CÓMO RELACIONARTE CON TU HIJO ADOLESCENTE: CLAVES PARA ACERCARTE A ELLOS
Por Miguel Ángel Rizaldos
Según van madurando, los adolescentes empiezan a pensar de un modo más abstracto y racional. Así de este modo están formando su propio código ético, su propia escala de valores. Y los padres es posible que sientan que sus hijos, que antes se conformaban para complacerles, ya no, empiezan a autoafirmarse con fuerza y a rebelarse contra el dominio de sus padres.
¿Crees necesario el tener una hoja de ruta que te guíe durante esta etapa de tu hijo? He aquí algunas claves para acercarte a “tu adolescente”:
- Infórmate. Lee libros sobre la adolescencia. En este caso te recomiendo leas el libro de mi colega Sònia Cervantes “Vivir con un adolescente. Entenderte con tu hijo es posible”.
Prepárate para los altibajos emocionales de tu hijo y para tener cada vez más conflictos mientras madura como persona. Los padres que saben qué les espera pueden afrontarlo mejor. Y, cuánto más sepas sobre la adolescencia, mejor preparado estarás.
- Habla con tu hijo cuanto antes. Hablar con un hijo sobre las poluciones nocturnas (sueños húmedos) o sobre la menstruación cuando ya haya tenido esas experiencias es llegar demasiado tarde.
Responde a las primeras preguntas sobre el cuerpo que haga tu hijo cuando todavía sea un niño, como las diferencias entre chicos y chicas o de dónde vienen los niños. Pero no le satures con demasiada información; limítate a responder a sus preguntas. Cuando veas que empieza a contar chistes sobre sexo o que se preocupa más por su aspecto físico, será un buen momento para que te lances con preguntas, como:
- ¿Notaste cambios en tu cuerpo?
- ¿Tienes emociones y/o sensaciones que te resultan raras?
- ¿A veces te pones triste o muy alegre sin saber por qué?
La revisión médica anual puede ser una gran oportunidad para sacar a colación este tipo de cuestiones. El pediatra puede explicarles, a tu hijo preadolescente y a ti, qué cambios pueden esperar en los próximos años. Puedes utilizar el reconocimiento médico como punto de partida para mantener una conversación abierta con tu hijo. Cuanto más retrases esa conversación, más probabilidades habrá de que tu hijo se forme ideas equivocadas y sienta vergüenza o temor ante los cambios corporales y emocionales que irá experimentando.
- Ponte en su lugar. Practica la empatía y ponte en su lugar, recuerda tu propia adolescencia. Ayúdale a entender que es normal que esté un poco preocupado o cohibido y que también es normal que a veces se sienta “más mayor” y otras como si todavía fuera un “más niño”. Resulta muy útil el que compartas tus recuerdos de la adolescencia. Para generar tranquilidad a tu hijo o hija, no hay nada para él o ella como saber que “su mamá o papá” también han pasado por lo mismo que está pasando ahora.
- No todas las batallas merecen la pena. Si tu hijo adolescente quiere ir con los pantalones rotos, ponerse el pelo azul y las uñas de color negro, te recomiendo que te lo pienses antes de prohibírselo. A los adolescentes en general les gusta hacer cosas distintas y provocar a sus padres por lo tanto resulta mejor dejarles que lo hagan con cosas que son temporales e inofensivas. Guárdate tu oposición para las cosas que importan de verdad, como el consumo de tabaco, de drogas, del alcohol o cambios que sean permanentes e irremediables en su físico. No hagas ningún juicio de valor.
- Fija expectativas realistas. Es probable que a “tu adolescente” que no le acaben de cuadrar las expectativas que tienes sobre él. De todos modos, los adolescentes suelen entender y necesitan saber que como padres nos preocupamos lo suficiente por ellos como para esperar determinadas cosas, como que saquen buenas notas, se comporten correctamente y respeten las normas de la casa. Si los padres tenemos unas expectativas apropiadas, es más probable que “nuestros adolescentes” intenten cumplirlas.
- Informa a tu hijo y estate al tanto de lo que hace. La adolescencia suele ser una etapa de experimentación y a veces esa experimentación incluye comportamientos arriesgados. No eludas los temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco; si conversas con tu hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se exponga a ellos, habrá más probabilidades de que actúe de forma responsable cuando llegue el momento. Comparte tus valores con tu hijo y habla con él sobre lo que consideras correcto e incorrecto.
- Estate atento a las señales de peligro. Que tengamos ciertos cambios en la adolescencia es normal, pero los cambios extremos y duraderos en la personalidad o comportamiento de un adolescente puede indicar que existe un problema real que requiere ayuda profesional. Procura estar muy atento si tu hijo presenta una o varias de las siguientes señales de alarma:
- aumento o pérdida excesiva de peso
- problemas de sueño
- cambios rápidos y drásticos en su modo de comportarse
- cambio repentino de amigos
- faltar a clase continuamente
- Tener peores resultados académicos
- mencionar o, incluso, bromear sobre el suicidio
- indicios de consumen tabaco, alcohol u otras drogas
- problemas legales
- Cualquier otro comportamiento inadecuado que dure más de un mes y medio o dos meses también puede ser un signo de algún problema subyacente.
- Respeta su intimidad. A algunos padres, comprensiblemente, les cuesta mucho respetar la intimidad de su hijo. Sienten que todo cuanto hacen sus hijos es asunto suyo. Pero, para ayudar a tu hijo a convertirse en un adulto joven, deberás respetar su intimidad. Si detectas señales de alarma de que tu hijo podría tener problemas, entonces no tendrá más remedio que invadir su intimidad hasta llegar al fondo del problema. Pero, en caso contrario, deberás mantenerte al margen.
En la práctica esto significa que, el dormitorio de un adolescente, sus libros, sus mensajes y sus llamadas telefónicas deben ser algo completamente privado. Aunque tú puedes tener acceso a ello en cualquier momento. Tampoco debes esperar que tu hijo comparta contigo todas sus ideas o actividades. Está claro que, por estrictos motivos de seguridad, siempre debes saber dónde está, qué está haciendo, con quién está y cuándo volverá tu hijo, pero no necesitas conocer todos los detalles.
- Supervisa lo que hace. Lo que ve y lo que lee. Los canales de Youtube, programas de televisión, revistas, libros, redes sociales; los chicos/as pueden acceder a un montón de información. Estate al tanto de lo que ve y lee. No temas fijarle límites sobre la cantidad de tiempo que puede pasar delante del televisor, smartphone, tablet u ordenador. Averigua qué aprende tu hijo de los medios de comunicación y con quién se comunica a través de Internet.
- Establece normas apropiadas con cierta flexibilidad. La hora a la que tu hijo adolescente debe acostarse ha de ser la adecuada para su edad, como cuando era un bebé. Los adolescentes todavía necesitan dormir de 8 a 9 horas por la noche. Valora a tu hijo por ser una persona digna de confianza. ¿Respeta la “hora de llegada” de las 10 de la noche los fines de semana? En tal caso, desplázalo hasta las 10:30. ¿Tienes un adolescente que participa siempre en las salidas familiares? Fomenta que tu hijo pase una cantidad de tiempo razonable con la familia. Decide cuáles son tus expectativas y no te sienta ofendido cuando tu hijo no quiera pasar tanto tiempo contigo como antes. Piensa en tu propia adolescencia: probablemente sentías lo mismo con respecto a tus propios padres.
A medida que tu hijo avance por los años de la adolescencia, notarás que disminuyen los altibajos emocionales propios de esta etapa. Y, al final, se convertirá en un joven independiente, responsable y comunicativo.
Miguel Ángel Rizaldos
Psicólog Clínico
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