La vuelta al cole ya está aquí y con ella el ajetreo y las prisas. Sin embargo, a ningún padre se le pasa por alto la importancia de la alimentación de sus hijos. Hoy os hablamos sobre una toma esencial en su día a día como es la merienda, y os ofrecemos sugerencias para no delegar la falta de tiempo en decisiones menos recomendables.
La alimentación en la infancia es un tema que normalmente preocupa a los padres. Y no es de extrañar, ya que a menudo se escuchan mensajes que advierten del periodo esencial que suponen estas edades para la prevención de enfermedades y la adquisición de hábitos saludables. La merienda o el almuerzo son tomas que, frecuentemente, desdeñan los adultos por falta de tiempo o apetito, pero que, en el caso de la infancia, no se suelen pasar por alto.
Y eso es una gran noticia para los padres, ya que la merienda es una toma ideal que ayuda a recargar energía y nutrientes para continuar la jornada.
La merienda: una aliada en la alimentación de nuestros hijos
Existen diferentes organismos oficiales, como la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, que recuerdan y transmiten los puntos clave de una nutrición saludable en la infancia y la adolescencia.
En ella, se recuerda que la toma de la merienda debería representar el 10% del aporte energético total diario, y se sintetizan los puntos beneficiosos de merendar en la infancia:
- Permite reponer gastos a nivel físico y mental, que en esta etapa de la vida están especialmente acentuados debido a la alta actividad física de los niños en el recreo, actividades extraescolares o al hecho de que su gasto metabólico, sencillamente, es mayor.
- Favorece un mayor rendimiento escolar. El aporte de energía y nutrientes de la merienda ayudan a combatir la fatiga intelectual, favoreciendo su atención a la clase.
- Mantiene el metabolismo activo, manteniendo niveles constantes de glucosa en sangre y, por tanto, ayuda a evitar el consumo de las reservas propias del organismo, lo que asegura un adecuado ritmo de crecimiento.
- Previene el sobrepeso puesto que evita que pasemos muchas horas sin comer, evitando así atracones en la cena o picar entre horas.
- Aporta variedad a la alimentación diaria, completando posibles carencias no resueltas por otras tomas.
Preparando una merienda saludable
A pesar de que todo lo dicho hasta ahora parece fácilmente comprensible, lo cierto es que, las cifras actuales de obesidad infantil, siguen recordando la necesidad de plantear recomendaciones saludables prácticas.
Si quieres preparar una merienda saludable y aprovechar el comienzo de curso para inspirarte con nuevas ideas, aquí van unas sugerencias:
Disfruta de la fruta
Las hay de todos los sabores, formas y colores, por lo que entre tanta oferta, convencerás a tus hijos. Ya sea con piel o sin piel (recuerda que la piel contiene fibra), una pieza de fruta en la merienda contribuirá con las vitaminas y minerales a su correcto crecimiento y continuación de la jornada.
Bocadillo que te pillo
El bocadillo es una buena elección ya que puede ser muy completo. El pan (preferiblemente integral y no necesariamente de molde) aportará carbohidratos, base de la alimentación, que les dará energía para afrontar las actividades extraescolares de la tarde. En cuanto al contenido, admite una amplia variedad de alimentos, pudiendo añadirle queso fresco, jamón cocido o serrano, atún en aceite de oliva, requesón, calabacín, tomate, rúcula…
Frutos secos
Son una opción socorrida y un puñado de nueces, avellanas o almendras aportarán una cantidad de energía, proteínas y vitamina E ideales para esta toma. Se pueden acompañar también de algún lácteo o con frutas.
Lácteos sí
La presencia de un vaso de leche es un clásico en las meriendas, por su aporte de proteínas y calcio. Es recomendable que los niños se acostumbren y disfruten del sabor natural de la leche. Junto a la leche, existen numerosas propuestas lácteas como los yogures y el queso. En cuanto al contenido graso de estos productos, se puede decir que, en base a la evidencia, no hay una relación clara entre el consumo de leches descremadas o desnatadas y el menor riesgo de desarrollar exceso de peso en la infancia, por lo que los pediatras recomiendan elegir lácteos enteros.
No olvidarse de la hidratación
Pensar en la hora de la merienda es pensar en alimentos y, a menudo, olvidar la bebida. Sin embargo, es importante tomar líquidos y, en concreto, el agua es la mejor opción.
Equilibrio, moderación y variedad
Conviene ir alternando entre todas estas propuestas evitando, en la medida de lo posible, repetir las meriendas cada día. También será deseable complementar esta toma con lo que los niños hayan comido en el colegio o en casa, con el fin de encontrar un consumo equilibrado de los distintos grupos de alimentos.