La anorexia nerviosa y la obesidad comparten características comunes

Este es “el primer estudio que compara el perfil de las funciones ejecutivas de los grupos con condiciones extremas de peso empleando medidas validadas de toma de decisiones, inhibición de respuesta e impulsividad”, ha señalado el investigador principal del análisis, el doctor Fernando Fernández-Aranda.

Así, los grupos con condiciones extremas de peso pueden compartir factores de riesgo biológicos y fenotipos neurocognitivos, como la disfunción ejecutiva, caracterizada por alteraciones en la capacidad de tomar decisiones, inhibir respuestas no adecuadas y mostrar flexibilidad cognitiva, señala el estudio, publicado en la revista PLoS ONE.

En concreto, los estudios de neuroimagen indican que las alteraciones en los circuitos de la dopamina están implicadas en algunos comportamientos alimentarios y en el abuso de drogas. Según los autores, comer en exceso es una señal de una disparidad entre los circuitos relacionados con la motivación y la recompensa, y aquellos implicados en la respuesta de inhibición.

De esta forma, la ingestión de cantidades elevadas de alimentos en personas vulnerables puede perturbar el equilibrio entre circuitos, aumentando el valor de refuerzo de la alimentación y disminuyendo la actividad de los circuitos relacionados con el control y la inhibición, lo que podría resultar en un comportamiento impulsivo y una ingestión alimentaria compulsiva.

Por un lado, la anorexia nerviosa se asocia con alteraciones atencionales y en el funcionamiento ejecutivo, principalmente en la toma de decisiones. Además, se ha observado una elevada impulsividad en sujetos obesos que corrobora un perfil ejecutivo disfuncional en la obesidad.

En este sentido, los sujetos impulsivos muestran limitaciones en el aprendizaje de las asociaciones adecuadas entre recompensa y castigo. Como consecuencia, tienen una capacidad reducida para retrasar la gratificación, mostrando una impulsividad caracterizada por comer en exceso y aumentar de peso.

“Nuestros resultados no sólo confirman la hipótesis de que las personas obesas tienen dificultades para inhibir una conducta automática o dominante, sino que también apuntan a la impulsividad y las dificultades en la inhibición de respuestas como un rasgo distintivo en el perfil ejecutivo de la obesidad en el marco de las condiciones extremas de peso”, ha explicado el investigador principal.

Por otra parte, el comportamiento de los pacientes con anorexia nerviosa es rígido y obsesivo, con una elevada resistencia a los cambios, en contraste con los sujetos obesos.

De acuerdo con este estudio, en el que han participado mujeres con edades comprendidas entre los 18 y los 60 años, el tratamiento, tanto para pacientes con anorexia nerviosa como con obesidad, debe centrarse en los problemas de autocontrol, conductas impulsivas o el déficit de toma de decisiones característicos de estos trastornos.

Las personas que leen las etiquetas nutricionales se mantienen más delgadas

La Universidad de Santiago de Compostela ha participado, junto con las universidades de Tennessee, Arkansas (EE UU) y el Instituto de Investigación de Economía Agrícola de Noruega, en un estudio sobre la relación entre la lectura del etiquetado nutricional y la obesidad.

Los resultados indican que el índice de masa corporal de aquellas consumidoras que leen las etiquetas es 1,49 puntos menor que el de las que nunca consideran dicha información a la hora de hacer la compra. Esto supone una reducción de 3,91 kg para una mujer estadounidense tipo de 1,62 cm de altura y 74 kg de peso.

Los datos se tomaron de la encuesta anual National Health Interview Survey (NHIS), recogida por los Centro Americano para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) (U.S. Centers for Disease Control and Prevention en inglés). Se recogieron 25.640 observaciones con indicadores de salud, hábitos de consumo y de compra, entre los que se encontraban varias preguntas sobre la lectura de la información nutricional en los supermercados, y la frecuencia de lectura.

“Primero analizamos cuál es el perfil de las personas que leen el etiquetado nutricional en el momento de la compra de alimentos y, posteriormente, su relación con el peso de los individuos”, explica a SINC, María Loureiro, autora principal del estudio que publica la revista Agricultural Economics.

“La obesidad es uno de los problemas de salud más importantes en la actualidad en los EE.UU.”, destaca la investigadora. “El número de adultos con sobrepeso u obesidad ha aumento a lo largo de los años. En 2009-2010, más de un tercio (casi el 37%) de la población adulta en este país era obesa y en niños y adolescentes dicho porcentaje alcanzaba un 17%.

Con respecto a su distribución, se registra una mayor prevalencia de obesidad entre las personas negras no hispanas (49,5%), americanos mexicanos (40,4%), hispanos (39,1%), y blancos no hispanos (34,3%), según datos de 2010 del CDC.

Mayor efecto en mujeres urbanas blancas

El equipo encontró diferencias muy significativas entre los consumidores que leen las etiquetas y aquellos que no lo hacen. Por un lado, el estudio recoge que la población fumadora examina mucho menos esta información. Según la investigadora, “su estilo de vida contiene ciertos hábitos poco saludables y, como consecuencia, nuestros resultados indican que puede ser que no se preocupen tanto del contenido nutricional de lo que comen”.

Además, la población que vive en la ciudad -el 49% de la muestra-, es la que más tiene en cuenta el etiquetado nutricional, así como las personas que tienen estudios de enseñanza media -40% de los encuestados- y los que tienen educación universitaria -17% de la muestra total-.

Por sexos, el 58% de los hombres lee habitualmente o siempre la información presentada en las etiquetas nutricionales, mientras que este porcentaje se incrementa hasta el 74% en las mujeres.

“El impacto asociado, en general, es mayor en las mujeres que en los hombres”, añade. En término medio, las mujeres que leen la información nutricional tienen un índice de masa corporal 1,48 puntos menor, mientras que esta diferencia es solo de 0,12 puntos en hombres.

La investigación también recoge diferencias étnicas significativas. En este sentido, son las consumidoras blancas las que más reducen su índice de masa corporal (en torno a 1,76 puntos).

“Sabemos que esta información puede ser utilizada como un mecanismo de prevención hacia la obesidad. Hemos observado que leen más las etiquetas nutricionales las personas que viven en un ámbito urbano, con educación media o alta, como cabría esperar y, por tanto, se podrían diseñar campañas o políticas públicas que promuevan el uso del etiquetado nutricional también en menús de restaurantes y otros establecimientos públicos, para que se beneficie la población que come habitualmente fuera de casa”, concluye Loureiro.

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Dietas sostenibles

Tal y como explica Barbara Burlingame, asesora principal de la Dirección de Nutrición y Protección del Consumidor de la FAO “a pesar de los muchos éxitos de la agricultura en las últimas tres décadas, es evidente que los sistemas alimentarios y las dietas no son sostenibles”. Por estas razones se acaba de publicar el libro Dietas sostenibles y biodiversidad,

Para más muestras, la experta indica que mientras que más de 900 millones de personas en el mundo sufren de hambre, “alrededor de 1.500 millones tienen sobrepeso o son obesos”. De hecho, estima que “2.000 millones sufren deficiencia de micronutrientes como la vitamina A o el hierro, y tienen carencia de yodo”.

A raíz de ello, Burlingame señala que es “urgente” plantearse la calidad de los sistemas agrícolas y alimentarios, ya que los deficientes “están vinculadas a un notable incremento de las enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares”.

Hay que aumentar la ingesta de otras especies animales y vegetales

Como explicación a la coyuntura actual, la especialista pone sobre la mesa el hecho de que los hidratos de carbono refinados y las grasas sean asequibles y estén disponibles debido “al uso intensivo de insumos en la agricultura industrial y al transporte de larga distancia”. Esto acarrea para la experta “una simplificación general de las dietas”.

En este sentido, el director general de Bioversity International, Emile Frison, manifiesta que “hay que ir más allá de los alimentos básicos y fijarnos en los cientos y miles de especies vegetales y animales olvidadas e infrautilizadas”. Según su criterio, éstos “pueden significar la diferencia entre una dieta sostenible y otra insostenible”.

Como ejemplo de ello, el experto señala que la organización que representa ha ayudado con éxito a reintroducir una serie de hortalizas de hoja verde en las dietas y los mercados locales de Kenya. Además, significa que “los pequeños agricultores también se benefician” de esta acción.

Por último, Frison incide en que se debe hacer un gran esfuerzo para garantizar que todas las personas en el mundo tengan no sólo una alimentación correcta, sino “también una nutrición adecuada para satisfacer sus necesidades. Nuestros sistemas alimentarios deben ser objeto de transformaciones radicales”, concluye el especialista.

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Nutrigenome and obesity

Recogemos la intervención de D. J. Alfredo Martínez Hernández en el marco del Curso Europeo de Verano Global Health and Individualized Nutrition organizado por la Universidad del País Vasco en colaboración con el Instituto Tomás Pascual – Cátedra Universidad de Navarra y el International Union of Nutritional Sciences (IUNS).

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The Endocannabinoid system: Inflammation and obesity

Recogemos la intervención de D. Pedro González Muniesa en el marco del Curso Europeo de Verano Global Health and Individualized Nutrition organizado por la Universidad del País Vasco en colaboración con el Instituto Tomás Pascual – Cátedra Universidad de Navarra y el International Union of Nutritional Sciences (IUNS).

La obesidad infantil puede adelantar la pubertad y complicar la fertilidad

La obesidad infantil puede afectar a la pubertad y complicar la reproducción, según se ha deducido de un estudio realizado por la Universidad de Oregon (Estados Unidos). En el mismo se evidencia que se ha producido un aumento “dramático” de esta enfermedad entre los más pequeños en los últimos años.

Así, los expertos consideran que las repercusiones de este grave problema pueden ir más allá de los dificultades de salud habituales. “Se puede alterar el momento de la pubertad y en última instancia conducir a una disminución de la capacidad de reproducirse, especialmente en las mujeres”, advierten.

Por ello, este trabajo publicado en la revista Fronteras en Endocrinología sugiere que la obesidad podría estar relacionada con los crecientes problemas de infertilidad. “Los síndromes metabólicos causados por el sobrepeso pueden estar afectando a la calidad reproductiva”, explica el autor principal del estudio y profesor asistente de Medicina Veterinaria en la Universidad de Oregon, Patrick Chappell.

Además, asegura que la obesidad “puede dañar el hígado, el páncreas y otras glándulas endocrinas”. Sin embargo, no se queda ahí, ya que recuerda que otro efecto posible es la interrupción de los relojes circadianos, que reflejan los ritmos naturales del día y la noche.

Por otra parte, otros estudios publicados ha encontrado una relación entre una pubertad temprana y el riesgo de padecer cáncer del aparato reproductor. Sin embargo, los hay también los que establecen una relación entre este problema y la ansiedad.

En este sentido, algunos investigadores insisten en que estas circunstancias pueden alargarse hasta la vida adulta repercutiendo en una menor calidad de vida. Sin embargo, los expertos concluyen que “se necesitan investigaciones adicionales para entender mejor el efecto de estos procesos en el metabolismo”.

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CIBERobn alerta del riesgo de combatir la obesidad sólo con fármacos, tras aprobarse dos nuevos en Estados Unidos

Y es que, probar la eficacia de fármacos para perder peso ha sido en los últimos años un atractivo campo de experimentación para la comunidad médico-científica que, sin embargo, ha dado frutos “a medias”. Los efectos secundarios sobre la salud, en especial sobre determinados grupos de población como embarazadas o ancianos, amenazan su uso clínico.

En general, los especialistas desaconsejan la farmacoterapia como única vía contra la obesidad y siempre debe estar combinada con otros caminos más seguros como la reducción, y equilibrio, de la ingesta calórica, la práctica de ejercicio físico y una correcta educación alimentaria. “A la luz de la evidencia actual, la modificación del estilo de vida es el enfoque más adecuado para el tratamiento de la obesidad en todos los grupos de edad”, ha comentado el doctor del comité de dirección del CIBERobn, José López Miranda.

“Qsymia”, fabricada por Vivus Inc, está pensada para pacientes adultos con un índice de masa corporal de al menos 30, o de al menos 27 y que además padezcan hipertensión, diabetes 2 o altos niveles de colesterol. Su aprobación está basada en tres grandes estudios realizados con esta combinación de fármacos: el estudio CONQUER, el estudio EQUIP y el estudio SEQUEL -una prolongación del primero-.

En el estudio CONQUER, publicado en The Lancet, Kishore Gadde y colaboradores realizaron un ensayo clínico aleatorio en el que se evaluó la eficacia y la seguridad de dos dosis diferentes de una combinación de liberación controlada de la fentermina más topiramato para lograr pérdida de peso en personas con sobrepeso y obesos con comorbilidades, en comparación con placebo.

Asimismo, los tres grupos recibieron algún tipo de asesoramiento sobre modificaciones del estilo de vida -dieta hipocalórica y ejercicio físico-. Este ensayo de 56 semanas de duración demostró que esta combinación de fármacos indujo una pérdida de peso mayor que en los pacientes tratados con placebo. El tratamiento con estos fármacos también indujo una mejoría en varios factores de riesgo cardiovascular y varios biomarcadores inflamatorios.

Por otra parte, en el estudio EQUIP, se evaluó la eficacia y seguridad durante 56 semanas de dos dosis diferentes de una combinación de liberación controlada de la fentermina más topiramato para lograr pérdida de peso en personas con obesidad grado II y III en comparación con placebo. Los resultados obtenidos fueron similares a los observados en el anterior estudio.

Por último, en el estudio SEQUEL, una extensión durante 52 semanas del estudio CONQUER, se confirmaron todos los resultados de eficacia y seguridad observados en el primero, pero con un período de seguimiento mayor (2 años).

La amenaza de la duda

Por otra parte, la fentermina es un fármaco que ha estado disponible para el tratamiento de la obesidad en USA desde 1959. Sus efectos adversos comunes incluyen ansiedad, insomnio, aumento de la presión arterial, palpitaciones, y efectos sobre el Sistema Nervioso Central. El topiramato es un fármaco anticonvulsivo que también está aprobado para la prevención de la migraña. Las reacciones adversas más frecuentemente asociadas al tratamiento con topiramato son neuropsiquiátricas.

En el estudio CONQUER, los eventos adversos más comunes, en los dos grupos de combinación en relación con el grupo placebo, fueron sequedad de boca, parestesia, estreñimiento, insomnio, y disgeusia -alteración del sentido del gusto-. Los eventos adversos más graves fueron la litiasis renal -formación de cálculos- y problemas neuropsiquiátricos. Estos efectos adversos fueron los esperados y en consonancia con los de las drogas constituyentes.

“Existe pues una falta de datos de eficacia a largo plazo y de seguridad para la farmacoterapia antiobesidad, limitando así la recomendación de rutina de dicho tratamiento en períodos prolongados. Al igual que en anteriores ensayos de farmacoterapia para bajar de peso, estos estudios incluyeron pocos pacientes de edad avanzada, y por lo tanto este grupo de población queda fuera de cualquier recomendación. Un subgrupo muy importante porque, a medida que envejece la población, la prevalencia de obesidad en este grupo también aumenta”, ha sostenido López Miranda.

Asimismo, existen nuevas promesas antiobesidad, aún en fase experimental, provistas de su cara y su cruz. Ejemplo de ello son los fármacos termogénicos, medicamentos que incrementan el potencial de oxidación de los ácidos grasos en el músculo. Otra prueba es la efedrina, una hierba que actúa como estimulante natural. En concreto, las hormonas tiroideas que, según estudios recientes, producen una pérdida de peso inicial pero a medio/largo plazo inducen pérdida ósea, con la consiguiente aparición de osteoporosis y reducción de la masa muscular.

O la leptina, involucrada de manera determinante en la regulación del peso corporal que, al desencadenar la producción de otra sustancia denominada GLP-1 que interviene en la digestión de los hidratos de carbono en el intestino, pueda llegar a convertirse, en breve, en una sustancia eficaz en tratamientos farmacológicos.

Finalmente, la conocida como hormona de la delgadez, así como su comportamiento/ relación con otras proteínas reguladoras del apetito, como la grelina, ocupa actualmente una buena parte del terreno de análisis del Centro de Investigación Biomédica que dirige desde Compostela el doctor Felipe F. Casanueva.

Hallan la molécula causante de que las células encargadas de almacenar grasa engorden

Su trabajo, publicado en la edición de julio del Journal of Clinical Investigation, ayuda a explicar por qué las células que almacenan grasa engordan, y queman grasa más lento, como la obesidad establece. Si los resultados de las pruebas con ratones resultan ser aplicables a los seres humanos, pueden proporcionar una nueva diana para fármacos contra la obesidad.

En una serie de experimentos, el equipo demostró que el Sfrp5 influye en una vía de señalización, conocida como WNT y que estimula las células de grasa -llamadas adipocitos- para crecer más y suprimir la tasa a la que la grasa es quemada en las mitocondrias.

Al restringir a las células elaborar Sfrp5, los científicos fueron capaces de hacer que los ratones no engordaran tan rápidamente, ya que sus adipocitos no crecieron tanto -incluso cuando los ratones fueron alimentados con una dieta alta en grasas-. Incluso mostraron el impacto al trasplantar grasa de ratones deficientes en Sfrp5 en otros ratones.

Ormond MacDougald, profesor de Fisiología Integrativa y Molecular en la UM dice que el equipo utilizó sus conclusiones anteriores sobre la importancia de la señalización de WNT aplicándolo al desarrollo de células de grasa.

“La señalización WNT juega un papel crucial en la regulación y la inhibición del crecimiento de células de grasa blanca y en el reclutamiento de nuevas células para almacenar la grasa”, explica MacDougald. “Parece que, en la obesidad, el Sfrp5 puede interferir con la señalización y crear un bucle de retroalimentación que se mantiene, estimulando la producción de más Sfrp5”.

MacDougald señala que los nuevos resultados contradicen trabajos anteriores publicados por otros grupos, que, en esencia, consideraron un papel contrario para el Sfrp5.

“A partir de nuestros resultados, creemos que el Sfrp5 es un moderador importante de la actividad mitocondrial, es la primera vez que esto ha sido visto por la vía de señalización WNT en los adipocitos”, dijo Hiroyuki Mori, también de la UM y primer autor de este estudio. “Esto pone de relieve la complejidad de la señalización WNT”.

Mientras que las compañías farmacéuticas ya están mirando a la señalización WNT como una posible diana para los fármacos relacionados con la formación del hueso, los nuevos hallazgos sugieren que tal vez la misma vía de señalización podría ser una diana para fármacos contra la obesidad. Sin embargo, MacDougald advierte de que estos hallazgos aún deben ser explorados en ratones y seres humanos.

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Llegan las vacaciones y adiós operación bikini

Con la llegada del buen tiempo, pensando en las vacaciones, la población se prepara durante la primavera para perder aquellos kilos que les sobran y poder lucirse en playas y piscinas. Sin embargo, lo nutricionistas advierten de que, tras unos días de vacaciones, la población se olvida de la “operación bikini” llegando a engordar entre 2 y 3 kilos de media.

“La gente pierde un poco la conciencia de que tiene que seguir haciendo una vida sana”, explica la doctora María Ballesteros, miembro del área de nutrición la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), quien señala que en verano “se pierden los buenos hábitos que se llevan el resto del año”.

El peso que se suele aumentar oscila entre 2 y 3 kilos de media, lo que significa que hay gente que no engordará durante las vacaciones y quien si lo hará pudiendo llegar hasta los 5 kilos. El problema, explica, es que “existe últimamente mucha conciencia de cuidarse justo antes de las vacaciones de verano, pero una vez que ha empezado parece que todo vale, lo que conlleva unos kilos de más”.

Este peso no se pierde con la misma facilidad que se recupera, además Ballesteros advierte de que, “al igual que las pérdidas, las ganancias de peso rápidas son muy perjudiciales para el organismo desde el punto de vista metabólico”.

“Cuando uno engorda muy deprisa lo que gana es sólo grasa, con lo cual lo que estamos haciendo es empeorar nuestra composición corporal. Es decir, si cogemos 3 kilos en verano y luego los perdemos muy deprisa, metabólicamente reducimos masa corporal con lo que el porcentaje de grasa es mayor, lo que a largo plazo favorece que uno gane peso con mayor facilidad”, explica.

El hecho de que aumenten las comidas fuera de casa y el tiempo que se pasa con la familia y los amigos, para esta experta deberían ser un problema “relativo”. Si bien admite que comer fuera de casa puede ser negativo, puesto que “en bares y restaurantes la comida suele ser cocinada con más grasa”, recuerda que “siempre hay alternativas”.

“Si uno quiere se puede mantener, más o menos, el hábito de comer bien, el problema es que cuando uno sale de casa ya no tiene conciencia de que debe comer bien”. Por este motivo el mayor incremento del peso se produce cuando uno se desplaza unos días de su vivienda habitual.

la Dra. Ballesteros recomienda evitar los postres excesivamente elaborados, los cocinados que puedan tener mucha grasa, como son los fritos, los rebozados y las salsas, y recomienda eliminar el consumo de alcohol en exceso; todas recomendaciones que se incluyen en cualquier dieta sana y equilibrada.

Por otra parte, admite que los buffet son una “tentación para gran parte de la población pero no son un problema, ya que en la mayor parte hay comida sana y equilibrada”.

“El problema es la selección de alimentos que hacemos, la gente que no tiene ningún problema tiene derecho a comer lo que quiera”, explica. No obstante, la población con problemas de salud debe de tener en cuenta ésta cuestión en su destino vacacional.

“Si uno sigue diariamente unos hábitos de alimentación más correctos porque tiene un problema de salud como es un problema cardiovascular, el colesterol o la diabetes, tiene que saber que las vacaciones no lo son para la enfermedad”, añade.

En cualquier caso, señala, se trata de mantener una dieta equilibrada lo que no supone “privarse” de aquello que se considera alimento menos saludable. “Una dieta adecuada no supone una dieta restrictiva”. Pero sí aconseja el consumo de frutas y verduras; una hidratación adecuada; y, como no, “aprovechar que se tiene más tiempo en vacaciones para practicar algo de deporte”.

Un estudio europeo encuentra restos de hasta 30 tóxicos en alimentos como la lechuga, los tomates o los pepinos

Un análisis realizado por Pesticide Action Network Europe (PAN Europe) sobre datos de la European Food Safety Authority (EFSA), ha hallado restos de hasta 30 sustancias químicas en alimentos como la lechuga, los tomates o los pepinos, y que pueden provocar efectos “muy negativos” en la salud debido a que alteran el sistema hormonal de las personas.

Por ello, la Fundación Vivo Sano va a colaborar en España con la campaña informativa que PAN Europe ha puesto en marcha a nivel europeo, para concienciar a los ciudadanos y explicar cómo reducir la exposición a estas sustancias. Parte de esta campaña es la publicación de una guía para el consumidor.

“Aunque las sustancias que se han encontrado están bajo los límites legales, el consumidor debe saber que estos valores no tienen en cuenta sus efectos acumulativos ni el resultado de la combinación de todas ellas. Cada elemento es estudiado de manera individual y puntual y esto no se corresponde con la realidad”, ha asegurado el director de la Fundación Vivo Sano, Alfredo Suárez.

Y es que, existe una amplia evidencia científica que vincula los disruptores endocrinos con distintas enfermedades crónicas como, por ejemplo, problemas de fertilidad, cánceres de tipo hormonal, daños cerebrales, obesidad o diabetes.

“Lo más preocupante es que estamos hablando de enfermedades cada vez más frecuentes en Europa y aunque se han logrado ciertos avances para eliminar los disruptores endocrinos de cosméticos, biberones y juguetes, la presencia de estos contaminantes en los alimentos se está pasando por alto y eso es francamente alarmante”, ha explicado la responsable de la campaña en España, Nadia Bennich.

Por su parte, Alfredo Suárez ha destacado la importancia que tiene informar a los consumidores sobre estos riesgos y ha recordado que hay “muchas cosas” que puede hacer cada uno para evitar la exposición a este tipo de tóxicos.

Por ejemplo, ha proseguido, dado que la lechuga es uno de los alimentos donde se han localizado más restos de disruptores endocrinos, lo mejor es sustituirla en las ensaladas por otros vegetales de hoja verde, como las espinacas.

Mejor si se pueden consumir productos orgánicos

Asimismo, los expertos también han insistido en la conveniencia de optar por productos orgánicos siempre que sea posible, fundamentalmente en la alimentación infantil o de mujeres embarazadas, y lavar bien la fruta y las verduras antes de consumirlas. Sobre todo, han avisado, en el caso de los cítricos -naranjas, limones, mandarinas- es muy importante pelarlos y no consumir la corteza.

La Fundación Vivo Sano ha publicado en Internet una guía para el consumidor donde se detalla qué alimentos contienen más disruptores endocrinos y cuáles de estas sustancias pueden encontrarse en cada alimento. A la cabeza de la lista de alimentos contaminados están, por este orden, la lechuga, los tomates, los pepinos, las manzanas, el puerro, los melocotones, las fresas, las peras, las uvas y los pimientos.

“Es importante saber que no hay un “nivel seguro” de exposición. Es decir, por pocas trazas que encontremos de estas sustancias químicas, ya es demasiado para nuestro sistema hormonal. Si además tenemos en cuenta que en cada uno de estos alimentos encontramos una combinación de distintas sustancias, el riesgo se multiplica”, ha explicado Bennich.

La normativa europea actual sobre pesticidas no contiene ningún criterio específico que defina oficialmente qué sustancias son consideradas disruptores endocrinos, y los legisladores están tardando en incorporar los nuevos puntos de vista científicos, sobre todo en lo referente a los efectos que una dosis baja de disruptores endocrinos pueden tener sobre la salud humana.

No obstante, la Comisión Europea tiene previsto resolver esta situación para diciembre de 2013. Hasta entonces, la Fundación Vivo Sano y PAN Europe continuarán desarrollando campañas activas de divulgación para prevenir a los ciudadanos sobre los riesgos de este tipo de tóxicos en los alimentos.

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El tratamiento farmacológico debe ser la última alternativa para adelgazar

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) advierte de que el tratamiento farmacológico debe ser la última alternativa a la que debe recurrir un paciente para tratar su exceso de peso, optando siempre en primer instancia por cambiar malos hábitos adquiridos, y alerta de que la ingesta de fármacos antiobesidad requiere un estricto control.

“Aunque los fármacos son otra de las armas terapéuticas para tratar la obesidad, desde la SEEDO insistimos en que el tratamiento más efectivo contra esta patología es la prevención, para evitar que la cifra de personas con exceso de peso siga creciendo”, ha señalado el doctor Basilio Moreno, miembro de la Sociedad.

En general, las distintas opciones farmacológicas pasan por fármacos anorexiantes, los más utilizados pues disminuyen el apetito o aumentan la saciedad. Éstos se dividen en anorexígenos noradrenérgicos, recientemente retirados del mercado por su riesgo de producir adicción; y anorexígenos serotoninérgicos, que actúan en el centro de la saciedad, carecen de acción estimulante y no provocan dependencia.

No obstante, la SEEDO señala que, actualmente, tan solo existe un fármaco autorizado en el mercado que es orlistat, inhibidor de las enzimas lipasas pancreáticas, encargadas de la formación o escisión de las grasas. Actúa en el tracto gastrointestinal lo que favorece la reducción, en aproximadamente un 30 por ciento, la digestión de las grasas y el aumento de su excreción fecal.

“A pesar de ser el único fármaco autorizado también se ha visto envuelto en cierta polémica. Al fármaco antiobesidad se le exigen muchos más requisitos de seguridad que a otros medicamentos, incluso se demandan pruebas de seguridad durante dos o cuatro años, algo que no sucede con el tratamiento de otras patologías”, ha señalado Moreno.

Este fármaco no está cubierto en España por la Seguridad Social, al contrario que en Reino Unido. “Financiarlo implicaría que las personas tuvieran que pasar por consulta y que un especialista decidiera si deberían tomarlo, en qué dosis y durante cuánto tiempo”, ha precisado este experto.

Por otro lado, las principales líneas de investigación en este campo pasan por los fármacos termogénicos, medicamentos que incrementan el potencial de oxidación de los ácidos grasos en el músculo.

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Dietas personalizadas

Muchos son los factores que debe de tener en cuenta un dietista nutricionista a la hora de elaborar una dieta: sexo, edad, situación fisiológica y patología, que pueden condicionar el nivel energético, el nivel nutricional, la cantidad de nutrientes que se incorporarán a la dieta. También en función del estado nutricional se aplican suplementaciones o restricciones según convenga. Asimismo, el estilo de vida condiciona la dieta, hay que personalizar la dieta en función de horario, de la rutina y de los hábitos dietéticos. También hay que tener en cuenta la composición y forma de preparar los alimentos a la hora de hacer dietas personalizadas.

Sabemos que hay cierta predisposición genética a padecer ciertos tipos de situaciones y en los últimos años este componente genético está cobrando mayor importancia: entre un 40-70 % de las obesidades tienen algún grado de predisposición genética.

En un futuro próximo probablemente encontraremos que los dietista integraremos una nueva información a añadir dentro de la valoración del estado nutricional y es la determinación del perfil genético de cada paciente, es decir, la mayor o menor predisposición de cada persona a sufrir una determinada enfermedad relacionada con la alimentación: sobrepeso, obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, etc.

Desde el punto de vista genético hay dos grandes tipos de obesidad, la monogénica, que son mutaciones en único gen pero que se da con una frecuencia bajísima, y la poligénica. El gen más conocido es el FTO y es el que está implicado en la mayor parte de este tipo de análisis.

En los últimos meses han aparecido laboratorios que ofrecen kits para realizar análisis del genoma de cada paciente.

Vitagenes

Esta empresa ofrece un kit llamado WellnessAge® que se puede comprar por teléfono o internet por cualquier persona, con unas instrucciones para hacer un frotis bucal. Hay que rellenar un consentimiento informado para analizar su genoma y unos datos personales.

Con las instrucciones lo rellena y lo envía al laboratorio y a las 4 semanas puede consultar sus resultados en la página web. En este caso el kit analiza entre 25-36 snips (variaciones del ADN) por un precio de unos 500 euros y emite un informe de 50-80 páginas. Se analizan polimorfismos sobre predisposición a obesidad y algunas de sus enfermedades asociadas.

El resultado puede ser sin riesgo genético o bien cuando hay una mutación hay un riesgo genético medio, y cuando la mutación es de sujeto homocigoto el riesgo es alto.

En primer lugar se hace un juicio genético. Si el riesgo genético de esta persona es medio alto, posteriormente se evalúa el riesgo externo de obesidad en base al cuestionario que ha rellenado el paciente y, por último, se hace un juicio global con el resultado del riesgo global. Y se recomienda que al recibir el test el usuario vaya a un profesional o clínica que le ayude a interpretar los resultados y poner en tratamiento.

Genotest

Este laboratorio dispone de un test llamado Nutrichek®. En este caso aparece un listado de centros asociados, clínicas de nutrición, farmacias y gabinetes de dietética, y se puede comprar bien directamente o a través de uno de esos centros.

El test tiene un precio aproximado de 250 euros y analiza 14 snips. En este caso se emite un informe de unas 13 páginas y en la segunda parte del informe hace una interpretación de los resultados. Y, en tercer lugar, dan una serie de consejos personales. Si no hay alteraciones no debe modificarse significativamente el patrón de dieta y si las hay se recomiendan reducir los alimentos ricos en grasas de origen animal y grasa monoinsaturadas -excluyendo el aceite de oliva- y recomienda especialmente las grasa poliinsaturadas de los pescados azules.

Ferrer inCode

Nutri inCode® analiza la predisposición genética a desarrollar una serie de situaciones analizando 150 variantes genéticas en 55 genes. El precio es alrededor de 600 euros y hay que comprarlo a través de un centro sanitario. Emite un informe de unas 31 páginas dividido en dos partes. La primera parte del informe es para el médico y está dividida a su vez en tres partes: informe clínico analítico en base a un cuestionario sobre datos personales (no tiene nada que ver con la genética) calcula el IMC y la predisposición familiar (lo que se hace en la consulta dietética). La segunda parte, el informe genético, es el resultado del análisis genético de las 150 variantes. Y en la tercera parte aparecen las recomendaciones personalizadas. La segunda parte del informe, que le llaman informe para el paciente, recoge resultados de información genética y aquí hay una distribución de las 150 variantes genéticas.

Eugenomic

En este caso se analizan el perfil de bienestar genético en base a 8 perfiles. Hay dos posibilidades pedir el perfil completo o sólo una parte, que puede ser el control de peso. El informe puede llegar a ser de 80 páginas. Este test también debe ser respaldado por un médico, farmacéutico o dietista nutricionista, o incluso el propio paciente lo puede solicitar siempre que haya un facultativo detrás.

El informe tiene 4 partes. Primero dan la tabla de todos los resultados y después detallan los que tienen alto riesgo o bien protección. El informe es extenso y dan unas recomendaciones.

Test de intolerancia alimenticia

No tienen nada que ver con los test genéticos. El más conocido es el Alcat Test®, que se basa en una reacción de citotoxicidad enfrentando las células del propio organismo frente a distintos tipos de alimentos.

Se requiere de un análisis de sangre y con una batería de 20 tubos se pone una alícuota de sangre en cada tubo y en cada uno se enfrenta a un alimento distinto. En el caso del test Alcat 100 alimentos 20 aditivos y después está el blanco, donde simplemente está la alícuota de sangre. Se estudia la variación del número de células, de la agregación entre ellas, etc. Y se dibujan unas curvas de distribución, cada una de las curvas se compara con el blanco y en base a la diferencia de cada una de ellas frente al blanco se establece el resultado.

Se trata de una patente americana de hace unas décadas y se hizo una adaptación para alimentos españoles. El precio es entre 450 y 600 euros. En función de los resultados recomienda eliminar de la dieta todos los alimentos que salen positivo alto, evitar los que salen positivo medio, el bajo lo deja a juico del profesional, y negativo se pueden consumir.

Al realizar una búsqueda en Pubmed de los estudios que hay en relación a este test, de los 9 encontrados y ninguno apoya claramente la utilización de este tipo de técnicas. El último estudio aparecido en el año 2010 dice que estos métodos tienen falta de una validación técnica y clínica, y por tanto, no se justifica su uso y se desaconseja su utilización porque podrían conducir a disminución de la calidad de vida, e incluso a una situación de malnutrición.

Valoración final

-El conocimiento del perfil genético podrá ser integrado en el perfil de consulta dietética en un futuro.

-Hacen falta más estudios con más poblaciones y con mayor profundidad.

-No todas las etnias con la misma mutación responden igual a una misma dieta, hay que hacer estudios controlados.

-La base de estos test genéticos son estudios poligénicos, que cada mutación por si sola tiene muy poco peso y habrá que estudiar la interacción entre todas ellas, entre la dieta y ellas, y el resto de estilos de vida.

Conclusión

Por tanto, en la actualidad no hay evidencia científica sólida para diseñar dietas personalizadas basadas en la genética con garantías de éxito. Aunque el futuro es prometedor, a fecha de hoy todavía nos queda un camino por recorrer.