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CÓMO AFECTA A TU CUERPO LA FALTA DE ACTIVIDAD FÍSICA
Permanecer en casa durante muchos días puede ser un reto para mantenernos físicamente activos. Debido a la situación actual, parece que se complica, pero ahora más que nunca no debemos olvidarnos de ello.
Cabe destacar que la falta de actividad física y el comportamiento sedentario puede repercutir de manera negativa en nuestro bienestar y calidad de vida. Existe una necesidad importante de mantener un nivel suficiente de actividad física para la salud de las personas tanto física como psicológicamente.
¿Qué efectos tiene la actividad física en tu cuerpo?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como cualquier movimiento corporal producido por los músculos, con el consiguiente consumo de energía, por lo que la actividad física incluye actividades como las tareas domésticas, las actividades recreativas, jugar, actividades realizadas al trabajar, desplazamientos de un lugar a otro, etc[i].
La actividad física es un factor clave para determinar el gasto energético de cada persona, por lo que su disminución supondría una reducción del gasto calórico diario[ii], es decir, que necesitaríamos ingerir menos cantidad de energía (alimentos) de la que normalmente necesitaríamos en una rutina en donde sí se incluya la actividad física. Por lo tanto, practicar ejercicio físico es fundamental para el equilibrio energético y control de peso sobre todo en estos días de cuarentena.
Adicionalmente, la actividad física tiene una gran importancia en la composición del cuerpo, es decir, en la cantidad de grasa, músculo y tejido óseo, así como numerosos beneficios para la salud, como ayudar a prevenir enfermedades no transmisibles (ENT), como las enfermedades cardiovasculares o la diabetes. Por ejemplo, una actividad física regular y en niveles adecuados, como caminar, montar en bicicleta o hacer deporte, mejora el estado muscular, cardiorrespiratorio, y la salud ósea y funcional, y reduce el riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares e hipertensión, entre otras.
También se ha visto que la actividad física se relaciona con el estado de ánimo y puede tener efectos positivos en la salud mental y en situaciones de ansiedad o depresión. Estudios sugieren que el ejercicio moderado mejora el estado de ánimo o ayuda a mantenerlo en niveles altos[iii].
¿Cuánto ejercicio físico debemos hacer? Algunos consejos para mantenerte activo en casa
Para gozar de todos los beneficios que te aporta la actividad física, trata de mantenerte activo durante esta cuarentena en tu casa.
Como regla general, la OMS recomienda 150 minutos de actividad física moderada a la semana o 75 minutos en el caso de que sea intensidad mas elevada, o si es posible, una combinación de las dos[iv]. Esta recomendación se puede lograr en casa, sin ningún material especial, y en un espacio reducido4. Para ello, la OMS ha sugerido algunos consejos de cómo permanecer activo durante la cuarentena y reducir el sedentarismo mientras te quedas en casa:
- Tomar breves descansos activos durante el día: aunque parezca que los periodos cortos de actividad física no cuentan, todo suma, así bailar, jugar con los niños y realizar tareas domésticas son ejemplos para mantenerse activo en casa.
- Seguir una clase de ejercicio online: ahora mismo hay muchas clases de ejercicio online de todos los niveles, ya que muchos centros y personas están compartiendo vía YouTube o Instagram, entre otros. Si no tienes experiencia en estos ejercicios, hazlo con cuidado y ten en cuenta tus propias limitaciones.
- Camina, incluso en espacios pequeños: por ejemplo, si tienes una llamada, puedes aprovechar para caminar por casa mientras hablas, en lugar de sentarte.
- Levántate, reduce tu tiempo sentado estando de pie siempre que sea posible: intenta interrumpir el tiempo que pasas sentado o acostado cada 30 minutos. A la hora de teletrabajar o de hacer tareas, puedes usar una mesa alta como escritorio y así estar un rato de pie.
- Relájate: la meditación y respiraciones profundas ayudan a mantener la calma en estos tiempos difíciles.
Así que ya sabes, ¡esta cuarenta no te quedes sentado y levántate!
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[i] OMS. Actividad física (Internet). 23 de febrero de 2018. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/physical-activity
[ii] OMS. Dieta, Nutrición y Prevención de Enfermedades Crónicas. 2003. Disponible en: https://www.who.int/nutrition/publications/obesity/WHO_TRS_916_spa.pdf
[iii] Peluso, M. A., & Guerra de Andrade, L. H. (2005). Physical activity and mental health: the association between exercise and mood. Clinics (Sao Paulo, Brazil), 60(1), 61–70. https://doi.org/10.1590/s1807-59322005000100012
[iv] OMS. Stay physically active during self-quarantine. Disponible en: http://www.euro.who.int/en/health-topics/health-emergencies/coronavirus-covid-19/novel-coronavirus-2019-ncov-technical-guidance/stay-physically-active-during-self-quarantine/_recache#article
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10 CONSEJOS PARA SOBRELLEVAR LAS ALTAS TEMPERATURAS
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Se acerca el verano y pronto tendremos un calor del que disfrutar, pero también es necesario protegerse.
Para evitar golpes de calor, evitar lesiones en la piel, los ojos por el sol y para sentirte un poco más fresquito,
te dejamos unos consejos que esperamos te ayuden a sobrellevar estas altas temperaturas:
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Beneficios de realizar actividad física
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ACTIVIDAD FÍSICA
Los diferentes tipos de actividad física
tienen muchos beneficios para
la salud física y mental.
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no una enfermedad.
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Actividad física y ejercicio: Práctica segura en verano
La llegada de la época estival puede suponer un punto de inflexión en la práctica de la actividad física. Muchos lo abandonan, perdiendo así las adaptaciones fisiológicas que han ido trabajando a lo largo del año.
Esta época resulta perfecta no sólo para dar continuidad al ejercicio físico y planes de entrenamiento, sino también, para iniciarse en ello, así como aumentar la actividad física diaria de todos nosotros. Todo ello, contribuye a mejorar la salud y calidad de vida.
En los meses de verano se produce una bajada de ritmo en general. Hay un aumento de horas de luz que invitan a salir al aire libre y se dispone de más tiempo para uno mismo. Debe aprovecharse esta situación favorable no sólo para mantener el nivel de actividad física, sino incluso aumentarlo o comenzar a introducir hábitos que impliquen una mayor actividad física a lo largo del día.
De acuerdo con las recomendaciones del Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM, American College Sports of Medicine), se recomienda, en adultos sanos, la práctica regular de actividad física. En sus recomendaciones, afirman y sientan las bases de una práctica mínima y regular de ejercicio físico de intensidad moderada de 150 minutos a la semana (30 minutos 5 días por semana).
A su vez, establecen recomendaciones para el tipo de ejercicio, ya sea cardiovascular, de fuerza, flexibilidad y neuromotor. Todo ello con una progresión gradual que permita a cada uno ir adaptándose, así como evitar las temidas lesiones. Sin embargo, en la práctica deportiva en verano debe tenerse en cuenta ciertos factores para asegurarnos que la misma sea saludable y libre de riesgos.
PRECAUCIONES A TENER EN CUENTA PARA LA PRÁCTICA DEPORTIVA EN VERANO
Temperatura y factores ambientales – hidratación
El mayor problema lo plantean las condiciones ambientales y los aumentos de temperatura. El calor y la humedad son factores que afectan directa y significativamente en la frecuencia cardíaca y en la sudoración.
La actividad física provoca de por sí un aumento de la frecuencia cardíaca, y las altas temperaturas también, por lo que es más que necesario evitar la práctica de ejercicio en las horas en las que el calor y la temperatura son más altos. El objetivo es evitar un aumento excesivo del ritmo cardíaco, sobre todo en personas que tengan hipertensión.
En caso de realizar actividad física en estas condiciones, hay que tratar de mantener una intensidad más baja contrarrestando los efectos provocados por el calor.
Por otro lado, la humedad y el sistema que tiene nuestro organismo de autorregulación térmica, también afectan de forma significativa al rendimiento durante la práctica deportiva. El organismo siempre tratará de mantener su temperatura óptima expulsando calor a través del sudor.
Por ello, es muy importante controlar y mantener bien los niveles de hidratación en el organismo. No se trata de esperar a tener la sensación de sed para beber agua, sino evitar en todo momento que esta situación se produzca; en cuyo caso es un síntoma de deshidratación.
En la práctica de actividad física hay que hidratarse antes, durante y después del ejercicio para reponer no sólo el agua perdida sino todas las sales y minerales que son los responsables del correcto funcionamiento de las funciones vitales, así como de las contracciones musculares (sodio, potasio, magnesio). Por ello, es recomendable no solo la ingesta continuada y equilibrada de agua, sino también de alguna bebida isotónica para reponer tales minerales y sales perdidos a través del sudor.
Exposición solar
- Evitar estar demasiado tiempo expuesto al sol y procurar estar en zonas de sombra. Una larga exposición al sol puede provocar también una bajada de la presión arterial, mareos e insolación.
- Además, largas exposiciones al sol (ya sea caminando, sentado o jugando en la playa o bañándose), producen daños en la piel, por lo que es más que recomendable mantenerse protegido con una crema con alto grado de protección solar para evitar quemaduras, abrasiones y daños mayores a largo plazo.
Equipamiento adecuado
- Dadas los condicionantes anteriores, es muy importante elegir prendas que además de protegerte del sol (por ejemplo, camisetas para la práctica de deportes acuáticos), permitan una buena transpirabilidad del sudor y resulten cómodas.
Elegir materiales naturales, prendas ligeramente amplias y que no opriman ninguna parte del cuerpo, son vitales para poder practicar el deporte de forma segura.
Son aspectos a tener en cuenta y que pueden ahorrar más de un disgusto a quien las pase por alto.
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Beneficios de la Actividad Física para la Salud
“Mens sana in corpore sano”, este concepto proveniente de la Grecia Clásica, cobra una importancia vital en nuestra sociedad actual. Una sociedad que está viviendo cambios en su estilo de vida a un ritmo frenético, y en el que la toma de conciencia de la importancia del ejercicio y la actividad física debe primar en la sociedad como una parte vital de la salud.
El actual ritmo de vida de la sociedad en la que vivimos, lleva en la mayoría de las ocasiones a realizar todo con celeridad, sin detenimiento, a dejar de lado la alimentación tradicional, nos lleva a pasar demasiado tiempo sentados en la oficina, las horas de juego de los niños en la calle se han visto reducidas por largas horas sentados frente a los videojuegos, televisión o smartphones, entre otras muchas cosas. El estilo de vida ha cambiado y el ejercicio y la actividad física, han pasado a un segundo plano. La población se mueve menos, y las patologías asociadas a un estilo de vida inactivo y una mala nutrición, han crecido.
España es uno de los países que cuenta con un mayor índice de casos de obesidad, lo cual resulta realmente alarmante, teniendo en cuenta que vivimos en un país cuyas condiciones para el ejercicio y la vida al aire libre, así como la tradicional dieta mediterránea hacen óptimo un desarrollo saludable de la sociedad.
¿Cómo podemos combatir la inactividad en aras de mejorar nuestro estado de salud físico y mental?
Lo primero que ha de tenerse en cuenta es que, todo aquello que produzca un bienestar en nuestro organismo, a nivel psíquico y físico, repercutirá directamente en el modo en el que nos enfrentamos a nuestras tareas y obligaciones diarias, esto es, en nuestro rendimiento. Ya sea físico como intelectual.
Hay ciertos factores que sabotean el llevar una vida sana, como son el sedentarismo, la nutrición inadecuada, la falta de descanso, entre otros. Por ello, el introducir unos hábitos de vida que favorezcan una nutrición equilibrada, un buen descanso, así como la actividad y el ejercicio físico, provocarán una mejora en nuestra calidad de vida, en nuestra salud.
El ejercicio físico, se entiende como aquella actividad que implica un esfuerzo de nuestro sistema musculo- esquelético, ejercicios estructurados con el fin de mejorar alguna o todas las capacidades físicas (fuerza, resistencia, flexibilidad, velocidad); por el contrario, actividad física es aquella actividad que implica cualquier movimiento y con ello un gasto energético; actividades tales como: caminar hacia el trabajo, subir escaleras, limpiar la casa, sacar al perro a pasear.
Es cierto que en los últimos años se ha producido un aumento de la media de ejercicio físico semanal en una gran parte de la población, si bien si contabilizamos el tiempo de ACTIVIDAD REAL, a la que nos sometemos, ésta no alcanza ni un 2 % semanal, por lo que el efecto realmente, en términos absolutos no es tan bueno como se espera.
Imagina un individuo que trabaja en la oficina una media de 10 horas al día, otras 7 las pasa durmiendo, 1 hora sentado comiendo, y el resto en el coche para desplazarse al trabajo, otra hora en el sofá leyendo. Dicho individuo realiza ejercicio físico 3 horas a la semana, sin embargo, su índice de actividad o si pudiésemos medir cuánto tiempo está activo, éste no llegaría al 3 % ¿Cómo es posible?
Hay que mejorar nuestra actividad fuera y dentro de casa, esto es, introducir más actividad física que provoque que el cuerpo se mueva frente a la inactividad. Es decir, mejorar nuestros hábitos diarios a través de la actividad física.
Esto resulta mucho más sencillo de lo que parece: subir las escaleras de casa, si se usa transporte público para ir al trabajo, bajarse una estación antes para poder caminar más, dar un corto paseo de 5 minutos nada más comer, usar menos el coche para recados que podemos realizar caminando, levantarse cada hora u hora y media para movernos por la oficina etc… Todo es cuestión de dejar que el cuerpo se desarrolle y se mueva y recupere su funcionalidad.
El ejercicio y actividad física provocan innumerables beneficios en nuestro sistema fisiológico, en la regulación de la secreción hormonal y es la medicina frente a muchas patologías asociadas con un estilo de vida sedentario (obesidad, diabetes, osteopenia o pérdida de masa muscular).
El ejercicio físico, en concreto los programas de entrenamiento de fuerza, ayudan a mejorar el tono muscular de nuestro sistema musculo esquelético, lo que provoca un aumento del riego sanguíneo en ciertas zonas y el consecuente aumento de la masa ósea. Por otro lado, un programa de ejercicios funcionales y movilidad, ayudarán a tu cuerpo a moverse y controlarse mejor, de manera que puedes evitar dolores, molestias y sobrecargas debido al uso o mal uso de ciertas estructuras, así como evitar la atrofia muscular por pasar mucho tiempo inactivos.
El ejercicio aeróbico, provocará en el largo plazo una mejora del cardio-respiratorio, bajada de la presión arterial y una mejora del funcionamiento del corazón.
Pero este tipo de cambios, que deben introducirse de forma progresiva, no sólo provocarán que el organismo funcione correctamente, además provocan innumerables beneficios psicológicos.
Al realizar ejercicio físico, se segregan endorfinas, neurotransmisores, conocidas como la fórmula de la felicidad, y esa sensación de bien estar, conlleva a que el estado anímico sea positivo, tengamos más energía y podamos enfrentarnos a las responsabilidades y problemas diarios con una actitud más abierta. Por otro lado, se produce una mejora del rendimiento cognitivo.
Ahora que comienza el buen tiempo, es buen momento para salir a la calle a moverse y sentir los beneficios del ejercicio y actividad física.
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Cuida tu salud cardiovascular
En las enfermedades del corazón, podemos hacer una gran labor preventiva adoptando unos hábitos de vida cardiosaludables.
Las enfermedades cardiovasculares son procesos causados por la combinación de dos o más factores, los denominados como factores de riesgo. En este sentido, la adopción de unos hábitos de vida adecuados que cuiden la salud cardiovascular, ayudan a prevenir hasta en un 90 % el desarrollo de un evento cardiovascular.
Los factores más frecuentes son la hipertensión, el colesterol en sangre elevado, el tabaquismo, la diabetes y la obesidad. Entre ellos, destacan la obesidad y la diabetes ya que han sido declaradas como las “epidemias del siglo XXI”. De hecho, cada vez se hace más frecuente el diagnóstico del síndrome metabólico, es decir, que una persona presenta a la vez varios factores de riesgo junto a la obesidad abdominal. Además, están apareciendo nuevos factores de riesgo como la apnea del sueño, el estrés o el consumo de drogas.
En este sentido, los hábitos de vida que pueden reducir el riesgo enfermedades cardiovasculares giran en torno a unas recomendaciones que se pueden incorporar de forma sencilla en el día a día:
Una alimentación variada y equilibrada, que incluya todos los grupos de alimentos en las proporciones y cantidades recomendadas. Para ello, una alimentación cardiosaludable debe basarse en alimentos de origen vegetal: cereales (preferiblemente integrales), legumbres, frutas, verduras y hortalizas, en combinación con pescado, carnes magras como el cerdo o las aves sin piel, los frutos secos y el aceite de oliva como principal grasa de cocinado y adicción. Además, se recomienda moderar el consumo de carnes grasas y productos procesados.
Optar por cocinados sencillos: asar, cocer al vapor, a la plancha o hervir, son técnicas culinarias que permiten reducir la cantidad de grasa en el cocinado. Asimismo, se recomienda quitar la grasa visible de las piezas de carne antes de cocinarla, desgrasar los caldos y moderar el consumo de fritos, los cuales, deben de elaborarse preferiblemente con aceite de oliva y eliminar el exceso de grasa con papel absorbente.
Mantener los buenos hábitos fuera de casa: si se come en un restaurante, se recomienda elegir las opciones del menú más adecuadas. Decantarse por ensaladas, legumbres o carnes y pescados a la plancha, evitar los guisos o cocinados contundentes con salsas grasas, y elegir fruta natural como postre, son algunas de las claves que contribuyen a cuidar la alimentación también fuera de casa. Se debe, también, intentar reducir el consumo de azúcar.
Llevar una vida activa: incorporar pequeños trucos en el día a día para incrementar la actividad, como subir por las escaleras, bajar una parada antes del autobús y caminar, o trasladarse en bicicleta. Además, practicar al menos 30 minutos al día de ejercicio. Elegir aquel que más se adapte a la condición y gustos de cada uno ayuda a ser regular.
Controlar el peso: para ello, calcula tu Índice de Masa Corporal y trata de que se mantenga por debajo de 25.
IMC= Peso (kg) / altura (m)2
Vigila tu salud: conoce tu riesgo cardiovascular realizando nuestro test y visita a tu médico para establecer una pauta de revisión en función de tus características y nivel de riesgo. Además, es importante que un profesional resuelva todas tus dudas al respecto y te asesore sobre cómo adoptar las medidas preventivas adecuadas.
Dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol: fumar multiplica el riesgo de sufrir un ataque cardio o cerebrovascular. Si tienes dificultades para dejarlo, consulta a tu médico sobre las diferentes estrategias a seguir para conseguir el éxito. De igual manera, un consumo excesivo de alcohol incrementa el riesgo.
Reducir el estrés: reserva un rato cada día para dedicártelo a ti mismo y a aquellas aficiones que te hagan sentir bien como leer un libro, quedar con tus amigos o salir a pasear, son pequeños gestos que distraen tu mente y ayudan a sentirte mejor.
Conoce los síntomas: el tiempo juega un papel fundamental. Por ello, conocer los principales síntomas de las principales afecciones ayuda a identificarlos con rapidez y recibir tratamiento médico urgente, lo que facilitará el tratamiento y favorecerá un pronóstico positivo.
ICTUS |
INFARTO DE MIOCARDIO |
Pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo.
|
Presión en la zona del pecho que puede extenderse a otras localizaciones (mandíbula, cuello y espalda, brazo izquierdo e incluso brazo derecho). |
Dificultad o pérdida de visión | Posible sudor frío y mareo |
Dificultad de habla y comprensión | Dolor en la parte alta del abdomen, dificultad para respirar, ganas de vomitar y pérdida de conocimiento. |
Si quieres conocer más sobre estas enfermedades puedes consultar la información que ofrece la Fundación Española del Corazón o la Federación Española de Daño cerebral.