el 90% de las fibras que contiene el nervio vago llevan información desde el intestino hasta el cerebro, es decir, sigue un camino inverso. El nervio vago no baja solamente los escalones a llevar órdenes al “segundo cerebro” (sistema nervioso entérico), sino que los sube para enviar información muy relevante al principal departamento del ático: el sistema nervioso central.
Entre las principales tareas informativas del nervio vago nos encontramos con que: regula el latido del corazón, hace que podamos relajarnos después de un estado de alteración, controla los movimiento de los músculos, regula la respiración de la persona, mantiene el tracto digestivo en funcionamiento enviando información hacia el cerebro sobre el estado de la digestión para la realización óptima de la misma, y aumenta las funciones inmunitarias y antiinflamatorias; en el intestino tenemos el mayor número de células del sistema inmunitario, por eso la activación de este nervio es tan importante para aumentarlas.
Tenemos una comunicación constante entre nuestro aparato digestivo y nuestro cerebro, y no solo es unidireccional sino que se da en ambas direcciones.
Al otro lado del puente, en la parte de la psicología encontramos numerosos estudios que hablan del nervio vago como el nervio de la compasión.
Según Dacher Keltner, psicólogo de la Universidad de Berkely en California, el cerebro humano está programado para que seamos amables, ¿por qué algunos son amables y otros desagradables? La compasión ya la mencionaba Charles Darwin en El descenso del hombre donde relata que está profundamente arraigada en nuestra psique, concretamente en nuestro sistema nervioso. “Las comunidades que tienen los miembros mas compasivos prosperarán y criarán el mayor número de crías “, dice Keltner.
En un estudio de 2010 publicado en la revista Psychological Bulletin, Keltner y sus colegas encontraron que eligiendo al azar imágenes de un sufrimiento prototípico masivo se desencadenaban poderosas reacciones de compasión en los sujetos del experimento, encendiendo la parte gris periaqueductal del cerebro y activando el nervio vago, el mayor conjunto de nervios en el sistema nervioso humano. Esto es muy común en los mamíferos, cuando cuidan y sienten compasión.
No podemos olvidar la aportación de Stephen W. Porges, autor de la Teoría Polyvagal que enfatiza la importancia de las aferencias del nervio vago en la regulación entre cerebro, corazón y estado visceral.
Por último mencionar a Nancy Eisenberg psicóloga de la Universidad de Arizona que ha encontrado que los niños con una línea base de alta actividad en el nervio vago, son más cooperativos y propensos a dar que los otros niños con menor actividad de este nervio.
Parece ser que si nos quedamos mirando solo un lado del puente nos encontramos con actividades distintas a priori y de distintos campos, pero si nos elevamos y aumentamos la visión teniendo en cuenta ambos lados, encontramos que son llevadas a cabo por los mismos protagonistas, en los mismos lugares, y con esta visión desde el cielo más completa resulta más irrespetuoso separarlos.

risa salud y bienestar risoterapia

Beneficios de la risa para la salud

La risa es una emoción sana ligada a momentos de bienestar que nos proporciona una sensación de alegría y disfrute. Por ello, no es raro que hoy en día los médicos receten la risa como el mejor complemento para prevenir o tratar enfermedades.

risa salud y bienestar

“Ríe siempre que puedas. Es una medicina barata”.

Lord Byron

En los últimos años, numerosos estudios científicos han confirmado el poder curativo de la risa. Sin embargo, debemos tener en cuenta que no se trata de un método reciente, sino que ha sido utilizado desde la antigüedad.

Destacan dos hitos:

  • Norman Cousins, autor del libro “Anatomía de una enfermedad”, donde relataba su experiencia como paciente y los beneficios que le aportaba la risa, especialmente como forma para paliar el dolor. Supuso un punto de inflexión en la comunidad científica al publicar su caso en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine.
  • El Hunter Doherty, considerado el padre de la risoterapia terapéutica y principal valedor de su incorporación en la medicina moderna.

El poder de la risa, desde una simple sonrisa a una carcajada, puede ser más poderoso que cualquier medicamento y no hay riesgo de efectos secundarios. Por ello, muchos hospitales ya utilizan la risa como una terapia saludable, segura y eficaz para todo tipo de patologías, además de apta para todas las edades.

Algunos de los beneficios de la risa son:

A nivel físico:

  • Aumenta la frecuencia cardiaca: el corazón bombea más rápido, mejorando la circulación sanguínea.
  • Al reírnos movilizamos alrededor de 400 músculos entre cara, abdomen, pecho, estómago e incluso extremidades, lo que supone un gasto energético importante. A través de la risa quemamos las calorías equivalentes a la realización de una pequeña sesión de ejercicios aeróbicos como un paseo en bicicleta.
  • Disminuye los niveles de colesterol y glucosa sanguínea.
  • Favorece el retraso del envejecimiento
  • Estimula el sistema inmune aumentando nuestras defensas.
  • Reduce la sensación de dolor, por lo que es utilizado como tratamiento natural.

A nivel psicosocial:

  • Mejora nuestro estado anímico: nos ayuda a afrontar cuadros de depresión y ansiedad.
  • Fomenta la relajación, renovando las energías.
  • Incrementa la autoestima y es un aliado clave para el establecimiento de relaciones sociales.
  • Aumenta los niveles de endorfina (la llamada hormona de la felicidad) y de serotonina segregadas por el encéfalo.
  • Reduce las hormonas que nos provocan estrés o incluso angustia frente a determinadas situaciones.
  • Ayuda a elimina los bloqueos físicos, mentales y emocionales.

En definitiva, fortalece nuestro cuerpo y mente y promueve el equilibrio.

La medicina de la risa en los hospitales:

  • Facilita el establecimiento de una relación de empatía con los pacientes: es una muestra de apoyo emocional.
  • Favorece la relación de ayuda entre los profesionales de la salud y los pacientes y sus familiares.
  • Es un síntoma de comunicación efectiva: escucha activa.
  • Hacen que se “olviden” del dolor y de su situación.
  • Es útil tanto para los profesionales sanitarios como para el propio paciente.

La risa juega un papel fundamental en nuestra calidad de vida y bienestar, tanto físico como mental, por lo que es necesario que esté presente en nuestra vida cotidiana y en la práctica clínica.