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Una proteína, clave de la sensibilidad al sabor amargo

Nuevos hallazgos, publicados en la revista PLoS ONE, podrían explicar por qué algunas personas son particularmente sensibles a los sabores amargos.

“Las diferencias individuales de los genes responsables del gusto pueden explicar por qué algunas personas son hipersensibles a ciertos sabores”, explica el doctor Huang Liquan, biólogo molecular del Monell Center. “Nuestros hallazgos también sugieren que los medicamentos que causan distorsiones del gusto en los pacientes que informan de sabores desagradables pueden estar interfiriendo con las proteínas del gusto. Si es así, podría ser posible desarrollar formas de minimizar estos efectos secundarios desagradables, importantes obstáculos para el cumplimiento del paciente”.

Al beber agua tónica, las moléculas de quinina activan las células receptoras del gusto. A continuación, las células activadas envían mensajes que indican al cerebro que la tónica es amarga. Los mecanismos que activan las células gustativas se conocen bien, al menos para los sabores dulce, amargo y umami.

Los investigadores querían saber cómo se desactivan las células gustativas. Cuando una molécula dulce, amarga o umami interactúa con un receptor en la superficie de una célula del gusto inicia una cascada de eventos moleculares en la célula. Uno de estos eventos implica un aumento en la cantidad de calcio en la célula, lo que hace que la célula gustativa envíe un mensaje al cerebro. Sin embargo, poco se sabía acerca de cómo deja la célula de enviar este mensaje.

En el estudio, los investigadores utilizaron varios enfoques para identificar una proteína llamada Serca3 y demostraron que juega un papel importante en la señal del sabor amargo. “Este nuevo conocimiento nos ayuda a entender más a fondo cómo se controlan las sensaciones del gusto”, dice Huang, “tanto la iniciación como la terminación de éste contribuyen a la forma en que lo percibimos”.

Para demostrar la influencia de Serca3, los investigadores informaron de que los ratones criados para carecer del gen Serca3 eran más sensibles al sabor amargo y les parecía más desagradable. Sin embargo, los ratones sin Serca3 también respondieron a los sabores dulce y umami con más intensidad en comparación con los ratones normales. La proteína ayuda a poner fin a las señales de sabor amargo eliminando el calcio desde la célula, lo que hace que ésta deje de emitir señales.

Huang y sus colaboradores sospechan que otro miembro de la familia de proteínas Serca puede funcionar de una manera similar en las células del gusto dulce y umami. Estudios futuros investigarán la implicación de este componente, Serca2, en la regulación de la percepción de estos sabores.

desayuno, galletas, cereales

Leche, galletas y cerales, el desayuno más popular

desayuno, galletas, cerealesEl estudio ha puesto de manifiesto que el 96 por ciento de los escolares desayuna y, por tanto, que aun hay un cuatro por ciento que no lo hace. Por otro lado a media mañana, durante el descanso escolar el 80,7 por ciento de los escolares consumen algún alimento.

Considerando conjuntamente ambas ingestas, la del desayuno y la de media mañana, el 77,8 por ciento de los escolares realiza ambas; mientras que otro 18,2 por ciento sólo desayuna y no toma nada durante el recreo. El restante cuatro por ciento se divide entre un preocupante 1,1 por ciento que no come nada durante toda la mañana hasta la hora de la comida y un 2,9 por ciento que no toma nada hasta la hora del recreo (y por tanto, que asiste a las primeras horas de clase en ayunas).

Los alimentos consumidos

Durante el desayuno, la leche o los lácteos están presentes de manera prácticamente universal: globalmente el alimento más consumido es la leche, bien sola (44,6 por ciento), bien chocolateada (47,1 por ciento) seguida por las galletas y por los cereales de desayuno. Así pues, los desayunos más habituales combinan la leche o los lácteos con otra categoría de producto, sean galletas, cereales, pan o una pieza de bollería. La fruta tiene una presencia muy limitada y se toma generalmente en forma de zumo.

Los alimentos consumidos a media mañana constituyen un complemento a la ingesta del desayuno propiamente dicho. Lo más habitual es que se tomen bocadillos (39,7 por ciento), zumos (37,1 por ciento) así como algún lácteo (21,6 por ciento) y fruta (14,4 por ciento).

Respecto a la ingesta global de la mañana (desayuno + a media mañana), la leche o los lácteos están presentes en más de 9 de cada 10 ingestas de la mañana (93,5 por ciento) seguida por los bocadillos (37,4 por ciento), los zumos (37 por ciento), las galletas (35 por ciento) y los cereales (29 por ciento). Sólo consumen fruta propiamente dicha un 15,7 por ciento de los encuestados.

Las ingestas típicas combinan los alimentos más habituales: leche o lácteos con galletas o con cereales; o bien leche con galletas y un bocadillo; o leche con galletas y un zumo. La otra opción más habitual durante las mañanas es leche sola y un bocadillo.

Desde un punto de vista global vemos que el 91,5 por ciento de todos los escolares toman algún lácteo, el 82,8 por ciento toma algún cereal (si incluimos la bollería el porcentaje aumenta al 91,7 por ciento) mientras que apenas hay presencia de fruta en la mitad de las ingestas previas a la comida.

Opiniones sobre el desayuno

Los escolares admiten de manera prácticamente universal (98,1 por ciento) que es importante desayunar todos los días y a casi 9 de cada 10 les gusta tomarlo. Por lo que respecta a las valoraciones del desayuno, en un primer nivel se justifica que guste o no desayunar simplemente por el hecho de tener hambre (al haber pasado muchas horas sin comer) o de no tenerla (aún).

Centrándose en el detalle, del desayuno se valoran sus efectos beneficiosos a primera hora y su contribución a sentirse física e intelectualmente mejor ya desde el mismo momento de desayunar. A la mayoría también le gustan los alimentos que suele tomar.

En la vertiente negativa, desagrada del desayuno que debe tomarse con prisas, poco después de levantarse de modo que se asocia a un estado somnoliento. Asimismo, la ración del desayuno se describe con frecuencia como poco sabrosa (comparada con otras comidas) y con poca variación.

Recomendaciones

Un desayuno agradable que aporte en torno al 20 por ciento de las necesidades energéticas diarias y que contemple la existencia de una pequeña colación a media mañana puede inducir un mejor perfil nutricional en la ingesta total diaria de la población infantil y juvenil.

Aunque en los últimos 20 años hemos aumentado considerablemente el porcentaje de población consumidora de la ración del desayuno, continúa siendo necesario mantener el esfuerzo por reducir los porcentajes de población que aun prescinden del mismo. Conjuntamente con este esfuerzo, también seria deseable tratar de incidir en una mayor adecuación de su composición, incorporando en mayor medida alimentos del grupo de las frutas y (en menor medida) de los cereales, así como incidir en las cantidades dietéticamente adecuadas, según los expertos.

Hacer de esta primera ración una experiencia satisfactoria exige crear las condiciones adecuadas para el mismo: dedicarle un tiempo suficiente, llevarlo a término en compañía (lo que estimula un consumo más adecuado) y atender a la preparación y a la variedad de alimentos en un marco agradable y familiar.

Aunque a menudo las prisas y las ocupaciones favorecen que estos aspectos se descuiden, especialmente en la primera comida del día, el tema es importante si el niño tiene que sentarse solo en la mesa, sin compañía, y considerando, además, que dedicar el tiempo suficiente para el desayuno demanda levantarse con suficiente antelación lo que conlleva haberse acostado a la hora adecuada.

En esta tarea de promoción es preciso que los poderes públicos competentes y las entidades preocupadas por la alimentación de niños y jóvenes mantengan el énfasis en la mejora de los hábitos alimentarios en el desayuno como elemento clave en la mejora de las potencialidades de nuestros hijos.

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Las fresas fortalecen los glóbulos rojos

Hasta ahora los científicos han tratado de confirmar la capacidad antioxidante de las fresas mediante experimentos in vitro en el laboratorio. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de la Marche (UNIVPM, en Italia) y de la Universidad de Granada (UGR) lo ha demostrado “en vivo” con personas, según publican en la revista Food Chemistry.

Los científicos han suministrado a 12 voluntarios sanos 500 gramos diarios de fresas (de la variedad “Sveva”) a lo largo de cada jornada. Durante 16 días se han tomado muestras de sangre: a los 4, 8, 12 y 16 días, y un mes más tarde. Los resultados revelan que el consumo regular de esta fruta puede mejorar la capacidad antioxidante del plasma sanguíneo y la resistencia de los glóbulos rojos a su hemolisis (fragmentación) oxidativa.

“Hemos averiguado que algunas variedades de fresas aportan mayor resistencia de los eritrocitos frente al estrés oxidativo, lo que puede ser de gran valor si se considera que este fenómeno desencadena graves patologías”, destaca el autor principal del trabajo, Maurizio Battino, de la UNIVPM.

El equipo analiza ahora las variaciones cuando se ingiere menos cantidad de fresas (el consumo habitual suele ser una copa al día con 150 o 200 g). “Lo importante es que formen parte de una dieta sana y equilibrada, dentro de las cinco raciones diarias de frutas y verduras”, apunta Battino.

En busca de la variedad más antioxidante

“En el laboratorio también se están analizando diferentes variedades de fresas, ya que cada una tiene su propias cantidades y proporciones de antioxidantes”, explica José Luis Quiles, el participante español en el estudio e investigador de la UGR.

El organismo cuenta con un amplio arsenal de mecanismos antioxidantes, que actúan a diversos niveles y son de diversa naturaleza. Pueden ser herramientas celulares que reparan el material genético cuando es oxidado, o moléculas fabricadas por nuestro organismo o ingeridas a través de la dieta que neutralizan los radicales libres. Las fresas presentan gran cantidad de compuestos fenólicos, como los flavonoides, que ejercen como estos antioxidantes.

Leche y soja pueden servir para bajar la presión arterial

Los resultados del estudio sugieren que, “reemplazar en parte los carbohidratos refinados por alimentos o bebidas de alto contenido en proteína de soja o leche, puede ayudar a prevenir y tratar la presión arterial alta”, afirma el doctor Jiang He, epidemiólogo de la Tulane University School of Public Health and Tropical Medicine en Nueva Orleans e investigador principal del estudio. Este estudio clínico es el primero en documentar que la proteína de la leche disminuye la presión arterial de las personas con pre-hipertensión y una presión arterial en grado 1 (leve).

Los participantes que tomaron un suplemento de proteína de leche presentaron una presión arterial sistólica 2,3 mmHg más baja que cuando tomaron un suplemento de hidratos de carbono refinados. Los participantes que tomaron un suplemento de proteína de soja también presentaron una presión arterial sistólica un 2,0 mmHg más baja en comparación con el suplemento de hidratos de carbono refinados.

La presión arterial sistólica es el mayor número en una lectura de presión arterial y mide de la presión cuando el corazón se contrae. Los suplementos de hidratos de carbono refinados no mostraron ejercer ningún cambio en la presión arterial sistólica.

Los 352 adultos del estudio tenían un mayor riesgo de presión arterial alta o ya experimentaban un grado leve de la enfermedad. Estudios anteriores han demostrado que una dieta rica en productos lácteos bajos en grasa reduce la presión arterial. Casi 75 millones de estadounidenses tienen presión arterial alta, el “asesino silencioso”, que puede causar ataques al corazón, insuficiencia cardíaca, accidentes cerebrovasculares, daño renal y otras condiciones potencialmente fatales.

“Algunos estudios previos sobre la ingesta de hidratos de carbono sugieren de forma inconsistente que una dieta alta en carbohidratos podría ayudar a reducir la presión arterial”, señala Jiang He. “Por el contrario, nuestro ensayo clínico compara directamente la proteína de soja con proteínas de la leche en la presión arterial, y muestra que ambas son más beneficiosas para el estado de la presión arterial que los hidratos de carbono”, afirma el investigador.

Los participantes tenían 22 años de edad o más, un rango de presión arterial sistólica de 120 a 159 mmHg y una presión arterial diastólica de 80 a 95 mmHg. Algunos participantes fueron seleccionados al azar a tomar 40 gramos de proteína de soja, proteína de leche o un suplemento de hidratos de carbono refinados al día, durante ocho semanas. Los suplementos utilizados fueron formulados de manera que permitió a los investigadores comparar los efectos de la proteína de soja, la proteína de la leche y los hidratos de carbono refinados complejos sobre la presión arterial, sin cambiar el sodio, el potasio y el calcio.

Cada fase de ocho semanas fue seguida de un periodo de tres semanas en el que los participantes del estudio no tomaron los suplementos. Los suplementos se presentaban en un formato idéntico, polvo disuelto en un líquido.

Se realizaron lecturas de la presión arterial tres veces en cada una de las dos visitas clínicas, antes, y dos visitas clínicas cada fase de ocho semanas, después. Los resultados del estudio no mostraron una disminución de la presión arterial diastólica.

“Las diferencias de presión arterial sistólica que encontramos son pequeñas para el individuo, pero son importantes para la población”, afrima He. Según investigaciones previas, una disminución de 2 mmHg en la presión arterial sistólica podría conducir a un seis por ciento menos de muertes relacionadas con accidentes cerebrovasculares, un cuatro por ciento menos de muertes por enfermedades del corazón y una reducción del tres por ciento en la mortalidad general entre los estadounidenses.

Serán necesarios estudios a largo plazo para hacer recomendaciones específicas de cambios en la dieta.

Leche y soja pueden servir para bajar la presión arterial

Los resultados del estudio sugieren que, “reemplazar en parte los carbohidratos refinados por alimentos o bebidas de alto contenido en proteína de soja o leche, puede ayudar a prevenir y tratar la presión arterial alta”, afirma el doctor Jiang He, epidemiólogo de la Tulane University School of Public Health and Tropical Medicine en Nueva Orleans e investigador principal del estudio. Este estudio clínico es el primero en documentar que la proteína de la leche disminuye la presión arterial de las personas con pre-hipertensión y una presión arterial en grado 1 (leve).

Los participantes que tomaron un suplemento de proteína de leche presentaron una presión arterial sistólica 2,3 mmHg más baja que cuando tomaron un suplemento de hidratos de carbono refinados. Los participantes que tomaron un suplemento de proteína de soja también presentaron una presión arterial sistólica un 2,0 mmHg más baja en comparación con el suplemento de hidratos de carbono refinados.

La presión arterial sistólica es el mayor número en una lectura de presión arterial y mide de la presión cuando el corazón se contrae. Los suplementos de hidratos de carbono refinados no mostraron ejercer ningún cambio en la presión arterial sistólica.

Los 352 adultos del estudio tenían un mayor riesgo de presión arterial alta o ya experimentaban un grado leve de la enfermedad. Estudios anteriores han demostrado que una dieta rica en productos lácteos bajos en grasa reduce la presión arterial. Casi 75 millones de estadounidenses tienen presión arterial alta, el “asesino silencioso”, que puede causar ataques al corazón, insuficiencia cardíaca, accidentes cerebrovasculares, daño renal y otras condiciones potencialmente fatales.

“Algunos estudios previos sobre la ingesta de hidratos de carbono sugieren de forma inconsistente que una dieta alta en carbohidratos podría ayudar a reducir la presión arterial”, señala Jiang He. “Por el contrario, nuestro ensayo clínico compara directamente la proteína de soja con proteínas de la leche en la presión arterial, y muestra que ambas son más beneficiosas para el estado de la presión arterial que los hidratos de carbono”, afirma el investigador.

Los participantes tenían 22 años de edad o más, un rango de presión arterial sistólica de 120 a 159 mmHg y una presión arterial diastólica de 80 a 95 mmHg. Algunos participantes fueron seleccionados al azar a tomar 40 gramos de proteína de soja, proteína de leche o un suplemento de hidratos de carbono refinados al día, durante ocho semanas. Los suplementos utilizados fueron formulados de manera que permitió a los investigadores comparar los efectos de la proteína de soja, la proteína de la leche y los hidratos de carbono refinados complejos sobre la presión arterial, sin cambiar el sodio, el potasio y el calcio.

Cada fase de ocho semanas fue seguida de un periodo de tres semanas en el que los participantes del estudio no tomaron los suplementos. Los suplementos se presentaban en un formato idéntico, polvo disuelto en un líquido.

Se realizaron lecturas de la presión arterial tres veces en cada una de las dos visitas clínicas, antes, y dos visitas clínicas cada fase de ocho semanas, después. Los resultados del estudio no mostraron una disminución de la presión arterial diastólica.

“Las diferencias de presión arterial sistólica que encontramos son pequeñas para el individuo, pero son importantes para la población”, afrima He. Según investigaciones previas, una disminución de 2 mmHg en la presión arterial sistólica podría conducir a un seis por ciento menos de muertes relacionadas con accidentes cerebrovasculares, un cuatro por ciento menos de muertes por enfermedades del corazón y una reducción del tres por ciento en la mortalidad general entre los estadounidenses.

Serán necesarios estudios a largo plazo para hacer recomendaciones específicas de cambios en la dieta.

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Las claves en la prevención de la longevidad

Durante su conferencia Factores antioxidantes y anti-infecciosos en la prevención de enfermedades crónicas, ha destacado que una buena nutrición y un estilo de vida adecuado ayudan a reforzar el sistema inmune y prevenir enfermedades crónicas.

Montagnier ha recordado que los dos principales problemas de salud del siglo XXI son las nuevas enfermedades infecciosas epidémicas y las enfermedades crónicas asociadas con la edad y el medioambiente. Del mismo modo añadió que todas tienen en común el estrés oxidativo y los agentes infecciosos.

En este sentido, ha destacado que se acumulan varios factores medioambientales para el desarrollo de estas enfermedades, como la radiación, la polución del aire, la comida, el ejercicio físico intenso, el humo del tabaco, el alcohol, la isquemia que, sumados, llevan a la enfermedad.

Los efectos patológicos del estrés oxidativo son la hiperoxidación de los lípidos en las membranas celulares y el plasma, la oxidación de las proteínas o la oxidación del ADN que provoca mutaciones y la rotura de cromosomas. El estrés oxidativo debilita el sistema inmune y activa los genes que se ocupan de la división celular, lo que provoca la apoptosis, la muerte celular que provoca una disfunción inmune.

Todo esto se podría evitar con una buena nutrición, ya que nuestra predisposición genética sólo cuenta en un 25 por ciento y nuestros hábitos de vida juegan un porcentaje del 75 por ciento.

Por este motivo, para Montagnier es la población la que tiene la llave de la prevención, “por tanto, se debe hacer todo lo que esté en nuestra mano para evitar ese estrés oxidativo”. La prevención con una nutrición adecuada es lo que hace que nuestro cuerpo, que funciona como una máquina perfecta sufra lo menos posible.

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La celulitis se puede reducir con la dieta

La celulitis se puede reducir “con una dieta adecuada, rica en proteínas y baja en hidratos de carbono, que aumente el consumo de grasas y así la lipólisis (proceso metabólico que convierte los lípidos en ácidos grasos y glicerol) reduciendo la piel de naranja”, ha explicado este especialista.

Según el doctor San Martín, existen tres clases de celulitis. Una de ellas es la celulitis dura que aparece con más frecuencia en mujeres jóvenes sobre todo en muslos y glúteos. “Este tipo es el más fácil de tratar”, asevera el experto.

Otra clase de celulitis es la blanda, más frecuente en mujeres mayores de 35 años o con obesidad. Se trata de un problema más difícil de combatir y suele aparecer -además de en glúteos y piernas- por el abdomen, los brazos y la espalda.

El tercer tipo es la celulitis edematosa, menos frecuente pero más grave que el resto ya que puede causar dolor. Además de la piel de naranja, las zonas afectadas presentan también hinchazón sobre todo por problemas de retención de líquidos.

“En este caso además de una dieta adecuada la paciente debe ingerir más agua para que su riñón funcione más rápido y elimine el exceso de líquido”, explica.

Según este experto, los casos más difíciles de resolver son aquellos de celulitis edematosa y los que van acompañados de flacidez, un efecto que suele aparecer en mujeres que realizan dietas para perder peso rápido o que tienen una alimentación vegetariana estricta sin huevo, leche y pescado.

“La celulitis viene muchas veces acompañada de flacidez porque se consumen muchos hidratos de carbono. Este problema se resuelve con una buena dieta con el aporte adecuado de proteínas que eleve los niveles de colágeno y reduzca la flacidez”, comenta.

Acompañar una buena dieta con un tratamiento corporal contra la flacidez y la celulitis agiliza y afianza los resultados. De hecho, según el Dr. San Martín, más del 70 por ciento de las consultas estéticas que se realizan durante el verano en su clínica tienen como objetivo adelgazar y eliminar la celulitis. “Para un problema de flacidez podemos recomendar mesoterapia y radiofrecuencia junto con dieta; para un sobrepeso leve, cavitación y mesoterapia. Para una persona con peso normal y celulitis dura, lo adecuado es una dieta y mesoterapia”, concluye.

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La piel seca de la cebolla es rica en fibra y flavonoides

La producción de desperdicios de cebolla ha aumentado en los últimos años con la creciente demanda de estos bulbos. En la UE se generan anualmente más de 500.000 toneladas de residuos, sobre todo en España, Holanda y Reino Unido, lo que se ha convertido en un problema ambiental. Los restos incluyen la piel seca marrón, las capas más externas, las raíces y los tallos, así como las cebollas que no alcanzan el tamaño comercial y las que han sufrido daños.

“Una solución podría ser emplear los residuos de la cebolla como fuente natural de ingredientes con alto valor funcional, ya que esta hortaliza es rica en compuestos que proporcionan beneficios para la salud humana”, destaca Vanesa Benítez, investigadora del Departamento de Química Agrícola en la Universidad Autónoma de Madrid.

El grupo de investigación al que pertenece Benítez, junto con científicos de la Universidad de Cranfield (Reino Unido), ha identificado en el laboratorio las sustancias y posibles usos de cada parte de la cebolla. Los resultados los publica la revista Plant Foods for Human Nutrition.

Según el estudio, la piel marrón se podría emplear como un ingrediente funcional rico en fibra alimentaria (principalmente del tipo insoluble) y en compuestos fenólicos, como la quercetina y otros flavonoides (metabolitos de las plantas con propiedades medicinales). Las dos capas carnosas externas de la cebolla también contienen fibra y flavonoides.

“El consumo de fibra disminuye el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, dolencias gastrointestinales, cáncer de colon, diabetes tipo 2 y obesidad”, recuerda la investigadora.

Por su parte, los compuestos fenólicos ayudan a prevenir la enfermedad coronaria y presentan actividades anticancerígenas. Los altos contenidos de estos compuestos en la piel seca y las capas de fuera de los bulbos les confieren, además, una elevada capacidad antioxidante.

En cuanto a las partes internas, así como las cebollas enteras que se descartan, los investigadores proponen emplearlas como fuente de fructanos y compuestos azufrados. Los fructanos son prebióticos, es decir, ejercen efectos beneficiosos para la salud al estimular selectivamente el crecimiento y la actividad de las bacterias del colon.

Los compuestos azufrados inhiben la agregación de las plaquetas, por lo que facilitan el flujo sanguíneo y, en general, mejoran la salud cardiovascular. Además, modifican positivamente los sistemas antioxidantes y antiinflamatorios en los mamíferos.

“Los resultados indican que sería interesante separar las diferentes partes de la cebolla que se generan durante su procesamiento industrial”, apunta Benitez, “y así se podrían utilizar como fuente de compuestos funcionales para añadirlos a otros alimentos”.

¿Por qué cuesta resistirse a los alimentos ricos en grasas?

Investigadores de la Universidad de California en Irving Estados Unidos han descubierto qué hace que los alimentos ricos en grasas sean más “irresistibles” y cueste más dejar de comerlos pese a que favorecen el aumento de peso.

Según los resultados de un estudio que publica en su último número la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), cada vez que se consumen estos alimentos el intestino produce endocanabinoides, una sustancia similar a los compuestos que contiene la marihuana.

Los endocanabinoides son un grupo de moléculas grasas producidas por el propio organismo que están involucradas en varios procesos fisiológicos, incluido el apetito, la sensación de dolor, la memoria y el estado de ánimo.

Como estos compuestos actúan tanto en el cerebro como en el resto del organismo desde hace tiempo estaban siendo investigadas por su potencial para tratar varias enfermedades y adicciones.

En esta ocasión, un estudio llevado a cabo en ratones mostró que cuando los animales comen un producto graso, un grupo de células en su aparato digestivo comienza a producir endocanabinoides, algo que no sucede cuando se consumen azúcares o proteínas.

El proceso -explican los científicos- comienza en la lengua donde las grasas generan una señal que viaja, primero al cerebro y después hacia el nervio vago, un conjunto de nervios que va desde la faringe hasta el intestino.

Allí, la señal estimula la producción de endocanabinoides lo que conlleva un aumento en las señales celulares que provocan el ansia por seguir consumiendo alimentos grasos.

Los científicos creen que este mecanismo involucra la liberación de compuestos digestivos vinculados al hambre y la saciedad y por ello se siente “ansia por comer más”.

“Ésta es la primera demostración de que las señales de los endocanabinoides en el estómago juegan un rol importante en la regulación del consumo de grasas”, afirma el doctor Daniele Piomelli, profesor de farmacología y director del estudio.

Posible respuesta evolutiva

Los científicos no saben porqué este mecanismo se desata únicamente con las grasas y no con otro tipo de alimentos, pero -según este experto- puede deberse a “que quizás este proceso ha sido una respuesta evolutiva de los mamíferos”.

“Los animales tienen una necesidad imperiosa de consumir grasas que, aunque son escasas en la naturaleza son cruciales para el adecuado funcionamiento de las células”, explica.

Sin embargo, aunque este mecanismo natural ayudó alguna vez a los mamíferos a sobrevivir ahora está provocando el efecto inverso ya que “las grasas están ampliamente disponibles y la necesidad innata de comer alimentos grasos ha conducido a la obesidad, la diabetes y el cáncer”.

No obstante, tras este hallazgo los investigadores creen que se podrían conseguir nuevos tratamientos para suprimir la ansiedad por comer alimentos grasos, por ejemplo, mediante un fármaco que obstruya la actividad de los endocanabinoides.

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El 88 por ciento de los españoles que come a diario fuera de casa lo hace en restaurantes

Según este estudio, el 88 por ciento de los trabajadores españoles que comen fuera de casa, lo hacen en este tipo de establecimientos, una cifra muy superior a la media europea, que se encuentra en un 67 por ciento. Este proyecto, coordinado por Edenred, emisor del Ticket Restaurant®, cuenta con la colaboración de 21 entidades públicas y privadas, de los 14 países participantes.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), entidad que participa en este proyecto, alerta de que el 56 por ciento de la población adulta española tiene sobrepeso u obesidad debidos, sobre todo, a los malos hábitos alimentarios. Para disminuir estas cifras es necesario llevar una dieta equilibrada y disminuir el consumo de grasas y carnes, así como aumentar el de vegetales y cereales. Esto, sin embargo, no es siempre fácil cuando a la hora del almuerzo se debe elegir entre el primero y el segundo de un menú.

Los resultados del proyecto

Para ayudar a los empleados a saber qué elegir a la hora de la comida, y a los restaurantes a hacer más variados sus menús, FOOD ha realizado a lo largo de estos dos últimos años más de 52.000 entrevistas a trabajadores, y a 5.000 restaurantes de España, Bélgica, Francia, República Checa, Suecia e Italia. En nuestro país las entidades colaboradoras se han entrevistado con 10.000 empleados y 1.000 restaurantes.

Según indica Manuel Asla, director de Marketing y portavoz de Edenred en España, “para conseguir una mayor efectividad de la campaña tan importante es concienciar a los empleados de llevar unos hábitos saludables, como concienciar a los restaurantes de que ofrezcan menús que sigan unas pautas nutricionales equilibradas”. En este sentido, FOOD también ha preparado una serie de “recomendaciones” para los propietarios de los restaurantes, que les ayuden a promover la calidad nutritiva de los platos que sirven, sin que esto les suponga un gasto adicional.

Entre otros consejos se incluyen: utilizar métodos de cocina saludables que utilicen menor cantidad de grasa (al vapor, guisado o a la plancha) o no poner saleros en la mesa. También proponen ofrecer dos tamaños de plato, y más menús con ensalada y verduras crudas. Por otra parte, también aconsejan que se distingan claramente en la carta del menú los platos saludables del resto, y utilizar salvamanteles o bandejas que informen de los componentes de una alimentación equilibrada.

Por otra parte, con los datos obtenidos en los sondeos realizados, se ha elaborado una Guía FOOD para Empleados de la que se han distribuido varios miles de ejemplares en toda España a empresas y empleados, que contiene las diez recomendaciones y consejos que ayudan a seguir una dieta equilibrada. Además, incluye también un calendario con las frutas, verduras y pescados de temporada y un test de autoevaluación de hábitos saludables.

Con el objetivo de llegar más cerca de su público de interés, FOOD también organizó un roadshow, en el que un autobús viajó a través de seis países (Bélgica, Francia, Italia, República Checa, Suecia y España), promoviendo entre los asistentes recomendaciones sobre cómo practicar una dieta equilibrada comiendo en restaurantes.

Compromiso en la lucha contra la obesidad

FOOD tuvo hasta abril de 2011 financiación y apoyo de la Unión Europea. Ha presentado el trabajo realizado los últimos dos años ante el Parlamento Europeo y ha renovado su compromiso de continuar luchando contra los malos hábitos alimentarios de los empleados finalizada la primera fase. De esta manera, y aunque el programa europeo se haya acabado, las 21 entidades que forman el proyecto continuarán su trabajo, al que se añadirán otras entidades y países como Slovakia y la Autoridad de la Salud Pública Nacional de ese país.

FOOD está promovido en España por Edenred España, a través de su red Ticket Restaurant®, en colaboración con la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y la Fundación Dieta Mediterránea.

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¿Conocemos nuestros alimentos?

Hay una transformación del patrón alimentario en los últimos años gracias a los medios de comunicación, al transporte y los hábitos de vida como los roles sociales del hombre y mujer, los horarios laborales y escolares, la estructura familiar y las relaciones sociales y el ocio. Estos cambios nos han llevado a modificar nuestros hábitos alimentarios y nuestra selección de alimentos.

En la encuesta que hace el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino se le preguntó al consumidor qué buscaba cuando iba a comprar un alimento: calidad, conveniencia, placer, salud o tiempo. Se observó que prima en la compra de alimentos la calidad y la proximidad (por el sistema de vida y las prisas) con el mismo porcentaje. También tienen importancia los buenos precios.

Hechos destacables

-La obesidad ha alcanzado características de pandemia según la OMS.

-La incidencia de enfermedades crónicas está en aumento. Para los años 2015-2020 se prevé doblar el número de diabéticos en el mundo.

-Nos enfrentamos a más de 10.000 alimentos en una gran superficie, con respecto a unos 500-600 que podía haber en una tienda de barrio.

-Se ha incrementado el consumo de alimentos fuera del hogar (sobre todo a mediodía por el horario laboral).

-La información nutricional sobre los alimentos se ha incrementado por el etiquetado y la legislación sobre alegaciones nutricionales.

Y entramos en una contradicción: cuanta mayor información tenemos sobre los alimentos somos más obesos y tenemos más enfermedades relacionadas con la dieta.

Evolución del sobrepeso y la obesidad

La obesidad y el sobrepeso en España entre el año 1987 y el años 2006 se ha incrementado y también ha habido un incremento de las enfermedades crónicas. En el 2004 se estimó que el 81 por ciento de la morbilidad y mortalidad de la población en Europa se debía a enfermedades crónicas, muchas dependientes de la alimentación como las enfermedades cardiovasculares, algún tipo de cáncer o la diabetes. Y en el caso de las mujeres podemos llegar hasta el 90 por ciento.

Hace 40-50 años íbamos a comprar a una tienda de barrio, después algunas evolucionaron a pequeños supermercados. Antes teníamos una botella de leche y ahora un lineal entero de leches en las grandes superficies. Y lo mismo sucede en la panadería y la carnicería. Es decir, en las grandes superficies nos encontramos con que hay mucho para elegir.

Según una encuesta vemos que cada día hay un mayor incremento de la gente que come fuera del hogar: un 20 por ciento come entre 9-22 días fuera de casa y un 47 por ciento come entre 2-8 días fuera de casa.

Información nutricional en el etiquetado

Cada día disponemos de más información sobre los alimentos en el etiquetado nutricional que nos informa sobre el origen, la cantidad, el contenido de los macronutrientes, los aditivos, etc. Sin embargo esa información ¿nos sirve para comer mejor? Los resultados epidemiológicos nos dicen que no, que comemos peor, porque tenemos más sobrepeso y más enfermedades relacionadas con la dieta.

¿Para qué nos sirve conocer los alimentos que consumimos? Por si tenemos intolerancias, alergias, hipertensión, colesterol sanguíneo elevado, diabetes, estreñimiento, gota, o para seguir una dieta vegetariana sin sufrir carencias.

Actualmente se están desarrollando sistemas para que con un teléfono móvil se pueda hacer una fotografía del código de barras de un alimento y nos aporten información sobre la composición de ese alimento.

Identificación de los alimentos

Para que un alimento sea identificado inequívocamente se usa un sistema internacional de clasificación de alimentos que se llama LanguaL, que lo utilizan todas las bases de datos del mundo.

En este sistema se puede describir una manzana como una fruta con piel y semilla, entera, con su forma natural, con método de conservación desconocido, sin medio de empaquetado, alimento sin especificación de edad, producido en España, y doméstico o cultivado. Todas esas características definen a una manzana. Este alimento es simple de describir. ¿Pero cómo definimos unos cereales de desayuno? Pues hay que poner un código diciendo que se ha añadido azúcar, otro código si se ha añadido vitaminas, otro para el hierro, otro para el empaquetado en un material determinado, si está sometido a un proceso de deshidratación, etc. Además cada año se incorporan nuevos aditivos a la lista existente. Y también tenemos los coadyuvantes tecnológicos que usan los cocineros, etc.

Factor de rendimiento y de retención

Por otro lado, cuando cocinamos los alimentos podemos calcular la pérdida de peso o la ganancia de grasa o de agua con el factor de rendimiento en peso. También existen los factores de retención de nutrientes, por ejemplo cuando aplicamos calor se pierden minerales y vitaminas y con este factor podemos saber qué cantidad de vitaminas y minerales queda en el alimento que vamos a comer.

Cuando comemos fuera de casa existen ligeras variaciones en el valor nutricional de los platos en función de la receta y del modo de cocción.

Tamaño de las raciones

Una de las cosas que están muy relacionadas con la obesidad es el tamaño de las raciones. Existen unas raciones recomendadas para una alimentación saludable, por ejemplo la ración de carne recomendada es de 5,5 onzas pero la mayoría de los restaurantes ponen 12 onzas. En el caso de la pasta la ración recomendada es de una onza y, en cambio, se ponen raciones de 4 a 8 onzas en los restaurantes. Y lo más curioso es que el tamaño de los platos también es importante: los cocineros de más edad (más de 51 años) utilizan platos más pequeños y los de menor edad usan platos más grandes con raciones más grandes.

Podemos comparar los tamaños de las raciones de varios alimentos en el año que empezaron a comercializarse respecto el año 2002. Por ejemplo el tamaño de las patatas fritas de los establecimientos de comida rápida en el año 1954-55 era de 2,4-2,6 onzas cada ración. Sin embargo hoy día el tamaño pequeño tiene esa ración, el medio tiene 4-5 y el grande pasa de las 6-7 onzas. Lo mismo sucede con las hamburguesas.

Consumo de alimentos con o sin información nutricional

En una reciente publicación del año 2010 se hicieron unas encuestas a personas que comían en distintos restaurantes donde había un punto de información nutricional sobre los alimentos que comían. Y se veía si se preocupaban de comer más o menos los distintos alimentos. Se hicieron tres gráficas según la intención de comprar el alimento, la relación con la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.

En el caso de las hamburguesas con patatas se consumían en la misma cantidad aunque se le informase de su relación con obesidad y con las enfermedades cardiovasculares.

Y sí vemos que hay un incremento de la elección de un plato llamado “ensalada del chef” cuando se le informa de todos los nutrientes. Sin embargo, esta ensalada tiene gran cantidad de sodio y de grasas saturadas porque no sólo lleva verduras, sino que también lleva beicon y queso. Es el único plato que aumenta su consumo cuando se da información nutricional, por el simple hecho de llamarle ensalada.

En conclusión, conocemos nuestros alimentos pero no hacemos caso de este conocimiento y no nos alimentamos mejor por conocerlos mejor.

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Bruselas quiere evitar el engaño en alimentos dietéticos

La Comisión Europea ha propuesto medidas más estrictas para el “opaco” mercado de los productos dietéticos con el objetivo de que las propiedades que se anuncien en el envoltorio del producto en cuestión tengan una base científica, aunque ha dejado claro que esta medida no supondría la retirada de la venta los artículos puestos ya en el mercado, según ha informado el portavoz de Salud y Protección al Consumidor, Frédéric Vincent.

La propuesta de Bruselas -que si sale adelante, entraría en vigor a partir de 2015- plantea eliminar el término “dietético” para este tipo de productos porque se le atribuyen diferentes acepciones en cada Estado miembro y favorece la “distorsión” del mercado interior y propone que las normas que los regulen sean las ya existentes en reglamentos para alimentos destinados a grupos vulnerables que necesitan especial protección como, por ejemplo, los bebés, los celíacos o pacientes con una enfermedad grave.

El comisario del ramo, John Dalli, ha explicado que estos cambios en la normativa comunitaria permitirían a los consumidores “comparar alimentos más fácilmente” porque las reglas que los cubran serán las mismas en el conjunto de los 27 y deberán ofrecer los mismos “altos niveles de protección”. Dalli ha considerado que las normas específicas sobre productos “dietéticos” han demostrado su “ineficacia” y ser “confusas”, por lo que su desaparición contribuirá a una competencia “más justa entre productos similares”.

La UE obligará a detallar en las etiquetas de los alimentos los niveles de azúcar, sal y grasas

Por otro lado, los Gobiernos de la Unión Europea y la Eurocámara han alcanzado un acuerdo final sobre una nueva norma que obligará a la industria alimentaria a detallar en las etiquetas de alimentos y bebidas su contenido de azúcar, sal y grasas. Estos datos deberán aparecer en el envase de forma clara y legible. El objetivo de la iniciativa es dar a los consumidores una mayor información que les permita optar por una dieta saludable y contribuir así a la lucha contra la obesidad.

La norma todavía debe ser ratificada por el pleno del Parlamento a principios de julio y por los Veintisiete. Una vez que se publique en el diario oficial de la UE, la industria alimentaria tendrá cinco años para aplicarla plenamente.

Esta legislación sobre etiquetado de alimentos no se aplicará finalmente al vino, la cerveza, los licores y las bebidas alcohólicas aromatizadas. Se atienden así las exigencias de países como España o Francia, que desde el inicio de las negociaciones solicitaron que el vino quedara fuera de la norma. Bruselas presentará un informe dentro de 3 años y decidirá entonces si es necesario incluirlas.

Los alimentos no envasados también quedan exentos de la obligación de declaración nutricional, a menos que el Estado miembro en cuestión decida lo contrario.

En concreto, el reglamento obliga a detallar en el envase el contenido de energía, grasas, grasas saturadas, carbohidratos -con referencia específica a los azúcares-, proteínas y sal por 100 mL o 100 gr, aunque también puede indicarse como porcentaje de la cantidad diaria recomendada.

Estos datos deberán ser legibles, con un tamaño de letra de 1,2 milímetros por lo menos (frente a los tres milímetros que había propuesto Bruselas), aunque se contemplan excepciones para los envases pequeños. Se podrá añadir información adicional voluntaria sobre cuestiones como nivel de colesterol o fibra.

Otro de los objetivos de esa norma es proporcionar una mayor protección contra los alérgenos. Para ello, pide que se etiqueten todos los alimentos que contengan sustancias alergénicas (como cacahuetes, leche, mostaza o pescado) o que se indique claramente la presencia del alérgeno de otra forma. Esto supone un paso más respecto a la actual normativa, que sólo se aplica a los alimentos preenvasados. Cuando entre en vigor, los alimentos sin envasar también deberán indicar la presencia de alérgenos.

Respecto al origen de los alimentos, como ocurre en la actualidad, la nueva norma establece que los fabricantes pueden escoger voluntariamente si mencionan o no en el etiquetado el país de origen o el lugar de procedencia de los alimentos.

No obstante, la obligación actual de hacer figurar el país de origen en la etiqueta en la carne de vaca y ternera se extenderá a otro tipo de carnes (cerdo, cordero y ave).