Two nude lovers with apple

Los trastornos alimentarios estarían infradiagnosticados en los varones

Investigadores del Hospital de Niños de Boston, en Estados Unidos, encontraron que el 17,9 por ciento de los adolescentes varones estaba extremadamente preocupado por su peso y condición física y que era más propenso a iniciar conductas de riesgo, como consumir drogas o abusar del alcohol.

“Hombres y mujeres tienen diferentes preocupaciones acerca de su peso y apariencia”, señala la autora principal Alison Field, de la División de Medicina Adolescente del Hospital de Niños de Boston. Las evaluaciones para los trastornos alimentarios se han desarrollado para reflejar las preocupaciones con la delgadez que se ven en las chicas, pero no aquello que preocupa a los chicos, que puede estar más centrado en la musculatura que en la delgadez.

Para entender mejor cómo los síntomas de trastornos de la alimentación pueden estar vinculados a la obesidad, el consumo de drogas y la depresión en los hombres, Field y sus colegas analizaron las respuestas de adolescentes cada 12 y 36 meses a los cuestionarios del Growing Up Today Study entre 1999 y 2010. Así, los niños tienden a estar más interesados en la musculatura que la delgadez, con el 9,2 por ciento frente al 2,5 por ciento, mientras el 6,3 por ciento está preocupado por los dos aspectos.

Los hombres preocupados por la musculatura y que usan suplementos potencialmente insalubres, como hormonas de crecimiento y esteroides para mejorar su físico, fueron aproximadamente dos veces más propensos a comenzar a beber en exceso con frecuencia y registraron más posibilidades que sus padres a comenzar a consumir drogas. Los niños afectados por la delgadez tendían más a desarrollar síntomas depresivos.

Al 2,9 por ciento de los encuestados se le detectó comportamientos completos o parciales de trastorno por atracones y casi un tercio informó de atracones de comida poco frecuentes, purgas de comida o comidas en exceso. La anorexia y la bulimia nerviosas se caracterizan por una influencia excesiva del peso y la condición física en la autoevaluación, con los pacientes obsesionados con estar delgados o perder peso.

La mayoría de las evaluaciones sobre los trastornos de comida reflejan este deseo de delgadez y pueden pasar por alto a los chicos preocupados por su peso y forma pero que principalmente quieren estar más musculosos. Éste puede ser el equivalente masculino de las niñas que están obsesionadas con su peso y que utilizan el vómito o laxantes para controlar el peso.

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Papel del entrenamiento de pesas en el tratamiento de la obesidad y patologías asociadas

Los mecanismos por los que el ejercicio físico mejora la salud son a través de la mejora de la condición física, la mejora la composición corporal descendiendo la grasa corporal y aumentando la masa muscular, a través del control de la diabetes (por el descenso de la glucemia y la mejora de la sensibilidad a la insulina), mejorando los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular como la tensión arterial, el perfil lipídico y otros factores de riesgo como la mejora de la disfunción diastólica del ventrículo izquierdo, la disminución de la rigidez arterial, la inflamación sistémica, la función vasodilatadora, etc. Por lo tanto, el ejercicio físico a través de varios frentes mejora la salud.

Entrenamiento de fuerza

Cuando se habla de ejercicio todo el mundo entiende que se trata del ejercicio aeróbico (caminar, natación, bicicleta), sin embargo el ejercicio de fuerza tiene las mismas virtudes incluso mejora la capacidad aeróbica.

El ejercicio de fuerza va a mejorar la condición física aumentando la fuerza muscular, y esto se ha visto en estudios con abuelos que mejorando su fuerza son capaces de subir más escaleras no porque tengan más fuerza -que la tienen- sino porque son capaces, a través del incremento de la fuerza, de optimizar toda la reserva en su condición física cardiorrespiratoria.

A partir de los 30 años se va perdiendo gradualmente masa muscular, sobre todo en las fibras rápidas, y con el entrenamiento de fuerza se incrementa la masa muscular y se optimiza la capacidad aeróbica.

El entrenamiento de fuerza mejora la condición física y la composición corporal. Se sabe que la disminución de la masa muscular tiene un papel relevante en el incremento de los índices de obesidad, de resistencia a la insulina, de diabetes tipo 2, de dislipemia e HTA .

Relación entre la fuerza muscular y mortalidad

El músculo es un tejido fundamental en el metabolismo de la glucosa y triglicéridos, y juega un papel relevante en el metabolismo de reposo. La fuerza muscular como tal, independientemente de otras variables, tiene una relación inversa con la mortalidad por cualquier causa.

En una revisión del British Medical Journal se observa que, para cualquier índice de masa corporal (IMC), aquellos que tienen más fuerza tienen menos mortalidad. En el caso concreto del cáncer sucede lo mismo, para los que tienen un IMC mayor de 25 se observa que los que tienen menos fuerza tienen más mortalidad por cáncer que los que tienen una fuerza moderadamente desarrollada o mucha fuerza.

En relación con la edad, aquellos que tienen más fuerza tienen menos mortalidad que los que tienen menos fuerza sean mayores o menores de 60 años y la mortalidad por el cáncer lo mismo.

Entrenamiento de fuerza para la prevención de enfermedades

Desde hace unos 10 años diferentes organismos internacionales relacionados con la salud como la Asociación Americana del Corazón, el Colegio Americano de Medicina del Deporte o la Asociación Americana de Diabetes en sus posicionamientos oficiales, en sus recomendaciones, ya incluyen el entrenamiento de fuerza con un papel relevante en todo lo que es la prevención de las enfermedades asociadas al sedentarismo y en general como una promoción de la salud.

El entrenamiento de fuerza aumenta la masa muscular. Se calcula que por cada kilo de aumento de masa muscular aumenta el metabolismo de reposo unas 21 calorías, y en el adulto de mediana edad y en el anciano la no pérdida de masa muscular se asocia a menores índices de obesidad y de masa grasa.

Estudio con varones ancianos obesos y diabéticos

Hace unos años nuestro grupo realizó un estudio con varones de 67 años de media con sobrepeso u obesidad y diabetes tipo 2. Se entrenaban dos días por semana sólo fuerza sin modificar su dieta. Se realizaban dos sesiones semanales de fuerza de 45- 60 minutos durante cuatro meses.

Los dos primeros meses se trabajaban cargas entre moderadas y suaves para los dos últimos meses subir a cargas importantes, incluso una parte de los dos últimos meses con cargas pequeñas pero a mucha velocidad para optimizar la potencia.

Observamos que tanto en piernas como brazos aumentó significativamente la fuerza de los sujetos y al no hacer dieta no varió el peso aunque si disminuyó significativamente en la semana 16 el porcentaje graso, incluso a pesar de que aumentó de media un 15% la ingesta calórica. El gasto calórico medido por acelerometría no varió. La glucemia basal en la semana 16 había bajado de media y la hemoglobina glicosilada no varió aunque realmente era bajo para lo que habitualmente se observa en la literatura.

En definitiva, con dos sesiones de pesas a la semana observamos al cabo de 16 semanas que la grasa intraabdominal medida por resonancia magnética había bajado casi un 20% sin dieta, el peso no había variado y la sensibilidad a la insulina-eran sujetos diabéticos- había mejorado un 47% de media.

Mejora del metabolismo de la glucosa

¿Qué mecanismo explica esta mejora de la composición corporal y en el metabolismo de la glucosa? La mayoría de estudios encuentran que el metabolismo de reposo en ancianos aumenta con el entrenamiento de fuerza por el aumento de masa muscular.

Hace 20 años el número uno en la fisiología del ejercicio físico, en una editorial, dudaba de que el tejido del anciano todavía guardara capacidad de adaptación al entrenamiento. Ahora hay una mayoría de estudios que demuestran que el tejido del anciano todavía, el músculo concretamente, guarda la capacidad de adaptación. Y muchos estudios encuentran que hay una ganancia de músculo cuando se entrena con fuerza.

Nuestro grupo midió grasa abdominal, no midió masa muscular, pero en otros estudios similares con un protocolo de ejercicio de entrenamiento igual observamos un incremento del área transversa del músculo de un 11%.

En definitiva, el aumento de la masa muscular con este protocolo de ejercicio va a aumentar el área de almacenamiento de la glucosa, facilita el aclaramiento de la glucosa de la circulación y reduce la insulina para mantener una tolerancia a la glucosa normal.

En otro estudio después de tres meses de entrenamiento de fuerza se observaba que la mejora del control de la glucemia correlacionaba fuertemente con el tamaño del músculo.

Y en un estudio del año 2000 la mejora de la sensibilidad a insulina después de un entrenamiento de fuerza se debía al aumento de la masa muscular sin variación de la capacidad intrínseca del músculo a responder a la insulina. No hay que olvidar que además de la masa muscular como una variable fundamental en la respuesta que hemos observado en este estudio, el ejercicio como tal es capaz de aumentar la sensibilidad a la insulina.

La resistencia a la insulina está estrechamente asociada a la grasa abdominal, parece que hay consenso en que es grasa visceral aunque hay autores que defiende también que la grasa subcutánea abdominal tendría su papel en la resistencia a la insulina. Nuestro grupo, y previamente otros autores, observamos que sólo con entrenamiento de fuerza se reducía la grasa intraabdominal subcutánea y visceral casi en un 20% aunque el peso no variaba, probablemente por un incremento de masa muscular.

Estudio con mujeres obesas y hipercolesterolémicas

Se hizo otro estudio con mujeres obesas hipercolesterolémicas que también entrenaron 16 semanas, dos sesiones por semana, 45-60 minutos por sesión, las 8 primeras semanas con cargas suaves- moderadas y a partir de la 8 semana con cargas más importantes y una parte del entrenamiento a mucha velocidad para trabajar la potencia.

Se hicieron tres grupos: un grupo control, otro que hacia dieta de -500 calorías respecto a lo que habíamos medido que gastaban al día con acelerometría, y un tercer grupo con la misma dieta anterior y las dos sesiones de fuerza.

Se observó que tanto en brazos como en piernas mejoraba la fuerza significativamente en el grupo que entrenaba. El peso disminuía significativamente en los dos grupos de las dietas y la grasa abdominal alrededor de 20% medida con resonancia magnética.

La ingesta calórica había disminuido significativamente en los dos grupos de dieta pero en el perfil lipídico se observó que había una mejora sólo en el grupo que hace la dieta y las dos sesiones de fuerza, aunque la pérdida de peso era similar al grupo que sólo ha hecho dieta. El colesterol total y el LDL sólo disminuyen significativamente en el grupo que hace la dieta y las sesiones de fuerza. Estudios metanalíticos propugnan que la pérdida de al menos un 5-6% del peso corporal conllevaría una mejora del perfil lipídico. En este caso no lo observamos –sólo con la dieta- pero sí al añadir las sesiones de fuerza mejoraba el perfil lipídico.

El índice HOMA, un marcador indirecto de la sensibilidad a la insulina, mejoró. El metabolismo de la glucosa mejoró en los dos grupos; la leptina disminuyó significativamente en los dos grupos, en el dieta y dieta y ejercicio; y la adiponectina había caído. Esto en principio era malo porque la adiponectina se asocia a un riesgo cardiovascular positivo, es decir más adiponectina menos riesgo cardiovascular. Y en el estudio se observó que de las 13 señoras del grupo 12 habían bajado su nivel de adiponectina y una se mantenía igual. Al revisar la literatura observamos que cada vez había más estudios que demostraban que no siempre la adiponectina está asociada a menor riesgo cardiovascular, a algo positivo para la salud.

En el grupo dieta y dieta más ejercicio la grasa intraabdominal -tanto la subcutánea como la visceral- había disminuido significativamente y encontramos que a diferencia del grupo sólo dieta que había perdido masa muscular, en el grupo dieta y fuerza había mantenido la masa muscular.

Curiosamente también se observó que en función de cómo se pierde el peso la grasa a nivel del abdomen se pierde de forma diferente: antes de la intervención el corte discal que más grasa subcutánea contiene es el L5-S1 y el corte que más grasa visceral contiene es L3-L4. Después de la intervención no se observan diferencias a nivel de la grasa subcutánea (sigue siendo la mayor acumulación de grasa a nivel L5-S1) y en la grasa visceral hay un cambio entre lo que ocurre en el grupo dieta y el grupo dieta y ejercicio. En el de dieta se mantiene la mayor cantidad de grasa visceral a nivel de L3-L4 y en dieta y ejercicio cambia a L2-L3.

Cuando intentamos relacionar estos cambios en los volúmenes de grasa en función del nivel discal y del tipo de intervención y lo correlacionamos con las variables relacionadas con el resigo cardiometabólico también observamos cosas curiosas. Si bien antes de la intervención el corte discal que más representa al riesgo cardiovascular es la grasa visceral de L4-L-5, después de la intervención tanto en el grupo dieta como dieta más ejercicio hay un cambio con el metabolismo de la glucosa, en el grupo dieta la grasa visceral que más se correlaciona con el metabolismo de la glucosa cambia de grasa visceral L4-L5 a L2-L3 y en el grupo dieta y ejercicio cambia a grasa subcutánea L2-L3. Es decir parece que la grasa no se comporta de forma homogénea sino que tiene metabolismo diferente en diferentes niveles abdominales y que responde de forma diferente en función de cómo se ha estimulado la pérdida de grasa corporal.

Otra dato curioso fue que la acumulación de grasa en muslo no se asoció con riesgo cardiovascular, ni antes de la intervención ni después.

Siguiendo con el riesgo cardiometabólico se hizo un estudio de la función endotelial a través de imágenes ultrasonográficas de alta frecuencia y se vio que era en el grupo dieta y ejercicio donde se observó una mejora significativa de la función endotelial independiente del endotelio. Se midió la variable antagonista del receptor de la interleuquinas 1, que es una molécula con una función antiinflamatoria importante, y se observó una correlación significativa entre el aumento del antagonista del receptor de la interleuquinas 1 y la mejora de la función endotelial.

Plan de ejercicio semanal para mejorar la salud

Cuando hablamos de ejercicio debemos de precisar qué tipo, intensidad y duración de gasto energético por sesión o semana y de frecuencia. De entrada todos los organismos internacionales recomiendan 4-5 días (y mejor todos los días) al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico moderado. Y para prevenir o tratar la obesidad aumentar hasta de 60 minutos.

Hay que integrar en el entrenamiento ambos tipos: el ejercicio aeróbico (como caminar o bici) y el de fuerza, con 6-8 ejercicios que comprendan los principales grupos musculares del cuerpo empezando por una serie y acabando por tres series (al cabo de las semanas) que permitan de 8-15 repeticiones que podrían llegar a 12-15, o incluso a 20.

La importancia de la individualización

Cuando hablamos de un 70% de frecuencia cardiaca máxima estamos hablando de ejercicio intenso y eso conlleva unos riesgos. Por lo tanto si se trata de una persona de cierta edad, que sabemos que tiene factores de riesgo cardiovasculares, hay que recomendar cargas que no hagan pasar al corazón de trabajar al 70% de la frecuencia cardiaca máxima. Y respecto al ejercicio de fuerza lo mismo: si trabajamos 12-15 repeticiones podríamos llegar a 20, pero no mucho más para no incrementar el riesgo.

La duración ideal son al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico moderado todos los días, por ejemplo caminar a buen paso, y para prevenir o tratar la obesidad subir hasta 60 minutos en bloques de 8-10 minutos que sumen al cabo del día (lo cual es más fácil de integrar en la vida diaria). Y con las pesas lo mismo: 6-8 ejercicios en 1-2-3 series de 45 minutos en dos sesiones por semana es suficiente.

Algunos estudios (como uno de la Universidad de Harvard) observaban en aquéllos que quemaban 2.000 calorías semanales haciendo un ejercicio físico extra -en cualquier grupo de edad- una disminución del riesgo de muerte significativa.

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Los deportistas que consumen carne de conejo pierden más masa grasa y aumentan la magra

El estudio Efectos del consumo de carne de conejo sobre la composición de la dieta, los parámetros antropométricos y el perfil inflamatorio en deportistas de alto rendimiento ha mostrado que los deportistas que consumen carne de conejo pierden más masa grasa y, por el contrario, aumentan la magra.

Para llevar a cabo esta investigación se han entrevistado a 45 deportistas de 4 disciplinas diferentes: hockey hierba, golf, piragüismo y gimnasia deportiva, residentes en la Residencia Joaquín Blume, del Consejo Superior de Deportes. A todos ellos, se les dividió en dos grupos: el grupo I que incluyó a 25 deportistas que sí consumieron carne de conejo y el grupo II en el que se incluyó a 20 deportistas que no comieron carne de conejo.

El objetivo ha sido conocer la influencia que el consumo de carne de conejo de granja puede tener en una población de deportistas de alto rendimiento sobre el perfil nutricional de su dieta habitual, su composición corporal y ciertos parámetros sanguíneos, con el fin de comprobar si ejerce una acción positiva en el estado de salud de un organismo sometido a entrenamientos muy intensos

“Los resultados de los análisis de composición corporal mostraron que en el grupo que consumió carne de conejo la disminución de la masa grasa y el aumento de la masa magra fue más acentuado en hombres que en mujeres, si bien el peso no varió en los varones mientras que sí se observó una disminución del peso en las mujeres al final del estudio”, según ha comentado Niveles Palacios, jefe del servicio de Medicina, Endocrinología y Nutrición del Centro de Medicina del Deporte del Consejo Superior de Deportes.

De hecho, en función de los deportes practicados, este estudio ha evidenciado que en gimnasia deportiva, los deportistas que consumieron carne de conejo perdieron peso y masa grasa y ganaron masa magra de forma más acentuada. Además, según el análisis de los datos de la ingesta dietética de los deportistas que participaron en el estudio, se ha observado que los que han incluido carne de conejo en su alimentación han consumido una menor cantidad de calorías y de grasas y una mayor cantidad de vitamina B12.

En este sentido, la investigación ha constatado que la ingesta de vitamina B12 fue mayor en el grupo que consumió carne de conejo, tanto en hombres como en mujeres en todas las disciplinas deportivas. “La vitamina B12 está implicada en la producción de glóbulos rojos, en la síntesis proteica y en la recuperación y mantenimiento de los tejidos. Y por tanto es fundamental en deportistas para hacer frente al desgaste producido por el ejercicio”, ha explicado Palacios.

Por tanto, y como consecuencia de todos estos datos, los expertos han asegurado que la carne de conejo en la dieta del deportista es una buena alternativa por su adecuado perfil nutricional y su riqueza en vitamina B12 y proteínas de gran calidad.

neuronas, ejercicio físico

El ejercicio físico aumenta sustancias implicadas en el desarrollo neuronal

neuronas, ejercicio físicoCientíficos del Instituto de Investigación Sanitaria del Clínico INCLIVA han comprobado en una investigación que el ejercicio físico aumenta dos sustancias implicadas en el desarrollo neuronal y que asimismo los estudiantes que realizan deporte de forma habitual obtienen mejores resultados académicos que aquellos que llevan una vida sedentaria.

En el estudio, los investigadores trataron de averiguar si más allá de la estadística había evidencias fisiológicas de que los estudiantes que realizan deporte de forma habitual obtienen mejores resultados académicos que aquellos que llevan una vida sedentaria. Para ello, analizaron a 16 adolescentes.

El estudio, publicado en la revista The Journal of Musculoskeletal and Neuronal Interactions ha sido desarrollado por dos grupos de investigación de INCLIVA: el grupo del profesor José Viña, catedrático del Departamento de Fisiología de la Universitat de Valencia; y el grupo de la profesora Cecilia Martínez Costa, especialista del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico de Valencia, en colaboración con la Universidad de Rennes, en Francia.

Al respecto, el catedrático José Viña ha explicado que “contrariamente a lo que se pensaba hace unos años, no nacemos con un número determinado de neuronas que mueren conforme envejecemos, sino que también se producen durante la vida adulta”. De hecho, ha señalado que estudios recientes “confirman” que la máxima latina ‘mens sana in corpore sano’ es “una realidad” ya que “está demostrado que el ejercicio físico ejerce una función protectora en el tejido nervioso”.

Así, ha constatado que actividades como correr o caminar, ejercen una acción beneficiosa al mejorar la habilidad cognitiva, prevenir el envejecimiento cerebral, mejorar el déficit neurológico y motor causado por algunas patologías neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer. De igual modo, los estudiantes que realizan deporte de forma habitual obtienen mejores resultados académicos que aquellos que llevan una vida sedentaria.

Al respecto, la profesora Martínez Costa, pediatra del Hospital Clínico de Valencia, ha explicado que para realizar el estudio se midieron, mediante análisis de plasma, los niveles de dos proteínas, BDNF- Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro – y la IGF-1 – Factor de Crecimiento Insulínico tipo 1-, dos sustancias que están directamente relacionadas con el crecimiento del tejido nervioso y neuronal.

El análisis se realizó a 16 adolescentes con edades comprendidas entre los 14 y los 16 años, divididos en dos grupos claramente diferenciados: un grupo formado por aquellos que únicamente practicaban deporte durante las clases de educación física en el colegio y otro formado por ciclistas adolescentes que entrenaban habitualmente.

La investigación demostró que los niveles de las dos proteínas relacionadas con las neuronas objeto del estudio son “muy superiores” en los adolescentes que realizan un deporte de forma habitual: un 100 por cien más de BDNF y de IGF-1 en los adolescentes deportistas que en los “sedentarios”.

De este modo, la investigación ha constatado que la actividad física en niños y adolescentes “no sólo contribuye a optimizar la forma física y a promover hábitos de vida saludable, sino que probablemente también contribuye a la mejora del rendimiento intelectual”. El primer autor de este estudio, Helios Pareja, señala que es la inducción de factores implicados en la plasticidad neuronal el mecanismo por el que se produce esta mejora.

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Prescripción de ejercicio físico como elemento del estado de salud en discapacitados

La evidencia de que el ejercicio fisco es bueno para la salud se ha conocido desde siempre. Galeno, Hipócrates y los orientales 2.000 años antes de Jesucristo ya recomendaban ejercicio físico, pero realmente las evidencias científicas no aparecen hasta 1966 con el trabajo de Morris con cobradores y chóferes ingleses donde se observó que los que están sentados todo el día tienen más riesgo cardiovascular que los cobradores que están subiendo y bajando.

Menor riesgo de mortalidad

Tanto en la prevención de las patologías como en el entrenamiento las evidencias científicas en la mayor parte de las enfermedades actuales son apabullantes. La fuerza de la evidencia es altísima y en el campo de la discapacidad todavía es más importante. Es tan importante la condición física que aquellos que tienen una condición física óptima tienen un riesgo de mortalidad por todas las causas de 4,5 veces menos, con la condición física aeróbica, en este caso, pero lo mismo según los datos que se están empezando a tener con la fuerza.

Hay una revisión de Jonatan Ruíz del grupo de Granada que está trabajando con dinamometría manual y siguiendo a 1.000 sujetos durante mucho tiempo y se observa que la dinamometría manual guarda relación con las causas de mortalidad y la supervivencia.

Tanto es así que revistas como Lancet o Science hacen monografías sobre la relación entre actividad física y salud para que los profesionales no pierdan la oportunidad de promocionar el ejercicio físico como herramienta de salud.

Hay un report titulado “Physical Activity and Health” de 600 páginas que se puede bajar de la página del CDC (Centers for Disease Control and Prevention) donde se ve que todas las patología empeoran por la falta de ejercicio físico.

Los médicos habitualmente recomiendan caminar, nadar o realizar actividad física muy ligera, y ni siquiera en la mayor parte de las facultades de Medicina de España se enseña a prescribir ejercicio físico. Sólo se forman aquellos que tienen interés personal o convencimiento y a título personal.

El ejercicio físico también tiene incidencia sobre el estado cognitivo de los mayores y de los jóvenes. Muchas de estas cuestiones son relaciones y no sabemos la causalidad porque nuestro nivel de conocimiento científico es reducido. Pero cuanto se observan en grandes grupos de población la cuestión es encontrar el porqué.
Cuando se habla de exposición al ejercicio físico no se habla de una forma muy general sino de cierta intensidad, frecuencia, duración, tipo de ejercicio, patrón y por supuesto que ir a caminar es mejor que estar sentado, pero si vamos a hacer ejercicio físico hagámoslo de forma adecuada.

Cuando hay una discapacidad por la circunstancia que sea, por ejemplo los médicos han prohibido durante mucho tiempo el trabajo de fuerza en hipertensos porque se tiene miedo a determinadas circunstancias como los enfermos cardiovasculares. Pero esto lo que va a provocar es un incremento de la hipoactividad, una mayor hipocinesia, los sujetos se mueven menos sin justificación y eso trae consigo que no hay estímulo y órgano que no se usa se atrofia y eso pasa con todas las funciones.

Envejecimiento activo

Por ello, el envejecimiento activo facilita mantenerse de forma vital muy bien funcionalmente conforme van pasando los años. Porque la falta de estímulos provoca un deterioro funcional, se incrementa la hipoactividad que incide directamente sobre el proceso que sea.

Y sujetos que podían tener una calidad de vida bastante buena, una buena relación social, una buena comunicación con el resto, resulta que se aíslan de una forma totalmente incomprensible y esto es más relevante cuando nos encontramos con grupos de discapacidad, donde ellos por si mismos van a ser incapaces de dar un paso adelante para evitar todos estos elementos que los condicionan.

Prescripción de ejercicio

Cuando hablamos de prescripción de ejercicio físico nos referimos a las recomendaciones de ejercicio físico que realiza un médico indicando las normas para su correcta realización. ¿Qué elementos tiene que tener presente un médico para realizar la prescripción? Hay que saber evaluar la aproximación o la orientación diagnóstica que tenemos. ¿Qué le pasa al sujeto? ¿Qué queremos que mejore? Primero hay que hacer un diagnóstico y evaluar y conocer los componentes que tenemos del ejercicio físico para subsanar lo que hemos visto y qué capacidad de mejora porque si ya estamos al 90% vamos a obtener poco.

También hay que conocer los elementos adversos: si se realiza ejercicio a intensidad baja no va mal pero si se busca la dosis óptima y cerca de una dosis con efectos secundarios hay que estar al tanto de estas circunstancias. Por ejemplo hay gente que a los dos días de hacer ejercicio no se puede levantar de la cama, o se ha lesionado por una rotura de fibras y esto al final lo que hace es apartarlo del ejercicio físico.

No hace falta ir al gimnasio se puede hacer trabajo de fuerza en el comedor de casa, sobre todo los mayores. Hay que enseñarles, darles un material mínimo y saber qué es lo que les gusta para hacer lo que resulte más interesante.

Los componentes de la condición física son, aparte de la salud cardiovascular, la fuerza y resistencia muscular y la flexibilidad, también el rendimiento neurocognitivo, donde se implementa la coordinación y el equilibrio como elementos para trabajar en los programas de salud, ya no es solamente resistencia cardiorrespiratoria.

Cuando hacemos un entrenamiento nuestro organismo reacciona inicialmente bajando de su nivel basal, provocamos un estrés, después se recupera y supera el nivel inicial y en un intervalo de tiempo que pueden ser 24- 48 horas, depende de la intensidad del entrenamiento y del tipo de entrenamiento, si volvemos a hacer otro estímulo apropiado nuestra línea de rendimiento de nuestra capacidad funcional va a mejorar y esto tiene que estar dentro de un espacio determinado. No se puede hacer un día ejercicio y no volver hasta los seis días a realizarlo, porque volveríamos a empezar de cero. Tiene que haber una progresión.

Cuando hacemos una prescripción de un ejercicio tan sencillo como caminar hay que tener en cuenta a qué intensidad se camina, durante cuánto tiempo, cuántos días a la semana, a qué hora del día… Todos ellos son elementos a tener en cuenta a la hora de indicar qué tipo de ejercicio tiene que hacer un determinado sujeto. Incluso se pueden añadir una serie de explicaciones iniciales en el reverso de la receta: los minutos que queremos hacer por sesión, el niveles de ejercicio al inicio y durante cuánto tiempo vamos a estar para seguir una progresión hasta el objetivo final que serían cinco días a semana 40 minutos y esto nos puede llegar a alcanzarlo uno o dos meses en función de las características del sujeto.

Red de Investigación en Ejercicio Físico y Salud para Poblaciones Especiales (EXERNET)

En el 2004 se formó una red sobre poblaciones especiales como consecuencia de un proyecto de investigación que tiene como objetivo aunar aquellos conocimientos de los diferentes grupos españoles que están trabajando en ejercicio físico y salud para tener mayor visibilidad y para dar a conocer a la población los resultados que se obtienen. En estos momentos hay 11 grupos. Se trabaja con diferentes grupos de población: mayores, niños y adolescentes y discapacidad. La página web es http://www.spanishexernet.com/.

Aquellos que quieran empezar a trabajar con estos grupos de población pueden disponer en la página de una serie de elementos revisados como en el caso de prescripción en síndrome de Down qué características tiene este grupo de población.

El objetivo es la aplicación para que haya una trasferencia inmediata. Por ejemplo en el caso de síndrome de Down a los tres años de trabajar con ellos ya formaron una escuela deportiva donde se pusieron en práctica todos los elementos que pensamos que podían ser relevantes en función de lo que habíamos visto.

Ejercicio en síndrome de Down

En el síndrome de Down con los años hay un problema con el equilibrio, hay hipotonía muscular y falta de fuerza que llevan consigo desequilibrios y caídas. Hay que observar cómo es la marcha y la estabilidad en diferentes situaciones para después realizar una intervención. En este caso hicimos un trabajo de fuerza con pliometría y se observa que mejoran.

Se trata de trabajos multidisciplinares, actualmente no tiene sentido el trabajo individualizado. Y para este tipo de evaluaciones se necesita un buen aparataje. Los trabajos que se publican se cuelgan en la página web de la red para acceder libremente.

En todas las intervenciones realizadas, tanto con trabajo inicialmente aeróbico, después con trabajo de fuerza y posteriormente con plataformas vibratorias los resultados han sido buenos. Han mejorado la condición aeróbica, ha disminuido la grasa, ha mejorado la fuerza y la resistencia muscular y ha mejorado la masa ósea.

El parámetro V2pic con dos días a la semana durante 6 meses de entrenamiento ligero mejora de una forma significativa, y si dejan de hacer ejercicio físico programado vuelve a disminuir. El ejercicio físico tiene un efecto que no es duradero, si dejas de hacer la acción se revierten los parámetros iniciales. Lo mismo sucede con el porcentaje de grasa.

La frecuencia cardiaca es uno de los parámetros que siempre se ha sospechado que este grupo de población tiene una incompetencia cronotrópica, no son capaces de alcanzar frecuencias cardiacas altas. Puede ser que haya una base fisiológica pero se ha observado que cuando somos capaces de mejorar su condición física en los test sucesivos la frecuencia cardiaca es mayor. La frecuencia cardiaca máxima no está relacionada con la condición física sino con la carga de trabajo y con la edad. Posiblemente interpretemos datos de forma errónea porque no somos capaces de alcanzar otros resultados.

Una de las cuestiones más interesantes es la salud ósea. Los adolescentes con síndrome de Down tienen una expectativa de vida por encima de 55 años, y ¿qué ocurre en los mayores? Hay unas patologías que son muy frecuentes y que causan mucha pérdida de calidad de vida, de dolor y de gasto sanitario y de forma secundaria muerte, como las fracturas óseas por osteoporosis.

En este grupo de población hemos identificado que los adolescentes con síndrome de Down tienen menos masa ósea que los adolescentes sin el síndrome. Y hay que recodar que la adolescencia es la etapa crítica para conseguir un buen depósito de masa ósea. Por lo que la propuesta para todos los centros es que hagan ejercicio físico para mejorar la masa ósea en estos niños. También puede servir el baile. En definitiva, éste es un campo de trabajo tremendamente interesante.

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20º Congreso IUNS: El ejercicio físico aporta beneficios a la salud independientemente de la masa corporal

Las personas obesas que practican ejercicio tienen menos riesgo de fallecer o desarrollar enfermedades crónicas en los próximos diez años que aquellas sin problemas de peso que no están en forma, según las conclusiones de un estudio de Steven Blair, de la Universidad de Carolina del Sur (EE UU), que el investigador ha presentado en la mesa redonda Healthy Life Style Promotion, celebrada durante el 20 Congreso Internacional de Nutrición de la IUNS que se está celebrando en Granada (España).

Blair, experto en el estudio del ejercicio físico sobre la salud reconoce que “la actividad física es una de las conductas que, junto a la dieta, el control del estrés, el buen sueño y no fumar, y añadidas a los genes, pueden ayudar a reducir las enfermedades crónicas no transmisibles, como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, la obesidad y las patologías respiratorias, que son la principal causa de mortalidad en el mundo”.
“Hemos publicado numerosos estudios que concluyen que con un nivel moderado de ejercicio cardiorrespiratorio el riesgo de fallecer por una enfermedad crónica no transmisible se reduce, independientemente de que estés en tu peso, tengas sobrepeso o estés obeso. Un buen ejemplo es andar: tres paseos de diez minutos cinco días por semana son suficiente”, comenta el profesor Blair.

En su ponencia, Steven Blair también ha aportado datos de varios estudios que demuestran que a partir de los 300 minutos a la semana el ejercicio -la recomendación de la OMS es de 150 minutos a la semana- no parece aportar ningún beneficio extra para la salud. “Hay evidencia acerca de la relación entre la dosis de ejercicio aeróbico y la respuesta que se obtiene en términos de salud. Generalmente, los datos muestran una asociación ascendente con beneficios sustanciales si se pasa de una vida muy sedentaria a un estilo de vida activo. No obstante, después de unos 300 minutos de actividad física de moderada a intensa a la semana, la curva ascendente empieza a hacerse plana y deja de haber beneficios adicionales”, ha explicado Blair.

Proyecto CHANCES

La nutrición influye en los años de vida y la calidad de ésta cuando se llega a la vejez. Para saber hasta qué punto y en qué parámetros concretos, el proyecto CHANCES analiza los datos de varios estudios de cohortes (estudios de seguimiento de grupos poblacionales) actualmente en marcha en Europa y Estados Unidos para generar conocimiento científico y desarrollar recomendaciones sobre los problemas de salud asociados al envejecimiento, los nutrientes que influyen y sus implicaciones socio-económicas. Los resultados preliminares de algunos de estos estudios se han presentado en el Congreso Internacional de Nutrición (ICN20).

En Granada, se han presentado estudios como la influencia de la nutrición en las fracturas osteoporóticas, los marcadores sanguíneos indicadores del estado de envejecimiento del cuerpo y la relación entre los niveles en sangre de la hidroxivitamina-25 D.

“Hasta ahora hay evidencia de que la dieta mediterránea aumenta la esperanza de vida y que hay factores de riesgo relacionados con la alimentación, como la hipertensión o los niveles de colesterol LDL, que son predictores de una mayor mortalidad”, ha resumido Antonia Trichopoulou, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Atenas (Grecia) y moderadora de la mesa “El papel de la nutrición en el envejecimiento saludable: Proyecto Chances”.

El CHANCES, cuyas siglas corresponden a Consorcio en Salud y Envejecimiento: Red de cohortes en Europa y Estados Unidos se centra en las cuatro enfermedades crónicas que suponen una mayor carga de enfermedad en la vejez: el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, la osteoporosis y las fracturas y la función cognitiva y los trastornos psiquiátricos.

El proyecto CHANCES analiza datos de quince cohortes que incluyen poblaciones de 18 estados miembros de la UE, entre otros. Los presentados en el 20 Congreso Internacional de Nutrición son sólo una muestra de los numerosos estudios que están actualmente en marcha. “La combinación de todos estos trabajos nos llevará a una estrategia integrada para el estudio de la salud en la vejez”, ha señalado la profesora Trichopoulou.

un buen desayuno, hábitos saludables, nutrición infantil

20º Congreso IUNS: Un estilo de vida saludable, clave para prolongar la esperanza de vida

Un estilo de vida saludable es clave para prolongar la esperanza de vida, no sólo en número de años sino también en la calidad de los mismos. Esta es una de las principales conclusiones del simposio organizado por la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA), Aspectos clave a considerar en el contexto de una vida saludable, recientemente celebrado en el marco XX Congreso Internacional de Nutrición, que se desarrolla estos días en Granada.

Y es que, mantener unos niveles óptimos de hidratación, evitar la ingesta de alcohol, evitar el tabaquismo, sea o no pasivo, llevar una dieta rica en frutas y verduras o evitar el sedentarismo, es decir, llevar un estilo de vida saludable supone evitar factores que predisponen a diferente enfermedades, como la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipercolesterolemia o las enfermedades cardiovasculares.

Ante esto la Dra. Pilar Riobó, jefe de Endocrinología y nutrición de la Fundación Jiménez Díaz, afirma que “una adecuada nutrición es una de las mejores herramientas para prevenir enfermedades. En España tenemos la suerte de contar con la dieta mediterránea, uno de los mejores ejemplos de calidad nutricional. No existe una adecuada relación entre las calorías que consumimos y las que gastamos, lo que conduce poco a poco hacia la obesidad”. Y añade,”no podemos olvidar que no existe una correcta nutrición sin una hidratación adecuada. De hecho, los expertos recomiendan de forma general ingerir entre 2 y 2,5 litros diarios a través de las diferentes bebidas, como zumos, refrescos o sopas que ayudan a adquirir los niveles deseados aportando variedad de sabores”.

Algunos expertos aseguran que el aumento de la obesidad podría conducir hacia la primera generación con una esperanza de vida inferior a la de sus padres. De hecho, hay estudios que demuestran que a la edad de 40 años una mujer obesa no fumadora pierde unos 7 años de esperanza de vida, una cifra que se sitúa en los 5,8 años en el caso de los hombres.

Para prevenir la obesidad, además de llevar una nutrición adecuada, la Dra. Pilar Riobó recuerda que “dormir las horas necesarias, recuperar hábitos cada vez más en desuso, como las comidas en familia o fomentar la lactancia materna, son algunos trucos para prevenir la obesidad”. Y añade “otro factor importante hoy en día es el consumo de fármacos, como los antihistamínicos o los antidepresivos, que va en aumento”.

La obesidad un problema complejo y multifactorial

La obesidad es consecuencia de muchos factores, como la alimentación inadecuada, el sedentarismo, los factores genéticos o el metabolismo individual, entre otros. Ante esto la Dra. Riobó recuerda que “es importante también desmentir algunos mitos entorno a la obesidad, como que se produce únicamente por el consumo de determinados alimentos; debemos recordar que no hay alimentos buenos ni malos sino dietas equilibradas”.

personas mayores ejercicio físico

El ejercicio físico permite a las personas mayores mantener una mente activa

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La práctica regular de ejercicio físico permite a las personas mayores mantener una mente activa, además de sentirse ágiles, útiles e independientes. Sin embargo, según alertan los expertos, son muchas las personas mayores que se olvidan de ejercitarla diariamente y evitar, así, que el paso de los años le afecte.

Los hábitos de vida saludables protegen a la mente del deterioro cognitivo o la falta de memoria. En este sentido, la directora médica del servicio de Promoción de la Salud de Sanitas, Clara Esteban, ha recordado que la mente sana se basa en tres pilares fundamentales: la realización de actividades intelectuales, la práctica de ejercicio físico y una alimentación saludable.

De hecho, las actividades intelectuales o de ocio como “sudokus”, sopas de letras o crucigramas consiguen lograr un cierto nivel de agudeza mental, ya que permiten entrenar la agilidad mental sin que suponga un gran esfuerzo para la persona.

“Realizando este tipo de actividades, las personas mayores pueden prevenir la aparición de demencias, así como la evolución de éstas si ya se hubiesen manifestado. Es más importante la calidad del tiempo destinado a realizar esta actividad que la cantidad de pasatiempos que se realicen, ya que cuanto más se practiquen estas actividades, combinando los diferentes tipos, la agilidad mental mejorará y, por tanto, también lo hará la coordinación, la memoria y, por supuesto, la comprensión”, ha comentado la experta.

Por ello, las personas mayores deben completar la actividad intelectual con la práctica de ejercicio físico que permite estimular los músculos y articulaciones, así como mejorar su coordinación y equilibrio. Actividades más veraniegas como fisioterapia en el agua o paseos a primera hora del día, evitando las de mayor calor, harán que las personas mayores estén motivadas a realizarlas, gracias también a las relaciones sociales que se establecen, y, por tanto, que éstas terminen repitiéndose.

La importancia de una dieta equilibrada y saludable

Por otra parte, la alimentación también influye a la hora de que las personas mayores mantengan una mente activa, e incluso para prevenir su deterioro. Entre los alimentos que favorece la agilidad mental destaca el pescado azul, que contiene Omega-3; las nueces, que aportan vitamina E; el salvado de trigo, por su aporte de minerales; o el aguacate, rico en vitaminas, minerales y ácidos grasos.

Asimismo, la leche y los cereales integrales también son productos de consumo recomendado para las personas mayores al fomentar el buen funcionamiento de la mente. Además, en los meses veraniegos, la experta ha recomendado a las personas mayores que en su dieta no se olviden de incluir frutas y verduras, así como moderar el consumo de grasas.

spaghetti

En marcha de un programa para cambiar los hábitos en los adultos y combatir la obesidad y el sedentarismo

En España, según datos aportados por la última Encuesta Nacional de Salud, de 2012, aproximadamente el 54% de la población adulta española de 18 y más años, tiene exceso de peso y el 42% son sedentarios. Junto con el tabaquismo, estos son los principales factores de riesgo para sufrir enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de mortalidad.

Para invertir esta tendencia, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha presentado, junto con el presidente del Observatorio para la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, el Dr. Valentín Fuster, el programa Fifty-Fifty.

Se trata de un programa de intervención en salud comunitaria cuyo objetivo fundamental es capacitar a la población adulta entre 25 y 50 años con algún factor de riesgo cardiovascular en la adquisición y seguimiento de hábitos de vida saludables y en el control de los principales factores de riesgo cardiovascular auto controlables: obesidad, tabaquismo, sedentarismo e hipertensión arterial, a través de una formación específica y una dinámica de grupos de “ayuda entre iguales”. Todo ello con la finalidad de mejorar la salud de manera integral y promover una visión positiva del concepto de salud, más centrada en los aspectos positivos que generan salud que en las limitaciones y aspectos que producen enfermedad.

En el acto se ha firmado un Convenio Marco entre la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la Fundación SHE, que dirige el Dr. Valentín Fuster, y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para poner en marcha este programa, que se iniciará el próximo mes de septiembre y tendrá una duración de 15 meses.

Para ello, también se ha firmado un convenio de colaboración específico como adenda al citado Convenio marco con cada uno de los siete municipios participantes en el desarrollo de esta experiencia piloto: Barcelona, Cambrils (Tarragona), Guadix (Granada), Manresa (Barcelona), Molina de Segura (Murcia), San Fernando de Henares (Madrid) y Villanueva de la Cañada (Madrid), todos ellos integrados en la Red Española de Ciudades Saludables.

La ministra ha destacado en su intervención que prevenir la obesidad e invertir su tendencia “es uno de los más importantes desafíos de salud pública que tenemos que afrontar”. Aunque ha reconocido que “es muy difícil cambiar los hábitos en los adultos”, ha resaltado que con pocos cambios en el estilo de vida, como por ejemplo haciendo una alimentación adecuada, variada, y con menos calorías y más ejercicio físico, se puede “conseguir tener vidas más sanas”.

El Programa Fifty-Fifty se inició por primera vez en el 2012, en la población de Cardona (Barcelona) dirigido por el Dr. Fuster y la Fundación SHE, con la hipótesis de que “si se capacita a los adultos en conocimientos, habilidades y actitudes sobre un estilo de vida saludable, entre iguales, mejoraran sus hábitos de salud integral y el autocontrol de los factores de riesgo”. Tras evaluar los resultados de aquella experiencia se pudo constatar que los participantes modificaron sus rutinas diarias y mejoraron sus hábitos de salud y algunos de sus factores de riesgo.

En base a ello, y como fruto de la iniciativa de la Fundación SHE y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), y en el marco de la Estrategia NAOS y del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad, se firmó un convenio el 8 de abril de 2013, entre ambas instituciones, para la realización de un Programa de intervención en adultos de salud comunitaria, a realizar en un número limitado de municipios, como proyecto de investigación piloto, con la finalidad de mejorar la salud de manera integral en personas adultas mediante la modificación de sus hábitos de salud, y de poder definir un modelo de “buenas prácticas” , que da el punto de partida para el comienzo de la nueva etapa del Programa Fifty-Fifty. Este proyecto cuenta, además, con el apoyo científico del Centro Nacional de Investigación Cardiovascular (CNIC).

El Convenio Marco firmado ahora es un paso más y tiene por objeto ampliar esa colaboración. El resultado perseguido es la definición de un modelo de buenas prácticas de intervención en población adulta para promover la mejora de hábitos de salud integral que pueda ser trasladable a las administraciones e instituciones públicas y privadas para su ejecución.

frutas y verduras

Comer diariamente frutas y verduras puede hacer vivir más

Un macroestudio del Instituto Karolinska de Suecia ha demostrado que comer diariamente frutas y verduras aumenta la supervivencia, hasta el punto de que quienes admitían prescindir de estos alimentos podían llegar a morir una media de tres años antes, según los resultados publicados en la revista American Journal of Clinical Nutrition.

Aunque muchas sociedades científicas recomiendan comer cinco porciones de frutas y verduras al día, los estudios que se habían llevado a cabo hasta el momento no habían sido concluyentes sobre si realmente tiene efectos beneficiosos para la salud y en qué medida.

En cambio, este estudio ha revelado que tales recomendaciones pueden ser válidas, según ha reconocido la investigadora Alicja Wolk, una de las autoras de esta investigación que, sin embargo, no ha mostrado mayores beneficios para quienes comían más de cinco porciones diarias.

Los resultados se basan en datos recogidos de más de 71.000 ciudadanos suecos de entre 45 y 83 años, a los que se les hizo un seguimiento de 13 años. Los participantes fueron preguntados por su dieta en 1997 y 1998, e informaron de la frecuencia con que comían frutas (como naranjas, manzanas, plátanos y bayas) y hortalizas (como zanahorias, remolacha, lechuga, repollo, tomate y sopa de guisantes).

Casi 11.500 de los participantes en el estudio había fallecido en diciembre de 2010. Y tras comparar los datos de supervivencia con los de la dieta, observaron que las personas que decían no comer frutas o verduras al inicio del estudio tenían un 53 por ciento más de probabilidades de morir durante el período de seguimiento que los que comían cinco porciones diarias.

Los participantes que comían al menos una porción de fruta al día vivieron una media de 19 meses más que los que nunca comían fruta. Y los que comieron por lo menos tres porciones de verduras diarias vivieron de media 32 meses más que las personas que no las comían. Además, las mujeres tendían a comer más frutas y verduras que los hombres.

“Las frutas y verduras contienen diferentes tipos de vitaminas, y la fruta es generalmente más alta en calorías”, señaló Wolk.

Los autores apuntan que las personas que dijeron que comían menos frutas y verduras también eran más propensas a fumar y a comer más carne roja, productos lácteos altos en grasa, dulces y aperitivos.

El estudio no puede demostrar que el consumo de frutas y verduras alarga la vida. Pero recuerdan que cuando los investigadores tomaron en cuenta otros factores como género, tabaquismo, ejercicio, consumo de alcohol y peso, los resultados no cambiaron.

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Ejercicio físico, hidratación y función cardiovascular

Un buen nivel de hidratación es fundamental en la respuesta cardiovascular durante la práctica de ejercicio físico y especialmente si la temperatura ambiental es elevada. Además, desde el punto de vista fisiológico, existe evidencia científica que estados de baja hidratación o de deshidratación se asocian a una caída en el rendimiento deportivo.

Attractive Woman stretching before Fitness and Exercise

La práctica de ejercicio provoca cambios epigenéticos en las células de la grasa

Los efectos beneficiosos del ejercicio son ampliamente conocidos pero ahora una investigación de la Universidad de Lund, en Suecia, ha descrito por primera vez los cambios epigenéticos que sufren las células de la grasa después de comenzar una actividad física.

Las células del cuerpo contienen ADN con nuestro código genético y, aunque los genes no se pueden cambiar, sí que hay múltiples factores que pueden afectar a su activación o inactivación, un proceso conocido como la metilación del ADN cuyo campo de estudio se conoce como epigenética.

En el estudio, los científicos investigaron qué pasó con los grupos metilo en las células de grasa de 23 hombres con sobrepeso de alrededor de 35 años que no habían participado anteriormente en alguna actividad física, cuando cambiaron sus hábitos y comenzaron a asistir con regularidad a clases de aeróbic durante un período de seis meses.

“Se suponía que iban a asistir a tres sesiones a la semana, pero en realidad fueron una media de 1,8 veces”, ha reconocido Tina Rönn, una de las autoras del estudio.

Gracias a las últimas técnicas de secuenciación, pudieron analizar 480.000 puntos en todo el genoma y pudieron ver cambios epigenéticos en alrededor de 7.000 genes (una persona tiene unos 20.000 genes).

A continuación, pasaron a analizar específicamente la metilación de los genes vinculados a la diabetes tipo 2 y la obesidad y vieron cambios que sugieren que “la metilación del ADN alterado como consecuencia de la actividad física podría ser una de las pistas de cómo estos genes afectan al riesgo de la enfermedad”, ha añadido Rönn.

En el laboratorio los investigadores fueron capaces de confirmar los hallazgos “in vitro”, desactivando ciertos genes y reducir así su expresión, lo que dio lugar a cambios en el almacenamiento de grasa en las células grasas.