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Uno de cada cuatro españoles es sedentario

La OCU ha querido comprobar qué porcentaje de sedentarios (no hacen ningún tipo de ejercicio físico ni siquiera caminar al menos una hora al día) hay en España: un 24% de los encuestados es la preocupante conclusión. Y cuáles son los condicionantes para que una persona haga ejercicio y otra no.

De la encuesta, se desprende que ni tener más tiempo libre ni más o menos edad influyen significativamente en la práctica de ejercicio físico. Las variables que están más presentes son el consumo de tabaco y la situación económica: quienes fuman más de 15 cigarrillos al día practican menos deporte y, por otra parte, el 53% de las personas que hacen más de 150 minutos de ejercicio a la semana declara gozar de una buena o muy buena situación económica.

Las diferencias por Comunidades Autónomas son muy significativas. Un 56% de los andaluces afirma que practica deporte más de 60 minutos a la semana. Le siguen castellano-leoneses (45%), gallegos (43%), aragoneses (41%) y asturianos (41%). En el furgón de cola, canarios y murcianos son los menos deportistas.

La encuesta de la OCU también refleja que las actividades deportivas preferidas para hombres y mujeres son diferentes: así, los primeros se decantan principalmente por el ciclismo, el jogging, la natación, el futbol y el futbol sala. Sin embargo, las principales actividades preferidas por las mujeres son el jogging, la práctica del fitness, el ciclismo, bailes de salón, yoga y pilates.

Por otro lado, también interesaba saber el grado de satisfacción de los encuestados con las instalaciones deportivas públicas y comprobar si ello condicionaba, de algún modo, la práctica del deporte. Se puede afirmar que el número de instalaciones deportivas públicas es, en general, bueno.

La mitad de los encuestados reconoce que a 15 minutos de su domicilio dispone, al menos, de un polideportivo, una piscina cubierta, un campo de futbol o una cancha de baloncesto. Además, el 46% de los encuestados disfruta de un gimnasio público cerca de casa y un 70% afirma poder acudir a un parque o zona abierta a practicar deporte.

Por Comunidades Autónomas vuelve a haber claras diferencias de satisfacción con las instalaciones públicas: los usuarios del País Vasco, Madrid, Castilla-La Mancha y Asturias son los que están más satisfechos y los de Murcia, los que menos. En cuanto al número de instalaciones públicas cerca de casa, catalanes y valencianos son los peor parados frente a vascos y aragoneses.

El último de los objetivos del estudio de la OCU era comprobar la relación entre la práctica regular de ejercicio y la calidad de vida, tanto mental como física. La respuesta es clara: cuanto más tiempo se dedica al ejercicio, mejor se siente el que lo practica, con una diferencia notable entre aquellos que realizan deporte menos de una hora y aquellos que la superan.

La OCU aconseja hacer ejercicio, tras una visita al médico de cabecera como medida preventiva, porque:

– Es eficaz para prevenir o reducir patologías tales como la hipertensión o el sobrepeso, reduciendo así las posibilidades de sufrir un infarto cerebral o de miocardio.

– Las personas activas son menos propensas a sufrir ciertos tipos de cáncer.

– Refuerza la musculatura y los huesos.

– Rebaja los niveles de estrés e incide en el bienestar anímico.

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Rehabilitación psicosocial e inclusión en TCA

El porcentaje de pacientes que se recuperan por completo es moderado (APA, 2006). Se sabe que los TCA son la tercera enfermedad crónica más frecuente en la adolescencia. En AN el 48% se recuperan, 29% mejoran y 18,2% cronifican (Steinhausen, 2002).

El 25% de pacientes de TCA no son recuperables en el momento actual, y a partir de los 7 años aumenta la resistencia a los tratamientos (Calvo, 2002).

Son trastornos complejos, de difícil solución, no solamente por la enfermedad, sino por la mala derivación a recursos y a tratamientos.

La APA (2006) considera curso crónico un TCA de 10 años o más de duración. Las características señaladas para estos pacientes son: incapacidad de mantener un peso sano, presencia de depresión crónica, obsesividad y retraimiento social.

Las recomendaciones de la APA para este tipo de pacientes difíciles hablan de hacer tratamientos más personalizados, que tengan en cuenta las demandas que puedan ir presentando como pueden ser las hospitalización de repetición o parciales, tratamiento residencial, psicoterapia continuada y apoyo social.

Les vamos a presentar intervenciones de estrategias de otros campos de la salud mental y adaptadas a las particularidades del paciente TCA y su familia. Son intervenciones referidas a la rehabilitación.

Tratamiento vs Rehabilitación

El tratamiento es una intervención que se aplica en un momento más agudo del trastorno y que se orienta a la remisión y/o control de la sintomatología (Kopelowicz y Liberman, 2003). Sin embargo la rehabilitación es el conjunto de intervenciones dirigidas a discapacidades funcionales, cognitivas y psicosociales que se manifiestan durante la fase de estabilización, de recuperación o de una posible recaída (Kopelowicz y Liberman, 2003).

Citando las aportaciones de Anthony, Cohen, Livenh y Liberman (2004), es el conjunto de actuaciones destinadas a asegurar que una persona con un trastorno mental severo pueda desarrollar las habilidades físicas, emocionales, intelectuales y sociales necesarias para vivir en la comunidad con el menor apoyo posible por parte de los profesionales.

Las estrategias para ello consisten en potenciar las habilidades específicas para funcionar eficazmente y los recursos ambientales y comunitarios necesarios para reforzar sus capacidades de funcionamiento.

Objetivos de la Rehabilitación Psicosocial

El objetivo de la rehabilitación no va a ser curar sino recuperar. El objetivo no va ser que vuelvan al estado inicial de antes de la enfermedad.

La recuperación significa según Liberman y Kopelik (2004): remisión sintomática, actividad ocupacional de manera continuada, vida independiente sin supervisión diaria y mantenimiento de las relaciones sociales.

Nos planteamos, por tanto, reducción y control de las recaídas, adquisición de autonomía personal y mejora de la calidad de vida.

Trastorno Mental Severo y Persistente

Cuando se habla de rehabilitación estamos más acostumbrados a trabajar en el trastorno mental severo.

El trastorno mental severo se define como la falta de capacidad para afrontar convenientemente las demandas habituales del entorno en el que viven. Engloba tres dimensiones: un diagnóstico psiquiátrico referido a patología severa; una discapacidad en el funcionamiento familiar, laboral y social; y la duración de la enfermedad.

Hay un severo déficit de funcionamiento psicosocial no sólo debido al proceso psicopatológico en sí, sino también a las características personales y del medio en que viven, así como a los apoyos externos que puedan tener. Un tratamiento psicoterapéutico adecuado, la respuesta y el apoyo social pueden paliar las deficiencias.

El 20-25 % de las pacientes de TCA de evolución más tórpida tienen muchas características asimilables al trastorno severo. Si pensamos en las alteraciones funcionales relacionadas con los síntomas, vinculados con las alteraciones del estado de ánimo como tristeza, ideación suicida, no tener proyectos vitales ni ganas de vivir, respecto a las alteraciones cognitivas (atención, memoria), alteraciones de la conducta y del control de los impulsos, y mayor vulnerabilidad al estrés.

En cuanto a las implicaciones vitales: expectativa de vida más corta, mayor exposición a padecer problemas médicos, alta incidencia de suicidio (8-10%), alta dependencia al consumo de sustancias, efectos secundarios de la medicación y estigmatización.

Respecto a las limitaciones para la autonomía: autocuidado, problemas en el autocontrol de la conducta en situación de estrés, falta de un proyecto vital, falta de habilidades en su ajuste laboral, alta tasa de desempleo (70-80%), en su mayoría económicamente dependientes, frecuentes situaciones conflictivas, especialmente con la familia.

Y las dificultades sociales y relacionales: tienen una red social pobre, tienen dependencia de servicios sanitarios y sociales, dificultad para gestionar y disfrutar su tiempo libre, y dificultad para acceder al trabajo y mantenerlo.

Por lo tanto, estos pacientes tienen características del trastorno mental grave.

Robinson en el 2006 se refiere a pacientes de TCA severo y de larga evolución, e identifica importantes déficits de habilidades en las siguientes áreas de la vida: física, psicológica, familiar, social, ocupacional, finanzas, alojamiento, cuidadores, e identificación y plan de recaídas.

Las fuentes potenciales de deterioro: la falta de soporte familiar y social, el aislamiento social y familiar, largos ingresos, la influencia de la institucionalización, el deterioro cognitivo y emocional, la gravedad sintomática.

Esto nos hace pensar que este tipo de pacientes pueden necesitar estrategias rehabilitadoras que permitan una integración social. Para ello se tendría que trabajar en tres dimensiones: inclusión laboral y social, proporcionar soporte residencial y asegurar un plan de prevención de recaídas.

Metodología en Intervención en Rehabilitación Psicosocial

La intervención se compone de una serie de programas de carácter terapéutico muy personalizado, que lo llamamos “Itinerario de Transición a la Vida Autónoma” (ITVA), que se realizan en dos dispositivos asistenciales que son: la Unidad de Rehabilitación e Inclusión Sociolaboral (URIS) y los Pisos Terapéuticos (PT). Se designa una figura que lidera este itinerario de transición a la vida autónoma y que es el Coordinador de Rehabilitación.

El URIS lidera el proceso de inclusión psicosocial, los pisos ofrecen el soporte residencial y el UTRE (Unidad de tratamiento residencial) velaría la prevención de recaídas.

Características de los itinerarios de transición a la vida autónoma

Los objetivos se delimitan de manera operativa. El itinerario es estructurado, secuencial e individual, delimitado en el tiempo y considera el nicho ecológico. Hay que implicar también a la familia, adecuar las expectativas del usuario, la importancia del trabajo tutorial, la participación proactiva, la coordinación de los diferentes profesionales y recursos asistenciales rehabilitadores, y las intervenciones flexibles adaptadas a las necesidades del individuo.

Fases

-Derivación: que sea adecuada, que haya buena comunicación en el equipo, ha de ser progresiva y adaptada.

-Evaluación psicosocial: hay que determinar qué necesidades tiene el individuo y su familia, y qué capacidades y recursos posee.

-Intervención: puesta en marcha del ITVA.

– Seguimiento.

Organización del equipo profesional

Es un equipo interdisciplinar, donde tiene más peso la parte social (psicólogo, educador social y trabajadora social). El coordinador de rehabilitación es la figura fundamental. El tutor de pisos terapéuticos es un profesional del ámbito psicosocial que realiza el seguimiento diario en el recurso residencial.

En las sesiones de equipo se va revisando el Itinerario de Transición a la Vida Autónoma de cada individuo y anualmente se revisan los Programas de Rehabilitación.

Unidad de Rehabilitación e inclusión sociolaboral

Es un dispositivo de día donde se ofrecen las técnicas necesarias para facilitar los procesos de inclusión social y laboral necesarios en la rehabilitación. Este dispositivo está incluido al máximo en la red comunitaria.

El objetivo es promover la mejora y la calidad de vida, proporcionando una incorporación progresiva a la sociedad mediante acciones socioeducativas y psicosociales, dirigidas a la adquisición de competencias para retomar un proyecto de vida ocupacional y de ocio saludable.

Los objetivos específicos:

-Mejora del funcionamiento psicosocial, mejora de las habilidades relacionales.

-Mejora de la red de apoyo socio-afectivo, trabajando con la familia y mejorar su red social.

-Seguimiento y soporte comunitario adecuado, estructurar las rutinas y apoyar el uso de recursos comunitarios.

-Mejora de la competencial social, formativo-laboral.

-Consolidar las capacidades cognitivas y de regulación emocional y conductual.

¿En qué momento del proceso terapéutico? Cuando hay cierto control de la sintomatología alimentaria y estabilidad física, buen nivel de motivación, adherencia al tratamiento y reconocimiento de los factores implicados en la precipitación y mantenimiento del trastorno.

Pisos terapéuticos

Se trata de un recurso residencial dotado de estrategias de intervención psicológicas y socioeducativas destinadas a fomentar las habilidades y competencias necesarias para normalizar la conducta alimentaria, aprender a relacionarse, mejorar la calidad y los hábitos de vida cotidiana, facilitando el proceso de transición a la vida autónoma y evitando las estancias hospitalarias largas.

¿A quién va dirigido? Tiene que haber cierto control de la sintomatología asociada al TCA, IMC mínimo de 18, estabilización de la sintomatología asociada al posible trastorno de personalidad, control ideación suicida e importante carga institucional.

Y respecto a los factores sociofamiliares cuando hay problemas como desestructuración o disfuncionalidad familiar, conflictividad familiar, dificultad familiar para contener la sintomatología, conflictividad en las relaciones sociales y necesidad de independencia del núcleo familiar de origen.

El objetivo general es fomentar y entrenar hábitos de vida saludable y actividades para la vida autónoma, en un contexto alejado de la hospitalización, en circunstancias similares a la vida real.

Los objetivos específicos son: adquirir hábitos de vida saludable, conseguir un nivel de bienestar emocional óptimo, adquirir las habilidades instrumentales necesarias para un nivel óptimo de autonomía personal, y mejorar las relaciones sociales.

Hay un tutor, que es el referente que operativiza y acompaña el proceso terapéutico, marcando objetivos y haciendo seguimiento cotidiano. Hay un espacio diario donde van trabajando con el tutor unos pactos y se van revisando los objetivos. También hay un seguimiento médico (nutricional y psiquiátrico).

Asimismo se realiza una asamblea de convivencia, que es un espacio semanal, donde se trabajan no solamente los aspectos de comunicación y convivencia diaria sino también aspectos relacionados con la sintomatología alimentaria, pero ya vinculados a la vida exterior.

Y el grupo de organización doméstica les ayuda a asumir responsabilidades y compromisos y ponerse normas. En este espacio se organiza la compra y los menús (todo dirigido por profesionales). También hay un taller de cocina y cada quince días va un cocinero. Es un espacio para adquirir formación a través de la experimentación, elaboración de nuevos platos, y nuevas técnicas culinarias para familiarizarse con nuevos sabores.

Hay un taller de economía para la organización y control diario de la gestión del dinero, y un taller de apariencia para trabajar las dificultades con la imagen y la adecuación del vestuario a las diferentes situaciones vitales.

Resultados de la memoria del 2010

Han pasado 73 pacientes por los pisos, 41 nuevos ingresos, el tiempo medio en el recurso son 12 meses, anteriormente habían tenido una media de 3,2 hospitalizaciones año.

El 67% son menores de 29 años, el 17% mayores de 30 años y un 16% menores de 18 años.

Los resultados de actividad al acabar el programa en PT: el 27% mantienen el trabajo, el 46% mantienen estudios; el 19% mantienen estudios y trabajo; y el 8% no se han mantenido en ocupación.

Factores de riesgo/protección y programas asociados

Los factores de riesgo se tendrían que disminuir y son los implicados en la predisposición y mantenimiento del TCA. A medida que se disminuyen harían a una persona menos vulnerable. Asimismo si potenciamos los factores de protección también la persona sería menos vulnerable.

Los factores de riesgo se pueden clasificar en socioambientales y personales. Los acontecimientos vitales no los podemos disminuir (buscar trabajo, preparar CV…) pero podemos poner en práctica un programa de habilidades de afrontamiento de estrés. Para la alta emoción expresada en familia y la conflictividad familiar podemos usar un programa de intervención familiar.

Para los aspectos personales, referidos a vulnerabilidad personal -rigidez cognitiva, perfeccionismo, obsesividad, impulsividad- podemos usar un trabajo en remediación cognitiva, de mindfulness y relajación. Para la baja autoestima y la imagen corporal distorsionada podemos usar un programa emocional-cognitivo. La poca conciencia de enfermedad se tiene que seguir abordando con un programa de motivacional y de adherencia al tratamiento.

Respecto a los factores de protección, el apoyo comunitario es básico potenciarlo y también la red de apoyo social y las habilidades normalizadas en la comunidad que facilitan la inclusión social. Y para ello se usa el programa de remediación cognitiva y el de apoyo social y comunitario (de ocio, de inserción laboral y competencias sociales para la autonomía).

A nivel personal hay que potenciar habilidades para el afrontamiento personal y social con el programa de habilidades sociales, el procesamiento de la información con el programa de remediación cognitiva, y mantener una relación terapéutica positiva y de adherencia al tratamiento- que facilite a las pacientes aprovechar al máximo el tratamiento- con la remediación cognitiva. Y, por último, la cobertura de necesidades básicas y autonomía personal con el programa de autonomía de vida diaria.

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Los TCA en el siglo XXI

En el año 1976 tuvo lugar en EEUU la primera reunión multidisciplinar sobre TCA. En aquella época sólo se hablaba de anorexia nerviosa, la investigación estaba especialmente preocupada por los factores hipotalámicos y endocrinos. No había datos epidemiológicos. Sólo se había hecho un ensayo clínico con ciproheptadina (sustancia que estimula el apetito) y Minuchin planteó una terapia familiar con un éxito importante (recibida con escepticismo). Desde entonces hemos avanzado mucho en Medicina, pero no en Psiquiatría.

Hace unos meses Owen publicó un artículo donde se planteaba si existe una esquizofrenia a la que diagnosticar (World Psychiatry 10:1- Febreary 2011). Si eso sucede con la esquizofrenia, en los TCA, ¿qué está pasando? Se han descrito nuevos subtipos de patología alimentaria, se describió la bulimia nerviosa en el año 1979, se han propuesto nuevas clasificaciones, tenemos evidencia acerca de los factores etiopatogénicos que influyen, está claro que la herencia puede jugar un papel, también que la enfermedad varía en función de las culturas y que existen evidencias del papel de los medios de comunicación. Desde entonces los estudios epidemiológicos han sido numerosos. Hay datos claros de la prevalencia e incidencia, y estudios controlados sobre tratamientos farmacológicos y psicológicos.

Sin embargo, existen todavía un gran número de insuficiencias en el conocimiento de estas patologías. Y la primera de ellas es la definición de caso, los fenotipos clínicos (los modos de expresión) no son demasiado buenos. Y por otra parte las insuficiencias terapéuticas que son también muy importantes. La anorexia nerviosa no tiene tratamiento, hay muchos modos de intentar abordarla pero no hay un tratamiento específico que la resuelva.

Fiabilidad y estabilidad diagnóstica. Importancia de la definición de trastorno alimentario

Cuando se habla del diagnóstico al cabo de 12 años, la anorexia y la bulimia tienen una estabilidad entorno al 40 por ciento pero el trastorno por atracón y el trastorno de la conducta alimentaria no específico tienen una estabilidad muy baja, quien empieza teniendo esa patología al cabo de esos años ya no la tiene. Por lo tanto, la validez que tienen esos diagnósticos es limitada. Y frente a eso se han planteado algunas posturas que intentan superar los modelos clasificatorios actuales.

Waller hizo, hace unos años, una propuesta que superaba el modelo transdiagnóstico, planteando un modelo trans-transdiagnóstico y sacaba los trastornos alimentarios de su ámbito de trastornos específicos y los colocaba en trastornos de ansiedad.

Otros modelos aproximan los trastornos alimentarios con una serie de trastornos de personalidad en los que los síntomas fundamentales se asocian con la compulsión, impulsión o evitación. En nuestra especie la ansiedad suele generar una tendencia a la ritualización de comportamientos que hacen que se sienta más seguro.

Otros autores dicen que los trastornos alimentarios se pueden asociar con la inseguridad, con el temor a los estímulos, o la entrega a la recompensa inmediata sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo que tiene ese comportamiento. Y eso encaja en el modelo adictivo de los trastornos alimentarios.

Modelo Adictivo de los TCA

Hay una serie de datos a favor de un modelo adictivo:

-La fenomenología clínica

-La neuropsicología

-Los modelos animales

-Contexto teórico en el que se pueden encajar los trastornos alimentarios como trastornos adictivos. Hay fundamentalmente dos modelos, el modelo de la intensidad del incentivo y el modelo de la neurociencia emocional de Panksepp.

Fenomenología clínica

Si repasamos los criterios diagnósticos que deben cumplirse para que se sufra una adicción podemos ver que muchos de ellos los podemos reproducir en los trastornos alimentarios, especialmente en los atracones y en la bulimia:dificultades para detener el consumo, atracones prolongados, malestar físico, interferencias sociales y académicas, y dejar de lado las consecuencias físicas.

En la anorexia nerviosa se podría plantear-de un modo retorcido- la adicción a tener un comportamiento negativo. La adicción es a no comer, el elemento fóbico es la comida. No comer genera mucho bienestar. Algunos autores discrepan del modelo adictivo porque entienden que la comida en sí no pueda ser adictiva.

Neuropsicología

En las adicciones hay un modelo neuropsicológico que es el modelo de marcadores somáticos, que desarrolla Damasio, sobre un evidencia y es que los sujetos que tienen lesiones en una zona, el córtex prefrontal ventromedial, tienen una “ceguera de futuro”: pueden sabe qué tienen o no qué hacer pero son incapaces de ejercerlo, y actúan en función de recompensas muy inmediatas sin poder tomar buenas decisiones a largo plazo.

Esto se puede estudiar a través de la prueba del juego de Iowa que permite ver si existen modificaciones o disfunciones en esta estructura asociadas o no a variaciones en la respuesta electrodérmica. Es decir, hay un instrumento que permite medir si los sujetos a la hora de tomar decisiones tienen algún tipo de disfunción y existe un modelo que aplica la teoría de los marcadores somáticos de Damasio a las adiciones en el que Bichara y Verdejo sostienen que para que se mantenga la existencia de un modelo neuropsicológico basado en la teoría de los marcadores somáticos se deberían cumplir una serie de condiciones: que hubiera una hiperfunción del núcleo amigdalar y una disfunción en el córtex prefrontal ventromedial. Existen estudios neuropsicológicos de los que resultan datos poco concordantes.

Un grupo inglés de Tchanturia encuentra que sí hay datos a favor de la teoría de los marcadores somáticos y en un estudio de una española, María Herrera Giménez (2011), que observa que cuando se controlan las recompensas inmediatas las pacientes-en este caso bulímicas-deciden igual que los controles en relación con las recompensas en el futuro y por tanto se descarta esta teoría de los marcadores somáticos. Y un estudio posterior del mismo grupo inglés descarta también la teoría de los marcadores somáticos.

En resumen, es un área de desarrollo que nos puede ayudar a subtipificar los TCA y sería posible que a partir del modelo de los marcadores somáticos pudiéramos encontrar un subgrupo de pacientes más asimilables al modelo adictivo y se pudieran plantear técnicas de intervención específicas.

Factores genéticos

Un estudio de Bulik (2006) detecta en una muestra de gemelo que los TCA tiene una heredabilidad del 56 por ciento. Esto significa que existen factores genéticos que pueden favorecer la expresión clínica de los TCA, pero además necesitan un juego de factores ambientales; y esta heredabilidad puede cambiarse en función de las circunstancias culturales y sociales.

Hay un dato muy interesante de los individuos que se gestaron durante la hambruna que padeció Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Los individuos que estaban gestándose en los primeros meses de embarazo con la hambruna tuvieron más facilidad en el futuro de ser más gordos, de tener más problemas de desarrollo del SNC, más problemas de personalidad y más problemas adictivos; mientras que los que sufrieron la hambruna más tarde no tenían problemas tan graves de desarrollo del SNC, sino más propensión a desarrollar problemas afectivos.

En el caso de abusos sexuales existen evidencias que ponen de manifiesto que cuando una niña es abusada entre los 3-5 años, en el periodo adulto tiene una reducción del 20 por ciento del volumen del hipocampo, que no ocurre cuando la violación se produce entre los 13-15 años, en las que hay modificaciones en el córtex prefrontal.

Cuando se asocia el abuso sexual con la existencia de problemas perinatales el incremento del riesgo de padecer una anorexia nerviosa es muchísimo mayor que cuando sólo use da uno de los dos hechos.

El cerebro se conforma sobre la base de las experiencias. El cerebro tiene un crecimiento enorme hasta la adolescencia, y en ese momento se produce una “poda neuronal” y se manifiestan los circuitos necesarios para la adaptación óptima del sujeto y esto implica que la experiencia determina qué circuitos van a mantenerse. Mientras los genes proporcionan el proyecto para construir el cerebro, la experiencia lo esculpe para responder a las demandas del ambiente. Somos organismos tremendamente adaptativos.

Modelos animales

Los modelos animales son muy útiles en algunas especialidad pero en Psiquiatría no son tan sencillos, porque los animales no son capaces de comunicarnos qué sienten. Sin embargo nos pueden proporcionar algunos datos que pueden ser útiles para entender qué puede pasar.

Hay un estudio que demuestra en un modelo de vulnerabilidad al estrés en ratas (Attwood, 2011) que bloqueando una proteína, la neuropsina -que interviene en los sistemas de plasticidad de las neuronas-, aparecen cambios comportamentales en la experiencia de ansiedad ante el estrés. Por ejemplo las ratas no evitan lugares iluminados o abiertos, es el “modelo de conducta agorafóbica”.

El grupo de Hoebel ha comparado ratas desnutridas con otras bien alimentadas y observan que la desnutrición tiene unas repercusiones importantísimas en el paso de un comportamiento normal a adictivo a través de modificaciones en la neuroplasticidad de las neuronas dopaminérgicas del accumbens. Por ejemplo cuando se administra cocaína a una rata desnutrida la respuesta dopaminérgica es muchísimo más intensa que cuando está bien alimentada. La sacarosa tiene un efecto reductor del abuso de sustancias y cuando no tiene sacarosa es más fácil que las conductas adictivas puedan aparecer, que sean más difíciles de extinguir.

Las adiciones comportamentales son comportamientos compulsivos que no pueden contenerse a pesar de que el individuo sabe que no debe hacerlo (ludopatía, adición a las compras y al sexo).

El ejercicio también puede ser muy adictivo porque mejora los síntomas depresivos y mejora el bienestar por la secreción e opiáceos endógenos. A una rata mal alimentada si se le da acceso libremente a la rueda giratoria puede dejar de comer hasta morirse.

Modelos neurobiológicos de las adicciones

Hay dos modelos para entenderlo. Uno es el modelo de la intensidad del incentivo, que viene a decir que la intensificación de la respuesta dopaminérgica, que se consigue con el estímulo y con las claves del entorno que se asocian con el estimulo, sustentan el comportamiento adictivo. Es decir, una persona sometida a desnutrición a la que se presenta una imagen neutral o una apetitosa hamburguesa, en este segundo caso se produce una liberación dopaminérgica mucho más alta.

Hay otro modelo, el de Panksepp, que es un modelo neurocientifico de las emociones. En éste se plantea que nuestras emociones se desarrollan de un modo muy específico y con una finalidad adaptativa. Y establece una serie de patrones emocionales, uno de ellos es la búsqueda de recompensa (sexo y comida, que tienen que ver con el mantenimiento de la especie).

Pero no siempre el animal se comporta respetando estas necesidades básicas sino que a veces entra en comportamientos más complejos que le van a dar estatus social. Por ejemplo cuando se observa una manada, los animales más fuertes se ponen a los lados y los más débiles y las hembras en medio, con la finalidad de protección. Los mamíferos tenemos desarrollado un asentido del apego social que, por una parte ayuda a que se mantenga la especie, y por otro, a que el sujeto se sienta bien, pero por el que se paga un peaje que es el malestar por la separación.

Desde este punto de vista se mantiene que la vinculación sería una forma primaria de adicción, o que la adicción es un modo alterado de vincularse. Esto sería útil plantearlo en un modelo de adicción comportamental en los TCA, cuando el sujeto se hace adicto a comer o a no comer lo que está buscando es seguridad. Y esto es lo que pone de manifiesto nuestra experiencia clínica. Algunas expresiones de nuestras enfermas: “es que no seré feliz si no estoy pendiente de la comida”; “cuando no comía sentía que había conseguido lo que yo quería”; “me sentía mucho mejor cuando podía irme de casa y me libraba de hacer la merienda”. Todo supone ganar bienestar a través de la evitación de un comportamiento.

Aplicación en el campo de los TCA

El modelo de la adicción comportamental sería un modelo aplicable en algunas situaciones. La situación de desnutrición sería clave para entender por qué se pasa de un comportamiento normal a uno adictivo, y por qué es de difícil extinción, o se recae espontáneamente en relación a estímulos ambientales a los que el sujeto retorna.

Hay una serie de líneas de interés que implicarían el reconocimiento de los aspectos emocionales que subyacen en estos trastornos, el desarrollo de los instrumentos de validación de este modelo, planteamientos terapéuticos no sólo cognitivos (emocionales) y la importancia de la investigación traslacional.

Tratamiento de los TCA

Actualmente hay muchos metanálisis. En un estudio muy interesante se hace una evaluación a corto y largo plazo de pacientes con anorexia nerviosa que se asignan de modo aleatorio a una terapia cognitivo conductual, una terapia interpersonal o a un control clínico de apoyo. Y éste a largo plazo obtiene buenos resultados como la terapia cognitiva conductual y algo inferiores a la terapia interpersonal. Es decir, que cuando actuamos sobre situaciones emocionales conseguimos mejores resultados que con una terapia basada fundamentalmente en la restructuración cognitiva.

Por eso el psicólogo Vanderlinden planteaba una serie de consejos de tratamiento: que cuidemos la alianza con nuestros pacientes, que no sobrevaloremos la importancia de lo cognitivo y más atención a la experiencia emocional (que seamos capaces de hacer que los pacientes ventilen dificultades emocionales porque sólo entonces podremos reestructurarlos cognitivamente). En definitiva, que se puede mejorar el resultado terapéutico si en lugar de preocuparnos por los esquemas racionales lo hacemos por los emocionales.

Hacia dónde vamos

Vamos hacia modelos de diagnóstico más fiables, donde se delimiten claramente algunos endofenotipos más homogéneos que nos permitan tipificar a los pacientes de modo más práctico. La restricción alimentaria, la negación de la enfermedad, la hiperactividad y el atracón- purga son los síntomas fundamentales que se presentan en estas patologías. Y, por último, que se desarrollen endofenotipos neuropsicológicos y que se incorporen los elementos emocionales en el tratamiento.

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Prescribir ejercicio moderado previene la mortalidad prematura por cualquier causa y unos 15 problemas de salud

Así lo ha demostrado un trabajo del Hospital Transfronterizo de Puigcerdà y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Girona, publicado en Medicina Clínica. Para obtener estos beneficios -que se dan en ambos sexos y aumentan con el volumen e intensidad del ejercicio- aconsejan ejercicio moderado al menos media hora, 5 días a la semana; o ejercicio intenso al menos 20 minutos, 3 días por semana.

Según esta investigación, la actividad moderada durante al menos media hora la mayor parte de los días de la semana reduce un 31 por ciento el riesgo de mortalidad. Así lo puso de manifiesto una revisión sistemática de cerca de 1,5 millón de individuos seguidos durante unos 11 años.

Asimismo, la incidencia de enfermedad cardiovascular baja un 33 por ciento entre quienes practican una actividad moderada con la misma frecuencia (la mayor parte de los días de la semana), según una revisión con cerca de 726.000 participantes y un seguimiento de 14 años.

“Algunos estudios muestran que incluso una actividad ligera puede reducir el riesgo cardiovascular. Caminar una hora semanal redujo un 50 por ciento el riesgo de enfermedad coronaria y una sola sesión semanal de ejercicio intenso redujo la mortalidad cardiovascular un 39 por ciento en hombres y un 51 por ciento en mujeres”, apuntan.

Además, el riesgo de accidente cerebrovascular baja un 31 por ciento con el ejercicio moderado, según una revisión con casi 480.000 participantes seguidos durante 13 años. También se acorta un 32 por ciento el riesgo de accidente cerebrovascular, como lo muestra una revisión con 112.000 pacientes a ocho años.

En relación al cáncer, en una revisión con 1,4 millones de pacientes seguidos a 10 años, se vio una reducción del 30 por ciento en la incidencia del cáncer de colon dentro del grupo más activo. Otra revisión, esta vez sobre 1,8 millones de pacientes seguidas a 10 años, se observó una reducción de la incidencia del cáncer de mama del 20 al 40 por ciento en el grupo más activo.

Por otra parte, el ejercicio logró una reducción del 42 por ciento en la incidencia de diabetes tipo 2 en una revisión sistemática de 624.000 pacientes seguidos durante unos nueve años. También es útil para prevenir el síndrome metabólico y el ejercicio moderado ayuda a mantener el peso, no tanto a perderlo.

De la misma forma, la actividad física moderada reduce la prevalencia de osteoporosis y en un 17 por ciento la incidencia de fracturas. Según una revisión con 4.100 pacientes, este nivel de ejercicio redujo el dolor y la discapacidad derivadas de la artrosis, sobre todo en el caso de la artrosis de rodilla.

También es eficaz a la hora de reducir el riego de limitación funcional y discapacidad física, bajándolo en entre un 30 y un 50 por ciento. Asimismo, un programa de ejercicios de fuerza y equilibrio mejora la función física y reduce el riesgo de caída entre un 11 y un 40 por ciento.

Además, baja el riesgo de demencia y deterioro cognitivo en mayores de 65 años. Asimismo, cualquier forma de actividad física diaria reduce un 41 por ciento el riesgo de padecer trastornos psicológicos, según una revisión de 19.800 pacientes.

Sin embargo, los efectos adversos del ejercicio físico pueden ser el riesgo de lesiones del aparato locomotor y el riesgo cardiovascular. En concreto, siguiendo las recomendaciones mínimas de ejercicio, se produce una lesión por persona cada cuatro años. Otro riesgo es el cardiovascular, cuyas complicaciones más relevantes son la muerte súbita y el infarto agudo de miocardio. No obstante, según la conclusión de los expertos, “el beneficio del ejercicio supera a sus riesgos”.

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Nuevos tratamientos de intervención psicológica: coaching, empowerment, psicología positiva, resiliencia…

Los estudios epidemiológicos actuales (según la Guía Práctica Clínica del Ministerio de Sanidad) indican que hay una incidencia entre el 6,4 % y 4 % en mujeres jóvenes (12-21 años). Y en los últimos años ha habido un incremento importante en la prevalencia y la incidencia de estos trastornos.

Los hombres van por detrás de las mujeres (entre el 0,3% y 1% en hombres jóvenes) y cada vez también hay más casos relacionados con la imagen corporal y vinculados a la práctica deportiva. La relación es 9:1.

También hay que destacar el incremento de los TCNEs (trastornos no especificados o los que tienen una sintomatología incompleta).

Los estudios de prevalencia de riesgo en población universitaria, es decir de conductas alimentarias de riesgo, hablan de casi el 21 % en mujeres y 15 % en varones (2005). No tienen un trastorno instaurado pero en un corto periodo de tiempo podrían llegar a desarrollarlo.

La población general está sometida a una fuerte presión de los medios de comunicación, a una avalancha de dietas adelgazantes, y de estímulos que nos ayudan a ser más exitosos. Y el éxito está directamente vinculado con el aspecto y con estos comportamientos.

En estos estudios de prevalencia de riesgo encontramos que los chicos de carreras relacionadas con la imagen, con la publicidad y las Ciencias de la Salud manifestaban hasta un 70 % de conductas compensatorias para controlar su peso, como la obsesión por el ejercicio físico, el uso de laxantes, e incluso los vómitos autoprovocados. Son conductas de riesgo que aparecen en población normal.

Se está produciendo este incremento por las dificultades de detección, sobre todo en atención primaria y no siempre la persona que atiende a estos casos está capacitada y tiene información suficiente. Y se escapan muchas personas con conductas atípicas, que se han convertido en comportamientos regulares no esporádicos.

También hay una carencia de escalas e instrumentos sencillos para detectar el trastorno. Nuestro equipo ha trabajado en la validación de una encuesta corta, de barrido, que nos da idea de si una persona estaría en estado de riesgo para ser tratada.

Tendencia actual en los tratamientos

Me gusta hablar del cuidado desde el punto de vista integral de la persona. Hay datos biológicos que están mostrando la necesidad de intervenir desde la biología,la medicina, pero también hay datos de antecedentes familiares y personales que implican estudiar los modelos de conducta y por qué han derivado en este tipo de conducta patológica.

Se está adoptando el modelo tridimensional: bio-psico-social. En este nuevo modelo se habla de emociones,expresiones y comportamientos.

Modelo de la psicología positiva

En el modelo de la psicología positiva se trabaja el desarrollo de las llamadas competencias emocionales que nos ayudan a evolucionar y desarrollarnos como persona, como puede ser el autoconocimiento, el desarrollo de la estima o autovaloración personal (la inteligencia emocional); y que tiene que ver con los factores personales que necesitamos desarrollar para evolucionar en nuestra vida cotidiana.

Es un modelo de bienestar, más centrado en la salud, no tanto en la enfermedad. Estarían relacionados con recuperar las variables que se han perdido y que se pueden volver a encontrar. Ello requiere un proceso de aprendizaje. Hay que trabajar el cuerpo, la mente y el espíritu (Dra R. Calvo). Se trata de buscar emociones positivas como la alegría, el orgullo por conseguir avances en el tratamiento y recuperar la ilusión y el optimismo.

Resiliencia

Dentro de esta corriente de psicología positiva ha surgido el concepto de resiliencia que intenta desarrollar esa capacidad para sobreponerse ante la adversidad.

Los estudios indican que incluso en situaciones de crisis o pérdidas familiares este tipo de comportamiento es común. Hay personas que tienen a hundirse y aislarse y otras tienen a crecer y superar la adversidad.

Se habla de tener una autoestima consistente, decir lo que se quiere, hacer una introspección hacia las debilidades y fortalezas.

Algunas aplicaciones terapéuticas:

-Tratar de generar pensamientos positivos.

-Potenciar el desarrollo de habilidades sociales, de comunicación consigo mismo y con el entorno.

Capacitación

La capacitación o empowerment también utiliza los modelos de comunicación para facilitar y capacitar al paciente para recuperarse. Tiene mucha relación con la interacción con el terapeuta, parece que si éste está muy convencido que el paciente puede salir adelante, el paciente copiará este tipo de comportamiento y recabará todas esas fuentes internas para conseguir la recuperación.

Algunas aplicaciones en TCA:

-Capacidad para que el paciente asuma su tratamiento y se responsabilice de él.

-Hacer un contrato para asumir unos compromisos que debe cumplir.

-Pasar de la “reflexión a la acción”.

-Motivación hacia el cambio.

-Trabajar este aspecto en los padres.

Coaching

Desde el modelo del coaching (entrenamiento y desarrollo de una serie de competencias) y de la comunicación se trabaja desde un enfoque de aprendizaje, donde se hacen preguntas para buscar “brechas de aprendizaje”, puntos de debilidad donde rescatar las emociones positivas.

Tenemos que centrar el trabajo en sus objetivos (debe querer curarse), en lo que espera de nosotros y también ser realistas, saber qué capacidad de recuperación puede tener el paciente.

Se trabaja desde tres esferas: la emocionalidad, el lenguaje y la comunicación consigo mismo, y también la comunicación corporal.

Se tienen que evaluar los estilos comunicativos, si tienen un estilo agresivo, asertivo y pasivo. Y hay que fortalecer los estilos y emociones positivas que dan fuerza al paciente. Mantener en el “paciente” una actitud responsable (que sea capaz de recuperarse y responsabilizarse de lo bueno y lo malo). En definitiva, hay que trabajar los cinco pilares de la inteligencia emocional (autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y escucha, y habilidades sociales).

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El espectro del atracón como síntoma

Las primeras controversias que planteo serían: ¿se pueden controlar los atracones?, y si se pueden, ¿es positivo controlarlos?

El estudio de los TCA que comparten la presencia de atracones ha puesto de manifiesto la existencia de varios factores predisponentes, desencadenantes y de mantenimiento, y en los últimos años se intentan integrar todos estos factores para lograr un modelo global que nos pueda ayudar a plantearnos de manera más eficaz, tanto el conocimiento como las estrategias de manejo terapéutico.

Los modelos pueden clasificarse en: modelo restricción-atracón, modelo de bloqueo emocional y modelo de refuerzo positivo. A su vez se estudia la vulnerabilidad no sólo biológica, sino también cognitivo-emocional y la social.

La bulimia nerviosa y sus síntomas se conocían desde la antigüedad pero no es hasta la descripción de Russell (1979) cuando se describe de forma sistemática y se incorpora en los sistemas diagnósticos. El modelo que se propuso ha destacado la importancia de la influencia social y la insatisfacción corporal como el desencadenante esencial de la bulimia. Se llama Modelo del ciclo restricción alimentaria-atracón.

Es un modelo cognitivo-neurobiológico, parte de la patología cognitiva, es decir, las personas que tienen una internalización excesiva de los ideales corporales sociales, incapaces de conseguirlos, producen una insatisfacción corporal. Está asociado con el atracón a través de la restricción, y aquí entran los factores neurobiológicos del comer menos o de manera caótica.

Los atracones son consecuencia de la susceptibilidad fisiológica y psicológica que sigue al periodo de restricción. Es un modelo que hace hincapié en la dieta. Al hacer dieta se produce un incremento del hambre y del deseo. Además el cuerpo intenta defenderse de la pérdida de peso modificando el umbral de saciedad. Las sensaciones que producen los alimentos no pueden sustituirse por otras para producir la saciedad del deseo.

Modelo de restricción-atracón

Ha habido mucha investigación y lo más llamativo es que ha influenciado enormemente como se hace el tratamiento de la BN. Sin embargo, aunque es un modelo necesario, no es suficiente dada la altísima prevalencia de presión social que hay para conseguir un cuerpo “x” y que la insatisfacción corporal es prácticamente normativa en toda la población y eso no puede explicar que sea tan baja la prevalencia en TCA, tiene que haber otras variables.

Actualmente lo que más se está estudiando es la vulnerabilidad biológica. Y también hay una constatación clínica y posterior investigación sobre otros antecedentes de la patología del atracón, que no sólo se da con dieta sino también en otras situaciones.

Numerosas pacientes bulímicas dicen que ellas nunca han tenido un periodo inicial de restricción y manifiestan que las razones de sus atracones se deben más al estrés emocional que al hambre. Por lo tanto, esto ha llevado a desarrollar otros modelos teóricos, sobre todo el modelo que ha incluido el afecto negativo. Y surge un modelo, que sigue siendo de restricción-atracón, que es el Modelo de doble camino (de Stice), donde tanto la restricción alimentaria como el afecto negativo o la combinación de ambos, pueden iniciar los atracones.

Las investigaciones de este modelo han demostrado que las pacientes con bulimia nerviosa pueden clasificarse en dos grandes grupos: las que hacen dietas, y las que hacen dietas y tienen afecto negativo. Estas últimas muestran más patología, más comorbilidad, un funcionamiento más desadaptado y peor respuesta a los tratamientos.

Hay una versión ampliada de este modelo del doble camino que postula que el afecto negativo y los atracones no están directamente relacionados sino que está mediatizado por una variable, que es la falta de conciencia interoceptiva de los sentimientos personales, que malinterpretan, es decir, aquello que se siente como malestar se interpreta como hambre.

Modelo de bloqueo emocional

Este plantea los atracones como una conducta que bloquea nuestra emoción. En este caso el afecto negativo no tiene que ver con la imagen.

Numerosos pacientes relacionan el atracón con la presencia de un tono hedónico bajo: más sentimientos de tristeza y vacío, sin tener sensación de hambre. El estado de ánimo antes del atracón era mucho más bajo que antes de la comida normal.

Estos pacientes presentan sesgos atencionales hacia las amenazas de su autoestima que, en vez de afrontarlas, tratan de evitarlas mediante el atracón. Sin embargo, la relación entre el proceso amenazante y los atracones es específica, siendo algunas de las más destacadas la sensación de abandono y el criticismo.

Dentro de este bloqueo emocional, hay un grupo de autores que ha trabajado la explicación del atracón como escape de la autoconciencia, como escape de la conciencia de experiencias dolorosas y asociadas a un trastorno disociativo subyacente en pacientes con historia de abusos (sexuales y escolares). Se ha dicho que el tercer factor que influiría sería la personalidad bordeline o la bulimia multimpulsiva.

Estas personas presentarían unas características personales que les impedirían afrontar el impacto de determinados acontecimientos vitales. La propia situación estresante puede ser de tal calibre que genere una huida por ser tan traumática.

Otro grupo, dentro del bloqueo emocional, que han estudiado otros autores son los que relacionan el atracón con las dificultades en la identidad. Y se plantea que el trastorno bulímico tiene que ver con la evitación de todos los temas que tenemos que afrontar cuando nos estamos planteando quiénes somos, qué sentimos, etc. La identidad está definida como la percepción de unidad del yo en diferentes situaciones y la persistencia de la personalidad a lo largo del tiempo. El atracón les sirve a las pacientes para justificar el malestar. Se sufre por los atracones y el resto queda silenciado.

Cuando intentamos escapar a estos temas de identidad se conforma una identidad difusa que lleva a conductas autodestructivas. Hasta un 25% de las pacientes- e incluso más- tienen conductas autodestructivas en bulimia nerviosa. Además, al evitar reflexionar sobre su identidad no corrigen la imagen tan negativa de sí mismas y tienden al aislamiento social.

Esta identidad difusa no sólo se da en bulimia sino en muchos trastornos que tienen conductas autolesivas.

La identidad de numerosas pacientes es copiada, tienen una búsqueda continua de la normalidad – hacen las cosas “de las personas normales”-. Y cuando algo cambia se produce una desestructuración de su personalidad y se vuelve a los síntomas porque es “el espacio de seguridad”. Cada vez que algo cambia se pierden (coherencia central limitada), por eso es tan importante la rigidez. Se ha visto en las fotos y los cambios de estilo, pelo, etc. le impiden saber quién es verdaderamente ella.

Otros TCA que comparten la presencia de atracones en su psicopatología han puesto, igualmente, de manifiesto que éstos pueden ocurrir en ausencia de restricción y que siempre tienen relación con el malestar emocional.

Trastorno por atracón

Hace 20 años ya se decía que menos del 10 de los pacientes había hecho dieta antes de iniciar los atracones. En general parece que la pauta de inicio sería personas en adolescencia temprana que empiezan el trastorno sin una ingesta restrictiva previa y personas de edad adulta que comienzan el trastorno después de años de realizar dietas.

Los pacientes con trastorno por atracón tienen dos subtipos del modelo del doble camino: unos que serían de dieta y restricción, y otros que serían de ánimo negativo, y éstos presentan también más patología que los pacientes que sólo restringen.

Síndrome del Comedor Nocturno

Ha adquirido una cierta identidad diferenciada de los otros trastornos alimentarios incluidos en el espectro del atracón, apoyado en los resultados de los estudios realizados en Noruega y en Pensilvania.

El síndrome está asociado a anorexia por la mañana e hiperfagia por la noche. Más de la mitad de las calorías consumidas a lo largo del día se consumen entre la medianoche y las 6 de la mañana. Y se cree que está producido por la restricción y el incremento de estrés nocturno. Algunas pacientes bulímicas en su proceso de cambio se han convertido en comedoras nocturnas.

Todos los comedores nocturnos tenían niveles más bajos de melatonina por la noche y mayor cortisol durante el día.

Modelo de las 4 funciones del atracón

Este modelo no utiliza los diagnósticos y plantea que los atracones son conductas patológicas que hay que tratar como cualquier otra conducta patológica. Está dirigido a conseguir una meta.

Hay dos posiciones sobre el atracón: aquellas que están relacionadas con un estrés intrapersonal (como sería reducción del afecto o incremento de afecto positivo) e interpersonal para conseguir atención o para evitar socialmente tener un atracón. Dentro de los factores interpersonales se ha destacado el estrés asociado a las transiciones a la edad adulta.

Modelo de refuerzo positivo

Este modelo enfatiza el papel del cortisol y del circuito del refuerzo sobre la motivación de la ingesta aunque aún están en estudio los mediadores neuroendocrinos.

La combinación de azúcar, sal y grasa hace que la comida se incluya en el circuito del refuerzo creando un feedback que estimula nuestro deseo de comer y nos lleva a desear más y más a pesar de estar llenos.

Esta comida sabrosa estimula la liberación de opiáceos endógenos, circunstancia que, si ocurre de manera habitual, puede producir una adaptación neurobiológica que promueva la comida excesiva compulsiva.

Los pacientes con trastorno por atracón, a los que en un estudio de laboratorio se les sometió a niveles de estrés elevados tienden a hacer esta adicción a la comida, mostrando mayor síndrome de abstinencia y más tendencia a suavizarse con los alimentos.

Los modelos que implican la comida como adicción están asociados a que una vez que se ha producido la adicción, las personas sesgan su atención y su cerebro dirige todos sus recursos atencionales a percibir comida en lugar de otros elementos (estudios de sesgo atencional). De igual manera que en los problemas con el alcohol.

R+, Comida condicionada

Dentro del modelo de refuerzo condicionado no me he querido olvidar de lo que llamamos “Comida condicionada”, donde los atracones se plantearían como consecuencia de asociaciones de la comida con determinadas emociones positivas que, supuestamente, en principio no tendrían porque estar asociadas.

Que la comida transmite mensajes es evidente: damos cariño, cuidado, dedicación, valores, descanso, relajación.. Ofrecemos “alimentos o comida especial” a aquellos que queremos, para expresarles cariño (conmemorar un aniversario con una “buena cena” o comprar chucherías a los pequeños cuando se han portado “bien”). La comida se convierte en el sustituto temporal, en el condicionamiento clásico de aquellos a quienes extrañamos.

Tratamiento de los atracones

En general el tratamiento se realiza, predominantemente, según el modelo de restricción-atracón sin tener en cuenta que el circuito cerebral que integra las sensaciones de hambre y saciedad no depende de estructuras corticales. No dependen de la fuerza de voluntad y cuando se somete la comida a control voluntario se anulan los mecanismos de hambre y saciedad.

También se ignora que la comida estabiliza emocionalmente a las pacientes, que el atracón encubre aspectos muy dolorosos y que no los hemos tratado; ausencia de refuerzos alternativos; el procesamiento paradójico del deseo; y aunque el modelo primero incorporaba el hecho de la insatisfacción habitualmente no se trata.

Así pues se deja a las pacientes sin afrontar los temas amenazantes, no se estabilizan emocionalmente y con más deseos de comer compulsivamente.

¿Este posible empeoramiento se da en todos los pacientes? Según mi criterio hay dos grupos de pacientes: un grupo -menos grave-que busca la autoestima en su imagen, pero tiene su personalidad, una cierta capacidad de comprender lo que se le dice, flexible y con más o menos tiempo, ayuda y estructura para organizar el caos alimentario, puede mejorar.

Pero hay un grupo más graves pacientes que llevan 7 años o más de evolución del trastorno y/o han recibido más de 3 tratamientos previos por otros equipos sin haber conseguido realizar cambios estables. Tienen más comorbilidad, más conductas autolesivas, peor calidad de vida, su situación es más deficitaria, muchas están en procesos de incapacitación y han perdido todas las relaciones.

Anclado en el trastorno, busca su identidad y seguridad. La paciente con un perfil bulímico presenta una identidad fragmentada. Sus decisiones van a ser copiadas, imitadas.

Estas pacientes tienen mayor vulnerabilidad cognitiva, sobre todo tienen un enfoque cognitivo al error (una vez planteado el error la mente va a ir exclusivamente al error) y alargamiento del tiempo empleado en la toma de decisiones. En estas pacientes cuando se ha correlaciono esta dificultad de cambio son asociadas a variables personales: ineficacia y conciencia interoceptiva. En cambio en el otro grupo -que va mejorando- que tiene insatisfacción corporal y corresponde al primer modelo, está más asociado al sentirse incapaces o paralizadas porque tienen miedo a perder la delgadez.

Las pacientes con un estado más crónico se perciben más rígidas, más ineficaces, más polarizadas y con mayor distancia entre su yo ideal y yo actual. La radicalidad es lo peor, cuanto más flexible mejor.

Implicaciones terapéuticas

Un tratamiento eficaz para este tipo de pacientes resistentes deberá:

-Ayudar a situar la comida en tiempo, lugar, variedad, cantidad y ritmo.

-Mejorar su capacidad de discriminación corporal, cognitiva, emocional y relacional.

-Facilitar la expresión emocional, la flexibilidad y la autoeficacia.

-Trabajar los temas evitados.

-Y de forma simultánea pueden beneficiarse de técnicas paliativas que reduzcan el impacto de los atracones hasta que no los necesiten.

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Evolución de los TCA ¿Es posible la curación?

Se trata de un trastorno que comenzó en los años 60 en Europa y EEUU, y que sufrió un aumento de la prevalencia de una forma tan alarmante que se hablaba de la “epidemia” de los TCA.

Un estudio europeo (Preti A, et al.2009) durante los años 2000 no sólo marca el aumento de la prevalencia sino también como se decanta la prevalencia hacia los trastornos atípicos o incompletos -que no fueron considerados en un principio tan importantes como la anorexia y bulimia nerviosa- y que en estos momentos ocupan un lugar importante por el número de casos.

En seis países europeos los trastornos por atracones sin criterio cuantitativo y el TCA sub-umbral suponen la mayor parte de la prevalencia de los TCA.

Esta evolución obliga a modificar los programas terapéuticos, los programas hospitalarios y, sobre todo, los presupuestos asistenciales de los gobiernos.

Por lo tanto, en este momento y hasta la nueva clasificación del DSM-V nos estamos refiriendo a la anorexia nerviosa purgativa, bulimia nerviosa y su comorbilidad, a los TCANE (cuadros incompletos y atípicos), trastorno por atracón, a las “exias”, a la patología dual y al trastorno del control de los impulsos.

Las nuevas propuestas diagnósticas

Las nuevas propuestas diagnósticas para el DSM-V son complejas, se han creado diferentes grupos de trabajo y la propuesta más amplia (Rockert, 2007)‏ habla de:

-AN subtipo restrictivo

-AN subtipo atracón purga

-BN subtipo purgativo

-BN subtipo no purgativo

-TCAs restrictivos con peso normal

-BN sub-umbral

-TCA únicamente purgativas

-TCA sub-umbral con atracones y umbral con purgas

-TCA umbral con atracones y sub-umbral con purgas

-BED (binge eating)

Si esto se aceptara íbamos a tener muchas dificultades en el futuro: dificultades para clasificar, para ubicar a los pacientes y pacientes que cambian de un diagnóstico a otro. Posteriormente apareció otra propuesta que hablaba de hacer dos grupos: purgativas y no purgativas (restrictivas).

Evolución clínica de la enfermedad

También el paciente sufre cambios en la clínica y cumple criterios de diferentes trastornos. En un trabajo se estudiaron los antecedentes de un grupo numeroso de pacientes. Observaron que la BN purgativa tenía antecedentes de AN restrictiva hasta un 25 % y la no purgativa hasta un 15 %. El trastorno por atracón tiene antecedentes por AN de hasta el 5 %. El BED tiene antecedentes de BN del 15 %. Y la BN tiene antecedente de haber comenzado con atracones hasta el 25 %.

A los 10 años de evolución de la enfermedad (AN)se observa en una revisión reciente que el 48 % de las pacientes se encuentran recuperadas, el 30 % están con mejoría, el 20 % han cronificado y la mortalidad era del 5 %.

En el caso de la BN a los 5 años la mejoría recuperación es del 65-66 %, con un 30 % de cronificación. A los 5 años no se detectó o cuantificó mortalidad y a los 10 años había una mortalidad del 6%, con una recuperación del 72 % y una cronificación del 21 %.

Pronóstico de los TCA

En una revisión completa hasta el año 2009 de la Guía Nacional del Servicio Nacional de Salud del Ministerio se obtienen los datos que salen cuando se hacen estudios. En AN hay un 50 % de remisión completa, 30 % remisión parcial y 10 %-20 % de cronicidad. En BN a los 5 años 33% de remisión y 33% de recaídas; y a los 6 años 60% buen pronóstico, 30% recuperación parcial y 10% de mal pronóstico; y el trastorno por atracón a los 5 años el 10, 20 y 70%.

Si se observan los estudios de seguimiento cuando se hacen más largos se reduce el porcentaje de pacientes que están cronificadas. Esto, que parece una señal de buen pronóstico, -cuando han pasado más de 10 años el porcentaje de bulímicas se ha recuperado-, está en función de que los pacientes reducen la impulsividad y mejoran el control de sus impulsos por razones de edad y de experiencias negativas a lo largo de los años.

Cronicidad

Hay una cronicidad debida al diagnóstico (hay enfermedades crónicas y agudas, es obvio); cronicidad debida al tiempo de evolución; cronicidad debida a la “debilidad” de los síntomas (los síntomas no son tan aparentes como para que reciban una atención correcta a lo largo de años y, por lo tanto, se convierten en crónicas); cronicidad a causa de la discapacidad que produce; cronicidad debida al tratamiento; y cronicidad debida al modelo asistencial.

La cronicidad crea discapacidad, que en parte es debida a la propia enfermedad. Hay una cronicidad que es debida a la actitud del paciente ante la enfermedad, frente a la debilidad de los síntomas. También hay una cronicidad debida a la mala respuesta social frente al paciente: asistencial, familiar. etc. Y hay una cronicidad debida a la mala adhesión del paciente: el abandono del tratamiento, de programas terapéuticos, la no aceptación de tratamientos y la negación a la hospitalización.

¿A qué llamamos cronicidad en los TCA? Se considera curso crónico en un TCA en la AN cuando hay una incapacidad para mantener el peso, si está presente la depresión de forma crónica, si persiste la obsesividad y si hay dificultades sociales (si han pasado 10 años). Y en el caso de la BN cuando hay experiencias negativas referidas al cuerpo, si persiste la pérdida de control sobre la ingesta y las conductas de purga, si persiste la impulsividad y la agresividad, la tendencia a las adicciones, el humor inestable y los antecedentes de traumas psíquicos.

La APA creó unos criterios de consenso para la AN crónica:

-Arraigados patrones de restricción alimentaria

-Arraigadas cogniciones anoréxicas

-Identidad personal ligada a la AN

-“Anorexia” como único valor de identidad

-Miedo a vivir sin ser “anoréxica”

Causas de cronicidad

-Biología y susceptibilidad de cada individuo frente a los TCA: la fragilidad ante la pérdida ponderal y la susceptibilidad al estrés.

-La personalidad y el carácter condicionarán la evolución de la enfermedad, especialmente cuando hay trastornos de la personalidad e impulsividad.

-El diagnóstico favorece la llegada a la cronicidad de los cuadros incompletos no atendidos por la debilidad de los síntomas, en la bulimia multimpulsiva -paciente que está abocada a sufrir un proceso largo y a ser etiquetada como pacientes crónica- y la patología dual si se asocia a conductas adictivas.

Causas de cronicidad sociales

-Los recursos asistenciales causan cronicidad. Hasta el momento no ha habido manera de montar unos recursos asistenciales rentables. Pero se ha demostrado con estudios que es más rentable poner personas competentes -como estas pacientes- en el mercado laboral y de la investigación, que mantenerlas con tratamientos incompletos en redes asistenciales deficitarias.

-El modelo de tratamiento también puede ser causa de cronicidad. Los objetivos biológicos únicos- si sólo nos preocupamos de que ganen peso , esto no cura-, y el tratamiento médico-biológico con excesivo apoyo en los fármacos son tratamientos incompletos. El apoyo de psicoterapia eficaz y eficiente es la piedra angular del tratamiento.

-Lugar de tratamiento: un espacio impropio también provoca cronicidad.

-Duración del tratamiento: los tratamientos son largos (en el mejor de los casos duran más de dos años).

-Profesionales no expertos.

-Si no hay controles los enfermos recaen.

-El entorno familiar y social.

Mejoras en los últimos años

Sin embargo, a lo largo de los últimos años hemos mejorado porque los tratamientos son más precoces; hay menos fracasos en tratamientos previos; más adhesión a los tratamientos; ingresos vinculados a la curación, no sólo al peso; mejor recuperación ponderal sin instrumentación (hay que destacar el papel de enfermería en este sentido); la recuperación rápida de peso inicial hace que pasen a TCANES (parte de lo que llamamos ahora pacientes crónicas son aquellas que hicieron una recuperación rápida del peso); menor necesidad de ingresos; mejores hospitales de día; más programas psicológicos; y mejor enfermería.

Condiciones para el tratamiento en pacientes crónicos

Se necesitan equipos multidisciplinarios, protocolos de tratamiento consensuados, protocolos para la patología dual y para la derivación, adecuación a los cambios clínicos y a la comorbilidad, equipos flexibles, coordinación entre niveles, profesionales de otras disciplinas, y profesionales formados e interesados. La cronicidad no es sinónimo de irreversibilidad.

Objetivos generales ante la cronicidad

Hay que establecer programas de prevención terciaria. Este tipo de prevención pretende mejorar la calidad de vida de las pacientes. Por lo tanto se precisa establecer con la paciente un vínculo y una alianza, hacer revisión de los tratamientos anteriores, valorar expectativas y calcular las metas. No hay que colocar al paciente en situación de riesgo. Hay que trabajar en equipo, reconsiderar tratamientos, conseguir ayuda familiar y valorar el tratamiento sintomático porque el objetivo final es la supervivencia y la calidad de vida.

También hay que hacer prevención del intento de suicidio y huir de la eutanasia pasiva que es cuando las pacientes se abandonan, los médicos claudican y la familia renuncia.

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El colesterol sigue en 2012: Menos plato y más zapato para combatirlo

Uno de los principales riesgos después de las fiestas navideñas es comenzar el año con exceso de colesterol en nuestras arterias. Descuidar la alimentación y los buenos hábitos durante las Navidades puede suponer un aumento de factores de riesgo cardiovascular que, como el colesterol, pueden pasar factura más adelante a la salud cardiovascular, según destaca uno de los máximos expertos del país, Juan Pedro-Botet, presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA). Por ello, el doctor asegura que entre el 15 de diciembre y el 15 de enero se extiende un período conocido como “el mes del riesgo cardiovascular”.

El Dr. Pedro-Botet, que también es el responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Cardiovascular del Hospital del Mar de Barcelona, subraya la importancia de tener unas arterias limpias “ya que son las carreteras por las que la sangre fluye al corazón”. En este sentido, el experto destaca que los hábitos de vida que adoptan los españoles durante las fiestas navideñas “generan un mayor peligro de obstrucción, al aumentar el peso y los niveles de colesterol en sangre”.

El colesterol es uno de los principales factores de riesgo en el desarrollo de las enfermedades del corazón. Cuando hay un exceso de colesterol malo (LDL), se comienza a producir un estrechamiento de las arterias por acumulación (arteriosclerosis), que puede derivar en problemas cardiovasculares de mayor envergadura.

El Dr. Juan Pedro-Botet explica que uno de los principales problemas, según ha concluido el estudio ENRICA, es que el 50 por ciento de los españoles tiene colesterol elevado y la mitad de ellos no lo sabe. Por ello, “es de vital importancia hacerse revisiones periódicas”, subraya el doctor, “y reducir los niveles de colesterol cuando se encuentran aumentados”.

Plan de ataque contra el colesterol

Después de las Navidades es importante recuperar cuanto antes unos hábitos nutricionales y de estilo de vida saludables. Para controlar los niveles de colesterol y conseguir unas arterias sanas es fundamental una pauta alimenticia basada en la dieta mediterránea (rica en frutas y verduras) combinada con un poco de ejercicio físico.

Así, el mejor consejo para comenzar el año de forma saludable es “menos plato y más zapato”, es decir, moverse más y comer de forma prudente e inteligente, afirma Rosa Solá, experta en Nutrición de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA). “Como el colesterol no produce síntomas, es importante, además, realizar analíticas periódicas para revisar sus niveles y evitar alimentos de alto contenido en grasas saturadas”, concluye.

Los deportistas tienen una genética mejor adaptada al rendimiento que la población general

Las investigaciones, publicadas en el libro Genética y Deporte, dentro de la colección Investigación en Ciencias del Deporte del Consejo Superior de Deportes, confirma que la combinación de todos los genes relacionados con el rendimiento físico hace que el deportista, de disciplinas que concentran esfuerzo y resistencia, vea incrementada su resistencia y potencia.

“A lo largo de los años han sido dos genotipos relacionados con el ejercicio, y a la vez casi opuestos entre sí, -resistencia y explosividad- los que han hecho posible que la especie humana llegue hasta nuestros días”, ha explicado el catedrático de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Europea de Madrid, y coautor de la obra, Alejandro Lucía, quien recuerda que “hoy en día predominan los genes que nos hacen aguantar más frente a aquellos que están relacionados con la potencia muscular”.

“El rendimiento deportivo probablemente depende del efecto combinado de cientos de variantes genéticas. Además, los aspectos que conformarían el complejo rasgo” de ser un deportista de nivel mundial en un deporte dado son múltiples y, probablemente, no puedan reducirse a polimorfismos genéticos específicos”, comenta Lucía.

Por tanto, no se puede decir que hay un solo gen relacionado con un incremento de la forma física del deportista, añade, “es un trabajo en equipo de varios genes encargados de transportar el oxígeno, bombear y dar fuerza al corazón, e incluso de los implicados en la motivación del individuo”.

“Nuestra puntuación genética total tiende a incrementarse con el aumento del nivel deportivo y mientras que en personas que realizan un nivel de ejercicio normal está en 50, en remeros de élite, por ejemplo, esta puntuación alcanza el 70, es decir, se acerca más a la “perfección” genética, que sería el valor 100″, añade.

La publicación, que tiene como objetivo aunar en una obra la relación entre la genética y la excelencia deportiva, incluye dos investigaciones en las que se buscan nexos de unión entre el perfil genético de los deportistas y su rendimiento físico.

Estos estudios han comparado el rendimiento de ciclistas, remeros y atletas -todas ellas disciplinas caracterizadas por un gran esfuerzo físico continuado del deportista- con la actividad física de la población en general.

Aunque es la combinación de genes la que hace que algunos individuos estén más predispuestos que otros para triunfar en el deporte, “sí que podemos destacar la importancia de un solo gen, la enzima convertidora de angiotensina, que está relacionada con la respuesta muscular al entrenamiento a nivel de eficacia e hipertrofia, hace que el deportista consiga una mayor resistencia”, señala el autor de esta investigación.

En este sentido, existen variaciones en este gen que incrementan y facilitan la labor de la bomba cardiaca, algo muy beneficioso para deportes de resistencia como pueden ser las carreras de fondo. Otras modificaciones del mismo mejoran la eficacia muscular favoreciendo su crecimiento.

“Por ejemplo, el alelo D y el genotipo DD de este gen es muy frecuente en deportistas de fuerza y con mucha masa muscular, pero no en corredores de fondo”, explica Lucía, para quien “es necesario potenciar esta faceta que al deportista le viene dada por su genética con un entrenamiento constante, aunque no podemos concluir que la asociación de este gen con la mejora del rendimiento deportivo tenga una relación causa-efecto”.

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Moderación, alimentos saludables y ejercicio físico, una combinación perfecta para despedir el año

En España, “es tradición, durante las fiestas navideñas, disfrutar de copiosas comidas y prolongarlas con largas sobremesas durante las cuales aumentamos además el consumo de tabaco y la ingesta de alcohol”, destaca el doctor Pedro-Botet, quién señala que esto nos lleva a ganar una media de 3 kg en tan solo unas semanas y aumentar nuestros niveles de azúcar y colesterol en sangre.

En este sentido, “es necesario recordar que el colesterol elevado y el tabaco son los dos principales factores de riesgo vascular que llevan a la población a sufrir infartos, ictus o fallos orgánicos” añade el experto.

Para vivir unas navidades sin riesgo vascular “una alimentación saludable se convierte en la mejor medicina” y, por tanto -subraya el presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis- “debemos tener en cuenta, cualquiera que sea nuestra edad y nuestra condición física, seguir unas sencillas normas”.

Así pues, no debemos renunciar a disfrutar de las fiestas y de los alimentos tradicionales de estos días pero que debemos hacerlo con moderación.

Recomendaciones navideñas

El presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis proporciona una serie de consejos para que las navidades, las fiestas y los excesos no se conviertan en un peligro para la salud.

– Productos saludables. Los dulces típicos de las fiestas navideñas, como turrones y mazapán, se elaboran con miel o azúcar, almendras y claras de huevo. Por lo tanto, sus ingredientes, si se mezclan en las proporciones oportunas, se convierten en unos sabrosos aliados de nuestra salud. Si, durante su producción, se añaden otros componentes también saludables, como, por ejemplo, frutos secos, el alimento final es beneficioso. Por el contrario, si en la elaboración se incorporan grasas saturadas o de tipo trans, o un exceso de azúcar, el producto final es poco saludable.

La clave está en conocer la composición de un producto y tomarlo en una cantidad prudente, calculada de acuerdo a las necesidades de cada persona, de forma personalizada.

Al preparar los menús de las fiestas navideñas es necesario no abusar de embutidos y carnes grasas en detrimento de otro tipo de carnes más magras, aves o pescado. Por ejemplo, puede sustituirse la carne de cordero, muy rica en grasas, por pavo o besugo. También podemos tener en cuenta el tipo de cocción que utilizaremos para elaborar los platos: una comida preparada en el horno será mejor que un exceso de fritos y rebozados.

Y podemos actuar del mismo modo para los aperitivos y postres. Las frutas pueden convertirse en un delicioso modo de completar nuestras comidas. Macedonias, piñas o manzanas ayudan a digestiones más fáciles, proporcionando además vitaminas a nuestro organismo.

– Moderación. Podemos degustar los diferentes alimentos típicos de las comidas navideñas pero es necesario no excedernos en las cantidades. Se puede comer de todo, siempre que sea con sensatez.

Si, a pesar de nuestros buenos propósitos, durante una de las comidas hemos tenido una ingesta excesiva de alimentos, debemos tratar de compensarla cuanto antes. Por ejemplo, si la comida ha sido excesivamente abundante, podemos tomar una cena ligera. Pero no debemos saltarnos ninguna comida.

– Cuidado con el alcohol. En las fiestas navideñas se produce un aumento significativo del consumo de alcohol que además de aportar muchas calorías desestabiliza los niveles de azúcar en sangre. Por ello, las personas diabéticas deben tener especial cuidado. De entre las bebidas alcohólicas es preferible el consumo de vinos y cavas, evitando así los combinados con destilados tipo whiskies, ginebras, vodkas o ron.

– No olvidar el ejercicio físico. No debemos olvidarnos de la práctica del ejercicio físico durante los días de Navidad. Es un buen momento para pasear por las calles en compañía de la familia o amigos y olvidarse del sofá.

– Evitar el tabaco. Este es un excelente momento para incluir en nuestra lista de propósitos para el 2012 el dejar de fumar y empezar el año con unos hábitos mucho más saludables.

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El 25% de los españoles ha sufrido alguna vez una deshidratación

Con la llegada del invierno y de las bajas temperaturas, pasamos más tiempo en lugares cerrados, nos movemos menos y, en consecuencia, la percepción de sed es menor en esta época. Sin embargo, y a pesar de las bajas temperaturas, en invierno también existe riesgo de deshidratación. No en vano, el 25 por ciento de los españoles reconoce que alguna vez ha sufrido una deshidratación, según los resultados de la encuesta ¿Bebes lo que necesitas? realizada por el Observatorio de Hidratación y Salud (OHS) durante la campaña ¡No te deshidrates!, que contó con el respaldo del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (MSPSI), y que, además, ha estado apoyada por la Organización Médica Colegial (OMC) y la Fundación Quirón.

Por eso, el OHS hace hincapié en la importancia de mantener un adecuado estado de hidratación, también cuando las temperaturas comienzan a descender. Y es que el invierno es uno de los periodos en que puede aumentar el riesgo de sufrir una deshidratación, ya que con el frío se tiende a no beber lo suficiente. Los españoles, en general, asociamos erróneamente la hidratación con el verano a pesar de que el cuerpo pierde líquidos constantemente.

La calefacción, las prisas, las aglomeraciones y el uso de prendas de abrigo pueden favorecer este proceso. Además, las copiosas comidas que se realizan durante la Navidad, así como el mayor consumo de alcohol, son circunstancias que favorecen la deshidratación.

Con el objetivo de evitar las consecuencias de la deshidratación durante el invierno, los expertos recomiendan mantener un consumo regular de líquidos (de 2 a 2,5 litros diarios), aunque no se tenga la sensación de sed debido a las bajas temperaturas, evitar el alcohol e incluir variedad de bebidas como infusiones, caldos, refrescos, zumos o lácteos para que la ingesta total sea la adecuada y estimular, de este modo, un mayor consumo de líquidos gracias al sabor de las bebidas.

La mitad de los españoles no se hidrata correctamente

Según los resultados de la encuesta realizada por el OHS, un alarmante 48 por ciento de los españoles bebe menos de cinco vasos de líquido al día, una cantidad que está muy por debajo de los 2-2,5 litros que aconsejan los especialistas.

Esta ingesta insuficiente de líquidos entre la población española explica que una cuarta parte de los encuestados reconozca haber sufrido en alguna ocasión un episodio de deshidratación, una situación especialmente grave para la salud que puede provocar cansancio, dolor de cabeza, dificultad de concentración, malestar general, calambres musculares, sensación de nausea, aumento del ritmo cardíaco, etc. Además, puede afectar negativamente a las funciones físicas y mentales.

Aunque por edades, los más mayores son los que menos atención prestan a la hidratación, ya que el 61 por ciento de las personas que sobrepasan los 55 años de edad bebe menos de 5 vasos al día, es -curiosamente- la gente joven la que más casos de deshidratación ha sufrido. De hecho, el 33 por ciento de los menores de 18 años reconoce que se ha deshidratado alguna vez.

La encuesta del OHS ha revelado de nuevo como todavía están presentes entre la población algunos falsos mitos relacionados con la hidratación. Por ejemplo, un 13 por ciento de los españoles cree que sólo existe riesgo de deshidratación en verano y un siete por ciento de los encuestados considera que sólo hay que beber cuando se tiene sed.

Variedad y sabor, una ayuda a la hora de hidratarse

Para estar correctamente hidratados los especialistas aconsejan ingerir entre 2 y 2,5 litros cada día. La capacidad que tiene una bebida de hidratar se debe a su contenido en agua. Por eso, hay muchas opciones para hidratarse. Las infusiones, los caldos, los refrescos o los zumos, están compuestos fundamentalmente por agua por lo que son una excelente opción, a pesar de que casi un 16 por ciento de los españoles están erróneamente convencidos de que el agua es la única bebida que hidrata.

De hecho, tomar diferentes bebidas a lo largo del día es un hábito saludable que hace más sencillo y apetecible beber. Según los resultados de esta encuesta, siete de cada 10 españoles asegura que si toma diferentes bebidas alcanza con mayor facilidad las cantidades diarias de líquidos recomendadas por los especialistas. Además, según un estudio de la Universidad Católica de Murcia las personas que optan por bebidas con buen sabor son capaces de ingerir hasta un 32 por ciento más y las que varían las bebidas que toman pueden llegar a alcanzar hasta un 50 por ciento más.

Cinco consejos para estar bien hidratados en invierno

1. Desprenderse de prendas de abrigo cuando se va a pasar tiempo en recintos cerrados y con calefacción, ya que la sudoración hace que se pierda el equilibrio hídrico.

2. Mantener un consumo regular de líquidos, ya que las bajas temperaturas pueden hacer que no se sienta sed, lo que no implica que el organismo esté correctamente hidratado. Llevar una botella de bebida ayuda a recordar que se deben beber pequeñas cantidades cada poco tiempo.

3. Ingerir frutas y verduras en la dieta diaria (al menos cinco raciones) ya que son alimentos con gran contenido hídrico que contribuyen a mantener una correcta hidratación.

4. Incluir distintas bebidas ayuda a que la ingesta total sea la adecuada. Además de agua, las infusiones, refrescos, zumos, lácteos, caldos, etc. facilitan beber lo necesario. El sabor de las bebidas también estimula un mayor consumo de líquidos.

5. Evitar el alcohol, pues su efecto diurético hace que se necesite beber más líquido para contrarrestar esa deshidratación.

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Ejercicio dirigido y dieta personalizada son eficaces contra el sobrepeso y la obesidad

Así lo ha demostrado un estudio pionero en España, presentado en el marco del Congreso Internacional de Programas de Nutrición y Actividad Física para el Tratamiento de la Obesidad (PRONAF), en el que han trabajado durante cinco años más de 30 investigadores y que está avalado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

El objetivo de la investigación era descubrir qué tipo de ejercicio, combinado con dieta, era el más adecuado para luchar contra la obesidad y el sobrepeso. Además, querían determinar la importancia de la composición corporal de cada individuo -su masa grasa y su masa muscular- en el gasto energético diario.

Para averiguarlo, los autores observaron a un total de 3.000 adultos, individuos con normopeso, en las tres primeras fases y a personas con sobrepeso u obesidad en las etapas cuarta y quinta del estudio.

Después se seleccionaron a 120 pacientes con sobrepeso y a otros 120 con obesidad, dividiéndoles en cuatro grupos que siguieron, durante seis meses, distintos programas para bajar peso: uno con dieta y recomendaciones de actividad física; el segundo, dieta más actividad aeróbica; el tercero, dieta más ejercicio de fuerza; y un cuarto grupo al que se le asignaron ejercicio mixto de fuerza y actividad aeróbica.

La perseverancia es clave

Según ha señalado el investigador principal del Proyecto PRONAF, Pedro J. Benito Peinado, doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (UPM), “los pacientes con obesidad consiguieron perder una media de unos 12 kilos en seis meses y los que tenían sobrepeso, de entre 8 y 9 kilos, con grandes diferencias en función de su estado inicial y de su adherencia al programa”.

“No hemos visto grandes diferencias entre los distintos tipos de ejercicio a la hora de perder peso, pero sí en el grado de adherencia que se conseguía en cada individuo: el tratamiento resultó más eficaz cuanto más duradero en el tiempo”, destaca. En este sentido, el ejercicio regulado es mejor que el libre, pues “fideliza” al paciente, tanto con la actividad como con la alimentación saludable.

Este estudio también ha demostrado la eficacia de las dietas diseñadas en función del gasto energético que requiere cada persona en su actividad diaria. Para ello, a los participantes se les midió -usando un acelerómetro- su nivel de actividad física y su tiempo de descanso durante 15 días.

Con estos datos se calculó la energía que necesitaban y la dieta adecuada para cubrir este gasto, situándola algo por debajo de lo que requería el individuo, para provocar la pérdida de peso. “Se trata -dice- de una forma de diseñar dietas basada en metodología científica que ha dado buenos resultados”.