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Las emociones dirigen nuestra atención

Recogemos la ponencia del Dr. Luis Carretié en el marco del Ciclo de Conferencias sobre Neurociencia Cognitiva 2012 organizado por Instituto Tomás Pascual Sanz y la Sección de Neurociencia Cognitiva del Centro Mixto UCM-ISCIII para la Evolución y el Comportamiento Humano.

Acceda a la transcripción de la ponencia

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Uno de cada cuatro españoles es sedentario

La OCU ha querido comprobar qué porcentaje de sedentarios (no hacen ningún tipo de ejercicio físico ni siquiera caminar al menos una hora al día) hay en España: un 24% de los encuestados es la preocupante conclusión. Y cuáles son los condicionantes para que una persona haga ejercicio y otra no.

De la encuesta, se desprende que ni tener más tiempo libre ni más o menos edad influyen significativamente en la práctica de ejercicio físico. Las variables que están más presentes son el consumo de tabaco y la situación económica: quienes fuman más de 15 cigarrillos al día practican menos deporte y, por otra parte, el 53% de las personas que hacen más de 150 minutos de ejercicio a la semana declara gozar de una buena o muy buena situación económica.

Las diferencias por Comunidades Autónomas son muy significativas. Un 56% de los andaluces afirma que practica deporte más de 60 minutos a la semana. Le siguen castellano-leoneses (45%), gallegos (43%), aragoneses (41%) y asturianos (41%). En el furgón de cola, canarios y murcianos son los menos deportistas.

La encuesta de la OCU también refleja que las actividades deportivas preferidas para hombres y mujeres son diferentes: así, los primeros se decantan principalmente por el ciclismo, el jogging, la natación, el futbol y el futbol sala. Sin embargo, las principales actividades preferidas por las mujeres son el jogging, la práctica del fitness, el ciclismo, bailes de salón, yoga y pilates.

Por otro lado, también interesaba saber el grado de satisfacción de los encuestados con las instalaciones deportivas públicas y comprobar si ello condicionaba, de algún modo, la práctica del deporte. Se puede afirmar que el número de instalaciones deportivas públicas es, en general, bueno.

La mitad de los encuestados reconoce que a 15 minutos de su domicilio dispone, al menos, de un polideportivo, una piscina cubierta, un campo de futbol o una cancha de baloncesto. Además, el 46% de los encuestados disfruta de un gimnasio público cerca de casa y un 70% afirma poder acudir a un parque o zona abierta a practicar deporte.

Por Comunidades Autónomas vuelve a haber claras diferencias de satisfacción con las instalaciones públicas: los usuarios del País Vasco, Madrid, Castilla-La Mancha y Asturias son los que están más satisfechos y los de Murcia, los que menos. En cuanto al número de instalaciones públicas cerca de casa, catalanes y valencianos son los peor parados frente a vascos y aragoneses.

El último de los objetivos del estudio de la OCU era comprobar la relación entre la práctica regular de ejercicio y la calidad de vida, tanto mental como física. La respuesta es clara: cuanto más tiempo se dedica al ejercicio, mejor se siente el que lo practica, con una diferencia notable entre aquellos que realizan deporte menos de una hora y aquellos que la superan.

La OCU aconseja hacer ejercicio, tras una visita al médico de cabecera como medida preventiva, porque:

– Es eficaz para prevenir o reducir patologías tales como la hipertensión o el sobrepeso, reduciendo así las posibilidades de sufrir un infarto cerebral o de miocardio.

– Las personas activas son menos propensas a sufrir ciertos tipos de cáncer.

– Refuerza la musculatura y los huesos.

– Rebaja los niveles de estrés e incide en el bienestar anímico.

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Prescribir ejercicio moderado previene la mortalidad prematura por cualquier causa y unos 15 problemas de salud

Así lo ha demostrado un trabajo del Hospital Transfronterizo de Puigcerdà y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Girona, publicado en Medicina Clínica. Para obtener estos beneficios -que se dan en ambos sexos y aumentan con el volumen e intensidad del ejercicio- aconsejan ejercicio moderado al menos media hora, 5 días a la semana; o ejercicio intenso al menos 20 minutos, 3 días por semana.

Según esta investigación, la actividad moderada durante al menos media hora la mayor parte de los días de la semana reduce un 31 por ciento el riesgo de mortalidad. Así lo puso de manifiesto una revisión sistemática de cerca de 1,5 millón de individuos seguidos durante unos 11 años.

Asimismo, la incidencia de enfermedad cardiovascular baja un 33 por ciento entre quienes practican una actividad moderada con la misma frecuencia (la mayor parte de los días de la semana), según una revisión con cerca de 726.000 participantes y un seguimiento de 14 años.

“Algunos estudios muestran que incluso una actividad ligera puede reducir el riesgo cardiovascular. Caminar una hora semanal redujo un 50 por ciento el riesgo de enfermedad coronaria y una sola sesión semanal de ejercicio intenso redujo la mortalidad cardiovascular un 39 por ciento en hombres y un 51 por ciento en mujeres”, apuntan.

Además, el riesgo de accidente cerebrovascular baja un 31 por ciento con el ejercicio moderado, según una revisión con casi 480.000 participantes seguidos durante 13 años. También se acorta un 32 por ciento el riesgo de accidente cerebrovascular, como lo muestra una revisión con 112.000 pacientes a ocho años.

En relación al cáncer, en una revisión con 1,4 millones de pacientes seguidos a 10 años, se vio una reducción del 30 por ciento en la incidencia del cáncer de colon dentro del grupo más activo. Otra revisión, esta vez sobre 1,8 millones de pacientes seguidas a 10 años, se observó una reducción de la incidencia del cáncer de mama del 20 al 40 por ciento en el grupo más activo.

Por otra parte, el ejercicio logró una reducción del 42 por ciento en la incidencia de diabetes tipo 2 en una revisión sistemática de 624.000 pacientes seguidos durante unos nueve años. También es útil para prevenir el síndrome metabólico y el ejercicio moderado ayuda a mantener el peso, no tanto a perderlo.

De la misma forma, la actividad física moderada reduce la prevalencia de osteoporosis y en un 17 por ciento la incidencia de fracturas. Según una revisión con 4.100 pacientes, este nivel de ejercicio redujo el dolor y la discapacidad derivadas de la artrosis, sobre todo en el caso de la artrosis de rodilla.

También es eficaz a la hora de reducir el riego de limitación funcional y discapacidad física, bajándolo en entre un 30 y un 50 por ciento. Asimismo, un programa de ejercicios de fuerza y equilibrio mejora la función física y reduce el riesgo de caída entre un 11 y un 40 por ciento.

Además, baja el riesgo de demencia y deterioro cognitivo en mayores de 65 años. Asimismo, cualquier forma de actividad física diaria reduce un 41 por ciento el riesgo de padecer trastornos psicológicos, según una revisión de 19.800 pacientes.

Sin embargo, los efectos adversos del ejercicio físico pueden ser el riesgo de lesiones del aparato locomotor y el riesgo cardiovascular. En concreto, siguiendo las recomendaciones mínimas de ejercicio, se produce una lesión por persona cada cuatro años. Otro riesgo es el cardiovascular, cuyas complicaciones más relevantes son la muerte súbita y el infarto agudo de miocardio. No obstante, según la conclusión de los expertos, “el beneficio del ejercicio supera a sus riesgos”.

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El colesterol sigue en 2012: Menos plato y más zapato para combatirlo

Uno de los principales riesgos después de las fiestas navideñas es comenzar el año con exceso de colesterol en nuestras arterias. Descuidar la alimentación y los buenos hábitos durante las Navidades puede suponer un aumento de factores de riesgo cardiovascular que, como el colesterol, pueden pasar factura más adelante a la salud cardiovascular, según destaca uno de los máximos expertos del país, Juan Pedro-Botet, presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA). Por ello, el doctor asegura que entre el 15 de diciembre y el 15 de enero se extiende un período conocido como “el mes del riesgo cardiovascular”.

El Dr. Pedro-Botet, que también es el responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Cardiovascular del Hospital del Mar de Barcelona, subraya la importancia de tener unas arterias limpias “ya que son las carreteras por las que la sangre fluye al corazón”. En este sentido, el experto destaca que los hábitos de vida que adoptan los españoles durante las fiestas navideñas “generan un mayor peligro de obstrucción, al aumentar el peso y los niveles de colesterol en sangre”.

El colesterol es uno de los principales factores de riesgo en el desarrollo de las enfermedades del corazón. Cuando hay un exceso de colesterol malo (LDL), se comienza a producir un estrechamiento de las arterias por acumulación (arteriosclerosis), que puede derivar en problemas cardiovasculares de mayor envergadura.

El Dr. Juan Pedro-Botet explica que uno de los principales problemas, según ha concluido el estudio ENRICA, es que el 50 por ciento de los españoles tiene colesterol elevado y la mitad de ellos no lo sabe. Por ello, “es de vital importancia hacerse revisiones periódicas”, subraya el doctor, “y reducir los niveles de colesterol cuando se encuentran aumentados”.

Plan de ataque contra el colesterol

Después de las Navidades es importante recuperar cuanto antes unos hábitos nutricionales y de estilo de vida saludables. Para controlar los niveles de colesterol y conseguir unas arterias sanas es fundamental una pauta alimenticia basada en la dieta mediterránea (rica en frutas y verduras) combinada con un poco de ejercicio físico.

Así, el mejor consejo para comenzar el año de forma saludable es “menos plato y más zapato”, es decir, moverse más y comer de forma prudente e inteligente, afirma Rosa Solá, experta en Nutrición de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA). “Como el colesterol no produce síntomas, es importante, además, realizar analíticas periódicas para revisar sus niveles y evitar alimentos de alto contenido en grasas saturadas”, concluye.

Los deportistas tienen una genética mejor adaptada al rendimiento que la población general

Las investigaciones, publicadas en el libro Genética y Deporte, dentro de la colección Investigación en Ciencias del Deporte del Consejo Superior de Deportes, confirma que la combinación de todos los genes relacionados con el rendimiento físico hace que el deportista, de disciplinas que concentran esfuerzo y resistencia, vea incrementada su resistencia y potencia.

“A lo largo de los años han sido dos genotipos relacionados con el ejercicio, y a la vez casi opuestos entre sí, -resistencia y explosividad- los que han hecho posible que la especie humana llegue hasta nuestros días”, ha explicado el catedrático de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Europea de Madrid, y coautor de la obra, Alejandro Lucía, quien recuerda que “hoy en día predominan los genes que nos hacen aguantar más frente a aquellos que están relacionados con la potencia muscular”.

“El rendimiento deportivo probablemente depende del efecto combinado de cientos de variantes genéticas. Además, los aspectos que conformarían el complejo rasgo” de ser un deportista de nivel mundial en un deporte dado son múltiples y, probablemente, no puedan reducirse a polimorfismos genéticos específicos”, comenta Lucía.

Por tanto, no se puede decir que hay un solo gen relacionado con un incremento de la forma física del deportista, añade, “es un trabajo en equipo de varios genes encargados de transportar el oxígeno, bombear y dar fuerza al corazón, e incluso de los implicados en la motivación del individuo”.

“Nuestra puntuación genética total tiende a incrementarse con el aumento del nivel deportivo y mientras que en personas que realizan un nivel de ejercicio normal está en 50, en remeros de élite, por ejemplo, esta puntuación alcanza el 70, es decir, se acerca más a la “perfección” genética, que sería el valor 100″, añade.

La publicación, que tiene como objetivo aunar en una obra la relación entre la genética y la excelencia deportiva, incluye dos investigaciones en las que se buscan nexos de unión entre el perfil genético de los deportistas y su rendimiento físico.

Estos estudios han comparado el rendimiento de ciclistas, remeros y atletas -todas ellas disciplinas caracterizadas por un gran esfuerzo físico continuado del deportista- con la actividad física de la población en general.

Aunque es la combinación de genes la que hace que algunos individuos estén más predispuestos que otros para triunfar en el deporte, “sí que podemos destacar la importancia de un solo gen, la enzima convertidora de angiotensina, que está relacionada con la respuesta muscular al entrenamiento a nivel de eficacia e hipertrofia, hace que el deportista consiga una mayor resistencia”, señala el autor de esta investigación.

En este sentido, existen variaciones en este gen que incrementan y facilitan la labor de la bomba cardiaca, algo muy beneficioso para deportes de resistencia como pueden ser las carreras de fondo. Otras modificaciones del mismo mejoran la eficacia muscular favoreciendo su crecimiento.

“Por ejemplo, el alelo D y el genotipo DD de este gen es muy frecuente en deportistas de fuerza y con mucha masa muscular, pero no en corredores de fondo”, explica Lucía, para quien “es necesario potenciar esta faceta que al deportista le viene dada por su genética con un entrenamiento constante, aunque no podemos concluir que la asociación de este gen con la mejora del rendimiento deportivo tenga una relación causa-efecto”.

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Moderación, alimentos saludables y ejercicio físico, una combinación perfecta para despedir el año

En España, “es tradición, durante las fiestas navideñas, disfrutar de copiosas comidas y prolongarlas con largas sobremesas durante las cuales aumentamos además el consumo de tabaco y la ingesta de alcohol”, destaca el doctor Pedro-Botet, quién señala que esto nos lleva a ganar una media de 3 kg en tan solo unas semanas y aumentar nuestros niveles de azúcar y colesterol en sangre.

En este sentido, “es necesario recordar que el colesterol elevado y el tabaco son los dos principales factores de riesgo vascular que llevan a la población a sufrir infartos, ictus o fallos orgánicos” añade el experto.

Para vivir unas navidades sin riesgo vascular “una alimentación saludable se convierte en la mejor medicina” y, por tanto -subraya el presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis- “debemos tener en cuenta, cualquiera que sea nuestra edad y nuestra condición física, seguir unas sencillas normas”.

Así pues, no debemos renunciar a disfrutar de las fiestas y de los alimentos tradicionales de estos días pero que debemos hacerlo con moderación.

Recomendaciones navideñas

El presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis proporciona una serie de consejos para que las navidades, las fiestas y los excesos no se conviertan en un peligro para la salud.

– Productos saludables. Los dulces típicos de las fiestas navideñas, como turrones y mazapán, se elaboran con miel o azúcar, almendras y claras de huevo. Por lo tanto, sus ingredientes, si se mezclan en las proporciones oportunas, se convierten en unos sabrosos aliados de nuestra salud. Si, durante su producción, se añaden otros componentes también saludables, como, por ejemplo, frutos secos, el alimento final es beneficioso. Por el contrario, si en la elaboración se incorporan grasas saturadas o de tipo trans, o un exceso de azúcar, el producto final es poco saludable.

La clave está en conocer la composición de un producto y tomarlo en una cantidad prudente, calculada de acuerdo a las necesidades de cada persona, de forma personalizada.

Al preparar los menús de las fiestas navideñas es necesario no abusar de embutidos y carnes grasas en detrimento de otro tipo de carnes más magras, aves o pescado. Por ejemplo, puede sustituirse la carne de cordero, muy rica en grasas, por pavo o besugo. También podemos tener en cuenta el tipo de cocción que utilizaremos para elaborar los platos: una comida preparada en el horno será mejor que un exceso de fritos y rebozados.

Y podemos actuar del mismo modo para los aperitivos y postres. Las frutas pueden convertirse en un delicioso modo de completar nuestras comidas. Macedonias, piñas o manzanas ayudan a digestiones más fáciles, proporcionando además vitaminas a nuestro organismo.

– Moderación. Podemos degustar los diferentes alimentos típicos de las comidas navideñas pero es necesario no excedernos en las cantidades. Se puede comer de todo, siempre que sea con sensatez.

Si, a pesar de nuestros buenos propósitos, durante una de las comidas hemos tenido una ingesta excesiva de alimentos, debemos tratar de compensarla cuanto antes. Por ejemplo, si la comida ha sido excesivamente abundante, podemos tomar una cena ligera. Pero no debemos saltarnos ninguna comida.

– Cuidado con el alcohol. En las fiestas navideñas se produce un aumento significativo del consumo de alcohol que además de aportar muchas calorías desestabiliza los niveles de azúcar en sangre. Por ello, las personas diabéticas deben tener especial cuidado. De entre las bebidas alcohólicas es preferible el consumo de vinos y cavas, evitando así los combinados con destilados tipo whiskies, ginebras, vodkas o ron.

– No olvidar el ejercicio físico. No debemos olvidarnos de la práctica del ejercicio físico durante los días de Navidad. Es un buen momento para pasear por las calles en compañía de la familia o amigos y olvidarse del sofá.

– Evitar el tabaco. Este es un excelente momento para incluir en nuestra lista de propósitos para el 2012 el dejar de fumar y empezar el año con unos hábitos mucho más saludables.

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Ejercicio dirigido y dieta personalizada son eficaces contra el sobrepeso y la obesidad

Así lo ha demostrado un estudio pionero en España, presentado en el marco del Congreso Internacional de Programas de Nutrición y Actividad Física para el Tratamiento de la Obesidad (PRONAF), en el que han trabajado durante cinco años más de 30 investigadores y que está avalado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

El objetivo de la investigación era descubrir qué tipo de ejercicio, combinado con dieta, era el más adecuado para luchar contra la obesidad y el sobrepeso. Además, querían determinar la importancia de la composición corporal de cada individuo -su masa grasa y su masa muscular- en el gasto energético diario.

Para averiguarlo, los autores observaron a un total de 3.000 adultos, individuos con normopeso, en las tres primeras fases y a personas con sobrepeso u obesidad en las etapas cuarta y quinta del estudio.

Después se seleccionaron a 120 pacientes con sobrepeso y a otros 120 con obesidad, dividiéndoles en cuatro grupos que siguieron, durante seis meses, distintos programas para bajar peso: uno con dieta y recomendaciones de actividad física; el segundo, dieta más actividad aeróbica; el tercero, dieta más ejercicio de fuerza; y un cuarto grupo al que se le asignaron ejercicio mixto de fuerza y actividad aeróbica.

La perseverancia es clave

Según ha señalado el investigador principal del Proyecto PRONAF, Pedro J. Benito Peinado, doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (UPM), “los pacientes con obesidad consiguieron perder una media de unos 12 kilos en seis meses y los que tenían sobrepeso, de entre 8 y 9 kilos, con grandes diferencias en función de su estado inicial y de su adherencia al programa”.

“No hemos visto grandes diferencias entre los distintos tipos de ejercicio a la hora de perder peso, pero sí en el grado de adherencia que se conseguía en cada individuo: el tratamiento resultó más eficaz cuanto más duradero en el tiempo”, destaca. En este sentido, el ejercicio regulado es mejor que el libre, pues “fideliza” al paciente, tanto con la actividad como con la alimentación saludable.

Este estudio también ha demostrado la eficacia de las dietas diseñadas en función del gasto energético que requiere cada persona en su actividad diaria. Para ello, a los participantes se les midió -usando un acelerómetro- su nivel de actividad física y su tiempo de descanso durante 15 días.

Con estos datos se calculó la energía que necesitaban y la dieta adecuada para cubrir este gasto, situándola algo por debajo de lo que requería el individuo, para provocar la pérdida de peso. “Se trata -dice- de una forma de diseñar dietas basada en metodología científica que ha dado buenos resultados”.

La dieta mediterránea y el ejercicio pueden reducir los síntomas de la apnea del sueño

En este trabajo, dirigido por el profesor Christopher Papandreou, se trataba de analizar el impacto que la dieta mediterránea puede tener en las personas obesas con apnea del sueño, dado que la obesidad está presente en entre el 20 y 40 por ciento de este síndrome, que afecta al cuatro por ciento de la población adulta.

Para ello, incluyeron a 40 pacientes obesos de los que la mitad pasó a seguir una dieta prudente y, los otros 20, fueron alimentados según la tradicional dieta mediterránea. Además, en ambos casos se les recomendó la práctica de ejercicio físico, al menos 30 minutos diarios de paseo.

En ambos grupos, los pacientes también recibieron presión positiva continua de las vías respiratorias (CPAP, en sus siglas en inglés), que consiste en usar una máscara que genera una corriente de aire, manteniendo abierta la vía aérea superior durante el sueño.

Al inicio del estudio y seis meses más tarde, los investigadores monitorizaron a los pacientes mediante un estudio del sueño, conocido como polisomnografía, midiendo varios marcadores propios de la apnea del sueño, como la actividad eléctrica en el cerebro, los movimientos oculares y los ronquidos.

Los resultados mostraron que las personas que siguieron la dieta mediterránea tenían un menor número de apneas, durante la etapa del sueño REM, que normalmente representa en torno al 25 por ciento del total de sueño durante la noche.

Los resultados también revelaron que las personas que siguieron la dieta mediterránea también mostraron una mayor adherencia a la dieta restringida en calorías, el aumento de la actividad física y una mayor disminución de la grasa abdominal.

Los resultados de esta pequeña muestra han evidenciado una mejora durante una etapa de sueño para las personas con apnea del sueño aunque, sin embargo, no mostraron una mejora global de la severidad de la enfermedad.

Por ello, los autores sugieren que son necesarios otros estudios con una muestra más grande para comprender plenamente los beneficios de esta dieta.

“Éste es el primer estudio que examina el impacto de la dieta mediterránea en combinación con la actividad física en la apnea del sueño”, explica Papandreou, recordando como otros estudios han relacionado recientemente un aumento de las perturbaciones durante el sueño REM con el riesgo de desarrollar importantes consecuencias sistémicas, como la diabetes tipo 2.

Hacer ejercicio ayuda a comer sano

Muchas son las preguntas que surgen cuando alguien se propone perder peso. ¿Sería recomendable empezar con dieta y luego ejercicio, o al contrario? Y por otro lado, ¿cuánto se podrían ambas actividades compensar entre ellas?

“Conocer la interacción entre la práctica de ejercicio y una dieta sana mejoraría las estrategias preventivas y terapéuticas para la obesidad, al potenciar los esquemas actuales de abordaje y tratamiento”, explica Miguel Alonso Alonso, investigador de la Universidad de Harvard (EE.UU) que ha publicado un trabajo de recopilación bibliográfica sobre esta cuestión en la revista Obesity Reviews.

Los datos de estudios epidemiológicos sugieren que la tendencia a seguir una dieta sana y a realizar cantidades de ejercicio físico adecuado suelen coexistir en el mismo individuo. Además, el aumento en los niveles de actividad física suele asociarse a una mejoría en paralelo de la calidad de la dieta.

El ejercicio aporta beneficios como el aumento de la sensibilidad a las señales fisiológicas de saciedad, lo que influye en un mejor control del apetito, pero también modifica las respuestas hedónicas a los estímulos de comida. Por tanto, los beneficios se podrían dividir en aquellos que ocurren a corto plazo -de predominio metabólico-, y los que aparecen a largo plazo -de predominio conductual-.

“La actividad física parece tener una función facilitadora de conductas alimentarias encaminadas al seguimiento de una dieta sana”, afirma Alonso Alonso. “De hecho, en el tratamiento de la obesidad, cuando se añade ejercicio a una dieta adelgazante tiende a aumentar el éxito de la intervención y facilita el cumplimiento de la dieta a largo plazo”.

Los autores concluyen que es importante que las políticas sociales fomenten y faciliten el deporte y la actividad física en la población general, tanto en el ámbito educativo, como en el entorno urbano o en la vida diaria -mediante el uso de trasporte público o el acceso a zonas peatonales e instalaciones deportivas-.

El ejercicio modifica el cerebro

Tanto la alimentación como la actividad física son conductas y, por tanto, están determinadas por procesos cognitivos que se originan como resultado de la actividad conjunta de zonas cerebrales. Estudios anteriores ya evaluaron los cambios en el cerebro y las funciones cognitivas en relación con la práctica de ejercicio: la actividad física regular produce cambios en la función y estructura del cerebro.

Los expertos apuntan que estos cambios parecen tener cierta especificidad. “La práctica de ejercicio de manera regular mejora el rendimiento en las pruebas que miden el estado de las funciones ejecutivas y aumenta la cantidad de sustancia gris y las conexiones en zonas prefrontales”, sostiene el investigador de Harvard.

Entre las funciones ejecutivas está el control inhibitorio, básicamente la capacidad de suprimir respuestas inadecuadas o no acordes con un objetivo -lo opuesto sería la impulsividad-, lo que hace posible modificar una conducta o autorregularla.

En relación con la pérdida de peso y su mantenimiento a largo plazo, varios estudios recientes sugieren que las funciones ejecutivas como el control inhibitorio y el óptimo funcionamiento de zonas prefrontales del cerebro podrían ser claves para tener éxito en este proceso, que consiste, en gran medida, en un cambio conductual. El control inhibitorio también podría ayudar a prevenir la ganancia de peso en personas sanas.

“La práctica de ejercicio produce con el tiempo un efecto potenciador de las funciones ejecutivas, entre ellas la capacidad de control inhibitorio, lo que ayudaría a resistir las múltiples tentaciones alimenticias que aparecen cada día en esta sociedad donde la comida, sobre todo la hipercalórica, está cada vez más omnipresente”, subraya.

España, líder en obesidad

La obesidad ha crecido en España de forma alarmante en los últimos años, hasta el punto que la prevalencia de obesidad en varias regiones españolas está por encima de muchas áreas de EE.UU, considerado tradicionalmente como el país paradigma de la obesidad en el mundo occidental.

Además, España lidera junto con otros países mediterráneos la obesidad infantil en Europa. Los expertos reivindican la urgencia de que la sociedad tome conciencia del problema y que se aúnen esfuerzos para prevenir y tratar la obesidad a todos los niveles.

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El 20 por ciento de los cánceres son atribuibles a la obesidad

Evitar o al menos reducir la obesidad y el sobrepeso es una de las estrategias más efectivas para reducir el cáncer, además de no fumar. Si prevenimos la obesidad prevenimos el cáncer”, ha afirmado el Dr. Carlos A. González, jefe de la Unidad de Nutrición, Ambiente y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO).

Según el último informe de la World Cancer Foundation (2007), la evidencia de que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer es convincente en diversos tipos de tumores, no sólo relacionados con el aparato digestivo -esófago, colorrectal o páncreas- sino también en los de origen hormonal, como el cáncer de mama o de endometrio.

Uno de los datos más remarcables que el doctor ha facilitado en su conferencia es que en el caso del cáncer colorrectal cada kilo de más supone un aumento del tres por ciento en el riesgo de desarrollar un cáncer de este tipo. Además, según diversos estudios, la proporción del cáncer debido a la obesidad “es de entre el 15 y el 30 por ciento en los tumores colorrectales, del 45 por ciento en los de endometrio, del 43 por ciento en el adenocarcinoma de esófago, del 20 por ciento en el cáncer de páncreas, de un 20 por ciento en el de mama en mujeres postmenopáusicas y de casi un 30 por ciento en los tumores de la vesícula biliar”.

En ello intervienen diversos factores y mecanismos de tipo metabólico y endocrino. La buena noticia es que el proceso del cáncer es de inducción larga, de 10 o 15 años. Sin embargo, el Dr. González no duda en reclamar una actuación más efectiva frente a la epidemia de obesidad, que no sólo ha aumentado en la población adulta, sino también en los niños.

“Se debería asumir una actuación mucho más decidida por parte de la administración. Igual que se han logrado resultados muy positivos después de insistir durante los últimos años sobre el riesgo del tabaco en relación al cáncer, donde finalmente se ha hecho eco la prensa y se ha asumido por parte de la sociedad y de los políticos, tomando finalmente medidas de restricción”.

La dieta, el factor más determinante en la obesidad

La genética no tiene la última palabra en la obesidad. La causa debemos hallarla en la interacción de los genes con diversos factores ambientales, como la alimentación, el ejercicio y los estilos de vida. La genética proporciona la capacidad de ser obesos, pero estos factores ambientales determinan cuándo aparece y su magnitud. “De ellos, el más importante y determinantes es la dieta”, según afirma la Dra. Dolores Corella, catedrática del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia durante su intervención.

Hasta la fecha se han identificado más de 300 genes de los 30.000 que tiene el genoma humano relacionados con la obesidad. De este modo, no hay un solo gen que sea responsable de todos los kilos de más. “Lo que ocurre es que hay mutaciones en varios genes y cada uno de ellos contribuye a la ganancia extra de 1 o 2 kilos en personas con estas mutaciones”, comenta.

Un gen muy importante en la obesidad es el FTO, mutado en un porcentaje bastante elevado de la población, concretamente en un 17 por ciento. Esta variación genética se asocia con un mayor riesgo de obesidad. Pero sólo cuando se consume una dieta alta en grasas saturadas. “Estos alimentos aumentan en un 80% el riesgo de obesidad en personas con mutación genética respecto a otras que también consumen dietas altas en grasas saturadas pero que no tienen la mutación genética”, explica la Dra. Corella.

Del mismo modo, aunque una persona posea una mutación en estos genes, si tiene una dieta baja en grasas saturadas no se produce el aumento de peso esperado debido a su mayor riesgo genético de obesidad. El objetivo es poder ofrecer alternativas personalizadas para minimizar el riesgo genético asociado a la obesidad. “Si somos capaces de detectar estas mutaciones mediante un sencillo test genético y conocemos los factores ambientales, podremos actuar contra la obesidad”.

El ejercicio no tiene el mismo efecto beneficioso para todos

Está totalmente aceptado que el ejercicio es una actividad recomendable para mantener el peso y mejorar la masa muscular, el sistema cardiorespiratorio y el sistema metabólico. Sin embargo, no todo el mundo obtiene el mismo beneficio.

“Un 15 por ciento de las personas no consiguen mejorar su estado de forma tras veinte semanas de entrenamiento supervisado”, ha afirmado el Dr. J.A. Timmons, del Royal Veterinary College de la Universidad de Londres (Reino Unido) en su conferencia Interacción, genes y actividad física.

“Es por ello que estamos investigando hasta qué punto y de qué modo la fisiología puede determinar la respuesta al ejercicio de una persona a otra en base a parámetros metabólicos y cardiorespiratorios”. Se trata de estudiar cuáles son los genes que se activan ante el ejercicio para con ello poder desarrollar un diagnóstico personalizado.

La pirámide de la dieta mediterránea frente a la “pirámide del gusto”

Además de los genes y del ejercicio, en el primer simposio del X Congreso de la SEEDO los expertos también han hablado de cultura alimentaria.

El Dr. Jesús Contreras, director del Observatorio de la Alimentación de la Universidad de Barcelona, no ha dudado en destacar la importancia “de los avances en el estudio de la genética que se han producido en los últimos años, lo que está dando lugar a una genetización de la cultura y a una medicalización de la alimentación”.

Otro punto en el que ha incidido es que “cuando hablamos de alimentación sólo hablamos de alimentos, no de comidas. Y es importante saber qué se come pero también cómo, dónde y con quién”. Según el Dr. Contreras, sabemos poco sobre la naturaleza de nuestros hábitos, pero sí que es evidente que hay una serie de rasgos socioculturales que han cambiado y mucho en los últimos 30 años, como por ejemplo “la ruptura del aprendizaje culinario, recurriendo cada vez más a la comida rápida y a los platos precocinados, la mayor tolerancia y consentimiento en las preferencias alimentarias individuales, sobre todo en los niños, la proliferación de mensajes a veces contradictorios y el constreñimiento de los horarios, tanto individuales como familiares”.

Un concepto que ha introducido es la de la “pirámide del gusto” frente a la pirámide de la dieta mediterránea, que pone en evidencia que los alimentos más recomendados en esta última son los que menos gustan a la mayoría de la población. Y diversos estudios han comprobado que la mayoría come lo que más le gusta. “Además, el 43 por ciento de la población se identifica con prácticas que tienen que ver con la falta de tiempo, lo que repercute en la reducción del tiempo que dedicamos a las comidas”.

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La dosis del ejercicio cardiosaludable

La publicación, escrita por los doctores Armando y Elizabeth Pancorbo, forma parte del Plan Integral para la actividad física y el deporte, Plan A+D, puesto en marcha por el Consejo Superior de Deportes con el apoyo del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Esta iniciativa constituye la primera acción del Plan A+D que pone en contacto a los expertos en medicina del deporte con los profesionales sanitarios.

La actividad física y la práctica deportiva son elementos básicos de un estilo de vida saludable y contribuyen a la prevención de las enfermedades cardiometabólicas. Para la puesta en marcha de dicha práctica es relevante la adopción de normas, medidas y procedimientos enfocados a que dicha actividad física se lleve a cabo en las mejores condiciones posibles de dosis, intensidad, tiempo y seguridad.

Por ello, desde el Consejo Superior de Deportes y el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, con la colaboración de Novartis, se pretende facilitar a los profesionales sanitarios las herramientas que permitan una adecuada prescripción y dosificación de la actividad física de forma rigurosa y de fácil aplicación, para garantizar al conjunto de la población española el acceso universal a una práctica deportiva de calidad. Igualmente, esta publicación busca concienciar y remarcar la importancia de la prevención de las enfermedades cardiometabólicas, a través de la práctica de ejercicio físico, así como poder recomendar el ejercicio más adecuado cuando ha aparecido alguna de estas patologías.

A partir de esta publicación, los profesionales sanitarios podrán dosificar el ejercicio de forma personalizada a partir del estado de salud, edad y condición física inicial del paciente, así como proporcionar un seguimiento mediante programas individualizados. En este sentido, el libro se dirige, en primer lugar, a la atención primaria, a las especialidades médicas de medicina familiar, de pediatría y, a los profesionales de enfermería y de fisioterapia de los Centros de Salud. En segundo lugar, también puede ser una gran ayuda para los Servicios Médicos de prevención de riesgos laborales y de vigilancia de salud de las empresas. Finalmente, esta iniciativa también puede servir de consulta en otras especialidades médicas como geriatría, endocrinología y nutrición, cardiología, medicina física y rehabilitación médica, medicina del trabajo, neumología, fisiología y epidemiología.

En palabras del Dr. José Luis Terreros, Subdirector General de Deporte y Salud del Consejo Superior de Deportes “los beneficios del ejercicio físico sobre la salud tienen una altísima evidencia científica. Las posibilidades preventivas sobre numerosas patologías han sido claramente demostradas, además conocemos sus aplicaciones sobre diferentes patologías ya instauradas”. Por otra parte, el Dr. Terreros considera que la actividad física y el deporte son herramientas preventivas y terapéuticas de primer orden, de bajo coste y con pocas complicaciones y afirma que “practicar deporte mejora la autoestima y disminuye la ansiedad y la depresión en los pacientes”.

En relación a la publicación de este libro, el Dr. Terreros añade que “el objetivo de esta iniciativa es, por un lado, conseguir un incremento sustancial en la práctica de actividad física y deporte por parte de los ciudadanos españoles y, por otro, hacer que este libro llegue al mayor número posible de equipos de Atención Primaria para incidir en un mejor conocimiento y un aumento del uso del ejercicio como herramienta de prevención y tratamiento y, con ello, a la mejora de la salud física y mental de estos pacientes”.

La Dra. Rosa Ramírez Fernández, Subdirectora General de Promoción de la Salud y Epidemiología del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad ha resaltado la importancia de la coordinación entre las diferentes entidades para contribuir a una mayor difusión de actividades preventivas entre la población. “Esta iniciativa es un claro ejemplo de la colaboración entre el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y el Consejo Superior de Deportes que promueve la práctica del ejercicio físico como una actividad saludable y de prevención de la obesidad, del sedentarismo y de las enfermedades cardiovasculares, patologías cada vez más prevalentes en nuestra sociedad”, ha señalado la Dra. Ramírez.

Por otro lado, el Dr. Fernando Gutiérrez Ortega, Médico Especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte y Director del Centro de Medicina del Deporte afirma que “esta publicación tiene como objetivo final mejorar la salud y la calidad de vida de la población española, a partir de una nutrición saludable y la práctica de actividad física, fomentando la incorporación de este estilo de vida comenzando en la niñez y que se mantenga durante toda la vida”. Además, el Dr. Gutiérrez Ortega añade que “este libro llena una importante laguna, en cuanto a documentos escritos se refiere, en materia de cómo indicar y dosificar la cantidad de actividad física necesaria para que toda persona tenga una mejor calidad de vida, previniendo la aparición de procesos patológicos, minimizando los efectos de los que ya están en curso e incluso curando muchos de ellos”.

La Dra. Cecilia Roldán, cardióloga, Responsable Médica del Área Cardiovascular y Metabolismo de Novartis resalta que manteniendo unos hábitos de vida saludables se puede evitar, en gran medida, la aparición de las enfermedades cardiovasculares. “Además de una correcta alimentación, el deporte es una pieza clave en la prevención de enfermedades cardiovasculares y también en el control de las mismas una vez éstas han aparecido”.

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Un estilo de vida más saludable puede evitar 2,8 millones de casos de cáncer

La cantidad global del número de cánceres ha aumentado un 20 por ciento en menos de una década hasta el punto de que cada año se detectan cerca de 12 millones de nuevos casos por año que junto con otras enfermedades crónicas como las cardiopatías, la enfermedad pulmonar y la diabetes conforman los mayores desafíos sanitarios, indicó el fondo.

En un informe publicado sobre enfermedades no transmisibles (ENT), la WRCF ha manifestado que los líderes políticos tienen la oportunidad única de combatir una ola de cáncer y otras dolencias relacionadas con el estilo de vida. Este conjunto de enfermedades causan anualmente más de 36 millones de muertes según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y aumentará hasta los 52 millones en 2030.

Como apuntan expertos en salud global muchas muertes por ENT, incluidos cerca de un tercio de todos los cáncer comunes, podrían prevenirse reduciendo el consumo excesivo de alcohol, mejorando la dieta, desaconsejando el tabaquismo y promoviendo la actividad física.

Para lograr estos objetivos es necesario la puesta en marcha de medidas gubernamentales, como impuestos o límites en la publicidad para paliar estos malos hábitos. Estas medidas pueden suponer un conflicto con las industrias del alcohol, el tabaco y los alimentos. Como apunta el asesor médico y científico de WRCF, Martin Wiseman, “con millones de vidas en riesgo en todo el mundo, los desafíos son increíblemente grandes”.

“Las personas aún no toman conciencia de que factores como el alcohol y la obesidad afectan el riesgo de cáncer, mientras que, al mismo tiempo, desde la publicidad televisiva sobre los alimentos, nuestra sociedad funciona de una manera que desalienta a las personas a adoptar hábitos saludables”, añadió.

La reunión de la ONU, prevista para el 19 y 20 de septiembre en Nueva York (EE.UU), tiene el objetivo de prevenir esta amenaza de salud global. Aun así, existen temores de que los principales actores (Estados Unidos, Europa y Japón) se muestren reticentes a comprometerse a fijar objetivos, impuestos y leyes para reducir la carga de estas enfermedades.