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Las chicas anoréxicas suelen tener rasgos autistas

Las chicas que padecen anorexia suelen tener ciertos rasgos autistas, según ha mostrado un equipo de investigadores del Centro de Investigación del Autismo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), liderados por Simon Baron-Cohen.

Para llevar a cabo esta investigación, publicada en la revista BioMed Central Molecular Autism, los investigadores estudiaron a 66 chicas de entre 12 y 18 años con anorexia, a las que compararon con más de 1.600 adolescentes sanos analizando el cociente del espectro autista (AQ, por sus siglas en inglés), el cociente de sistematización (SQ) y el cociente de empatía (EQ).

Así, los expertos comprobaron que las niñas que padecían anorexia tenían un mayor cociente de sistematización y un menor cociente de empatía, rasgos que, según los investigadores, son característicos de la enfermedad del autismo.

“Tradicionalmente, la anorexia ha sido vista simplemente como un trastorno de la alimentación. Esto es bastante razonable, pero esta investigación ha desvelado que la mente de una persona con anorexia puede compartir mucho con la mente de una persona con autismo”, ha asegurado Baron-Cohen.

Y es que, las personas con autismo tienen niveles de deterioro variable que van desde la interacción social, la empatía, los intereses repetitivos hasta el lenguaje y la comunicación.

En este sentido, el investigador ha insistido en que la anorexia y el autismo comparten ciertas características como, por ejemplo, las actitudes y comportamientos rígidos o la tendencia a centrarse en uno mismo.

personas mayores ejercicio físico

El ejercicio físico permite a las personas mayores mantener una mente activa

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La práctica regular de ejercicio físico permite a las personas mayores mantener una mente activa, además de sentirse ágiles, útiles e independientes. Sin embargo, según alertan los expertos, son muchas las personas mayores que se olvidan de ejercitarla diariamente y evitar, así, que el paso de los años le afecte.

Los hábitos de vida saludables protegen a la mente del deterioro cognitivo o la falta de memoria. En este sentido, la directora médica del servicio de Promoción de la Salud de Sanitas, Clara Esteban, ha recordado que la mente sana se basa en tres pilares fundamentales: la realización de actividades intelectuales, la práctica de ejercicio físico y una alimentación saludable.

De hecho, las actividades intelectuales o de ocio como “sudokus”, sopas de letras o crucigramas consiguen lograr un cierto nivel de agudeza mental, ya que permiten entrenar la agilidad mental sin que suponga un gran esfuerzo para la persona.

“Realizando este tipo de actividades, las personas mayores pueden prevenir la aparición de demencias, así como la evolución de éstas si ya se hubiesen manifestado. Es más importante la calidad del tiempo destinado a realizar esta actividad que la cantidad de pasatiempos que se realicen, ya que cuanto más se practiquen estas actividades, combinando los diferentes tipos, la agilidad mental mejorará y, por tanto, también lo hará la coordinación, la memoria y, por supuesto, la comprensión”, ha comentado la experta.

Por ello, las personas mayores deben completar la actividad intelectual con la práctica de ejercicio físico que permite estimular los músculos y articulaciones, así como mejorar su coordinación y equilibrio. Actividades más veraniegas como fisioterapia en el agua o paseos a primera hora del día, evitando las de mayor calor, harán que las personas mayores estén motivadas a realizarlas, gracias también a las relaciones sociales que se establecen, y, por tanto, que éstas terminen repitiéndose.

La importancia de una dieta equilibrada y saludable

Por otra parte, la alimentación también influye a la hora de que las personas mayores mantengan una mente activa, e incluso para prevenir su deterioro. Entre los alimentos que favorece la agilidad mental destaca el pescado azul, que contiene Omega-3; las nueces, que aportan vitamina E; el salvado de trigo, por su aporte de minerales; o el aguacate, rico en vitaminas, minerales y ácidos grasos.

Asimismo, la leche y los cereales integrales también son productos de consumo recomendado para las personas mayores al fomentar el buen funcionamiento de la mente. Además, en los meses veraniegos, la experta ha recomendado a las personas mayores que en su dieta no se olviden de incluir frutas y verduras, así como moderar el consumo de grasas.

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La comida sana puede ayudar al autocontrol cuando se hace dieta

Muchas personas que hacen dieta tienen dificultades para adherirse a los planes cuando se enfrentan a la tentación de comer alimentos muy calóricos. Sin embargo, los alimentos saludables que están asociados con las dietas, como ensaladas y frutas, pueden recordar a personas que quieren bajar de peso sobre sus metas a largo plazo y mejorar el autocontrol, según concluyó una investigación que se presentó en la Reunión Anual de la Sociedad para el Estudio de la Conducta Digestiva (SSIB, en sus siglas en inglés) en Nueva Orleans, Estados Unidos.

Investigadores de la Universidad de Leeds (Reino Unido) pidieron a las mujeres que olieran naranjas frescas o chocolate y escribieran sobre los recuerdos provocados por el olor de los alimentos. Los investigadores encontraron que las mujeres que estaban a dieta para bajar de peso comieron un 60 por ciento menos de chocolate después de oler las naranjas frescas en comparación con el aroma del chocolate, mientras las que no hacían dieta ingirieron cantidades similares independientemente de los alimentos a los que estuvieron expuestos antes de picar.

En un segundo estudio, las imágenes de los alimentos o productos no alimentarios (por ejemplo, material de oficina) aparecieron brevemente en la pantalla mientras las participantes completaron una tarea distractora. Cuando se les proporcionó la oportunidad de comer una variedad de alimentos dulces y salados, a quienes se les mostraron imágenes de alimentos saludables comieron menos que las que fueron expuestas a artículos no alimentarios.

Comer alimentos saludables puede ayudar a personas que hacen dieta a reducir el número de calorías que consumen y la comida sana sirve para recordar la meta de la dieta y promueve la sensación de saciedad durante más tiempo.

En un tercer estudio, los científicos dieron a los participantes una ensalada, pan de ajo o agua y luego ofrecieron pizza como plato principal. Encontraron que a pesar de la ensalada y el pan de ajo tenían la misma cantidad de calorías, las mujeres a dieta comieron menos si consumieron el aperitivo de ensalada en comparación con el pan de ajo o el agua, mientras que las que no estaban a dieta comían cantidades similares con la ensalada como aperitivo que con el pan de ajo o el agua.

Stress humano

Descifradas las interconexiones entre estrés, obesidad, enfermedades metabólicas y dieta

Debido a los cambios de estilo de vida como el sedentarismo y el uso frecuente de comidas grasas, las enfermedades relacionadas con la obesidad están consideradas en estos momentos como una auténtica pandemia a nivel mundial, independientemente de la edad de los individuos, su sexo o grado de desarrollo del país en que viven.

El síndrome metabólico engloba una serie de problemas médicos que aparecen simultáneamente como la diabetes de tipo II, la hiperglucemia, hiperinsulinemia, hipertrigliceridemia e hígado graso. Aunque generalmente se inducen junto con la obesidad, hay casos menos frecuentes en que pueden detectarse en pacientes no obesos.

Junto con la dieta, existen otros factores que parecen influir en el desarrollo de estas enfermedades como es, por ejemplo, el estrés. Sin embargo, hasta este momento, había una gran disparidad de datos clínicos sobre el tema lo que impedía tener una idea clara del problema. Esto se debía a que, al tenerse que estudiar esta influencia en enfermos que ya habían desarrollado la enfermedad, no era posible estudiar cómo se había producido la evolución de dichas enfermedades a lo largo del tiempo y, por tanto, saber si venía antes el “huevo o la gallina”. Además, dado que en el desarrollo de estas enfermedades influye una gran diversidad de factores ambientales (tipo de dieta, hábitos de vida) y genéticos (raza de los individuos, tendencia diferencial de las personas a desarrollar estas enfermedades, sexo, edad, otras enfermedades), los estudios clínicos daban lugar a resultados muy variables y contradictorios entre sí, lo que impedía llegar a conclusiones definitivas.

Por otro lado, al tratarse de personas, otro problema que impedía obtener una solución a esta pregunta era que los estudios debían hacerse de manera no invasiva y durante un tiempo limitado en los pacientes, lo que determinaba que sólo se pudiese estudiar la evolución de un grupo muy reducido de parámetros clínicos y periodos de tiempo muy cortos. Debido a ello, hasta ahora existían datos muy dispares sobre el efecto del estrés, el síndrome metabólico, la obesidad y el tipo de dieta. Así, mientras que unos estudios indicaban una acción protectora del estrés y del sistema nervioso sobre estas enfermedades, otros estudios establecían que su acción en cambio era perjudicial. Tampoco estaba claro si el estrés venía antes del síndrome metabólico o, en cambio, era éste el que inducía la activación del sistema nervioso que inducía respuestas de estrés. Finalmente, había datos contradictorios sobre si la hipertensión inducida por la obesidad podía ayudar o no al desarrollo de algunos de los problemas asociados al síndrome metabólico como era la diabetes de tipo 2.

Resultados de la investigación

Los resultados del estudio, realizados con animales modificados genéticamente y publicados en la revista Cell Metabolism, dan por primera vez una visión clara sobre este problema, indicando que el sistema nervioso y el estrés tienen funciones diferentes en el desarrollo de estas enfermedades en función de la dieta habitual de los individuos. Así, en individuos con dieta sana, el estrés y la hiperestimulación nerviosa favorecen el desarrollo de hígado graso, la diabetes tipo 2 y otros problemas relacionados como la hiperglucemia, hiperinsulinemia y la hiperlipidemia. En cambio, en individuos con dieta grasa, su papel es en cambio protector, evitando que surjan estas enfermedades e, incluso, la obesidad. Los resultados también permitieron descartar de manera inequívoca que la presión arterial alta contribuya de manera directa al desarrollo de la diabetes de tipo 2 como se postulaba en algún estudio previo.

El estudio también predice que terapias dirigidas contra la rama del sistema nervioso que determina la reacción del organismo al estrés podrían ser de interés para tratar pacientes con síndrome metabólico que no sean obesos. En cambio, esas terapias pasarían a tener efectos perniciosos en caso de ser administradas a pacientes obesos.

“Cuando vimos la disparidad de datos clínicos existentes sobre las interconexiones entre estrés, síndrome metabólico, obesidad y dieta, nos dimos cuenta de que teníamos el animal modelo ideal para resolver las polémicas existentes en este campo” explica el Dr. Xosé Bustelo, profesor de investigación del CSIC que trabaja en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca, un centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca.

Durante estudios previos, este equipo había desarrollado un ratón modificado genéticamente para estudiar el posible papel terapéutico de la oncoproteína Vav3 en cáncer y otras patologías. Cuando estos ratones fueron analizados, el grupo pudo comprobar que tenían una alteración desde su nacimiento que hacía que tuviesen continuamente activado el sistema nervioso relacionado con el estrés. “Esto nos dio la idea de utilizarlos para solventar todas las preguntas relacionadas con la acción del estrés sobre enfermedades metabólicas”, comenta el Dr. Mauricio Menacho-Márquez, investigador del Centro de Investigación del Cáncer y primer firmante del artículo de investigación.

En efecto, “estos ratones nos dan un modelo único para estudiar cómo el estrés contribuía a largo plazo al desarrollo o prevención de dichas enfermedades metabólicas, algo que nunca se pudo abordar con pacientes humanos”, añaden los Dres. Bustelo y Menacho-Márquez. De hecho, “el seguimiento periódico de estos ratones desde su nacimiento hasta una edad equivalente a la que tendrían personas con 80 años nos daba una oportunidad única de ver los efectos a largo plazo del estrés y, además, ver cómo éstos variaban en función de la dieta, la edad o la administración de diversos tipos de fármacos”, añade el Dr. Bustelo. Además, “dado que los animales tenían un componente genético homogéneo y condiciones ambientales idénticas, nos permitía establecer correlaciones directas entre las condiciones experimentales y la evolución de la enfermedad y, por tanto, establecer inequívocamente causas y efectos. Esto era imposible de hacer en humanos”, añade el Dr. Menacho-Márquez.

En la investigación también han participado los laboratorios de los Dres. Rubén Nogueiras y Carlos Diéguez, dos investigadores gallegos que trabajan en el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS) de la Universidad de Santiago de Compostela.

Wasted Young Man

La dieta durante el embarazo puede hacer a los hijos más sensibles al consumo de alcohol y las drogas

La mayoría de las mujeres a la edad de procrear en Estados Unidos tienen sobrepeso “probablemente debido a que comen en exceso alimentos ricos en grasa y/o con alto contenido de azúcar. El aumento de la obesidad prenatal e infantil y el aumento del número de jóvenes que abusan del alcohol y las drogas son problemas que pueden ir en aumento”, comentó Nicole Avena, neurocientífica de investigación en el Instituto del Cerebro McKnight de la Universidad de Florida (Estados Unidos).

En comparación con las crías de las ratas que comían la alimentación habitual de los roedores, las crías de ratas que se alimentaron con dietas ricas en grasa o alto contenido de azúcar durante el embarazo pesaron más de adultos y bebieron más alcohol; y las crías de las ratas que habían seguido dietas altas en azúcar también fueron más sensibles al abuso de drogas como la anfetamina, destacó Avena, cuyo trabajo examinó tres estudios, con una duración cada uno de tres meses y la participación de entre tres y cuatro ratas hembras adultas y entre 10 y 12 crías en cada modelo dietético.

Los investigadores compararon el peso y el comportamiento sobre el consumo de drogas entre las crías de ratas alimentadas con dietas ricas en grasas, sacarosa, o jarabe de maíz con alta cantidad de fructosa, con la descendencia de ratas que tuvieron una alimentación normal de roedores durante la gestación o la lactancia.

Para determinar los efectos de las dietas de las madres durante la gestación, las crías de ratas alimentadas con dietas ricas en grasas, altas en sacarosa o fructosa de jarabe de maíz fueron amamantadas por ratas madres que tomaban comida normal. Para hallar los efectos de las dietas de las madres de las crías durante la lactancia, las crías de madres que habían tomado comida normal fueron amamantadas por madres ratas que comían alimentos altos en alta sacarosa, en grasa o jarabe de maíz de alta fructosa.

La dieta alta en grasa contenía un 50 por ciento de grasa, 25 por ciento de hidratos de carbono y 25 por ciento de proteína, mientras que la dieta de control refleja una dieta recomendada en humanos, con 25 por ciento de grasa, 50 por ciento de hidratos de carbono y 25 por ciento de proteína, según Avena.

La descendencia de las ratas que tenían dietas altas en grasa durante el embarazo bebió significativamente más alcohol en la edad adulta que las crías de ratas con la dieta normal, mientras que no hubo diferencias en la cantidad media diaria de agua que bebieron o la comida que tomaron.

Las crías de las ratas en la dieta alta en grasas durante el embarazo también tenían niveles significativamente más altos de triglicéridos. Las crías de ratas alimentadas con dietas con alto contenido en jarabe de maíz de alta fructosa o sacarosa no mostraron diferencias en los triglicéridos en comparación con el grupo de comida regular.

Para comprobar los efectos de las dietas ricas en sacarosa y el jarabe de maíz alto en fructosa, los expertos dieron a un grupo de las ratas embarazadas una dieta diaria de comida regular más una solución de sacarosa al 10 por ciento o una solución de jarabe de maíz de alta fructosa del 16 por ciento. Los recién nacidos amamantados por las ratas, ya sea de dietas con alta sacarosa o jarabe de maíz de alta fructosa durante el embarazo, bebían más alcohol en comparación con las crías del grupo que no tomó ningún azúcar.

Además, las crías expuestas a cualquiera de las dietas ricas en azúcar antes del nacimiento o durante la lactancia se convirtieron en hiperactivos cuando se administraron dosis bajas de anfetamina, lo que sugiere la sensibilidad a la droga. Estos animales también pesaron significativamente más al final del estudio que los nacidos de las ratas que ingirieron comida regular.

Investigaciones previas con animales de laboratorio y personas han demostrado que comer en exceso alimentos de buen sabor altera sistemas cerebrales de recompensa, y las dietas con exceso de grasa y azúcar pueden causar un aumento del apetito, así como algunos comportamientos como la adicción, según el investigador principal.

“Nuestros hallazgos sugieren que incluso cuando las ratas están todavía en el útero, la exposición a dietas altas en grasas y ricas en azúcar puede, además de aumentar el peso corporal, conducir a una predisposición a beber alcohol y una sensibilidad a las drogas”, concluyó.

glucose level blood test

Trabajar de noche podría favorecer la aparición de diabetes

Los trabajadores en turno de noche podrían tener “más facilidad” para desarrollar diabetes, según ha asegurado la doctora Isabel Villalibre, neuróloga especialista de la Unidad del Sueño de la Clínica La Luz.

A su juicio, desempeñar una actividad profesional durante la noche y, por lo tanto, dormir en horario matinal podría provocar en el trabajador “peor control del metabolismo del azúcar” y hacer que pueda “desarrollar diabetes con más facilidad”. Para ella, esta situación “al final se traduce en una privación crónica de sueño”.

Además, la experta, que sostiene que, estas “personas pueden tener más tendencia al sobrepeso”; señala que también podrían sufrir “molestias gastrointestinales, somnolencia diurna, cansancio, irritabilidad o falta de concentración”. Por ello, manifiesta que son consecuencias de salud “a tener en cuenta”.

Todas estas circunstancias se producen porque los trabajadores nocturnos “tienen más dificultades para iniciar el sueño en la mañana y duermen menos cantidad de horas”, lo que provoca que no haya “una recuperación”, explica Villalibre. A ello se une el hecho de que ese descanso “se ve interrumpido por pequeños despertares”, añade.

Según aporta la experta de Clínica La Luz, estos efectos son aún más acusados “a partir de los 50 años ya que los jóvenes se adaptan mejor”. De cualquier forma, indica que se pueden realizar ciertas acciones para mitigar las consecuencias.

Así, señala que, en el ambiente laboral, “lo ideal es intentar tener la máxima luminosidad posible para que la melatonina, que es la principal hormona que induce el sueño, esté muy inhibida”. Tras ello, apuesta por salir de las instalaciones laborales con gafas de sol, las cuales permitan estar en un ambiente un poco más oscuro “para que la melatonina vaya subiendo”.

No obstante, afirma que antes de esta última medida es preciso desayunar en el mismo lugar de trabajo y de manera no copiosa “para que dé tiempo a la digestión hasta que se llegue a casa y la persona se acueste”. Además, esto es preciso para mantener los horarios de comida “y llevarlos acompasados con el sueño”, declara.

El almuerzo es su comida más importante del día

La Dra. Villalibre considera necesario que el trabajador coma cuando se levante, ya que el almuerzo es para estas personas “la comida más importante del día”, a diferencia del resto de la población donde es el desayuno el que cobra mayor protagonismo.

De cualquier forma, el profesional del turno de noche no suele dormir más de siete horas, por lo que lo hace “dos horas menos de lo normal y necesario”, asegura. La explicación a ello la encuentra en que “ni los ciclos de temperatura, ni de cortisol favorecen que el sueño se prolongue”.

Unido a ello se encuentran los factores externos al sueño y de ruido, los cuales “no lo permiten, ya que la ciudad está viviendo cuando quieren dormir”, explica al tiempo que subraya que también se duerme menos “para compensar con la vida social”.

En relación a los problemas para conciliar el sueño, la Dra. Villalibre sostiene que “sí que puede estar indicada la toma de hipnóticos”, aunque lo mejor es solucionarlo con métodos más naturales, como la valeriana. Por contra, indica que la ingesta de estimulantes para mantenerse despiertos en la actividad laboral “ha sido hasta ahora más controvertida”, a pesar de que existen algunos trabajos que ya empiezan a aconsejar su consumo.

Otro aspecto que se ve perjudicado por estos hábitos distintos a los tradicionales es la eficiencia, y es que la privación crónica de sueño “va arrastrando una disminución en la concentración, sobre todo, en la capacidad de reacción rápida”. Por ello, se muestra partidaria de “tener descanso entre los días de trabajo”.

Por último, asegura que existen personas, como las que tienen patologías cardiovasculares, que no pueden desarrollar su profesión durante la noche, ya que necesitan “mantener un horario de sueño más o menos regularizado”.

A éstas se adhieren las que ven empeorada su calidad de vida ostensiblemente a pesar de no padecer ninguna patología. De hecho, concluye que, a veces, la capacidad para poder descansar, una vez que termina el periodo de vida laboral, también se ve influido, ya que “a la mayoría les cuesta volver a adaptarse”.

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Los profesionales de la nutrición piden a Sanidad incluir la educación alimentaria en centros sanitarios

La Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) ha iniciado una campaña de recogida de firmas para pedir al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad incluir la educación alimentaria y promover la dieta mediterránea en colegios, centros de Atención Primaria, residencias y hospitales, con el fin de reducir el riesgo de las enfermedades relacionadas con una mala alimentación, entre ellas la obesidad. También piden la presencia de profesionales de la dietética y la nutrición en centros de Atención Primaria para ofrecer soluciones y atención adecuadas a los pacientes en esta área.

La SEDCA advierte de que el abandono de la dieta mediterránea y la ausencia de una educación alimentaria están provocando una “epidemia” de trastornos cardiovasculares y de obesidad, que está alcanzando incluso a los niños. Más del 45% de los que tienen entre 6 y 9 años sufren obesidad o sobrepeso, según el estudio ALADINO, elaborado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN). En concreto un 26,2 por ciento presenta sobrepeso, mientras que un 18,3 por ciento son obesos.

La campaña de recogida de firmas iniciada por la SEDCA, desarrollada en la plataforma online Change.org, pretende que con la proliferación de la educación alimentaria se pueda frenar la obesidad y la aparición de otras enfermedades. “Estamos viviendo en España un abandono paulatino de la dieta mediterránea y es por ello que a la par está creciendo la prevalencia de patologías asociadas a una inadecuada alimentación como la obesidad, la diabetes o la hipercolesterolemia”, señala el profesor Jesús Román, presidente del comité científico de la SEDCA. A su juicio, “es sobre todo preocupante en aquellos sectores de población más sensibles como los niños, las mujeres gestantes o en lactancia, mayores, hospitalizados y personas desfavorecidas”.

La Administración española, en sus diferentes niveles, “no considera adecuadamente o minusvalora el papel que los expertos en nutrición y dietética pueden prestar a la sociedad”, asegura la SEDCA. “Los conocimientos y la atención que ofrecen estos profesionales sanitarios pueden conseguir disminuir la prevalencia de patologías crónicas, reducir los costes de atención sanitaria y mejorar la calidad de vida de la población”, comenta el profesor Román. En nuestro país, según datos de esta sociedad, los costes sanitarios directos o indirectos ocasionados por problemas de obesidad o sobrepeso suponen alrededor del siete por ciento del total.

La SEDCA advierte sobre la importancia de inculcar, desde pequeños, unos hábitos de vida saludables que incluyen “una dieta sana, variada, equilibrada y suficiente”, indica el profesor Román. “Se trata sobre todo de comer de cada grupo de alimentos lo justo y adecuado para cada edad y condiciones físicas y limitar la ingesta de grasas saturadas, sal o azúcar y favorecer la ingesta de verduras y hortalizas y otros alimentos característicos de la dieta mediterránea”, añade. Además, debe acompañarse de hidratación adecuada y ejercicio físico, a ser posible, a diario.

En palabras de este experto, “con la prevención se puede frenar el desarrollo de muchas enfermedades y mejorar la calidad de vida”. El cuidado de la alimentación puede repercutir de forma positiva en la salud cardiovascular, la salud ósea, dental o digestiva.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala entre los 10 factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas, cinco que están relacionados con la dieta y el ejercicio físico. Estos son, la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el escaso consumo de frutas y verduras. Tanto la obesidad como el sobrepeso aumentan el riesgo de padecer patologías como la diabetes tipo 2, el infarto de miocardio y ciertos tipos de cáncer.

Frutas frescas variadas.

¿Qué alimentos nos aportan más agua?

El mantenimiento del equilibrio de agua y las sales minerales en el organismo está estrechamente regulado. Para ello, intervienen en el control de la ingesta y la eliminación del agua varios mecanismos, que implican fundamentalmente la sed, el hipotálamo y el riñón.

“La sed es una señal que nos avisa de la necesidad de beber líquidos para evitar la deshidratación”, explica la doctora Julia Álvarez, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). “Aunque la variabilidad extrema en las necesidades de agua, basadas en las diferencias del metabolismo y en condiciones ambientales y en la actividad, imposibilita dar un nivel único de consumo de agua que asegure una hidratación adecuada y una salud óptima para todas las personas aparentemente saludables en todas las condiciones ambientales, se recomienda en general un consumo de agua de 3 litros al día para varones y de 2,2 litros diarios para mujeres”.

El 80% se obtiene a partir del agua y/o otras bebidas y el 20% restante proviene del agua contenida en los alimentos que se ingieren. A este respecto, la doctora Álvarez añade que “las bebidas alcohólicas no son adecuadas para evitar la deshidratación e incluso pueden favorecerla, no así el consumo de frutas como la sandía o el melón con un 93% y 88% -respectivamente- de agua en 100 gramos de porción comestible, y que pueden aportar al cuerpo hasta un 25% del agua que necesitamos”.

En relación a la diferencia entre mujeres y hombres, esta experta explica que se debe a que el contenido corporal de agua es variable según la edad, el sexo y el contenido corporal de grasa: “Puesto que la grasa no es soluble en agua, a mayor cantidad de grasa corporal, menor porcentaje de agua, lo que explica las diferencias entre hombres y mujeres, de forma que mientras que en los primeros el agua corporal supone alrededor del 60% del peso, en mujeres es de alrededor del 50%”.

Verano, deporte e ingesta de agua

En verano, debido al calor, aumenta la sudoración, lo que repercute en una mayor necesidad de reemplazo de líquidos corporales. Las altas temperaturas, junto con el hecho de que se incrementa la actividad física al aire libre, hace necesaria una mayor atención y cuidado con la ingesta de agua.

“La deshidratación resultante del reemplazo inadecuado de los líquidos durante el ejercicio puede elevar la temperatura corporal central y aumentar la tensión en el sistema cardiovascular, causando un golpe de calor”, afirma la doctora Álvarez.

Para evitarlo, esta experta indica que es recomendable reemplazar las pérdidas de agua por sudoración durante el ejercicio a un ritmo similar a la tasa de sudoración, especialmente en caso de ejercicio intenso o en condiciones climáticas adversas.

Beneficios para la salud del aumento de la ingesta de agua:

– Menos frecuencia de aparición de infecciones urinarias y presencia de litiasis renouretral.

– Mejora la función digestiva y ayuda a evitar el estreñimiento especialmente en los individuos con mayor consumo de fibra.

– Entre personas que están a dieta se relacionaría con la pérdida de más kilos, según una revisión reciente de diferentes estudios.

– Ayuda a mantener lubricadas las articulaciones y evita en parte la fatiga muscular.

– Disminuye las probabilidades de infecciones virales o bacterianas de vías respiratorias altas al facilitar la hidratación de las mucosas que recubren la nariz, garganta, bronquios y tejido pulmonar y facilita la expectoración de secreciones.

– Mantiene la estructura de la piel, el cabello y las uñas hidratadas y saludables.

Composición corporal y contenido de agua

Las diferencias del contenido corporal de agua se dan también en ancianos, en los que se reduce el porcentaje de agua a 50% en varones y a 40% en mujeres debido a una menor masa muscular y una mayor masa grasa, así como en los niños, quienes almacenan menos tejido adiposo y tienen hasta un 75% de agua en sus dos primeros años de vida.

“En cuanto a la obesidad -añade- ésta produce aún menores porcentajes de agua corporal, que puede reducirse incluso a 30-40%, por lo que es un mito que la retención de líquidos sea una causa de obesidad”.

Para disminuir la retención fisiológica de líquidos, que se puede dar en situaciones como durante la segunda mitad del ciclo menstrual o el embarazo, no se recomienda el empleo incontrolado de diuréticos, ya que se puede empeorar la situación como consecuencia de la respuesta compensadora del organismo.

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En marcha de un programa para cambiar los hábitos en los adultos y combatir la obesidad y el sedentarismo

En España, según datos aportados por la última Encuesta Nacional de Salud, de 2012, aproximadamente el 54% de la población adulta española de 18 y más años, tiene exceso de peso y el 42% son sedentarios. Junto con el tabaquismo, estos son los principales factores de riesgo para sufrir enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de mortalidad.

Para invertir esta tendencia, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha presentado, junto con el presidente del Observatorio para la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, el Dr. Valentín Fuster, el programa Fifty-Fifty.

Se trata de un programa de intervención en salud comunitaria cuyo objetivo fundamental es capacitar a la población adulta entre 25 y 50 años con algún factor de riesgo cardiovascular en la adquisición y seguimiento de hábitos de vida saludables y en el control de los principales factores de riesgo cardiovascular auto controlables: obesidad, tabaquismo, sedentarismo e hipertensión arterial, a través de una formación específica y una dinámica de grupos de “ayuda entre iguales”. Todo ello con la finalidad de mejorar la salud de manera integral y promover una visión positiva del concepto de salud, más centrada en los aspectos positivos que generan salud que en las limitaciones y aspectos que producen enfermedad.

En el acto se ha firmado un Convenio Marco entre la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la Fundación SHE, que dirige el Dr. Valentín Fuster, y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para poner en marcha este programa, que se iniciará el próximo mes de septiembre y tendrá una duración de 15 meses.

Para ello, también se ha firmado un convenio de colaboración específico como adenda al citado Convenio marco con cada uno de los siete municipios participantes en el desarrollo de esta experiencia piloto: Barcelona, Cambrils (Tarragona), Guadix (Granada), Manresa (Barcelona), Molina de Segura (Murcia), San Fernando de Henares (Madrid) y Villanueva de la Cañada (Madrid), todos ellos integrados en la Red Española de Ciudades Saludables.

La ministra ha destacado en su intervención que prevenir la obesidad e invertir su tendencia “es uno de los más importantes desafíos de salud pública que tenemos que afrontar”. Aunque ha reconocido que “es muy difícil cambiar los hábitos en los adultos”, ha resaltado que con pocos cambios en el estilo de vida, como por ejemplo haciendo una alimentación adecuada, variada, y con menos calorías y más ejercicio físico, se puede “conseguir tener vidas más sanas”.

El Programa Fifty-Fifty se inició por primera vez en el 2012, en la población de Cardona (Barcelona) dirigido por el Dr. Fuster y la Fundación SHE, con la hipótesis de que “si se capacita a los adultos en conocimientos, habilidades y actitudes sobre un estilo de vida saludable, entre iguales, mejoraran sus hábitos de salud integral y el autocontrol de los factores de riesgo”. Tras evaluar los resultados de aquella experiencia se pudo constatar que los participantes modificaron sus rutinas diarias y mejoraron sus hábitos de salud y algunos de sus factores de riesgo.

En base a ello, y como fruto de la iniciativa de la Fundación SHE y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), y en el marco de la Estrategia NAOS y del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, se firmó un convenio el 8 de abril de 2013, entre ambas instituciones, para la realización de un Programa de intervención en adultos de salud comunitaria, a realizar en un número limitado de municipios, como proyecto de investigación piloto, con la finalidad de mejorar la salud de manera integral en personas adultas mediante la modificación de sus hábitos de salud, y de poder definir un modelo de “buenas prácticas” , que da el punto de partida para el comienzo de la nueva etapa del Programa Fifty-Fifty. Este proyecto cuenta, además, con el apoyo científico del Centro Nacional de Investigación Cardiovascular (CNIC).

El Convenio Marco firmado ahora es un paso más y tiene por objeto ampliar esa colaboración. El resultado perseguido es la definición de un modelo de buenas prácticas de intervención en población adulta para promover la mejora de hábitos de salud integral que pueda ser trasladable a las administraciones e instituciones públicas y privadas para su ejecución.

Salud emocional.

Los trastornos alimentarios tienen peor pronóstico en pacientes con hiperactividad

Un estudio realizado con 191 pacientes revela que los síntomas de hiperactividad propios del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) van asociados a una mayor impulsividad y severidad y probablemente a un peor pronóstico en pacientes con trastornos alimentarios.

El TDAH está poco estudiado en adultos y, aunque varios trabajos han descrito asociaciones entre este trastorno y conductas alimentarias anómalas, hasta ahora no se habían descrito asociaciones entre TDAH y trastornos alimentarios en adultos.

Los resultados del estudio realizado por investigadores del grupo de Psiquiatría y Salud Mental del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario de Bellvitge, y del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d”Hebron se han publicado en la edición electrónica de la revista BMC Psychiatry.

Impulsividad y trastornos alimentarios

Los síntomas relacionados con la hiperactividad del TDAH como la impulsividad están muy presentes en las pacientes con trastornos alimentarios que han participado en el estudio, pero no en todas, según ha explicado Fernando Fernández-Aranda, jefe de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario de Bellvitge e investigador del IDIBELL. Estos trastornos “los encontramos sobre todo en las pacientes con rasgos de personalidad más impulsivos: las pacientes con bulimia, trastornos por atracón y también en pacientes con trastornos alimentarios sin especificar. En cambio, las pacientes anoréxicas más restrictivas y con más control no tienen asociados estos síntomas”.

Esta investigación ha permitido desarrollar un modelo que podría ser útil en la clínica para detectar de forma precoz factores de riesgo que podrían llevar a un trastorno alimentario.

Los síntomas de TDAH se asocian a rasgos de personalidad más impulsiva y a la edad. Es decir cuanta más impulsividad y más edad, mayor riesgo de desarrollar un trastorno alimentario. También se asocian a una mayor severidad del trastorno.

Por otra parte, estos síntomas de TDAH de impulsividad están asociados a una baja autodirección, un rasgo del carácter que implica ser capaces de planificar y alcanzar objetivos a medio y largo plazo. “De modo que las pacientes con síntomas de TDAH también tienen peor pronóstico porque les es más difícil ser capaces de seguir un tratamiento”, ha explicado Fernández-Aranda.

Sistema de recompensa

Según Fernández-Aranda, este modelo será útil no sólo en la clínica sino también para la investigación de los circuitos cerebrales que regulan el sistema de recompensa y que son similares en varios trastornos de conducta como los trastornos alimentarios, el juego patológico o otras adicciones conductuales.

frutas y verduras

Comer diariamente frutas y verduras puede hacer vivir más

Un macroestudio del Instituto Karolinska de Suecia ha demostrado que comer diariamente frutas y verduras aumenta la supervivencia, hasta el punto de que quienes admitían prescindir de estos alimentos podían llegar a morir una media de tres años antes, según los resultados publicados en la revista American Journal of Clinical Nutrition.

Aunque muchas sociedades científicas recomiendan comer cinco porciones de frutas y verduras al día, los estudios que se habían llevado a cabo hasta el momento no habían sido concluyentes sobre si realmente tiene efectos beneficiosos para la salud y en qué medida.

En cambio, este estudio ha revelado que tales recomendaciones pueden ser válidas, según ha reconocido la investigadora Alicja Wolk, una de las autoras de esta investigación que, sin embargo, no ha mostrado mayores beneficios para quienes comían más de cinco porciones diarias.

Los resultados se basan en datos recogidos de más de 71.000 ciudadanos suecos de entre 45 y 83 años, a los que se les hizo un seguimiento de 13 años. Los participantes fueron preguntados por su dieta en 1997 y 1998, e informaron de la frecuencia con que comían frutas (como naranjas, manzanas, plátanos y bayas) y hortalizas (como zanahorias, remolacha, lechuga, repollo, tomate y sopa de guisantes).

Casi 11.500 de los participantes en el estudio había fallecido en diciembre de 2010. Y tras comparar los datos de supervivencia con los de la dieta, observaron que las personas que decían no comer frutas o verduras al inicio del estudio tenían un 53 por ciento más de probabilidades de morir durante el período de seguimiento que los que comían cinco porciones diarias.

Los participantes que comían al menos una porción de fruta al día vivieron una media de 19 meses más que los que nunca comían fruta. Y los que comieron por lo menos tres porciones de verduras diarias vivieron de media 32 meses más que las personas que no las comían. Además, las mujeres tendían a comer más frutas y verduras que los hombres.

“Las frutas y verduras contienen diferentes tipos de vitaminas, y la fruta es generalmente más alta en calorías”, señaló Wolk.

Los autores apuntan que las personas que dijeron que comían menos frutas y verduras también eran más propensas a fumar y a comer más carne roja, productos lácteos altos en grasa, dulces y aperitivos.

El estudio no puede demostrar que el consumo de frutas y verduras alarga la vida. Pero recuerdan que cuando los investigadores tomaron en cuenta otros factores como género, tabaquismo, ejercicio, consumo de alcohol y peso, los resultados no cambiaron.

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La obesidad es una enfermedad

Teniendo en cuenta que, según datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España, ENRICA (2009-2011), la obesidad es un problema que padece el 62 por ciento de la población española, su reconocimiento como enfermedad “ayudará a modificar la praxis clínica, a incrementar el nivel de compromiso de los médicos con esta afección y a potenciar la inversión económica y científica para mejorar su prevención y tratamiento”, afirma el presidente de la SEEDO, el doctor Felipe F. Casanueva.

Desde la SEEDO el objetivo es incluir la obesidad en las enfermedades crónicas, y establecerla como prioridad dentro de los presupuestos públicos del Sistema Nacional de Salud, ya que “tan sólo así se logrará que las personas que padecen exceso de peso puedan acceder a un tratamiento”, evitando otras enfermedades relacionadas con la obesidad.

“La atención de una persona con obesidad llega a ser hasta tres veces más costosa que la de otra con peso correcto. Si a eso le sumamos el alto porcentaje de población de la tercera edad con sobrepeso y el crecimiento de obesidad infantil tenemos cifras alarmantes que ponen en riesgo la sostenibilidad de la sanidad de nuestro país porque no hay sistema que pueda soportar mucho tiempo esta situación”, explica el presidente de la SEEDO.

Para ello destaca el papel de Atención Primaria como una de las “armas más efectivas” para combatir la obesidad desde la prevención. Casanueva recomienda “lograr un alto nivel de empatía con el paciente”, para ello es indispensable que el médico sea percibido como un aliado para que sus recomendaciones surtan efecto.

“Cuando un paciente no se siente comprendido o apoyado por su médico, no acostumbra a seguir sus consejos ni de hábitos de vida saludables ni de pérdida de peso”, añade.