Comer despacio

Comer despacio reduce más la sensación de hambre

 

Comer despacio reduce la ansiedad

Una nueva investigación sugiere que la capacidad de controlar el consumo de energía del cuerpo humano puede verse afectada por la velocidad a la que comemos, de modo que reducir la velocidad de la ingesta de alimentos suprime la sensación de hambre y ayuda a consumir más agua durante la comida, según los resultados publicados en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.

Para analizar la relación entre la velocidad de la alimentación y el consumo de energía, un equipo de investigadores del Departamento de Kinesiología en la Universidad Cristiana de Texas, en Estados Unidos, analizó cómo la velocidad de la alimentación afecta a las calorías consumidas durante una comida tanto en sujetos de peso normal como con sobrepeso u obesos.

Los investigadores también recopilaron datos sobre las sensaciones de hambre y saciedad antes y después de las comidas a ritmo rápido y a ritmo lento y el consumo de agua durante estas ingestas de comida.

Mientras que los estudios anteriores han examinado la relación entre la velocidad de alimentación y el peso corporal, la mayoría de esos análisis se realizaron con personas de peso normal. En este nuevo trabajo, los científicos pidieron a un grupo de sujetos de peso normal y con sobrepeso u obesidad que consumieran dos comidas en un entorno controlado.

Todos los sujetos tomaron una comida a una velocidad lenta, para lo que se les enseñó a pensar que no tenían limitaciones de tiempo, tomar bocados pequeños, masticar a fondo y hacer una pausa y dejar la cuchara entre bocado y bocado, y un segundo plato a una velocidad rápida, para lo que se les pidió que pensaran que tenían una restricción de tiempo, tomaran grandes bocados, masticaran rápidamente y no se detuvieran ni dejaran la cuchara en ningún momento.

Al concluir el estudio, los autores encontraron que sólo los sujetos de peso normal tuvieron una reducción estadísticamente significativa en el consumo de calorías durante la comida lenta en comparación con la rápida: 88 kilocalorías (kcal) menos del grupo de peso normal frente a sólo 58 kcal menos en los de exceso de peso u obesos.

“Reducir la velocidad de alimentación condujo a una reducción significativa en la ingesta de energía en el grupo de peso normal, pero no en el grupo de sobrepeso u obesidad. La falta de significación estadística en el grupo con sobrepeso y obeso puede deberse en parte al hecho de que consumieron menos alimentos durante las dos condiciones en comparación con los sujetos de peso normal”, explica la autora principal del estudio, Meena Shah, profesora en el Departamento de Kinesiología de la Universidad Cristiana de Texas.

Menos hambre después de comer despacio

“Es posible que los sujetos con sobrepeso y obesos eran más conscientes de sí mismos y, por lo tanto, comieron menos durante el estudio”, agrega. A pesar de las diferencias en el consumo de calorías entre el peso normal y con sobrepeso y obesidad, el estudio encontró algunas similitudes. Ambos grupos sentían menos hambre más tarde después de la comida lenta que tras la ingesta de la comida rápida.

“En ambos grupos, las sensaciones de hambre fueron significativamente inferiores a los 60 minutos de empezar la comida de forma lenta en comparación con la ingesta de alimentos que hicieron de forma rápida “, destaca Shah. “Estos resultados indican que en los dos grupos podría esperarse menos hambre en una comida que se consume más lentamente”, añade.

Asimismo, tanto los grupos con peso normal como con sobrepeso u obesidad consumieron más agua durante la comida lenta. Durante la condición de ayuno, los participantes de todo el estudio sólo tomaron 25,57 cl de agua, pero durante la situación de ingesta lenta esa cantidad se elevó a 34,1 cl.

El consumo de agua fue mayor durante la comida lenta en comparación con la situación de ingesta rápida de comida en un 27 por ciento en el grupo de peso normal y el 33 por ciento en el grupo de sobrepeso u obesidad. Cuanto mayor sea el consumo de agua durante la condición de comer lentamente probablemente causará mayor distensión del estómago y puede afectar al consumo de alimentos”, argumenta Shah.

Con las tasas de obesidad en aumento entre la población adulta en Estados Unidos, esta información sobre cómo los diferentes grupos de peso consumen alimentos será de utilidad en la elaboración de estrategias para reducir el consumo de energía. “La desaceleración de la velocidad de comer puede ayudar a reducir el consumo de energía y suprimir los niveles de hambre y puede incluso mejorar el disfrute de una comida”, concluye esta experta.

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La obesidad infantil, un problema multifactorial. Estrategias de prevención y tratamiento de la obesidad

La obesidad infantil es un problema multifactorial. La epidemia de obesidad está avanzando y en los niños es especialmente relevante este problema. Hay 155 millones de niños en edad escolar que tienen sobrepeso u obesidad, de esos 45 millones son obesos, lo que representa un 2-3 % de los niños entre 5-17 años. Y en Europa uno de cada 10 niños será obeso para 2015 (en EEUU ya es uno de cada 3). Por tanto estas cifras son alarmantes.

Según el informe de la OMS, que recoge información de 144 países de 1990 a 2010, vemos una progresión con tendencia al alza en la estimación del porcentaje de la prevalencia de sobrepeso. En España los estudios Enkid y Aladino indican un 14% de sobrepeso y casi 18% de obesidad. En Navarra tenemos algunos informes que indican que un 8% de los niños menores de 15 años presentan obesidad.

Hay muchos factores desencadenantes, la predisposición genética pero también factores externos algunos conocidos y otros menos conocidos (por ejemplo hay actualmente una línea de investigación de los contaminantes ambientales cómo influyen en la obesidad), por supuesto la ausencia de actividad física, también la lactancia materna y los factores prenatales.
Como se trata de un problema global tenemos que implicar a todos los ambientes: el ambiente físico: ¿qué tipo de ciudades tenemos? ¿Es fácil hacer ejercicio? ¿Es fácil ir a la escuela caminando?

En el caso de la obesidad infantil es un problema de salud claramente pero también es un problema de medición, no disponemos de parámetros fijos para definirlo en niños, y se valora en función de unas tablas de referencia en función de la edad y del sexo.

Obesidad y televisión

Nuestro grupo lleva años trabajando en obesidad infantil y hemos visto en un trabajo de Ochoa que directamente se relaciona el número de horas de televisión con el riesgo de obesidad.
Se trataba de un estudio de casos y controles con niños navarros. Y la conclusión es que por cada hora de televisión que se ve aumenta la posibilidad de ganar peso. Y si ven más de 18 horas de televisión a la semana el riesgo aumenta en 5 veces. Y ver más de 11 horas duplica el riesgo en estos niños.

Factores de riesgo

¿Qué otros factores influyen en la obesidad infantil? Influye la obesidad familiar, definida como que uno de los dos padres sea obeso. En ese caso el niño tiene un riesgo de ser obeso 4 veces mayor.

También consumir bebidas azucaradas en exceso, por cada ración adicional al día casi se duplica el riego de obesidad. En cambio si hacemos actividad física estamos protegidos. En el caso de las bebidas azucaradas la evidencia cada vez es mayor. Además el refresco azucarado sustituye al consumo de agua y leche, concretamente de esta última el consumo baja mucho y no se llegan a alcanzar las recomendaciones de calcio. Por otro lado hay estudios que afirman que el calcio ayuda en el control del peso. Hay que intentar que los niños tomen leche no azucarada.

Equipos multidisciplinares

¿Cómo podemos atajar el problema? Necesitamos equipos multidisciplinares aparte de la implicación del entorno social: primero de los padres, de los educadores, de los abuelos y por supuesto del equipo profesional formado por psiquiatras, psicólogos, expertos en actividad física, dietistas nutricionistas y pediatras.

Errores más comunes

Los errores más comunes son:
-Omisión del desayuno: es muy elevada la tasa de niños que omiten el desayuno. Y hay mucha evidencia de que si no se desayuna no se van a cumplir los requerimientos de calcio, probablemente su rendimiento escolar va a verse afectado, etc.
-Picoteo: Tomamos un 30% más de energía adicional. Además de las visitas a la nevera y lo que influye la televisión y la publicidad en la elección de alimentos.
-Abuso de alimentos precocinados y grasos. Y lo correcto es lo contrario una alimentación variada y equilibrada.
-Abuso de las pantallas, no sólo de la televisión.

Tratamiento de la obesidad

Tenemos que conseguir mejorar el comportamiento y educar en buenos hábitos, estar al aire libre, hacer ejercicio físico, buenos hábitos de alimentación en la mesa, etc.
Las pautas a seguir serían limitar las calorías vacías; consumir preferentemente cereales de grano entero, frutas y verduras; y tratar de integrar el estilo de vida que tenemos, si comemos fuera darles herramientas y para los fines de semana, porque tal vez durante la semana hay un cierto orden pero no el fin de semana.

EVASYON

En el año 2009 con la colaboración de grupos de Granada, Madrid, Santander y Zaragoza iniciamos el estudio Evasyon en adolescentes obesos (evaluación nutricional de un programa de seguimiento en niños obesos).

Se reclutaron unos 200 niños obesos de esas ciudades (incluida Pamplona) y se propuso un tratamiento integral, es decir que el niño va a tener ayuda de dietistas, un profesional de ejercicio físico y ayuda psicológica para mejorar sus hábitos de vida y sobre todo en relación con la alimentación y ejercicio físico. Hay varios artículos publicados que se pueden consultar.

Se realizó en base a una dieta personalizada, entrevistas con los adolescentes y con sus familias todas las semanas para tratarles de inculcar hábitos saludables y de reducir la ingesta dietética.

Los resultados muestras que de una ingesta inicial cercana a las 3.000 kcal se baja a los 6 meses a unas 2.000 y al año la mantienen. También hay cambios en los macronutrientes: se ha disminuido sobre todo la grasa de 40% a 34% a los seis meses. Después de este primer periodo restrictivo en el que se disminuye la ingesta energética entre un 10-40% en función del grado de obesidad se conseguía mejorar el patrón dietético, bajar la grasa y aumentar la proteína y mantener los hidratos de carbono.

Se consiguieron cambios en la composición corporal: disminuía la masa grasa y la reducción más importante fue a los seis meses. También se producen cambios en el cociente cintura cadera, sobre todo en los seis primeros meses que se mantienen a los 12 meses y eso está ligado a un beneficio cardiovascular.

Y sobre todo hubo cambios en el estado nutricional: al principio todos los niños tenían sobrepeso u obesidad y a lo largo de tratamiento se reduce el número de obesos y aumenta el de niños con sobrepeso, se reduce la adiposidad corporal y, por tanto, la inflamación y el riesgo metabólico.

Estudios de nutrigenética

Hoy en día sabemos que existe una relación compleja entre nuestra predisposición genética y cómo el organismo responde a los nutrientes en función de las variantes genéticas de las que somos portadores. Podemos investigar qué tipo de comida es mejor para nuestros genes, para nuestras proteínas, epigenoma, transcriptoma… atendiendo siempre a factores de riesgo.

Podemos estudiar las variantes genéticas de un determinado gen en individuos obesos y ver si una determinada mutación se relaciona con alguno de los parámetros antropométricos: mayor peso corporal, mayor dificultad para perder peso o para ganarlo con los estudios de nutrigenética que ha realizado nuestro departamento.

En el seno de la intervención del estudio Predimed (estudio de prevención de la obesidad con dieta mediterránea) de la Universidad de Navarra en colaboración con el Departamento de Medicina preventiva en el que han participado 12.000 persona de toda España. En Pamplona concretamente 1.000 personas que seguían o bien una dieta control que es simplemente baja en grasa, una dieta mediterránea que se caracteriza por un alto consumo de aceite de oliva extravirgen, y otro grupo que también sigue una dieta mediterránea con un complemento de frutos secos.

Uno de los resultados muestra la ganancia de peso a los tres años para una variante del gen de la interleucina 6. Y se encuentra que hay una menor ganancia de peso para las personas que además de seguir la dieta mediterránea rica en aceite de oliva tenían el genotipo CC, éstos eran los que mejor respondían a esa dieta. Es decir que la respuesta a una dieta puede estar condicionada por el genotipo.

Comida - 2

Pautas para una alimentación saludable fuera de casa

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y el Centro de Información Cerveza y Salud han presentado una campaña en Murcia para informar sobre pautas de alimentación fuera del hogar, que pasan fundamentalmente por tomar siempre raciones pequeñas, intentar que haya más variedad que cantidad y comer despacio y en ambientes relajados, dedicando como mínimo 30 minutos a esta tarea.

Así lo han hecho saber una de las doctoras responsables del estudio, Purificación Martínez, junto con el miembro del Centro de Información Cerveza y Salud de Murcia, Manuel Castillo, en una rueda de prensa que han ofrecido para presentar la guía que contiene estos consejos, y que será repartida en los servicios de Endocrinología de los hospitales murcianos.

El documento Cuida tu peso fuera de casa. Consejos saludables sobre nutrición y consumo moderado de bebidas fermentadas incluye unas tablas con la composición, calorías y propiedades de las tapas y pinchos más típicos de España. Se dirige tanto a las personas que tienen un peso normal pero comen con frecuencia fuera de casa ya que pueden convertirse en un grupo de riesgo para aumentar de peso, como a las personas con sobrepeso y obesidad, que al inicio de una dieta o en la fase de mantenimiento encuentran barreras a la hora de comer fuera de casa o salir con los amigos a tomar una cerveza, ha explicado Martínez, doctora del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid).

En el caso de comer con ‘táper’ en la oficina, aconseja procurar llevar una comida similar a la que se tomaría en casa, controlando el tamaño de las raciones. En el restaurante, cuando se opta por el menú del día, si el primer plato es muy calórico es preferible compensar con un segundo liviano como carne o pescado a la plancha y un postre ligero.

Si se come a la carta, en los primeros platos para compartir, habría que seleccionar alimentos de poca densidad energética como verduras, ensaladas o marisco y procurar elegir carne o pescado al horno como plato principal. En las ocasiones especiales o celebraciones donde son habituales los excesos de comida, el mejor consejo es disfrutar con moderación.

En este sentido, los doctores han insistido en que es aconsejable tomar siempre raciones pequeñas, intentar que prime la variedad antes que la cantidad, y comer en ambientes relajados y agradables. Además, aconseja comer sentados y dedicar un mínimo de 30 minutos a la comida, ya que el hecho de comer despacio permite que se produzca antes la sensación de saciedad.

Martínez destaca que, para calcular la energía que requiere cada persona para mantener su peso, debe calcular las kilocalorías por cada kilogramo de peso. Por ejemplo, una persona de 70 kilogramos, con una actividad física leve o moderada, necesitará una ingesta de 30 kilocalorías por kilogramo de peso y día, lo que supone un total de 2.100 kilocalorías al día.

Esta cantidad puede elevarse un poco más en el caso de los hombres, pero Martínez advierte que una ingesta superior “puede suponer un aumento de peso”. Por ello, recomienda compensar el consumo de alimentos calóricos a lo largo del día para “alcanzar el límite fijado”.

Toma nota

Entre otras tapas, la guía recuerda que las ‘banderillas’ o vinagretas aportan una energía de 36 kilocalorías (kcal); mientras que el taco de bonito en escabeche con pimiento aporta 76 kcal; el bacalao al pilpil 70 kcal; la anchoa del cantábrico con queso 129 kcal; las gambas al ajillo 135 kcal; y el pulpo a la gallega 138 kcal; el pincho de champiñones 143 kcal.

Las patatas bravas aportan 190 kcal; el ‘pescaíto’ frito 191 kcal; la tortilla de patatas 196 kcal; el salmorejo 212 kcal; la paella 220 kcal; los chorizos a la sidra 221 kcal; las migas de pastor 228 kcal; las croquetas de jamón y carne 333 kcal; los callos a la madrileña 415 kcal; y la morcilla de Burgos 455 kcal.

Agua y bebidas fermentadas con moderación

Ha defendido que una caña de cerveza tradicional tiene un contenido alcohólico “escaso y pocas calorías”, por lo que “no es la causante de la obesidad”. En concreto, “una caña de 200 mililitros tiene tan solo 90 kilocalorías y, en el caso de la cerveza sin alcohol, esta cantidad se reduce a una media de 34 kilocalorías por cada 200 mililitros”.

En este sentido, recuerda que la ración moderada aconsejada para las mujeres es de una o dos cañas de cerveza o dos copas de vino al día, mientras que en el caso de los hombres pueden tomar hasta tres cañas o tres copas de vino diariamente. Por su parte, aconseja sustituir la cerveza tradicional por cerveza sin alcohol “para aquellos que se encuentren en dieta estricta y para quienes no deben tomar alcohol”.

Martínez defiende que las bebidas fermentadas “son de excelente calidad porque proceden de alimentos naturales como la cebada malteada o el lúpulo”, por lo que retienen algunas de sus propiedades y aportan una pequeña cantidad de proteínas y carbohidratos, y es rica en minerales como el potasio, el fósforo, el silicio y es pobre en sodio”.

Además, la cerveza “tiene vitaminas del grupo B y antioxidantes naturales”, con un efecto antiinflamatorio, anticoagulante y beneficios para el sistema inmunitario, mientras que el vino “procede de la fermentación de la uva y contiene resveratrol, un antioxidante relacionado con la protección cardiovascular”.

Martínez ha llamado la atención sobre el hecho de que la Navidad es una época en la que “siempre comemos más de lo que necesitamos” porque solemos tener “muchos alimentos a nuestro alcance”. En estos casos, aconseja evitar comer todo lo que “podríamos tomar en otro momento” y “disfrutar de los alimentos que se escojan” porque el apetito “se educa”.

Todo ello, tomando conciencia de la importancia de que los alimentos sean saludables, variados y en los que haya presencia tanto de comida de origen animal como vegetal, con segundos platos que sean “ligeros y pequeños”.

La doctora Martínez también justifica que salir a ‘tapear’ o “de cañas” es un comportamiento social muy arraigado en España al que “no debemos renunciar”. En este sentido, aconseja elegir aperitivos no muy calóricos, como mariscos, moluscos, vinagretas o banderillas y, si se toman tapas con alto valor calórico, recomienda compensarlos con una comida o una cena ligeras.

Ha aseverado que la obesidad es una enfermedad “muy prevalente en los países desarrollados” y se produce “por el estilo de vida y porque “tenemos una gran cantidad de alimentos a nuestra disposición”. En realidad, aclara que el cuerpo humano tiene mecanismos de ahorro de energía “muy perfeccionados” y las personas requieren “muy poco aporte de calorías”.

Además, ha explicado que la actividad física “está en la base de la pirámide de una buena alimentación” ya que tiene un efecto beneficioso y previene “enfermedades cardiovasculares e incluso el cáncer, que está ligado a la obesidad”. Por eso, pone el foco en la importancia de dedicar tiempo al ejercicio físico, tanto a diario, como el fin de semana.

Ha desmentido que el hecho de comer fruta entre las comidas engorde más, que las proteínas son el mejor alimento para perder peso o que no se deba tomar carbohidratos a partir de las 16.00 horas. En este sentido, ha arremetido contra las dietas milagro que convierten a la comida en algo “monótono” , y explica que la alimentación “debe ser completa y variada.

alimentación diabetes infantil

Los niños obesos tienen niveles de hormonas del estrés más altos

Los niños obesos producen, naturalmente, niveles más altos de una hormona clave del estrés que los de peso normal, según un nuevo estudio aceptado para su publicación en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism.

El cuerpo produce la hormona cortisol cuando una persona experimenta estrés, de forma que cuando alguien se enfrenta frecuentemente a situaciones estresantes, el cortisol y otras hormonas del estrés se acumulan en la sangre y, con el tiempo, pueden causar serios problemas de salud.

Este estudio, el primero en mostrar que los niños obesos tienen niveles de cortisol crónicamente elevados, midió la presencia de esa hormona en el pelo del cuero cabelludo, que refleja la exposición a largo plazo y puede ser un biomarcador del estrés.

“Nos sorprendimos al encontrar a niños obesos, de tan sólo 8 años de edad, con niveles elevados de cortisol”, dijo una de las autores del estudio, Erica van den Akker, del Hospital Erasmus MC-Sophia Children en Rotterdam, Países Bajos. “Mediante el análisis de cabello del cuero cabelludo de los niños, hemos sido capaces de confirmar los niveles elevados de cortisol que han persistido en el tiempo”, agrega.

El estudio observacional caso-control analizó muestras de cabello de 20 niños obesos y 20 menores con peso normal para medir los niveles de cortisol a largo plazo. Cada grupo incluyó a 15 niñas y cinco niños entre las edades de 8 y 12 años.

Los sujetos obesos tenían una concentración media de cortisol de 25 pg/mg en el pelo del cuero cabelludo, en comparación con una concentración media de 17 pg/mg en el grupo de peso normal. Las concentraciones de esa hormona que se encuentran en el cabello reflejan la exposición de cortisol en el transcurso de aproximadamente un mes.

“Debido a que este estudio se llevó a un enfoque observacional, más investigación determinará la causa de este fenómeno -matiza Van den Akker-. “No sabemos si los niños obesos, en realidad, experimentan más estrés psicológico o si sus cuerpos manejan las hormonas del estrés de manera diferente. Responder a estas preguntas clave mejorará nuestra comprensión de la obesidad infantil y puede cambiar la forma en que la tratamos”.

Great friends

España pedirá a Europa que se eduque en alimentación, nutrición y ejercicio en los colegios

Esta petición se ha plasmado en el Proyecto de Informe sobre el patrimonio gastronómico Europeo: aspectos culturales y educativos, realizado por la Real Academia de Gastronomía y la Fundación Española de Nutrición y que ha contado con el apoyo del vicepresidente del Grupo Popular Europeo, Jaime Mayor Oreja.

La iniciativa parte del hecho de que la gastronomía es una de las manifestaciones culturales “más importantes” del ser humano y un elemento “esencial” de la identidad y patrimonio cultural europeo; de que es un factor de riqueza y un “importante reclamo” para el turismo; y de que el estado de salud y el bienestar de la población están muy condicionados por el tipo de alimentación y la adquisición, desde la infancia, de hábitos alimenticios saludables.

Por este motivo, según ha informado el eurodiputado y miembro de la Comisión de Educación y Cultura del Parlamento Europeo, Santiago Fisas, el texto solicita a los Estados miembros de la Unión Europea la inclusión en los planes de estudios de conocimientos sobre alimentación y salud nutricional, a la vez de formación en cultura y experiencia gastronómica; y la formulación de políticas encaminadas a mejorar la industria gastronómica y garantizar el mantenimiento de la diversidad y singularidad de los productos artesanales, locales, regionales y nacionales.

“Hay que promover también entre los más pequeños la realización de actividad física y mostrarles que el placer que produce la comida es bueno para la salud siempre y cuando se haga a través de alimentos saludables. En esta formación son necesarios los padres pero, más aún, las escuelas”, ha apostillado Fisas.

Enseñar a comer menos y a hacer ejercicio físico diariamente

Estas declaraciones han sido corroboradas por el director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III y director de la unidad de Cardiología del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, Valentín Fuster, quien ha recordado que, más allá de los conocimientos sobre nutrición, es necesario concienciar a la sociedad de que lo “importante” es comer menos y realizar ejercicio físico a diario.

Y es que, tal y como ha recordado el cardiólogo, el mundo se está enfrentando actualmente a la “epidemia” de las enfermedades cardiovasculares las cuales principalmente se producen por “seis factores de riesgo”: la elevada hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, el tabaquismo, el elevado colesterol y el sedentarismo. Unos factores que, según ha aseverado, están presenten (al menos uno de ellos) en 95 por ciento de la población mundial y en el 80 por ciento, dos factores de riesgo.

Por este motivo, el experto ha destacado la necesidad de que se eduque a los más pequeños en estos hábitos saludables ya que ha reconocido que cambiar las costumbres alimenticias de las personas mayores es una tarea “más complicada”. “El problema de esta epidemia es que la gente no se cree que sea vulnerable y, debido a ello, es necesario que se formen a los niños de entre 3 y 6 años en estilos de vida saludables para que sean adultos sanos en el futuro”, ha apostillado.

“No hay sistema sanitario que soporte más obesidad”

De este modo se ha pronunciado también el presidente de la Real Academia de Gastronomía, Rafael Ansón, quien ha avisado de que “no hay sistema sanitario que soporte más obesidad y más enfermedades derivadas de una mala alimentación” y ha lamentado que, actualmente, “se esté perdiendo la cultura de la mesa y los niños coman mirando la televisión o delante del ordenador”.

“Hay que recurrir a todo el entorno familiar y educativo para que se conciencien sobre la importancia que tiene saber comer y sobre el hecho de que una de las cosas que más influyen en la calidad de vida es la alimentación”, ha recalcado Ansón.

Por su parte, el dos veces campeón del Mundo de Rallyes y campeón del Rallye Dakar 2010, Carlos Sáinz, ha comentado que los logros que ha obtenido en el deporte han sido posible gracias a que desde pequeño ha evitado el sedentarismo y ha intentado llevar a cabo una alimentación saludable. “Hay que comer sano, lo justo, y moverse”, ha apostillado.

Finalmente, el presidente de la Fundación Española de la Nutrición, Gregorio Varela, junto a Mayor Oreja han destacado la importancia que tiene el proyecto y han pronosticado que serán bien recibido por los Estados miembros.

enfermedad crónica

Consejos para unas Navidades con la tensión a raya

Estamos inmersos en las fiestas navideñas y con ellas llegan los atracones en las comidas, los dulces o el exceso de alcohol, lo que supone un aumento de peso y, por tanto, un incremento de la presión arterial y de los niveles de colesterol. La doctora Nieves Martell, presidenta de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), señala que “los españoles suelen ganar algunos kilos en estas fechas, pero hay que tener especial cuidado cuando esto ocurre en personas que padecen hipertensión, diabetes, obesidad o colesterol elevado”. Por ese motivo, los expertos sugieren moderación con las comidas y ejercicio físico para evitar subidas inesperadas de presión arterial que pueden conducir a enfermedad cardiovascular.

En este sentido, las comidas pesadas y ricas en sal, el consumo de bebidas alcohólicas, las sobremesas con café o el exceso de azúcar de los dulces pueden aumentar todos estos riesgos en las personas con hipertensión, que en España son 14 millones. Por ello, es aconsejable limitar consumir estos alimentos y practicar ejercicio. “La cuestión no es erradicar completamente estos alimentos de la dieta, sino moderar su consumo y continuar comiendo también pescado o verduras. Además, con la época festiva no debemos abandonar nuestros hábitos saludables rutinarios, como el ejercicio físico, que es fundamental, ya que contribuye al bienestar general y a la salud de diversas formas: además de contribuir a reducir la presión arterial, disminuye la frecuencia cardiaca y reduce el riesgo de cardiopatía isquémica”, explica la doctora Martell.

Por otra parte, uno de los descuidos más típicos es olvidar la medicación, lo que puede provocar subidas repentinas de las cifras de presión arterial. La hipertensión arterial es una enfermedad crónica en la mayoría de los casos y su tratamiento debe ser continuado y nunca debe dejar de tomarse o reducirse las dosis sin indicación médica. Centrándose en esta última, y advirtiendo de su peligro, la presidenta de la SEH-LELHA puntualiza que “es importante resaltar que aunque la tensión esté controlada no debe dejarse de tomar la medicación”.

Consejos saludables en Navidad

Es posible disfrutar las celebraciones navideñas si evitamos lo excesos y sabemos compensar una comida copiosa con otra más ligera. Además, es más fácil de lo que pensamos. Únicamente conviene tener en cuenta una serie de medidas para estar saludable y evitar que la báscula o el tensiómetro nos pase factura:

1. Son fechas de ocio y distensión pero se debe seguir evitando el tabaco. Asimismo, se debe moderar el consumo de bebidas alcohólicas, ya que tienen muchas calorías y pueden disminuir la eficacia de algunos fármacos antihipertensivos.

2. Caminar puede ser beneficioso para contrarrestar los excesos de las comilonas.

3. Se debe comer despacio y en pequeñas cantidades. Por lo tanto, es desaconsejable comer de platos comunes, debido a que no tenemos un control sobre las proporciones que consumimos.

4. Anímese a cantar villancicos y bailar tras las comidas y cenas, le ayudará a hacer la digestión y sentirse más ligero.

No obstante, lejos de grandes sacrificios, la página web del Club del Hipertenso ofrece apetitosas recetas y consejos saludables para que los pacientes puedan mejorar su estilo de vida durante las fiestas y después de ellas.

nefropatía diabética

La dieta y la actividad física disminuyen el riesgo de cálculos renales

Incluso pequeñas cantidades de actividad física pueden disminuir el riesgo de desarrollar cálculos renales, mientras que consumir demasiadas calorías puede elevar las posibilidades de padecerlos, según concluye un estudio que aparece publicado en el Journal of American Society of Nephrology.

En los últimos 10 a 15 años, la investigación ha revelado que los cálculos renales son más de lo que se pensaba un problema sistémico. Sus vínculos con la obesidad, la diabetes, el síndrome metabólico y la enfermedad cardiovascular demuestran que el proceso de formación de cálculos implica algo más que a los riñones.

El profesor Mathew Sorensen, de la Escuela de Medicina y el Departamento Puget Sound de Asuntos Veteranos de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, y sus colegas realizaron un estudio para evaluar si la ingesta de energía y el consumo de energía se relacionan con la formación de cálculos renales.

Los expertos estudiaron a 84.225 mujeres posmenopáusicas que participaron en la Women Health Initiative, en la que se recopiló información, por ejemplo sobre la dieta y la actividad física en las mujeres desde la década de 1990. Después de ajustar múltiples factores, como el índice de masa corporal (IMC), los científicos vieron que la práctica de actividad física se asocia con un 31 por ciento menos de riesgo de cálculos renales.

“Incluso pequeñas cantidades de ejercicio pueden disminuir el riesgo de cálculos renales, que no se necesita que sean maratones puesto que la intensidad del ejercicio no parece importar”, destaca Sorensen. Las mujeres pueden obtener el máximo beneficio mediante la realización de diez equivalentes metabólicos por semana, es decir, unas tres horas semanales de caminar (entre 3,2 y 4,8 kilómetros por hora), cuatro horas de jardinería suave o una hora de carrera moderada (9,6 kilómetros por hora).

El equipo también descubrió que el consumo de más de 2.200 calorías por día aumenta el riesgo de desarrollar cálculos renales hasta en un 42 por ciento, de forma que la obesidad también es un factor de riesgo. “Ser consciente de la ingesta de calorías, vigilar el peso y esforzarse por practicar el ejercicio físico son factores importantes para mejorar la salud en general de nuestros pacientes en general y prevenir los cálculos renales, en particular”, resume Sorensen.

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Obesidad e inflamación

La obesidad se define como un exceso de grasa corporal. Es una enfermedad compleja en la que están implicados múltiples factores, no solamente unos malos hábitos dietéticos y un estilo de vida sedentario, sino que también es bien conocido que hay causas genéticas y epigenéticas que contribuyen en la susceptibilidad que una persona puede tener al desarrollo de obesidad.

Es importante que se conozca la etiopatología de la obesidad y que se pueda controlar el desarrollo de la misma porque tiene asociada el desarrollo de múltiples patologías. La obesidad predispone a la diabetes tipo II, hipertensión, resistencia a la insulina, apnea del sueño, aterosclerosis e incluso a ciertos tipos de cáncer.

Dianas para el tratamiento

La obesidad se produce cuando hay un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético con lo cual todo lo que promueva la inhibición de la ingesta y la reducción del apetito y estimule el gasto energético va a favorecer que disminuya la prevalencia de obesidad.

Para el control de las señales de saciedad se puede actuar en el control de la absorción intestinal, de la digestión y absorción de grasas, en el procesamiento de los nutrientes por el hígado -que es un órgano de almacenamiento de grasas a corto plazo-, en la oxidación de la misma por el músculo, y también el tejido adiposo tiene un papel fundamental en la obesidad porque es donde se almacena el exceso de grasa en forma de triglicéridos y desde donde se moviliza la grasa cuando estamos en balance energético negativo. Por lo tanto hay múltiples dianas en las que se puede actuar.

El tejido adiposo ha adquirido mucha importancia porque aparte de ser un órgano de almacenamiento es un órgano secretor importante que envía señales de saciedad, por ejemplo, al cerebro o envía señales que pueden regular la función intestinal, muscular y la hepática a través de una serie de moléculas secretadas por el tejido adiposo que se llaman adipoquinas. Parte de nuestra investigación se ha centrado en estudiar la regulación de estas adipocitoquinas por los nutrientes.

Obesidad e inflamación

Sabemos que la obesidad se considera un estado inflamatorio crónico de bajo grado porque existe un aumento de marcadores sistémicos de inflamación asociados a la obesidad y se piensa que este incremento en la inflamación es uno de los mecanismos por los cuales se facilita el desarrollo de estas patologías asociadas a la obesidad. Por tanto si frenamos el desarrollo de la inflamación en obesidad podremos prevenir el desarrollo de muchas de las patologías asociadas.

Se piensa que el origen de este estado inflamatorio asociado a la obesidad tiene lugar inicialmente en el tejido adiposo. Los adipocitos hipertrofiados de una persona obesa cambian su patrón secretor hacia un patrón en el que están incrementadas las citoquinas proinflamatorias y disminuidas las antiinflamatorias. Además el hecho de que aumenten las citoquinas proinflamatorias o las quimiocinas proinflamatorias hace que se atraigan hacia el tejido adiposo macrófagos de tipo 1 –proinflamatorios- y disminuyan los de tipo 2-antiinflamatorios-. Es decir, hay un incremento inicial de la inflamación en el tejido adiposo que finalmente afecta a nivel sistémico a otros órganos metabólicos clave como el hígado, el músculo, etc. Por tanto si controlamos la inflamación en el tejido adiposo podremos reducir el estado inflamatorio asociado a la obesidad.

En este contexto es importante estudiar como los distintos nutrientes o los componentes bioactivos de los alimentos nos pueden ayudar a regular los genes que controlan el metabolismo, el balance energético y también el estado inflamatorio. Así en los últimos años se ha realizado mucha investigación para tratar de comprender cómo los compuestos bioactivos de los alimentos son capaces de enviar señales de salud o enfermedad a nuestro genoma, proteoma, etc.

Diferentes proyectos

Si lo que interesa es controlar la inflamación y el estrés oxidativo que va a asociado a la inflamación probablemente suplementar las dietas con compuestos con actividad antioxidante o antiinflamatoria puede ayudar a mejorar la obesidad o las complicaciones asociadas. Así uno de los proyectos consiste en estudiar los efectos de un antioxidantes, el ácido lipoico y de los ácidos grasos omega-3, en concreto con el ácido eicosapentaenoico (omega-3 de origen marino) y analizar sus potenciales aplicaciones en obesidad. Hemos utilizado modelos animales, celulares y también hemos hecho alguna intervención nutricional en humanos. Además queremos saber, no sólo si mejora o no, sino el porqué, es decir, estamos buscando las bases moleculares de la nutrición, saber cuáles con los mecanismos por los que estas moléculas ejercen sus acciones.

Otro proyecto analiza el papel de algunas citoquinas de la familia de las interleucinas 6, como cardiotrofina 1, en obesidad y resistencia a la insulina. El papel de estas citoquinas es controvertido, parece que son proinflamatorias pero también parece que tienen efectos beneficiosos en el metabolismo glucídico y lipídico.

Y finalmente también hablaré del proyecto en el que estamos trabajando actualmente.

Ácido lipoico y obesidad

Hemos centrado nuestros estudios en conocer los efectos celulares y moleculares del ácido lipoico en obesidad porque se había descrito que es un antioxidante muy importante presente en algunos alimentos (tanto de origen animal como vegetal), es un cofactor muy importante para enzimas mitocondriales, y en algunos estudios previos se había descrito su acción anti-obesidad en roedores y recientemente algunos sugieren que podría ser efectivo en humanos. Y también son muy conocidas sus acciones beneficiosas en el metabolismo lipídico y glucídico.

Estudiamos si era capaz de prevenir el desarrollo de obesidad en un modelo animal en el que inducíamos obesidad con dieta alta en grasa saturada. Y hemos visto que es capaz de prevenir el desarrollo de obesidad cuando a los animales se les pone unas condiciones obesogénicas. Hoy sabemos que tiene capacidad dosis dependiente de disminuir la ingesta, también se han descrito los mecanismos a través de APM quinasa, y reduce la absorción intestinal de azúcares. Asimismo hemos encontrado que tiene efectos sobre el hígado, es capaz de prevenir la esteatosis no alcohólica favoreciendo la oxidación de grasas disminuyendo su acumulación.

Hemos realizado muchos estudios en tejido adiposo porque hemos visto que en modelo animal es capaz de reducir el tamaño del tejido adiposo. Cuando suplementamos la dieta con ácido lipoico disminuye el tamaño del tejido adiposo. Hoy sabemos que es porque es un agente lipolítico importante, que además estimula la oxidación de las grasas, reduce la lipogénesis y estimula la función mitocondrial.

En relación a unas adipoquinas que secreta el tejido adiposo, y que son señales importantes para otros tejidos, sabemos que el ácido lipoico estimula la producción de adiponectina en vivo, reduce la de leptina y la quemerina (que es una citoquina proinflamatoria), con lo cual estaría favoreciendo el aumento de adipoquinas antiinflamatorias y disminuyendo las proinflamatorias. Por lo tanto sabemos algo más de los mecanismos por los cuales esta molécula puede tener potenciales acciones beneficiosas en obesidad.

Cardiotrofina 1

La familia de IL-6 está compuesta por varias citoquinas que señalizan a través del receptor gp-130. Nuestro estudio se ha centrado en la cardiotrofina, que es una de estas citoquinas.

Encontramos que los ratones que carecen de cardiotrofina se van haciendo obesos con la edad y además hiperglucémicos e hiperinsulinémicos, desarrollando un cuadro similar al de síndrome metabólico humano. Y lo curioso es que se hacen obesos a pesar de que comen menos que los ratones normales y su obesidad se debe a una disminución en el gasto energético. El porqué todavía no lo sabemos.

Si la falta de cardiotrofina favorece el desarrollo de obesidad en la edad adulta, ¿qué pasa si tratamos a los ratones con cardiotrofina? Hemos visto que si los tratamos con cardiotrofina disminuye mucho su ingesta, pierden peso y mucha cantidad de grasa y tienen un gasto energético más elevado. Y por supuesto mejoran también todos los componentes relacionados con las complicaciones asociadas a obesidad.

Papel de los ácidos grasos omega-3

Es bien conocido que la ingesta de grasa saturada promueve el desarrollo de obesidad, inflamación e insulinorresistencia, mientras que hay estudios que apuntan que la ingesta de grasa poliinsaturada, en este caso ácidos grasos omega-3, podría prevenir la inflamación asociada a la obesidad y la resistencia insulínica.

Hemos hecho estudios en modelos animales de obesidad y en cultivos celulares para tratar de entender porque mecanismos los omega-3, en concreto el EPA, son capaces de reducir la inflamación o de prevenir la alteración de la función secretora del tejido adiposo, del músculo y del hígado.

El EPA a nivel del hígado reduce la expresión de genes lipogénicos, ocurre lo mismo en músculo, y en el tejido adiposo modula la producción de adipoquinas incrementando las antiinflamatorias y disminuyendo las proinflamatorias.

También hemos investigado si es capaz de antagonizar los efectos inducidos por citoquinas proinflamatorias, como el TNF alfa, que es una citoquina típica implicada en inflamación. Hemos sometido a los adipocitos a un desafío con TNF alfa, y hemos visto que las citoquinas proinflamatorias son lipolíticas, causan insulinorresistencia, y sin embargo cuando ponemos EPA en el medio de cultivo es capaz de inhibir estas acciones de las citoquinas proinflamatorias. Es decir tiene acciones antiinflamatorias porque es capaz de bloquear las rutas de señalización y las metabólicas activadas por las citoquinas proinflamatorias.

En los últimos años se ha descubierto que los ácidos grasos, tanto los omega-3 como los omega-6, sirven como precursores de mediadores lipídicos que juegan un papel importante en la regulación de la inflamación. En general se puede afirmar que la mayor parte de los mediadores lipídicos derivados de los omega -6, por ejemplo el ácido araquidónico, son mediadores lipídicos proinflamatorios; mientras que los mediadores lipídicos que se originan en nuestro organismo a partir de los omega-3, tanto EPA como DHA, son mediadores lipídicos con potentes propiedades antiinflamatorias y pro resolutivas de la inflamación.

Por tanto conocemos algo más de los posibles mecanismos por los cuales los omega-3 pueden ejercer sus acciones antiinflamatorias en obesidad, que es a través de la producción de estos mediadores lipídicos, como son las resolvinas, protectinas, maresinas, etc. Hay algunos estudios que sugieren que pueden ser importantes en el control de la inflamación asociada a la obesidad.

Uno de los proyecto actuales en los que estamos trabajando es el estudio las potenciales aplicaciones en obesidad, inflamación e insulinorresistencia de estos mediadores lipídicos bioactivos derivados de los omega-3. Queremos estudiar sus efectos en modelos animales de obesidad y cultivos celulares y ver si son eficaces en contrarrestar la inflamación y las complicaciones asociadas a la obesidad.

Conclusiones

-La obesidad está asociada con un riesgo incrementado de patología inflamatoria.
-Es una patología compleja de origen multifactorial.
-La nutrición está considerada como un factor medioambiental a largo plazo modificable, es decir a través de la nutrición se puede prevenir o favorecer el desarrollo de obesidad o de sus complicaciones asociadas.
-Por ello la genómica nutricional es muy importante porque nos va a ayudar a comprender cómo los nutrientes envían señales de salud o enfermedad a nuestros genes, a nuestro metabolismo.

grasa_parda

Descubren un inhibidor del apetito que transforma la grasa mala en buena

Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) han demostrado que la oleiletanolamida, un componente natural derivado de los ácidos oléicos y producido por el intestino delgado, que inhibe el apetito, también favorece la transformación de la grasa “mala” del organismo en “buena”.

El estudio ha sido coordinado por investigadores del Hospital Regional Universitario de Málaga y del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS), que han visto que este compuesto es capaz de intensificar la acción de termogénesis de los agonistas Beta-3 adrenérgicos, permitiendo convertir el tejido adiposo blanco en pardo.

La transformación de la grasa blanca o “mala” en grasa parda o “buena”, es fundamental para regular el balance energético y evitar la obesidad, por lo que este hallazgo podría abrir las puertas al diseño de terapias antiobesidad más efectivas.

En el estudio se analizó el papel que juegan los agonistas Beta-3 adrenérgicos y la oleiletanolamida en potenciar la reducción de la ingesta de alimentos y la pérdida de peso corporal mediante un mayor gasto energético.

Tras suministrar ambos compuestos a roedores durante seis días, vieron que la administración conjunta de ambos era más efectiva en la reducción de ingesta de alimentos que la administración independiente de cada uno de ellos.

En el estudio demostraron además que la oleiletanolamida intensifica la acción de termogénesis de los agonistas Beta-3 adrenérgicos y favorece la aparición de fenotipos del adipocito marrón en el tejido adiposo blanco de las ratas, que fueron tratadas con una combinación de agonistas beta-3 adrenérgicos y oleiletanolamida.

Un hallazgo relevante teniendo en cuenta que el tejido adiposo marrón es uno de los responsables en la regulación del gasto energético y bloquear su acción conduciría a formas de obesidad.

Las investigaciones llevadas a cabo en las últimas décadas han demostrado el fracaso casi absoluto de la farmacología tradicional basada en monoterapias para el tratamiento de la obesidad. De ahí que los esfuerzos, en la actualidad, se centren en el desarrollo de terapias combinadas aplicadas a la ingesta de alimentos y al gasto energético para incrementar su nivel de éxito.

Además, combinar la estimulación de los agonistas Beta-3 adrenérgicos con oleiletanolamida podría ser útil para remodelar el tejido adiposo y para reducir los efectos cardiovasculares no deseados de los fármacos antiobesidad.

Heart Care

El 30% de los enfermos cardiovasculares sufre diabetes, el factor de riesgo con “peor” pronóstico

La Fundación Española del Corazón (FEC) ha alertado de que el 30 por ciento de los enfermos cardiovasculares sufre diabetes, siendo el factor de riesgo con “peor pronóstico”. Además, la organización ha recordado que en España el número de diabéticos está aumentando de manera “exponencial”.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que actualmente hay más de 347 millones de personas con diabetes y, según la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés) y la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD, por sus siglas en inglés), se estima que en 2030 habrá 552 millones de diabéticos en el mundo, aunque sólo la mitad de ellos serán conscientes de su enfermedad.

“El crecimiento de la población diabética se está produciendo de manera exponencial, un hecho que está relacionado con el cambio de los hábitos de vida y el tipo de alimentación”, ha comentado el presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Enrique Galve.

Y es que, según han insistido los expertos, las personas con diabetes presentan un riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares al menos entre 2 y 4 veces superior en comparación con las personas no diabéticas de similar edad, siendo más marcado este impacto en el caso de las mujeres. Además, tienen más riesgo de morir por enfermedad cardiovascular ya que más de la mitad de los diabéticos muere por causas cardiovasculares.

Del mismo modo, la diabetes también va asociada a otros factores de riesgo cardiovascular como son la obesidad, la hipertensión arterial o la dislipemia. Es por ello que la diabetes, cada vez más, se considera una enfermedad cardiovascular.

En este sentido, Galve ha señalado que para controlar “la diabetes y prevenir la enfermedad cardiovascular es necesario tratar los niveles de glucosa y actuar sobre los factores de riesgo, como la hipertensión o el colesterol elevado, y sobre los hábitos de vida del paciente.

Dicho esto, el experto ha reconocido que los tratamientos indicados para reducir el nivel de azúcar en sangre “no son tan efectivos” como los tratamientos indicados para tratar otros factores de riesgo cardiovascular, como la hipercolesterolemia o la hipertensión arterial, por ejemplo.

“Se evitan los fármacos muy agresivos que pueden provocar bajadas de azúcar drásticas (hipoglicemia), extremadamente nocivas para la salud del paciente, algunos de los cuales no se ha demostrado que realmente logren disminuir la mortalidad. Es, por ello, que se usan tratamientos hipoglicémicos menos intensos”, ha comentado.

Finalmente, el experto ha comentado que el paciente diabético desarrolla un tipo de enfermedad cardiovascular “más difusa” que no afecta a segmentos arteriales concretos, donde existiría “mayor facilidad para actuar”, sino que, por el contrario, la enfermedad cardiovascular suele aparecer en todo el recorrido de la arteria, lo que dificulta la actuación intervencionista y el tratamiento global de la enfermedad. Por este motivo, el pronóstico de un enfermo cardiovascular con diabetes es peor.

cancer

El sobrepeso y un bajo nivel socioeconómico en la adolescencia, vinculado con el doble de riesgo de cáncer de esófago

Los adolescentes con sobrepeso tienen el doble de probabilidades que sus pares de peso normal de desarrollar cáncer de esófago, según un estudio reciente realizado en Israel, que se publica en Cancer, revista de la Sociedad Americana del Cáncer. La investigación también encontró que el bajo nivel socioeconómico, así como la inmigración procedente de países de mayor riesgo, son determinantes importantes de cáncer gástrico.

Zohar Levi, del Centro Médico Rabin en Israel, y sus colegas midieron el índice de masa corporal (IMC) en un millón de varones adolescentes israelíes que se sometieron a un examen de salud general, a una edad promedio de 17 años desde 1967 hasta 2005, y, a través del registro de cáncer del país, se identificó a aquellos participantes que más tarde desarrollaron cáncer. Los participantes fueron seguidos entre 2,5 a casi 40 años, con una media de seguimiento de 18,8 años.

Los científicos se sorprendieron al encontrar que el peso y el nivel socioeconómico hasta la edad de 17 años tuvieron un tremendo impacto en el desarrollo del cáncer en el futuro. Los adolescentes con sobrepeso registraban un riesgo 2,1 veces mayor de desarrollar cáncer de esófago y los de bajo nivel socioeconómico, un riesgo 2,2 veces mayor de desarrollar cáncer gástrico.

Aquellos que tenían nueve años o menos de educación, poseían un riesgo 1,9 veces mayor de desarrollar este tipo de cáncer, además de que los inmigrantes nacidos en países de Asia y de la ex URSS registraban un mayor riesgo de desarrollar cáncer gástrico (3 y 2,28 veces más, respectivamente) .

“Los adolescentes con sobrepeso y obesos son propensos a padecer cáncer de esófago, probablemente debido al reflujo que tienen durante toda su vida. Además, una posición socioeconómica más baja de un niño tiene un gran impacto sobre la incidencia de cáncer gástrico en la edad adulta”, resumió Levi, quien señaló que no está claro si la pérdida de peso más adelante en la vida o la obtención de un mayor estatus socioeconómico podría reducir los riesgos observados.

Two nude lovers with apple

Los trastornos alimentarios estarían infradiagnosticados en los varones

Investigadores del Hospital de Niños de Boston, en Estados Unidos, encontraron que el 17,9 por ciento de los adolescentes varones estaba extremadamente preocupado por su peso y condición física y que era más propenso a iniciar conductas de riesgo, como consumir drogas o abusar del alcohol.

“Hombres y mujeres tienen diferentes preocupaciones acerca de su peso y apariencia”, señala la autora principal Alison Field, de la División de Medicina Adolescente del Hospital de Niños de Boston. Las evaluaciones para los trastornos alimentarios se han desarrollado para reflejar las preocupaciones con la delgadez que se ven en las chicas, pero no aquello que preocupa a los chicos, que puede estar más centrado en la musculatura que en la delgadez.

Para entender mejor cómo los síntomas de trastornos de la alimentación pueden estar vinculados a la obesidad, el consumo de drogas y la depresión en los hombres, Field y sus colegas analizaron las respuestas de adolescentes cada 12 y 36 meses a los cuestionarios del Growing Up Today Study entre 1999 y 2010. Así, los niños tienden a estar más interesados en la musculatura que la delgadez, con el 9,2 por ciento frente al 2,5 por ciento, mientras el 6,3 por ciento está preocupado por los dos aspectos.

Los hombres preocupados por la musculatura y que usan suplementos potencialmente insalubres, como hormonas de crecimiento y esteroides para mejorar su físico, fueron aproximadamente dos veces más propensos a comenzar a beber en exceso con frecuencia y registraron más posibilidades que sus padres a comenzar a consumir drogas. Los niños afectados por la delgadez tendían más a desarrollar síntomas depresivos.

Al 2,9 por ciento de los encuestados se le detectó comportamientos completos o parciales de trastorno por atracones y casi un tercio informó de atracones de comida poco frecuentes, purgas de comida o comidas en exceso. La anorexia y la bulimia nerviosas se caracterizan por una influencia excesiva del peso y la condición física en la autoevaluación, con los pacientes obsesionados con estar delgados o perder peso.

La mayoría de las evaluaciones sobre los trastornos de comida reflejan este deseo de delgadez y pueden pasar por alto a los chicos preocupados por su peso y forma pero que principalmente quieren estar más musculosos. Éste puede ser el equivalente masculino de las niñas que están obsesionadas con su peso y que utilizan el vómito o laxantes para controlar el peso.