Según datos de la FESNAD (Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética) uno de cada cuatro españoles quiere perder peso y si consultamos el Eurobarómetro ante la pregunta si estamos de acuerdo con nuestro peso actual en los distintos países entorno al 40% cree que pesan demasiado, un 5 % que pesa poco y un 55% que su peso es correcto. La obsesión por adelgazar es una realidad en la sociedad actual. Es casi como una especie de obligación.
Si hacemos una búsqueda en un buscador del término “adelgazar” en español nos encontramos con 13.300.000 de resultados. Y con el término “dietas” la cifra es similar: 12.400.000 de resultados.
También podríamos preguntamos: ¿por qué queremos adelgazar? Si por estética, por salud o ambas. En este caso tendríamos diferentes opiniones.
En el Eurobarómetro al agrupar según distintas variables vemos que las mujeres en mayor porcentaje al de los hombres son las que piensan que tienen un peso superior, en torno al 44% y 32% de los hombres. Y si agrupamos por edades, son los mayores de 55 los que piensan que su peso es demasiado alto (más del 46%) y es inferior en los rangos de edad más bajos.
En busca del “cuerpo perfecto”
Actualmente la preocupación por adelgazar no sólo pertenece a las personas que están en sobrepeso u obesidad sino que también las personas delgadas buscan conseguir el cuerpo perfecto. Para ello una de las soluciones son las dietas.
Las dietas para perder peso aparecen año tras año en librerías, internet, entre amigos, prensa, televisión, revistas… Además aparecen constantemente artículos sobre dietas nuevas, revisadas o redescubiertas en muchos medios, pero sobre todo en la red.
Dietas mágicas
El profesor Bender en 1994 en una reunión en Vitoria (de la que se publicó el libro Reflexiones en nutrición humana) decía que, quizá, donde más se engaña a la gente es el campo del tratamiento a la obesidad. Hay millones de personas que siguen las dietas más absurdas.
El término dietas mágicas aparece en España por primera vez fruto de la imaginación de los profesores Gregorio Varela, Francisco Grande Covián, Olga Moreiras y la doctora Carmen Núñez en una publicación de 1997.
Años más tarde continuaba el interés por las dieta mágicas y se ampliaba a los productos mágicos en una revisión el INUTCAMP de Madrid (Instituto de Nutrición y Trastornos Alimentarios de la Comunidad de Madrid).
Hay otros grupos que usan el término dietas milagro, de hecho el Día Nacional de la Nutrición del 2008 se dedicó a las dietas milagro. Y también se refiere a ellas la Agencia Española de Seguridad Alimentaria en su página web. En inglés se usa el término fad diet o dietas de moda.
En las publicaciones se clasifican atendiendo al fundamento al cual atribuyen su eficacia en los siguientes grupos: disociativas o disociadas, excluyentes, hipocalóricas drásticas, monodietas, dietas mentales.
No hay una definición de consenso pero podríamos decir que son aquellas que prometen una rápida pérdida de peso sin apenas esfuerzo y que contienen promesas demasiado buenas como para que puedan ser verdad.
Un poco de historia
La historia de dietas mágicas nos remite al siglo XI, cuando Guillermo I el conquistador intenta una dieta líquida para perder peso metiéndose en cama y sólo consumiendo alcohol.
A principios del siglo XIX, en 1811, el poeta Lord Byron empapa su comida con vinagre para intentar rechazarla y así perder peso, reduciendo su corpulencia.
Después tenemos en EEUU la del reverendo Silvester Graham, que plantea una dieta muy espartana sólo con pan negro sin levadura, vegetales y agua, y sus famosas galletas “las grahams” que todavía están en el mercado.
Y en 1860 debuta la dieta baja en hidratos de carbono en Londres. El director de una funeraria, William Banting, perdió entorno a 25 Kg con una dieta alta en proteínas (tomaba carnes magras, huevos pasados por agua, tostadas y vegetales) y su libro se vendió como un best seller.
¿Por qué se hacen tan populares?
En primer lugar porque se está dispuesto a intentar algo que a uno le asegure unos resultados deseados. Por ejemplo existe la dieta de las novias, en la que se quiere conseguir una pérdida de peso con la K-E proteína con una sonda nasogástrica donde se administran unos preparados de proteína líquida.
Además prometen resultados muy impactantes y muy rápidos. Otra causa por la que se hacen muy populares es porque sí que hay una pérdida de peso importante durante las primeras semanas con algunas de ellas aunque después se recupera. Y proponen resultados a corto plazo, en vez de medio y largo plazo.
Características de las dietas milagro
Todas ellas tienen una serie de características comunes:
-Aporte energético bajo.
-Consiguen que se ingieran menos calorías y se intenta justificar de alguna otra forma con distintos fundamentos.
-Se olvidan de la ingesta de nutrientes y de sus consecuencias negativas.
-Y además no logran corregir hábitos alimentarios incorrectos.
Huir de las dietas mágicas
La Asociación de Dietistas Británicos en el año 2005 publicó unos apartados para intentar huir de las dietas mágicas o cómo descubrir un mal consejo dietético.
En general, tenemos que huir de aquellas que nos prometan un resultado rápido, que nos recomienden alimentos con efecto “quemagrasa”, que promuevan anular o limitar un grupo entero de alimentos, o comer un tipo de alimento concreto, las que sugieran una pérdida de peso fácil (es decir, más de un kilo a la semana) y aquellas que recomiendan tomar los alimentos sólo en combinaciones particulares.
Otras Academias, como la Americana además nos dicen que para reconocer una dieta mágica lo podemos hacer si la dieta requiere que compremos un determinado producto. También hacen las mismas recomendaciones para todo el mundo independientemente de la edad y sexo. Suelen clasificar los alimentos en buenos y malos, incluso los nutrientes, utilizan mucho las imágenes del antes y después, y llaman la atención porque usan los testimonios de sus seguidores e incluso de profesionales de la salud.
Se gastan mucho tiempo y mucho dinero en estas dietas que además no ayudan a mantener la pérdida de peso.
Nos encontramos en la red cosas curiosas, cómo hacerse rico creando una dieta mágica: se proponen una serie de ingredientes y al final cuando ya está hecha se publica en internet, ya que cuando algo queda publicado en la web es difícil intentar demostrarle a alguien que eso que ha leído no es verdad. Hay un estudio reciente de la universidad de Ohio titulado Los rumores falsos que circulan por internet que resisten todas las correcciones, en el que se ha comprobado que demostrarle a alguien que una afirmación es falsa no resulta muy útil cuando la persona está convencida de que lo que ha leído es cierto, se menosprecia la fuente de la corrección.
Hay una dieta de un libro que está siendo muy vendido titulado Seis semanas para ser un pibón, de Venice Fulton, que no es ni siquiera nutricionista, sino que se dedicaba al deporte y plantea baños de agua fría, levantarse y saltarse el desayuno e hinchar un globo todos los días antes de acostarse…
Son muchas las asociaciones de dietistas que se posicionan respecto a estas dietas. El profesor Ordovás dice: “las dietas milagro si de verdad fueran milagrosas no se reinventarían cada año”.
Además, de todos es conocido el efecto yo-yo, es decir cuando se dejan este tipo de dietas se recupera más peso del que se había perdido y con más facilidad.
Reclamos de estas dietas
Algunos de los reclamos son:
– Puedes perder peso fácilmente. Sin embargo la mayoría de las dieta mágicas tiene unas reglas complicadas que requieren calcular las necesidades de proteínas, contar los gramos de hidratos de carbono, combinar ciertos alimentos, mantener un tiempo entre comidas, comparar unos productos especiales, planificar los menús diarios, medir los tamaños de porción…
-Perder peso con una relación específica hidratos de carbono, proteínas y grasas. Sin embargo, la pérdida de peso, además de otros factores, depende de gastar más energía de la que se ingiere y no de la proporción de los macronutrientes.
-Otro reclamo es que dicen que las personas aumentan de peso con dietas bajas en grasas, cierto pero si abusan de los otros dos macronutrientes (hidratos de carbono y proteínas). Es decir, que las dietas bajas en grasas no son necesariamente dietas bajas en calorías. Se puede perder peso con las dietas bajas en grasas si se reducen las calorías.
-Miles de personas han tenido éxito con este plan. Sin embargo, los autores de las dietas de moda -hasta el momento- no han publicado sus resultados de investigación en revistas científicas. Las historias de éxito son anecdóticas y no se informa nunca de los fracasos.
Dieta correcta y equilibrada
Todos sabemos que la pérdida de peso tiene que ser gradual (no más de un kilo por semana), debe de proporcionar un número razonable de kilocalorías (no menos de 1.000 en mujeres y 1.200 en hombres), tienen que tener suficientes pero no demasiadas proteínas (entre la ingesta recomendada y el doble), tiene que tener suficientes grasas pero no demasiadas (entre el 20-35% de la ingesta de energía), suficientes hidratos de carbono para que las proteínas no tengan que dedicarse a otras funciones que no son las principales (y evitar así los problemas de cetosis).
También deben tener variedad para conseguir el equilibro en vitaminas y minerales, y una correcta ingesta hídrica.
Además la dieta se tiene que adaptar a las características de las personas, a su etnia, a sus gustos y preferencias, e incluso a sus medios económicos. Y los programas para adelgazar deben de enseñar cómo hacer esa buena elección de alimentos convencionales. Además de practicar actividad física.
Productos milagro
Los productos milagros son aquellos que sin ser medicamentos se anuncian como útiles para, entre otras cosas, adelgazar.
Estos productos milagro para control de peso se clasifican en cuatro grupos: diuréticos, laxantes, productos que disminuyen la absorción de grasas y los saciantes. Muchos de los productos milagro que circulan en el mercado, que se venden en herbolarios, mercadillos e incluso en farmacias, tienen alguno de éstos o varios para potenciar la acción.
Todas las organizaciones nacionales e internacionales nos dicen que debemos desconfiar de cualquier producto que prometa comer cuanto se quiera, perder peso sin dejar de comer o mientras se duerme, perder siete kilos en siete días, o que nos dicen que contienn una sustancia que devora las grasas, o que sean productos que nos desengrasen.
Con algunos de esos productos se pueden obtener resultados pero el mayor beneficio es el asociado al efecto placebo o al refuerzo psicológico que suponen al ayudar al individuo a recordar que está intentando perder peso y que ha modificado su alimentación y que ha mejorado su actividad física.
GREP-AED-N
Hay otras recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos, que es el consenso de FESNAD (Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética) y de la SEEDO (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad). Y hay un grupo de revisión y posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas (GREP-AED-N) que expone cuáles son las condiciones que debería cumplir cualquier tratamiento dietético de la obesidad (están publicadas en la página web).
Conclusión
La dieta ideal para el mantenimiento y control del peso corporal es aquella con la que podamos vivir el resto de nuestra vida. Muchas de esas dieta mágicas que solucionan el problema momentáneamente no se pueden mantener. Por lo tanto la búsqueda de esa dieta y del estilo de vida que nos ayude a mantener y controlar el peso tiene que ser el objetivo.
A pesar de que todas las organizaciones hacen campaña de prevención contra las dieta mágicas no se puede con la potencia de las estrategias publicitarias. La fuerza de las normas choca con los resquicios legales por los que se cuelan quienes promueven estas dietas y, sobre todo, con la libertad de un ciudadano que decide en un momento dado recurrir a ella o no.