Pregnant woman getting ultrasound from doctor

La comida basura durante el embarazo altera el desarrollo de la vía de señalización de opioides en los hijos

El consumo de una dieta con comida basura durante el embarazo provoca cambios en el desarrollo de la vía de señalización de opioides en el cerebro del bebé y altera permanentemente la forma en que este sistema funciona después del nacimiento, según concluye una investigación que se presentará en la Reunión Anual de la Sociedad para el Estudio de la Conducta Digestiva (SSIB, en sus siglas en inglés), que se celebra en Nueva Orleans (Estados Unidos).

Los opioides son sustancias químicas que se liberan cuando comemos alimentos que son altos en grasa y azúcar y que son responsables de causar la liberación de la dopamina. Los investigadores encontraron que el gen que codifica uno de los opioides endógenos clave, encefalina, se expresó en un nivel superior en los hijos de madres que habían consumido una dieta de comida basura que en los de progenitoras que comieron alimentación estándar.

Este conocimiento sobre el aumento de la encefalina, junto al trabajo previo realizado por este grupo de investigación, que mostró que un bloqueador del receptor opioide fue menos eficaz en la reducción de la ingesta de grasa y azúcar en las crías de ratas alimentadas con comida basura, proporciona evidencia de que la vía de señalización opiode en la descendencia es menos sensible a la exposición a la comida basura.

Al ser menos sensibles a los opioides, significa que los individuos cuyas madres comieron cantidades excesivas de comida basura durante el embarazo y la lactancia, tendrían que comer más comida de este tipo para tener una respuesta (“sensación buena”), lo que los haría más propensos a consumir más de estos alimentos altos en grasa y ricos en azúcar.

Jessica Gugusheff, del Centro de Investigación FoodPlus en la Universidad de Adelaide, directora de esta investigación, afirma que “los resultados de este estudio con el tiempo permitirán informar mejor a las mujeres embarazadas sobre el efecto perdurable que tiene su dieta sobre el desarrollo de las preferencias alimentarias de su hijo durante toda la vida y el riesgo de los efectos metabólicos negativos”.

Wasted Young Man

La dieta durante el embarazo puede hacer a los hijos más sensibles al consumo de alcohol y las drogas

La mayoría de las mujeres a la edad de procrear en Estados Unidos tienen sobrepeso “probablemente debido a que comen en exceso alimentos ricos en grasa y/o con alto contenido de azúcar. El aumento de la obesidad prenatal e infantil y el aumento del número de jóvenes que abusan del alcohol y las drogas son problemas que pueden ir en aumento”, comentó Nicole Avena, neurocientífica de investigación en el Instituto del Cerebro McKnight de la Universidad de Florida (Estados Unidos).

En comparación con las crías de las ratas que comían la alimentación habitual de los roedores, las crías de ratas que se alimentaron con dietas ricas en grasa o alto contenido de azúcar durante el embarazo pesaron más de adultos y bebieron más alcohol; y las crías de las ratas que habían seguido dietas altas en azúcar también fueron más sensibles al abuso de drogas como la anfetamina, destacó Avena, cuyo trabajo examinó tres estudios, con una duración cada uno de tres meses y la participación de entre tres y cuatro ratas hembras adultas y entre 10 y 12 crías en cada modelo dietético.

Los investigadores compararon el peso y el comportamiento sobre el consumo de drogas entre las crías de ratas alimentadas con dietas ricas en grasas, sacarosa, o jarabe de maíz con alta cantidad de fructosa, con la descendencia de ratas que tuvieron una alimentación normal de roedores durante la gestación o la lactancia.

Para determinar los efectos de las dietas de las madres durante la gestación, las crías de ratas alimentadas con dietas ricas en grasas, altas en sacarosa o fructosa de jarabe de maíz fueron amamantadas por ratas madres que tomaban comida normal. Para hallar los efectos de las dietas de las madres de las crías durante la lactancia, las crías de madres que habían tomado comida normal fueron amamantadas por madres ratas que comían alimentos altos en alta sacarosa, en grasa o jarabe de maíz de alta fructosa.

La dieta alta en grasa contenía un 50 por ciento de grasa, 25 por ciento de hidratos de carbono y 25 por ciento de proteína, mientras que la dieta de control refleja una dieta recomendada en humanos, con 25 por ciento de grasa, 50 por ciento de hidratos de carbono y 25 por ciento de proteína, según Avena.

La descendencia de las ratas que tenían dietas altas en grasa durante el embarazo bebió significativamente más alcohol en la edad adulta que las crías de ratas con la dieta normal, mientras que no hubo diferencias en la cantidad media diaria de agua que bebieron o la comida que tomaron.

Las crías de las ratas en la dieta alta en grasas durante el embarazo también tenían niveles significativamente más altos de triglicéridos. Las crías de ratas alimentadas con dietas con alto contenido en jarabe de maíz de alta fructosa o sacarosa no mostraron diferencias en los triglicéridos en comparación con el grupo de comida regular.

Para comprobar los efectos de las dietas ricas en sacarosa y el jarabe de maíz alto en fructosa, los expertos dieron a un grupo de las ratas embarazadas una dieta diaria de comida regular más una solución de sacarosa al 10 por ciento o una solución de jarabe de maíz de alta fructosa del 16 por ciento. Los recién nacidos amamantados por las ratas, ya sea de dietas con alta sacarosa o jarabe de maíz de alta fructosa durante el embarazo, bebían más alcohol en comparación con las crías del grupo que no tomó ningún azúcar.

Además, las crías expuestas a cualquiera de las dietas ricas en azúcar antes del nacimiento o durante la lactancia se convirtieron en hiperactivos cuando se administraron dosis bajas de anfetamina, lo que sugiere la sensibilidad a la droga. Estos animales también pesaron significativamente más al final del estudio que los nacidos de las ratas que ingirieron comida regular.

Investigaciones previas con animales de laboratorio y personas han demostrado que comer en exceso alimentos de buen sabor altera sistemas cerebrales de recompensa, y las dietas con exceso de grasa y azúcar pueden causar un aumento del apetito, así como algunos comportamientos como la adicción, según el investigador principal.

“Nuestros hallazgos sugieren que incluso cuando las ratas están todavía en el útero, la exposición a dietas altas en grasas y ricas en azúcar puede, además de aumentar el peso corporal, conducir a una predisposición a beber alcohol y una sensibilidad a las drogas”, concluyó.

lactancia materna e inteligencia

La duración de la lactancia, asociada con la inteligencia del niño

lactancia materna e inteligenciaLa evidencia apoya la relación entre la lactancia materna y los beneficios para la salud en la infancia, pero el grado en que la lactancia materna conduce a un mejor desarrollo cognitivo es menos seguro, de acuerdo con el estudio, publicado por JAMA Pediatrics.

Mandy B. Belfort, del Hospital de Niños de Boston, en Estados Unidos, y sus colegas examinaron las relaciones de duración de la lactancia y la exclusividad con la cognición infantil en las edades de 3 y 7 años, así como la medida en que el consumo de pescado durante la lactancia materna se asocia con la alimentación infantil y la cognición más tarde. Los científicos usaron pruebas de evaluación para medir la cognición.

“Una mayor duración de la lactancia materna se asoció con una mayor puntuación a la edad de 3 años en el Peabody Picture Vocabulary Test y con mayor inteligencia en la Prueba de Inteligencia Breve Kaufman a la edad de 7 años, “de acuerdo con los resultados del estudio. Sin embargo, la investigación también detectó que la duración de la lactancia materna no se relacionó con la evaluación de amplio rango de la memoria y las puntuaciones de aprendizaje.

En cuanto a la ingesta de pescado (menos de dos porciones por semana frente a dos porciones o más), la relación entre la duración de la lactancia materna y la evaluación de amplio rango de las habilidades motoras visuales a los 3 años de edad parece ser más fuerte en los hijos de mujeres con mayor consumo de pescado frente a las que lo ingieren menos habitualmente, aunque este resultado no fue estadísticamente significativo, indican los resultados del análisis.

“En resumen, nuestros resultados apoyan una relación causal de la lactancia materna en la infancia con el lenguaje receptivo a los 3 años y con el cociente de inteligencia verbal y no verbal en la edad escolar.Estos hallazgos respaldan las recomendaciones nacionales e internacionales para promover la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y la continuación de la lactancia materna por lo menos hasta 1 año de edad”, concluyen los autores.

En un editorial, Dimitri A. Christakis, del Instituto de Investigación del Hospital de Niños de Seattle (Estados Unidos), escribe: “Los autores informaron un beneficio de cociente intelectual a la edad de 7 años a partir de la lactancia de 0,35 puntos por mes en la escala verbal y 0,29 puntos por cada mes en el no verbal. Así, se espera que la lactancia materna de un bebé durante el primer año de vida aumente su cociente intelectual cerca de cuatro puntos o un tercio de una desviación estándar”. Según este experto, el problema actual no es tanto que la mayoría de las mujeres no inicien la lactancia materna, sino que no la mantienen.

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Sobrepeso, Obesidad y Salud: barreras para adelgazar

Desde hace millones de años lo que ha predominado son las situaciones de carencia, había que recorrer grandes distancias para obtener escasa alimentación y esto ha condicionado un genotipo preparado para combatir situaciones de hambre. En el momento actual el concepto es distinto hay abundancia de alimentos, hay menos nivel de actividad física en el trabajo y en hogar. De manera que llevamos miles de años diseñando un genotipo que ahora resulta que se vuelve contra nosotros.

El desarrollo industrial favorece una mayor calidad y cantidad de alimentos para poder ser distribuidos y a su vez también un desarrollo de medios tecnológicos que nos permite realizar menos gasto. Y éste es un binomio para el que no estábamos preparados.

La OMS reconoce hoy día que a nivel mundial el sobrepeso y la obesidad causa más muertes que el hambre. Y, en realidad, es un problema que se puede prevenir. Es la segunda causa de mortalidad en sociedades desarrolladas detrás del tabaco.

Consecuencias de la obesidad

La obesidad tiene consecuencias mentales, mecánicas y metabólicas que a su vez se van a transformar en barreras para la recuperación de un peso adecuado. Por ejemplo un estado depresivo, una ansiedad importante o alteraciones de la autoestima no son las mejores condiciones para hacer una dieta.

Aspectos genéticos

Las comorbilidades a consecuencia del sedentarismo y la sobrealimentación van a producir un estado inflamatorio mediado por aspectos genéticos. Aspectos que a finales de los años 90 creíamos que teníamos solucionados. Se localizó el gen OB que produce una hormona, la leptina, y se decía que aquellos sujetos que no tienen leptina desarrollan una obesidad severa, que cuando se trata revierte y el sujeto pierde peso. Pero al poco tiempo se encontró que los obesos tienen niveles de leptina mayores incluso que los delgados.

Hoy día en día en muchos estudios más de 600 loci se han asociado a fenotipos de los obesos y casi 200 genes aparecen directamente relacionados con la obesidad. Pero hay que entenderlo como una estructura genética muy bien orquestada. La obesidad monogénica es excepcional, suele ser poligénica y de ahí la complejidad para tratarla.

En la enfermedad monogénica pura los aspectos genéticos nos explican claramente porque una persona se hace obesa. Los factores genéticos explican muy bien pero sólo en muy poco rango de población.

Aspectos medioambientales

Sobre esta predisposición genética actúan una serie de factores medioambientales, el primero de los cuales es el fenotipo ahorrador.

Estos factores se estudiaron por primera vez en torno a los años 50 en población holandesa y del Benelux que sufrió situaciones de hambruna. Se vio que las madres que habían estado embarazadas durante periodos de hambre sus fetos desarrollaban estrategias en órganos y vías metabólicas para que pudieran sobrevivir en condiciones de escasez. Pero cuando ese organismo, programado para afrontar la escasez, se encontraba que podía comer de todo se desarrollaban con más facilidad enfermedades como la obesidad, la diabetes o la hipertensión. Es decir que los factores medioambientales, antes de nacer, pueden condicionar una cierta facilidad para desarrollar obesidad.

Perder peso es difícil

Según Garrow: “la mayoría de obesos que comienzan un tratamiento dietético lo abandonan; los que continúan, la mayoría no pierden mucho peso; y los que logran perder el peso la mayoría lo vuelen a recuperar”.

En definitiva, la obesidad es una enfermedad que presenta una gran dificultad para ser tratada y a 5 años no presenta logros de curación más allá de 3-5% (se cura menos que el cáncer).

Barreras para adelgazar

Hay una serie de barreras socioeconómicas, emocionales, las comorbilidades, medicaciones, etc…

En encuestas realizadas a mujeres obesas que quieren perder peso el 66% manifiestan que los médicos no las entienden y que no se creen que coman poco. El 48%, cuando acuden a la consulta, no recibían ningún consejo para controlar el peso, solamente al otro 50% las ponían dieta y medicación. En el 72% el médico nunca hablaba de la necesidad de controlar el peso sólo en el resto disponía de tiempo para comentar con la paciente el problema del peso. Y las tres cuartas partes de las mujeres no esperaban nada, o casi nada, que su médico les ayudase a controlar el peso.

Expectativas a la hora de perder peso

Un trabajo de Grave estudiaba las expectativas de los obesos para perder peso. Sobre 2.000 pacientes que partían de un IMC de 38 reconocían que, en un tratamiento de un año, aceptarían bajar a un IMC de 29, aunque lo que querían es bajar a 26. Y creían que un 23% de pérdida de peso o de IMC se podía considerar aceptable durante el periodo de tratamiento al que iban a ser sometidos.

Los resultaron mostraron que más del 50% abandonó el estudio; después de la primera visita el 13% abandonó el estudio; y de los que completaron el año de estudio bajaron de un IMC de 38 a 35, lejos del que soñaban.

¿Y por qué? Normalmente cuando abandonan tantos pacientes se asocia a cuanto más jóvenes son, haber comenzado a realizar dietas a edades tempranas, cuanto mayores expectativas tenían, y cuanto menor era el IMC deseado.

Predecir la pérdida de peso de un paciente que va a ser tratado es muy difícil. La pérdida es muy variable porque se conjugan los factores que pueden predisponer, como los factores genéticos, no sólo al grado de obesidad sino también a la distribución de la obesidad. La interacción de esa predisposición genética con los factores ambientales puede producir respuestas difíciles de predecir.

Factores predictores

Hay factores predictores psicológicos que influyen en la pérdida de peso y pueden suponer una barrera. Si alguien no está motivado probablemente no debería ser tratado de obesidad. Hay tan pocos recursos y el problema es tan grande que tenemos que centrarnos en tratar a los que realmente quieren ser tratados.

Los que tienen una relación con la comida compulsiva también tienen una peor respuesta y los que tienen una alteración de la imagen corporal también van a ser más difíciles de tratar. Cuanto mayor es el nivel de ansiedad y estrés, peor es el resultado. Cuanto peor se afronta un tratamiento o cuando decimos que depende más de la suerte que de nuestro esfuerzo peor es el resultado.

Hay otros predictores no psicológicos que influyen en el éxito de la pérdida de peso como son el tener expectativas reales: si alguien cree que va a perder y llega a perder le sirve de estímulo, cuanto mayor es el peso a perder mayor respuesta.

Otros factores predictores serían cuando menos dietas ha hecho (el paciente que no se ha tratado nunca la respuesta va a ser mejor) y cuanta mejor predisposición tenga para el desarrollo de ejercicio físico.

Lamentablemente, como publicaba Lancet, ningún sistema de salud ha encontrado una manera de afrontar el desafío de la obesidad. En EEUU parece que ahora se está frenando el incremento. Al fin y al cabo, para tratarse de la obesidad, o se adquiere un compromiso o no llegamos a buen puerto.

Balance energético alterado

Respecto a la ingesta vemos que no ha aumentado la energía o la cantidad de grasa y sin embargo sí se ha disparado la obesidad porque hay mayor sedentarismo. Hay ingesta inadecuada y mayor cantidad de las porciones. El consumo de la alimentación no deseable se asocia a mayor sedentarismo, cuanto más tiempo se ve la televisión más snacks se comen.

Por ello las sociedades y administraciones recomiendan la prevención porque que al tratamiento casi no llegamos. Hay que procurar tomar frutas y verduras y no tomar alcohol. No hay ningún patrón de alimentación saludable que no haga referencia a la vida activa y, sobre todo, a la vigilancia del peso.

Autocontrol del peso

¿Cómo se previene la obesidad? Con el autocontrol del peso. Es un punto fundamental. Las dietas al cabo de un tiempo fracasan, y así no es raro caer en los productos milagro. Las dietas milagro no resisten ninguna búsqueda de evidencia científica.

Cuando se recomienda una dieta tiene que ser discretamente hipocalórica, con ejercicio físico, que eduque sobre cuestiones saludables y que intente evitar el consumo de snacks y las prácticas sedentarias.

Desconfiar de las dietas

Hay que desconfiar de las dietas que prometen pérdidas rápidas y sin esfuerzo, ingestas excesivamente bajas en calorías, las que prohíben alimentos básicos, las que no especifican las cantidades, las que no indican número de comidas o las que no están realizadas por profesionales cualificados.

Todas estas dietas suelen tener efecto yo-yo donde la pérdida brusca de peso va a ser de agua y por tanto después se recupera más del peso que se tenía.

Actividad física

Los niños en guardería tienen sólo un 25% de actividad sedentaria y un 15% de vigorosa pero a la llegada al instituto el sedentarismo ha subido al 46% y la actividad vigorosa ha bajado al 8%. Y en los adultos peor.

Hay recomendaciones de actividad física que son saludables pero que no consiguen pérdida de peso: menos de 90 minutos diarios de actividad combinada aeróbica/anaeróbica no tiene efectos sobre la pérdida de peso. Tiene efectos cardiosaludables, pero para perder peso se necesita ir más allá.

Para terminar…

Dentro de unos años seguramente serán eficaces aquellas recomendaciones dietéticas en relación a los genotipos de cada individuo. Cada día se trabaja más en esa línea.

Los disruptores endocrinos naturales o químicos pueden tener repercusión sobre una serie de mediadores metabólicos, ayudan a aumentar el peso al favorecer la adipogénesis, como por ejemplo el bisfenol A.

La dificultad para perder peso no solamente depende el qué y cuánto, sino también del cuándo. Los estudios de Garaulet muestran que dormir menos y a deshoras se asocia con mayor sedentarismo, mayor peso y mayor depósito de grasa.

En las recomendaciones para evitar la obesidad además de la alimentación y ejercicio hoy no se pueden obviar las recomendaciones para dormir al menos 8 horas diarias.

male ophthalmologist conducting an eye examination

Un mal control de la diabetes favorece la aparición de problemas oculares

El servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria (HUNSC), adscrito a la Consejería de Sanidad de Canarias, ha realizado un estudio en 1.281 pacientes diabéticos que pone de manifiesto que aquellas personas que no han seguido un control metabólico adecuado de su enfermedad presentan mayores complicaciones oculares.

La cohorte analizada se corresponde con un grupo seleccionado de pacientes pertenecientes al Programa Retisalud, una iniciativa del Servicio Canario de la Salud cuyo objetivo es la detección precoz y el tratamiento de la retinopatía diabética en las 112.000 personas con diabetes diagnosticadas en Canarias en la actualidad.

Mediante el uso de la telemedicina, los médicos de Atención Primaria remiten a los oftalmólogos una imagen del fondo de ojo, denominada retinografía, cuando es considerada como patológica o dudosa para confirmar su sospecha.

Un equipo de oftalmólogos de La Candelaria, entre los que destacan la doctora Marta Alonso y el doctor Rodrigo Abreu, analizó los casos de más de 1.200 pacientes diabéticos que le correspondían por zona básica de salud durante un periodo de seis meses entre el 1 de junio y el 30 de noviembre de 2012.

Durante ese periodo, los especialistas recogieron datos de variables epidemiológicas, clínicas y diagnósticas, resultando una muestra con una media de edad de 65 años, 51,6% hombres y un 48,4% mujeres. El 30% de los pacientes fueron diagnosticados con retinopatía diabética, una complicación que junto con los problemas nefrológicos y vasculares, empeora la calidad de vida de las personas con diabetes.

Complicaciones oculares

Este estudio ha detectado, además, una relación estadísticamente significativa entre la presencia de retinopatía diabética, edema macular diabético y los niveles de hemoglobina glicosilada, un valor analítico que cuantifica el nivel del azúcar en sangre de los últimos tres meses.

En concreto, aquellas personas que no han seguido correctamente un control metabólico de la enfermedad siguiendo el tratamiento médico indicado, junto a una dieta y ejercicio físico, son personas más propensas a sufrir complicaciones oculares relacionadas con la retinopatía diabética, explica el Dr. Rodrigo Abreu.

Entre las conclusiones del estudio destaca no sólo la importancia de realizar un cribado de la retinopatía diabética entre la población a través del programa Retisalud, sino que además la teleoftalmología permite mantener un buen control de los pacientes con retinopatía diabética sin sobrecargar asistencialmente la atención hospitalaria.

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15 minutos de sol al día para tener unos niveles óptimos de vitamina D

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Con objeto de paliar este déficit y prevenir las enfermedades que se derivan, desde el Hospital Sant Rafael de Hermanas Hospitalarias se recomienda una exposición al sol de 15 minutos al día durante todo el año. “La gente acostumbra a tomar el sol sólo durante los meses de verano, lo que, además de un aumento del riesgo de melanoma, provoca que, el resto del año, el cuerpo tenga carencia de vitamina D”, explica la doctora Isabel Rotés, responsable del Servicio de Reumatología del Hospital Sant Rafael de Barcelona.

Exposición solar sin protección y en las horas de menos radiación

Según la Dra. Rotés, los “empachos de sol” durante el verano, contrariamente a lo que se acostumbra a pensar, no permiten disponer de una “reserva natural” de vitamina D. “A medida que nos ponemos morenos sintetizamos menos cantidad de esta vitamina, dado que la piel crea una capa de protección natural que impide la entrada de los rayos ultravioletas, responsables de la formación de vitamina D”, asegura.

Por esta razón, desde la Unidad de Reumatología del Hospital Sant Rafael se recomienda exponer diariamente el cuerpo al sol, sobre todo la cara, los brazos y el escote, y hacerlo sin el uso de cremas solares, ya que éstas no permiten la entrada de la radiación UV. Aun así, se alerta que esta exposición debe realizarse antes de las 12h del mediodía y después de las 17h de la tarde, evitando las horas de máxima radiación y reduciendo, así, el riesgo de sufrir un melanoma.

Las consecuencias de un déficit de vitamina D

La falta de vitamina D conlleva un déficit de absorción de calcio y, por lo tanto, una disminución de la mineralización de los huesos. “Esto puede dar lugar al desarrollo de enfermedades como el raquitismo, en el caso de los niños, o la osteoporosis, en los adultos”, señala la Dra. Rotés. Asimismo, desde el Hospital Sant Rafael advierten de que la carencia de esta vitamina también puede provocar debilitamiento muscular (miopatía proximal).

A pesar de que la falta de vitamina D se extiende al conjunto de la población española, las personas de más de 50 años tienen más dificultades para sintetizarla. En el caso de las mujeres, esto se añade al déficit de estrógenos durante la menopausia, que produce una pérdida de calcio que deriva en diferentes enfermedades óseas. Por eso, según indican desde el Servicio de Reumatología, la mitad de las mujeres mayores de 50 años sufren osteoporosis.

Alimentos enriquecidos con vitamina D

La evidencia que la falta de exposición solar provoca unos niveles deficitarios de vitamina D se encuentra en la gente mayor institucionalizada, por ejemplo, en residencias. Estas personas, que prácticamente no están expuestas al sol, son las que presentan un mayor déficit. En estos casos, los especialistas señalan que la aportación alimentaria de vitamina D es clave, aunque la ingesta dietética sólo proporcione entre el 10-20% del nutriente necesario.

Los alimentos naturales ricos en vitamina D son pocos: pescado azul, aceites de pescado y algunos vegetales o cereales. Por este motivo, se aconseja a la población con escasa exposición solar el consumo de alimentos enriquecidos con esta vitamina. “Hasta hace pocos años, en España no existía este tipo de productos”, explica la Dra. Rotés.

“Por el contrario, en los países nórdicos, gracias a la ingesta de estos alimentos, la población presenta un mayor mantenimiento de los niveles adecuados de vitamina D, a pesar de contar con menos horas de sol”, concluye.

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En marcha de un programa para cambiar los hábitos en los adultos y combatir la obesidad y el sedentarismo

En España, según datos aportados por la última Encuesta Nacional de Salud, de 2012, aproximadamente el 54% de la población adulta española de 18 y más años, tiene exceso de peso y el 42% son sedentarios. Junto con el tabaquismo, estos son los principales factores de riesgo para sufrir enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de mortalidad.

Para invertir esta tendencia, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha presentado, junto con el presidente del Observatorio para la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, el Dr. Valentín Fuster, el programa Fifty-Fifty.

Se trata de un programa de intervención en salud comunitaria cuyo objetivo fundamental es capacitar a la población adulta entre 25 y 50 años con algún factor de riesgo cardiovascular en la adquisición y seguimiento de hábitos de vida saludables y en el control de los principales factores de riesgo cardiovascular auto controlables: obesidad, tabaquismo, sedentarismo e hipertensión arterial, a través de una formación específica y una dinámica de grupos de “ayuda entre iguales”. Todo ello con la finalidad de mejorar la salud de manera integral y promover una visión positiva del concepto de salud, más centrada en los aspectos positivos que generan salud que en las limitaciones y aspectos que producen enfermedad.

En el acto se ha firmado un Convenio Marco entre la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la Fundación SHE, que dirige el Dr. Valentín Fuster, y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para poner en marcha este programa, que se iniciará el próximo mes de septiembre y tendrá una duración de 15 meses.

Para ello, también se ha firmado un convenio de colaboración específico como adenda al citado Convenio marco con cada uno de los siete municipios participantes en el desarrollo de esta experiencia piloto: Barcelona, Cambrils (Tarragona), Guadix (Granada), Manresa (Barcelona), Molina de Segura (Murcia), San Fernando de Henares (Madrid) y Villanueva de la Cañada (Madrid), todos ellos integrados en la Red Española de Ciudades Saludables.

La ministra ha destacado en su intervención que prevenir la obesidad e invertir su tendencia “es uno de los más importantes desafíos de salud pública que tenemos que afrontar”. Aunque ha reconocido que “es muy difícil cambiar los hábitos en los adultos”, ha resaltado que con pocos cambios en el estilo de vida, como por ejemplo haciendo una alimentación adecuada, variada, y con menos calorías y más ejercicio físico, se puede “conseguir tener vidas más sanas”.

El Programa Fifty-Fifty se inició por primera vez en el 2012, en la población de Cardona (Barcelona) dirigido por el Dr. Fuster y la Fundación SHE, con la hipótesis de que “si se capacita a los adultos en conocimientos, habilidades y actitudes sobre un estilo de vida saludable, entre iguales, mejoraran sus hábitos de salud integral y el autocontrol de los factores de riesgo”. Tras evaluar los resultados de aquella experiencia se pudo constatar que los participantes modificaron sus rutinas diarias y mejoraron sus hábitos de salud y algunos de sus factores de riesgo.

En base a ello, y como fruto de la iniciativa de la Fundación SHE y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), y en el marco de la Estrategia NAOS y del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, se firmó un convenio el 8 de abril de 2013, entre ambas instituciones, para la realización de un Programa de intervención en adultos de salud comunitaria, a realizar en un número limitado de municipios, como proyecto de investigación piloto, con la finalidad de mejorar la salud de manera integral en personas adultas mediante la modificación de sus hábitos de salud, y de poder definir un modelo de “buenas prácticas” , que da el punto de partida para el comienzo de la nueva etapa del Programa Fifty-Fifty. Este proyecto cuenta, además, con el apoyo científico del Centro Nacional de Investigación Cardiovascular (CNIC).

El Convenio Marco firmado ahora es un paso más y tiene por objeto ampliar esa colaboración. El resultado perseguido es la definición de un modelo de buenas prácticas de intervención en población adulta para promover la mejora de hábitos de salud integral que pueda ser trasladable a las administraciones e instituciones públicas y privadas para su ejecución.

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Errores y Mitos en Alimentación

El profesor José María Bengoa , uno de los padres de la Nutrición moderna, decía que entre nuestros objetivos vitales está defendernos ante la muerte, la enfermedad y el deterioro de los años; el segundo objetivo vital es alcanzar la belleza y el amor como signos positivos de la vida y no conformarnos con la ausencia de enfermedad sino promover un estado físico y síquico armónico y positivo; y en tercer lugar lograr un bienestar y felicidad social razonable como signos de solidaridad y equidad social.

Hace 45 años en la conferencia de la Casa Blanca sobre Alimentación, Nutrición y Salud se decía “probablemente, en el terreno de la salud de una población, no hay ningún área tan afectada por el engaño y la falsa información como la de la nutrición. El consumidor cae en la trampa de muchas y burdas imitaciones que le estafan enormes cantidades de dinero, además de redundar en contra de su salud”. Esto lamentablemente sigue siendo válido en los tiempos actuales.

Hay muchos mitos y errores y los ha habido siempre en las diversas culturas de la población mundial y muchas veces relacionados con las diferentes religiones. La cultura masai, por ejemplo, mantiene que la alimentación aporta las virtudes de las víctimas. En la costa del oro a los niños se les limita el consumo de huevos porque dicen que se vuelven díscolos y desobedientes o en Sudáfrica que las mujeres no deberían tomar leche porque les provoca esterilidad. Sin embargo, en sociedades mucho más avanzadas, educadas e informadas, no solamente nos abrazamos a los mitos de nuestra propia cultura sino también a mitos foráneos.

La gran paradoja

Las dudas, exageraciones, medias verdades y confusiones sobre alimentos y dietas son una constante y ninguno somos ajenos a ellas. Y además, lo que no ocurre en ninguna otra ciencia, es que a pesar de haber habido un enorme avance en el conocimiento científico de la nutrición hay, sin embargo, más mitos y errores que hace una o dos generaciones.

Para la reflexión…

Hay más información sobre alimentación, nutrición y salud, pero hay muchas más dudas sobre lo que es bueno o malo para comer. Y sigue habiendo una enorme desconfianza hacia los que nos dan de comer, la industria alimentaria. Y, sin embargo, hay gran confianza en productos que están muchas veces fuera de la regulación y que no se basan en estudios con evidencia científica.

Hay que recordar que la nutrición no es la única culpable de todo. Por ejemplo hablando de las enfermedades cardiovasculares (las que provocan más mortalidad) para las que conocemos mejor los factores medioambientales, incluido dieta y estilos de vida, y por tanto que podría ayudarnos a prevenir y tratar esos factores de riesgo. Hay factores de riesgo modificables (alimentación desequilibrada, sedentarismo, obesidad, tabaquismo, HTA) y no modificables (que son más en número). Por lo tanto lo que debemos hacer es aplicar el sentido común a la hora de leer los mensajes y noticias que pueden aparecer sobre si tal factores de la dieta erradica o evita un evento cardiovascular, porque en el mejor de los casos, aun conociendo bien estos factores modificables, no nos van a explicar más allá del 70% de los factores de riesgo cardiovasculares. Hay un 30% desconocido, y por eso se sigue investigando.

Información ¿solución o problema?

El principio de la libertad de expresión debe estar presente en una sociedad libre pero… ¿y en materia de salud? ¿No habría que poner ciertos límites o condicionantes?

La información en materia nutricional proviene de múltiples y variadas fuentes (como internet y redes sociales). En las revistas científicas hay una catalogación con unos índices de impacto y una revisión por parte de académicos y científicos de esos artículos que se van a publicar, pero en el caso de las páginas web no es así. Por lo que consideramos que por parte de las autoridades se debería hacer una clasificación de las páginas web relacionadas con alimentación y la salud.

Para el correcto ejercicio de la autonomía personal de elección de nuestro alimentos es necesario que se proteja el derecho del ciudadano a una información veraz, objetiva, actualizada y comprensible y dado que son prácticamente infinitas las posibilidades de acceso a la información no queda otra opción que la especialización de los medios de comunicación más tradicionales hasta los responsables de redes sociales.

Desconocimiento/Indiferencia

La población puede tener un desconocimiento o indiferencia total o parcial hacia los preceptos nutricionales. El nivel medio de la población en cuanto a los principio de nutrición no llega a alcanzar los niveles aceptables y no se es capaz de distinguir entre mensajes nutricionales soportados con la evidencia científica de aquellos que son resultado de charlatanería.

Además la presión publicitaria nos puede llevar a adherirnos a los errores y mitos según la autonomía personal y puede llevar a modificar nuestros hábitos alimentarios. Por ello es fundamental lograr el compromiso de las empresas alimentarias para una promoción responsable, la aplicación de códigos de conducta y la autorregulación.

Contexto socioeconómico

Cada individuo vive en un contexto socioeconómico que va a condicionar, de manera decisiva, que nos decantemos por unos errores o mitos u otros en la alimentación.

Y ¿son más frecuentes los errores y mitos en una situación de crisis? ¿Somos más vulnerables o no en nuestros principios nutricionales?

En el Libro Blanco de la Nutrición Española que se presentó en marzo junto con el Ministerio de Sanidad se abordaba en un capítulo el tema de los errores y mitos en alimentación, y concretamente de las amenazas, fortalezas y debilidades en relación con los errores.

Amenazas

-Hay un menoscabo de la salud por mensajes sin fundamento científico que tienen en común la promesa de pérdida rápida de peso, longevidad o incluso mejora de las capacidades cognitivas, memoria, etc.

-La mitificación de las proteínas como base de la alimentación: dentro del conjunto de dietas que se orientan más a consumir un determinado tipo de nutriente, precisamente , sobre las que se hace incidencia en el capítulo del libro blanco de la nutrición es la mitificación de las proteínas. Y la propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria afirma que no existen pruebas científicas para asociar el consumo de proteínas con ventajas en el control del peso.

La percepción del riesgo alimentario

Si hablamos de riesgo alimentario en un foro científico no tiene nada que ver con una encuesta a pie de calle, hay diferencias enormes. La mayoría de ingestas de nuestra vida son seguras, sin embargo la percepción de riesgo es bien distinta. La ciencia comprende y define el riesgo de manera bastante diferente, para la ciencia es una realidad objetiva, que se puede medir, controlar, gestionar… frente la percepción de la población socialmente que se comprende de distinto modo por grupos diferentes de personas según su contexto sociocultural.

Mensaje nutricional

Otro hecho fundamental que puede llevar a errores y mitos es el mensaje nutricional. A los que nos dedicamos a nutrición se nos acusa de cambiar el mensaje. Y además el mensaje puede venir de diferentes vías y provocar confusión.

Es necesaria la autocrítica de los que nos dedicamos a alimentación y nutrición. Y reivindicar la palabra “sustituir” frente a la palabra “añadir”. Muchas veces hemos recomendado añadir tal alimento a la dieta, por ejemplo aceite de oliva o nueces… y éstos aportan energía. Por tanto, cuidado con el mensaje.

Fortalezas

También hay fortalezas:

-Las recomendaciones de los diferentes documentos de consenso.

-La formación de los profesionales.

-En el currículo escolar va a estar la temática de alimentación y nutrición.

-La difusión de mensajes coherentes.

-Acceso a alimentos y variada oferta: tener variedad de productos de la compra en principio es positivo.

-Creciente interés de la población.

La Dieta Mediterránea

¿Somos autónomos o heterónomos? Tenemos cierta tendencia a echar la culpa a los demás. Pero la autonomía personal es fundamental en los temas de alimentación para no caer en los errores y mitos.

La dieta mediterránea es nuestro gran mensaje nutricional, es nuestro patrimonio. Pero como reflexiona Jesús Contreras, catedrático de Antropología de la Universidad de Barcelona, “no porque vivamos en un país mediterráneo practicamos dieta y estilos de vida mediterráneos”.

Todos conocemos bastante bien los constituyentes básicos de la DM, aunque no tanto lo que contienen, por ejemplo en términos de energía, o cuál es el consumo razonable de esos alimentos.

Además han tenido distinta suerte los alimentos de la DM. Por un lado nueces, aceite de oliva o vino sobre los que se ha investigado mucho y se les ha visto propiedades beneficiosas y casi se declaran como alimentos funcionales. En cambio otros, como las legumbres o el pan son los grandes olvidados.

Dieta vegetariana

En las primeras publicaciones científicas sobre patrones de dieta vegetarianas se afirmaba que las personas que seguían una dieta mayoritariamente vegetariana lo hacían porque no tenían opción de tomar carne (y además se decía que eran países en desarrollo e incluso era un ejemplo anti sistema).

En los últimos años ha habido un cambio espectacular y al analizar grupos de alimentos y patologías relacionadas con la alimentación se ve en conjunto que el grupo de frutas, verduras, cereales y legumbres es el que se asocia con salud.

Errores sociales en alimentación

Ha habido cambios espectaculares en nuestras vidas, formas de trabajo y también en las formas de comer. Además hay nuevas formas y espacios para comer. La DM no es solamente lo que se come sino cómo se come, compartiendo y socializando. Pero actualmente se come aislado, frente a una pantalla y probablemente estas nuevas formas de comer nos están llevando a más errores en nuestra elección de alimentos.

Vitaminas

En cuanto a los nutrientes, las vitaminas son las que más mitos y errores acumulan. Incluso se han añadido vitaminas falsas o pseudovitaminas a la lista de vitaminas probadas científicamente.

En el caso de la vitamina C se necesitan 60 mg/d pero se llegó a decir que necesitábamos 2300 mg/d. Simplemente decir que si consumimos 2-3 kilos de comida diaria para ingerir esta cantidad de vitamina C deberíamos tomar entre 10 y 20 kilos al día.

Las vitaminas son nutrientes que no aportan energía y por tanto no engordan, este también es uno de los errores más frecuente.

Los alimentos no son medicamentos (en los que prima la función sobre el gusto y el placer).

También hay una tendencia a volver al crudismo y sin entrar en temas de higiene y seguridad alimentaria es un error que puede tener consecuencias graves en ese sentido.

Alimentos mitificados

Un ejemplo es la miel. La composición de la miel es 70% de glúcidos y el resto agua con unos pocos aminoácidos, vitaminas y minerales. Se puede tomar, si nos gusta, pero en cantidades moderadas porque aporta mucha energía.

El vinagre de sidra es parecido al de vino pero más caro y procede de la manzana pero en cuanto a características nutricionales prácticamente no hay diferencia.

Otros ejemplos de alimentos mitificados son las bayas de sauco, la jalea real (que es la responsable de que una larva de abeja se transforme en reina de una colmena), el ginseng o el ajo y la cebolla.

Más errores

El pan engorda (en realidad engorda lo que acompañamos con el pan), la fruta como postre engorda, beber agua entre las comidas engorda, o lo light adelgaza (dependerá del producto).

Salud emocional.

Los trastornos alimentarios tienen peor pronóstico en pacientes con hiperactividad

Un estudio realizado con 191 pacientes revela que los síntomas de hiperactividad propios del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) van asociados a una mayor impulsividad y severidad y probablemente a un peor pronóstico en pacientes con trastornos alimentarios.

El TDAH está poco estudiado en adultos y, aunque varios trabajos han descrito asociaciones entre este trastorno y conductas alimentarias anómalas, hasta ahora no se habían descrito asociaciones entre TDAH y trastornos alimentarios en adultos.

Los resultados del estudio realizado por investigadores del grupo de Psiquiatría y Salud Mental del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario de Bellvitge, y del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d”Hebron se han publicado en la edición electrónica de la revista BMC Psychiatry.

Impulsividad y trastornos alimentarios

Los síntomas relacionados con la hiperactividad del TDAH como la impulsividad están muy presentes en las pacientes con trastornos alimentarios que han participado en el estudio, pero no en todas, según ha explicado Fernando Fernández-Aranda, jefe de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario de Bellvitge e investigador del IDIBELL. Estos trastornos “los encontramos sobre todo en las pacientes con rasgos de personalidad más impulsivos: las pacientes con bulimia, trastornos por atracón y también en pacientes con trastornos alimentarios sin especificar. En cambio, las pacientes anoréxicas más restrictivas y con más control no tienen asociados estos síntomas”.

Esta investigación ha permitido desarrollar un modelo que podría ser útil en la clínica para detectar de forma precoz factores de riesgo que podrían llevar a un trastorno alimentario.

Los síntomas de TDAH se asocian a rasgos de personalidad más impulsiva y a la edad. Es decir cuanta más impulsividad y más edad, mayor riesgo de desarrollar un trastorno alimentario. También se asocian a una mayor severidad del trastorno.

Por otra parte, estos síntomas de TDAH de impulsividad están asociados a una baja autodirección, un rasgo del carácter que implica ser capaces de planificar y alcanzar objetivos a medio y largo plazo. “De modo que las pacientes con síntomas de TDAH también tienen peor pronóstico porque les es más difícil ser capaces de seguir un tratamiento”, ha explicado Fernández-Aranda.

Sistema de recompensa

Según Fernández-Aranda, este modelo será útil no sólo en la clínica sino también para la investigación de los circuitos cerebrales que regulan el sistema de recompensa y que son similares en varios trastornos de conducta como los trastornos alimentarios, el juego patológico o otras adicciones conductuales.

Tasty breakfast

La intolerancia a la lactosa podría afectar a entre el 20 y el 40% de la población española

Aunque se considera que “los pacientes pueden tolerar una cierta cantidad (unos 12 gramos) de lactosa al día, la casuística es tan variada y personal que, ante la sospecha de intolerancia, es necesario confirmar el diagnóstico a través de un especialista.

“Las pruebas son sencillas y no invasivas y nos permiten adecuar las medidas preventivas al paciente”, recomienda el Dr. Federico Argüelles Arias, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), una institución promovida por la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

La ingesta de lactosa no afecta a todas las personas del mismo modo. Algunas notan sus efectos de forma inmediata tras consumir pequeñas cantidades de lácteos, mientras otras tienen un umbral de sensibilidad más alto y es más difícil de observar su relación causa-efecto.

También hay personas que pueden permanecer asintomáticas toda su vida porque no sobrepasan su umbral de sensibilidad con la cantidad de lactosa que consumen al día.

Evitar el autodiagnóstico

Los síntomas que producen la intolerancia a la lactosa son muy inespecíficos: hinchazón abdominal, diarrea, gases abdominales, flatulencia o meteorismo, dolor abdominal, retortijones, náuseas o vómitos, y pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades digestivas como por ejemplo el síndrome de intestino irritable.

Muchas personas auto establecen una conexión entre sus trastornos gastrointestinales y la ingesta de productos lácteos o derivados por lo que optan por dejar de tomarlos. Para los especialistas, el autodiagnóstico debería evitarse ya que, por un lado, la variedad e inespecificidad de los síntomas puede llevar a confundir la intolerancia a la lactosa con otras patologías y, por otro, dejar de consumir lácteos podría entrañar riesgo para la salud por déficit de calcio, vitaminas A y D, ácidos grasos y proteínas, que pueden derivar en falta de masa ósea, pérdida de peso y malnutrición. De modo que es esencial consumir otros productos ricos en estas sustancias.

Prevalencia de la intolerancia de la lactosa en España

La tasa y el ritmo de pérdida de lactasa varían según el origen étnico, por lo que la prevalencia de la intolerancia a lactosa difiere según las zonas geográficas. “Sabemos que los asiáticos pierden entre el 80-90% de actividad de la lactasa. En cambio, en los europeos del norte la actividad de la lactasa se mantiene de forma más estable que en los europeos del sur y por tanto, no desarrollan intolerancia a lactosa con tanta frecuencia como en los países del sur de Europa”, explica el Dr. Argüelles.

En España, hay pocos estudios que analicen la prevalencia de la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, sí se ha estudiado en Europa, detectando que su prevalencia es más baja en el noroeste de Europa y más alta en el sur de Europa. En Grecia se ha determinado una prevalencia del 38-45 % de la población y en Francia del 37-47%. “Los estudios realizados hasta la fecha confirman esta tendencia de nuestros países vecinos y nos permiten situar la prevalencia en España entre un 20% y un 40%. Hay que diferenciar entre personas hipolactásicas, es decir, malabsorbedores de lactosa, e intolerantes a la lactosa, que son aquellos sujetos malabsorbedores de lactosa que presentan síntomas con el consumo de este azúcar”, explica el Dr. Argüelles.

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es un azúcar que está presente en todas las leches de los mamíferos: vaca, cabra, oveja y humana, y que también puede encontrarse en muchos alimentos preparados. Conocida como el “azúcar de la leche” está compuesta de glucosa y galactosa.

Por su parte, la lactasa es un enzima producido en el intestino delgado, que juega un papel relevante en el desdoblamiento de la lactosa en sus dos componentes básicos: glucosa y galactosa, un proceso necesario para su correcta absorción por el organismo.

Tras el destete y a medida que crecemos, disminuyen los niveles de lactosa en el organismo. “Es importante comentar que no es necesario conservar el total de la actividad de la lactasa para consumir productos lácteos, únicamente se necesita el 50% de actividad para digerir la lactosa”, explica el Dr. Federico Argüelles. Si los niveles de lactasa son bajos, aparecen dificultades para digerir la lactosa y síntomas tras su consumo, lo que conocemos como intolerancia a la lactosa.

frutas y verduras

Comer diariamente frutas y verduras puede hacer vivir más

Un macroestudio del Instituto Karolinska de Suecia ha demostrado que comer diariamente frutas y verduras aumenta la supervivencia, hasta el punto de que quienes admitían prescindir de estos alimentos podían llegar a morir una media de tres años antes, según los resultados publicados en la revista American Journal of Clinical Nutrition.

Aunque muchas sociedades científicas recomiendan comer cinco porciones de frutas y verduras al día, los estudios que se habían llevado a cabo hasta el momento no habían sido concluyentes sobre si realmente tiene efectos beneficiosos para la salud y en qué medida.

En cambio, este estudio ha revelado que tales recomendaciones pueden ser válidas, según ha reconocido la investigadora Alicja Wolk, una de las autoras de esta investigación que, sin embargo, no ha mostrado mayores beneficios para quienes comían más de cinco porciones diarias.

Los resultados se basan en datos recogidos de más de 71.000 ciudadanos suecos de entre 45 y 83 años, a los que se les hizo un seguimiento de 13 años. Los participantes fueron preguntados por su dieta en 1997 y 1998, e informaron de la frecuencia con que comían frutas (como naranjas, manzanas, plátanos y bayas) y hortalizas (como zanahorias, remolacha, lechuga, repollo, tomate y sopa de guisantes).

Casi 11.500 de los participantes en el estudio había fallecido en diciembre de 2010. Y tras comparar los datos de supervivencia con los de la dieta, observaron que las personas que decían no comer frutas o verduras al inicio del estudio tenían un 53 por ciento más de probabilidades de morir durante el período de seguimiento que los que comían cinco porciones diarias.

Los participantes que comían al menos una porción de fruta al día vivieron una media de 19 meses más que los que nunca comían fruta. Y los que comieron por lo menos tres porciones de verduras diarias vivieron de media 32 meses más que las personas que no las comían. Además, las mujeres tendían a comer más frutas y verduras que los hombres.

“Las frutas y verduras contienen diferentes tipos de vitaminas, y la fruta es generalmente más alta en calorías”, señaló Wolk.

Los autores apuntan que las personas que dijeron que comían menos frutas y verduras también eran más propensas a fumar y a comer más carne roja, productos lácteos altos en grasa, dulces y aperitivos.

El estudio no puede demostrar que el consumo de frutas y verduras alarga la vida. Pero recuerdan que cuando los investigadores tomaron en cuenta otros factores como género, tabaquismo, ejercicio, consumo de alcohol y peso, los resultados no cambiaron.

Portrait of a caucasian pregnant woman holding baby shoes and of

El déficit de yodo en las mujeres embarazadas disminuye el coeficiente intelectual de sus hijos

Un equipo internacional de científicos, pertenecientes al proyecto europeo Nutrimenthe, que coordina la profesora de la Universidad de Granada (UGR) Cristina Campoy Folgoso, ha descubierto que el déficit de yodo durante el embarazo tiene efectos perjudiciales en el desarrollo cognitivo del niño.

Los resultados de esta investigación, publicados en la revista The Lancet, han revelado que los niños nacidos de madres que presentaron deficiencia de yodo durante la gestación mostraron, a los ocho años de edad, un coeficiente intelectual tres puntos inferior que los demás, así como peor habilidad para la lectura a los nueve años, según ha informado en un comunicado la UGR.

Los investigadores recuerdan que el yodo es esencial para el crecimiento, el desarrollo cerebral, la síntesis de hormonas tiroideas y la regulación de numerosos procesos metabólicos en el organismo.

Por ello, sostienen que la deficiencia de yodo determina alteraciones del desarrollo cognitivo y, por lo tanto, un correcto estado nutricional en yodo resulta especialmente relevante durante la gestación y los primeros años de vida para el desarrollo del cerebro del bebé.

Estos resultados han surgido tras un reciente análisis del estudio Alspac por las profesoras Sara Bath y Pauline Emmett, realizado en el contexto del proyecto europeo Nutrimenthe.

Además, recuerdan que el déficit de yodo en la población no es un problema únicamente de países en vías de desarrollo, pues informes recientes revelan índices bajos de yodo en países industrializados. En el Reino Unido, donde se ha llevado a cabo esta investigación, se ha detectado que la deficiencia de yodo es muy común: afecta a dos tercios de las mujeres, especialmente a aquellas en edad fértil. Otros países, como Holanda, España o Dinamarca, hace tiempo que adoptaron medidas de prevención como la suplementación de la sal común con yodo para asegurar un mayor aporte de este mineral a través de la alimentación.

En el estudio Alspac, los científicos reclutaron más de 10.000 mujeres embarazadas, a quienes se tomaron muestras de orina. Se han analizado las concentraciones de yodo en muestras de orina de 1.040 de ellas.

Posteriormente, mediante pruebas de neurodesarrollo y la evaluación de diferentes habilidades cognitivas a los ocho y nueve años de edad, investigaron la relación de estos niveles de yodo y el desarrollo cognitivo de sus hijos. Tras el análisis de los resultados, los científicos descubrieron que a los 8 años de edad hay tres puntos de diferencia en el coeficiente intelectual de los niños nacidos de madres con bajas concentraciones de yodo en los primeros meses del embarazo, frente a aquellos nacidos de madres que tenían niveles de yodo por encima del límite mínimo.

Mejor el yodo natural

Ante estos resultados, los expertos recomiendan una ingesta suficiente de yodo en las mujeres embarazadas, procurando obtenerlo a partir de alimentos naturales, principalmente del pescado, marisco y productos lácteos. Se desaconseja el consumo de algas o suplementos que las contengan, pues podría provocar problemas tiroideos por exceso de ingesta de este mineral.

Éstas y otras recomendaciones han sido publicadas a través de la British Dietetic Association, donde los autores aconsejan una ingesta diaria de yodo durante la gestación y la lactancia de 250 microgramos/día, mientras que para el resto de adultos bastaría con 150 microgramos/día.

El Proyecto Europeo Nutrimenthe, del VII Programa Marco de la UE, ha sido financiado con más de seis millones de euros, y desde 2008 lo coordina la profesora de la UGR, Cristina Campoy.

20 centros y más de 120 investigadores colaboran para el avance de esta investigación, con el objetivo de determinar los efectos de la dieta durante la vida precoz sobre el desarrollo cognitivo, el rendimiento mental y el desarrollo de la conducta y del comportamiento de los más de 20.000 niños involucrados en toda Europa.

Tanto los datos de este estudio sobre el yodo como otros resultados de este Proyecto Europeo serán presentados y debatidos por expertos internacionales en Granada los días 13 y 14 de septiembre, durante la Nutrimenthe Internacional Conference, que está siendo organizada desde la Universidad de Granada.