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Alimentación y consejo nutricional al alta hospitalaria

Hasta prácticamente la mitad del siglo XX la terapéutica médica estaba basada en el ajuste de la dieta y por ello el consejo dietético era una parte integral fundamental de la terapia nutricional. Pero esto ha cambiado hasta el punto que la Sociedad Americana de Dietistas, sacó el concepto de Medical Nutrition Therapy (MNT) o terapéutica médica nutricional que hay que llevar a cabo.

Objetivos principales del consejo nutricional

El consejo nutricional puede referirse a dos aspectos: la terapia nutricional médica o bien la prevención y tratamiento de la desnutrición. La terapia nutricional médica son las modificaciones de la dieta que permiten corregir los defectos metabólicos asociados a cada enfermedad. Por su parte el otro concepto de prevención y tratamiento de la desnutrición está de moda. En España la SENPE en colaboración con otras 20 sociedades está empeñada en combatir la malnutrición hospitalaria.

La desnutrición es el desequilibrio entre los requerimientos de los distintos nutrientes y el aporte que recibe el enfermo y se produce bien porque el enfermo no come, porque tiene pérdidas aumentadas o requerimientos aumentados.

Lo que pretendemos con el consejo nutricional es adaptar los nutrientes a las características de cada patología para obtener un beneficio terapéutico. Por ejemplo en la insuficiencia renal crónica está alterado el metabolismo del nitrógeno y de los electrolitos, aumenta la concentración de potasio, fósforo, etc., y con un buen consejo nutricional podemos contribuir a la corrección de esos defectos metabólicos.

Es importante que en el consejo nutricional evitemos que la dieta terapéutica conduzca o bien a una disminución de la ingesta o a un aumento de pérdidas. Por ejemplo un paciente con una insuficiencia pancreática o una pancreatitis crónica alcohólica o autoinmune, que no tiene bien ajustada la mediación, según la dieta que le demos puede tener un aumento de pérdidas de grasa por vía fecal.

El consejo nutricional a lo largo de la historia ha sido parte fundamental de la prescripción terapéutica pero hemos tenido alguna debilidad, como la diversidad de tradiciones u opiniones subjetivas. Hay que buscar el fundamento científico y por lo tanto las recomendaciones tienen que basarse en los conocimientos científicos.

Proyecto de recomendaciones nutricionales al alta hospitalaria

El proyecto pretende abordar de manera sistemática las distintas patologías y proporcionar herramientas para facilitar la práctica clínica habitual, de tal manera que los pacientes pudieran hacer bien la dieta terapéutica que se ha prescrito al alta, y adecuar las recomendaciones a un lenguaje asequible a pacientes y cuidadores.

En el año 2001 se publicó un libro de recomendaciones nutricionales y como la primera edición se agotó se hizo una segunda edición hace un año. Este proyecto se ha dividido en dos partes: una de ellas es para el profesional donde se explican los objetivos e indicaciones de la recomendación nutricional con los aspectos fisiopatológicos y la modificación de la dieta, y por otra están las recomendaciones para cuidadores y pacientes.

En muchas profesiones el lenguaje críptico es un signo de distinción, pero esto hace que a veces sea difícil la comunicación entre el profesional y el usuario. Por ello en la literatura jurídica empezó el movimiento Plain English, del lenguaje llano, para simplificar la manera de expresarse de estas profesiones que tienden a la complejidad. Hay que perder el miedo al lenguaje sencillo y llano. Hay que dar mensajes nítidos y sencillos.

Las características básicas del consejo nutricional deben ser: claridad y accesibilidad de las recomendaciones, para disminuir el riesgo de ilegibilidad, y coherencia en la terminología, unidades y conceptos dietéticos utilizados en cada especialidad.

Plan de tratamiento

Hay que tener en cuenta cinco apartados: establecer objetivos, tratamiento de las patologías presentes, mejorar la ingesta nutricional, control y revisión, y re-analizar cada paciente con riesgo nutricional cuando cambie de nivel sanitario.

Con la intervención nutricional queremos que coman bien, ofrecer comidas atractivas y nutritivas y, al final, si no comen hay que pensar en los suplementos nutricionales. Queremos que la gente tenga buenos hábitos alimentarios, con fortificación y consejo nutricional. El objetivo de la fortificación de alimentos es aumentar la densidad energética y proteica de la dieta.

Pocos estudios disponibles

Tenemos que pensar qué objetivos queremos alcanzar: ¿mejorar la ingesta de un rango de nutrientes o mejorar la recuperación? En general faltan ensayos clínicos que demuestren la eficacia del consejo nutricional (éste no tiene ningún interés comercial detrás y es difícil conseguir financiación para los estudios). Por lo que pocos ensayos han demostrado la eficacia de la modificación dietética con el consejo nutricional y en la mayoría de los casos no se menciona quién realizó el consejo dietética o en qué forma se hizo.

Respecto a los suplementos nutricionales orales también hay poca información. En un trabajo hecho en Holanda (publicado en el 2011) en un hospital a un grupo de pacientes (grupo de intervención) se les daba una dieta enriquecida en energía y proteínas, y al alta dos suplementos líquidos comerciales de vitaminas y seis consultas por teléfono de una dietista para enseñarle a hacer bien el tratamiento nutricional que se les había prescrito y comprobar que se estaban tomando los suplementos. Por otra parte el grupo control hacia el tratamiento habitual (al alta el médico le decía al paciente que coma sin sal).

Los resultados mostraron que el peso aumentaba en el grupo de intervención más que en el control, disminuyendo un poco las limitaciones funcionales, pero no había diferencias significativas en cuanto a la capacidad de hacer actividades físicas, calidad de vida, masa libre de grasa o fuerza de prensión. Además tampoco había diferencias respecto a los costes sanitarios.

En el año 2003 se publicó el libro Disease Related Malnutrition para estudiar la evidencia que había sobre los suplementos nutricionales orales (estaba financiado por una empresa de nutrición enteral) y los resultados eran favorables a la suplementación oral en cuanto que se aumentaba la ingesta de energía, proteínas y micronutrientes con beneficios clínicos significativos.

En nuestro hospital se hizo una revisión de los suplementos nutricionales y en general nos llamó la atención que en estos tipos de estudios la población incluida era muy heterogénea, así como las variables estudiadas y el tipo de suplementos analizado. Además la duración del estudio suele ser muy corta.

De manera que se puede decir que el nivel de evidencia es I o II para recomendar el uso de suplementos después de cirugía, en pacientes con EPOC, hepatopatía crónica, fibrosis quística, sida, y en ancianos.

En una revisión de la evidencia Cochrane se vio que la intervención nutricional con suplementos no era significativamente favorable al empleo de dichos suplementos y se concluía que no hay suficientes pruebas de alta calidad para determinar si la administración de asesoramiento dietético y los suplementos nutricionales mejoran los resultados de las personas con desnutrición secundaria a una enfermedad. Parece que a corto plazo hay aumentos de peso, de fuerza de prensión y mejora en medidas antropométricas comparado con el asesoramiento dietético único. Pero no está claro si estas mejoras se mantienen a largo plazo.

AND y ESPEN

En la página web de la Academy of Nutrition and Dietetics (AND) se alojan guías de práctica clínica (http://www.adaevidencelibrary.com/default.cfm?auth=1).

Además se están haciendo estudios para observar la eficacia comparativa de los servicios de terapia médica nutricional, así como el coste-eficacia, coste-beneficio o el ahorro económico para pacientes ingresados, ambulatorios, o para la prevención de la diabetes.

También esta asociación americana tiene revisiones de la evidencia para hipertensión, diabetes, diabetes gestacional, trastornos del metabolismo lipídico, insuficiencia cardiaca y oncología.

Por otra parte, la European Society for Clinical Nutrition and Metabolism (Espen) también tiene una serie de guías de práctica clínica orientadas por procedimiento específico, aunque actualmente la tendencia es cambiar y se ha publicado en el número de octubre de Clinical Nutrition (Volume 30, Issue 5 , Pages 549-552, October 2011) el nuevo esquema de funcionamiento para hacer guías que soporten la práctica clínica del consejo nutricional por enfermedad -no por procedimiento-.

Se identifica una lista de enfermedades donde es deseable tener unas recomendaciones específicas para el manejo nutricional. Para ello se usa el sistema de fuerza y evidencia GRADE (Grading of Recommendations Assessment, Development and Evaluation) y en dos años se quiere establecer el comité que va a escribir las guías y finalmente se escribirá un informe que será publicado. Las dos primeras guías que se van a hacer son para fibrosis quística y para el cáncer.

En conclusión

Para concluir decir que el consejo nutricional ha formado parte de la terapéutica desde los albores de la medicina, que nos tiene que caracterizar la calidad de la recomendación basada en la mejor información disponible y que tenemos que saber traducir en alimentos de la calle para que podamos ayudar a los pacientes a alargar sus vidas.

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Alimentación y nutrición hospitalaria: Servicios Médicos

El objetivo primordial de los servicios de alimentación es evitar la desnutrición. Un libro editado en el año 90 Introducción a la Nutrición Clínica y Dietética recoge una ponencia llamada Planificación general de las Unidades de Nutrición Clínica y Dietética, su ubicación en el organigrama, dotación de personal y distribución de funciones, del doctor García Almansa. Se trata de un documento clarificador y clarividente.

Planificación de las Unidades de Nutrición

El doctor García Almansa justificaba que se necesitan para atender a los pacientes desde el punto de vista de la alimentación y nutrición por la prevalencia -de malnutrición- que cada vez tiene mayor importancia en grupo marginales porque la población va envejeciendo, por las enfermedades crónicas, por la polimedicación, etc. Además como ya se publicó en los años 70 la mitad de los pacientes que estaban ingresados en una unidad de cirugía presentaban desnutrición.

En esa ponencia del doctor García Almansa la alimentación hospitalaria es la resultante de una serie de vectores en los cuales intervienen muchos factores. La dirección podría corresponder a la unidad de nutrición clínica y dietética, pero interactúan los servicios médicos, bromatólogo, personal de enfermería, medicina preventiva, servicio de farmacia y, no hay que olvidar, los servicios administrativos. En la unidad de nutrición clínica y dietética trabajan médicos, dietistas, enfermeras, bromatólogo e interactúa con el personal que trabaja en planta y cocina.

La alimentación oral supone más del 90 % de todo el esfuerzo y atención que se presta a los pacientes y que tiene que ser el eje medular de cualquier unidad.

Al médico se le sigue reconociendo la indicación del tratamiento nutricional del paciente. Y la unidad de dietética presta a su personal para supervisar y aconsejar la dieta y las progresiones de la dieta. Las valoraciones del estado nutricional lo ideal es que el personal de planta las asumiera como propias ya que el personal de las unidades de dietética no es suficiente para hacer unas valoraciones nutricionales y, a veces, el personal de planta se desvincula un poco de la vigilancia que hay que tener sobre el estado nutricional de los pacientes. Por otra parte no hay duda que en cocina la dietista tiene que ser vista como una cómplice del cocinero. Y éste es un puesto clave y de la mayor importancia.

Respecto a las competencias en nutrición artificial y en concreto en la nutrición enteral el doctor García Almansa proponía que los servicios médicos podían hacer la indicación y el personal de dietética supervisar en parte las vías de administración, formas, etc. En nuestro hospital siguiendo algunas recomendaciones posteriores toda la nutrición artificial la tenemos totalmente centralizada, tanto la enteral como la parenteral, en la unidad de nutrición. Ahora bien si un médico quiere prescribir un determinado tratamiento, nosotros lo supervisamos.

Implantación de las Unidades de Nutrición

Antonio Villarino en el 2001 hizo un estudio en más de 200 centros y concluyó que solamente 88 – menos del 40% – tienen unidad de nutrición. Andalucía sí contaba con bastantes unidades, igual que Cataluña y Madrid. Respecto a la contratación de personal Andalucía contrata a dietistas o técnicos en hospitales y tienen pocos en las contratas, Cataluña tiene casi mitad y mitad, y Madrid no tiene en los hospitales y sí en las contratas. Cada comunidad funciona por su cuenta.

Un documento de una resolución del año 2003 -con gran difusión- reconocía en el preámbulo como un derecho universal una alimentación sana y saludable, y que era indigno hablar de pacientes desnutridos. Además se decía que generaba una serie de gastos. Y respecto al tema de los profesionales hablaba de la falta de formación en el ámbito de nutrición. La formación es un punto clave. Habría que incorporar tanto en pre como en postgrado conocimientos de nutrición en todos los estamentos y a todos los niveles.

Hay que destacar que dentro de los servicios médicos se ha incluido en los derechos de los pacientes que las visitas médicas y los procedimientos diagnósticos no interfieran en los horarios de comida. Es importante respetar la hora de la comida.

Cartera de servicios

Desde el año 2003 las unidades de nutrición y dietética están contempladas en el Real Decreto que ordena a los centros y se reconocen como una de las unidades que existen por precepto legal y bajo la responsabilidad de un facultativo. En el año 2007 se crea la cartera de servicios -que se está revisando en la actualidad-. Hay que prestar el soporte de consultas nutricionales a todo el resto de servicios médicos y hay una parte de gestión que asumen las unidades de nutrición. También en la cartera de servicios se establecen unas ratios de médicos, enfermeros, dietitas, bromatólogos y administrativos.

En el hospital Ramón y Cajal se dice que la unidad de nutrición clínica y dietética es una unidad asistencial hospitalaria destinada al diagnóstico terapia nutricional que tiene características de servicio central dentro del hospital, y que se relaciona con todas las aéreas del hospital. Sus competencias son garantizar la alimentación, valorar y evitar la desnutrición, proporcionar los tratamientos nutricionales y todas las consultas, e incluso programas preventivos en algunos colectivos -por ejemplo en trastornos de conducta alimentaria, enfermos oncológicos, renales, etc.- También en ese hospital se recoge la importancia de centralizar el soporte nutricional.

La grasa que perjudica el corazón, puede tener el mismo efecto en el cerebro

Un nuevo estudio del Hospital Brigham and Women, en los Estados Unidos, ha descubierto que ciertos tipos de grasa se asocian a una peor memoria, y función cognitiva global. Se ha sabido durante años que comer demasiados alimentos que contengan grasas nocivas, como las grasas saturadas, no es saludable para el corazón. Además, según la nueva investigación, el consumo de este tipo de grasas también se asocia con una peor función cognitiva general, y de la memoria, en las mujeres, a largo plazo.

Por el contrario, las grasas monoinsaturadas se asocian con una mejor función cognitiva general, y de la memoria. Este estudio ha sido publicado en Annals of Neurology, la revista de la Asociación Americana de Neurología y la Sociedad de Neurología Infantil.

El equipo de investigación analizó los datos del Women”s Health Study -con una cohorte de casi 40.000 mujeres, mayores de 45 años. Los investigadores se centraron en los datos de un subgrupo de 6.000 mujeres, todas mayores de 65 años. Estas mujeres participaron en tres pruebas de función cognitiva, las cuales fueron espaciadas cada dos años.

“Al observar los cambios en la función cognitiva, encontramos que la cantidad total de la ingesta de grasa no importa, sino que lo relevante es el tipo de grasa consumida”, explica Olivia Okereke, del Departamento de Psiquiatría.

Las mujeres que consumían las mayores cantidades de grasas saturadas, que pueden provenir de grasas de origen animal, como la carne roja y la mantequilla, en comparación con aquellas que consumieron las cantidades más bajas, mostraron una peor función cognitiva general, y una peor memoria. En cambio, las mujeres que consumían más grasas monoinsaturadas, que se pueden encontrar, por ejemplo, en el aceite de oliva, mostraron mejores patrones de puntuaciones cognitivas.

“Nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para salud pública”, afirma Okereke, quien añade que “consumir grasa buena, en lugar de grasa mala, es una modificación de la dieta bastante simple, que podría ayudar a prevenir la disminución de la capacidad de memoria”.

Okereke concluye que las estrategias para prevenir el deterioro cognitivo en las personas mayores son particularmente importantes, ya que incluso las disminuciones sutiles en el funcionamiento cognitivo pueden conducir a un mayor riesgo de desarrollar problemas más serios, como la demencia y la enfermedad de Alzheimer.

El ejercicio físico y los buenos hábitos alimenticios pueden reducir un 40 por ciento de los tumores

La Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR) asegura que la realización de ejercicio físico y los buenos hábitos alimenticios pueden reducir la incidencia global de tumores en un 40 por ciento de los casos, especialmente de mama, colon y esófago, lo que equivaldría a cuatro millones de casos al año en todo el mundo.

Un tercio de todas las defunciones por tumores malignos están justificados por una mala situación nutricional, y es que la malnutrición del paciente oncológico se debe a factores relacionados directamente con el tumor, por la liberación de sustancias anorexígenas -que disminuyen el apetito- o por el aumento de los requerimientos energéticos.

Además, también influyen distintos tratamientos administrados como la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia, que provocan una disminución de la ingesta habitual o una dificultad para el paso normal de los alimentos por el tracto digestivo -disfagia-.

Y es que, está demostrado que la malnutrición disminuye la calidad de vida en estos pacientes, especialmente por la pérdida de masa muscular, astenia y por su influencia negativa sobre el aspecto psíquico. Un hecho que implica una mayor necesidad de asistencia sanitaria en general, ya que en muchos casos el estado nutricional del paciente es más importante para la calidad de vida y supervivencia que el propio estado del tumor o tratamiento que se administra.

Asimismo, uno de los signos más frecuentes y complejos a la hora de abordar en los pacientes con cáncer es la pérdida involuntaria de peso, anorexia-caquexia. Según explica el vocal de SEOR, Jorge Contreras, “los trastornos nutricionales se manifiestan con más frecuencia en los estadios avanzados aunque”, apostilla, “no siempre es así ya que se pueden presentar entre el 15 y el 35 por ciento de los casos en etapas muy iniciales de la enfermedad, y entre el 60 y el 80 por ciento en las fases más avanzadas de la enfermedad”.

El 35 por ciento de los tumores se debe a la alimentación

Según el National Cancer Institute, aproximadamente un 35 por ciento de los tumores tienen su origen o se relacionan con determinados hábitos alimentarios, una magnitud similar a la que se le relaciona con el tabaco.

No obstante, en la actualidad, existen numerosos estudios publicados que permiten generalizar una serie de recomendaciones en relación a la alimentación como son, por ejemplo, evitar o reducir el consumo de los alimentos relacionados con ciertos tipos de neoplasias, fomentar el consumo de alimentos que se consideran protectores o que previenen la aparición de determinados tipos de cáncer y mejorar la forma de conservación y/o preparación de los alimentos.

Asimismo, estos estudios muestran una estrecha relación entre la dietas hipercalóricas y con alto contenido en grasa con una mayor incidencia y mortalidad de tumores de origen mamario, colon, recto y próstata, y, en menor medida, con los ginecológicos -ovario, endometrio- y páncreas. De hecho, los hombres con un sobrepeso mayor del 40 por ciento tienen mayor riesgo de morir por cáncer colorrectal y las mujeres de un tumor de mama, endometrio u ovario.

“Por ello, se debería reducir el consumo de carne roja y grasa animal y cambiarla por carne magra, pescado, pollo (sin piel), leche y derivados lácteos desnatados, utilizar aceite de oliva, que por otro lado conlleva una disminución del colesterol”, explica el experto.

Pero también otros alimentos, como por ejemplo el aumento de consumo de fibra vegetal en la dieta, tienen un claro efecto protector “con mayor intensidad en los tumores de colon y mama, aunque también se manifiesta en los tumores aero digestivos superiores como cavidad oral, faringe, esófago o estómago”. En este sentido, el especialista recomienda aumentar su consumo diario mediante una mayor ingesta de frutas, vegetales, cereales y legumbres.

El ejercicio físico y los buenos hábitos alimenticios pueden reducir un 40 por ciento de los tumores

La Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR) asegura que la realización de ejercicio físico y los buenos hábitos alimenticios pueden reducir la incidencia global de tumores en un 40 por ciento de los casos, especialmente de mama, colon y esófago, lo que equivaldría a cuatro millones de casos al año en todo el mundo.

Un tercio de todas las defunciones por tumores malignos están justificados por una mala situación nutricional, y es que la malnutrición del paciente oncológico se debe a factores relacionados directamente con el tumor, por la liberación de sustancias anorexígenas -que disminuyen el apetito- o por el aumento de los requerimientos energéticos.

Además, también influyen distintos tratamientos administrados como la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia, que provocan una disminución de la ingesta habitual o una dificultad para el paso normal de los alimentos por el tracto digestivo -disfagia-.

Y es que, está demostrado que la malnutrición disminuye la calidad de vida en estos pacientes, especialmente por la pérdida de masa muscular, astenia y por su influencia negativa sobre el aspecto psíquico. Un hecho que implica una mayor necesidad de asistencia sanitaria en general, ya que en muchos casos el estado nutricional del paciente es más importante para la calidad de vida y supervivencia que el propio estado del tumor o tratamiento que se administra.

Asimismo, uno de los signos más frecuentes y complejos a la hora de abordar en los pacientes con cáncer es la pérdida involuntaria de peso, anorexia-caquexia. Según explica el vocal de SEOR, Jorge Contreras, “los trastornos nutricionales se manifiestan con más frecuencia en los estadios avanzados aunque”, apostilla, “no siempre es así ya que se pueden presentar entre el 15 y el 35 por ciento de los casos en etapas muy iniciales de la enfermedad, y entre el 60 y el 80 por ciento en las fases más avanzadas de la enfermedad”.

El 35 por ciento de los tumores se debe a la alimentación

Según el National Cancer Institute, aproximadamente un 35 por ciento de los tumores tienen su origen o se relacionan con determinados hábitos alimentarios, una magnitud similar a la que se le relaciona con el tabaco.

No obstante, en la actualidad, existen numerosos estudios publicados que permiten generalizar una serie de recomendaciones en relación a la alimentación como son, por ejemplo, evitar o reducir el consumo de los alimentos relacionados con ciertos tipos de neoplasias, fomentar el consumo de alimentos que se consideran protectores o que previenen la aparición de determinados tipos de cáncer y mejorar la forma de conservación y/o preparación de los alimentos.

Asimismo, estos estudios muestran una estrecha relación entre la dietas hipercalóricas y con alto contenido en grasa con una mayor incidencia y mortalidad de tumores de origen mamario, colon, recto y próstata, y, en menor medida, con los ginecológicos -ovario, endometrio- y páncreas. De hecho, los hombres con un sobrepeso mayor del 40 por ciento tienen mayor riesgo de morir por cáncer colorrectal y las mujeres de un tumor de mama, endometrio u ovario.

“Por ello, se debería reducir el consumo de carne roja y grasa animal y cambiarla por carne magra, pescado, pollo (sin piel), leche y derivados lácteos desnatados, utilizar aceite de oliva, que por otro lado conlleva una disminución del colesterol”, explica el experto.

Pero también otros alimentos, como por ejemplo el aumento de consumo de fibra vegetal en la dieta, tienen un claro efecto protector “con mayor intensidad en los tumores de colon y mama, aunque también se manifiesta en los tumores aero digestivos superiores como cavidad oral, faringe, esófago o estómago”. En este sentido, el especialista recomienda aumentar su consumo diario mediante una mayor ingesta de frutas, vegetales, cereales y legumbres.

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Los abuelos, el pilar de la dieta mediterránea

Según se desprende del primer Estudio sobre la Influencia de los Abuelos en la Alimentación de los Niños realizado a 404 personas de más de 60 años, que han presentado la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD) y la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) con motivo del Día Nacional de la Nutrición, el 64 por ciento de los abuelos preparan a sus nietos su comida habitual.

De esta forma, se favorece que los niños conozcan los alimentos de la dieta mediterránea porque, según el informe, más de la mitad de los abuelos consume tres piezas de fruta al día, y tres y cuatro veces a la semana preparan verduras y pescado. Asimismo, las personas de más de 80 años son los que aseguran tener una mejor alimentación y el 52 por ciento de ellos considera que su dieta es, y ha sido, más sana que la que tienen actualmente los niños.

Sin embargo, y a pesar de estos datos, el 67 por ciento de los abuelos cree que los nietos no comen de todo porque abusan de la carne y de los postres lácteos y evitan ingerir verdura, fruta y pescado. Unos alimentos que son esenciales para conseguir mantener una dieta sana y equilibrada y para evitar que siga aumentando el número de niños obesos y con sobrepeso en España. Por ello, en relación al postre, el 71 por ciento de los encuestados asegura que sirven habitualmente fruta a los niños.

“Los abuelos enseñan a los nietos a conocer nuevos sabores porque suelen realizar unas comidas más elaboradas”, ha asegurado el secretario general de FESNAD y presidente de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, Giuseppe Russolillo, quién además ha advertido de que cada vez se está perdiendo la costumbre de trasmitir “los platos de cuchara”. Un hecho que, a su juicio, repercute negativamente en la alimentación y educación alimentaria de los más pequeños.

Los niños tienen que participar en la elaboración de los menús

Más allá del importante papel que juegan los abuelos en los hábitos alimentarios de los niños, los expertos han recordado la necesidad de que los padres y familiares les involucren a la hora de preparar los menús, de ir a la compra, de hacer la comida y de poner y quitar la mesa. Asimismo, han insistido en la necesidad de que se fomenten las actividades al aire libre y el deporte entre los más jóvenes.

“Los hábitos alimenticios de la infancia son los que persisten en la vida adulta y luego ya es difícil cambiarlos. Por ello, es necesario que desde la familia se les eduque en conductas saludables, hablando con ellos y haciéndoles partícipes en la elaboración de las comidas”, ha comentado el presidente de FESNAD, Jordi Salas-Salvadó.

Estas palabras han sido corroboradas por Russolillo quien, además, ha asegurado que “se ha demostrado que estas costumbres contribuyen a que se prevengan enfermedades ya que el niño está más sano y conoce lo que debe de comer. Además, aquellos padres que llevan a sus hijos a hacer la compra adquieren productos más saludables”.

Por su parte, la vocal asesora de la Estrategia NAOS de AESAN, Teresa Robledo, ha destacado la necesidad de que las familias intenten disponer de “más tiempo” a la hora de elaborar los platos porque contribuye a tener una mejor salud alimenticia. “La familia tiene, por tanto, que tener conciencia de crear unos hábitos de vida saludable tanto en la comida como en los hábitos de vida saludable, y es que los niños aprenden a relacionarse con la comida a través de lo que ven en el hogar”, ha recalcado.

Enseñar a comer es enseñar a crecer

Asimismo, con motivo de la XI edición del Día Nacional de la Nutrición, la FESNAD y la AESAN, coorganizadores del evento, han acordado desarrollar más de 350 actividades en más de 100 ciudades españolas con el objetivo de fomentar estos hábitos saludables e informar con rigor científico sobre los temas relacionados con la nutrición y dietética. Además, con esta iniciativa se pretende alertar a las familias sobre la importancia de implicarse activamente a la hora de enseñar a comer y transmitir la cultura alimentaria, saludable y tradicional.

Para ello, han elaborado un tríptico que repartirán en hospitales, centros sanitarios, colegios, universidades así como en diferentes puntos informativos en diferentes lugares públicos, donde aparece un decálogo de cómo enseñar a comer a los más pequeños y se recuerda la importancia que tiene que se les implique en el diseño de las comidas, se les descubran nuevos sabores y texturas, se les introduzca en la cocina, se les enseñe a poner la mesa, se recupere la comida en familia y se procure que sea un tiempo de paz y no de riña.

Estas costumbres -ha comentado Robledo- son muy importantes para bajar la tasa de obesidad en España. Según el estudio ALADINO, realizado por AESAN, casi el 46 por ciento de los niños de entre 6 y 9 años tienen exceso de peso. Además, un 80 por ciento de ellos tienen el riesgo de sufrir esta enfermedad en la edad adulta.

Contrarios a gravar la comida basura

Por otra parte, respecto a la propuesta que ha realizado un grupo de expertos de la Universidad de Oxford de gravar un 20 por ciento los alimentos menos sanos -los que comúnmente se llaman “comida basura”- tal y como han hecho otros países como Francia, Dinamarca y Hungría, la vocal asesora de la Estrategia NAOS de AESAN ha advertido que para que esta medida sea efectiva es necesario que, en primer lugar, la sociedad tenga una visión “integral” del problema.

En este sentido, el presidente de FESNAD ha asegurado que sólo con esta medida “no se consigue nada” y ha recordado la necesidad de que se establezcan estrategias “múltiples que involucren a todos”. “Si no existe el múltiple abordaje del problema no lo solucionaremos. Probablemente haya más medidas impositoras y es probable que las veamos con más frecuencia pero esto de forma aislada no sirve”, ha subrayado.

Por último, el secretario general de FESNAD y presidente de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas ha avisado de que, antes de que se desarrollen estas propuestas, es necesario que España incorpore a los profesionales de la nutrición en el sistema sanitario ya que, ha matizado, es el único país de la Unión Europea que no los tiene.

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Requerimientos y necesidades nutricionales en la edad escolar

Lo que diferencia a un niño de un adulto es el crecimiento y dicho crecimiento ocurre en dos etapas diferenciadas: en la primera hay un aumento de masa corporal (aumento de células, tamaño de las células y aumento de las fibras en los espacios intersticiales) y en la segunda hay maduración de los tejidos y órganos (las células aprenden a funcionar eficazmente para desarrollar su función). Dependiendo de la etapa de la vida en la que estemos predominará una u otra.

Periodos de crecimiento

En la etapa inicial (0-2 años), de crecimiento rápido, predomina el crecimiento de masa y en la etapa escolar predominan las funciones de maduración bioquímica. No quiere decir que dejemos de crecer sino que lo hacemos más lentamente. Después llega la adolescencia en la que vuelve a predominar el aumento de ganancia de masa.

En la edad escolar crecemos lentamente y nuestros tejidos van madurando poco a poco. El aparato digestivo, excretor, hígado, etc. funcionan prácticamente igual que los de un adulto y, por lo tanto, el niño escolar es capaz de tolerar una dieta idéntica a la de los adultos en su composición de alimentos, lo que hay que modificar son las cantidades.

Ingestas recomendadas

Las primeras recomendaciones aparecieron en 1916 en el Farmers Bulletin del Departamento de Agricultura de los EEUU donde la doctora Hunt decía que “la oferta alimentaria en los niños debe no sólo cumplir las necesidades fisiológicas sino que, además, debe de estar presentada con cuidado y de manera atractiva”.

Los estudios realizados en España sobre prevalencia de obesidad dan unos resultados dispares: estudio Aladino 26,1% de sobrepeso y 19,1% de obesidad; estudio THAO 21,1% de sobrepeso y 8,2% de obesidad; y estudio Perseo 19,8% de obesidad en niños y 15% en niñas. Sin embargo las cifras son extremadamente altas y alarmantes. España está a la cabeza de Europa en prevalencia de obesidad infantil (el sobrepeso y la obesidad derivan de un desequilibrio entre gasto e ingesta).

Las recomendaciones para población española, desde 1985, son: 4-5 años 1700 Kcal; 6-9 años 2000 Kcal; 10-12 años 2450 Kcal en niños y 2300 Kcal en niñas; y 13-15 años 2750 Kcal en niños y 2500 Kcal en niñas.

En 2001 la OMS hizo una revisión de las recomendaciones de energía para todas las poblaciones basándose en los cambios culturales (menor actividad física de la población) y en los adelantos de las técnicas que medían el gasto energético. La revisión afectó a 1600 niños y niñas de entre 1-18 años de diferentes razas y niveles culturales.

Las recomendaciones son similares a las dadas en 1985 y están de acuerdo a un índice de actividad física, el PAL (número de veces que nosotros tendríamos que aumentar nuestro gasto metabólico basal para realizar una determinada actividad física), y que va de 1,44 PAL kcal/d para los más pequeños a 1,75 en los mayores. También están de acuerdo a un gasto por crecimiento que iría desde las 11 kcal/d para los más pequeños a las 29 kcal/día para los mayores. Con este gasto energético se cubriría lo que gastamos en hacer tejidos nuevos y la energía que se queda almacenada en dichos tejidos.

Si comparamos las recomendaciones con lo que realmente se está haciendo (datos de European Nutricional Health Report 2009) se puede ver que los niños en Europa comen bastantes más calorías de lo recomendado.

Si comparamos las recomendaciones con datos de estudios nacionales (estudio Enkid y estudio de Nutrición Infantil de la Comunidad de Madrid) también se observa que los niños consumen más energía de la recomendada.

La actividad física recomendada para niños es de 60 minutos/día y sólo un 24% cumplen las recomendaciones en niños de 11 años, 14% en el grupo de 13 años y sobre el 20% en el grupo de los 15 años. El resultado es que “se come mucho y nos movemos poco” por lo que no es raro encontrar las cifras de prevalencia de obesidad actuales.

¿Por qué comen tanto los niños?

Los estudios dicen que hasta los 2-3 años los niños son capaces de ajustar su ingesta a lo que necesitan, pero a medida que los niños entran en el proceso social de la comida se pierde la respuesta a los estímulos internos de hambre y la saciedad y se empieza a comer más de lo que se necesita.

El consumo de la energía debe distribuirse a lo largo del día: 25% entre desayuno y media mañana, 35% en la comida, 10% en la merienda y 30% en la cena. La tendencia actual es a eliminar el desayuno de su ingesta diaria y esto está relacionado con una mayor prevalencia de obesidad, problemas de rendimiento escolar y otras alteraciones, por lo que deberíamos revertir esa tendencia y recuperar el desayuno de mesa y mantel.

Requerimientos proteicos

Los requerimientos de proteína en España son de 30 g/d para niños entre 4-5 años, 36 g/d para 6-7 años, 41 y 43 para 10-12 años y entre 45-54 para 13-15 años.

En 2007 la OMS también revisó las recomendaciones para proteínas y dicha revisión derivó en unas cifras inferiores (15 g/d para los más pequeños y 30g/d para los mayores de 10-11 años), valores que se ponen en duda si se tienen en cuenta artículos científicos surgidos en los últimos años. Las recomendaciones de la OMS están basadas en estimaciones de balance de nitrógeno a partir de estudios realizados en adulto.

A los balances de nitrógeno se les ha achacado que se sobreestima la ingesta porque no tiene en cuenta la eficacia de absorción ni la metabolización de las proteínas, se infraestiman las pérdidas ya que no se tienen en cuenta las pérdidas por pelo, piel y esto lleva a una sobreestimación del balance lo que a su vez lleva a una infraestimación de las recomendaciones.

Algunos autores mediante la técnica de oxidación de aminoácidos han recalculado los requerimientos de proteína y aconsejan una ingesta de 43 g/d, recomendaciones un 70% superior a las que recomienda la OMS desde 2007 pero que se asemejan a las 1985 y son las recomendaciones españolas. Estas cifras proteicas suponen un 8-9% de la ingesta energética recomendada. En España la ingesta de proteínas es mucho más alta, en torno a un 15%.

Requerimientos lipídicos

Es muy importante tener en cuenta que muchos estudios estiman que aproximadamente un 22% de los niños españoles tiene niveles de colesterol sanguíneo elevados (>200 mg/dl); de estos niños un 50% necesitará tratamiento farmacológico cuando sea adulto; y en niños de 6-10 años se han detectado placas de ateroma aunque la enfermedad se manifestará de adulto.

No existen recomendaciones específicas sobre ingesta de lípidos para niños y serían las mismas que para los adultos: 35% de la energía total,

En Europa el porcentaje de lípidos se ajusta a las recomendaciones, 30-35%, y los estudios españoles dan cifras del 40% y, aproximadamente el 14% de la energía total los niños la ingieren en forma de ácidos grasos saturados.

Requerimientos de hidratos de carbono

Tampoco existen recomendaciones específicas para niños en hidratos de carbono. Entre el 50-55% de la energía total y con un máximo de 10% de azúcares simples de absorción rápida.

La mayoría de países europeos cumple estas recomendaciones y son los países mediterráneos lo que no llegan al porcentaje de hidratos de carbono. En España alcanzamos aproximadamente el 40%.

El porcentaje de sacarosa alcanza el 15,5%, mucho mayor al recomendado, y está muy relacionado con la aparición de caries dental una de las patologías más frecuentes en los niños. Hasta 25 gr de sacarosa/día se considera aceptable, pero a partir de 40 gr/d la prevalencia de caries se dispara. En España el consumo se aproxima a los 50 gr/d.

Requerimientos de fibra

En España no existen recomendaciones específicas para niños, estando las cifras en 25 gr/d. La literatura dice que los niños, a partir de los 5 años, deben consumir una cantidad de fibra que equivalga a su edad más 5 gr.

En Europa la ingesta de fibra es un poco baja y especialmente baja en el norte. En los países mediterráneos y debido al consumo de fruta se alcanzan cifras adecuadas en el consumo de fibra. Los estudios realizados en España indican que nos movemos en un consumo adecuado.

Requerimientos minerales

Son preocupantes los minerales que constituyen los huesos porque es en la edad escolar y adolescente cuando se está ganando masa ósea. También es importante el aporte de hierro ya que se gasta en crecer, formar tejidos, irrigar, vascular y formar sangre.

No existen grandes problemas en el aporte de minerales en la población ni en Europa ni en España, el gran problema es la ingesta de sodio y ya se han puesto medidas a nivel institucional para limitar su ingesta. Sólo la ingesta de hierro en niñas mayores puede llegar a ser deficitaria.

Requerimientos de vitaminas

El aporte de vitaminas es esencial ya que los niños están en una etapa de maduración y principalmente las vitaminas del grupo B que intervienen en el metabolismo energético. También la vitamina D, relacionada con una correcta absorción del calcio, tiene especial importancia.

En relación al consumo de vitaminas sólo se observan deficiencias, en toda Europa, en el consumo de vitamina D (que no se cumple en ningún país ni grupo poblacional), y la ingesta de ácido fólico. Las recomendaciones se cumplen más en niños que en niñas.

Educación nutricional

Lo más importante para cumplir con los requerimientos nutricionales es adquirir una buena educación nutricional. Los hábitos que se adquieren en cada una de las etapas de la vida influyen en la siguiente etapa de la vida. Educar nutricionalmente no es fácil ya que los hábitos saludables hay que adaptarlos a las circunstancias actuales de vida y de cada uno.

Una de las barreras que se encuentran los padres es la neofobia (miedo, desconfianza). Para intentar superar la neofobia se deben ir probando las cosas nuevas poco a poco, presentarlas de forma atractiva, dar los nuevos alimentos cuando el niño tiene más hambre e insistir día tras día. Y no hay que olvidar que el niño come por imitación.

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Presentación del libro Vive Sano. Hábitos de salud y nutrición desde la escuela

La presentación del libro Vive Sano. Hábitos de salud y nutrición desde la escuela, editado por el Instituto Tomás Pascual Sanz para la Nutrición y la Salud en colaboración con el periódico Escuela, tendrá lugar en la Asociación de la Prensa, con la participación del subsecretario del Ministerio de Educación, Fernando Benzo.

En una sociedad cada vez más desequilibrada nutricionalmente y en imparable abandono del patrón de la dieta ideal, la dieta mediterránea, se necesita un referente al que acudir para erradicar los mitos y falsedades que rodean al mundo de la nutrición. El manual Vive Sano. Hábitos de salud y nutrición desde la escuela es una apuesta por la educación integral en hábitos de vida saludable de los escolares, ya que cada día estudios y publicaciones apuntan sobre los más preocupantes trastornos alimentarios de estas tempranas edades de la población: obesidad, diabetes, anorexia o bulimia.

Los hábitos alimenticios de los niños de España han cambiado y también los de los mayores. No se trata sólo de un cambio en los usos culinarios, sino también una modificación en el estilo de vida que tiene mucho que ver con la falta de ejercicio o actividad física. La influencia de padres y educadores, la de otros niños, compañeros y amigos, y la oferta de los comedores escolares son decisivas en la adquisición de hábitos de alimentación saludables.

El libro Vive Sano. Hábitos de salud y nutrición desde la escuela consta de doce capítulos, que tratan temas de tanta actualidad como las alergias e intolerancias alimentarias, la diabetes, la epidemia de la obesidad, los trastornos del comportamiento alimentario, las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas y, con especial atención, los hábitos de vida saludables, el deporte e incluso la cocina y la gastronomía pensadas para los niños.

Instituto Tomás Pascual Sanz para la Nutrición y la Salud

Dependiente de la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara, el Instituto Tomás Pascual Sanz es una entidad sin ánimo de lucro que tiene el mandato de generar y difundir actividades de divulgación, estudio y análisis en los campos de la alimentación, la nutrición, la salud y los hábitos correctos de vida.

El Instituto Tomás Pascual Sanz transmite a la sociedad los valores de una vida saludable, difunde los adelantos tecnológicos relacionados con las ciencias de la salud y promueve el intercambio de información, generando nuevas posibilidades entre los colectivos relevantes y comprometiéndose al máximo con la sociedad científica moderna. El Instituto Tomás Pascual Sanz edita el contenido de estudios y ponencias en una numerosa biblioteca que responde a la creciente demanda sobre temas tan importantes como la nutrición, la seguridad alimentaria o la actividad física.

www.institutotomaspascual.es

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Estado de la nutrición hospitalaria en España. Documento de consenso

En el año 2004 se editó el Libro Blanco de la Desnutrición Clínica en España. Los datos publicados desde 1980 hasta 2003 mostraban una incidencia bastante elevada de desnutrición y datos muy dispares (entre 12 y 87%).

En el estudio europeo EuroOOPS (que también participó España) se destaca que la media de malnutrición al ingreso en un hospital es de un 32,6% y esto se va a asociar con mayores complicaciones, mortalidad y estancia hospitalaria.

La última newsletter que lanzó la Comunidad Europea nos indica que hay en Europa 20 millones de personas en riesgo de malnutrición y casi un 40% de enfermos sufren malnutrición en el hospital. Y en la residencia de ancianos la incidencia puede alcanzar un 60%. Viendo estos datos se decidió hacer un estudio de prevalencia de desnutrición en los hospitales españoles y los costes asociados.

Estudio Predyces

En el estudio Predyces (Prevalencia de la Desnutrición Hospitalaria y Costes Asociados en España) la prevalencia de desnutrición en general es del 23%. Si discriminamos por edad hay grandes diferencias: en los menores de 70 años es de 12,3% pero en los mayores de esa edad es de 37%. Al investigar quienes eran se vio que se trataba de mayores que ingresaban en el hospital con patología médica (no quirúrgica) sobre todo neoplásica, respiratoria y cardiovascular.

Impacto en la estancia media

Los pacientes que ingresan y no presentan marcadores de desnutrición en el cribado inicial ni cuando se da de alta tienen una estancia media de 8 días. El paciente que tiene un marcador de desnutrición al ingreso pero que somos capaces de darle de alta tratando esa malnutrición (además de la patología) tiene una estancia de 3 días más. Pero si el paciente ingresa con algún marcador de malnutrición y lo tiene también al alta, es decir somos capaces de tratar la patología de ingreso pero no la malnutrición, la estancia se prolonga un día más. Y el peor escenario sería que el paciente no llegue malnutrido y se malnutra dentro del hospital, en este caso la estancia se duplica hasta 15 días. La causa es multifactorial, pero hay un estado nutricional que se nos ha escapado y deberíamos trabajar en este sentido.

Impacto en los costes

En Europa se estima que el coste del mal estado nutricional es de 120 billones de euros. En España supone un sobrecoste.

Para la valoración nutricional se uso el NSR al ingreso y al alta. Los enfermos que no tenían desnutrición al ingreso costaban unos 7000 euros los 8 días de estancia, los que no tenían desnutrición al alta 6572. Y los que tenían desnutrición al ingreso costaban 8000 euros (el diferencial es debido a los días de más que estuvieron de estancia). Y los que tenían desnutrición al alta si no tenían desnutrición al principio costaban 6000 euros y si la tenían 9000 euros (el diferencial es mucho más elevado).

Conclusiones del estudio Predyces

-Aproximadamente 1 de cada 4 pacientes ingresados en los hospitales españoles padece de desnutrición.

-Esta condición está especialmente presente en pacientes mayores (más 70 años), que ingresan en servicios médicos con patologías neoplásicas, respiratorias o cardiovasculares.

-La principal consecuencia de la desnutrición es una mayor incidencia de complicaciones, mayor duración de la estancia hospitalaria, y un sobrecoste asociado de hasta el 50% adicional respecto a los pacientes no desnutridos.

-El peor escenario es desnutrirse durante la estancia hospitalaria.

Impacto en la mortalidad

No tenemos datos para poder hablar de mortalidad, pero si tenemos datos del Nutrition Day (Nutrition, hospital food, and in-hospital mortality), en que también participa España. Y también datos de cuidados intensivos.

Los datos globales europeos, si vemos lo que comen en el hospital y lo comparamos con la muerte en el hospital después de 30 días (día de corte, nutrition day), la mortalidad aumenta en relación exponencial e inversa con la ingesta. Si esto lo trasladamos a nuestros hospitales la situación es prácticamente la misma: si comes bien en el hospital la mortalidad va hacia la baja, pero si comes mal en el hospital la mortalidad a los 30 días será más alta.

Consenso multidisciplinar

Ante esta situación la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral (SENPE) pidió ayuda a una serie de asociaciones de pacientes y profesionales para hacer un consenso e intentar abordar entre todos el tema desde un punto de vista multidisciplinar y multiprofesional.

El documento de consenso es extenso y sus objetivos son establecer recomendaciones sobre la prevención, el diagnóstico precoz, el manejo y establecimiento de medidas de soporte, y evaluar el cumplimento de los tratamiento y su eficacia.

Recomendaciones previas al ingreso

Éstas se subdividen en cribado en el ámbito de atención primaria, de centros geriátricos y en atención primaria y residencias.

En el ámbito de atención primaria se recomienda ampliar las herramientas de cribaje, MUST y MNA SF para los ancianos. En los centros geriátricos se incidió que debía hacerse al ingreso y después con una secuencia menor de 6 meses. Y en el ámbito de atención primaria y residencia se indicó que se hiciese una valoración nutricional cuando el cribado fuese positivo.

Recomendaciones en el ingreso

Hay recomendaciones en el cribado y en el diagnóstico.

Se debe hacer un cribado, con las herramientas que se decidan, a las 24-48 horas del ingreso. Y en el diagnóstico hacer una valoración nutricional completa cuando el cribado sea positivo.

Recomendaciones durante el ingreso

Se recomienda que aunque sea negativo al ingreso hay que reevaluar.

A nivel de diagnóstico hay que usar los criterios de diagnóstico de la SENPE-SEDOM (CIE9) y después hay que hacer un seguimiento si hay desnutrición al alta y recomendamos siempre la codificación para que quede constancia e incluir el diagnóstico de desnutrición en el informe de alta.

El documentó salió publicado en el Boletín Oficial y también en la revista Nutrición Hospitalaria (la revista de la SENPE). Y en el año 2009, dentro de la codificación de la nutrición hospitalaria para el CIE 9 (Clasificación Internacional de Enfermedades) está aceptado.

Recomendaciones para intervención nutricional en pacientes con cribado o valoración nutricional positiva

Hay que valorar la ingesta, calcular los requerimientos, si la ingesta es insuficiente determinar las causas y si es insuficiente hay que enriquecer el menú -hay una amplia oferta de suplementos-, es decir suplementación nutricional si las modificaciones de la dieta no cubren las necesidades.

El siguiente paso es la nutrición enteral (acceso digestivo individualizado), y si ésta está contraindicada o es insuficiente se llega a nutrición parenteral.

Es necesario un plan multiprofesional de soporte nutricional. Monitorizar es muy importante para comprobar la eficacia. Y por último difundir y evaluar periódicamente los procedimientos.

Campaña Más Nutridos

Aprovechando que es el año del mayor con la Fundación Abbot hemos puesto en marcha la campaña Más Nutridos para mayores y enfermos.

Se ha elaborado un hexálogo que pasa por formación, evaluación, tratamiento, monitorizar, registrar y evaluar resultados.

Herramientas nutricionales

Existen muchas herramientas: MUST, NRS 2002, MNA, CONUT, FILNUT, etc.

CONUT (CONtrolling NUTritional status) es española y la usamos en nuestro hospital. Los resultados son buenos y se puede informatizar. Sin embargo la SENPE no ha llegado todavía a recomendar ninguna en concreto.

Otra herramienta en Holanda es SNAQ (Short Nutritional Assessment Questionnaire) con tres versiones: para hospitales, para residencias de ancianos, y para mayores que viven en sus casas. Este cuestionario no incluye el peso (que en determinados pacientes puede variar mucho de un día para otro) pero en enfermos no hospitalizados incluye, por ejemplo, si puede subir 15 escalones, lo que permite valorar la masa magra.

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Evitar la vida sedentaria y comprobar asiduamente el estado arterial para prevenir la hipertensión

Expertos sanitarios recomiendan evitar las comodidades de la vida sedentaria y comprobar frecuentemente el estado arterial para prevenir el riesgo de padecer hipertensión, una enfermedad silenciosa que generalmente carece de síntomas y puede provocar un ictus, arritmias, insuficiencia cardiaca, un infarto de miocardio o enfermedades cardiovasculares. Por su parte, el doctor José Antonio García Donaire, especialista en Riesgo Cardiovascular en el Hospital USP San Camilo de Madrid, ha advertido de que la hipertensión aparece cada vez antes a consecuencia del estilo de vida actual de las sociedades industriales.

“La prevalencia en España es muy elevada y en todos los países occidentales aparece antes, puesto que tenemos un mayor número de obesos y de personas con estrés, lo que adelanta la aparición de la hipertensión”, ha aclarado.

En concreto, esta enfermedad provoca entre el 40 y el 50 por ciento de las defunciones en los países desarrollados y está íntimamente ligada a la actual forma de vida. Por ello, además de la genética y la obesidad, el sedentarismo y los determinados hábitos alimenticios son las principales causas de padecer esta enfermedad.

Este experto ha asegurado también que regiones en vías de desarrollo, como África, China e India, están registrando un “crecimiento tremendo” de esta problemática así como de diabetes, pues están emulando el estilo de vida occidental.

Enfermedad asintomática

Por otro lado, García Donaire ha lamentado que la hipertensión no produzca síntomas y que “solamente” se pueda tener sospecha de esta problemática “en caso de que las cifras sean muy elevadas: por encima de 170, la máxima, y por encima de 100, la mínima”.

No obstante, ha explicado que, en ciertas ocasiones, puede advertirse de estar ante un fenómeno de estas características, si el individuo experimenta “dolor de cabeza, dificultades para concentrarse, palpitaciones, sudoración o sensación de inquietud”. Asimismo, en ocasiones el sangrado nasal es su primera manifestación.

En este sentido, los expertos recomiendan realizar hábitos higiénico-saludables para reducir el tratamiento farmacológico de la hipertensión como, por ejemplo, perder peso, caminar de 30 a 60 minutos al día y restringir la sal en la dieta. No obstante, en la mayoría de los casos es necesario un tratamiento crónico de por vida.

Adherencia al tratamiento

Por otra parte, García Donaire ha lamentado que menos del 40 por ciento de los hipertensos en tratamiento alcancen los objetivos marcados por su médico y, en este sentido, ha achacado este fenómeno a la falta de adherencia del paciente al tratamiento.

“Es fundamental que el paciente se tome todos los días la medicación, que cumpla con la dieta pobre en sal y con las pautas de ejercicio”, ha insistido este experto, quien ha reconocido que, en ocasiones, el tratamiento farmacológico trae consigo efectos secundarios, “como tos, hinchazón de piernas, diarrea, malestar general, dolor de cabeza o bajadas bruscas de tensión”.

El papel del profesional sanitario también es determinante a la hora de que el afectado cumpla con la medicación. Para ello, tiene que hacer una detección adecuada, una “elección correcta” del tratamiento, ya sea farmacológico o no, y una “evaluación amplia y detenida”. “No se debe conformar con cifras cercanas a la realidad y tiene que insistir en que el paciente alcance los objetivos correctos”, ha precisado.

Comidas bajas en sal

Este experto ha explicado que, entre las primeras pautas a seguir tras ser diagnosticada la enfermedad, se encuentra la de reducir la ingesta de sal en las comidas y la de hacer ejercicio para bajar peso, puesto que, de este modo, la tensión baja. En el caso de tener que seguir un tratamiento farmacológico, ha recomendado administrar los medicamentos de “forma correcta” y a las dosis adecuadas.

En pacientes que no responden al tratamiento, García Donaire ha señalado que existe la técnica de la denervación simpática renal. Se trata de “introducir un catéter por vía endovascular para llegar hasta las arterias renales y emitir radiofrecuencia con la que los “nervios simpáticos” se despeguen de las arterias, por lo que la presión arterial baja”, ha explicado.

Por lo general esta técnica es utilizada, “tras hacer una sectorización de todos los hipertensos”, que suelen ser “el 20 por ciento de los afectados por hipertensión resistente”, ha señalado.

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Los orígenes de la alimentación hospitalaria en el siglo XX

Hospital de beneficencia. Medicina para pobres

A finales del siglo XIX comienza a debatirse en distintos foros en EEUU y Canadá la necesidad de redefinir el modelo asistencial y económico del hospital de beneficencia tradicional.

Hasta la creación de los seguros obligatorios de enfermedad (los Sistemas Nacionales de Salud), después de la Segunda Guerra Mundial, la práctica de la medicina era una práctica comercial donde se atendía a los pacientes no según sus necesidades sino según su capacidad adquisitiva. Es decir había una medicina para ricos y una para pobres. Históricamente el hospital se identificaba con la medicina para pobres.

Las malas condiciones de estos hospitales y su inviabilidad económica eran continuamente denunciadas. Son los administradores de hospital los que de manera más eficaz van a promover un cambio agrupados en la American Hospital Association fundada en 1899, que fue la primera asociación donde se analizó no sólo la medicina que se practicaba en el hospital y su oferta asistencial, sino el hospital en sí como organización humana y material.

Llama la atención el interés demostrado por la asociación en debatir con detalle todas las cuestiones dedicadas al alojamiento; preocupación que podemos entender mejor si tenemos en cuenta que un motor fundamental en el desarrollo de este movimiento hospitalario, que pretendía perfilar el hospital moderno, es lo que un historiador llamó la revolución del paciente privado, es decir la auténtica revolución que supondría para el hospital de beneficencia incorporar a las clases medias.

Había una convicción entre los miembros de la asociación de que el hospital de pobres, público o mantenido por caridad privada, sólo podría sobrevivir si era capaz de crear una oferta atractiva para las clases medias que pagando por acto de servicio médico y alojamiento contribuyeran a su mantenimiento.

Primer Congreso Internacional de Hospitales

Se plantearon dos reuniones internacionales preparatorias del que sería en 1929 el Primer Congreso Internacional de Hospitales. España, que había permanecido al margen de estas reuniones preparatorias, participó en el congreso y significó la presentación del nuevo modelo hospitalario americano a Europa. Los representantes oficiales españoles fueron los que estaban organizando en ese momento la Casa de Salud Valdecillas en Santander.

Aparición de los Departamentos de Dietética

En este contexto general debemos entender la aparición de los departamentos de dietética y la alimentación científica en los hospitales de la primera mitad del siglo XX.

En Canadá y EEUU en los años 30 el departamento de dietética, bajo el control de una dietista, se convirtió en un rasgo distintivo del hospital moderno. ¿Y cómo se justificó la presencia de este nuevo departamento en el hospital? Por razones científicas relacionadas con el desarrollo de la ciencia de la nutrición, pero también por razones económicas. El interés mostrado por los médicos y por la dirección del hospital en los logros científicos de las dietistas fue generalmente de carácter retórico, sin embargo las ventajas económicas de un buen servicio de catering, la satisfacción de los clientes de clase media y un control más eficaz sobre el presupuesto, fueron tenidos en una mayor consideración.

La alimentación hospitalaria también jugó un papel importante en la política sexual de la nueva institución. La comida era un “asunto de mujeres” y la principal mercancía con la que negociar en las estrategias que las mujeres desarrollaron para redefinir espacios de poder en la estructura material y conceptual del hospital moderno.

En 1914 The Modern Hospital, la revista oficial del American Hospital Association, ofrecía una serie de artículos sobre eficacia hospitalaria y en uno de ellos un influyente médico de la asociación, y editor de la revista, abordó los problemas de la alimentación en el hospital. En su artículo se quejaba duramente de la falta de dietistas competentes en EEUU y esbozaba cuál debía de ser el papel de la dietista de hospital. La dietista ideal, desde su punto de vista, sería una mujer a cuyo cargo estarían tres tareas distintas y relacionadas. En primer lugar la de ser capaz de entender las instrucciones dadas por el médico, en segundo lugar ponerlas en práctica en la cocina, y en tercer lugar dar de comer al paciente.

Funciones de la dietista

Sin embargo, en esos mismos años podemos encontrar un relato bien distinto de cuáles eran esas funciones de la dietista ideal si seguimos el ofrecido por las propias dietistas agrupadas desde 1917 en la American Dietetic Association. Según la asociación de dietistas, la dietista era una mujer que idealmente desarrollaría una triple actividad: una labor administrativa sobre el servicio general de comidas, una labor terapéutica con dietas científicamente diseñadas según las necesidades de cada paciente, y una labor educativa dirigida a las estudiantes de Enfermería, Dietética y Medicina.

La estandarización de la formación científica de los dietitas ayudó a asegurar una mayor evaluación de sus servicios en el mundo hospitalario. De hecho, la creciente complejidad del mundo de la nutrición y sus usos terapéuticos fueron una parte importante de la retórica usada por las dietistas para justificar su presencia en el hospital. Sin embargo, el control sobre la provisión de alimentos, su preparación y su distribución fueron los elementos que jugaron una baza más importante en este reconocimiento.

De modo general en los años entre guerras, se pueden reconocer tres localizaciones hospitalarias distintas desde donde las dietistas desarrollaron distintas estrategias para definir su profesión en el mundo del hospital: la cocina dietética, la cocina general y la oficina administrativa.

En los años 30 cuando las dietistas trazan un recuento de su propia historia ven estos tres espacios como una secuencia temporal indicativa de una línea de progreso en sus aspiraciones profesionales.

En los hospitales más grandes con mayor especialización de funciones, las dietistas realizaban su actividad en la cocina dietética, pero este servicio era criticado por las propias profesionales por entender que hablar de cocina dietética en ese momento era un eufemismo de la cocina de los pacientes ricos.

Sobre la labor científica real que las dietistas realizaban es muy ilustrativo el estudio que publicó en 1923 Effie Raitt, dietista y directora del departamento de Home Economics de la Universidad de Washington. Este estudio reflejaba que los médicos trabajaban con las dietistas de cuatro maneras distintas: unos daban sus órdenes sobre dietas especiales en forma de alimentos (por ejemplo especificando si el paciente debía de tomar leche, cereales, carne, etc.); otros lo hacían especificando sus componentes (cantidad de proteínas, carbohidratos, etc.); otros recomendaban dietas ya establecidas (dieta líquida, dieta sin sal, etc.); y por último, otros indicaban a la dietista el diagnóstico del paciente y le pedían que diseñase la dieta más adecuada. Esta última era la opción menos utilizada y la recomendación de dietas ya establecidas era el procedimiento normal.

Ante las dificultades para poner en práctica su formación científica en la cocina dietética las dietistas buscaron nuevos caminos que justificasen su posición en el hospital. Y así las puertas de la cocina dietética se abrieron a las de la cocina general.

Se habla del hospital como una empresa y se perfila la dietista como la mujer que con una planificación científica de las comidas va a ser capaz de garantizar la satisfacción del cliente y conseguir un beneficio para la economía del hospital, cocinando más barato y reduciendo el despilfarro de las sobras. Para la dietista su presencia en la cocina general significaba asegurarse una posición más relevante en la organización hospitalaria. Desde la cocina general insistieron en que su tarea sólo podría ser realizada adecuadamente si una dietista como directora del departamento de nutrición tuviera poder para controlar todos los aspectos de intendencia, desde la compra de provisiones hasta la eliminación de basuras.

El modelo hospitalario americano, concebido cada vez más como un negocio con el objetivo de atraer a pacientes privados de clases medias, contrastaba con el hospital europeo basado en financiación pública o filantrópica, lo que hace que los temas de alojamiento y atención al pacientes tuvieran planteamientos completamente diferentes.

Una imagen general de estas diferencias puede obtenerse en las páginas de Nosokomeion, la revista de la Asociación Internacional de Hospitales. En su reunión de Viena de 1931 reconoció la necesidad de que el hospital general contase con un departamento de Dietética y estableció un comité permanente de estudios sobre dietética hospitalaria en el seno de la asociación. No todos los miembros de la asociación estaban de acuerdo en que existiera un departamento de dietética con una dietista a la cabeza y que además cumpliera una triple función administrativa, terapéutica y docente. El objetivo fundamental que perseguía el comité de alimentación de la Asociación Internacional de Hospitales era lograr el reconocimiento de la ciencia de la nutrición y de su valor terapéutico en la práctica hospitalaria, es decir equiparar la terapia a través de la alimentación a la farmacoterapia y otras terapias. Y lo que se buscaba es que el control estuviese en manos de los médicos lo que aseguraría una mayor presencia de los médicos en la organización administrativa del hospital que estaban siendo desplazados por los administradores hospitalarios.

Casa de Salud Valdecilla

España no fue una excepción en el panorama europeo y la dietista estaba también ausente de la escena hospitalaria. En los años de entre guerras el hospital público español era de beneficencia y se mantenía con financiación estatal o de donaciones. La idea de conseguir una financiación mixta permanecía alejada con una excepción significativa la Casa de Salud Valdecilla de Santander.

Las especiales circunstancias que llevaron a la creación de ese hospital también promovieron un acercamiento novedoso al tema de la alimentación. El análisis de los alimentos consumidos en el hospital formó parte de una nueva visión de la institución y del intento de crear una nueva cultura hospitalaria en España. El proyecto que comenzó en 1926 como la creación de un nuevo hospital de beneficencia que sustituyera al antiguo fue transformado en algo diferente por su principal benefactor Ramón Pelayo, primer marqués de Valdecilla. Bajo la dirección del neuropsiquiatra Wenceslao López Albo el nuevo hospital abrió sus puertas en 1929 prometiendo cumplir cuatro funciones ajenas al hospital de beneficencia tradicional: atención a todas las clases sociales, docencia a médicos internos y enfermeras, investigación clínica y experimental, y labor preventiva. Así nacía con vocación de centro de asistencia sanitaria radicalmente nuevo y exótico en el panorama nacional. Sólo en este contexto puede entenderse por qué y cómo la Casa de Salud Valdecilla adoptó un programa de análisis de alimentos en un país donde la queja habitual era la falta de comida en los hospitales públicos.

En la Casa de Salud la alimentación tuvo un significado doble y complementario. Por un lado un buen servicio de comidas era necesario para promover una nueva imagen de hospital que siendo mixto, público y privado, pretendía financiarse con las apariciones privadas. Por otro lado el análisis de alimentos apoyaba la imagen de una organización hospitalaria diseñada científicamente hasta en los últimos detalles. El diseño científico de la cocina del hospital destacaba como un poderoso agente publicitario. Caracterizada como higiénica y racional por el arquitecto responsable de su diseño, la cocina fue descrita en el mismo tono y las mismas páginas donde cada jefe de departamento describía su servicio médico. La comida desaparecida como un problema administrativo, objeto de escasez y racionamiento, para convertirse en objeto de estudio científico en el laboratorio.

Uno de los rasgos característicos de la Casa de Salud que mayor repercusión tuvo fue la oferta de un programa de especialización de postgrado para jóvenes licenciados, algo inédito en España.

Isabel Torres fue la encargada de llevar a cabo la investigación sobre los alimentos consumidos en la Casa de Salud. Torres solicitó su incorporación al programa de especialización como alumna interna en el servicio de Química. Su CV fue suficiente para conseguir su aceptación, sin embargo su sexo condicionó su adscripción a la Casa y la naturaleza de su proyecto de investigación.

Bajo la dirección del jefe de servicio comenzó a analizar el valor nutricional de la comida consumida como tema de investigación para su tesis doctoral. El objetivo era proveer al médico de una herramienta que pudiera ser usada para establecer una dieta apropiada para los pacientes dentro y fuera del hospital. La investigación de Torres fue de gran interés para el hospital, la nueva alimentación de los pacientes apoyada en sus datos científicos supuso un punto de ruptura con el manejo habitual de la alimentación en los hospitales de beneficencia.

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Comer en la salud y en la enfermedad

Cuando hablamos de salud pensamos sólo en la ausencia de enfermedad pero el concepto de salud es más complicado (estado de bienestar físico, mental y social).

La meta no sólo es aumentar la esperanza de vida sino mejorar sustancialmente la calidad de vida.

Entre la salud y la enfermedad hay un continuo, entre medio hay una zona difícil de delimitar. Lo que está claro es que, sea cual sea nuestra situación, tenemos que alimentarnos correctamente y que no es una tarea fácil porque hay muchos determinantes de salud.

Algunos determinantes de salud como los factores genéticos no los podemos modificar, pero sí podemos actuar sobre el medio ambiente (procurando un entorno más saludable), en el sistema sanitario y, sobre todo, en los estilos de vida.

En este momento el grueso del coste del sistema sanitario se destina a tratar las enfermedades, pero esta situación se debe cambiar e invertir más en modificar los estilos de vida.

Se ha producido un significativo incremento de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). La principal causa de muerte es la enfermedad cardiovascular, la segunda es el cáncer, y la obesidad y diabetes como nexo común.

Hay tres factores de riesgo que tienen mayor influencia negativa en las patologías crónicas: el tabaquismo, el sedentarismo y la alimentación inadecuada. Y sabemos que mejores estilos de vida van a asociarse con un óptimo nivel de salud física y mental.

En cuanto a la alimentación tenemos un patrón de referencia, la dieta mediterránea: que sea suficiente (en energía y nutrientes), equilibrada, variada y que se adapte a los requerimientos y condiciones de cada persona. La variedad de alimentos, texturas, colores y sabores nos permite una mejor aceptación de las comidas.

Preocupación por la alimentación

La salud es una de las principales preocupaciones de las sociedades desarrolladas. Más del 70% de los consumidores se preocupa más hoy por su alimentación que hace cinco años.

Para el consumidor, la alimentación ha evolucionado desde la supervivencia, el placer, la seguridad, hasta una demanda de salud. Paralelamente, la industria ha pasado por una necesidad de productividad, calidad, seguridad y salud.

Para el consumidor cuenta todo lo que tiene que ver con el placer, el precio, el tiempo que lleva conseguirlo y cocinarlo, pero al final lo que más cuenta es el sabor.

Sin embargo la situación puede cambiar, hay estrategias de salud pública y podemos lo conseguir, si somos capaces de informar de forma rigurosa y convincente, si el nivel de educación es alto, si usamos siempre resultados constatables, si hacemos estrategias de difusión y educación continuadas.

Malnutrición relacionada con la enfermedad

En presencia de una enfermedad la situación cambia mucho. Conseguir un equilibrio entre lo que se necesita y lo que se aporta es más complicado que en situación de salud.

Hay unos grupos de riesgo: las personas solas, que consumen drogas, población marginal e inmigrantes, niños y mujeres gestantes, pero sobre todo los enfermos hospitalizados o en instituciones, y los ancianos.

La desnutrición se define como una pérdida de peso involuntaria (superior al 10%, con albúmina sérica inferior a 3,2 g/dl). Y se producen alteraciones anatómicas y funcionales.

Una pérdida de peso rápida del 5 al 10% produce alteraciones funcionales en muchos órganos. Una pérdida de peso entre el 35-40% se asocia con una mortalidad del 50%. Cualquier pérdida de peso en un paciente anciano tiene importancia clínica (incluso un 5 %).

Cuando se hace un ayuno completo la supervivencia está en torno a los 60 días, pero cuando se junta el ayuno -o semiayuno- y la enfermedad los cambios metabólicos hacen que la situación se compense muy mal y aceleramos el proceso hacia la muerte.

Consecuencias de la desnutrición. Pérdida de masa magra y complicaciones

En los niños lo primero que se para es el crecimiento y el desarrollo. Y en general hay alteraciones del sistema de defensa, todo tipo de infecciones y finalmente la muerte.

En primer lugar hay un deterioro del estado mental (apatía y depresión). El paciente pierde el interés por su enfermedad y su vida. Esta debilidad induce una disminución del autocuidado y esto genera una dificultad para comer. Después va afectando a todos los órganos: respiratorio, cardiaco y tracto digestivo; disminuye la movilidad y aumenta el riesgo de complicaciones tromboembólicas y úlceras por presión. Hay un deterioro del sistema inmune, con mayor predisposición a las infecciones. Así como un retardo en la curación de heridas.

Esto sucede en todos los grupos de enfermos: cirugía, cardiópatas, pacientes pulmonares, gastrointestinales, con sida, cáncer, enfermos neurológicos, críticos, renales…

Y en todos ellos aumenta la incidencia de complicaciones, aumenta la mortalidad, hay un retraso en la recuperación de la enfermedad, disminuye la calidad de vida, y efecto inhibitorio sobre el crecimiento y desarrollo.Todo ello genera una serie de costes asociados que suponen mucho dinero.

Además se crea un círculo vicioso desnutrición-enfermedad que sin intervención es irreversible.

Causas de desnutrición

La causa es todo aquello que dificulta la ingesta. La anorexia es fundamentalmente la causa más importante (cuando uno deja de estar en su medio habitual, no está en su casa, en su mesa), también la dificultad para tragar, la incapacidad para una alimentación independiente, la dentadura en mal estado, las causas médicas, el metabolismo modificado y las pérdidas anormales de todo tipo (diarrea, vómitos, fistulas, quemados, úlceras, osteomías, interacciones farmacológicas).

Hay que recordar el aumento de necesidades nutricionales asociadas a esta situación metabólica, necesitamos comer mejor.

Hay causas relacionadas con la enfermedad y el paciente que no podemos evitar, pero en cambio si podemos hacer mucho respecto a los factores institucionales: mejorar los servicios de alimentación y los profesionales que intervienen en el tratamiento nutricional que no son sólo los que llevan el servicio de nutrición.

Resolución ResAP(2003) del Consejo Europeo

En el año 2003 un documento del Consejo Europeo nos recuerda que el acceso seguro y garantizado a los alimentos es un derecho humano fundamental, por lo tanto también tiene que serlo para el paciente hospitalizado; que hay que tener en cuenta los efectos beneficiosos que un servicio de alimentación y una atención nutricional hospitalarios adecuados tienen en la recuperación de los pacientes; el número inaceptable de pacientes hospitalizados desnutridos en Europa; y que la desnutrición de los pacientes hospitalizados se asocia con estancias hospitalarias más largas, una rehabilitación prolongada, una menor calidad de vida y costes sanitarios innecesarios.

Por todo ello debemos tomar medidas que van dirigidas a cinco aspectos fundamentales: valoración y tratamiento nutricional en los hospitales, personal de atención nutricional, prácticas del servicio de alimentación, comida de hospital y economía sanitaria.

Métodos de Cribado y de Valoración Nutricional

Cada centro usa su método de cribado. El tratamiento nutricional tiene que estar bien organizado en cada centro.

La alimentación por vía oral deberá ser siempre la primera opción. Los suplementos no se deberán utilizar para sustituir a una adecuada ingesta de alimentos ordinarios, y sólo se empleará cuando existan indicaciones médicas evidentes.

Respecto al soporte nutricional artificial se debe estar preparado para hacer los tratamientos en el hospital y en domicilio del paciente con protocolos bien organizados.

Personal de atención nutricional

Distribuir responsabilidades de la atención nutricional en los hospitales es importante, hacen falta equipos de nutrición donde todos los profesionales puedan trabajar en equipo. Y también es necesario acreditar estas actividades con calidad.

El hospital La Paz tiene una unidad de Nutrición Clínica y Dietética desde el año 1988 con diferentes profesionales y colaboramos con el servicio de hostelería con reuniones mensuales a través de una comisión de alimentación. También hay una comisión de nutrición, de calidad del hospital, donde están representadas todas las aéreas.

Hay un Real Decreto del año 2003 y en anexo II se definen las unidades asistenciales y se reconoce expresamente la existencia de unidades de nutrición y dietética, y dice que bajo la responsabilidad de un facultativo está la adecuada nutrición de los pacientes ingresados, y los que precisan continuar el tratamiento tras el ingreso. También hay que decidir quién debe recibir tratamiento nutricional, qué tipo, durante cuánto tiempo, y cómo se evalúa el tratamiento, etc.

Los contenidos de la cartera de servicios son: Dietética en primer lugar, valoración y diagnóstico nutricional, nutrición artificial, áreas de consultas externas, pacientes que ingresan a cargo y cribado de malnutrición.

Conclusiones

-Todos los pacientes tienen el derecho a que sus necesidades nutricionales se cubran satisfactoriamente durante su hospitalización.

-Una nutrición óptima es un requisito previo para el efecto óptimo del tratamiento que se ofrece al paciente, por lo tanto el número de pacientes con buen estado nutricional es un indicador básico de la calidad del cuidado ofertado en el hospital.

-Desde una perspectiva sanitaria y económica, el hospital que trata a los pacientes mejor nutridos es el más rentable.