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Las enfermedades más comunes en verano

En concreto, la gastroenteritis puede producirse por una intoxicación alimentaria, por una diarrea producida durante una breve estancia en el extranjero o por una viriasis. En los tres casos, los síntomas suelen ser deposiciones blandas, con o sin vómitos, acompañadas de un regular estado general y, en algunos casos, de fiebre.

Para evitar que se produzca esta patología que puede perjudicar las vacaciones, la experta recomienda evitar ingerir alimentos de procedencia desconocida, conservarlos como recomienda el fabricante, fijarse en las fechas de caducidad, tener especial cuidado con la comida que se toma en el extranjero y llevar la medicación necesaria.

Asimismo, otra de las patologías frecuentes durante la época estival es la deshidratación y los golpes de calor que, especialmente, afectan a los niños y ancianos. Sus síntomas son mal estado general, náuseas, vómitos y fiebre.

En este caso, la especialista ha recomendado situar al paciente, antes de que llegue la asistencia médica, en una habitación oscura, darle baños de agua fría, poner paños húmedos en nuca y muñecas. No obstante, para evitar que se produzcan estos episodios ha aconsejado beber dos litros de agua al día y no hacer deportes en las horas de calor.

El estreñimiento es otra de las patologías más frecuentes en verano, cuyo pronóstico es leve, excepto en niños y ancianos. Sin embargo, esta enfermedad puede evitarse con abundante ingesta de agua, fruta rica en fibra y utilizando alguna medicación pautada por su médico, incluso de manera puntual, si el proceso supera las 72 horas, utilizando supositorios o micro-enemas.

Asimismo, las quemaduras solares son otras de las patologías que más afectan a los ciudadanos durante los meses de verano. Además, últimamente ha aumentado la incidencia de alergias solares, sobre todo en pacientes con pieles atópicas, fototipo I y aquellos que las presentaron otros años.

Para evitar este hecho, la experta ha recomendado evitar la exposición solar en las horas centrales del día, usar el factor de protección adecuado al fototipo de piel, realizar una dieta rica en antioxidantes, y tirar las cremas de un verano a otro.

Picaduras, mordeduras y heridas al aire libre

Respecto a las picaduras de insectos y las mordeduras, la especialista ha recordado que la mayoría son de pronóstico leve, y ha recomendado utilizar repelentes tópicos o de ambiente, utilizar ropa y calzado apropiado y evitar salir en “horario de atardecer y amanecer” momento en que los mosquitos salen a alimentarse.

En este sentido, ha recordado la necesidad de estar alerta de las medusas en las playas, revisar la habitación y la ropa de cama en los hoteles y albergues, viajar con el antihistamínico si se es alérgico, no entrar en zonas boscosas, ni levantar piedras o madrigueras para evitar mordeduras de serpientes o escorpiones.

Del mismo modo, es importante utilizar un calzado adecuado, no lanzarse al agua sin conocer la profundidad de la zona o vigilar a los niños y hacerles que memoricen la dirección o el teléfono. Con todo ello, se puede conseguir evitar las heridas y los accidentes al aire libre y, además, la aparición de hongos en los pies.

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El número de alérgicos a los alimentos se ha duplicado en los últimos 10 años

En la Europa continental las alergias más comunes en niños son las provocadas por el huevo, la leche de vaca y las nueces, mientras que en los adultos se dan más casos de alergia a la fruta, las nueces y las verduras. Por su parte, en el Reino Unido, la mayor amenaza la suponen las nueces, las avellanas y los cacahuetes causando el 50 por ciento de las reacciones alérgicas potencialmente mortales.

Asimismo, la alergia al marisco y al bacalao se imponen en los países escandinavos y en el Norte de Europa. En Europa, la alergia alimentaria es el factor principal desencadenante de anafilaxia en niños entre 0 y 14 años.

Por este motivo, la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) ha lanzado su campaña sobre la Alergia Alimentaria, con el objetivo de concienciar del importante crecimiento de la anafilaxia en niños, una reacción alérgica grave y de alto riesgo para la vida de las personas.

Asimismo, también pretende educar al público en general para reconocer los síntomas y los desencadenantes y ayudar a la hora de reaccionar en caso de emergencia, por ejemplo, enseñando a cómo usar un lápiz de adrenalina. Además, el primer elemento a tener en cuenta en esta campaña es el lanzamiento de los Estándares Mínimos Internacionales para la Alergia Infantil en la Escuela, que establece los requisitos mínimos necesarios para la seguridad de los niños alérgicos en los centros escolares.

Se calcula que un tercio de todas las reacciones alérgicas de alto riesgo se dan en lugares donde los niños están expuestos a nuevas comidas y, por tanto, pueden estar en contacto con alimentos desencadenantes.

Alergias e intolerancias alimentarias

Por otra parte, la campaña también quiere enseñar a distinguir entre intolerancias alimentarias y alergias alimentarias. En concreto, las intolerancias alimentarias no están relacionadas directamente con el sistema inmunitario y, por lo tanto, no pueden medirse con pruebas para alergias.

La intolerancia a la lactosa es fruto de una hipersensibilidad no alérgica y las reacciones a los aditivos de los alimentos son en su mayoría no alérgicas. En general, los síntomas de hipersensibilidades no alérgicas son más leves y por lo tanto raramente representan una amenaza para la vida de las personas.

La campaña sobre Alergia Alimentaria de la EAACI también quiere involucrar a las autoridades de la Unión Europea para mejorar el etiquetado de los alimentos y facilitar el acceso a los tratamientos de emergencia de la anafilaxis.

Y es que, algunos alimentos llevan la etiqueta puede contener cacahuetes o puede contener leche, que no están regulados y resultan de la propia iniciativa de los fabricantes de alimentos. Por tanto, el problema está en que los distintos fabricantes pueden utilizar distintos criterios para las etiquetas del tipo “puede contener”.

Por ello, la etiquetas “pueden contener” que se utilizan en la actualidad representan distintos niveles de contaminación y, de esta forma, distintos niveles de riesgo.

Estándares internacionales para la alergia infantil en la escuela

Por otra parte, el documento sobre Estándares Mínimos Internacionales para la Alergia Infantil en la Escuela tiene como objetivo homogeneizar el mínimo de requisitos para la seguridad de cualquier niño que sufra alergia en todo el mundo.

Será impulsado por los grupos de trabajo de EAACI sobre el Niño Alérgico en la Escuela y el Comité de Organizaciones de Pacientes, en colaboración con la Asociación del Educador (ATEE).

Además, la EAACI trabajará a lo largo del año 2012-3013 para establecer las directrices necesarias sobre Alergia Alimentaria y Anafilaxia, incluyendo el diagnóstico, tratamiento, manejo de la enfermedad a nivel comunitario y la prevención.

Asimismo, engloba a su vez a las distintas partes implicadas como los médicos, inmunólogos, epidemiólogos, tecnólogos de alimentos, departamentos de investigación en alimentación industrial, órganos reguladores, representantes relacionados y organizaciones de pacientes, entre otros.

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Aumentan las alergias por anisakis del pescado

Las reacciones a larvas de anisakis han registrado un repunte en lo que va de año en España, según el doctor Alvaro Daschner, del Servicio de Alergología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid.

“Mientras que el porcentaje de sensibilizaciones a anisakis en pacientes atendidos con patología cutánea o sospecha de alergia a alimentos en los años 2009 a 2011 se encontraba entre el 21 y 29 por ciento, sólo en los 3 primeros meses de este año ha llegado a 39 por ciento”, ha precisado.

Este fenómeno puede responder a que la medida de larvas de anisakis en bacaladilla procedente del Atlántico se ha cuadriplicado esta temporada, según ha informado la Sociedad Española de Parasitología (SOCEPA).

Por su parte, la profesora de la Universidad Complutense de Madrid, Carmen Cuéllar del Hoyo, ha demostrado que la prevalencia de la anisakiosis en la Comunidad de Madrid es muy elevada en comparación con otros estudios realizados en Galicia. La relación entre la ingesta de pescado fresco y pescado no cocinado y la presencia de anticuerpos está directamente relacionada, al igual que en aquellas personas que cocinan el pescado en microondas.

Estos resultados, según los investigadores, apoyan el hecho de que la larva tiene que estar viva para ser desencadenante de la patología y que no todos los procesos culinarios de preparación de pescado son capaces de destruir las larvas de anisakis.

“La diferente prevalencia observada en Galicia y Madrid parece ciertamente debida a las diferencias en los hábitos de consumo de pescado combinada con las diferencias en la prevalencia de infección entre los pescados consumidos, ya que el consumo de platos crudos o poco cocinados es la principal vía de infección anisakis simplex en el hombre”, ha señalado Cuéllar.

Por otro lado, el investigador Florencio Martínez Ubeira, miembro del Laboratorio de Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Santiago junto con la investigadora Teresa Gárate del Laboratorio de Parasitología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III de Majadahonda (Madrid), ha apuntado al alérgeno Ani s 7, identificado en las larvas de anisakis simplex y con el que reaccionan la mayoría de los pacientes infectados por estos parásitos.

Actualmente ese alérgeno fue empleado para desarrollar un kit de diagnóstico que permite detectar anticuerpos en las personas enfermas de una manera “mucho más sensible” y “específica” de lo que se logra con otros métodos. Su intención es la de ser comercializado y empleado en hospitales de todo el mundo como método de referencia para el inmunodiagnóstico de la anisakiosis.

Aceites, claves para su prevención

Por otro lado, un grupo de trabajo de la Universidad de Granada, dirigido por la profesora Adela Valero, ha establecido una línea de investigación que tiene como objetivo el estudio de la actividad larvicida de productos naturales de origen vegetal frente a las larvas L3 de anisakis simplex.

Así, entre los componentes terpénicos de los aceites esenciales ensayados, el porcentaje de lesiones en la pared del tracto digestivo de los animales de experimentación, fue prácticamente nulo con el timol, geraniol, citronelol, citral o periallaldehído.

Dichos componentes se encuentran presentes en plantas de amplio uso culinario como el tomillo, orégano, limón o perilla. Además, entre estos terpenos se encontró que el porcentaje de larvas muertas recuperadas del animal al término de la experiencia fue superior al 85 por ciento, observándose alteraciones, principalmente en el tracto digestivo del parásito y, en menor medida, en la cutícula del mismo.

En contraposición, en el lote de animales control, las larvas de Anisakis desarrollaron su actividad patógena y el porcentaje de lesiones superó el 93 por ciento.

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Unos 340.000 españoles son intolerantes al gluten y no están diagnosticados

La intolerancia al gluten o celiaquía es una enfermedad que afecta “aproximadamente al 1% de la población, pero más del 70% está sin diagnosticar en España”, afirma el doctor Alejandro Domingo, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital USP San Camilo de Madrid, con motivo de la celebración del Día Nacional del Celíaco el 27 de mayo.

La enfermedad se presenta en cualquier edad de la vida, afecta a personas de ambos sexos a nivel mundial, el doble en mujeres, pero la incidencia varía según estas circunstancias en su aparición. En España, se diagnostica un caso por cada 118 en niños, mientras que en la población adulta la relación es de uno por cada 384, “un número de diagnósticos menor que en otros países occidentales, donde se acerca más al 1% de los afectados”, informa el especialista.

Pero “la celiaquía es como un iceberg, con la mayoría de los casos no visibles”, detalla el experto, quien aboga por la realización de pruebas complementarias para su diagnóstico. “El incremento de su incidencia en los últimos años puede deberse a un mejor conocimiento del cuadro, a un avance en los medios diagnósticos y a los beneficios del diagnóstico precoz y prevención efectiva, así como a una mayor concienciación de la sociedad sobre el problema grave que puede suponer esta enfermedad”, añade.

¿Qué nos alerta de la intolerancia al gluten?

La celiaquía es una afectación del intestino delgado producida en individuos predispuestos genéticamente cuando ingieren productos que contienen gluten. En los pacientes que padecen celiaquía cuando el gluten entra en contacto con la mucosa intestinal se producen cambios anatómicos en la misma que ocasionan un impedimento en la correcta absorción de principios inmediatos, sales minerales y vitaminas, dando lugar a estados carenciales y alteraciones digestivas.

“Los síntomas de la celiaquía, cuando se presentan, pueden ser similares a los de cualquier otro problema digestivo o estado carencial por lo que, en ocasiones, sólo las pruebas diagnósticas, como son las pruebas serológicas, genéticas y biopsias pueden confirmar que estamos ante esta enfermedad”, explica el endocrinólogo.

Diagnóstico

Diagnóstico clínico. “El diagnóstico sólo por los síntomas es difícil de hacer pues estas manifestaciones de la celiaquía pueden ser las mismas que se pueden presentar en muchos cuadros patológicos del aparato digestivo que no tienen que ver con esta enfermedad”. “Pero esta sospecha diagnóstica se acentúa cuando la celiaquía se ha presentado en miembros de esa familia; cuando en el paciente existen síntomas o signos de otros trastornos de la inmunidad, como lupus, artropatías, etc.; o cuando después de realizar exploraciones complementarias no encontramos causa para un problema digestivo que nos preocupa por su cronicidad o resistencia al tratamiento”, comenta el especialista.

Cuando esto ocurra, debemos acudir a diagnosticar la enfermedad a través de estos medios auxiliares:

Diagnóstico serológico. “La búsqueda de pruebas más sencillas, fiables y menos costosas nos ha llevado a poder detectar en el suero la presencia de anticuerpos antitransglutaminasa tisular humana (AAtTG) cuando existe celiaquía”, explica el Dr. Domingo.

Diagnóstico genético. En un 90% de los pacientes con celiaquía encontramos la presencia en genes de HLA-DQ2, lo que muestra la importancia de esta prueba; que con la detección de HLA-DQ8 completan las posibilidades de diagnosticar la enfermedad, incluso en las fases no sintomáticas.

Diagnóstico por biopsia duodenoyeyunal. El estudio histológico del material obtenido mediante una biopsia duodenoyeyunal nos va a permitir elaborar un diagnóstico tanto de la presencia de la enfermedad como del grado o tipo de la misma, datos fundamentales para hacer un pronóstico de la evolución del caso.

La celiaquía se puede padecer en distintos grados, según la alteración de la mucosa intestinal, con diferentes maneras de detectarse según el grado. El tipo más frecuente es la celiaquía pauci o monosintomática, que manifiesta algunos síntomas de la enfermedad tanto a nivel intestinal como extra-intestinal, aunque carentes de gravedad. Sería el grado superior a la celiaquía silente, sin síntomas de enfermedad todavía pero pudiendo detectarse con pruebas diagnósticas.

Tratamiento

El tratamiento de la enfermedad, “es en principio muy simple: eliminar de la dieta todo alimento que contenga gluten”, algo que puede no resultar fácil dado que “en muchos productos manufacturados existe la proteína gliadina del gluten en su composición sin que aparezca en el etiquetado alguna referencia a la misma”.

Existen una serie de alimentos que contienen siempre o casi siempre gluten, como es el pan hecho con harina de trigo, bollos, pasteles, tartas, galletas, pastas italianas y bebidas malteadas o fermentadas partiendo de cereales. También puede entrar gluten en la composición de embutidos, yogures con sabor a frutas, quesos fundidos o en helados y sucedáneos del chocolate. “Eliminando tales productos se evita la progresión de la enfermedad a estadíos más graves mientras que poco a poco las vellosidades intestinales recobran su estructura normal”, relata el Dr. Domingo.

Sin embargo, esto no cubre todos los alimentos que contienen gluten y, por ello, asegura el especialista, las recomendaciones para prevenir y curar los síntomas de la celiaquía “no se limitan a lo que tiene que hacer o dejar de hacer el paciente. Se extiende a muchos otros sectores de la sociedad en cuyas manos está el evitar que estas personas vean su salud afectada”, afirma, y enumera una serie de recomendaciones:

– Recomendación a los gobiernos. Deben extremar las medidas referentes a la seguridad alimenticia, aplicando con el máximo rigor las leyes y las normas que aseguren la salubridad de los alimentos que tomamos, con inspecciones frecuentes y completas de los productos alimenticios manufacturados e imponiendo fuertes sanciones a los que no cumplen con lo ordenado.

“La Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición del 2011 es una buena base legal para que tanto la Agencia Española de Seguridad Alimenticia como la Red Española de Laboratorios de Control Oficial de Seguridad Alimentaria -instrumentos señalados en la ley para el desarrollo, cumplimiento y evaluación de lo legislado- puedan cumplir su cometido, pero siempre que sean dotados de los suficientes medios para cumplirlos con eficacia y eficiencia. El hecho de que con frecuencia se planteen en los tribunales demandas por incumplimiento de las normas alimenticias es una prueba de que todavía quedan cosas por hacer en este campo”, afirma el especialista.

“Si nos referimos más concretamente a la celiaquía habría que proteger más al enfermo de lo que lo hace la ley antes citada, en aspectos como la educación acerca de esta enfermedad en la enseñanza primaria, o en materia de Hacienda, modificando la tributación sobre el IVA en panes y harinas especiales. Una Ley Celiaca Española, como la que se propuso y fue rechazada por el Parlamento, o algo similar que comprometa a ministerios tan distintos como Sanidad, Industria, Educación o Hacienda, legislaría en los aspectos no sólo sanitarios, sino sociales el problema de los celíacos “, asegura el Dr. Domingo.

– Recomendación a los productores. Que cumplan fielmente con toda la normativa referente al etiquetado, indicando claramente lo que contiene cada producto, y que en la producción se tomen todas las medidas necesarias para asegurar la no presencia de contaminantes químicos o biológicos que puedan causar enfermedades.

La legislación comunitaria en la materia es recogida en España en normas incluidas en un Real Decreto de 1999 sobre etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios donde se indica claramente todo lo que debe figurar en el etiquetado. “En el caso de alimentos para celíacos un buen ejemplo es el Pacto del Celíaco en Cataluña en que se dan las normas sobre un nuevo distintivo en el etiquetado con un logotipo, la espiga, que identifica fácilmente al producto”, comenta el doctor.

– Recomendación a los consumidores. No deben consumir productos en cuyas etiquetas no se exprese de una manera sencilla la composición del mismo, sin excluir aditivos, colorantes y otras sustancias que se añaden a los mismos. Que denuncien ante las autoridades o asociaciones de consumidores cualquier fraude respecto a la seguridad alimenticia pues de ello depende su salud.

– Recomendación a los sanitarios. El diagnóstico precoz de la enfermedad evita daños graves. Las autoridades sanitarias pueden ayudar a concienciar sobre la misma, por ejemplo, con la realización de campañas de prevención.

– Recomendación al paciente con celiaquía. La curación de las alteraciones producidas por la enfermedad está al alcance de su mano y sólo con cumplir fielmente las instrucciones que le dan en la consulta o en el hospital para evitar la progresión de la enfermedad.

Decálogo de una Alimentación Saludable

La obesidad y el sobrepeso han alcanzado proporciones de epidemia a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud. Más de mil millones de personas adultas tienen sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas.

Por ello, la doctora Avelina Acebal, nutricionista y Médico de Familia del Hospital USP San Camilo de Madrid, propone un Decálogo de la Alimentación Saludable:

1. Cuanta mayor variedad de alimentos exista en la dieta, mayor garantía de que la alimentación es equilibrada y de que contiene todos los nutrientes necesarios.

2. Los cereales (pan, arroz, pasta, etc.), las patatas y legumbres deben constituir la base de la alimentación de manera que los hidratos de carbono representen entre el 50 y el 60% de las calorías de la dieta. Son más saludables los integrales por su mayor aporte en fibra, vitaminas y minerales.

3. Se recomienda que las grasas no superen el 30% de la ingesta diaria, debiendo reducirse el consumo de grasas saturadas para que representen menos de un 10% sobre el total de calorías.

4. Las proteínas deben aportar entre el 10 y el 15% de las calorías totales y han de combinar proteínas de origen animal y vegetal.

5. Se tiene que incrementar la ingesta diaria de frutas, verduras y hortalizas hasta alcanzar, al menos, 400 g/día. Esto es consumir, como mínimo, 5 raciones al día de estos alimentos.

6. Limitar el consumo de productos ricos en azúcares simples, como golosinas, dulces, refrescos.

7. Reducir el consumo de sal, de toda procedencia, a menos de 3 a 5 g/día, y promover el uso de sal yodada.

8. Beber entre 1 y 2 litros de agua al día.

9. Nunca prescindir de un desayuno completo compuesto por lácteos, cereales y frutas, al que debería dedicarse entre 15 y 20 minutos de tiempo. De esta manera se evita o reduce la necesidad de consumir alimentos menos nutritivos a media mañana y se mejora el rendimiento físico e intelectual.

10. Es imprescindible la realización de ejercicio físico habitual: 3-4 veces por semana, con duración de 40-45 minutos por sesión, adaptado a la condición física de cada individuo.

Especialistas pediátricos permiten que el diagnóstico de la celiaquía sea precoz

La prolongación del periodo de lactancia puede llegar a disminuir en un 60 por ciento el riesgo de ser celiaco, siempre y cuando se introduzca el gluten a partir de los cuatro meses de edad. Esta enfermedad se caracteriza por una intolerancia al gluten y se calcula que uno de cada 80 niños españoles la sufre.

Según explica el presidente de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, Luis Peña, la leche materna contiene un “gran número” de componentes que ayudan y protegen al niño a través de una serie de mecanismos biológicos complejos, incluyendo la creación de defensas de las infecciones y el desarrollo de la tolerancia frente a antígenos alimentarios.

Asimismo, los expertos señalan que los niños celiacos presentan una predisposición genética a la enfermedad por lo que, a su juicio, contar con familiares celiacos constituye un factor de riesgo añadido importante.

En este sentido, aunque la patología puede debutar a lo largo de toda la vida de una persona, datos del estudio REPAC reflejan que la edad media del diagnóstico es de 3,7 años, registrándose el 42 por ciento de los diagnósticos en niños de entre 2 y 6 años. Además, el 70 por ciento de los casos presenta formas denominadas clásicas -con diarrea crónica, pérdida de peso y distensión abdominal-, aunque el síntoma más frecuente en menores de 6 años es la distensión abdominal y, en los mayores, la disminución del apetito y la deficiencia de hierro.

Diagnóstico y tratamiento precoces

Asimismo, los expertos coinciden también en señalar que un diagnóstico y tratamiento precoces pueden evitar problemas a largo plazo como, por ejemplo, la osteoporosis y la osteopenia. Además, pueden contribuir a disminuir el riesgo de desarrollar otras enfermedades autoinmunes asociadas a esta patología.

En este sentido, Peña insiste en que la mejor garantía de un diagnóstico a tiempo y eficaz pasa por garantizar una asistencia especializada. “Es fundamental que los menores sean atendidos por el especialista pediátrico, el único conocedor de los criterios diagnósticos necesarios para ofrecer un correcto manejo de la enfermedad”, indica tras reiterar la importancia del reconocimiento oficial de las especialidades para preservar esa atención de calidad.

Y es que el hecho de que sean especialistas pediátricos los que atienden a los pacientes celiacos ha hecho que se diagnostiquen cada vez más casos, llegando incluso a multiplicar por diez el número de casos con respecto a los años 90 y situando a España entre los países europeos con mayor incidencia en población infantil.

“Estamos en la media europea en número de casos, pero gracias a la formación de nuestros pediatras y a las nuevas técnicas de diagnóstico somos capaces de incrementar la detección, lo que prevendrá múltiples enfermedades en el futuro”, concluye Peña.

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Uno de cada 50 niños sufre alergia a los alimentos vegetales

Uno de cada 50 niños sufre alergia a los alimentos vegetales, según han explicado los expertos participantes en el XXXVI Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP), que se ha celebrado en Cádiz. Pese a ello, los comedores escolares “no están obligados a detallar la composición de los alimentos de los menús”, confirman los especialistas.

Entre otras cosas, los médicos consideran que muchos de los menores están expuestos a sufrir reacciones alérgicas “debido a una indebida falta de control de la dieta”. Por ello, los alergólogos pediátricos advierten de la “necesidad de contar con un diagnóstico preciso” y de especificar la ficha de los alimentos que son servidos en los colegios.

El principal alimento que produce esta afección en los niños de entre 5 y 15 años son los frutos secos y la fruta, siendo “las pertenecientes a las rosáceas como el melocotón, la manzana y la pera” las más perjudiciales, explica el doctor Javier Boné, alergólogo pediátrico del Hospital Miguel Servet de Zaragoza y componente del grupo de trabajo de Alergia Alimentaria de SEICAP.

Las reacciones que se producen por la ingesta de estos alimentos, aunque sean pequeñas trazas de los mismos, pueden ser “urticaria, angioedema, asma, rinitis, conjuntivitis, síntomas digestivos o reacciones de anafilaxia”, asegura. En este último caso, “si no se actúa a tiempo con medidas de rescate se puede poner en peligro la vida del niño”, añade el Presidente del Congreso, el doctor Juan Enrique Sancha.

Se produce una visita a urgencias cada 3 minutos

Además, los datos no son nada positivos en cuanto a prevención de estas complicaciones, ya que en países occidentales “se produce una visita a urgencias cada tres minutos por alergia alimentaria”, manifiestan los expertos. Esto se recrudece si, además, el niño padece alergia al polen, por lo que se produce una “reactividad cruzada”, mantienen.

La mejor forma de detectar este problema es haciendo un diagnóstico molecular del paciente “que determina el antígeno exacto del mismo”, explican. Con ello, “se evitan falsos diagnósticos”, sostienen los especialistas, que señalan que “la detección ha mejorado gracias a los servicios de alergología pediátrica”.

Por último, el doctor Sancha indica que no es positivo eliminar un alimento que produce alergia de la dieta del niño. “Las dietas de evitación cuando son muy extensas pueden deteriorar la calidad de vida del paciente y su familia”, concluye.

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La alergia a alimentos triplica el gasto sanitario en pacientes pediátricos

La alergia a alimentos se ha duplicado en los últimos diez años. En opinión de los expertos reunidos en el Simposio Internacional de Alergia Alimentaria de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) que se ha celebrado recientemente en Barcelona, este tipo de reacciones tienen una alta prevalencia, afectan al cinco por ciento de los niños en edad escolar y al ocho por ciento de la población adulta, y ocasionan un fuerte impacto en el sistema sanitario, ya que son el motivo de consulta en el 14 por ciento de los menores de 14 años y de aproximadamente el seis por ciento en el resto de pacientes. Pero además estas reacciones alérgicas alteran la calidad de vida de los pacientes y son un factor de riesgo para el desarrollo de otro tipo de enfermedades alérgicas como la dermatitis atópica, el asma y la rinoconjuntivitis.

La complejidad de la alergia y la falta de métodos de diagnóstico estandarizados para la detección de esta patología motivó la puesta en marcha hace seis años del estudio EuroPrevall, el primer estudio multicéntrico sobre alergia a alimentos realizado en 19 países europeos y 6 de otros continentes con casi 100.000 individuos estudiados.

En opinión de la doctora Montserrat Fernández-Rivas, coordinadora científica del Simposio y una de las investigadoras principales del estudio, “con este estudio pretendemos conocer la situación real de la alergia a alimentos, evaluar su prevalencia, desarrollar nuevos métodos diagnósticos y, sobre todo, determinar el coste socioeconómico de esta patología y el impacto sobre la calidad de vida en la población europea”.

En este sentido, a través de cuestionarios validados y específicos en diversos países europeos, se demuestra un gran impacto de la alergia a alimentos sobre la calidad de vida de los pacientes. “Este tipo de reacciones alérgicas causan tanto o mayor impacto en el paciente que el asma y la rinitis, e incluso se sitúa ligeramente por debajo de la diabetes”, destaca la doctora Fernández-Rivas.

Los datos del estudio señalan un cambio en el perfil de los pacientes alérgicos a alimentos, ya que se ha registrado un aumento de los casos de reacciones en la población adulta, que incluso llegan a superar a los ya habituales casos de alergia a leche y huevo en niños.

Según los expertos, la alergia a alimentos en la población evoluciona con la edad. Así, mientras que en los niños menores de cuatro años la leche, el huevo y el pescado son los alimentos más reactivos, a partir de esa edad y hasta los 14 años, estos alimentos son sustituidos por la alergia a vegetales, a frutos secos como la avellana y el cacahuete, y a frutas como la manzana, pero ya no desaparece esta sensibilidad y las reacciones alérgicas perduran en la edad adulta. Tal y como aclara la doctora Fernández-Rivas “la alergia a alimentos como las frutas y los frutos secos en adultos entre 20 y 55 años es ya más frecuente que la alergia a leche y huevo en los niños en edad escolar”.

Coste sanitario triplicado

El incremento de las enfermedades alérgicas en la población en las últimas décadas exige afinar las técnicas diagnósticas y los tratamientos por el impacto sociosanitario que conllevan. De hecho, según se desprende de los últimos resultados del estudio EuroPrevall, presentado en el Simposio, el coste sanitario de la alergia a alimentos puede duplicar e incluso triplicar el coste asociado al tratamiento de la población no alérgica.

En España el coste sanitario de un paciente adulto alérgico a alimentos asciende a 1.281 dólares internacionales anuales, un 47 por ciento más que el gasto generado por la población no alérgica. En el caso de la población infantil, el impacto sanitario de la alergia a alimentos se triplica, dado que el tratamiento y seguimiento de un paciente alérgico asciende a 1.379 dólares, y el resto de la población pediátrica impacta en el sistema con un coste que apenas supera los 390 euros.

En Europa, el estudio EuroPrevall mostró que el impacto sanitario de la reacción alérgica a alimentos supone una media de 2.016 dólares en los pacientes adultos, frente a los 1.089 de la población no alérgica, y de 2.197 dólares en la población infantil, frente a los 863 dólares que originan los niños no alérgicos. Ante estos datos, la doctora Fernández-Rivas alerta de la importantes repercusiones a medio y largo plazo, ya que “la población infanto-juvenil es la más propensa a presentar reacciones alérgicas y el coste sanitario asociado al tratamiento de estas patologías está muy condicionado con la gravedad de la reacción alérgica a alimentos que presente”.

El coste sanitario se asocia principalmente al abordaje de las consecuencias de la reacción alérgica, que en ocho de cada diez casos es oral, en el 32 por ciento de las ocasiones produce reacciones cutáneas, en el 26 por ciento de las veces afecta al tracto digestivo, en el 19 por ciento a las vías respiratorias altas y en un siete por ciento de casos pueden producir broncoespasmos.

Mapas europeos de la alergia

Los resultados del estudio EuroPrevall en España indican que los alimentos más frecuentemente implicados en reacciones adversas de los pacientes que acuden a las consultas del alergólogo son, en orden decreciente: melocotón, leche, huevo, melón, gamba, pescado, kiwi, plátano, nuez, sandía, cacahuete, manzana, tomate, pescado y avellana. Atendiendo a los grupos de edad, la doctora Fernández-Rivas indica que el citado estudio ha confirmado que “en la población infantil los principales alimentos son: huevo, leche y pescado, mientras que en los adultos son las frutas y los frutos secos”.

De hecho, analizando los casos más frecuentes de reacciones alérgicas con alimentos, el estudio EuroPrevall señala que el 35 por ciento de los casos está provocado por las frutas frescas, el 22 por ciento por los frutos secos, el 14 por ciento por las verduras y el ocho por ciento por el cacahuete.

Aunque, según los resultados de este estudio europeo, en líneas generales la alergia a vegetales es más frecuente que a los productos de origen animal, puede hablarse de un pequeño mapa europeo de las reacciones alérgicas a alimentos en Europa, condicionadas por los hábitos y estilos de vida. Así, mientras que en España el melocotón y el melón se sitúan a la cabeza de las reacciones presentadas en consulta, en otros países del centro y norte de Europa, las reacciones son más frecuentemente atribuibles a frutas y verduras como la manzana, la avellana y el apio.

Como casos excepcionales los expertos participantes en el Europrevall han detectado especificidades alérgicas en lo referente a la alergia al pescado y marisco, altamente frecuente en España, Grecia e Islandia, y graves reacciones alérgicas, con casos de anafilaxia, producidas por el cacahuete en el Reino Unido. En el conjunto de los países europeos participantes en el estudio los casos registrados de anafilaxia más frecuentes se atribuyen al cacahuete, la gamba y la nuez.

Además, los alergólogos advierten de la importancia de contar con el fenómeno de la reactividad alérgica cruzada. En este sentido, la doctora Fernández-Rivas señala que “algunos pacientes alérgicos al polen experimentan una reacción alérgica si ingieren alimentos que interaccionan con el polen, como algunos frutos secos”.

Etiquetado y umbral de seguridad alimentaria

Una de las conclusiones que arrojan los resultados del estudio es que la alergia a cereales y a soja es algo excepcional en España y cuenta con una escasa importancia relativa. Estas sustancias son algunas de las más comúnmente utilizadas por la industria alimentaria y legalmente son de declaración obligatoria en el etiquetado de los productos.

Ante la complejidad de la alergia alimentaria y las graves consecuencias que se derivan de ella, en la actualidad los investigadores del Europrevall están analizando el millar de resultados de pruebas a pacientes participantes en el estudio para determinar con exactitud la “dosis umbral” de seguridad de los siete alimentos que mayores reacciones alérgicas desencadenan en la población como la leche, el huevo, el pescado, el marisco, los cacahuetes, la avellana y el apio. Esta determinación es clave ya que sólo el 72 por ciento de los alimentos que producen anafilaxias está correctamente identificado en el etiquetado y los expertos aseguran que es preciso “destapar” el 30 por ciento restante.

“Habitualmente el listado de ingredientes no está claro o es insuficiente, lo que produce en los pacientes inseguridad a la hora de preparar los alimentos cada día. Gracias a la determinación del umbral de respuesta de la población a la alergia y a la utilización de herramientas adecuadas para detectar la cantidad de alérgenos presente en los alimentos, se podrán introducir cambios en el etiquetado para garantizar la máxima seguridad de los alimentos disponibles en el mercado”, explica la doctora.

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El diagnóstico molecular, vía para sustituir a las pruebas convencionales de alergia

En el caso de la alergia a alimentos, aunque la mayoría de las reacciones alérgicas están provocadas por anticuerpos IgE específicos, “las pruebas serológicas tradicionales no pueden hoy ser empleadas como única vía para la identificación del alergeno y podemos decir que la alergia a alimentos ha experimentado un gran avance en los últimos quince años”, señala la doctora Belén de la Hoz, coordinadora científica del Simposio.

El aumento en la prevalencia de la alergia alimentaria, que se ha duplicado en los últimos años, y la gravedad de las reacciones, exige la utilización de métodos diagnósticos más precisos, rápidos, fiables y seguros. Según los expertos, la falta de diagnóstico, control y tratamiento está en el origen de la mayoría de las reacciones anafilácticas tratadas en los servicios de urgencia hospitalarios.

El diagnóstico molecular es el resultado del desarrollo de agentes moleculares-genes, proteínas, péptidos-, obtenidos de la aplicación de nuevas técnicas como la genómica y la proteómica. El estudio detallado de la intervención de la o las moléculas que desencadenan una reacción alérgica permite no sólo conocer el origen de una patología, sino además sus posibles interrelaciones, tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas más precisas. De hecho, los expertos consideran que el diagnóstico molecular es muy resolutivo en enfermedades o procesos alérgicos mediados por IgE como el asma y las rinitis alérgicas, la dermatitis atópica, la alergia a los alimentos y la alergia al veneno de insectos -himenópteros-.

Especificidad alergénica

El diagnóstico molecular de la alergia que permite utilizar las proteínas alergénicas aisladas, en lugar de los materiales biológicos de origen natural empleados hasta la fecha, determinará el perfil alergénico de cada paciente y no de un grupo determinado de alérgicos. “Los pacientes alérgicos al huevo lo son porque su sistema inmunológico reconoce una, varias o todas las proteínas que conforman el huevo. En el diagnóstico molecular es fundamental reconocer esas partes ya que el pronóstico queda determinado por su grado de sensibilización a cada una de ellas”, aclara la doctora de la Hoz.

Con el diagnóstico molecular se pretende no sólo la identificación de patrones específicos individuales, sino además estudiar patrones de sensibilización en zonas geográficas específicas y, potencialmente puede ser de gran utilidad para la elección de la vacuna en inmunoterapia, utilizando los componentes exactos que producen síntomas al paciente.

De esta forma, los primeros beneficiados en el desarrollo de la “Alergología Molecular” serán los pacientes diagnosticados como polisensibilizados a varios tipos de sustancias, que dejarán de serlo gracias a que se consiga un análisis eficaz y personalizado de su situación.

El aumento de la identificación de elementos alergénicos específicos marca una revolución en el diagnóstico y tratamiento de la alergia. De hecho, permite explicar los fenómenos de reactividad cruzada, esto es la sensibilización a un compuesto presente en diferentes sustancias, que provocan reacciones a múltiples alimentos, varios pólenes y a la piel y al pelo de animales.

Biomarcadores diagnósticos y pronósticos

La técnica de diagnóstico molecular se basa en el análisis de biochips de ADN y la medición de anticuerpos IgE específicos frente a numerosos componentes alergénicos. A través de un sencillo análisis de sangre del paciente, se cruzan los componentes alergénicos con los anticuerpos IgE procedentes del suero del paciente. Los alergenos que reaccionan quedan marcados y medidos y por lo tanto, permiten identificar la sensibilización a alergenos de alimentos, pólenes, hongos, ácaros e incluso parásitos como el anisakis.

El diagnóstico molecular se emplea como complemento de los procedimientos tradicionales de diagnóstico para confirmar qué proteínas exactas producen síntomas en el paciente, pero en opinión de los expertos, si los estudios en marcha continúan ratificando su eficacia, podríamos estar ante el fin de los métodos de diagnóstico convencionales.

Y es que, la investigación en alergia está descendiendo hasta los niveles y componentes esenciales de los elementos y, en opinión de la doctora de la Hoz, “ahora nos centramos en reconocer no sólo la proteína que provoca la alergia, sino también qué parte de ella la desencadena. En los últimos diez años la tecnología microarray que, inicialmente se usaba para estudios genéticos, ha demostrado ser muy útil en alergia ya que determina e identifica claramente las proteínas y los péptidos que las conforman con total precisión. De hecho, en la actualidad estamos ya trabajando con técnicas de diagnóstico molecular en la alergia a leche y a huevo”, concluye la doctora de la Hoz.

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El diagnóstico molecular en la alergia alimentaria

El diagnóstico molecular sustituirá en un futuro a las tradicionales pruebas de alergia. Las técnicas de exposición directa, las pruebas cutáneas y los test de provocación serán superadas por la detección de las proteínas y componentes exactos de un compuesto biológico que desencadenan la reacción alérgica. La Dra. Belén de la Hoz, nos explica en esta entrevista en qué consiste el diagnóstico molecular.

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Alergias alimentarias en la infancia: se producen muchos descuidos

Las reacciones alérgicas a los alimentos constituyen uno de los problemas de mayor interés pediátrico debido al aumento significativo de su prevalencia en los países occidentales. En éstos, las alergias alimentarias afectan a entre el seis y el ocho por ciento de los menores de 10 años. Según palabras del doctor Cristóbal Coronel, miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP) y pediatra en el Centro de Salud Amante Laffón de Sevilla, “en España, estas alergias tienen una prevalencia aproximada del siete por ciento y, en concreto, la leche de vaca afecta hasta a un 7,5 por ciento de los niños durante el primer año de vida”.

Por orden de importancia, los alimentos más alergénicos son: el huevo, la leche de vaca, el pescado, las legumbres y los frutos secos. Una vez detectada la alergia, los especialistas ponen en marcha un tratamiento basado en la eliminación estricta del alimento en la dieta del paciente y empieza la etapa de educación del niño y su entorno para evitar la ingesta del alimento causante de la reacción.

Presencia y prevención

El Comité de Nutrición de la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica) ha publicado recientemente un estudio sobre alimentación complementaria, cuyas conclusiones y recomendaciones promueven la lactancia materna de cuatro a seis meses, la introducción de proteínas vacunas con más de seis meses de vida, el huevo con más de 12 meses y el pescado y frutos secos por encima de los 36. Estos criterios pueden ayudar a que el organismo del niño vaya asimilando los alimentos de forma pautada evitando, de esta manera, las alergias a determinadas comidas.

Todos los alimentos pueden ser potencialmente alergénicos para cualquier persona, pero el doctor Coronel considera que, “posiblemente, en niños, esta predisposición a sufrir determinadas alergias se deba a la falta de madurez del sistema inmunológico así como de las funciones fisiológicas del aparato digestivo”.

Asimismo, existen una serie de factores de riesgo alérgico en lactantes, entre los que destacan los antecedentes familiares de atopia, es decir, cuando un familiar de primer grado sufre alergia, las posibilidades de que las herede el niño son de un 20 a un 40 por ciento, pero este porcentaje puede aumentar hasta un 40 ó 60 por ciento si ambos progenitores son alérgicos.

El niño y su entorno

Antes de confirmar la alergia al producto, los pediatras consideran clave establecer un diagnóstico correcto, exacto y actualizado para evitar restricciones dietéticas innecesarias que puedan comprometer la nutrición del niño.

Asimismo, la mejor forma de cumplir con la dieta de exclusión es mediante el conocimiento de todos aquellos alimentos que pudieran contener proteínas de estos alimentos, aunque sean en mínimas cantidades. Según explica el doctor Coronel, “para facilitar esta tarea, los pediatras proporcionamos a los padres un documento resumen con recomendaciones y consejos orientativos generales que nos impidan el olvido de algún detalle importante”.

“En niños pequeños dependiendo del grado de malabsorción y/o de malnutrición en el tratamiento dietético inicial puede ser necesario recomendar una dieta hipoalergénica, hipercalórica o pobre en fibra”, señala el pediatra, que también sostiene que, “a veces recomendamos excluir temporalmente la lactosa de la dieta, hasta la recuperación de las enzimas de la pared intestinal, especialmente de la lactasa”.

Sin embargo, y aunque a priori parece sencillo evitar los alimentos, el 35 por ciento de los niños previamente diagnosticados, han ingerido en algún momento y por accidente el alimento excluido. Por ello, los pediatras recomiendan que la familia y el entorno del niño sepan qué hacer en caso de ingestión accidental.

Inducción a la tolerancia

A pesar de los síntomas que provocan las alergias, entre ellos urticaria y dificultad para respirar correctamente, la evolución de la enfermedad apunta hacia la aparición de la tolerancia a medio y largo plazo de los alimentos que provocan este tipo de reacciones.

Recientemente han aparecido nuevas técnicas para inducir la tolerancia específica mediante la administración oral de alimento, “empezando por dosis muy bajas que se incrementan progresivamente hasta la cantidad equivalente a una toma habitual seguida de su administración diaria de mantenimiento”, subraya el pediatra.

En este sentido, la inducción a la tolerancia, según este pediatra, “podría considerarse una inmunoterapia oral. Hoy en día se utiliza sobre todo con leche de vaca, pero también se emplea con éxito en las alergias a otros alimentos”.

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La leche materna reduce el riesgo de sufrir alergias

La detección y reducción de las causas prematuras de la alergia pediátrica ha sido el tema principal de la 2° Reunión de la EAACI en Alergia y Asma Pediátrica (PAAM 2011), celebrada en Barcelona.

La exposición a factores alérgenos, tanto en los alimentos como en el medio ambiente, tiene un papel importante, pero sin embargo la dosis exacta o el tiempo de exposición no han sido todavía definidos. De acuerdo con la Profesora Halken, Presidenta de PAAM 2011, “hay algunas hipótesis que sugieren que específicos estilos de vida y conductas alimentarias favorecen a la pronta aparición de síntomas alérgicos. Por ejemplo, la lactancia durante los 4-6 primeros meses ha mostrado reducir el riesgo de sufrir eczema atópico y alergia a la proteínas de la leche de vaca”.

El desarrollo de alergias es el resultado de una compleja interacción entre la genética y los diferentes factores medioambientales que pueden proteger o favorecer su desarrollo. Factores como la polución son también considerados como agentes que incrementan la prevalencia de las enfermedades alérgicas en niños en países desarrollados.

“La exposición a diferentes agentes medioambientales ha cambiado durante las últimas décadas, incluyendo la exposición al tabaco, lo que parece aumentar el riesgo de infecciones respiratorias y asma. Por otro lado, la exposición a alérgenos como determinados alimentos, ácaros del polvo, mascotas y pólenes, es un requisito para el desarrollo de enfermedades relacionadas con la alergia, pero también otros factores desconocidos podrían tener algo que ver con su desarrollo”, explica la Profesora Halken.

“Los factores genéticos pueden, a su vez, influenciar en la vulnerabilidad del paciente a los diferentes agentes medioambientales, además de poder influir también el modelo sintomático del niño”, añade la Profesora Halken. “Algunos estudios muestran que un niño con dermatitis atópica y con antecedentes familiares tienen un riesgo más alto de desarrollar asma en una etapa más avanzada de su vida. Cuando uno de los padres es alérgico, el niño tiene predisposición a ser alérgico también, y el riesgo es por tanto mayor si ambos padres sufren esta enfermedad”.

Los síntomas de la alergia pueden variar con la edad y algunos pueden desaparecer o ser sustituidos por otros síntomas. De acuerdo con las palabras de la Profesora Halken, “normalmente, los bebés suelen sufrir dermatitis atópica o síntomas gastrointestinales; mientras que los niños sufren principalmente asma bronquial y rinoconjuntivitis alérgica”. En este sentido, las reacciones alérgicas a alimentos, en especial a la proteína de la leche de vaca, se manifiestan habitualmente durante los primeros años de vida, y las alergias respiratorias ocurren sobretodo en una etapa más tardía de la niñez.

El mundo de la Medicina está de acuerdo en que uno de los elementos claves para conseguir una mejor gestión en la alergia pediátrica es la mejora de las técnicas de diagnóstico y el desarrollo de tratamientos que no sólo reduzcan los síntomas, sino que conduzcan a una cura permanente. “Un diagnóstico a tiempo puede dar lugar a un tratamiento efectivo para reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida del niño. El conocimiento sobre las alergias puede ayudar a los pacientes a evitar el contacto con aquellos agentes dañinos para su salud, consiguiendo así reducir los síntomas y evitar situaciones de riesgo, los cuales podrían incluso poner en riesgo su vida”, concluye la Profesora Halken.