Regálate Salud
Llega el nuevo año y con él, los nuevos propósitos. Entre nuestros proyectos, debemos incluir hábitos saludables que se consiguen por medio de una buena planificación, una alimentación equilibrada, la práctica de ejercicio físico regular y el mantenimiento del bienestar emocional.
Existen una serie de consejos que nos pueden ayudar a volver a una rutina ordenada con la que comenzar este nuevo año lleno de buenas intenciones.
Evita remordimientos
Durante las fiestas navideñas, resulta muy complicado no caer en los excesos, pero lo que sí podemos evitar es contrarrestar de manera exagerada estos descuidos hasta el punto de adoptar prácticas alimentarias desequilibradas y poco recomendables. La dieta se debe ir adaptando de manera progresiva, gradual y planificada, realizando 5 comidas al día junto con almuerzos y meriendas en forma de fruta, bocadillos, zumos naturales y lácteos.
Planifica tu compra
Es recomendable programar las comidas de la semana con antelación, teniendo en cuenta que se pueden aprovechar alimentos que hayan sobrado tras las fiestas navideñas e incluirlos en multitud de preparaciones. Esto nos ayudará a obviar alimentos innecesarios que, a menudo, se añaden a la cesta de la compra y lo único que aportan es un exceso de calorías y grasas poco saludables. Realiza una compra responsable y sostenible incluyendo verduras y frutas de temporada.
Equilibra la balanza
Probablemente, las comidas copiosas características de la Navidad no hayan sido del todo equilibradas, ya que en estas suelen predominar los platos principales contundentes acompañados de una amplia oferta de entrantes de todo tipo, a los cuales es complicado resistirse. Por ello, es necesario recuperar este equilibrio e incorporar de nuevo a tu dieta todos los grupos de alimentos, es decir: legumbres, vegetales, cereales preferentemente integrales y proteínas magras de origen tanto animal como vegetal, en las cantidades recomendadas para cada uno de ellos. Sin olvidarnos del agua mineral como la mejor opción con la que acompañar las comidas.
Alterna entre las distintas fuentes de proteínas
Ante la gran variedad de proteínas de las que disponemos, las recomendaciones aconsejan el consumo diario de 1 a 3 raciones de proteínas magras alternando entre las distintas fuentes de origen animal y vegetal. Entre las de origen animal se encuentran la carne de aves sin piel, el conejo o el lomo y solomillo de cerdo, el pescado, los huevos (sobre todo la clara) y los productos lácteos menos grasos, mientras que algunos ejemplos de fuentes de proteína vegetal son las legumbres o los frutos secos.
En el caso de las fuentes de proteína más grasas, como algunos derivados cárnicos y lácteos como los quesos grasos, su consumo recomendado es ocasional o moderado, es decir, de 1 a 2 veces por semana.
Desayuna como un rey
Esta comida va a contribuir a nuestro rendimiento tanto físico y mental a lo largo de todo el día. Por ello, un desayuno ha de ser completo y equilibrado, es decir, que incluya un lácteo en forma de leche o yogur, una pieza de fruta, algún cereal, como por ejemplo avena o tostadas de pan integral, a las que se le puede añadir derivado cárnico como pavo, jamón cocido y también un toque vegetal con unas rodajas de tomate natural o unos brotes verdes acompañados de unas gotas de aceite de oliva virgen extra.
De esta forma, se proporciona la energía y nutrientes necesarios para empezar el día y, junto con el almuerzo de media mañana, regular el hambre hasta la comida principal.
Vuelta al ejercicio
Es conveniente retomar la rutina de ejercicio de forma gradual para favorecer la pérdida del exceso de peso ganado en navidades y recuperar la forma física. Además, con el ejercicio se liberan endorfinas que, a nivel mental, favorecen la sensación de bienestar. Dedicar tiempo a uno mismo a través de la actividad física repercute de manera muy positiva en el bienestar personal, tanto física como mentalmente.
¡Incorpora estos pequeños consejos a tu día a día para conseguir un comienzo de año activo y positivo!
Recomendaciones para la práctica de deporte en otoño
Running, ciclismo, yoga… Sea cual sea el deporte que practiques, el otoño es una época desafiante. El cambio de horario y la bajada de temperaturas pueden disuadirnos de cumplir con nuestras citas saludables. Pero si conseguimos superar la pereza, y protegernos adecuadamente acorde al clima, lograremos afrontar esta estación con entusiasmo y actividad.
A medida que los días se hacen más cortos, las temperaturas empiezan a disminuir y aparecen las lluvias más frecuentemente, a todos nos pueden flaquear la motivación y la regularidad de la práctica deportiva. Por eso es necesario que sepamos adaptarnos a estos cambios para no dejar de lado una de las prácticas que ayudan a mejorar nuestra calidad de vida diaria.
Adaptarse al cambio de horario
Con el frío nuestros músculos se tensan más al hacer ejercicio, se entumecen. Paralelamente sudamos menos, por lo que el riesgo de rozaduras es mayor. Por ello es importante adaptar el momento en que hagamos deporte al nuevo horario. Al contrario que en verano, que es recomendable evitar las horas centrales del día, por el riesgo que suponen, ahora se trata de aprovechar ese momento.
Tiempo para calentar y estirar
Antes de comenzar la actividad que vayamos a realizar, recordamos la importancia que tiene destinar un tiempo previo a calentar los músculos y estirar las extremidades. Un calentamiento completo incluiría los siguientes pasos:
- Carrera suave
- Movilidad articular que, como decimos, en otoño están más entumecidas
- Estiramientos de extremidades
- Ejercicios más intensos: saltos, sprint, etc.
Abrígate correctamente, pero sin pasarte
Es lógico pensar que si hace más frío nos tendremos que abrigar más para hacer deporte. Sin embargo, el exceso de ropa es un error, ya que una vez que empecemos a sudar nos sobrarán prendas. Es mejor salir con lo justo y necesario y, si se prevé terminar el ejercicio antes de llegar a casa, entonces, sí será necesario llevar alguna prenda ligera de abrigo para no perder demasiada temperatura. A la hora de protegernos, es recomendable hacerlo especialmente en manos y orejas. En cuanto a la cabeza, ayudaremos a transpirar a nuestro cuerpo si en lugar de un gorro usamos orejeras.
Ante la bajada de temperaturas, es importante hacer deporte con dos capas. Se recomienda que la capa interna sea sintética especial para evacuar bien el sudor, evitando el algodón ya que este absorbe y retiene la humedad provocando riesgo de enfriamiento rápido.
Con lo que respecta al calzado, un exceso de abrigo en los pies o el uso de calcetines de algodón contribuirá a que se enfríen antes con el sudor.
También debemos prever si el ejercicio va a ser muy intenso y vamos a sudar más, ya que será necesario proveerse de ropa de recambio para que no baje demasiado nuestra temperatura con la ropa mojada.
Deportes de otoño
- Senderismo
Los paseos por la montaña encuentran en esta época un pintoresco paisaje sin caer en las temperaturas extremas de invierno o verano. Conviene destacar la importancia de llevar un buen calzado e ir bien equipado.
- Running
Esta es una práctica que cada vez gana más adeptos. Al igual que el senderismo, en otoño salir a correr supone no exponerse a las altas temperaturas del verano. No hay que olvidarse de protegerse bien, pero sin pasarnos de ropa.
- Ciclismo
Salir solo o acompañado a montar en bici es una actividad divertida y saludable, que además de poner en marcha varios grupos musculares, conlleva mejoras en el equilibrio.
En resumen, y tal como se promueve desde el Consejo Superior de Deportes con el proyecto “España se mueve”, no podemos olvidarnos, tampoco en otoño, de mantener nuestros hábitos de vida saludable a través de la actividad física y el deporte. De ellos, dependerá en gran parte nuestra calidad de vida.
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TRUCOS PARA INCREMENTAR LA ACTIVIDAD FÍSICA EN EL DÍA A DÍA
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Investigan a qué se debe el aumento de peso en algunos adolescentes
Un incremento en la obesidad entre los adolescentes jóvenes podría explicarse gracias a un estudio de 12 años de duración que revela que el número de calorías que se queman en reposo cae repentinamente durante la pubertad. La investigación, dirigida por la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, y publicada en ‘The International Journal of Obesity’, encontró inesperadamente que cuando alcanzan la pubertad, las niñas y los niños experimentan una rápida caída en el número de calorías que se queman, en un momento en el que se esperaría que esta cifra se eleve con el estirón.
El trabajo, dirigido por el profesor Terence Wilkin, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter, encontró que a los 15 años de edad se utilizan de 400 a 500 calorías por día menos mientras se está en reposo en comparación a cuando se tiene 10 años de edad, una caída de alrededor de un cuarto. Pero a la edad de 16 años, su gasto de calorías comienza a subir de nuevo.
A modo de comparación, un Big Mac del McDonalds contiene 508 calorías y se necesitaría una hora de clase de Zumba para quemar 500 calorías mediante el ejercicio. El estudio también encontró que los adolescentes hacen menos ejercicio durante la pubertad y esta disminución en la actividad física es especialmente acusada en las niñas, cuyo nivel de actividad se reduce en alrededor de un tercio entre las edades de 7 y 16 años.
Los nuevos hallazgos pueden ayudar a explicar por qué los jóvenes pueden convertirse en obesos en la pubertad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la obesidad infantil como uno de las más graves problemas de salud pública mundial del siglo XXI.
El Programa Nacional de Medidas para la Infancia (NCMP, por sus siglas en inglés) que mide la altura y el peso de alrededor de un millón de niños en edad escolar en Inglaterra cada año detectó que un tercio de los menores de 10 a 11 años de edad tenían sobrepeso o eran obesos.
BAJA EL GASTO DE CALORÍAS A PARTIR DE LOS 10 AÑOS
Gastamos calorías de dos maneras: el gasto voluntario a través de la actividad física y el gasto involuntario mucho más grande, simplemente para mantenerse con vida. Pensar, mantener caliente la sangre y hacer que el corazón, el hígado y los riñones trabajen juntos necesitan hasta 1.600 calorías por día en la adolescencia.
Podría esperarse que este gasto involuntario aumente con el tamaño corporal, y entre los niños estudiados, el gasto de calorías se incrementó como se esperaba desde la edad de 5 años en adelante, pero los investigadores se sorprendieron al ver que los niños estudiados sufrieron una caída repentina en el consumo de calorías durante la pubertad, desde la edad de 10 años en adelante. Esto fue particularmente sorprendente ya que es un periodo de rápido crecimiento y el crecimiento utiliza una gran cantidad de calorías.
Durante los 12 años de duración del estudio, entre 2000 y 2012, el equipo analizó los datos recogidos de casi 350 niños en edad escolar en el estudio ‘Earlybird’, con sede en Plymouth, en Reino Unido. Se evaluó a los niños cada seis meses entre las edades de 5 y 16 años, durante las cuales se les tomaron muestras de sangre para evaluar la salud metabólica y se midió su tamaño, composición corporal, tasa metabólica y actividad físico. De este conjunto, 279 niños dieron datos que les hicieron idóneos para el estudio más reciente.
La quema de calorías consume una cantidad fija de oxígeno. Los niños permanecieron en un lugar cerrado en el que se midió su consumo de oxígeno durante un periodo tiempo con el fin de permitir a los investigadores la quema de calorías por la cantidad de oxígeno consumido.
El estudio se basa en una investigación publicada por professsor Wilkin el año pasado, que mostró que los niños son particularmente susceptibles a ganar peso en dos etapas: una vez en la infancia, probablemente atribuible a la dieta y estilo de vida determinado por los padres del niño, y de nuevo en la pubertad, que quedó sin explicación anteriormente. La nueva investigación sugiere que puede deberse a una caída en el número de calorías que queman los adolescentes jóvenes en reposo durante la pubertad.
El profesor Wilkin describe: “Cuando buscamos una explicación para el aumento de la obesidad en la adolescencia, nos sorprendimos al encontrar una caída dramática e inesperada en el número de calorías quemadas en reposo durante la pubertad. Sólo podemos especular acerca de por qué, pero podría ser el resultado de un rasgo evolutivo para ahorrar calorías durante el crecimiento que puede ahora contribuir a un aumento peligroso de la obesidad en la adolescencia en las culturas donde la comida es abundante”.
“Podría ser que hemos evolucionado para conservar calorías con el fin de asegurar que tenemos suficiente para apoyar los cambios en el cuerpo durante la pubertad, pero ahora hay suficientes calorías cada día, por lo que esa caída en el gasto significa una ganancia de peso excesiva”, agrega
Incluir la actividad física en la rutina diaria ayuda a prevenir la aparición de enfermedades asociadas al sedentarismo
Incluir la actividad física en la rutina diaria ayuda a prevenir la aparición de enfermedades crónicas asociadas al sedentarismo, tal y como ha recordado la catedrática del Departamento de Salud y Rendimiento Humano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, Marcela González-Gross
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para adultos realizar actividad física como mínimo tres o cuatro veces a la semana. En concreto, realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana o 75 minutos si es una actividad física vigorosa.
“En personas sanas se debe aumentar el gasto calórico a través de las actividades diarias tanto de alta como de baja intensidad y del transporte activo (ir andando, en bicicleta, subir escaleras), y reducir el tiempo que permanecemos sentados. De esta manera, se mantiene una rutina diaria activa, clave para evitar los riesgos asociados al sedentarismo”, ha explicado la doctora.
Ahora bien, prosigue, la hora de introducir la actividad física en nuestra vida hay que considerar que pasar de ser sedentario a hacer demasiado ejercicio puede incrementar el riesgo de sufrir una lesión. Por ello, los expertos recomiendan encontrar una actividad que satisfaga y se realice siguiendo las pautas adecuadas y sin dolencias.
En concreto, las actividades cardiovasculares son ejercicios de baja o media intensidad y de larga duración y ayudan al fortalecimiento del corazón, el refuerzo del sistema inmunológico, la mejora del sistema respiratorio y la mejora del sueño, así como también ayuda a reducir el riesgo de presión arterial alta, diabetes, y colesterol alto.
Asimismo, las actividades de fuerza y resistencia muscular incluyen tanto ejercicios de corta duración y alta intensidad como de baja intensidad y larga duración y sus ventajas van desde el aumento de fuerza y resistencia en músculos, huesos y ligamentos, a la mejora de la coordinación y el equilibrio.
Recomendaciones a la hora de realizar actividad física
Por otra parte, la experta ha destacado la importancia de que la actividad física que se realice resulte divertida y, a su vez, se escuche al propio cuerpo y se aplique el sentido común.
De hecho, se recomienda realizar una prueba de esfuerzo previa al comienzo de la práctica de ejercicio intenso: hombres mayores de 45 años y mujeres mayores de 55, cuando presenten factores de riesgo, así como todas las personas diagnosticadas con enfermedades cardiovasculares, pulmonares o metabólicas.
Para mejorar la condición física, se debe aplicar una sobrecarga gradual y progresiva a la cantidad de actividad física. Así se podrá además alcanzar el nivel óptimo de gasto de energía a través de la actividad física, que ronda las 2.000 kilocalorías a la semana.
Finalmente, y con el objetivo de combatir el sedentarismo y mantener el cuerpo activo, desde Info-Alimenta se han elaborado 10 vídeos de ejercicio físico sencillo y rápido, adaptados a situaciones diarias como realizar la compra, conducir, trabajar en la oficina o ver la tele en el sofá.
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¿Por qué unos niños hacen más ejercicio que otros?
Una investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad de Newcastle (Reino Unido) ha analizado las causas que podrían explicar que unos niños practiquen menos deporte que otros y, según han visto, los ingresos familiares y la educación del cabeza de familia son los factores con más peso en esta desigualdad, que se acentúa entre niños y niñas.
En su estudio, publicado en el ‘International Journal for Equity Health’, se basaron en datos de más de 4.500 niños de 4 a 14 años obtenidos de la Encuesta Nacional de Salud 2011/2012, que mostraban cómo ellas eran más inactivas que ellos. Un 24,2 por ciento de las niñas no realizaba ningún ejercicio, al margen de las clases escolares de educación física, frente al 16,8 por ciento de los niños.
Esta información la facilitaron sus padres o tutores en las entrevistas de la encuesta, por lo que indagaron en aquellos factores familiares que podían influir en esas diferencias y en otras en un mismo sexo. Así, vieron como los mayores ingresos favorecen que los menores puedan apuntarse a centros deportivos o a actividades extraescolares donde hagan ejercicio.
No obstante, “hay más diferencias en el comportamiento de las niñas que en el de los niños en función de la renta que tengan sus padres”, destaca Rosa M. Urbanos, profesora del departamento de Economía Aplicada VI de la UCM y autora principal del estudio.
Por su parte, en el caso de los chicos la educación de los padres influye más en la falta de actividad física. Tener un padre o una madre con estudios universitarios disminuye la probabilidad de ser un niño inactivo, puesto que suelen ser más conscientes de los beneficios del deporte en la salud de sus hijos.
En cuanto al lugar de residencia, vivir en una localidad pequeña (inferior a 10.000 habitantes) no influyó en la actividad física, pero sí la comunidad autónoma. En general, los menores de País Vasco y Madrid eran los que menos probabilidades tenían de ser inactivos, comparados con los residentes en Andalucía.
LAS EMOCIONES AFECTAN A LAS NIÑAS Los problemas emocionales también influyeron en la falta de ejercicio, pero solo en las niñas. “Les afecta negativamente tener problemas de tipo emocional, como sentirse infelices, inseguras de sí mismas o nerviosas ante nuevas situaciones. En cambio, ese factor no parece afectar a los niños”, compara Urbanos.
Asimismo, las niñas nacidas fuera de España tendían a ser más inactivas que las españolas, algo que tampoco se da en los niños. Los autores animan a las administraciones públicas a que utilicen esta información y diseñen políticas encaminadas a disminuir la brecha socioeconómica de los menores para reducir así los niveles de inactividad y las desigualdades sociales que afectan a la salud.
“Es más probable que un menor que haga deporte en su tiempo libre, cuando sea adulto, practique algún tipo de actividad física también, lo que implica, por lo general, mejor salud, con un menor riesgo de obesidad o menores problemas cardiovasculares”,mantiene la investigadora.
7 hábitos saludables que ayudan a prevenir el Alzheimer
El Alzheimer es una de las enfermedades que más está aumentando su incidencia con motivo del aumento de la esperanza de vida. Una patología que, si bien actualmente no tiene cura, sí se puede prevenir o retrasar su aparición adoptando diferentes hábitos de vida saludable.
Por ello, y con motivo de la celebración del Día Mundial del Alzheimer, el neuropsicólogo, director del Centro de Rehabilitación Neurológica Fivan y miembro de Saluspot, Javier Chirivella Garrido, ha informado de siete hábitos saludables para retrasar su aparición:
1. Si cuidamos de nuestro corazón cuidamos de nuestro cerebro. Uno de los factores de riesgo a la hora de sufrir Alzheimer son las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión, el colesterol, la diabetes y la obesidad. Muchas de estas enfermedades son consecuencia directa de nuestro estilo de vida.
2. Elimina el tabaco. El tabaco es origen o potenciador de tantas enfermedades que habría que erradicarlo de nuestra vida de manera fulminante. Tenemos que tener en cuenta que las personas fumadoras tienen un riesgo un 45 por ciento más alto de sufrir demencia.
3. Ejercicio físico. Hay estudios que demuestran que el mantenerse activo físicamente reduce la aparición de las demencias a nivel general y en concreto del Alzheimer. No hace falta que vayamos corriendo a apuntarnos al gimnasio, que podemos hacerlo, sería suficiente con caminar a buen paso al menos 30 minutos al día.
ALIMENTOS QUE PROTEGEN DEL ALZHEIMER
4. Alimentación. Aunque no se dispone de estudios muy concisos acerca de la incidencia de la alimentación en esta demencia se sabe que hay alimentos que nos protegen de ella. Así que introduce en tu dieta manzanas, cítricos, calabaza, zanahorias, fresas, uvas, tomates, legumbres y pescados.
5. Ejercicio cerebral. Al igual que debemos que tener una buena rutina de ejercicio físico tenemos que mantenerla con nuestro cerebro. Servirá para evitar, o al menos retrasar, la aparición del Alzheimer. Todo es válido. Leer, aprender un idioma, hacer crucigramas o sudokus, apuntarse a un curso, hacer cálculos matemáticos, todo lo que haga a nuestra mente esforzarse es
6. Socializar. El estar con otras personas y relacionarnos hacen que nuestro cerebro esté activo y alerta. Hace que siga trabajando por lo que nos ayuda a prevenir esta enfermedad.
7. Proteger nuestra cabeza. Parece que existe una relación entre sufrir un traumatismo craneal severo con pérdida de conciencia y el riesgo de padecer Alzheimer el día de mañana. Así que no expongamos esta zona de nuestro cuerpo a ese riesgo. Protejámosla de la manera adecuada cuando sea necesario, como en el trabajo o al practicar deporte.
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Pasar ocho horas sentado y evitar riesgos para la salud
Desde hace años, científicos y médicos de todo el mundo conocen un tratamiento capaz de salvarle la vida a más de cinco millones de personas cada año, evitar buena parte de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, el cáncer de mama y otros tumores y alargar la vida de cualquier persona. Lo mejor es que se trata de un remedio gratuito, disponible desde tiempos inmemoriales y al alcance de la mayoría de personas: ejercicio.
Cada año olímpico, la revista médicaThe Lancet publica una colección de artículos sobre los beneficios del ejercicio para evitar los grandes males que azotan a la salud mundial. La principal conclusión de los cuatro nuevos estudios recién publicados es que la situación mundial no ha progresado casi nada. Un cuarto de todos los adultos del mundo no hace ejercicio suficiente y, más preocupante de cara al futuro, el 80% de los niños y jóvenes tampoco llega al mínimo de deporte semanal recomendado por la Organización Mundial de la Salud. En 2012, un estudio similar calculó que, cada año, el sedentarismo mata a más personas que el tabaco, que se cobra unos cinco millones de vidas.
Uno de los estudios es una revisión de 16 trabajos anteriores que engloban a más de un millón de personas. Los investigadores querían determinar cuánto ejercicio es necesario para evitar el riesgo de muerte prematura asociado al sedentarismo. El tipo de actividad analizada era andar rápido o pasear en bici, ambos durante una hora al día.
Los resultados muestran que las personas activas están mucho más sanas aunque tengan que pasar ocho horas sentados. La gente con más riesgo es la que no hace ningún tipo de actividad. Pero el trabajo muestra también que una hora de ejercicio al día basta para contrarrestar los efectos nocivos de esas ocho horas parados. Solo una de cada cuatro personas analizadas hace esa hora de ejercicio o más al día, resalta el estudio.
“Para mucha gente que tiene trabajos de oficina y se desplaza en un vehículo al trabajo no hay forma de evitar pasar mucho tiempo sentado”, reconoce Ulf Ekelund, de la Universidad de Cambridge y la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte. “No podríamos destacar más la importancia de hacer ejercicio, ya sea dar un paseo a la hora de la comida, correr un poco por la mañana o ir en bici al trabajo. Una hora al día es lo ideal, pero si esto es imposible, al menos hacer un poco de deporte al día también reduce el riesgo [de muerte prematura]”, resalta. Estudios anteriores han calculado que cada minuto de actividad física puede aportar hasta siete más de vida.
Ha habido un aumento en los países que han puesto en marcha campañas de promoción del ejercicio, según otro de los estudios publicados hoy. El ejercicio no solo frena las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o el cáncer, sino que también “podría evitar unos 300.000 casos de demencia al año”, resalta Jim Sallis, de la Universidad de California en San Diego. A pesar de ello, lamenta, “la pandemia global de inactividad física sigue ahí y la respuesta global ha sido demasiado lenta”.
Los estudios piden una mayor implicación y compromiso de las autoridades sanitarias. Otro trabajo enumera intervenciones exitosas y con un coste bajo, como la realizada en Curitiba (Brasil), Bogotá (Colombia) y Cambridge (Reino Unido), donde se ha aumentado la distancia entre paradas de autobuses y esto ha logrado que la gente ande más.
Además de los incuestionables beneficios en salud, el ejercicio también puede ahorrar ingentes cantidades de dinero a las arcas públicas. En este sentido, otro estudio ha calculado por primera vez el coste sanitario del sedentarismo: unos 60.000 millones de euros al año en precios de 2013. En España los costes totales son de algo más de 2.000 millones de euros.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/07/27/ciencia/1469614507_721022.html
Vuelta a la rutina con actitud positiva
Llega septiembre y con él, la vuelta a la rutina. El ser humano organiza su vida en torno a unos hábitos, en mayor o menor medida establecidos. Las vacaciones rompen esta repetición de hábitos, dotándonos de la libertad para tomar decisiones fuera de nuestro habitual marco de actuación. De ahí que nos encontremos con un reto en septiembre: pasar de la libertad vacacional a la rutina.
Para hacer menos dura la vuelta de las vacaciones, 2 o 3 días antes del comienzo del curso, conviene incorporar unos hábitos que, con actitud positiva, permitan progresivamente adaptarnos nuevamente a la rutina. Para los más pequeños de la casa, esta situación puede ser más difícil y requiere de un mayor apoyo y empatía por parte de su entorno. Es necesario que los adultos, modelos a seguir de los más pequeños, transmitan tranquilidad y normalidad ante esta realidad tan común a todos.
Comunicación entre padres e hijos
Con el fin de evitar la frustración, es aconsejable expresar los sentimientos y compartir con la familia la negativa ante el inminente fin de las vacaciones.
- Los padres deben escuchar a sus hijos para así poder entenderles y empatizar, construyendo una relación de confianza.
- Comunicación bidireccional. Los niños pueden sentirse incómodos ante la llegada del curso, pero el resto de la familia también ante el trabajo. Tanto para unos como para otros, hablar va a permitir relativizar el “problema” y ver el lado positivo.
Mantener un equilibrio emocional
Con una actitud positiva, la vuelta se hará más suave.
- Hacer partícipes a los niños de la preparación del nuevo curso. Comprar los libros, forrar cuadernos, actualizar y etiquetar el material escolar… estas actividades pueden ser divertidas cuando padres e hijos las hacen conjuntamente. Hacer partícipes a los pequeños de la preparación del curso escolar les permitirá adquirir el entusiasmo por comenzar el curso, reencontrarse con sus compañeros y seguir aprendiendo.
- Nuevos retos. Es preferible aprovechar este momento para establecer metas, rutinas saludables, propósitos personales y profesionales en vez de lamentar el final de las vacaciones. Esta “ambición” positiva dota de la fuerza interior necesaria para iniciar una etapa llena de oportunidades que están por llegar.
No olvidar una alimentación saludable
- Un desayuno equilibrado proporciona un reparto armónico de las calorías y nutrientes a lo largo del día. Para afrontar positiva y energéticamente los días, niños y adultos deben tomarse su tiempo para realizar un desayuno completo y saludable.
- Después de los excesos en verano conviene acostumbrar de nuevo al cuerpo a una alimentación saludable, sin saltarse las comidas y combinándola con ejercicio físico.
Volver a los horarios
- Al igual que los adultos, los niños necesitan un periodo prudencial de adaptación, sin aceleraciones, para poder tranquilamente asimilar de nuevo la rutina, tanto a la hora de irse a dormir como de levantarse. Para ello, 2 o 3 días antes de comenzar las clases, es conveniente empezar a adaptar los horarios.
Estilo de vida activo
- Es necesario preparar el cuerpo para el ejercicio físico, una práctica que debería extenderse a lo largo del año para mantener un estilo de vida activo.
- Las actividades extraescolares, una o dos veces por semana, permitirán a los niños familiarizarse y disfrutar de la rutina, si además las centramos en deporte, les ayudarán a mantenerse activos.
La vuelta de las vacaciones será más sencilla si se establecen unas pautas de estilo de vida saludable, consiguiendo un equilibrio corporal y mental para comenzar con optimismo una etapa colmada de nuevas oportunidades.
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Ver mucho la tele desde niños afecta la calidad de los huesos
Investigadores de la Curtin University en Perth, Australia, han descubierto que los niños que ven mucha televisión durante la infancia tienen menos masa ósea cuando son adultos, lo que les puede hacer más vulnerables a sufrir osteoporosis y fracturas de huesos cuando sean mayores.
En su estudio, cuyos resultados publica la revista ‘Journal of Bone and Mineral Research’, se tomaron datos de más de mil niños y adolescentes hasta que cumplieron los 20 años, que es cuando la masa ósea está en su punto más alto, y vieron si había diferencias en función del tiempo que pasaron frente a la televisión durante su infancia.
Los padres de los menores debían informar del tiempo que sus hijos pasaban frente al televisor con 5, 8, 10, 14, 17 y 20 años, si bien cuando eran más mayores eran los propios participantes los que informaban de sus hábitos de consumo.
A partir de ahí, los investigadores establecieron tres grupos y vieron como el 20 por ciento veía menos de 14 horas la televisión a la semana tanto en la infancia como en la adolescencia, más del 40 por ciento la veían más de 14 horas semanales y un 35 por ciento que paso de un consumo más bajo a ver la tele durante más tiempo con el paso de los años.
A los 20 años, los participantes se sometieron a una exploración de rayos X para evaluar si nivel óseo, teniendo también en cuenta la altura, el índice de masa corporal (IMC), la actividad física, la ingesta de calcio, los niveles de vitamina D, el consumo de alcohol y tabaco con 20 años.
De este modo, vieron que los que presentaban un elevado consumo de televisión desde más pequeños tenían menos masa ósea que el resto cuando tenían 20 años.
“Estar sentado viendo la televisión tiene un doble efecto perjudicial. Al no ser activos, no obtenemos el beneficio de la actividad física y, al mismo tiempo, este sedentarismo prolongado también desencadena una respuesta fisiológica que resulta perjudicial para la salud de nuestros huesos”, ha destacado Sebastien Chastin, de la Universidad de Glasgow Caledonia (Reino Unido), que no participó en el estudio.
Además, este experto reconoce que esta mala salud de sus huesos puede favorecer la aparición de osteoporosis y, en caso de sufrir una caída, su riesgo de fractura es mayor.