El 30% de la población infantil padece sobrepeso u obesidad

El exceso de peso entre la población infantil sigue siendo una problemática de primer orden y afecta a un 28,3% del alumnado evaluado en los municipios participantes en el Programa Thao durante el curso académico 2011-2012. Así lo demuestran los datos presentados por la Fundación Thao que analizan una muestra de 20.588 niños y niñas de entre 3 y 12 años. Según Rafael Casas, director científico de la Fundación Thao, “la situación actual nos hace ver que la suma de esfuerzos es muy importante y que tenemos que seguir trabajando para conseguir nuestro objetivo. Nos estamos dando cuenta, con los datos en la mano, que las prevalencias de obesidad son muy altas y que queda mucho trabajo por hacer”.

Los datos del estudio transversal realizado durante el curso 2011-2012 siguen mostrando una situación alarmante en cuanto a la obesidad y el sobrepeso en las edades más tempranas. Más de uno de cada cinco niños y niñas de entre 3 y 5 años sufre exceso de peso, lo que se concreta en una prevalencia de la obesidad del 5,7% y del sobrepeso del 16,2%. Además, si analizamos los datos en conjunto, con niños y niñas de 3 a 12 años, los porcentajes se elevan hasta el 21,2% en sobrepeso y hasta 7,1% en obesidad.

En palabras del presidente de la Fundación Thao, Henri García: “Nos preocupa enormemente la elevada prevalencia entre los niños de menor edad. Para poder generar un cambio real en esta gran problemática, necesitamos una estrategia efectiva dirigida no sólo al fomento de la alimentación saludable y la actividad física, sino también actuando sobre factores psicológicos y sociales. Todos estos elementos son indispensables para resolver lo que ya se ha convertido en uno de los mayores retos para la salud pública de nuestro tiempo”.

Es por esto que la Fundación Thao ha creado un modelo innovador de intervención. Se trata de los Talleres Thao-Pequeña Infancia dirigidos a los padres/madres de niños de 0-3 años y a profesionales de la pequeña infancia. Estos talleres están pensados para abordar la neofobia alimentaria, los procesos innatos de autorregulación energética y el vínculo afectivo. De forma complementaria, la Fundación Thao ha estado trabajando en la franja de 0-3 años mediante las temporadas temáticas con diversos materiales educativos.

El actual contexto de crisis puede deteriorar los hábitos saludables entre los colectivos más desfavorecidos y hacer más difícil el seguimiento de una dieta variada y equilibrada. En vistas de esta realidad social, la Fundación Thao ha decidido trabajar en red con entidades con la cuales crear sinergias y colaboraciones para llegar a todas aquellas familias que requieran su apoyo. Una de las alianzas más recientes es su colaboración con Cruz Roja de Cataluña, con la cual está trabajando en proyectos dirigidos especialmente a estos sectores en mayor riesgo de vulnerabilidad y exclusión social, y teniendo un especial cuidado hacia el colectivo de la infancia, ampliando así las acciones del programa Thao que van dirigidas a toda la población.

El Programa Thao contribuye a mantener la obesidad a raya

Si bien el estudio transversal permite hacer una fotografía fija de la situación en cuanto al exceso de peso de los niños españoles cada año, la Fundación Thao también ha elaborado un estudio longitudinal con un colectivo de 6.697 niños y niñas de 10 municipios españoles que implementan el Programa Thao (Aranjuez, San Juan de Aznalfarache, Villanueva de la Cañada, Sant Carles de la Ràpita, Castelldefels, Alcázar de San Juan, Balaguer, Montgat, Monzón y Utrillas). Esta es la muestra más relevante en España hecha en un estudio de este tipo.

Este estudio longitudinal refleja que, después de cuatro años en los cuales se ha hecho un seguimiento de los mismos niños y niñas que participan en el Programa Thao, el incremento en sobrepeso y obesidad ha sido de tan solo algunas décimas porcentuales. La obesidad ha aumentado 0,1%, el sobrepeso un 0,9%, y el total de exceso de peso (sobrepeso+obesidad) tan solo un 1% de manera que podemos considerado que se ha frenado la tendencia al alza.

Según los últimos datos de la OMS, la prevalencia de la obesidad en el mundo se ha doblado en los últimos 30 años y se estima que el crecimiento siga siendo progresivo en el porcentaje de afectados por el exceso de peso. Aunque no se puede afirmar que el estancamiento mostrado por el estudio de la Fundación Thao se pueda atribuir directamente a la implementación del Programa Thao -ya que no hay datos comparativos con municipios de control que no estén implementando el Programa-, se trabaja sobre la hipótesis que el Programa actúa como freno de la tendencia al alza.

Según Rafael Casas, director científico de la Fundación Thao, “consideramos positivo el hecho que en los municipios analizados se haya notado un estancamiento en los datos de prevalencia, ya que este era el objetivo que nos marca la Organización Mundial de la Salud: frenar la progresión de esta epidemia”.

Desde la Fundación no tienen ninguna duda de la incidencia del Programa Thao en la estabilización de los datos de exceso de peso infantil aunque, como afirma el responsable del área de evaluación e investigación de la Fundación Thao, Santi Gómez, “todavía no disponemos de un estudio que nos permita cuantificar nuestro grado de influencia en este cambio de tendencia. Para solucionarlo, y gracias a una Beca FIS del Ministerio de Economía y Competitividad y al IMIM-Instituto del Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, estamos realizando un nuevo estudio de tres años de duración que nos permitirá comparar las diferencias en la evolución del exceso de peso infantil, y otras variables entre dos municipios (Terrassa y Sant Boi de Llobregat) donde Thao implementa su Programa y dos municipios de control (Molins de Rei y Gavà)”.

Este nuevo estudio permitirá tener, a partir del año que viene, datos científicos que medirán el impacto del Programa Thao. Para conseguirlo, la Fundación Thao ha creado una nueva herramienta online de evaluación que facilita el proceso de registro y recogida de datos de los cuestionarios sobre hábitos de alimentación y sedentarismo, así como otras variables psicológicas y sociales.

Gómez asegura que “mediante la nueva herramienta online facilitamos enormemente la tarea de recogida y procesamiento de datos. Además, la incorporación de nuevas variables y preguntas nos permitirá conocer con mucho más detalle las pautas y el nivel de actividad física de los niños y la cantidad de su dieta, pero también podremos profundizar más sobre su vínculo psicológico con la comida o el nivel socioeconómico de su familia. Sin olvidar que en un futuro esta herramienta online podrá ser utilizada por la comunidad científica”.

Por primera vez, también se incluyen cuestionarios para los padres y madres con preguntas que permiten valorar la cualidad de la dieta de las familias o el nivel de actividad física, así como el nivel socioeconómico.

Doctor talking with her patient

Detección precoz de la osteoporosis en población de riesgo

El tejido óseo es un tejido vivo. El recambio óseo se produce constantemente. El remodelado, que es la base de la formación, está realizado por los osteoclastos y la formación está mediada por los osteoblastos. Hasta los 30 años hay un aumento de la masa ósea pero llega un momento que se estabiliza y a partir de los 50-55 años empieza el declive por la pérdida estrogénica.

La manifestación clínica fundamental es la fractura, de manera que debemos estar encaminados hacia la detección precoz de la enfermedad.

La osteoporosis puede ser idiopática o primaria (representa más del 95%) como la que ocurre en las mujeres postmenopáusicas; la que se produce a partir de los 70 años, osteoporosis senil; la del embarazo y juvenil; y la osteoporosis del varón.

Por otro lado puede ser secundaria a enfermedades endocrinas, gastrointestinales, síndromes de malabsorción asociadas al uso de medicamentos, a los mielomas y otros procesos tumorales, enfermedades inflamatorias sistemáticas, insuficiencia renal crónica, diabetes, hipertensión, inmovilización, alcoholismo crónico o enfermedades que requieran el uso de corticoides como EPOC.

Los médicos de atención primaria se centran principalmente en la osteoporosis postmenopáusica y senil.

Osteoporosis postmenopáusica

La osteoporosis postmenopáusica representa el 30%. El cambio hormonal está asociado con una deficiencia estrogénica y tiene una rápida instauración alrededor de los cinco primeros años después del inicio de la menopausia, con una pérdida del 15-20% de la masa ósea en ese periodo. Sobre todo afecta al hueso trabecular, fundamentalmente vértebras o muñeca.

Osteoporosis senil

Aparece en mayores de 70 años, afecta a ambos géneros, hay un cambio hormonal referido a la aparición de un hiperparatiroidismo secundario y afecta fundamentalmente al hueso de cadera.

Diagnóstico

Hay factores de riesgo de osteoporosis y factores de riesgo que predisponen a las fracturas a través de otro mecanismo intermedio, que puede ser la caída.

La manifestación clínica puede ser la aparición de dolor, de fractura o la deformidad, especialmente en las fracturas vertebrales.

Se pueden realizar unos análisis básicos de metabolismo óseo (marcadores de remodelado), pruebas radiológicas, densitometría y ecografía.

Se debe realizar una historia clínica detallada en base a una anamnesis, donde se busquen antecedentes familiares de la paciente, si ha habido fracturas por fragilidad, si hay antecedentes personales de fracturas precoces en mayores de 50 años, si hay tratamientos farmacológicos, si los pacientes presentan comorbilidades o si refieren un historial de tendencia con frecuencia a las caídas.

En la exploración física hay que pesar y medir. Se ha hablado de un IMC bajo. Y hay que medir la talla para ver si ha habido diminución de la altura, valorar la presencia de cifosis, el equilibrio muscular y la agilidad. Otros factores a tener en cuenta son la audición y la visión. Y aquellos médicos que realicen domicilios pueden también valorar las condiciones de la vivienda.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo son aquellos estados que confieren un riesgo incrementado para el desarrollo de una enfermedad, que siempre tienen que estar presentes antes de que se desarrolle la enfermedad, que nos dan información sobre las causas y mecanismos que conducen al desarrollo de la enfermedad y son importantes para la toma de decisiones a la hora de establecer el tratamiento.

Hay factores sobre los que difícilmente vamos a poder actuar como los fisiopatológicos: edad, raza, déficit estrogénico (cuando aparece la menopausia), peso corporal o las enfermedades que se padecen.

Sin embargo hay otros factores ambientales como los hábitos saludables sobre los que sí podemos actuar como recomendar hábitos nutricionales correctos, evitar los excesos de cafeína, alcohol y tabaco, y tener en cuenta fármacos como la heparina, anticoagulantes, hormonas tiroideas, corticoides… En definitiva recomendar los estilos de vida que sean más protectores para desarrollar unos huesos sanos.

Osteoporosis y fármacos

Los fármacos asociados a osteoporosis son los inhibidores de la aromatasa (para el cáncer de mama), inhibidores de la gonadotropina para el cáncer de próstata, tratamiento antiepiléptico, glitazonas, ciclosporina, inhibidores de las bombas de protones, tiroxina, heparina o diuréticos del asa.

Factores de riesgo de caídas

Son la edad, historia de fracturas y caídas previas, inmovilidad, debilidad muscular, tabaquismo, enfermedades crónicas, alteraciones del equilibrio o de la visión, o los tratamientos predisponentes (por ejemplo diuréticos que hacen que por la noche se levanten al baño con urgencia).

Escalas de riesgo

El médico de primaria dispone, para establecer el diagnóstico en la consulta, de las escalas de riesgo y las pruebas complementarias.

El objetivo de las escalas no es diagnosticar la osteoporosis, sino que son una ayuda para la toma de decisiones y su aplicación en la práctica diaria sirve para la preselección de pacientes (es importante en estos momentos de crisis para ser costoeficientes).

Hay escalas de baja masa ósea y de riesgo de fractura como el FRAX. Las ventajas de éste es que es fácil de utilizar e interpretar. Nos habla del riesgo de fractura a diez años. También tiene algunos inconvenientes como que no puede utilizarse en mujeres premenopáusicas ni en hombres menos de 50 años, que sólo es aplicable en mujeres que no han recibido tratamiento y que muchos de los factores que se han comentado no están incluidos en el FRAX (factores de riesgo de caídas o de remodelado).

Pruebas complementarias

Una de las pruebas complementarias a disposición del médico de atención primaria es la radiología, que es fácil, barata, accesible y cercana.

Si los médicos de atención primaria recibimos un informe del radiólogo de osteopenia radiológica (que no es un diagnóstico de osteoporosis) nos debe hacer pensar que tenemos que ahondar en los factores de riesgo y aunque quizás hemos pedido una placa por otro motivo (por ejemplo una de tórax para hacer seguimiento de una neumonía) debemos de estudiar más a ese paciente. La importancia del diagnóstico de osteoporosis es que predice el riesgo de fractura.

Análisis de laboratorio

Los análisis de laboratorios sólo tienen validez para detectar secundarismos, para identificar las enfermedades que puedan ser causantes de osteoporosis.

Se puede realizar algo tan sencillo como medir la calciuria en orina de 24 horas para ver si hay pérdidas de calcio (por ejemplo por el seguimiento de dietas hiperproteicas). También se puede determinar la testosterona en el varón, TSH, hormonas en los periodos premenopáusicos, etc.

Población diana

Se debe hacer detección precoz en mujeres postmenopáusicas, con factores de riesgo potentes, mujeres que ya han sufrido una fractura previa por fragilidad, mujeres con enfermedades sistémicas (que producen osteoporosis secundarias) que dificultan la absorción de calcio y vitamina D, personas con bajas ingestas de calcio, pacientes con tratamientos farmacológicos que predisponen a la pérdida de masa ósea o a las caídas y, por último, las personas que tienen un aumento de tendencia a las caídas.

Desayunar cereales ayuda a reducir el índice de masa corporal de los niños

Investigaciones previas ya habían relacionado la importancia del desayuno con el mantenimiento en el tiempo de un buen índice de masa corporal (IMC) pero este nuevo estudio, elaborado por la publicación regional Dairy MAX, de Texas, se centró en el papel concreto de los cereales en el peso y la alimentación de los niños, sobre todo en quienes tienen bajos ingresos.

Para ello, se hizo un seguimiento a 625 niños de San Antonio desde el cuarto al sexto curso, a quienes cada año se les pidió que recordaran lo que habían comido los tres días anteriores y se les calculó su IMC.

Mientras que el 64 por ciento de los estudiantes de cuarto grado dijo que había desayunado todos los días, cuando llegaron a sexto curso lo hacían el 42 por ciento.

Con datos de tres días al año durante tres años consecutivos, los investigadores contaban con nueve días para analizar el desayuno de cada niño. De este modo, se observó que los niños que comían cereales 4 de los 9 días tendían a estar en el percentil 95 del IMC, que se considera sobrepeso, en comparación con los niños que comían cereales los nueve días, cuyas medidas estaban en el percentil 65, en el rango de peso saludable.

Además, el 32 por ciento de los estudiantes de cuarto grado no se comían todo su desayuno y el 25 por ciento comían otros alimentos además de los cereales. En estos casos, huevos revueltos, pan de molde, salchichas o tortillas eran los alimentos más frecuentes.

El estudio también sirvió para constatar que los niños que comían más cereales tenían más vitamina D, B-3, B-12, riboflavina, calcio, hierro, zinc y potasio en su dieta. Asimismo, también tenían más calorías, grasa, fibra y azúcar.

Una de las autoras del estudio, Lana Frantzen, ha reconocido que el cereal “es una opción excelente para el desayuno, muy sencilla de hacer, y que aporta los nutrientes esenciales que necesitan los niños”.

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Verduras y pescado ayudan a mejorar los síntomas de la menopausia

Así, el Dr. Andrés Forteza, coordinador de la reunión, explica que “las mujeres en esta edad deben cuidar mucho su salud, comenzando por la alimentación, comiendo cantidades adecuadas para mantener el peso por debajo de los índices de obesidad, lo que equivale a un Índice de Masa Corporal por debajo de 30”.

Los consejos dietéticos durante esta etapa de la mujer adquieren aún más relevancia, ya que, según el Instituto Nacional de Estadística, casi una de cada cuatro mujeres españolas en edad menopáusica presenta problemas de obesidad, debido en parte a la disminución de estrógenos que ocasiona modificaciones en la distribución de la grasa corporal.

No obstante, los expertos coinciden en afirmar que “uno de los mayores problemas asociados a las dietas es la escasa adherencia a largo plazo”. La dieta mediterránea presenta en este aspecto una ventaja para su seguimiento, ya que puede conseguir una pérdida de peso similar a otras dietas cuando se restringen las calorías y con un mejor control glucémico. No obstante, independientemente del régimen escogido, los expertos insisten en que estas dietas deben asegurar la cobertura de las necesidades diarias de calcio y vitamina D.

La práctica de ejercicio físico de forma habitual es otra de las recomendaciones fundamentales. “El ejercicio debe adecuarse a las características físicas de cada persona. Es suficiente caminar al menos 30 minutos cinco veces por semana”, explica el Dr. Forteza.

Precisamente, uno de los principales objetivos de la Reunión Hispano-Lusa es hacer énfasis en las recomendaciones de un estilo de vida saludable en esta fase de la vida desde el punto de vista ginecológico, sexual, cardiovascular y de calidad de vida en general. “Consideramos de gran importancia mantener la colaboración con profesionales de otros países, ya que nos permite contrastar y compartir experiencias sobre una misma problemática desde puntos de vista diferentes”, comenta.

Sólo dos de cada 1.000 personas en España tiene una salud cardiovascular ideal

Los niveles ideales de salud cardiovascular de los españoles son tan bajos como los de los estadounidenses, según un estudio, realizado por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), junto con el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ) y el CIBER de Epidemiología y Salud Pública, que revela que sólo dos de cada 1.000 personas cumplen los requisitos para tener un corazón sano.

Este estudio, que es el primero a escala nacional sobre salud cardiovascular que se realiza en un país europeo, ha sido publicado en Circulation Cardiovascular Quality and Outcomes.

“En contra de lo esperado en un país mediterráneo como España, con una de las menores tasas de mortalidad coronaria en Occidente, encontramos que sólo dos de cada 1.000 sujetos cumplen los requisitos que definen un estado de salud cardiovascular ideal”, afirma una de las responsables del estudio, la profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UAM, la doctora Auxiliadora Graciani.

Para los autores es especialmente preocupante la situación encontrada en las personas más jóvenes, aquellas que se encuentran entre los 18 y 45 años, ya que más de un tercio de éstos continúan siendo fumadores y mantienen una dieta escasamente saludable, y sólo la mitad presentan un peso normal o desarrollan actividad física regular.

Aunque la mortalidad por enfermedades cardiovasculares ha disminuido en los países occidentales, incluido España, éstas siguen siendo la primera causa de muerte y una de las principales causas de enfermedad, así como del incremento del gasto sanitario en estos países. Entre los grupos que el estudio identifica en particular situación de riesgo, destacan los varones, y entre éstos, aquéllos con menor nivel de estudios.

“La todavía menor mortalidad coronaria existente en nuestro país no debería conducir a la autocomplacencia, puesto que las enfermedades coronarias son una de las principales causas de enfermedad en España, y nuestros datos sugieren que la salud cardiovascular puede ser sensiblemente mejorada. Sobre todo en lo que se refiere a los estilos de vida”, añade Graciani.

Se deben cumplir siete requisitos

Todo el que quiera presumir de tener una salud cardiovascular “ideal” debe cumplir siete requisitos, que ha establecido la American Heart Asociation (AHA). Así, cuatro de ellos están relacionados con el estilo de vida y los tres restantes, conciernen a factores biológicos.

La primera obligación es no haber sido fumador, le sigue tener un peso acorde a la estatura (normopeso), ser físicamente activo y seguir una dieta saludable; las otras tres condiciones son mantener un nivel de colesterol sérico menor de 200 mg/dl; niveles de presión arterial sistólica y diastólica por debajo de 120 y 80 mmHg (respectivamente), y, por último, nivel de glucosa basal sérica menor de 100 mg/dl.

Según indica el estudio, las causas principales de que los españoles reprueben en materia de salud cardiovascular son la inactividad física, el consumo de tabaco y la obesidad, estilos de vida poco saludables que afectan a un cuarto de la población. La dieta poco saludable, presente en uno de cada tres ciudadanos, también es influyente.

En cifras generales, el estudio refleja que menos del 1% de los españoles mayores de 18 años siguen las cuatro recomendaciones sobre estilos de vida ideales para obtener salud cardiovascular. Y que apenas uno de cada 12 ciudadanos presenta niveles ideales de presión arterial, colesterol y glucosa.

El estudio se basó en datos procedentes de Estudio sobre Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España (ENRICA), un trabajo de base poblacional realizado entre junio de 2008 y octubre de 2010 sobre una muestra representativa de la población española mayor de 18 años (11.991 personas).

El trabajo fue financiado por Sanofi-Aventis y patrocinado por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). La información obtenida mediante encuestas para este estudio fue complementa con exámenes físicos y recogida de muestras biológicas.

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Vinculan niveles de atención bajos con malos hábitos alimenticios en niños entre 4 y 6 años

Un estudio publicado en The Open Nutrition Journal, analiza por primera vez la relación existente entre la conducta malcomedora, los niveles de atención, el nivel de irritabilidad de la familia y la ingesta nutricional en niños españoles. El estudio, realizado con la colaboración de Abbott, se ha llevado a cabo en siete colegios de Madrid con 1.101 niños en edades comprendidas entre los 3 y los 6 años.

El estudio ha determinado que los niños entre 4 y 6 años considerados malcomedores (el 70% de la muestra), tenían un nivel de atención significativamente bajo respecto a aquellos niños que comían de manera saludable. Más de la mitad de los niños mayores pertenecientes al grupo de los malcomedores (5-6 años) alcanzaron los niveles de atención más bajos, es en este caso cuando los expertos recomiendan la intervención de un psicólogo.

Según el Dr. Luis Ros, coordinador del estudio y jefe de la unidad de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, “La evidencia científica vincula la malnutrición a un déficit del desarrollo cognitivo. Incluso en niños de países desarrollados existe una relación entre los malos hábitos alimentarios y un rendimiento escolar pobre”, añade el Dr. Ros.

El objetivo de este estudio seccional cruzado multicéntrico era determinar si existían diferencias entre los niños malcomedores y los que comían de manera saludable en cuanto a su atención, los niveles de irritabilidad de las familias y la ingesta nutricional de los niños. Los niños fueron clasificados en dos grupos: los considerados malcomedores y los que comían de manera saludable. Los niños malcomedores fueron definidos como aquellos que ingerían menos de un 65% de las cantidades diarias recomendadas de entre 4 y 6 grupos de alimentos. Los grupos eran carnes (que incluye huevos y pescado), verduras, frutas, lácteos, carbohidratos y legumbres.

Diferencias en los niveles de atención

Una de las principales conclusiones fue que no existían diferencias significativas en cuanto al nivel de atención de los dos grupos de niños, los malcomedores y los que comían de manera saludable, salvo en los grupos de más edad, lo que representaba el 70% de la muestra (788 niños).

Lo interesante es que entre los 4 y los 6 años de edad se apreciaba una tendencia a que un mayor número de niños mal comedores puntuara más bajo en los niveles de atención establecidos; es en ese momento cuando se recomienda la intervención de un psicólogo. Esta tendencia se vio aumentada en más de un 50% en el grupo de niños malcomedores de entre 5 y 6 años. Los niños que puntuaban más bajo en estos niveles de atención habían ingerido cantidades significativamente más bajas de alimentos del grupo de los lácteos y del grupo del pescado, la carne y los huevos que los niños que habían puntuado más alto en los niveles de atención.

“La puntuación más baja en los niveles de atención en el grupo de más edad podría deberse al efecto acumulativo de los malos hábitos alimenticios y a los déficits nutricionales derivados de ellos, lo que deberá investigarse en profundidad”, afirma el Dr. Ros.

Diferencias en los hábitos alimenticios

El estudio ofrece además una valiosa información sobre las diferencias entre los hábitos alimenticios de los niños mal comedores y los de los niños que comían de manera saludable. En especial sobre los mal comedores: son quisquillosos con la comida, no disfrutan probando nuevos alimentos, y es probable que los rechacen y que decidan que no les gustan sin haberlos probado siquiera; no les gusta comer; prefieren beber a comer; y se sienten llenos rápidamente.

Consecuencias a corto y a largo plazo derivadas de los malos hábitos alimenticios

La posibilidad de que haya consecuencias a corto y a largo plazo derivadas de los malos hábitos alimentarios es real. A corto plazo pueden producirse deficiencias nutricionales, como niveles bajos de energía y proteínas o micronutrientes; ingesta de frutas, verduras y carnes inferiores a las recomendadas; o menos vitaminas y minerales de los recomendados. Además puede producirse un menor crecimiento, ya que algunas investigaciones demuestran que los niños malcomedores tienen una estatura más baja y un menor peso corporal.

Una posible consecuencia a largo plazo de la conducta mal comedora es un menor rendimiento cognitivo (dificultades para realizar pruebas que requieran atención, dificultades de memoria, percepción visual, comprensión verbal y otros importantes procesos cognitivos).

La irritabilidad de las familias

El estudio muestra que existe una estrecha relación entre malos hábitos alimentarios de los niños y el estrés de la familia a la hora de las comidas. Unos niveles altos de irritabilidad en los padres pueden tener consecuencias negativas a largo plazo en el comportamiento de los niños ya que podrían empeorar sus hábitos alimentarios en el futuro.

Este estudio demuestra la importancia que tiene trabajar con los niños malcomedores y sus familias para ayudar a prevenir futuros problemas con las comidas. Gestionar las dificultades de forma sosegada y comprensiva animará a los padres a desarrollar estrategias para conseguir que sus hijos tengan buenos hábitos alimentarios.

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El nivel educativo de los padres determina la alimentación de los hijos

Un grupo internacional de expertos de ocho países europeos ha analizado si existe alguna relación entre el nivel educativo de los padres y la frecuencia con la que sus niños consumen alimentos vinculados con el sobrepeso.

El estudio Identificación y prevención de los efectos sobre la salud inducidos por la dieta y el estilo de vida en niños (IDEFICS, por sus siglas en inglés) incluye datos de 14.426 niños de entre dos y nueve años procedentes de ocho países europeos: Italia, Estonia, Chipre, Bélgica, Suecia, Hungría, Alemania y España.

Los resultados, publicados en la revista Public Health Nutrition, confirman que los padres con menos estudios dan a sus hijos alimentos ricos en azúcares y grasas más frecuentemente que los que poseen un nivel educativo superior, que dan de comer a sus niños más productos de alta calidad nutricional, como verduras, frutas, pasta, arroz y pan integral.

“Las mayores diferencias entre familias de distintos niveles educativos se observaron en el consumo de frutas, verduras y bebidas azucaradas”, explica Juan Miguel Fernández Alvira, autor del trabajo e investigador de la Universidad de Zaragoza.

Para los autores, esto resulta en un mayor riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad en los niños procedentes de estratos socioculturales menos favorecidos.

“Los programas de prevención de la obesidad infantil a través de la promoción de una alimentación saludable deberían abordar de manera especial y específica aquellos grupos socioeconómicamente desfavorecidos, con el objetivo de minimizar las desigualdades de salud”, concluye Fernández Alvira.

Nutrición en los niños

La infancia -de los dos a los catorce años- es un periodo de crecimiento en el que aumentan las exigencias de energía y nutrientes. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud alerta de la importancia de controlar la alimentación de los más pequeños, puesto que alrededor de 40 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso en 2010.

En realidad, las recomendaciones para los niños mayores de dos años no son muy diferentes de las que se aplican a los adultos. Se deben incluir en su dieta cereales, frutas y verduras, productos lácteos, carnes magras, pescado, aves, huevos y frutos secos.

Los dietistas y nutricionistas recomiendan a los padres que ofrezcan una amplia variedad de alimentos y que eviten usar la comida como un método para premiar o castigar un comportamiento. Los expertos creen que a estas edades ya se puede decidir qué porción tomar, siempre y cuando los alimentos sean sanos y nutritivos.

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Problemática en obesidad infantil

En un estudio del año 2012 se calculó la prevalencia en España para las distintas comunidades autónomas, por ejemplo en el País Vasco hay un 6% de obesidad y 16% de sobrepeso. Los datos son inferiores a los elevados del Sur y Este de España. En general al prevalencia de obesidad es entre 5-7 % en las regiones del Norte (incluida Madrid) y va creciendo en función del gradiente Norte-Sur.

La obesidad en general, como sabemos, es un gran problema de salud, ya que hay una tendencia en la sociedad a ir creciendo, como ha sucedido en EEUU. Además la obesidad infantil condiciona la morbilidad asociada a la edad adulta e incluso en algunos casos baja la expectativa de vida. Los niños obesos van a tener diabetes tipo II y sus expectativa de vida será menor que la de sus padres y abuelos.

La obesidad es el exceso de ingesta o el fracaso en el gasto energético (gastamos poco). En definitiva consumimos mucha más energía de la que gastamos.

Características de la dieta infantil

En la dieta de los niños y adolescentes encontramos excesos y carencias. Los excesos son en consumo de quesos grasos, carnes rojas y embutidos, frituras, pastelería, productos ricos en grasas animales y saturadas, y refrescos. Y en cambio hay carencias en pescados, legumbres, verduras y hortalizas, frutas frescas y cereales integrales. Todo esto también es extensible a los mayores porque los pequeños reflejan los hábitos de los mayores.

Tendríamos que mejorar limitando la comida basura, disminuyendo el tiempo dedicado a la televisión y a las pantallas, disminuyendo las raciones…

La mejor edad para crear hábitos correctos nutricionales es entre 6-9 años, en los mayores es más difícil cambiar los hábitos nutricionales.

La obesidad es poligénica y multifactorial

Las recomendaciones dietéticas dependen de razones culturales, zona geográfica, costumbres gastronómicas, condiciones socioeconómicas, pero también hay que hacer caso a la genética. Hay enfermedades monogénicas, sólo hay un gen alterado, y si damos la proteína que codifica ese gen el paciente mejora. En alimentación las cosas no son tan fáciles, en la obesidad hay miles de genes implicados, sobre todo hay muchos genes que regulan la ingesta. Es decir, la obesidad es poligénica y multifactorial.

En el futuro tal vez tengamos información sobre qué tipo de comida según los genes es mejor para cada uno, pero por ahora tenemos que ir poco a poco en función de la evidencia científica. Y lo más fácil es reconocer qué variantes genéticas se asocian con algún factor de riesgo, por ejemplo el colesterol elevado, la mayor acumulación de grasa corporal, etc.

Estudio EVASYON

Es un estudio de intervención en adolescentes obesos realizado en 5 ciudades de España. En este estudio se desarrolla, aplica y evalúa la eficacia de un programa terapéutico para adolecentes con sobrepeso y obesidad utilizando una aproximación integral que incluye educación nutricional y actividad física. Está desarrollado por equipos multidisciplinares en los que intervienen psicólogos, psiquiatras, dietistas, especialistas en ejercicio físico y pediatras.

El programa consistía en una restricción calórica con una dieta equilibrada. Las 10 primeras semanas el programa era intensivo, la dieta era cerrada y a partir de esa semana el adolescente podía elegir algunos elementos. Y se acompañaba de un programa de educación física pautado con visitas semanales, con juegos recreativos en común y se medía si había mejorado su fuerza física, su capacidad de resistencia, etc. También tenían ayuda psicológica. Y el seguimiento ha durado un año.

Eran unos 200 adolescentes y examinando en las células blancas de la sangre el ADN genómico (también se puede extraer de la saliva o por raspado bucal) se les han medido una serie de variantes genéticas, algunas relacionadas con el apetito, o con el tejido adiposo. Se estudiaron 9 variantes genéticas construyendo un score. Por ejemplo para una variante genética tan importante como en el gen FTO pueden tener un alelo A (alanina) o T (timina). Al sumar todas las variantes había individuos que tenían entre 6 -13 (el máximo número era 18, dos copias por cada una de las 9 variantes).

Lo que hemos visto es que en la pérdida de peso el cambio en el peso seguía una cierta tendencia, de manera que los individuos que tenían un score genético más alto perdían más peso porque partían, en parte, de mayor peso. Algo similar se ve en el porcentaje de masa grasa. Para los niños y adolescentes que están creciendo, el IMC no sirve, sino que se calcula el IMC según su edad, esto es la desviación estándar del IMC.

En resumen, lo más interesante es que hemos establecido una diferencia según si las personas tenían un score genético bajo (menos de 9) o alto (por encima de 9) y hemos visto la asociación que existía entre tener ese score genético con los parámetros bioquímicos después de la pérdida de peso. Los resultados muestran que en los que tienen baja carga genética de obesidad casi todas las medidas bioquímicas son más favorables: tienen mayor cambio en la leptina, en la glucosa, en el colesterol y en las apolipoproteínas. A igualdad de pérdida de peso los parámetros bioquímicos son más favorables cuando tiene una carga genética baja.

En cambio si tienes una carga genética alta la pérdida de peso no es tan favorable. Es decir, se ve que la pérdida de peso no es igual para todo el mundo, sino que si tienes una carga genética alta los beneficios de la pérdida de peso se van a disfrutar menos.

La importancia del estilo de vida saludable

Para terminar decir que en la obesidad y en los programas de pérdida de peso tendremos que tener en cuenta las variantes genéticas, las marcas epigenéticas y, por supuesto, los factores del estilo de vida.

En la literatura estamos viendo como se estudian cada vez mejor las interacciones entre las variantes genéticas y, por ejemplo, el ejercicio físico. En un trabajo reciente con más de 250.000 sujetos se ve que la actividad física es buena para prevenir la obesidad independientemente de la variante genética que se tenga. Éste es un mensaje interesante: las variantes genéticas pueden ser desfavorables pero casi siempre un estilo de vida saludable va a beneficiar.

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Alimentar emociones favoreciendo la chispa interior

El rendimiento de los niños depende mucho de que hayan desayunado bien o no, y también si han dormido bien o no. De la misma forma hemos visto en la clínica muchos casos, sobre todo de crisis depresivas, en las que nos damos cuenta que la alimentación suele ser muy determinante. Cuando preguntábamos si en los últimos meses el paciente había hecho algún tipo de dieta en un porcentaje altísimo nos encontrábamos que así era. Empezamos a ver esa correlación y nos dimos cuenta que los alimentos influyen mucho, para bien y para mal. No podemos pensar que tomando café y unos bollos podemos estar bien.

Me gustaría empezar diciendo que sin felicidad no hay motivación, sin felicidad hay pocos recursos para superar las dificultades que tenemos hoy en día. Sin motivación no comeremos bien, no estaremos bien con las personas que están a nuestro alrededor, no nos querremos lo suficiente.

La satisfacción vital es una especie de equilibro entre la emociones positivas y negativas. En muchas empresas hay una gerencia de la motivación porque se han dado cuenta que cuanto más feliz es la gente, mejor ambiente laboral, mejor trabajan y mejor se encuentran. Y los psicólogos hemos visto como efectivamente la motivación influye a nivel de organización en que la productividad es más alta cuando los trabajadores están motivados, que la tasa de absentismo es más baja y que la retención del talento es mayor. Asimismo en la persona vemos que los ingresos suben a mayor motivación, el éxito y el desarrollo son más altos y es mayor la proyección de su carrera.

Desarrollo de la inteligencia emocional

¿Cómo desarrollamos la inteligencia emocional sabiendo que es una forma fundamental para desarrollar nuestras emociones? La inteligencia emocional es conocernos en profundidad, conocer cómo son las personas que nos rodean, cómo podemos relacionarnos con ellas, cómo saber, por ejemplo, cuándo hay que desactivar tensiones, cuándo hay que llegar a acuerdos, desarrollar al máximo nuestra creatividad, nuestro buen ánimo y esa capacidad de liderazgo que todos tenemos y no sentirnos mal en situaciones de mucha presión, ir por delante de los acontecimientos, tener claro que el objetivo final de nuestra vida, y el que debe mover siempre nuestros impulsos y acciones, es la felicidad.

Pero esa inteligencia emocional obedece a unos principios básicos. Lo más importante es que sepamos conocernos y autocontrolar las emociones negativas, que sepamos comunicar, que seamos proactivos y que alcancemos los objetivos que realmente queremos, pero siempre bajo unos principios éticos. Sino no estaríamos practicando la inteligencia emocional, sino la manipulación (que muchos lo confunden).

En la inteligencia emocional sana sabemos que nuestras emociones y nuestro rendimiento están muy condicionados por nuestros alimentos.

La importancia de un buen desayuno

Un buen desayuno está compuesto por lácteos (leche y queso); cereales, de bajo índice glucémico (pan integral, avena); la fruta natural; y también jamón cocido. Son básicamente alimentos con proteína animal que producían una mejora (según Mahoney y colaboradores) de la creatividad, resistencia física, capacidad matemática, en la memoria a corto plazo y en el estado de ánimo. Y por el contrario cuando no se cumple, los niños se encuentran peor, más débiles, y sobre todo con peor ánimo. Y la resistencia es infinitamente menor.

En un estudio alemán se compararon los niños con este tipo de alimentación y niños con un desayuno más flojo y se dieron cuenta que los primeros tenían mejor actitud, rendimiento y mejor ánimo. Y muy recientemente se ha demostrado que esa buena alimentación en el desayuno aumenta el cociente intelectual, que es muy poco entrenable. Los que desayunan adecuadamente como media tienen 114,9 y en cambio las personas que tienen el mismo potencial intelectual pero que desayunan peor tienen cuatro puntos menos de CI: 110,6 .

En otros estudios hemos visto cómo influye en los síntomas depresivos. En las personas que están bien alimentados (la alimentación mediterránea es la mejor) el porcentaje de personas con depresión es bajo, un 8,8 frente 16,5 en las personas que están deficientemente alimentadas. Si miramos los síntomas relacionados con el suicidio, en las personas que están suficientemente alimentadas los pensamientos relacionados con la muerte, deseos de morir, ideación suicida o intentos de suicidio, baja a un 37,3% mientras que es el doble en las personas insuficientemente alimentadas.

Alimentación y estados depresivos

En España la prevalencia de la depresión es de un 4% y la media del consumo de pescado es de 28 Kilos. El consumo de pescado y todos sus ácidos buenos (que se pueden tomar como suplementos) nos indica que países como Japón, donde el consumo de pescado es altísimo, el índice de depresiones mayores es muy bajo.

Las personas que quieren hacer dietas (y la mayoría de los adultos han hecho dieta alguna vez en su vida) tienen que ingerir menos calorías de las que gastamos. Las dietas que son bajas en hidratos de carbono, al principio producen un mejor estado de ánimo pero inmediatamente el estado de ánimo empieza a bajar y llega un momento en que es igual al principio. Es decir las dietas bajas en hidratos de carbono tienen un efecto que con el tiempo se va difuminando. Sin embargo las dietas bajas en grasa al principio ocurre lo mismo, hay un pequeño repunte y después vuelven a bajar, es decir, volvemos a tener mejor estado de ánimo. Por lo tanto hay que hacer dieta baja en grasas pero no baja en hidratos de carbono.

La alimentación equilibrada de todos los componentes básicos produce mejoras en pacientes deprimidos y en bipolares. También facilita el afrontamiento de situaciones de estrés en personas especialmente vulnerables, reduce la hostilidad y la agresividad. Y la alimentación equilibrada también mejora el estado de ánimo de las personas sanas.

¿Qué ocurre cuando tenemos un estado de ánimo bajo, cuando estamos débiles emocionalmente? Tendemos a seleccionar una serie de alimentos que son muy negativos, son altos en grasas, y altos en azúcares, que en ese momento liberan una serie de endorfinas, incrementan un poco la serotonina, y tenemos la sensación de que nos sentimos mejor porque hay una reducción inicial del malestar. Pero inmediatamente después volvemos a sentirnos peor, la serotonina baja, hay una sensación de baja energía y volvemos al estado de ánimo bajo, y de nuevo volvemos a alimentarnos mal. Debemos dejar esa rueda.

Cuando estemos mal lo primero que tenemos que pensar es que hay muchas cosas en la vida por las que tenemos que estar bien; segundo, podemos comer bien; tercero, que hay personas que nos van a ayudar; cuarto, que cuando estemos fatal tenemos a los psicólogos que nos pueden ayudar; y por último debemos dormir y hacer ejercicio.

Hay que dividir las comidas del día en cinco o seis, disfrutar del proceso, de la compañía, beber suficiente líquido, tomar hidratos de carbono especialmente de bajo índice glucémico como la pasta y el arroz integral, y asegurarse de que se toman suficientes minerales (hierro, magnesio, selenio) y vitaminas (especialmente la vitamina B) y ácidos grasos omega 3. Si además comemos en compañía y buen humor nos vamos a sentir mucho mejor.

Desde el punto de vista psicológico podemos tener una buena o mala actitud ante la vida. Hemos de ser conscientes de que eso depende de nosotros (y además no cuesta dinero). La ilusión va a ser siempre nuestro principal baluarte, el mejor recurso, y nuestro mejor aliado ante las adversidades. La felicidad existe, no hay que comprarla, pero sí que hay que saber conquistarla. Somos los autores de nuestra felicidad (los niños lo entienden muy bien, en cambio a los adultos les cuesta asimilarlo). La actitud con la que vivamos nuestras vidas va a determinar nuestro éxito o nuestro fracaso.

Quién controla sus pensamientos controla su vida

Hay gente que piensa que es imposible sentirse bien cuando las circunstancias que nos rodean son difíciles. En realidad las circunstancias condicionan mucho a algunas personas, menos a otras, e incluso a algunas les sirve de estímulo. Ésta es la gran diferencia.

No es verdad que el hombre es él y sus circunstancias. Que nos encontremos bien nos puede ayudar pero básicamente depende de nosotros, porque lo importante es como interpretamos la vida. Y os pediría que cuando os encontréis mal intentéis cazar como al vuelo lo que estáis pensando. La mayoría de las veces estamos teniendo pensamientos muy negativos que en muchas ocasiones además no son realistas pero que saltan automáticamente. Y esos pensamientos son los que realmente nos hacen sentirnos tan mal. Sentimos en función de lo que pensamos, no de lo que está pasando.

Hay países que están mucho peor que nosotros, en condiciones infrahumanas y sin embargo son más felices. La felicidad depende de nosotros y de que empecemos a interpretar bien lo que ocurre en nuestra vida. Siempre podemos ver las cosas de una manera o de otra. Y al final cuando alguien tenga duda puede probar con el diálogo socrático. Por ejemplo, en la afirmación “para sentirme bien tengo que matar a mi jefe”, lo que dice Sócrates es: ¿qué pruebas tienes de que esa es la mejor solución?; ¿qué ley lo dice?; ¿no hay otras posibilidades?; ¿qué gano pensando de esa manera? (la respuesta es sentirnos fatal); ¿qué ganaría pensando de otra forma?; y en cualquier caso ¿qué es lo peor que podría suceder?

Autocontrol

Primero es importante que nos conozcamos y luego que sepamos qué queremos controlar para ser las personas que queremos ser. Al final la diferencia entre una persona que triunfa en la vida y otra que fracasa no es tanto su potencial intelectual sino la capacidad que tiene para controlar sus emociones y para influir en las emociones de las personas que nos rodean. Y eso es algo que también podemos conseguir.

El cerebro obedece nuestras órdenes, alimenta los pensamientos positivos y racionales, y destierra aquellos que nos producen desesperanza.

Pero las personas que no saben controlar sus pensamientos lo que hacen es que conviven siempre con sufrimiento. El 95% de las veces que sufrimos lo hacemos innecesariamente. Cuando la persona ya está bien y los psicólogos le preguntamos si estaba justificado su sufrimiento sólo en casos de pérdida de ser querido o de tragedias importantes nos dicen que estaba justificado. Sin embargo la mayoría de las veces sufrimos por cosas que no merecen tal sufrimiento. Y esto podemos evitarlo aunque la mayoría de las veces no sabemos cómo hacerlo.

La queja sólo nos va a llevar a la desolación, no debemos alimentar la queja y los rumores porque nos contaminan. Ser dueños de nuestra vida al final significa ser dueños de nuestras emociones, y esto no lo debemos dejar en manos de los demás, por mucho que los demás nos quieran. A veces lo importante no es tanto lo que pasa, la mayoría de las veces las emociones que alimentamos son negativas porque interpretamos mal, y aquí es donde podemos tener mucha dificultades. Lo importante no es lo que está pasando sino lo que cada uno ve. Ante la misma situación unos se lo toman con humor, otros con miedo, y otros con autocontrol emocional. Funcionamos mucho por estereotipos y éste es uno de los problemas fundamentales.

Sentido del humor

En las situaciones complicadas el humor siempre va a ser nuestro principal aliado. Pero siempre con empática, poniéndonos en el lugar del otro. El humor enamora, impacta, entusiasma, ilusiona y siempre nos reporta alegría y felicidad.

La espontaneidad y la creatividad también son claves y la mayoría de veces el humor derriba las principales barreras.

Asertividad

Contra la adversidad se necesita inteligencia emocional y asertividad (capacidad para autoafirmarnos). La inteligencia emocional nos ayuda a saber lo que necesitamos cambiar y nos proporciona los medios para que lo podamos hacer. La asertividad es, básicamente, decir las cosas que queremos decir de la forma adecuada, en el momento oportuno y con la habilidad de que el otro, lejos de molestarse, se sienta cercano pero sin ningún tipo de manipulación. Lo peor es la gente que no se atreve a explicar lo que siente y que no sabe decir que no. Y éstas son personas manipulables y de adulto al darse cuenta de que les manipulan se sienten muy mal. Debemos sugerir y argumentar pero sin imponer. No debemos pensar que sólo nosotros tenemos razón. Para que la comunicación vaya bien lo primero es sentirse escuchado porque así la persona se siente comprendida.

Trabajemos nuestra inteligencia emocional para que no se haga más pequeña que la que tienen nuestros hijos. Cualquier obstáculo en la vida hay que intentarlo tomar como una oportunidad, una de las peores cosas es el miedo. El miedo no alimenta nuestras emociones positivas sino que nos debilita, nos llenan de inseguridad y nos paraliza. Hay que sobreponerse ante la adversidad, luchar por superar nuestras dificultades y el miedo sólo se combate haciendo las cosas que mantienen ese miedo.

Mantenernos activos

Nos tenemos que mantener activos y asegurarnos de incorporar actividades saludables a nuestra vida con ejercicios como ser positivos, objetivos, aprender a querernos a nosotros mismos, asumir los problemas, no exigirse al máximo, ponerse metas alcanzables, no tener miedo al fracaso, aceptarse físicamente, no dejar las cosas para mañana y dar importancia a las pequeñas cosas de la vida.

Se hizo un estudio para ver las diferencias entre tres grupos de personas, unas que se fijaban en aspectos positivos, otras que les daba lo mismo, y otras en lo negativo ¿y quién se sintió mas feliz? Hay que buscar apoyos, aprovechar las oportunidades, vivir el presente, no compararnos con los demás, desarrollar el sentido del humor, controlar los sentimientos malos (los buenos disfrutarlos), planear actividades (se ha visto que la felicidad no es comprar cosas, pero si a veces comprar situaciones, por ejemplo un viaje), hacer ejercicio físico y tener esperanza.

El valor del autorrefuerzo

El hecho de premiarnos influye directamente en nuestro estado emocional. Y a los niños hay que apoyarles cuando algo les ha salido mal porque es cuando más lo necesitan. El mejor elemento de motivación es la motivación interna.

Alimentemos nuestras emociones, actuemos con sensibilidad e inteligencia emocional. Lo importante, en realidad, no es lo que piensen los demás sino lo que pensamos nosotros de nosotros mismos. Por lo tanto, el verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente.

Conclusiones

Sólo el que sabe observar como un niño responderá con la generosidad de un adulto.

Ya nos decía Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

Y la reflexión final sería: no ganas cuando impones, avanzas cuando convences, y conquistas cuando eres capaz de motivar.

La principal motivación es interna pero para eso necesitamos un buen equilibrio entre lo que hacemos y lo que decimos.

Si queremos que nuestro cerebro responda bien alimentémosle bien, despertémonos por las mañana con buen ánimo, estemos siempre dispuestos a generar buen humor, cuidémonos a nosotros mismos, hagamos mucho ejercicio, intentemos ponernos mentalmente pequeñas metas que podamos alcanzar y no le demos órdenes cruzadas, porque entonces se vuelve loco.

El rechazo de muchos niños a probar nuevos alimentos puede tener un origen genético

Científicos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, en Estados Unidos, ha revelado que el hecho por el que muchos niños se niegan a probar nuevos alimentos no tiene tanto que ver con lo que hay en el plato sino con sus propios genes, que pueden jugar un papel importante en las preferencias alimenticias.

El trabajo, dirigido por Myles Faith, profesor asociado de nutrición en la Escuela Gillings de Salud Pública de esta universidad, se suma a la creciente creencia de que los genes juegan un papel importante en el comportamiento de los niños al comer.

“En algunos aspectos, la neofobia alimentaria, o la aversión a probar alimentos nuevos, es similar al temperamento del niño o a la personalidad”, dijo Faith, cuyo trabajo se publica en la revista Obesity.

De hecho, su teoría es que “algunos niños son genéticamente más susceptibles que otros a evitar nuevos alimentos, lo que sin embargo no quiere decir que no puedan cambiar sus comportamientos y se hagan menos exigentes”.

El estudio evaluó a 66 pares de gemelos de entre 4 y 7 años, y encontraron que los genes explican el 72 por ciento de la variación entre los niños en la tendencia a evitar los alimentos nuevos, mientras que el resto está condicionado por el ambiente.

Investigaciones anteriores habían demostrado una influencia genética similar en la neofobia alimentaria en niños de 8 a 11 años (78 por ciento) y adultos (69 por ciento), lo que sugiere que el impacto de los genes en la neofobia alimentaria es constante en todo el desarrollo humano.

Los autores también han analizado la relación entre la neofobia alimentaria y medidas de grasa corporal entre el padre y el hijo.

En la parte ambiental, los resultados sugieren que los padres deben considerar la idiosincrasia de cada niño, incluso para los hermanos en la misma casa, al pensar en cómo aumentar la aceptación de un niño a nuevos alimentos.

Por ejemplo, los padres pueden optar por una exposición continuada de los nuevos alimentos por todo el hogar, o mostrar a sus hijos lo mucho que disfrutan con los alimentos que éstos evitan. También podrían proporcionar una selección de varios elementos nuevos de los que un niño puede seleccionar.

Bajar de peso a una edad temprana, ayuda a revertir el daño al corazón

La investigación indica que “cuando los ratones ya son obesos, mayor es el riesgo de que su daño en el corazón sea irreversible”, afirma Majd AlGhatrif, autor principal del estudio, publicado en Cardiovascular Translational Research, y profesor asistente de medicina de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

“No sabemos si el mismo principio se aplica a los seres humanos y, en caso afirmativo, cuál sería el punto de inflexión. Pero el mensaje básico es que la pérdida de peso, más temprano que tarde, sería más beneficiosa”, dijo Lili Barouch, autora principal del estudio, cardióloga y profesora asistente de medicina de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins. “Sin duda merece más estudios para ver si los resultados serían similares en las personas”, agrega.

Barouch dice que es bien conocido que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular en las personas y algunos estudios han demostrado que la reducción de calorías y la pérdida de peso pueden revertir algunos de los efectos perjudiciales de la obesidad sobre el corazón. Pero, según esta investigadora, no ha quedado claro si la duración de la obesidad en las personas o su edad genera una diferencia en términos de la capacidad del corazón para recuperarse.

Para arrojar luz sobre esta cuestión, los investigadores estudiaron los efectos de la restricción calórica en dos grupos de ratones, uno joven y uno viejo. Los ratones jóvenes tenían dos meses de edad (similar a los adultos jóvenes), mientras que los roedores mayores estaban entre los 6 y los 7 meses de vida (similar a la mediana edad en los hombres).

Todos los ratones fueron manipulados genéticamente para nacer sin leptina, una hormona que provoca una sensación de estar lleno, por lo que su deficiencia provoca comer en exceso y obesidad, así que siempre tenían comida y comían en exceso. Ambos grupos registraban evidencia de daño cardiaco, incluyendo rigidez diastólica, lo que afecta a la capacidad del corazón para relajarse y llenarse de sangre y que puede conducir a insuficiencia cardiaca.

Tanto los ratones jóvenes como los viejos perdieron una cantidad similar de peso con la dieta restringida en calorías después de cuatro semanas. Sin embargo, en los más jóvenes, la disminución de calorías tenía efectos positivos sobre el corazón, incluyendo un retorno a la función diastólica normal y una reducción de depósitos de grasa en las células del corazón, mientras que en los más viejos, la función cardiaca deteriorada se mantuvo a pesar de que se observó una reducción en el estrés oxidativo que daña el corazón.

A pesar de que los investigadores descubrieron una vía dependiente de la edad que conduce a la obesidad relacionada con la disfunción cardiaca reversible sólo en los animales más jóvenes, Barouch dice que se necesitan más estudios para determinar cuáles son los hallazgos que podrían ser significativos para la alteración de las enfermedades del corazón en las personas. Mientras tanto, este experto confía que el estudio anime a las personas obesas a tratar de perder peso lo más pronto posible con el fin de reducir su riesgo de enfermedad cardiaca más adelante.

Reducir 100 calorías diarias en el 90% de los adultos puede prevenir los índices de obesidad de la población

Reducir 100 calorías diarias en el 90 por ciento de los adultos puede prevenir los índices de obesidad de la población, según ha mostrado el estudio Energy balance and obesity, realizado por la Universidad de Colorado (Estados Unidos), en el que se destaca la necesidad de fomentar la práctica de ejercicio físico por ser un requisito “indispensable” para combatir esta enfermedad.

Asimismo, la investigación, que ha sido publicada en la revista Circulation, ha señalado la importancia de comprender cómo funciona el equilibrio energético del organismo, por lo que ha abogado por formar a la población a través de estrategias “más efectivas a las actuales”, para reducir la prevalencia del sobrepeso y obesidad.

De hecho, según han mostrado los expertos, el gasto energético ha disminuido de forma “importante” en el último siglo debido a una menor actividad física diaria. En este sentido, han recordado que existen numerosos estudios que indican cómo niveles superiores de actividad física están asociados a un menor aumento de peso, mientras que niveles más bajos de ejercicio físico se vinculan a un peso mayor.

Y es que, el entorno social influye de manera significativa en el comportamiento de las personas. Por ello, los investigadores han abogado por dotar a la población de infraestructuras que ayuden a desarrollar un estilo de vida más activo y, por tanto, den una mayor accesibilidad a las opciones saludables.

Del mismo modo, consideran “prioritario” realizar esfuerzos en la educación, de forma que se pueda ayudar a la sociedad a comprender el significado y el alcance del concepto “equilibrio energético”, y la importancia que tiene para la salud prevenir la aparición del sobrepeso o la obesidad.

Por otra parte, el estudio ha mostrado también que la restricción alimentaria, por sí sola, no resulta eficaz a la hora de reducir la obesidad, debido a que la fisiología humana está preparada para un elevado nivel de ingesta y de gasto energético al mismo tiempo. De este modo, dicha restricción alimentaria unilateral produce la defensa natural del organismo de mantener su peso actual, alterando la forma en que el cuerpo quema calorías.

“La restricción constante de alimentos es difícil de mantener a largo plazo e igualar la ingesta de energía (calórica) con un alto gasto energético sería más factible para la mayoría de las personas que restringir la ingesta alimentaria para compensar un nivel bajo de consumo de energía”, han comentado los autores del estudio.

Por último, el profesor de Pediatría y Medicina del Campus de Medicina de la Universidad de Colorado y coautor de la investigación, James O. Hill, ha alertado de que si no se aumenta la actividad física de la población, se fomentarán unos niveles “insostenibles” de restricción alimentaria. “Hay que cambiar el mensaje, de “comer menos y moverse más”, por “moverse más y comer mejor””, ha zanjado.